Partida Rol por web

— ¿Interactivo dices? ¡Ahora sí que tendremos que ir!

Hago el intento de sonar como él, o al menos entusiasta como debería sonar normalmente, pero se me quiebra la voz. Su forma de alejarse, de echarme por así decirlo, no lo mejora en absoluto. Duele, ¡vaya si duele! No debería doler tanto, no ha pasado nada que no haya experimentado antes.

¿Es porque lo ha hecho él? Entro en un pánico absurdo que no creo que tenga que ver con la amenaza de su padre regresando pronto. Se parece más a cuando me dejó tirada en el aparcamiento del hipermercado. En mi balanceo me acabo quedando sobre las puntillas por última vez y empiezo a dar toques con los talones pensando “a casa” repetidamente.

No sucede de inmediato, ¡¿por qué no sucede de inmediato?! Porque no estás concentrada, idiota. No puedes concentrarte si sigues mirándole.

— Cla…ro, ya te… dije que son tuyas… —cierro los ojos y los puños. Quiero hacerme pequeña, que me trague la tierra.

Entonces ocurre. El aroma de las flores de primavera queda disipado enseguida que aterrizo y me voy al suelo de rodillas. Al césped de mi jardín. No sé si agradecer o no que los papás no estén.

No quiero hablar de ello…

-¡Claro!- contestó éste. Estaba bordando el papel de su vida. Ni se notaba la humillación interna o el haberla cagado tanto como para joder una amista perfectamente razonable. Pero necesitaba saberlo y ahora ya lo sabía. Se había equivocado y ya. Ahora tocaba vivir con ello. Al menos con Isabel no llegó a meter la gamba, nunca le dijo nada. Solo hizo el moonwalk cuando vio el derrotero que estaba tomando la chica, uno más dark de lo que él era capaz de aguantar, por más que le gustasen así. Se giró para mirarla justo cuando vio el “fogonazo” de las flores y una Felicia desvaneciéndose en el aire. Parpadeó varias veces, sorprendido.

-So cool.

Aunque definitivamente costaría acostumbrarse a eso. Tragó saliva y respiró hondo. Aún quedaba tarde por delante y debía hacer el inventario. Se puso manos a la obra. No quería terminar a las tantas de la noche. Todavía tenía que hacer un boceto de su propuesta de proyecto de ciencias para la feria escolar. Y ese olor a flores no ayudaba nada.

Su padre no tardó en aparecer pocos después. A la pregunta de Thomas por su cara de perros, Travis no supo qué decir.

-Un mal día. Tenías razón, Pa. ¿Quieres una galleta? Me trajeron unas. Estás muy buenas. Son de una amistad...- se le atragantó un poco eso último. Tras eso, se calló de golpe y se hundió en el maravilloso e interesantísimo mundo de los inventarios de ferretería. Al menos eso lo ayudaría a ahogar las vocecillas en su cabeza.

END