Partida Rol por web

— No lo señalé, os informé de su inocencia. Fausto estaba lleno de ira, pero no era un siervo de la Muerte Roja. — Responde Chiara sorprendida al darse cuenta de que su señal no fue interpretada correctamente. — El crucifijo en la mano derecha era para informaros de la inocencia, y en la izquierda para la culpabilidad, ¿recordáis? 

Después la joven hace una pausa, enredando un jirón de su vestido entre sus dedos, distraídamente. — Espero saber qué esconde Enzo en su alma antes de las siguientes votaciones. Si es inocente, os haré la señal, con la mano derecha, como con Fausto. Si es culpable... Lo diré públicamente. 

-La derecha... Es cierto, maldita sea. He estado a punto de votar a alguien inocente. Quizás el voto de Patricia le salvó de la espada. Por algún motivo, confundí las señales, y pensé que la derecha indicaba culpabilidad. 

Ante las palabras de la joven, el hombre asintió. 

-Muy bien. Aunque espero que una revelación así no cause un brote de ira o algo peor en él. 

Chiara traga saliva, imaginando la horrible situación y después alza sus ojos, temerosos hacia Nicola. — Espero con toda mi alma estar equivocándome y descubrir que es inocente... Pero si no es así y siendo la última semilla... Antes de anunciarlo os haré la señal, para que podáis estar prevenido para cualquier cosa.

Mientras rebuscan entre las mesas, Chiara recuerda algo y se gira hacia el caballero. — Por favor, mi señor, decidle a Martina que sé que fue ella quien me curó, y que se lo agradeceré para siempre. Decidle que me siento absolutamente feliz de contar con una amiga como ella, y decidle también que me alegro mucho de que haya encontrado en vos un remanso de paz.

La comida y el vino de aquella sala no se encontraban en óptimo estado, pero sin lugar a dudas eran más apetecibles que los alimentos que se encontraban en la sala marrón. 

Algunas hogazas de pan no estaban demasiado mohosas, y alguna que otra manzana, a pesar de estar arrugada en su superficie, aún era comestible. 

-Con ésto tendrá que valer...-dijo Nicola, tras la revisión de la comida. No era algo demasiado apetecible, pero al menos parecía comestible. Y éso ya era mucho. Sin embargo, la bebida seguía siendo un problema, uno que no habían logrado solucionar. 

-Creo que debemos volver, todos apreciarán mucho comer algo más o menos decente. 

Chiara se muestra de acuerdo con el caballero y se dispone a volver junto a él a la sala marrón tras coger en sus brazos toda la comida en mejor estado que puede transportar. — De acuerdo, volvamos, y estad atento a mis señales. — Dice, girándose hacia Nicola para dedicarle una sonrisa nerviosa antes de comenzar a caminar.

De nuevo, cuando intentas volver a la sala en la que te encontrabas anteriormente, un escalofrío te recorre el cuerpo. 

Tu vista se difumina, y de pronto, te encuentras en la sala naranja, tal y como se encontraba al mediodía de ayer. Sois menos los que aún quedan vivos, pero más que los que están en pie ahora en la sala marrón. Los invitados y sirvientes del castillo esperan, nerviosos, a que suene el reloj. Y de hecho, el infernal artilugio comienza a tañir, y los corazones se llenan de miedo.

Esta vez, al no encontrarte desprevenido, te fijas con mayor detalle en todo lo que te rodea, y no te cuesta distinguir las mismas manos que viste anteriormente acercándose a Giuseppe, el padre de Martina. 

Sin embargo, en esta ocasión, una de ellas ata un lazo rojo en la muñeca de Fausto, y otra un lazo negro en la de Chiara. Ambos habían enfermado, y Fausto había muerto la noche anterior.

Sin poder evitar preguntarte qué significado tenía aquel símbolo, vuelves en ti, encontrándote de nuevo en la sala naranja, devastada y abandonada, junto a Chiara, que no parece haberse percatado de tu desvanecimiento. Junto a ella, vuelves a la sala marrón, donde los demás esperan expectantes.