Partida Rol por web

Desde el principio este había sido un día movido. Te habías expuesto como no lo habías hecho desde que habíais llegado a este lugar, y ahora se acercaba la noche. Sin embargo donde otros verían una condena tú también veías una oportunidad. ¿Qué harías en esta ocasión? ¿Esconderte de ellos, o salir en su busca?

No he sido como soy. Será la impaciencia de este humano, Seth, o quizás he degenerado por no recordar la Bruma tal como debiese... Puede que muera esta noche, pero volveré. Me llevaré a tantos como pueda conmigo, gritando, y seré yo el que no ría. Seré el que siempre ve. 

Voy a salir otra vez.

La noche había caído una vez más, y esta vez el frío había llenado el ambiente. Sin embargo aquello no era un motivo para quedarse quieto, no. En cuanto la oscuridad se completó empezaste a merodear por las calles, aprovechando cada recodo para permanecer oculto. No te verían. Ya te habías expuesto suficiente al hablar demasiado. No podías, además, ponérselo fácil.

Sin embargo en esta ocasión hubo algo más. Una cálida sensación te hacía sentirte bien. Seguro. Protegido. Algo te hacía pensar que pasase lo que pasase, estarías a salvo.

Las horas empezaron a pasar. Ibas de un escondite a otro, tratando de dar con cualquiera que se encontrase buceando en esa infinita negrura. Sin embargo el amanecer empezó a llegar, y aún no habías visto nada. Habían sido silenciosos, mucho más que nunca.

Aquello tenía que cambiar. Tenías que empezar a dar con los culpables por tu vida y la de los otros integrantes de la Linde. Por cada uno de ellos. Por Fäe.

Y tras aquel crudo atardecer una vez más la noche parecía imponerse al día, sembrando la semilla de la oscuridad en la ciudad. Con ella sabías que volverían a actuar, estabas seguro. Y quizá esta vez pudieras verles. Al menos, si decidías salir de tu escondite.

Pueden no quererme como líder, pueden no creer mis palabras, pueden sentirse ellos más capaces... Los suficientes, como la Bruma y yo, sabemos que no es así. No hacemos esto porque sea agradable. Lo hacemos porque otro no lo puede hacer. Por eso, esta noche, como todas las demás, voy a salir. Voy a llevar una verdad este amanecer a los Fatas ingratos.

Últimamente la suerte no parecía de tu lado. Sólo una noche habías logrado dar con alguien, y sólo había servido para desvelar tu condición a todos. Y ni siquiera así habían ido a por ti... ¿Es que no se daban cuenta de lo que eras capaz? ¿O es que no te creían peligroso?

En cualquier caso una vez más saliste a la noche, esperando dar con algo... Con alguien. Ser descubierto o no había dejado de ser una prioridad. Y aún así no podías evitar temer por tu vida. En tu bolsillo, esa moneda que siempre te acompañaba... ¿Es que te había abandonado la suerte? Todo era más fácil cuando te encontrabas delante de la Bruma. Al menos a ella la podías leer con claridad.

Las horas pasaron y no diste con nadie. Por suerte, ellos tampoco debieron verte a ti, pues lograste esconderte de manera exitosa. Sin embargo eso tenía que cambiar. Tendrías que empezar a encontrarlos. Por el ultimátum de Aubin. Por ti mismo. Por Fäe.

Con la llegada de las seis podías sentir tu corazón palpitar, tu alma vibrar de expectación. Estabas a punto de dar el cuarto paso en un camino sin destino claro - si es que lo tenía -, ¿era esto lo que la Bruma tenía para ti?

Sin embargo en el último momento algo sucedió. Tus pensamientos fueron indecisos. Quizá era un error acusar a Kammy. Quizá no, seguro. La vergüenza que sentías de sólo pensarlo te hacía permanecer dubitativo. Tanto que al final optaste por pensar en tu propio nombre. Puede que nadie lo comprendiese. Puede que ni siquiera tú lo hicieras. Pero de alguna manera sentías que era lo que debías hacer.

Llegó el momento. El Salón de los difuntos se revuelve, Elendire está al otro lado. Es hora de hacer temblar los cimientos del templo de los traidores. Puedo volver, a cambio de llevarme otra vida. Realmente, no es algo que me importe. Voy a llevarme a uno de ellos. Lo arrastraré al mismo infierno, la Bruma lo engullirá y sentirá lo que es hacer frente a la Linde. 

Voy a arrastrar a Lera, esa humana de la familia. Hay que romper esa unidad y cambiar las tornas, pues los tres juntos tienen peso, mas separados, no lo sé. No lo creo. Sé que no. 

En el mismo instante en que concentraste el regalo que el reloj te había dado en Lera, pudiste sentir su esencia entra en ti a través de aquel estanque, utilizándolo para traspasar las fronteras que separaban la vida y la muerte.

Y así, fue como aprendiste sobre ella. Aprendiste de su lealtad a Palacio. De su admiración por el Rey. Y de como tras su desaparición nada había vuelto a ser lo mismo. Aprendiste de cómo poco a poco fue perdiendo la fe, y de que la inacción de Palacion ante el ataque sufrido por el mejor amigo que ella poseía, compañero de armas en defensa de Palacio, fue la gota que colmó el vaso.

Ambos fueron a las Ruinas, donde él volvió a la vida. Y allí continuaron viviendo. Ella sin despegarse de todo de Palacio, a medio camino entre una cosa y la otra, y él con la cabeza perdida.

Fue en uno de esos viajes cuando conoció a Serindë, que había sido repudiada por todos. Incluso por ti. La habías enviado a Palacio a pedir ayuda, y había fracasado. No había excusas. Ella había abandonado la Linde, y cuando Namárie la encontró sólo pudo ofrecerle un hogar.

Juntos volvieron a encontrar la confianza y el amor. A protegerse. Serindë tenía su propia forma de dar la paz a Fäe, su propio camino, y ellos sólo podían apoyarla.

Claro que no puedes, no estás allí. O.o

Te pego algo que tienes allí, en notas, en el primer post desde que has vuelto a la vida:

Atanamir: No estás en este lugar. Como integrante de la Compañía de Titiriteros, eres observador mudo de lo que aquí sucede.