Aquello fue extraño. El día avanzaba, y el reloj con él. Continuamente oíais las campanadas de la torre, y había llegado un punto en el que, salvo las temidas seis de la tarde, una hora era igual que cualquier otra.
Sin embargo en esta ocasión, con estas campanadas, algo diferente sucedió. Eran las dos, y al sonar el último gong vuestra mente se desdobló. Pero lo hizo de una forma muy diferente a como lo había hecho otras veces.
Allí estabais, una frente a la otra. En una sala que se parecía a la que había en la torre del reloj, en el último piso. Sin embargo en esta ocasión sólo había un par de llamas: las dos que bailaban sobre el número II abrazadas. Blanco y negro se mezclaban creando una imagen bella y efímera. Había algo distinto esta vez: la habitación parecía totalmente nueva, y en ella había dos butacas y un par de camas. Y otro detalle más: no había salida.
Allí estabais... Una frente a la otra. Y había otra cosa extraña: por una vez no os veíais Fata contra Fata, sino que eran los ojos de vuestras carcasas humanas los que se miraban, entre perdidos y confusos.
Destinatarios actuales:
Al verse en ese sitio, los ojos rosados de Zaira se abrieron como platos. Miró a Kammy, sin comprender, y entonces su mirada bajó a sus manos. Eran sus manos humanas, allí no estaba como Aina, allí volvía a llevar la carcasa de Zaira, pero, no había resucitado...
La joven no entendía qué estaba ocurriendo. - ¿Qué... Qué es esto? - Murmuró, mientras su mirada recorría la estancia sin puertas. Era como una prisión.
Volvió a mirar a Kammy y anclando sus pupilas en sus ojos cambiantes. - ¿Qué significa ésto? ¿Sabes qué hacemos aquí? -
Sintió confusión, ya que se había perdido en el abrazo de Gelion, mientras guardaba un gran silencio. A pesar de eso, las campanadas le llevaron a otro lugar, un lugar que creía conocido pero con algunas diferencias.
Cuando miró su cuerpo, no vio su piel gris cubierta por hojas, ni su cabello de color rojo, sino Kammy, su carcasa humana. Tocó su cabello largo y violeta para luego tocar su rostro.
- ¿Acaso estamos vivas? - miró confundida a Zaira y negó con su cabeza cuando vio las dos llamas del reloj y dijo - ¿Tú escogiste ese número? -.
- No, creo que no estamos vivas - . Zaira negó suavemente con la cabeza y una pequeña mueca se formó en sus labios. Suspiró y clavó su mirada en los ojos cambiantes de Kammy.
- Y no, no he escogido ese número. Pero parece ser que mi decisión ha completado el reloj y todo está cambiando - . Pestañeó y dio un pequeño paseo por aquella estancia, acostumbrándose de nuevo a llevar aquella carcasa humana.
Kammy miró a Zaira confundida una vez más. Todo era demasiado extraño - ¿Tú escogiste el último número del reloj? - dijo - Supongo que, entonces, todo ha terminado y ya no volveremos a nuestro hogar - dijo con algo de tristeza.
Luego, el lugar de Aina se había destruido y la miró una vez más - ¿Cómo te encuentras con todo esto? -.