Partida Rol por web

Detuve mi mano al sentir las lágrimas de mi pequeño derramarse en mis piernas. -¿Por qué lloras mi dulce ángel? - le pregunté en un susurro encorvándome para besar con dulzura su cabeza dorada.

Preparé mi sonrisa reconfortante para prometerle que no tenía nada que temer y apoyando una mano en su mejilla le roté la cabeza con ternura para escuchar de sus ojos esa preocupación.

Mi expresión cambió al reconocer a Míriel, y retrocedí levemente, simplemente extrañada. - ¿Dónde está mi pequeño? - le pregunté desorientada ojeando todo el escenario incluso antes de terminar la frase. - ¿Qué le has hecho? - se dibujó en mi expresión rota, triste y desesperada olvidando por un momento dónde me encontraba.

Intenté huir, liberar mis piernas del borrador de ángeles, removiéndome como si fuese su próxima presa y todavía tuviese una hija por la que apreciar mi vida. Hasta que el tintineo de las cadenas me despertaron de mi propio desquicio.

-Míriel.- endurecí la mirada y calmé mi lastimosa respiración - ¿Sigues vivo? - le saludé como si hubiese aparecido de la nada y dirigí mi mirada hacia el reloj queriendo estudiar las horas que llevaba agonizando- ¿Qué nombre pensarás? ¿Será Alana?.

Lassa estaba completamente perdida... por fortuna para el propio Míriel, que llevado por su delicada situación y todo lo que estaba tragando no había sido capaz de controlarse. Cuando la Fata se dió cuenta de que a la persona que estaba tratando de consolar era Míriel y no su hijo, temió un nuevo arranque de ira... Lassa era buena perforando torsos masculinos... sin embargo se contento con volver a martirizarlo con otra pregunta.

- Desafortunadamente sí... moriré dentro de poco si nadie lo impide. Creo que me queda hasta la noche, justo antes de que se emita un veredicto sobre el Fata que debe ser linchado... ¿Nombre?... Había pensado en mirar a Paul, puedo hacerlo al caer la noche... si sigo vivo, podré mirar nuevamente... ¿quieres que mire a Alana?

- Para el reloj.- aclaré. - Qué nombre le darás al reloj. A quien votarás. - pronuncié la última palabra con duda, sintiéndola extraña en mis labios como si dudara de haberla utilizado en su contexto correcto.

Volví mi mirada hacia él y afilé mi sonrisa - ¿Me prefieres a la muerte? - chasqueé la lengua con fastidio - Qué alago...

- Ya que somos tan amigos. - satirice acercándome a él y haciendo caminar mis dedos sobre su torso - ¿Me harías un favor? - puntualicé cada palabra con un paso de mis dedos, y solo por aquella petición que trascendería mi dominio me reprimí de hacer crecer mis púas contra su piel - Si llegas a la noche y no despiertas entre nosotros... ¿olvidarías a Paul? aunque le acuses, sin cortar los hilos de Vanya, tu palabra caería en saco roto. - reí por debajo de la nariz, feliz con la deshonra de su palabra, aunque no la hice más sonora fastidiada con los inconvenientes que ello traía - Ojea a ese francés, no me agradan las miradas que se cruza con Nu-Taur-Dunath. 

Le sonreí de medio lado identificando que ahora empezaba el verdadero favor - Si es un traidor, y si no estás entre nosotros, pídele a Zaira que comunique a alguien que ya sabrá quien es que has encontrado a Elória. -me divertí recordándole su pérdida- De no serlo, pídele que comunique tu encuentro con otro nombre - hice un aspaviento con mi mano pidiéndole imaginación. -Si no ves nada, simplemente cállate.

Aparté mi mirada de él para observar la Bruma que se encontraba a escasos pasos de nosotros. - Parece que se acercan tus créditos finales. 

La hora de su muerte estaba cada vez más cercana, el efecto del veneno era mucho más profundo en aquel sitio que en el mundo donde sus carcasas humanas caminaban. Sentía como aquel mal se extendía sin control por cada poro de su piel, marchitando lo que encontraba a su paso, pero no debía seguir mostrándose tan débil frente a Lassa... con suerte no duraría mucho más... bastante agonia era ya la suya.

- ¿Nombre? mi voto ha sido para Vanya... Si muero no podré ver a nadie... pero trataré de mirar a quien me has pedido- la piel de Míriel se contrajo ante el contacto de Lassa, no podía evitar estremecerse ligeramente ante aquella caricia consciente de su letalidad- No entiendo tu juego... ni por qué tengo que mencionar a Elória- comentó extrañado incapaz de seguirla- ah... quieres seguir haciéndome daño...- concluyó sumamente cansado.

Parece que se acercan tus créditos finales.

- Si...- dijo mirando hacia la bruma con la mirada perdida, al menos podría descansar de Lassa-lastima que ya no puedas seguir jugando conmigo... - ironizó con un esbozo de sonrisa

Sonreí de medio lado, entristecida por lo fácil que sería su paso al otro lado pero satisfecha con el regodeo que me llevaba, Míriel había muerto, dos veces. Y con aquellos recuerdos podría dopar mi dolor por un largo tiempo, tendría una buena historia que contar a mis cachorros al acostarlos, en cualquier mundo o vida.

Observé mi bruma desvaneciendo la ciudad gemela, ahora reducida a la torre del reloj, a Míriel y a mi. Le dediqué una sonrisa amarga y triunfal al asesino e hice desaparecer aquel final incierto, para dejarle morir en un mundo cuyo único foco estaba sobre él. Sobre su último aliento.

-Pudrete en el olvido.- me despedí dejando demasiadas preguntas en el tintel.

Tras la caída del atardecer la figura de Míriel se tensó de repente, presa de un dolor sin igual. Sus dientes se apretaron y sus ojos se abrieron totalmente inyectados en sangre. Un instante después, al otro lado, Roger caía fulminado.

Sólo entonces la figura de Míriel comenzó a desaparecer. Los grilletes que le habían encadenado se descomponían ahora poco a poco, como convirtiéndose en ceniza, y al llegar al punto de unión con la piel de Lassa el dolor que ella sintió fue atroz, como cien agujas atravesando su carne.

Un instante después él ya no estaba allí. Lassa se encontraba sola. Sola y dolorida.