Con su extraña vuelta… entre la grieta y la oscuridad, Eirien se siente confusa. Pero cuando vuelve la luz, esta posa sus muñecas sobre sus caderas, en jarra, encumbrando su vista hacia la estela de Bruma que los rodeaba… no había vivos, ni muertos, solo imaginación, suerte y muerte. Sentía ciertos aires de la Linde, pero aquellos más peligrosos para los soñadores. En fin… Había pensado en ellas desde el principio. Estaba algo inquieta con tan ansiosa presencia.
Su friolera y entreabierta mirada va de derecha a izquierda, recoge sus brazos en sí misma y camina como si aquel reloj, carcasas o reales Fatas no existiesen. Se dirige en trayectoria opuesta a Atanamir hasta lo que fueran metros poco prudenciales de la Bruma, con lenta y suave prepotencia, esperaba su despertar. Le persiguen 2, 3, 4 pequeños fuegos fatuos que no duda en aniquilar con simples giros de muñeca hasta transitar en soledad, no quería escuchar mas susurros. La Bruma, la Bruma, la Bruma.
En su camino por aquel terreno... puede asentir al saludo de Anastasia ladeando una desequilibrada y no sentida sonrisa. No obstante, no atiende a disputas ni abrazos, tan solo frena, extrañada, tras ver aquellas visiones, figuras, sacrificios del pasado.
¿Que seria lo siguiente? ¿Había terminado? ¿Venia a buscarles? ... pero la mayor pregunta era ¿debían rendirse?. La corroída figura de Eirien, simplemente, observa a la impetuosa Bruma...
Misty salió después de casi media hora sumergida.Se acercó a la orilla más cercana y se quitó sus aparejos de buceo. Se sentó y esperó a que Mathias saliera del agua. ¿Has visto los peces? ¡Eran geniales! Comentó, hablando sobre los peces que ella misma había creado, peces de todos los colores que parecían brillar con luz propia.
Todo podría haber sido diferente, lamento que hayamos llegado a este punto de no retorno. Le dijo, dedicándole una sonrisa. Nuestros pasos nos han llevado por distintos caminos desde que nos separamos y yo no pienso desviarme de mi camino para acompañarte en el tuyo. Al menos pudimos crear algo bueno juntos.
Se levantó y se empezó a acercar al grupo, pero antes de alejarse del todo se dio la vuelta. Espero que tu muerte sea menos dolorosa que la anterior. Le deseó, antes de seguir su camino dando saltitos.
Cuando llegó a donde los demás miró a los muertos uno a uno, deteniéndose más en las mujeres. ¿Quién de vosotros es Essä? Quiso saber, usando un tono de disculpa. Creo que quería hablar conmigo desde hace mucho. Lamento haber sido tan esquiva y siento todo por lo que has tenido que pasar, ni siquiera conocía de tu existencia. Si puedo ayudarte con cualquier cosa, solo dímelo.
Es probable que no me reconozcas, pero soy yo. Añadió, esperando que entendiese el mensaje.
Perpleja por lo ocurrido, no había tenido ni tiempo para percatarme casi de mi muerte como para luego asimilar el que los dos lugares se juntasen a través de la grita, todo era raro, tras aquel cambio, todo era tan extraño a mi alrededor. Pero cuando al fin estaba dispuesta a hacer algo, Anastasia, mirándome, me invitó a ir hacia ella. No comprendía a que venía aquello, la miré un tanto confundida.
-¿Perdona? ¿A qué viene todo esto?
Mi mirada cambió hacia Mirel, intentando buscar una respuesta en el.
Por si no pensaba que todos habían cambiado bastante desde ese momento, ahora esto. Realmente no sabía que hacer. Cada vez me alejaba más de todo. "Aina...ven" Intenté buscarla con la mirada hasta verla, pero no podía dejar aquella situación así.
-Ya no debes temer mi dulce ángel.- Respondió a Celebia, a su pequeña Eimedia - Todo, todo saldrá bien. - insistió en su gesto para alcanzarla y de pronto, con la voz de Míriel, esa mano que Anastasia tendía a Celebia se desplomó al lado de su cuerpo.
Aun permaneció inmóvil en aquel fatídico abrazo, aterrada por la proximidad de aquel fata. Sintió un escalofrío recorrerle la espina dorsal y ramificarse en su cerebro. Y solo cuando aquel pánico se focalizó en su pena y dolor, en el recuerdo de los pequeños fata enterrados en su propia sangre, cuando su corazón, y tercio, se contrajo con violencia, reculó un paso para descubrir ese rostro de Míriel sin velos ni engaños.
El fuego que habitaba en su interior le agitó la sangre, y clavó en él su mirada cargada del odio que merecía.
- Ni honor, ni palabra, ni princesa. El infierno te ha encontrado, y jamás te dejará marchar, ni siquiera cuando el olvido te consuma. - le advirtió con tono neutro, contatando un hecho que la voz de Anastasia no podía marcar con el mismo desprecio y regodeo que hubiese empleado la fata que habitaba en ella.
- No volverás a arrebatármelos.
Levanté la cabeza al oir a Misty preguntar por mí. Por fin le había encontrado y no servía de nada, me acerqué lentamente intentado distinguir a aquel que había visto oculta entre los árboles. Estaba nerviosa y avergonzada, hubiera querido hablar con él en privado, pero si esta era la única oportunidad que iba a tener, la aprovecharía.
-Yo soy Essä.- Sonreí con timidez, había pasado tanto tiempo y ahora no sabía que hacer.- Te vi hace mucho tiempo, tuviste problemas en el lago. Quise ayudarte, pero no fui bastante rápida, ella llegó antes.- Señalé a Falmari con una mueca de desagrado.- Yo… no me relacionaba con nadie excepto con ella, pero quise conocerte. Ella me convenció de que no lo hiciera. Ahora ya no tiene mucha importancia, pero verte allí hizo que quisiera más que solo vivir en el bosque. Durante mucho tiempo tu recuerdo me hizo feliz. Solo quería conocerte. - Miré al suelo totalmente avergonzada, debía resultar bastante patética.
Aina había cruzado junto al resto de las fatas. Al principio se quedó descolocada, observaba todo su entorno en silencio, sin entender qué era lo que estaba ocurriendo. Su mirada se dirigió hacia donde reposaba su cuerpo de humana y un escalofrío recorrió su espalda. Estaba convencida de que ya no volvería a poseer aquel cuerpo y eso en parte la entristecía.
Escuchó las palabras de Mathias. Pero al igual que había hecho todo aquel tiempo, le ignoró, como si no existiera. Tan sólo le dedicó una fugaz mirada de desprecio cuando éste se dirigió hacia el río.
Pestañeó y cruzó su mirada con la de Celebia. Vio la urgencia en sus ojos y una sombra de preocupación cruzó sus iris celestes. Se acercó a ella y le tendió una mano, dirigiendo su mirada afilada hacia Anastasia. - Ni se te ocurra acercarte a ella - . Le siseó y volvió a mirar a su princesa, acercándose más a ella para susurrarle en el oído. - Será mejor que nos alejemos de esta loca - .
Essä... Yo... Misty no sabía lo que decir. Se la veía abrumada ante aquella confesión. Al principio dudó, pero luego sonrió y dio un paso al frente. Agradezco que nos hayamos encontrado al fin, aunque sea en estas circunstancias. Es un honor para mí conocerte al fin, princesa. Hizo una torpe reverencia y volvió a dedicarle una sonrisa. Sé que te intentaron engañar, que te dijeron que yo era un delincuente y que huía de la justicia.
Se encogió de hombros y la miró, con cierta tristeza. Nada de eso es cierto, yo solo buscaba a mi hermana, Elendirë, no huía de nadie, al menos que recuerde.
Dio otro paso hacia ella y se quedó a menos de un metro de Essä. Y no te vengas abajo. Dijo, en un tono juguetón. Otros han vuelto de la muerte, tal vez todavía podamos volver a encontrarnos y, quien sabe, igual hasta vuelves a verme sin tener esta carcasa.
Lentamente la noche fue cayendo sobre vosotros. Una noche más. La primera rodeados de Bruma. La primera mezclados carcasas humanas y Fatas caídos durante esta semana.
Era difícil no sentirse temeroso. Vivo o muerto uno nunca sabía cómo iba a reaccionar la Bruma, o qué sacrificio iba a pedir. Eso sin contar a los que os habían ido dando caza por las noches. ¿Qué pasaba con ellos, ahora que todo estaba tan... Tan del revés? ¿Qué sucedía ahora, que toda esa realidad parecía estarse desmoronando?
Poco a poco algunos tratasteis de conciliar el sueño. Otros permanecisteis despiertos durante las siguientes horas, ayudados por unos gritos agónicos cuyo origen no pudisteis localizar, pero que erizaron vuestra piel y os llenaron de escalofríos. ¿Cómo sentirse seguro en un lugar así? ¿Cómo sentirse a salvo?