Ninguna circunstancia atenúa el pecado o rebaja la penitencia.
Ningún motivo justifica un crimen.
Tener amigos es un arte.
Tener enemigos, un placer.
Recuerda mi nombre: pronto te estarás destrozando la garganta, gritándolo a los cuatro vientos.
Sacar las fuerzas del placer o del dolor sólo depende de ti.
El gran guerrero no es el que no hace preguntas o el que se fortalece sin pensar.
El gran guerrero es el que abraza su causa y está dispuesto no sólo a morir defendiéndola,
sino también a vivir por ella.
Cada elección es determinante.
Y la inacción es la más peligrosa de todas.
Cien veces me lamió el fuego antes de saberme un superviviente.
Cien veces me quemé antes de que las llamas entrasen dentro de mí y a través de mí.
Y durante todo ese tiempo sólo podía pensar que aquello no era justo. Pero que me haría más fuerte.
Por más que me alejé de mi hogar siempre hubo algo que me recordó quién era.
Daba igual donde fuese. Daba igual donde mirase. El agua siempre estaba presente.
Me crié sola. No fue fácil. Tuve que aprender. Era crecer o morir.
Costó. Mucho. Pero logré sobrevivir.
Y cuando creía que llegaba la calma, comenzó la Guerra. Era matar o morir.
¿Hasta dónde estás dispuesto a llegar para tomar lo que quieres?
¿Cuántas heridas vas a causar? ¿Cuántas manos vas a arrancar?