Partida Rol por web

Nirvana alzó una ceja y, casi enseguida, puso los ojos en blanco.

—Pues que te preocupe. Eres demasiado inteligente para darte el lujo de ser tonto —Le reprochó, dándole un empujoncito con el hombro —Y no veo nada difícil que tengas a más de alguna persona enamorada sin darte cuenta. Así que no me obligues a hacer de poli, con lo que los odio.

Lo único que le faltaba era ir patrullando lo que alguien hacía o dejaba de hacer. No, no, Travis era astuto, así que más le valía espabilar. Sería el colmo si un descuido por mala autoestima lo llevara directo a los brazos de algún loco, loca o loque que creyera razonable enamorarlo a base de pócimas o hechizos.

Por último, suspiró.

—Ojalá que podamos evitar ese tipo de magia antes de que ocurra. Esperar a que se retuerza puede ser demasiado tarde para quien sea el objetivo de alguien así de inescrupuloso y desesperado.

-JAJAJAJAJAJA- Travis soltó una enorme y sincera risotada ante la respuesta de Nirvana acerca de sus posibles “atacantes”.

-No te preocupes, estaré alerta. Pero pobre de la desgraciada o desgraciado que intente eso conmigo, no sabe la que le caería encima- soltó otra risa, esta vez más por lo bajo. Casi lloraba de la gracia que le hacía la escena en su cabeza - Soy lo puto peor. Y no, no digo eso por falta de autoestima, que el Gran Creador sabe que no me falta de eso precisamente… Mi hermano decía que iba a ser terrorífico* con las “pivas”. Realmente conmigo eso se torcería mucho en contra de la persona que lo hiciera- se volvió a reír con el tema. Qué idea más divertida. De verdad que eso se convertiría en la maldición de la idiota que lo intentara… -Sería su peor pesadilla. Literal.

Y volvió a reírse.  Cuando pudo parar de reír, se secó las lágrimas de la risa con el dorso de la mano.

-De momento no estamos en condiciones de adelantarnos. Necesitamos más información. Eso y confirmar que realmente ese sea el patrón. Me temo que necesitamos ese “cebo”, sea quien sea la víctima… Por cruel que suene- dijo éste –Aunque ahora sabemos más que antes, no es suficiente. Tenemos que localizar a los fundadores. Probablemente la H.S. sea una rebelde de una de las líneas fundadoras, la de las brujas. O una descendiente bastarda cabreada. A saber. Por cierto…- se acordó de una cosa que le rondaba la cabeza desde los hallazgos y el debate intenso en la biblioteca –llevo unos días haciendo cábalas respecto a una cosa que me dijiste… Tu abuela. ¿Recuerdas el primer día de clase cuando nos conocimos? –hizo el gesto de fumar –Dijiste que os trasladasteis aquí porque tu abuela sintió la necesidad de volver a su pueblo natal. Tras ver lo que hizo tu abuela con el taxi y el avión… y esa gente, no paro de pensar que igual ella lo que presintió era que tú eras la que debías estar aquí por alguna razón “desconocida”. O sabe más de lo que crees y ella también está en el “ajo” del Tratado… No paro de dar vueltas a esa idea de Felicia acerca de la coincidencia de nuestro despertar casi al unísono… como si fuéramos a ser los nuevos guardianes en prácticas del santuario. O sus destructores. Ya a estas alturas me lo creo todo. O casi todo -hizo una mueca sarcástica mientras se encogía levemente de hombros.

Si bien la carcajada del chico la hizo sonreír y negar con la cabeza, lo que le siguió en su discurso la dejó un poquito más extrañada. Se giró un poquito hacia él, para verlo mejor, y ladeó la cabeza mientras lo miraba de arriba a abajo como si buscara algo.

—Pues yo no te veo nada de pesadilla —dictaminó tras la breve examianción. Es que simplemente no lo entendía —Y por lo que te conozco, sé que como pareja serías todo lo contrario.

Aunque, tenía que admitir, ese día estaba comportándose un poco raro. Un poco «edgy». Pero bueno, con los días que habían tenido... Tampoco era tan impensable.

Lamentablemente, tenía que darle la razón en que no estaban en condiciones de adelantarse a nada. Y quizás por más razones de las que el chico sabía. Nirvana prefería no saber quién era la H.S. a usar a alguien de «cebo», pero algo le decía que no estaría en posición de decidirlo. Tendría que hacer lo mejor que pudiera con lo que se les viniera encima. 

Lo de «descendiente bastarda» la hizo alzar una ceja. No porque no fuera una teoría válida, sino porque se preguntaba a quién le importaría ser bastardo o legítimo en pleno siglo XXI. Quien sabe, quizás alguno de los grupos sobrenaturales funcionaba así.

Sobre su abuela... De eso sí podía contarle un par de cosas. Pero antes de hacerlo, el tema se desvió a la posibilidad de ser guardianes o algo así, y con eso nacieron mil ideas más en su cabeza. La verdad era que tenía muchísimo que pensar. Así que, mientras lo masticaba en su mente, decidió tocar otros temas menos comprometedores. Bueno, no, en realidad solo eran menos comprometedores para ella.

—Oye, a propósito de Felix... —preguntó, con una sonrisilla —¿Se están enrollando o algo?

Entre verlos haciendo manitas en el cementerio, y lo súper compenetrados que parecían a veces... Es que, aunque ella no supiera nada a ciencia cierta, no era difícil notar que había algo no resuelto entre esos dos. Claro, dicho así, quizás ella misma se había contestado la pregunta que le había hecho a él.

-Mucha fe tienes tú en la paciencia humana- bromeó, sonriendo algo torcidamente. Al poco, casi se atragantó del ataque de tos repentino que le dio con la pregunta de Nirvana acerca de Felicia.

-coff coff No. Solo somos amigos coff coff- joder, necesitaba el otro cigarro. Pero ya. Sacó el último que llevaba encima y se lo encendió.

“Si voy a tener que sufrir asaltos directos mortales, mejor con apoyo emocional”, gruñó para sus adentros. Hoy de correr nada o morirá a escasos metros de casa para su ridículo total. Le dio un par de caladas.

-¿Por qué lo preguntas?- hizo una breve pausa –Créeme, ni siquiera hay algo. No hay más. No soy su tipo- bueno, vale, igual ahí se había pasado un poco –No como usted señorita Dixon. Qué amable por parte de Olie acompañarte hasta casa corriendo el riesgo de perder Coolismo por el camino…- bromeó cínicamente –Dime, ¿cómo cuanto babeaste más y hubo asalto al castillo o se fue tal cual vino, de vacío?- levantó varias veces las cejas, en plan divertido. Escudos deflectores subidos Capitán.

El ataque de tos le dio toda la respuesta que necesitaba. A ver, no es que lo que respondiera fuera intrascendental u omitible, pero es que nadie se ponía así de nervioso por «solo amigos». Nadie.

Así que eso acabó de confirmar sus sospechas. En especial cuando lo negó tres veces más. Es que nadie negaba tantas veces, sin insistencia ni preguntas de por medio, algo que no fuera mentira. Así que, como era de esperar, la sonrisilla se acentuó en los labios de Nirvana. Y aún un poquito más, con la misma mirada acusadora, cuando Trav intentó esquivar el tema desviándolo a ella. 

Con una sola mirada le hizo saber que lo dejaría pasar, pero solo por un rato. Travis podía contar con que el tema volvería un poquito más tarde, aunque tuviera la gracia de dejarlo prepararse.

—Puede que lo invitara a pasar —contestó, sonriendo un poquito mientras se encogía de hombros — Y me encantaría decirte cuánto babee, pero es un número desconocido para el hombre —bromeó, soltando una carcajada.

-Puede que lo invitaras a pasar- sonrisa pícara –Claaaro- se le escapó una risotada con lo del número desconocido –Y seguro que solo fue babeo inocente, ¿verdad? Y nos lo creemos…- volvió a sonreír, pero con cierto tinte de malicia.

-Ahora en serio, ¿cuáles son sus serias intenciones con mi amigo, Dixon? ¿Vas a hacer un hombre de bien de él o va a ser tu mero kleenex? ¿Lo vas a devorar y a escupir luego sus huesos? Es por ir buscando una escoba y un recogedor para recoger los restos…- sonrió, divertido.

Nirvana soltó una risa junto a Travis, divertida por el escepticismo del chico. No lo culpaba muchísimo. Al final, era quien más había sufrido (y disfrutado) los piques que se lanzaban Oliver y ella.

—Pero que idiota eres —Soltó entre risas luego de las preguntas del chico.

Consciente de que aún tenía que responderlas, se volvió a encoger de hombros. Los ojos le brillaron un poco, a la vez que se sonrojaba ligeramente.

—Quién sabe —Se mordió el labio inferior, un poco nerviosa. Lo justo para saber, sin lugar a dudas, que a ella también le interesaba saber qué pasaría entre ambos en el futuro —A veces solo hay que dejar que las cosas pasen. Y es... —Señaló con la mirada el campo de fútbol junto a las gradas donde se encontraban —Complicado.

Agachó la mirada, sonriendo aún.

—Antes era solo físico, pero luego del Oli que conocí esa noche... No estoy tan segura.

Travis se quedó mirando con cariño a Nirvana mientras ella desgranaba lentamente su pequeña “duda”.

-Lo que dije en casa de Baker, lo decía en serio. Olie es buen tío. Es solo que, bueno, a veces es un completo idiota. Es un poco cabezota y le cuesta reconocer ciertas cosas, aunque sean tan evidentes y enormes como el Empire State Building- se rio por lo bajo –Pero eventualmente acabará cediendo al peso de las evidencias. Es… su proceso de asimilación de las cosas.

Dio otra calada al cigarrillo y dejó salir el humo despacio, tomándose su tiempo para reflexionar.

-Siempre puedo estrangularlo mientras duerme si no cumple- esbozó una sonrisa intencionadamente de falso malvado de peli.

-O podríamos intentar acabar con Markus, igual desaparecería el problema. Ya sabes, como lo que dicen de los perros y la rabia… Siempre me lo imaginé más como la peste, pero la rabia me vale también- hizo una mueca divertida con la boca. No quería alentar demasiado a Nirvana, era quizás lo más parecido que había tenido nunca a un “soulmate”. No quería perderla por posibles torpezas de su mejor amigo de la infancia. Pero tampoco quería joder la marrana a Oliver si realmente la cosa iba a ir a algo más serio. Nunca haría eso a un amigo, meterse en medio. Y menos por motivos egoístas.

-Aunque Olie y yo seamos amigos de la infancia no quiere decir que no te apoye. Decidas lo que decidas al respecto, me parecerá bien. Tienes mi total respeto.

Definitivamente no quería pensar en su caso, no se parecían en nada. Y casi mejor. O no. Ni idea. Aún le bailaban demasiadas cosas en la cabeza al respecto, a pesar de haberlas enterrado bien hondo para no sentir ni padecer por ello.

"Dejar que las cosas pasen. Suena bien... Eso es lo que debería hacer."

"Hell no, ¿qué soy, un puto conejo de Pascua?"

Definitivamente, el friendzone era el mejor sitio donde estar.

Nirvana asintió, riendo por lo bajo ella también. Sí que era todas esas cosas. Un completo idiota y un buen tío... Quizás eso último hasta se quedaba corto. No, no quizás, definitivamente. Era mucho más noble y dulce que solo «un buen tío».

Al final acabó riendo un par de veces más con la idea de estrangularlo o acabar con Markus. Aunque casi parecía un plan razonable, la artista estaba bastante segura de que eso no sería una solución definitiva. No, Oli tenía que vivir su propio proceso. Más aún, tendría que elegir vivirlo, cuando él encontrara motivación y fuerzas para ello.

Con lo último, los ojos se le llenaron de cariño y volvió a sentarse mirando hacia adelante solo para ladear la cabeza sobre el hombro de Travis otra vez.

—Lo sé. Muchas gracias —Le dio un besito en el hombro y volvió a apoyar la cabeza en él.

Se tomó una pequeña pausa, pensativa.

—Habrá que darle tiempo al tiempo. No creo que sea algo que deba decidir, sino algo que debo vivir. Si lo haré de una forma o de otra queda fuera de mis manos —Y aunque no lo reconociera en voz alta, bastante quedaba en manos de Oliver. Más allá de si pasaba de ser algo físico sin más, el cómo llevaban lo que fuera que tuvieran o podían tener.

—¿Te acuerdas cuando fue lo de la enfermería? ¿Que creía que era su forma de reaccionar al miedo? —preguntó, aunque no esperó respuesta —Ahora estoy segura. Cuando se siente a salvo es la persona más dulce y afectuosa del mundo. Cabezota y un poco idiota, sí, siempre —bromeó, con una suave risa —Pero es bueno, tierno, y considerado. Escucha de verdad, y cuando se atreve a ser vulnerable...  —Respiró profundo, conteniendo un suspiro —Tiene un corazón precioso.

Afirmó con la cabeza en silencio cuando le preguntó si recordaba lo de la enfermería y su teoría. Shit. Está pilladísima, más de lo que se está dando cuenta. Olie espero que no la cagues, en serio, tío…

-Ehm, ¿estás segura de qué hablamos de la misma persona?- dijo Travis cuando la chica terminó, no sin cierto tono sarcástico.

-Pues debo darle un miedo del carajo…- más cinismo. Entonces recordó las palabras de Olie cuando Travis se coló en su casa recientemente para intentar arreglar las cosas entre ellos. Y tragó saliva. Igual sí que se había ganado tanto borderío por su parte.

-Y Felicia ni te cuento el miedo que debe darle…

Dio una nueva calada al cigarrillo y se quedó pensativo.

-No es una buena estrategia, la verdad… pero qué sé yo. Tampoco soy un modelo de cordura que digamos. Solo espero que os funcione como deseáis. En serio.

Tragó saliva. Era lo mejor que podía decir y que fuera sincero. Todo va bien en Barovia.

-Deberíamos ir entrando, no tardará en empezar la clase de física, ya sabes, el “profesor Callo” odia los impuntuales y no quiero quedarme otra vez castigado en el puto pasillo hasta la siguiente clase- soltó un pequeño bufido de indignación y exasperación. Se bajó de la baranda donde estaban sentados y apagó el cigarrillo contra el metal.

-¿Vienes?

No pudo sino reír ante la primera reacción de Travis. A veces ella misma se preguntaba si todo ese encuentro había sido una alucinación, pero estaba bastante segura de que no había fumado lo suficiente ese día como para delirar hasta ese punto. Tampoco había vuelto a hablar con Oli desde entonces como para comprobarlo.

En cualquier caso, aunque los siguientes comentarios de Trav le hicieron algo de gracia, el cinismo que sentía en su voz evitó que llegara a reír otra vez. De hecho, se sintió un poco culpable. Sabía que la relación entre Trav y Oli era complicada, y ni siquiera se le había ocurrido que el chico pudiera sentirse herido porque se comportara distinto con ella. Tendría que haber sido más considerada.

Acabó por alzar la cabeza, un poquito antes de que el chico se moviera. No dijo nada en el momento, pero se le hizo un pequeño nudo en el estómago al sentir que había metido la pata lo suficiente para que Trav quisiera huir. Nota mental: no volver a hablar sobre Oli con Trav. O al menos, hacerlo con más cabeza.

—Gracias —dijo respecto a sus buenos deseos —, pero tampoco hay nada sellado en sangre, ¿eh? Solo pasamos un buen rato juntos y pude conocerlo un poco más.

Tampoco quería plantearse eso como un compromiso de nada. Ni siquiera de repetir. ¿Que lo haría encantada? Sí. Pero no pensaba vivir en su vida en relación a lo que podía o no pasar.

—Te acompaño —Saltó ella también de la barra —No me apetece mucho ir a física, pero igual me convenzo de entrar estando ahí. Veremos cuando mire la pizarra.

Le sonrió y empezó a caminar a su lado. Se había quedado con las ganas de preguntarle sobre Feli, pero ahora ya no parecía el momento adecuado. Tendría que esperar a que las energías fueran las adecuadas otra vez.

-Todo está bien en Barovia- sonrió sin más a Nirvana, mientras se encogía de hombros con indiferencia.

-Me alegro por ambos. Igual consigues hacerlo entrar en razón. ¡Te regalo lo que quieras si lo consigues!- dijo medio en broma. Tal como lo contaba Nirvana, si alguien tenía una posibilidad de recuperar al viejo Olie esa era ella, no Travis.

“Supongo que hay demasiada historia entre los dos”, decidió mentalmente. Debía ser eso, sí. Se conocían demasiado. Eso podía ser un enorme hándicap.

-Te explico lo que quieras, hasta con dibujitos de zombis si quieres. No serán muy realistas, pero serán más entretenidos que la voz de Prof. Callo, ¡te lo prometo! La física se me da muy bien- sonrió de forma amable –No me preguntes como hacer un brownie, pero te puedo contar todo sobre las leyes de la física y si me apuras hasta algo de cuántica. Ahora me ha dado por ahí. La magia funciona de forma muy parecida. Al final, todo se reduce a números…- sonrió torcidamente. Cambió de tema mientras caminaban hacia el edificio principal para no aburrir a Nirvana y acabaron hablando de música. Llegaron tarde. Acabaron sentados en el suelo del pasillo hasta la siguiente clase. Pero…

Misión cumplida, había esquivado una bala certera.

***

-No me puedo creer que por medio minuto tarde no nos deje entrar en clase- refunfuñó Travis. Es que ya sería la segunda falta de asistencia sin contar la del primer día que no contaba. Porque… no contaba ¿no? No tenía que haber hecho esa parada en el baño, definitivamente.

-Shit.

Estaba cabreado consigo mismo, con su incomodidad de hacía unos minutos y de haber arrastrado a Nirvana a tener que tolerárselo. Se acabó sentando en el suelo, contra una de las paredes del pasillo. Con las piernas cruzadas y la espalda apoyada contra una taquilla, sacó el libro de física para al menos revisar las páginas que tocaban ese día. Ya las tenía más que leídas, siempre adelantaba esas cosas con mucho margen porque se aburría en seguida. Pero tampoco tenía nada mejor que hacer ya y no le quedaban cigarrillos. Los últimos se los había fumado afuera y había tirado los restos del naufragio en la primera papelera que había encontrado, de camino al edificio principal.

-Oye, lo decía en serio. Por mi está todo bien. Podemos hablar lo que necesites sobre Olie. O sobre lo que quieras. Safehouse, remember? Mi… Si estoy algo huraño –rectificó- es por otras cosas que no tienen nada que ver con Olie. Estoy acostumbrado a que unos días sea un completo idiota y otros que sea una persona. Y me alegro de que alguien más sea capaz de ver más allá de su jeta, en serio. Cuesta estar ahí solo batallando.

Se giró para mirar a Nirvana a la cara o al menos a su lateral de la cara. Le dio un pequeño golpe suave con el hombro, en modo amistoso.

-Además, me has hecho ver algo que no acababa de entender. La cagué mucho por lo visto. Más de lo que creía. Me va a costar más de lo esperado reparar ese destrozo… Así que gracias, bestie- sonrió cálidamente.

-Siento mucho haber estado tan idiota y gruñón. ¿Me perdonas?

En realidad, el problema no era tanto que no entendiera como que se aburría infinito en las clases de ese hombre, así que la idea de una explicación con dibujitos de zombies le encantó. Entre eso, y el entusiasmo de hablar de magia y música con Trav, al final acabó por convencerse de entrar a clase. Pero nadie torcía al destino, así que a pesar de su cambio de opinión acabó por quedarse sentada fuera.

Todo era por algo. Quizás ese día el profesor Callo pensaba matarlos, literalmente, de aburrimiento.

Pensó en irse al taller de arte, pero Travis parecía malhumorado otra vez, así que decidió quedarse para hacerle compañía en silencio. Sacó su bloc de dibujo y carboncillo, y comenzó a hacer algunos bocetos sin pensarlo demasiado. Así siguió mientras Trav estudiaba.

Alzó la vista del dibujo al oírlo hablar. En un principio no parecía muy convencida de que lo de Olie no tuviera nada que ver, pero aún así sonrió con el golpecito de Travis. Una vez escuchó que había algún destrozo que reparar entre ellos, comprendió un poco más la situación.

—No tengo nada que perdonar —sonrió con cariño —¿Hay algo que pueda hacer para ayudarte? ¿Con lo que te tenga huraño, o con lo que necesitas reparar con Olie?

-No sé, ¿tienes un túnel en el tiempo dentro de ese bolso?- bromeó levemente. Nada podía arreglar lo de su familia y lo de Olie, bueno, eso debía hacerlo el propio Travis.

-Porque ahora mismo me iría de puta madre uno…- sonrió muy ligeramente –Pero gracias por el ofrecimiento, en serio. Creo que haces más que suficiente por mí. Así que, creo que lo más justo es que ahora hagamos algo que quieras tú- sonrió algo pícaramente.

-Así que, señorita Dixon, ¿qué puede ofrecerle este no-genio de las matemáticas por usted? Usted pida y se le concederá… - hizo una ligera reverencia a medias por estar sentado en el suelo –Bueno, menos dinero a no ser que quieras que atraquemos un banco, claro.

La pregunta del chico le sacó una risa, tras la cual negó con la cabeza. Aunque, la verdad, sí que tenía una posibilidad de túnel en el tiempo: la lámpara. Pero era una posibilidad que, como todos ya sabían, no resultaba muy sabia de explorar. Saldría mal, como todos los deseos que rompían las leyes.

Iba a decirle que si había algo que pudiera hacer en el futuro se lo dijera, pero entonces Trav tomó un camino inesperado que causó que lo mirara tan extrañada como divertida.

—¿Yo? ¿Por qué tendría que pedir algo yo? —Se rió —No necesito nada, creo. Aunque suena a que tenías algo en mente cuando me lo preguntaste —Alzó una ceja con mirada inquisitiva.

-¿Y por qué no?- preguntó éste a Nirvana, mirándola por encima de las gafas –No tiene por qué ser algo que necesites, puede ser simplemente algo que te apetezca, incluso algo tonto… y tampoco tiene que ser de uso inmediato- se encogió de hombros con indiferencia –Tienes derecho a pedir cosas igual que los demás. Solo digo eso. Y como soy un capullo, pero quiero mejorar como amigo tuyo, te ofrezco eso: una petición gratis- sonrió pícaramente –Puede ser algo material o un favor inmaterial, como un servicio, ayuda, apoyo… lo que sea. Menos lo del banco, le prometí a Thomas que no me metería en líos monumentales por un tiempo. Solo hasta que se le pase el cabreo… ya sabes- mientras decía eso, empezó a dibujar zombis cayendo de barrancos y flechas direccionales.

La respuesta de Trav le sacó una sonrisa enternecida. De pronto comprendió que su intención era mostrarle que no siempre tenía que dejarse como última prioridad y, en consecuencia, el corazón se le llenó de cariño por él.

En vez de responder enseguida, se inclinó hacia él y lo envolvió en un cálido abrazo. Al separarse, incluso le dio un beso en la mejilla.

—Muchas gracias, Trav —Le sonrió —¿Puedo guardarme esa petición? Ahora no se me ocurre nada, pero quiero tenerla en cuenta.

Después de todo, lo contrario se sentiría como despreciar su generosidad y consejo.

-Ehm, ok- contestó Travis, mirándola de reojo –Si no fuera por lo del señor Rey de los Bolos, con tanto abrazo empezaría a creer que te estás enamorando de mí – bromeó, soltando luego una risotada bajita por la absurdidad de la propia idea –Relax, ya sé que no, no soy tu tipo, claramente- le lanzó una mirada entre divertida y pícara. Continuó dibujando zombis y luego se lo enseñó a Nirvana.

-¿Ves? Este se cae y se espachurra por la ley de la gravedad- escribió la fórmula F = Gm1m2/r2 y puso flechas hacia el dibujito para cada parte de esta. Era un dibujo con dos “viñetas”: en la primera se veía a uno saltando desde un acantilado, sostenido en el aire. La segunda mostraba uno debajo de todo de un barranco, desmembrado en el supuesto suelo. Luego pasó al dibujo siguiente que era un zombi con un cohete en la espalda, saltando de un acantilado. Todos los zombi tenían por ojos XX y sacaban la lengua por el rictus de su boca.

-Te presento al zombi volador.

E hizo lo mismo que con el anterior sketch. Puso la formula y flechas que iban de las letras de la fórmula a partes del dibujo.

-Y por eso no se va barranco abajo cuando salta del acantilado y no acaba como éste otro, espachurrado y sin posibilidad de reconstrucción por más no-muerto que sea. Ni Sally podría coser esto. Ningún zombi fue dañado o maltratado en esta recreación.

Nirvana soltó una risa divertida, y enseguida negó con la cabeza.

—¿Qué sabes tú cuál es mi tipo? —Alzó una ceja, volviendo a reír —Aunque si fuera por abrazos y besos, tendría que estar enamorada de medio país —bromeó.

Es que con la cantidad de gente que había conocido en sus viajes por Estados Unidos, ni siquiera sería una exageración. Era muy de piel, y nunca se contenía para mostrar cariño, a menos que supiera que la otra persona prefería tener más espacio personal. No solo era su naturaleza, sino que también su mayor lenguaje de amor, seguido por las palabras y los actos de servicio.

Eso no quitaba, por supuesto, que la mención al Rey de los Bolos le hubiera sacado una sonrisilla nerviosa.

—Pobre, eso del cohete tiene que haber sido algún científico loco aburrido —contestó divertida mientras observaba los dibujos del chico.

Con lo siguiente, volvió a reír con una carcajada.

—Creo que el zombi espachurrado no estaría de acuerdo con eso último —bromeó.

Ya que Trav estaba de ánimos de estudiar, y que a ella tampoco le venía mal, aprovechó de aprender física con zombies. Eso era mil veces más divertido y motivador, y no le costaba nada reconocer que su amigo era diez veces mejor profesor que el soso que había priorizado puntualidad militar a aprendizaje entusiasta.