Partida Rol por web

[Mañana escolar después de la reunión secreta de Oliver y Travis]

Travis salió de la clase de matemáticas y se dirigió a su taquilla para soltar cosas y recoger lo que necesitaba para la siguiente clase, biología. Abrió el candado y la puerta de metal con presteza y dejó el libro de cálculo y recogió el de biología. En la cara interna de la puerta había enganchado recientemente una propagando de la próxima maratón de pelis de terror en el viejo cine de Old Truce: un sonado homenaje a la gran figura de Bruce Campbell. Evil Dead. Ejército de las Tinieblas y Evil Dead 2. Probablemente acabaría yendo solo a no ser que consiguiera arrastrar a Olie (cosa que dudaba muy seriamente que pudiera). Pero tampoco le importaba demasiado. Iría solo si hacía falta. A la salida del instituto pasaría por la taquilla y compraría una entrada, no fuera que hubiera una invasión de frikis en el pueblo y se quedara sin.

Altamente improbable.

Hoy había optado por ir más relajado en todo. Las gafas las llevaba colgando del cuello de su camiseta negra de los Pantera. Encima de la camiseta llevaba la camisa de cuadros blanca y negra, más o menos “a juego” con los pantalones oscuros holgadillos tipo cargo que llevaba. Eso sí, las converse negras estaban relativamente limpias (bueno, no tanto como siempre). Hoy había decidido eso, bueno, en realidad se había dormido y no le quedó otra que ponerse a toda prisa lo primero que pilló y pasaba de correr como un idiota solo para perfeccionar una imagen que cada vez se le acomodaba menos.

Cogió también el manual de Futbol Americano. Lo estaba estudiando a fondo para ver si conseguía entender mejor aquel sin sentido. Lo metió debajo del libro de biología. Para el descanso.

Salgo medio paso de la clase de Psicología y suspiro hasta que no me queda nada de aire en el cuerpo. Tomo esta clase por currículo y porque me ayuda un poco con el periódico, pero con según qué temas, como el desarrollo emocional de un niño, se me hace una asignatura muy dura.

Por suerte algo de Clásicos siempre me anima. El griego antiguo es tan fascinante como desafiante, un poco como cuando comencé alemán, y lo más importante, no tengo que pensar en mi infancia.

Me pongo a mirar el móvil antes de caminar. Es así que veo la llamada perdida de papi, y es extraño porque durante el día sólo me escribe alguno algún mensaje de “pensando en ti”. En teoría no tienen tiempo para molestarme durante las clases. Con el móvil entre la oreja y un hombro me pongo la cazadora motera (la “aceptable”, la de color turquesa pastel) para cargar con menos cosas en los brazos, espero tono y me encamino hacia mi taquilla para cambiar de libros.

Resulta que había oído el mensaje de voz que les dejé pidiéndoles permiso para ir a la maratón de Bruce Campbell. Empieza temprano así que ninguno podría llegar a tiempo para ir conmigo, y por lo tanto tendría que volver tarde y sola a casa. Sabía que no les gustaría nada la idea.

— ¿Veis? ¡Por eso necesito el coche! Si tuviera uno propio no tendría que volver andando a casa —yo lo veo de cajón, vamos. — ¿No puede venir uno a buscarme cuando salga?  Ya, ya sé que será tarde…

Exhalo de nuevo, sabiendo ésta una batalla perdida. No nos cabe otro coche, no nos vamos a mudar para que ellos no necesiten dos coches, no vamos a hacer custodia compartida de motores, no puedo tener ni una triste scooter…

No estoy escuchando porque sé por el tono de papi lo que está diciéndome. Y porque he perdido el contacto con el presente mirando una nuca y el cartel que hay detrás de la misma, pegado a la puerta de una taquilla abierta. Es uno de los que hay pegados por el centro anunciando la maratón de pelis de Campbell, aunque yo me enteré primero por Instagram.

Ah, la nuca es de Travis. Le he reconocido tarde, pero por el peinado, y luego me he ido a su perfil para confirmar su identidad. Está raro, o no raro, sino cambiado… ¿Cómo lo explico? Emite un aura diferente pero a la vez no me repele ni me extraña. Es él a la vez que diferente.

— Feli, sé que no me escuchas pero eso significa que ya lo has entendido así que voy a colgar y lo hablaremos los tres esta noche, ¿de acuerdo? Te quiero, muñequita.

He procesado las palabras de papi cuando ya estoy oyendo el tono de cuelgue. Está bien, el ‘no’ ya lo tenía en la mañana cuando les mandé el mensaje. Impasible me acabo de acercar a Travis y su taquilla, con la vista en el póster. ¿Puede ser…?

— Han hecho un póster muy chulo, ¿verdad? —en mi mente, mientras me preparaba para decirlo, ha sonado como la manera más casual de sacar el tema. Como siempre, la falta de fuerza en mi tono de voz y el no llamar su atención antes de acercarme por su lado hacen que quede como la rarita que todos saben que soy.

-¿Huh?- se giró Travis al oír una vocecilla familiar a su espalda. Luego volvió a darse la vuelta para mirar el cartel que tenía pegado en la taquilla. De nuevo, volvió a encararse a la persona que tenía a su espalda, pero girando todo su cuerpo esta vez.

-Ei, buenos días Felicia- saludó educadamente a la chica, clavando sus ojos en ella y sonriendo levemente divertido con el comentario. No parecía de ese tipo de personas, a su entender.

-Ehm, sí, aunque prefiero el original de 1981. Pero es una buena selección de sus pelis. Estará bien.

Sacó su móvil del bolsillo trasero de sus pantalones y lo revisó. Más notificaciones. En qué mal día le enseñó a Thomas a usar las apps de mensajería instantánea. O a su abuela. Volvió a guardar el móvil y luego metió los dos libros que sujetaba en la mochila negra que llevaba colgada en el hombro. Hacía días que había cambiado su bandolera por su vieja mochila. Era más práctica para llevar según qué cosas.

-¿Dónde te has dejado a Dixon?

— P-Pero entonces no sería una maratón... Y acabar una noche de terror serie B con Ejército de Tinieblas puede ser un poco disonante pero es lo que hay. Habría aceptado una maratón que acabara con el remake aunque terminase a las 2 de la mañana —sonrío, la incomodidad brotando poco a poco al darme cuenta de dos cosas: estoy mencionando el remake que acaba de mencionar que no prefiere y no voy a ir igualmente.

Intento no mirar mientras acaba de sacar las cosas de la taquilla. Ni que se estuviera cambiando, pero a mí me sirve para reiniciarme. ¿No usaba bandolera antes? Aunque la mochila le queda mejor con la ropa que lleva hoy.

— ¿Ni...? —me tengo que acostumbrar a que la llamen por el apellido de una vez pero es que no consigo relacionarla: Nirvana es un nombre taaan adecuado a ella. — Tiene otra clase. Además, le han puesto la taquilla allá —me doy la vuelta entera desde los talones para señalar el otro lado del pasillo, y con el mismo impulso acabo de dar la vuelta para señalar el lado contrario, a través del pasillo y al final de la siguiente línea de taquillas — y la mía está aquí. No sabía que estábamos tan cerca... No he dicho nada. De hecho no he dicho nada porque tampoco puedo ir a la maratón, y no sé, quería saber si tú ibas porque he visto el cartel. Curiosidad.

Hago el esfuerzo consciente de sonreír más en vez de quedarme a medias por nervios. Tengo que dejar de hacer las cosas raras con Travis, en serio. Bueno, sé que soy yo que me enrarezco solita.

Travis se encogió de hombros, con indiferencia. Cerró la mochila y se la volvió a colgar del hombro.

-No me quejo. Bruce Campbell es Dios. Cualquier mierda que me echen de él me estará bien- contestó sin más. La Ciencia y Bruce Campbell eran sus únicos fanatismos extremos. Y uno de ellos ya había sido arruinado parcialmente por la existencia universal.

-Aham. No tenía ni idea- respondió educadamente al comentario de Felicia acerca de la situación de las taquillas de ambas chicas.

-Ehm, sí. No me pierdo ningún año la maratón de cine de terror. Es lo mejor de todo el año.  Es una pena que no puedas ir. Suele ser divertido. Los del club de cine que lo organizan se lo curran mucho. No sabía que te gustasen las pelis de terror de serie B…

— En eso estamos de acuerdo —río un poco tras los labios, apretando contra el pecho mi libro y libreta. Menos mal…

— ¡Oh, si suelo ir siempre! Me acompañan mis papás pero ahora trabajan más horas así que no pueden hacer “vida nocturna” como decimos… El cine no está precisamente cerca de mi casa —se me va formando el puchero, aunque trato de controlarlo para que no me vea como una cría llorona. — Me gustan las pelis de terror en general pero es cierto que las de serie B no pierden su encanto y magia por más años que pasan. Algunas de mejor producción no aguantan el paso del tiempo, ¿no crees?

Travis enarcó una ceja. Estaba bastante convencido de que Felicia debía vivir en el centro del pueblo, como toda la gente acaudalada de familia bien. A las afueras solo vivían los whitetrash, los espaldas mojadas y los O’Connor. Y luego ya a mucha distancia, los paletos y Andrew. Y ya fuera del mundo, en el parque natural del Condado, la nación Shawnee o lo que quedaba de ella en Ohio.

-Bueno, yo voy a ir. Puedo llevarte luego si quieres a casa. Así no volverías sola- se ofreció educadamente, aunque realmente no pensó mucho en el verdadero contenido de lo que acababa de decir.

-La mayoría de producciones no resisten el cambio tecnológico. Por eso es mejor apostar por el guion y el esperpento. Eso nunca falla. La mejor prueba de eso es La noche de los Muertos Vivientes. G. Romero es un clásico, da igual cuantas veces la veas o cuantos años hayan pasado. Sigue siendo uno de los mayores iconos del género. Y es de 1968.

— ¡Es lo que siempre digo! Y Romero era muy bueno para sacar el máximo partido de las limitaciones cinematográficas de su tiempo para transmitir lo que quería.

Me he dejado llevar y la información, para variar, llega en diferido a mi consciencia. El escozor del rubor en mis mejillas sube gradualmente hasta hacerse notar. ¿Acaba de decirme que vayamos juntos al cine, es eso? ¿Esto está pasando? ¡Es que sí quiero! Aunque… lo más seguro es que haya sido una oferta de conveniencia. No debería ponerme tan nerviosa. Voy a dejar de retorcerme el pelo… ¡ahora!

— Ah… —respira, Felicia— Si te parece bien… _{Sí, debería bastar para mis padres.}

-Sí, no hay problema, si a tus padres les parece bien- entonces se paró un momento a pensar –Esto… No te dan miedo las motos, ¿no?- igual debería haber empezado por ahí. A la mayoría de gente del pueblo no les hacen mucha gracia las motos y menos que sus hijos se monten en una. Y encima en la de alguien tan cercano a uno de los grupos de moteros del Condado. No era miembro de pleno, pero solo porque Jon murió cuando Travis aún no tenía edad para ser ni siquiera prospect. Y ahora que ya tenía la edad mínima tampoco tenía claro que quisiera sin su hermano. Dejó de tener sentido para él hace tiempo. Tampoco había vuelto a pensar en ello, la verdad.

Sé que Travis tiene moto pero no había entendido todavía que lo de “llevarme a casa” iba a suponer ir con él en su moto. Ahora sí me cuesta controlar mi sonrojo y mi sonrisa, haciéndome más pequeñita en el sitio. No es una cita, Felicia… ¡pero voy a subir en una moto!

— ¿Es broma? ¡Me encantan! Es a mis papás que les parecen peligrosas, pero… —claro, entonces no puedo decirles que me llevará en moto. No creo que pregunten, y ya lo verán si no están dormidos cuando lleguemos a casa.

Diría que nunca les he mentido a mis padres pero eso no es del todo cierto… Me he quedado mirándole demasiado rato. Será mejor que salga de esta antes de ponerme en evidencia por exceso de nerviosismo.

— Muchísimas gracias, Travis. Compraré la entrada hoy mismo —digo rápido antes de encaminarme deprisa a mi taquilla a coger mis cosas para Clásicos. Una escapada casi perfecta.

-Esto… vaaale- arrastró algo las palabras que cayeron en el viento por la velocidad en que Felicia contestaba y salía corriendo hacia su taquilla.

-Pues bien. Yo también haré lo mismo…- dijo en voz baja, para sí mismo. Cerró su taquilla y se encaminó a clase de biología. No tenía muy claro que había pasado o si había pasado algo realmente.