Escuchó a todos pero acabó por centrarse en el único tema que parecía interesarle por completo. Las palabras de Lyman y Anastasia no hacían más que confundir al guarda forestal, decían que las teorías hasta el momento no eran acertadas. Que no guardaban relación con la muerte de los fata, ¿pero entonces por qué habían aparecido siempre tras la muerte de estos?
—No puedo evitarlo Lyman. Me mata tener que esperar, tener que ver como ese reloj va haciendo chispitas y no saber por qué —dijo algo molesto al ciego. —En cambio si fuese alguna cuenta atrás como dice Anastasia... Si, quizá eso pudiera tener sentido en el caso de que los números hubieran seguido un orden decreciente. —Shawn estaba cada vez más enfrascado en aquel asunto, creía estar cerca del misterio pero nunca de sus teorías parecía cuadrar con exactitud.
—No ha sido el caso —continuó diciendo en dirección a Lyman y Anastasia. —Luego los números y las llamas están relacionadas con los muertos. Es la explicación más lógica y sencilla, la navaja de Ockham señores.
Aún le dolía el brazo por el efecto del frio. Aquello se había acumulado con los golpes de la tierra movida por Alana y el zarpazo de aquel felino. Todo aquello le daba un aspecto más deplorable si cabía a aquella funda con patas, que comenzaba a parecerse más a un sin techo que a un rockero. Pareció sorprenderse al ver que reañmente Roger perdía la vida de aquella manera. Miró un instante a Alana. Un poder como ese en una mente poco instruida resultaba muy...peligroso. Pareció aliviado de no ser él el poseedor de dicho talento. Bien poco pareció importarle las divagaciones sobre aquel reloj. -Que le den por culo al reloj Shawn- Le dijo al fata, sin tono de reproche alguno. -Lo que importa es que nos estamos matando entre nosotros a ciegas. Prefiero saber quienes son los portadores de la guerra a saber lo que significan las luces esas de los cojones.- Negó con cierto pesar. Parecía estar más sobrio que de costumbre. -Empiezo a creer que quizás nos equivocamos con Anya... no sé. -
Como habían sido testigos con la muerte de Jane, incluso la paciencia de Lyman tenía un límite, y ese límite es en todos nosotros muy cercano cuando nos sentimos cansados.
Escuchó de nuevo como la mujer empática lo provocaba y finalmente consiguió que se girase a ella, algo molesto: -¿Eso crees? He hablado muy claro ¿y solo sacas eso de mis palabras?- Frenó sus pasos y miró hacia su dirección. -¿Y por qué muchos de los que preguntaban por él, e incluso fueron a la torre, han dejado de preguntar?- Replicó con suspicacia.
-Repasadlo un poco en vuestra cabeza. Muchos de los que gastaban su tiempo intentando averiguarlo ni siquiera han respondido a Shawn. Ni antes ni ahora. Todos lo hemos oído, y ya nadie ha aportado su opinión. ¿Por qué? Piénsalo.- Cerró sus labios como dándole el margen a hacer lo que pedía. -Y luego piensa en quién ha sido el único en dignarse a deciros por lo menos esto. No me costaba nada callármelo.
Se irguió con toda su estatura que no era mucha mostrando su irritación. -Y por cierto. Sigo sin saber que te he hecho. Si vas a seguir culpando de cosas será mejor que hables. Si quieres lo hablamos mañana que la oscuridad se ve que no te gusta. Y no me apetece más por hoy vuestra compañía salvo la de ella. Pero, o dejas esas insinuaciones veladas, o hablas claro.- Si iban a culparlo de algo, al menos merecía saber de qué.
-Por lo demás… de acuerdo, compartiré algunas ideas, también hubo un tiempo que pensaba que el reloj respondía a las muertes e informaba de su naturaleza. Pensaba que Paul era el único que tenía la llave de ello, que era su vehículo para hacer lo que hacía. Y lo creí con más fuerza, cuando el reloj dejó de mostrarse, de comunicarse, mientras él estuvo muerto, y volvió a encenderse cuando volvió a andar entre los vivos. Me pareció mucha casualidad, demasiada, sí. Pero solo fue eso. ¿No es así?- Preguntó a todos, en especial interés a aquellos que dejaban pesar su silencio. -Me di cuenta que él, menos que nadie, sabía cómo funcionaba. Pensé que podía estar haciéndose el despistado, pero no. No guarda relación con él.
Paró y dejó que el silencio hablase por él.
-¿Cuánto rato llevan muertos estos dos? Y nada. ¿Dónde fueron sus llamas? ¿Veis? No tiene nada que ver lo uno con lo otro.
Les había dicho a muy buena fe no gastar energías en ello mientras aún les amenazaban acertijos más peligrosos. Al conseguir solo que lo mirasen como el autor en vez del mensajero les invitó a seguir por aquél sendero. -¿Quieres teorías para decirme que no puede ser tan sencillo? ¿Alguien más las quiere? Seguro que me equivoco tres pueblos y podréis señalarme después ¿Cierto? La gente le encanta llevar la contraria. Probemos con eso. A ver, la teoría de “la cuenta atrás”. Un reloj tiene doce números pero el día lleva veinticuatro horas. Doce y doce. Quizás doce sean llamas blancas y doce sean llamas negras, día y noche sea la forma de marcar del XIII al XXIV que tiene el reloj. Cada hora una elección equivocada. Quizás cuando se llenen todos los círculos de llamas opuestas y danzarinas se nos haya terminado el tiempo de resolver nuestras diferencia.
Aceptó con delicadeza la mano de Lera dispuesto a ir a buscar un lugar donde pasar la noche tranquila y lejos de los que podían buscar su ruina. -Cuéntame tus secretos chica,- terminó de decir a Kammy - y yo te contaré los míos, pero mientras no lo haré. Lo siento Shawn.- Dejó sentir una presión sobre su hombro antes de alejarse. -Pues censuráis a quién lo hace por condenarse, por situarse una diana en la frente. Seguidamente o lo matan los traidores por la noche o lo cuestionan los otros y lo persiguen hasta que lo ejecutan. Y con esto no señalo ni defiendo a nadie pero sabes que es así. Por eso tú no cuentas lo tuyo, lo cual respeto, y yo no cuento lo mío y ellos no cuentan lo que saben del reloj.
Suspiró desahogándose y recuperando su serenidad. No odiaba esa mujer en absoluto pero sí que tuviera algo personal con él que le fuera completamente desconocido. -No tengo prisa por morir aunque no me asuste. Os soy sincero en lo que pienso y lo achacáis a la estupidez y a la ingenuidad de un iluso. ¿Por qué? Porque solo os pido que uséis el cerebro y no el corazón con el que guiar vuestras acciones. Muy bien. Me gustaría saber de cierto lo que era la cría, Paul, pero si no queréis. Bien. Mirad a quién apetezca a la chica que absorbía la esencia de cuanto tocaba o podemos mirar a la chica tímida, también. De quién nada sabemos aún. Mi voto no creo que sirva de nada. Si me disculpáis...- Dijo retirándose.
Si siguió aquella conversación, fue con alguien capaz de dedicarle palabras más amables. Lera y él, los dos que habían vivido con poco o nada como humanos. Anduvieron y se perdieron en las calles de aquella ciudad.
-Esto fue una ciudad, ¿no? Si hubo hoteles, habrá negocios, supermercados, parques, bibliotecas y puede que hasta encontremos alguna mansión entre edificios. Por una vez podemos ser los ricos, y ellos los sin techo.- Dibujó una sonrisa y lo propuso como algo que podía ser divertido y distendido con lo que distraerse un poco de tanta tensión y locura. -¿Qué te apetece buscar?
La mayor parte del día se mantuvo alejado de discusiones, no tenía animo para esas cosas, solo quería pensar. Pero aún así estuvo metido donde se desarrollaba la acción. Y cuando el ambiente se puso gélido, dio unos pasos atrás y saco un abrigo más cálido de su cuaderno. Pero al ver como el resto tampoco quería pasar frío, se puso a trabajar nuevamente en algunos bocetos.
Cuando termino, colocó su cuaderno contra el suelo, lo levanto, y una fogata que se encendió apenas cada madero hubo salido de su contenedor de papel empezó a arder.- Bueno... Si me dan tiempo creo que podría dibujar abrigos para cada uno.
Perdonen la demora. La de horas que me tomo ponerme al día.
Una tras otra, las campanadas resonaron por todas partes, señal de que el derramamiento de sangre debía de comenzar. Quizás las dos primeras veces Xia no intervino, en cambio la tercera sí, usando su poder en el momento más conveniente para ayudar a acabar con esto. Por desgracia no fue suficiente y necesitó escapar, hasta resguardarse dentro una vivienda. Gracias a la ayuda de Allegra.
No se perdió detalle de aquella guerra, tantos contra una sola mujer, el desequilibrio aparente se decantó con la muerte de la rubia. Un final tan desagradable como brutal. Mucha sangre. Y posiblemente fue la primera ocasión que Xia desvió la mirada ante aquel cierre. Un cierre que dejaría paso a la noche. Una noche seguramente complicada.
Y poco después un hombre cayó al suelo, sin vida, con los labios ensangrentados. Se trataba del actor, tal y como dijo, había sido envenenado. Su actuación había terminado. Tal vez incluso su papel.
Se acercó hasta la cantante de pelo azul. Tenía algo que decirle. - Gracias Allegra, si no hubieses intervenido, posiblemente no habría acabado bien parada. – Una vez demostrado agradecimiento mediante un gesto, su atención se desvió a Zaira. - Por lo visto no han tardado en morir y empezar a soltar por su boca lo que han querido.
Las reacciones no se hicieron esperar ante lo sucedido, demasiadas cosas, y los nervios no se encontraban en su mejor momento. Rencillas y crispación. Mala combinación. El reloj, silencioso, cobró protagonismo de nuevo, en boca de todos los presentes. - Sigo sin entender el maldito reloj, como funciona o cuál es su finalidad, así que cualquier teoría podía servir. Relacionado con actos que no con muertes, quizás tenga más sentido, ya que repito, somos 25. – Para seguir exponiendo sus palabras necesitó una pausa para organizar sus pensamientos.
Salvo que los amantes se consideren como uno sólo, tal y como dijo Lyman en su momento, sigue sin encajarme. Además, a veces las llamas aparecen de forma rápida, en otras se hace de rogar. – Llamas negras y blancas, y en algunas horas se entremezclaban. Extraño. Demasiado. Incluso tenebroso.
Y sí, es posible que esta noche sea complicada, la anterior en cambio fue todo lo contrario, y la segunda fue una masacre. Aunque lo que me preocupa de verdad, es que cada vez esto se va enredando cada vez más. – Añadió preocupada, la noche amenazaba con terminase con todo lo que ello suponía.
Debatieron sobre qué opción era mejor, qué objetivo. - Ivanna o Jane, me parecen buenas opciones. Y por cierto, hablando de Ivanna, mencionó algo interesante, y sin embargo no parece haber sucedido. Mencionó sobre que había sido atrapada de alguna forma mientras vivió, o eso me dio entender. No parece que haya nadie más que lo haya sufrido, así que tal vez quien tenga esa capacidad haya fallecido. Obviamente no estoy del todo segura de ella, no es má que una suposición. - Comentó aquella parte de pensativa antes de guardar silencio para quedar ensimismada en sus teorías pientras prestaba atención al resto.
Por suerte ella tenía su abrigo, sin embargo el frío gobernaba sin dudar la ciudad. - Puedo compartir mi abrigo, más no puedo hacer al respecto. - Luego Thomas se ofreció combatir el frío con su poder. - Gracias Thomas, si quieres dibuja unos cuantos para aquellos que lo necesiten, este lugar es extraño, y hostil, al mismo tiempo. Es posible que el escenario cambie. Habrá que estar preparados para lo peor. - Sugirió mientras con sus ojos, barrió hasta llegar al horizonte, daba la sensación de haberse hecho invierno.
Allegra volvió, con los brazos llenos de mantas raídas y sosteniendo la guitarra multicolor algo precariamente. Al ver la fogata encendida y a Thomas dibujando abrigos le dedicó una sonrisa al joven dibujante y empezó a repartir también las mantas para quien tuviese frío, especialmente a los que habían sufrido la congelación de Anya.
Hizo un pequeño gesto hacia Xia, quitándole importancia a lo sucedido. - Me alegro de que estés bien.
Escuchó cómo la conversación parecía haber vuelto al reloj una vez más y le dedicó una breve mirada a las llamas blancas y negras, que se encendían sobre algunos números. - No creo que debamos obsesionarnos con el reloj. - Dijo con voz suave, mirando a Shawn. No quería meterse en los asuntos del hombre, pero ciertamente parecía que le costaba apartar sus ojos y sus pensamientos de ese reloj durante demasiado tiempo. - Se trata de Fäe, Shawn. La navaja de Ockham no funciona allí.
Buscó a Anastasia y le hizo un gesto con la cabeza para que se sentase con ella junto a la hoguera. Casi parecía aquel lugar un campamento de verano, entre la fogata, la guitarra y las mantas. Si el aire no estuviera cargado con el olor a sangre y muerte de las víctimas de los últimos días, hasta podría resultar un momento alegre.
Pero lo estaba.
Allegra suspiró mientras ponía la guitarra sobre su regazo y cerró los ojos un par de segundos. Cerró los ojos al puente, a la sangre y al miedo. Los cerró al mundo, a la ciudad oscura y a Fäe. Durante ese breve instante los cerró a todo. A todo menos al tacto de las cuerdas bajo las yemas de sus dedos.
Y cuando los abrió, la música se había llevado parte de la tensión que la situación había ido acumulando en su rostro, dejando en su lugar una pequeña sonrisa. Apenas una sombra de la sonrisa con la que había entrado en aquella estación de metro. Pero una sonrisa al fin y al cabo. Miró a Anastasia y empezó a tocar.
Poco a poco la noche tocaba a su fin. La oscuridad era cada vez más densa, y el frío presente desde que el combate había terminado sólo se hacía menos fuerte al acercarse a la fogata improvisada. Había habido muchas discusiones en el día de hoy, y ahora que se acercaba a su fin era imposible no preguntarse hasta qué punto estaríais en el buen camino. Y muchas horas habían pasado desde la última vez que el cielo había cambiado para dar paso a una nueva luz en el reloj. Tantas, que algunos ya no esperabais que eso volviera a suceder en el día de hoy.
Sin embargo ese pensamiento no tardaría mucho más en ser corregido. Los ecos de la canción de Allegra aún sonaban en el ambiente cuando el cielo empezó cambiar, volviéndose totalmente claro.
Un instante después ya estaba allí, una más junto a sus compañeras. Una llama negra apareció sobre el número II, moviéndose al mismo ritmo que las otras. Y tan pronto como había aparecido comenzó a beber de la claridad que había, volviendo a dejaros en la misma penumbra que un minuto antes.
Mi mano se agarraba por la muñeca por unos finos dedos, mientras mis ojos viajaban dando tumbos por otra realidad. Todo se agolpaba en mi mente como un atropello sin más.
Mis ojos resplandecían mientras eran mis dedos los que ahora agarraban a Misty, mirandola con ojos nerviosos, mientras aquella luz tenue que acababa en un eterno azul, me descubría un poco más de Fäe. Un poco de aquel bosque que fue mi cuna antes de que el palacio me recibiera sin más.
Las imagenes pasaban, y mi rostro dibujaba una imagen de dolor.
Miré hacía el suelo, y luego negué.
Había pasado tan sólo un segundo pero en mis ojos, horas que contaban otra realidad. Los labios de Misty se movían dirigiendo un nuevo rumbo para mis ojos, pero aquella tarde todo había pasado ya.
Mire a Misty y a Zaira, antes de empezar a hablar. Empecé primero dirigiéndome hacía la chica de pelo nacarado.- Tuve que elegir antes de que la tarde terminase, pues ya la noche que nos abraza no me permite mirar ese trazo de Fäe que la muerte desvela en nuestro interior.
Siento tener que elegir en esto, pero veía como la tarde caía y no había nada decidido en verdad. Así que mi decisión fue la decisión que la mayoría pensó ayer... la pequeña Jane.
Ahora sí miré a Zaira y le dije.- Su pasado esta lleno de lágrimas y soledad. Hay heridas que no necesitan escribirse en nuestra piel para dejar huella, y su vida es un claro ejemplo.
El bosque era su hogar a la vez que era el sitio donde siempre se encontraba como intimidada, alerta... como una pequeña cría sin más... creo que por eso su máscara en este lugar.
Pero aunque su pasado sea triste, no hay maldad en sus manos y en sus actos, solo el deseo de sobrevivir... algo que creo que nadie le puede reprochar.
Me dirigí hacia Zaira y le dije con pesar.- Sé que no ayudan los consejos del tiempo que no volverá, pero dile que si hubiera sabido de sus sentimientos, y de lo que la heria; y hubiera estado en mi mano, hubiera ayudado a restar algo de esa soledad.
Después de ello me dirigí hacía el ciego, que parecía ser uno de los que querían saber sobre Jane el día anterior y le dije mientras apoyaba mi mano en su hombro.- Tenías razón cuando confiabas en ella... solo intentaba lo mismo que los demás.
Perdón por el retraso, un finde movido.
Un escalofrío recorrió el cuerpo de Chris al escuchar las palabras de Paul.
Ella esss mucho másss fuerte de como la dessscribesss. - replicó Chris no muy feliz con el relato.
Miro a Chris asiento y digo.- Si... la fuerza esta en ella, es un ser del bosque no hay que olvidar, pero dentro de ella. Como he dicho, hay heridas que no necesitan de piel.
Encierro mi mirada sobre el cadáver de nuevo y digo volviendo a mirar al resto.- Sé que no gusta lo que digo, pero yo no elijo lo que veo, y a quien gustar.
Escucha atentamente a Paul. Al parecer otro inocente había caído con las votaciones. El cementerio de esta guerra está lleno de inocentes, pero ninguno seremos santos. En el mejor caso, auténticos Fatas... Asiente ante sus palabras y resopla, finalmente. Anochece en la ciudad, y sabe que se va a enfrentar a una dura noche.
Antes de que cada uno decida retirarse a descansar decide hacerlo él. Si esta noche iban a ir tras él por haber confesado su habilidad, su arriesgado don, pues no se lo iba a poner fácil. Mientras se retira masculla unas palabras cargadas de rabia. - No he hecho nada más que lo que tenía que hacer... - Se pierde, a continuación, entre las paredes de la ciudad, dedicando un corte de manga al estilo inglés a la torre del reloj que ahora prendía otro número.
Cuando hicieron la hoguera con el mechero de Lyman, pensé que mi solución no sería necesaria. Misty preguntó de nuevo sobre mi capacidad, respiré un poco cansada de tener que volver sobre lo mismo.- Lo que intento es que podamos tener más datos a la hora de elegir cuando suene el reloj, a veces el miedo puede resultar más convincente que cualquier otra cosa. Roger decidió no explicar qué pasó con aquellos niños y murió. Alguien que es capaz de matar a sangre fría a unos niños que no pueden defenderse, no tiene salvación posible. La actitud que tengan confirmará la inocencia o culpabilidad, solo será necesario ser sincero.- Decidí no decir más, ya había explicado lo que podía hacer y solo debían temer los que fueran culpables.
Las conversaciones sobre la luces del reloj, no llevaban ya a ningún sitio y no le veía sentido seguir sobre ello. Me giré para buscar un lugar donde pasar la noche cuando Paul informó de lo que había visto en Jane, ella era el ejemplo de que ninguno podíamos estar seguros de nuestras elecciones. Miré a Allegra con la guitarra, debía sentirse fatal por ello. Todo aquello era una mierda.
Observé a Seth mientras de marchaba, no pude evitar pensar que, seguramente uno de los dos o los dos caería esa noche.
Anastasia se apresuró a sentarse junto a Allegra, en algún momento su paso intentó aligerarse hasta el punto de correr, pero sus magulladuras la frenaban en cada intento de reducir su distancia con la cantante que tantos suspiros le había arrancado en otra vida.
Al llegar a la hoguera, se sentó junto a ella descendiendo con cuidado y con muecas de fastidio cuando al tensarse su piel el dolor de los moratones le recordaba que seguían impresos en su piel, aun confundidos con el morado de sus nebulosas encerradas entre cristales.
Dejó las piernas estiradas a pesar de que la suela de sus botas casi llegaba al margen de la hoguera y aquello las dañaría seguro. Y cuando su ídolo cerró los ojos ella lo hizo también. Escuchando con todo se cuerpo esa canción dedicada, vibrando en sus entrañas y latiendo con la melodía. Y durante unos minutos no importó nada más, hasta que la luz previa a una llama la cegó a través de sus párpados y la devolvió a la realidad de Ella, de Faë y de esa ciudad oscura.
- Eres maravillosa. - se sinceró tomando consciencia una vez pronunciadas las palabras. Sonrió feliz por haberse liberado de aquel sentimiento sin vergüenzas y tartamudeos. - El mundo debe estar echándote de menos; solo un loco no lo haría.
Apartó su mirada encandilada de Allegra y vio marchar a Seth a través de la hoguera. Encogió los ojos extrañada por verle alejarse y una mosca de preocupación empezó a rondarla; aguantó callada cuanto pudo contrariada por el odio hacia esas miradas del británico hacia Allegra con cada campanada, removida todavía por su ejecución de la psicóloga y agradecida por sus palabras de esa mañana.
- Seth, - lo llamó sin alzar demasiado la voz, dejando que fuese el oído de ese hombre quien desenredara sus emociones - dijiste que te quedarías cerca. - protestó mientras a tientas buscaba apoyar su mano en muslo de Allegra creyendo sus manos ocupadas en la guitarra.
Se sorprende al escuchar la voz de Anastasia, que pese a su proposición había permanecido en silencio. A bastante distancia ya, se gira y mira el reloj, pensando en qué decir y hacer.
- Sí, lo dije. - Chasquea la lengua y vuelve a mirar el reloj, preocupado por el tiempo. - Como no me dijiste nada, lo tomé por una negativa. - Empieza a caminar con paso decidido pero ojos dudosos hacia la chica del pelo lila. - Mantengo lo que dije, mientras estés de acuerdo. - Ofrece sin muchos adornos, ya casi a su altura y a la de Allegra.
Finalmente se sienta al otro lado de la hoguera, y las mira a ambas a través del fuego. Sabe que no tiene su simpatía, pero a lo hecho, pecho.
Allegra levantó la mirada hacia el reloj tras terminar la canción y contempló la nueva llama que bailaba en él durante un instante. Sin embargo las palabras de Paul y Chris atrajeron su atención y la joven frunció levemente el ceño al escuchar su conversación, pero no llegó a decir nada al respecto.
El elogio de Anastasia la hizo sonreír de medio lado, desviando sus ojos hacia ella y encogiéndose de hombros. No le gustaba provocar esa admiración reverencial, pero le daba la impresión de que poco a poco Anny empezaba a verla como lo que era y no como la fachada que la gente solía admirar de lejos. Naturalidad y paciencia. Eran la única cura para eso. Respondió con un susurro cálido a sus palabras. - Ciento veinte días. El mundo ya nos habrá olvidado. Tal vez ni siquiera recuerde que existimos alguna vez.
Sin embargo, cuando ella llamó a Seth y el hombre se dio la vuelta y se acercó, la espalda de Allegra se tensó. No tenía ninguna intención de pasar la noche cerca de ese hombre y no era difícil verlo en su mirada. Negó suavemente con la cabeza y miró de nuevo hacia el reloj en la torre. Podía sentir que la hora de las sombras estaba cerca. Ese momento en que todo se oscurecería. Tomó la mano de Anny con la suya y la apretó suavemente mientras la miraba a los ojos. - Si quieres venir, la puerta estará abierta. - Echó una breve mirada al británico. - Y ten cuidado si decides quedarte.
Sin añadir nada más se puso en pie para alejarse con la guitarra en la mano, en busca de algún lugar cualquiera para pasar lo que quedaba de noche. Sus pasos se mezclaron con un tarareo en voz baja, hasta que terminaron por desaparecer.
Lentamente las conversaciones empezaron a disiparse conforme la oscuridad iba haciéndose cada vez mayor. Algunos se retiraron a dormir, otros os quedasteis alrededor de la fogata... En cualquier caso unos minutos más tarde ya no quedaba ni un sólo ruido que no fueran vuestras dieciocho respiraciones. Siete menos de las que había hacía sólo unos días. Y probablemente algunas más de las que habría cuando todo terminase.
Era inevitable hacerse algunas preguntas. ¿Seré yo el siguiente? ¿Llegaré vivo al amanecer? ¿Conseguiré, al menos, que mi muerte sirva para algo? Sin embargo no había respuesta al alcance de vuestras mentes en ese momento. Sólo había sitio para la negrura de la noche, esa que os impedía ver más allá de un metro. Esa que no os dejaba ver más allá de vosotros mismos.