Partida Rol por web

-Si quieres te presto el libro que tengo en casa- le propuso Travis a la chica. Tampoco es que hubiera encontrado las respuestas que buscaba en ese libro. Ya no lo necesitaba más y como su abuela o su padre encontrasen esa aberración entre sus cosas, la bronca no iba a ser pequeña precisamente.

-Sí, la idea es ir creando entornos de control donde poder observar con facilidad a los sujetos. Podemos empezar primero con nuestros compañeros de curso. Si no tenemos éxito, bajaremos a los del curso de Hellen y Carla. Y por último, los veteranos que se gradúan este año.

Se quedó en silencio, escuchando el comentario de Nirvana sobre la existencia real de la magia. Parecía sincera su inocencia respecto al tema. Solo es alguien “espiritual” y nada más.

-Estoy tan sorprendido como tú, créeme.

Se quedó pensativo respecto a la pregunta de Nirvana acerca de los archivos.

-Bueno, creo que deberíamos empezar por la biblioteca municipal. Allí tienen depósitos de periódicos que se remontan a los primeros que se publicaron en el pueblo. Nos llevará un tiempo mirarlos todos, sí. No deja de ser una aguja en un pajar. Luego ya si vemos que es necesario, podemos recurrir al Archivo del Ayuntamiento- se encogió de hombros, con indiferencia. ¿Ves? En aquello Travis sí podía aportar y ayudar. Era más su… terreno, la investigación. Entonces notó como su móvil vibraba en el bolsillo de su pantalón. Lo sacó, extrañado. Lo revisó e hizo una mueca de “mecagóentoh”. Recogió la libreta y guardó ésta y el boli a toda prisa en su bandolera y se levantó bruscamente.

-Lo siento. Tengo que irme. Urgencia familiar. ¡¡Nos vemos mañana en el bus!!

Y salió escopeteado como cuando se puso a perseguir a Shadow hacía un buen rato.

—Claro. Así le echo un ojo —aceptó encantada. No le venía mal un nuevo libro que leer. Ahora que el clima estaba bueno, probablemente pasaría un par de noches bajo las estrellas en vez de dormir dentro de la furgoneta con sus abuelos.

A continuación, asintió a sus planes. Le parecía un buen orden. En especial, porque lo primero sería enterarse si la persona que repartía maleficios como dulces estaba entre la gente que los rodeaba día a día. No era algo que debieran postergar si estarían investigándola.

Alzó las cejas con una pequeña sonrisa al oír que Travis compartía su desconcierto. Al menos se sentía acompañada. Empezaba a creer que en ese pueblo era normal que existieran las brujas, pero al final resultaba que no era que estuvieran acostumbrados a ellas sino que solo se adaptaban muy rápido. Quizás algunos antepasados suyos habían tenido que lidiar con situaciones similares.

—Bien, empezaremos por los periódicos entonces.

A ella no le parecía que fuera a tomar tanto tiempo, aunque quizás era porque pecaba de optimista. ¿Qué tan difícil podía ser encontrar noticias sobre brujas? Seguramente, encontraría la respuesta cuando tuviera que leer el equivalente a cientos de años en periódicos.

No se enteró muy bien de qué le había pasado a Travis, aunque sí lo miró con preocupación mientras este empezaba a guardar todo con rapidez inesperada. Más rapidez de la que ella era capaz de procesar en ese instante, al menos.

—¡Nos vemos! ¡Espero que no sea nada! —Le gritó al chico mientras este desaparecía de su vista.

MIERDAMIERDAMIERDA.

Es lo que le vino a la cabeza al leer los mensajes desesperados de Iris, su madre.

“¡¡Es culpa mía, debería haberla llamado ya, pero le dije que lo haría luego!!

¡¡NO HABÍA NECESIDAD DE ESTO!!!”

Travis corrió como un puto demente calle abajo en dirección a la calle comercial, donde estaban su padre y el supermercado.

“¿¿Y por qué viene en bus?? ¡¡Si detesta el bus!! ¿¿Qué ha pasado con la ranchera del abuelo??”

-OH. SHIT.

Se paró un momento y respondió a su madre, tecleando a toda velocidad:

OK. No, no creo que estén de malas. Estará aburrida.

“Espera. Hablé con ella por teléfono esta mañana, antes del ataque. ¿Qué le dije exactamente? No me acuerdo, pero sí que la llamaría luego. Corté la llamada, ¿verdad? NO ME ACUERDO.” El miedo empezó a apoderarse de él, sólo de pensar que su abuela hubiera escuchado los gritos de Olie y de él al ver a Carla o sus gruñidos ininteligibles. “No. Espera. Si todo el mundo ha olvidado todo, eso incluiría la llamada si realmente hubiera pasado eso. Pero… y si… ¿y si Abu también es una anomalía igual que yo?”. HERENCIA. Eso era lo que le molestaba de aquella frase de antes.

“Vale. Céntrate. Estás perdiendo un tiempo precioso que no tienes. Supermercado. Ferretería. Casa. Venga” se dijo a sí mismo mentalmente. Y reemprendió la carrera en dirección al Supermercado. Entró como una exhalación y medio ahogado alcanzó el pasillo en cuestión. Aprovechó la búsqueda de los bombones con licor para tomar un respiro y recuperar el aliento. Cogió la caja de chocolates y se fue a la zona de neveras a por la ensalada de patatas.

“No sé porque siempre compra esto, si Abu detesta la ensalada de patatas…”. Hizo una mueca y cogió la puñetera ensalada. Se dirigió a la caja a pagar. Soltó los billetes que le quedaban en la cartera, cagándose en los precios por dentro y recogió las escasas monedas del cambio. Se metió la cartera y las monedas en el bolsillo delantero del pantalón y cogió su compra sin más. Tras su incursión al súper, se fue directo a la ferretería de su padre.

-Perdón por el retraso- abrió la puerta del local con el hombro. La campanilla sonó sobre su cabeza. -Iris me mandó a hacer la compra y quiere que la ayude a limpiar la casa.

Travis llamaba a sus padres por su nombre desde los 11 años. Ni siquiera recuerda por qué empezó a hacerlo. Jon se partía la caja siempre cuando los llamaba así.

-La Abuela viene de visita. Viene con el bus de las 20.30h. Puedo ir a buscarla yo si queréis …- propuso al ver la cara de su padre, que correspondía casi al mismo susto reflejado en los mensajes de su madre.