Los ojos de Allegra devolvieron la mirada al hombre de gafas oscuras cuando pasó cerca de ella. Y cuando él terminó de hablar, empezó ella, con voz serena.
- Si metes una flor debajo de una cúpula de cristal, terminará por ahogarse. Tal vez son los mismos que afirman proteger Fäe de nosotros los que la han asfixiado al mantenernos lejos de allí. Antes de que una gota de sangre de Fata toque el suelo al menos nos merecemos todas las respuestas. ¿Vamos a matarnos sin saber siquiera quién es Ella? ¿Por qué se oculta tras una fachada humana?
Miró a Anya y asintió. - ¿Cómo vamos a confiar en alguien que nos exige que matemos a nuestros hermanos y ni siquiera nos muestra su rostro?
Después su mirada volvió hacia la mujer encapuchada. Todavía estaba esperando algunas respuestas por su parte.
Las voces de los demás concordaban en gran medida con mi punto de vista, sin embargo me resultaba muy difícil encontrar la energía para expresarlo en voz alta. En mi mente solo podía recordar el mundo que tanta felicidad me había dado, el que tanto había echado en falta aun sin recordarlo y al que deseaba regresar con toda mi alma. A pesar de todo eso no me veía capaz de matar a ninguno de los presentes. Además de ser hermanos Fäe, éramos también compañeros de penurias. Seguro que muchos de nosotros habíamos sufrido el desprecio de los humanos por nuestras rarezas, que ahora se tornaban normales. Al igual que yo algunos habrían sido tomados por locos y habrían sufrido la soledad, por causa de algunos que consideraron que debíamos ser desterrados. Ahora, esos mismos que se habían olvidado de nosotros, nos pedían ayuda para salvarles y, para hacerlo, debíamos alimentar el mal con sangre. Me negaba a demostrar que no llevábamos al Guerra en el interior matando a otros.
-Mis compañeros opinan como yo, pero no me quiero limitar a unirme a sus opiniones, quiero dejar claro mi punto de vista para que no quede duda alguna. Nos piden que nos matemos para poder volver, aseguran que llevamos la Guerra dentro pero, en vez de intentar aplacarlo, nos piden que fomentemos la violencia. Eso, además de ser una contradicción de lo más absurda, no nos asegura que funcione. ¿No sería más razonable pensar que aquellos que vivieron rodeados del mal sean los que están provocando tal destrucción? Nosotros hemos vivido entre los humanos durante 15 años, lejos de la ponzoñosa influencia del mal, con más o menos problemas, pero sin violencia evidente. Sin embargo, aseguráis sin pruebas que somos nosotros los que provocamos el fin.
Quiero volver a Fäe más que nada en este mundo, pero me niego a alimentar el mal con un mal mayor cuando no estáis seguros de que funcionará. Por mi parte, mientras no me demostréis con pruebas que alguno de los presentes lleva la Guerra en su interior y que están provocando el fin de Fäe, no levantaré la mano contra nadie.
Al escuchar las nuevas palabras por parte tanto de aquella extraña mujer como del demonio o criatura sacada de un macabro cuento, se quedó en silencio, intentando asimilarlas, o buscarles sentido. Sinceramente nada hasta ahora lo tenía, y cada vez menos se veía engullida en una espiral de despropósitos, cada cual más absurdo que el anterior. Pero aquel último la superaba.
¿Por qué? - Preguntó al fin. - ¿Por qué? - Repitió de nuevo. - Estoy de acuerdo con la mayoría, primero nos llamáis, nos hacéis recordar una vida que pasada provocando así que la actual carezca de sentido, y ahora nos decís que tenemos que matarnos. No lo comprendo. - Comentó esto ultimo con visible frustración.
Eso sin olvidar el hecho que anteriormente habíamos sido expulsados del que fue nuestro hogar. - Y ahora demostró estar...¿dolida? Podría serlo, pero en cualquier caso no le causó mucha gracia conocer aquella supuesta verdad.
¿No sería mejor unirnos para acabar con la amenaza de Faë? El poder unos pocos no se puede comparar al de todos. No veo la necesidad de derramar sangre entre nosotros, independientemente de nuestras remarcables diferencias, nunca habrá un individuo igual a otro. - Comentó meditativa, como si estuviese buscando respuestas en algún punto, quizás dentro de ella misma, quizás en las palabras de los demás.
Después guardó silencio, esperando escuchar más opiniones, sin embargo, la idea grupal había sido puesta en escena.
La mujer escuchó las palabras de todos y cada uno, y esta vez sí pareció prestar verdadera atención, como si vuestros argumentos comenzasen a llamarle la atención. Amazarac, mientras tanto, sólo pasaba su mirada de unos a otros, mostrando más satisfacción cuanto mayor era la indignación del que hablaba.
[color=#000066]- Nadie desea un baño de sangre. - [/color]Dijo entonces Ella antes tomar aire lentamente, como meditando sus siguientes palabras. [color=#000066]- Vuestra tozudez me ha malinterpretado. - [/color]Sentenció, declarándoos como únicos culpables de la supuesta falta de comunicación.
[color=#000066]- No sabemos quién os ha desterrado. No fue la Reina, ni tampoco nadie de quien tengamos noticias. Tampoco conocemos sus motivos. - [/color]Empezó a explicar.[color=#000066] - Y sin embargo aquí estáis, totalmente perdidos. - [/color]Dijo, antes de dirigir su voz a Paul.
[color=#000066]- Quince años han pasado en Fäe. En el mundo de los soñadores han sido más de siete siglos. - [/color]Enunció antes de hacer una pausa, en la que rápidamente intervino Amazarac.
[color=#000000]-[/color][color=#050000] [/color][color=#0B0000]O[/color][color=#100000]h[/color][color=#160000],[/color][color=#1B0000] [/color][color=#210000]y[/color][color=#260000]o[/color][color=#2C0000] [/color][color=#310000]o[/color][color=#370000]s[/color][color=#3C0000] [/color][color=#420000]h[/color][color=#480000]a[/color][color=#4D0000]b[/color][color=#530000]r[/color][color=#580000]í[/color][color=#5E0000]a[/color][color=#630000] [/color][color=#690000]m[/color][color=#6E0000]a[/color][color=#740000]t[/color][color=#790000]a[/color][color=#7F0000]d[/color][color=#850000]o[/color][color=#8A0000] [/color][color=#900000]a[/color][color=#950000] [/color][color=#9B0000]t[/color][color=#A00000]o[/color][color=#A60000]d[/color][color=#AB0000]o[/color][color=#B10000]s[/color][color=#B60000] [/color][color=#BC0000]e[/color][color=#C20000]n[/color][color=#C70000]c[/color][color=#CD0000]a[/color][color=#D20000]n[/color][color=#D80000]t[/color][color=#DD0000]a[/color][color=#E30000]d[/color][color=#E80000]o[/color][color=#EE0000].[/color][color=#F30000] [/color][color=#FF0000]-[/color] Aclaró el Fata. Su tono era claro y directo y dejaba entrever un ápice de desprecio. Sí, era evidente que se había planteado esa opción. [color=#FF0000] [/color][color=#FB0000]-[/color][color=#F70000] [/color][color=#F30000]L[/color][color=#F00000]i[/color][color=#EC0000]b[/color][color=#E80000]e[/color][color=#E40000]r[/color][color=#E10000]a[/color][color=#DD0000]r[/color][color=#D90000]o[/color][color=#D50000]s[/color][color=#D20000] [/color][color=#CE0000]d[/color][color=#CA0000]e[/color][color=#C60000] [/color][color=#C30000]v[/color][color=#BF0000]u[/color][color=#BB0000]e[/color][color=#B70000]s[/color][color=#B40000]t[/color][color=#B00000]r[/color][color=#AC0000]o[/color][color=#A80000] [/color][color=#A50000]s[/color][color=#A10000]u[/color][color=#9D0000]f[/color][color=#990000]r[/color][color=#960000]i[/color][color=#920000]m[/color][color=#8E0000]i[/color][color=#8A0000]e[/color][color=#870000]n[/color][color=#830000]t[/color][color=#7F0000]o[/color][color=#7B0000] [/color][color=#780000]y[/color][color=#740000] [/color][color=#700000]t[/color][color=#6C0000]o[/color][color=#690000]d[/color][color=#650000]a[/color][color=#610000]s[/color][color=#5D0000] [/color][color=#5A0000]e[/color][color=#560000]s[/color][color=#520000]a[/color][color=#4E0000]s[/color][color=#4B0000] [/color][color=#470000]m[/color][color=#430000]i[/color][color=#3F0000]e[/color][color=#3C0000]r[/color][color=#380000]d[/color][color=#340000]a[/color][color=#300000]s[/color][color=#2D0000],[/color][color=#290000] [/color][color=#250000]y[/color][color=#210000]a[/color][color=#1E0000] [/color][color=#1A0000]s[/color][color=#160000]a[/color][color=#120000]b[/color][color=#0F0000]é[/color][color=#0B0000]i[/color][color=#070000]s[/color][color=#000000].[/color][color=#000000] [/color][color=#080000]N[/color][color=#100000]a[/color][color=#180000]d[/color][color=#200000]a[/color][color=#290000] [/color][color=#310000]s[/color][color=#390000]á[/color][color=#410000]d[/color][color=#4A0000]i[/color][color=#520000]c[/color][color=#5A0000]o[/color][color=#620000],[/color][color=#6A0000] [/color][color=#730000]n[/color][color=#7B0000]i[/color][color=#830000] [/color][color=#8B0000]m[/color][color=#940000]u[/color][color=#9C0000]c[/color][color=#A40000]h[/color][color=#AC0000]o[/color][color=#B40000] [/color][color=#BD0000]m[/color][color=#C50000]e[/color][color=#CD0000]n[/color][color=#D50000]o[/color][color=#DE0000]s[/color][color=#E60000].[/color][color=#EE0000] [/color][color=#FF0000]-[/color] Dijo luego con ironía, dejando su posición en el borde del puente para empezar a caminar entre vosotros.
La mujer no tardó más que un instante en retomar su exposición en cuanto el Fata dejó de hablar. Lo hizo manteniendo aún el sosiego en su voz. Ni vuestro enfado ni el grito de Hundo Freneza habían logrado turbarla.
[color=#000066]- La Reina está indispuesta desde hace tiempo. -[/color] Dijo, sin dar a esa información más importancia que a cualquier otra. [color=#000066]- El Consejo es quien ha aprobado esto. Con la Princesa Celebia y sus enemigos entre vosotros, nadie cree que de verdad podáis volver de manera pacífica. - [/color]Expuso antes de estirar con languidez un brazo para señalar a Amazarac. No dedicó más palabras a qué era ese Consejo o qué poder tenían. Parecía considerar que la información que recibíais a cuentagotas debía ser más que suficiente. [color=#000066]- La opción de mataros a todos que proponéis podría ser viable. Si es lo que deseáis, decídnoslo y ahorraremos tiempo y problemas. Pero no es lo que desearíamos. - [/color]Aseguró. Su compañero, mientras tanto, le dedicaría una mirada con un mensaje claro: Habla por ti.
[color=#000066]- El precio - [/color]Dijo, citando a Allegra. [color=#000066]- no es derramar sangre: El precio es dejar de hacerlo. - [/color]Luego ladeó un poco la cabeza, dirigiéndose directamente a Kammy. [color=#000066]- No me preguntes cómo sabréis quiénes traen la Guerra consigo. - [/color]Ordenó con la misma voz suave y de cadencia constante. Sin embargo algo en sus palabras pareció helar el propio aire, como si lo que la chica hubiera dicho le hubiera disgustado. [color=#000066]- Todos la traéis con vosotros. Ninguno tiene las manos limpias. Vuestro aliento es ácido, y vuestra sangre ponzoña. - [/color]Enumeró. [color=#000066]- No me importa de qué bando fuerais, o de qué bando seáis ahora. Si venís en paz, seréis bienvenidos. Pero eso es algo que nadie podría creer.[/color]
[color=#000066]- Yo no espero que os aniquiléis. - [/color]Dijo luego a Andy. Sin embargo no tardó en alzar una mano, dispuesta a corregirse. [color=#000066]- Perdón. Lo espero, pero no es lo que escogería. Las estrellas y el aire indican que es lo que haréis, pero nada me gustaría más que el hecho de que desafiaseis al destino y os mantuvierais en paz. No temer a la muerte está bien. Es sano. - [/color]Aprobó formando una pequeña sonrisa, demostrando que la paradoja de sus propias palabras le hacía al menos una pizca de gracia.
Dicho eso la mujer aguardó unos segundos más antes de extender sus piernas y bajar de la pila de libros. A su espalda esa pequeña torre empezaría a descomponerse entonces. Ante vuestros ojos cada hoja se hacía ceniza, era llevada por el aire en dirección opuesta adonde os encontrabais. Comenzó a caminar despacio, sin llegar a acercarse a donde os encontrabais, y cuando se detuvo lo hizo encarando directamente a Shawn. Sin embargo no llegó a decirle nada.
Los pasos de Amazarac, mientras tanto, habían ido guiándole entre vosotros. Por lo bajo seguía tarareando esa melodía que sólo un rato atrás era desconocida, pero que ahora era fácil identificar como una de las que más sonaban en Palacio. Un Fata la había compuesto burlándose del Rey antes de su desaparición, y había sido tan original en sus versos que el propio monarca había detenido el castigo que la Reina quería darle.
En determinado momento sus pasos se detuvieron, y lo hicieron justo al lado de Ivanna. Pudisteis sentir cómo Amazarac inspiraba entonces por la nariz varias veces, como disfrutando de un aroma presente.
[color=#FF0000]-[/color][color=#F90000] [/color][color=#F40000]T[/color][color=#EF0000]ú[/color][color=#EA0000] [/color][color=#E40000]m[/color][color=#DF0000]e[/color][color=#DA0000] [/color][color=#D50000]g[/color][color=#D00000]u[/color][color=#CA0000]s[/color][color=#C50000]t[/color][color=#C00000]a[/color][color=#BB0000]s[/color][color=#B60000].[/color][color=#B00000] [/color][color=#AB0000]-[/color][color=#A60000] [/color] Elogió en un tono que sonaba totalmente lascivo. [color=#A10000] [/color][color=#9C0000]-[/color][color=#960000] [/color][color=#910000]T[/color][color=#8C0000]e[/color][color=#870000] [/color][color=#820000]d[/color][color=#7C0000]e[/color][color=#770000]j[/color][color=#720000]a[/color][color=#6D0000]r[/color][color=#680000]í[/color][color=#620000]a[/color][color=#5D0000] [/color][color=#580000]p[/color][color=#530000]a[/color][color=#4E0000]r[/color][color=#480000]a[/color][color=#430000] [/color][color=#3E0000]e[/color][color=#390000]l[/color][color=#340000] [/color][color=#2E0000]f[/color][color=#290000]i[/color][color=#240000]n[/color][color=#1F0000]a[/color][color=#1A0000]l[/color][color=#140000].[/color][color=#0F0000] [/color][color=#0A0000]-[/color][color=#000000] [/color] Completó después. Estaba claro que mientras la mujer hablaba él seguía pensando en otras cosas muy diferentes. La excitación parecía empezar a guiar sus gestos, aunque era difícil decir si era por la idea de la sangre y muerte que parecía flotar en el ambiente o por algo más, algo más relacionado con la chica a la que ahora parecía a punto de empezar a acariciar.
[color=#000066]- Esto es lo que haremos. - [/color]Continuó la mujer, como si ni siquiera viera lo que Amazarac estaba viendo. La forma que había tenido de bajarse de la pila de libros, su postura, sus gestos... Todo parecía indicar que en realidad toda esta conversación había estado dirigida a este momento desde el principio, y que poco importaba lo que hubierais dicho. Que ahora era cuando venía la verdadera oferta.
[color=#000066]- Os dejaremos aquí. - [/color]Afirmó. Hablaba como si estuviera explicando las reglas de un juego a alguien que ya debería conocerlas.[color=#000066] - Podéis tomar lo que queráis de la ciudad, está totalmente vacía. Pero no podréis marcharos. - [/color]Aseguró. [color=#000066]- Pasad esta noche en este lugar. Pasad el día de mañana entero. Y si de verdad no traéis la Guerra con vosotros, si os mantenéis en paz, os llevaré a Fäe.[/color]
[color=#000066]- O quedaos. Luchad entre vosotros. Saldad vuestras cuentas. Tomad lo que siempre habéis querido. - [/color]Dijo con la misma entonación que antes, como si las dos opciones no sólo fueran igual de válidas, sino que tampoco le importase cual escogierais. [color=#000066]- Cuando os hayáis cansado y decidáis dejar de luchar, cuando lleguéis a un acuerdo o bien cuando sólo queden los de un bando, llevaremos a los que queden. -[/color] Sentenció. Y estaba claro que esa era su última palabra al respecto.
Aubin, todavía a un lado del grupo, quizá distante… con su codo apoyado y cara de extrañeza, digería el motivo de La llamada… un mar de contradicciones para una causa tan perdida como segura de si misma, hablando de si mismo. Pero tras los recuerdos concedidos, algo que no tardó en comprender como un pasado que debía afrontar en un futuro presente, y del que no renegaría… hacen que no preste mucha atención a las distintas reacciones, quizá lógicas, quizá no, de aquellos que le acompañaban, o a los que sin mas, acompañaba el.
No puede evitar negar con la cabeza, como tantos otros, pero sonriendo con lo que llega a escuchar, muy del Aubin que creía ser hasta entonces. No es que la acogida fuese muy tentadora, mágica y tan atrayente como el inefable canto de sirena que los había arrastrado hasta el chasquido, hasta aquella encapuchada con aires de grandeza... faltaba información, demasiadas lagunas. Pero aun así… y muy a pesar de los sentimientos encontrados, notaba la necesidad de regresar a Fäe, sin deliberación alguna… su terreno, allí donde debía y quería estar.
Por un momento, el hábito de sacarse un cigarro se pone en marcha, pero dicho cigarro se termina deshaciendo... las hebras caen manipuladas entre sus dedos cuando el desganado tono de voz de aquel misterioso tipo con gafas de sol (Lyman), toma la palabra y muchos parecen atender. Aubin avanza a brazo cruzado, para entender lo que decía, y ademas, compartir su opinión. Estaría bien añadir algo, pero se limita a manifestar su total acuerdo asintiendo en silencio, mas valioso que la negación a la que algunos se aferraban.
Momentos después, llegan algunas respuestas y condiciones, una tregua de clases. La voz y palabras de Amazarac, simplemente le molestaban.
Las palabras de Lyman y de Allegra le resultan reales, creíbles, y no puede más que cruzar los brazos y asentir con la mirada perdida en la distancia. - Fäe lo es todo, y nosotros, no somos nada. Aún. - Matiza ante la última frase de Lyman. - No debemos tener miedo de ser la sangre que mueva la rueda... Mientras esté quieta, nuestro hogar, nuestra verdadera tierra, estará sentenciada. - Dice pausado y con el pulso firme.
Luego escucha a la mujer encapuchada y a Amazarac. El fanfarrón de Amazarac. Menudo estúpido. Piensa con amargura por culpa de esa figura que parecía estar ahí solo para retarles, para echarles un pulso. - Pero no lo has hecho. - No puede evitar espetarle cuando Amazarac dice esa bravuconada. Ya no eran simples humanos, ahora habían recobrado esa memoria como Fatas, y tienen la perspectiva ampliada de todo, aunque no tengan las respuestas. No se iba a dejar amedrentar por ese ser.
Ella habla de un modo que Seth encuentra más lógico y entendible, con los objetivos claros y sin tonterías. Se calla y simplemente prefiere que pase el tiempo, que llegue el momento de hacer algo, pues no existe otra opción que hacer lo mejor por Fäe.
Ivanna sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral al notar la proximidad de Amazarac. Su parte humana e impresionable hizo que en un primer momento retrocediese un paso, pero ahora que recordaba quién era, algo la impulsaba a responder. Algo que no podía callarse, y que la elevaba a un estado exaltado, muy diferente al pesar que la había invadido momentos atrás.
Desistió en su intento de evasión, y le dedicó su mejor sonrisa de caninos afilados a aquel ser horrendo, volviendo a su posición inicial, e incluso avanzando, posando una mano en su torso con lo que se podría calificar de coquetería- Eres un maldito sádico de mierda- dijo, con un tono casi alegre- Sólo por eso, te follaría.-añadió, simple y llanamente, con total honestidad, y una expresión indescriptible y maliciosa en el rostro.
Acto seguido, ignoró al Fata, para prestar atención a las respuestas de la mujer- Pues bien, el resumen es que nos busquemos la vida, que ya vosotros apareceréis cuando acabe toda esta mierda. Perfecto.-resopló, frustrada, y miró a los demás- Me temo que nuestros días de paz mundial y amor han terminado. Bienvenidos a la realidad. Fäe nos quiere dar por culo, amigos. Y no nos queda vaselina.
- Entonces, ¿existe la posibilidad de que no tengamos que matarnos entre nosotros? - dijo, esperanzado, abriéndose paso entre los demás con suavidad y delicadeza, hasta llegar ante ella - Tú lo has dicho, de tus labios ha salido: si no traemos la guerra, si no somos violencia pura... podremos volver a casa. Los que quieran... los que queramos, podremos volver.
Se giró hacia el resto, mirándolos a los ojos. El Samuel tímido y huidizo había desaparecido, y el Fata que ahora habia despertado tiraba de los hilos de su cáscara de piel.
- Da igual qué bando elegimos, o qué morada habitáramos. No importa su vivíamos en Palacio, disfrutábamos del Bosque, vigilábamos la Linde o nos escondíamos en Las Ruínas. Ahora debemos estar unidos.
Anastasia seguía hundida en "su" remolino de tristeza, dolor, rabia, furia y esperanza que intentaba, sin éxito alguno, rellenar aquel vacío que la consumía desde dentro. Una de sus manos relajó la fuerza con que se oprimía el hombro contrario y empezó a acariciarse como si su cuerpo buscara el consuelo de su verdadera escénica.
Llegaron a sus oídos las palabras aterciopeladas de esa mujer, de todos sus compañeros y de Amazarac, aunque solo prestó especial atención a una de esas voces.
Una sonrisa perversa se apoderó de su rostro encerrado en la privacidad de una cortina de cabellos morados los cuales expulsó de su campo de visión al desdoblar su espalda y ponerse en pie de nuevo para volver a adentrarse en el grupo.
Se paró junto a Allegra Blue, guiada por unos pies humanos que no parecían tener otra preocupación que aferrarse a su ídolo musical. Y, sin embargo, su mirada estaba puesta en Ivanna, sin crítica, sino más bien análisis.
Kammy miró a la mujer mientras le hablaba y no pudo evitar pasar de las lágrimas a unos resoplidos que denotaban su enojo. Sus ojos, violetas hasta el momento, fueron tomando mayor brillo, dejando el azul para pasar al rojo puro, rojo sangre, rojo encendido. Centró su mirada en Ella y escuchó al hombre de los lentes. ¿Acaso la compasión no estaba en su naturaleza?
- ¡No somos marionetas! ¡Somos hijos pródigos buscando regresar a nuestro hogar! ¡¿Esta es su respuesta?! ¡¿Por qué no matarnos siendo humanos si Fäe no se encuentra en buenas condiciones?! - el aire a su alrededor se hizo más denso y comenzó a calentarse.
Los recuerdos de fata comenzaron a agolparse por encima de los humanos y el carácter apasible de la chica era reemplazado por una mirada fiera y desafiante, aunque segundos después, el aire se enfrió y sus ojos quedaron en una tonalidad naranja. Aún se le veía descompuesta, pero no por eso, gritaría más.
La ira de muchos alrededor de ella se le había contagiado y eso había descontrolado su reacción. Por esto, respiró profundo y trató de conservar la calma.
- Que así sea entonces. Yo no he venido a matar a mis hermanos - se alejó del grupo y buscó un lugar en el puente donde sentarse. Seguía enojada pero regresaba de a poco a su apariencia calmada y pacífica habitual.
Mathias se había mantenido en silencio, con las manos en los bolsillos de su abrigo, aburrido, contemplando el puente, la ciudad que extrañamente se parecía a una que recordaba no sabía cual, pero si recordaba que cerca de la torre del reloj se había cepillado a alguna a la tenue luz de la luna y mirando al rio...todo muy romantico.
Escuchó la conversación cabreado, el ni siquiera quería estar allí...perdiendo su tiempo, pudiendo estar trabajando, y desplegando sus dotes sociales, ganando dinero loco seduciendo a cualquiera que se pusiera a tiro y estuviera de buen ver.
una cosa estaba clara...no podían volver...pensó en lo de matar...si se muriesen el resto de hombres eso lo dejaba solo con un montón de mujeres hermosas...pero en contra partida no podre huir de ellas si me pillan jugando con otras...
-Bueno...-comenzó a decir pasando de Amarac y la rostro pálido-que mejor forma de celebrar que a acabado la guerra y que volvemos a estar encerrados en Fae que ¿haciendo una fiesta?-un poco de bebida, mucha comida y el buen rollo estaba asegurado.
El chico guapo miró al resto, y se posó en la "Azul" la bebida corría de su parte, y con su ayuda podría animar la cosa, lo mismo hasta canta ritmo latino con tono Francés...y entre tantas mujeres digo yo que alguna tendrá que ser buena cocinando
-Chicos, podríais...-¿pegaros un tiro en la cabeza....ahogaros...daros por culo unos a otros?-poner la mesa...y hacer algo de probecho y las chicas...preparar la comida pero ¡ojo!-alzó las manos a la defensiva-no es machismo, simplemente doy por echo que sois (mujeres) probablemente mejor cocineras si hay alguien que trabaje en un restaurante de cocinero que se anime..-se quedó pensativo por un instante-¡Oh si! y ¿nada de preparar comida envenenada eh?-tenía el presentimiento que el iba a tener que prepararse su propia comida por precaución.
Amazarac recibió la respuesta de Ivanna ampliando su sonrisa y clavando aún más su mirada en ella. Mientras tanto no se cortó en disimular cómo una de sus manos iba hacia su propia entrepierna para sujetarla con firmeza.
[color=#000000]-[/color][color=#0A0000] [/color][color=#150000]J[/color][color=#1F0000]e[/color][color=#2A0000].[/color][color=#350000].[/color][color=#3F0000].[/color][color=#4A0000] [/color][color=#550000]-[/color][color=#5F0000] Empezó a decir antes de pasar su lengua por todo el contorno de su boca. [/color][color=#6A0000]-[/color][color=#740000] [/color][color=#7F0000]T[/color][color=#8A0000]e[/color][color=#940000] [/color][color=#9F0000]q[/color][color=#AA0000]u[/color][color=#B40000]i[/color][color=#BF0000]e[/color][color=#C90000]r[/color][color=#D40000]o[/color][color=#DF0000].[/color][color=#E90000] [/color][color=#FF0000]-[/color] Enunció mientras empezaba a acariciarse lentamente. Las demás palabras de la chica pasaron totalmente desapercibidas para él, que las ignoró totalmente. Sin embargo, cuando Samuel se lanzó a hablar hizo un gesto con la mano libre en su dirección, como pidiéndole que se callase.
La mujer no reaccionó de manera alguna a lo que aquel Fata estaba haciendo. En lugar de eso siguió escuchando lo que vosotros teníais que decir. Su piel pálida se tensó de nuevo en una pequeña sonrisa al escuchar la respuesta de Seth. No habíais llegado a verle la cara en ningún momento, pero sin duda las palabras del inglés le habían hecho sentir satisfecha.
[color=#000066] - Fäe no os quiere dar por culo. - [/color]Corrigió entonces a Ivanna, sin que su tono cambiase lo más mínimo por lo que Amazarac estaba haciendo a sólo un paso de la chica. [color=#000066] - Comprendo vuestra postura y vuestra irritación. - [/color] Continuó. [color=#000066] - Pero hay mucho en juego como para respetar vuestros deseos infantiles. - [/color] - Afirmó antes de dirigirse a Samuel. Cuando lo hizo habló más lentamente, como asegurándose de que el chico comprendiese todas y cada una de sus palabras.
[color=#000066] - Así es. - [/color]Afirmó con seguridad.[color=#000066] - Si mañana a esta hora ninguno de vosotros ha intentado matar a otro, cenaréis en lo que queda de Palacio. - [/color]Prometió. [color=#000066] - Aunque creo que tendréis suerte si al despertar no estáis todos muertos. - [/color]Sentenció al final. Y acto seguido hizo un movimiento, como anticipándose a Kammy. Como si antes de que ella hablase ya supiera que iba a hacerlo.
[color=#000066] - Niña, guarda tu ira. - [/color]Le dijo. [color=#000066] - La necesitarás para sobrevivir. - [/color] Aseguró, y sólo entonces se dio la vuelta.
Esa fue la primera vez que visteis su espalda. La capa roja que llevaba caía hasta el suelo, y al caminar un par de dedos de tela se arrastraban por el puente. Sin embargo no parecía ensuciarse lo más mínimo: no había con qué. A pesar de la negrura de la ciudad, todo era limpio y concreto. Inmutable.
En cuanto la mujer empezó a caminar dándoos la espalda todos pudisteis ver cómo su cuerpo empezaba a descomponerse. Igual que había sucedido con la pila de libros unos minutos antes, la ceniza comenzó a desprenderse de su capa y de su piel. Al mismo tiempo el propio Amazarac iba desapareciendo también. Su último regalo: unos densos jadeos de puro éxtasis que penetrarían en vuestros oídos y se quedarían grabados en vuestra mente.
Y luego os quedasteis a solas. Los veinticinco. Los que habíais seguido la llamada y al fin habíais descubierto lo que erais.
Ante vosotros, tal y como ella había anunciado, toda una ciudad. No tardaríais en descubrir que ninguna puerta estaba cerrada con llave, y que de acudir a alguna vivienda encontraríais camas destartaladas y electrodomésticos estropeados. Además, en todos los lugares donde debía haber comida sólo podíais encontrar polvo. Aunque en realidad sabíais que ahora que estabais aquí ni siquiera necesitabais comer.
La noche no tardó en caer y, con ella, una oscuridad antinatural. Una negrura que no dejaba ver ni siquiera lo que uno tenía a más de dos metros. Fue entonces cuando el tiempo se hizo más lento que nunca. Cuando pudisteis notar la sangre en vuestros cuellos, vuestro pulso latiendo con fuerza ante la idea de que alguien pudiera atacaros. Aún queriendo quitaros esa idea de la mente las palabras de la mujer volvían una y otra vez a vuestras mentes. ¿Y si alguien decidía continuar la Guerra aquí? ¿Y si aquel era vuestro último día? ¿Y si al día siguiente estabais todos muertos?