Partida Rol por web

Lo había intentado, utilizar a mis padres como ejemplo, pero no lo veía. El amor que se tienen siempre me ha parecido algo ajeno a mí, inalcanzable, un cuento de hadas; ¿cómo iba a ser posible que tuviera que ver lo que siento por Travis con un matrimonio tan largo y feliz? Él tampoco se parece en nada a mis padres, excepto…

— Tuviste mucha suerte. Mis padres siempre han intentado que esté en contacto con mis emociones pero había temas que se les quedaban grandes. O yo no era muy buena alumna, siempre hay cosas que me han costado mucho de comprender; mi terapeuta dice que es por mi trauma infantil.

Todavía tengo la pulsera en las manos, me reconforta el tacto de sus cuentas en los dedos e imaginar que reúno el coraje de regalársela con las ideas tan claras como parece tenerlas Nirvana. Eso hace que me fije en la que ella estaba anudando. No se me ocurre para quién pueda ser pero seguro que alguien como ella tiene amigos en todas partes.

Su propuesta es horriblemente lógica, y digo horrible porque tiene tanto sentido que mi cerebro no es capaz de pensar en una rápida excusa para no probarlo. Claro que hace que me vuelvan a hormiguear las entrañas y tenga que cambiar de postura de asiento.

— ¿Estás segura de eso? No quiero que dejemos de ser amigos, y cuando me dijo que yo le gustaba se puso muy raro unos días… Creo que no nos comunicamos bien…

He pensado una solución, y no es un beso. La idea que ha plantado Nirvana en mi cabeza crece demasiado rápido y le gana terreno a la mía.

— Si me besara sería perfecto... —susurro.

—Siento que tuvieras que pasar por eso —Le sonrió suavemente, con sincera empatía. Ella también sabía lo que era tener momentos difíciles a tan corta edad, y sabía lo complicado que podía ser enfrentar todos esos sentimientos —Si necesitas alguien con quién hablar, siempre puedes contar conmigo y con mis abuelos. Estoy segura de que ellos estarán encantados de ayudarte a estar en contacto con tus emociones. Y son gente muy experimentada, que ha lidiado con mucho, así que no tienes que temer que algún tema se les quede grande.

Por supuesto, lo máximo que podía hacer ella era abrirle la puerta, pero no obligarla a cruzarla. Lo que importaba, en realidad, era que supiera que no tenía que quedarse donde estaba si no quería, aunque le tomara años poder dar un paso en dirección a la salida.

Ya sabía que Trav le había preguntado a Felix si le gustaba, pero no sabía que él se lo había confesado a la vez, así que esa información la hizo abrir los ojos y sonreír con picardía. Que guardado se lo tenía el cabrón. Pobre, por eso debía ir agobiado el otro día.

Pero claro, luego de ese susurro de Feli... Estaba claro que el problema era de comunicación.

—Bueno, es normal que estuviera raro si creyó que no le gustabas. Debe haberse sentido rechazado, aún si te quiere muchísimo como amiga también. A veces necesitas un tiempo para sanar eso y retomar donde dejaste, y eso está bien.

Terminó de anudar la pulsera. Había gente que hacía que valiera la pena la espera.

—Creo que deberías intentarlo. Si el problema es la comunicación, lo mejor que puedes hacer es justamente decirle qué quieres y qué sientes, y darle la oportunidad de reaccionar al respecto. Es muy difícil tomar decisiones cuando no sabes cuáles son las intenciones de la otra persona. A veces, de hecho, ni siquiera sabes que hay una decisión que tomar.

»Y si no da el resultado que esperabas, eso no significa que dejarán de ser amigos. Solo que darán un paso en una dirección nueva para ambos, sabiendo que podéis contar con ser comunicativos y sinceros el uno con el otro.

¿Fue eso, que él entendió que no me gustaba? ¡Si le dije que sí!  Vale que si intento recordar exactamente la conversación no la recuerdo con tanta claridad, como uno de mis recuerdos bloqueados. Sí recuerdo el dolor de sentirle alejar. Y justo después me escapé a mi círculo de tréboles. Con la perspectiva del tiempo pasado y la ayuda de Nirvana veo más claro que lo hice horrible esa tarde, y por suerte ni así Travis ha decidido odiarme.

Nini termina su pulsera súper rápido para lo bien que le ha quedado. Es mucho más elaborada que las de cuentas, muy chula.

— ¡Ya había pensado en ello! De hecho he empezado a escribirle una carta, porque siempre que hablamos termino metiendo la pata de una manera u otra y surgen estos problemas. La única vez que creo que hablamos “normal” fue una tarde que cenamos en Pop’s, y porque estábamos comiendo, pero aún así fue raro… —rasco con una uña la superficie de la mesa. — Escribo bien, o eso quiero creer, pero aún así no sé bien qué decirle sobre lo que siento para hacerme entender. Me parece que probar lo del beso sería más directo y claro, ¿no?

Pero de nuevo siquiera planteárselo a mi mente hace que se me revuelvan las semillas caramelizadas en el vientre y me hormiguee todo el cuerpo. No sé si me atreveré. Hasta que no me vea en la situación todo esto es tan hipotético como cuando me imaginaba que tenía amigos en el colegio.

— ¿Para quién es? —señalo con el dedo que usaba para rascar la mesa la pulsera de Nini. — Te ha quedado muy chula. Las que yo sé hacer de nudos sólo son planas.

No podía sino reconocer que lo que decía Felix era totalmente cierto. Era mucho más difícil ser expresiva y sensata de forma espontánea que por medio de algo escrito, donde podías medirte un poco y desarrollar bien tu idea, borrando o rehaciendo lo que fuera necesario. Las palabras no podían borrarse una vez escapaban de tu boca.

—Quizás podrías hacer ambas —sugirió, dándole un par de vueltas a la idea de la chica —Lo del beso será más directo y claro, pero quizás no explique la profundidad de tus sentimientos. Podrías escribirle una carta y, una vez pase lo que pase, entregársela. Así, si no puedes formular bien tus ideas porque estás un poco abatida por un no, o volando por las nubes con el cosquilleo en los labios después del beso, Travis podrá saber lo que sientes.

A ella misma le había costado formar una frase racional la primera vez que había besado a Oliver. Y eso distaba mucho de ser su primer beso, o su primer latir de corazón acelerado. Por otro lado... Por otro lado, no se parecía a nada que hubiera sentido antes.

—Puedo enseñarte si quieres. Hay muchas técnicas bonitas para estas pulseras —Le ofreció, extendiéndosela por si quería verla más de cerca —Esta es para Oli —Bajó la mirada a la pulsera, que aún tenía en las manos, y sonrió con dulzura. La ponía un poco nerviosa dársela, pero quería que la tuviera. Aún si jamás llegaba a usarla.

—Se la dejaré en la taquilla uno de estos días. Me gustaría dársela en persona, pero no quiero que se sienta obligado a usarla, o que piense que... —Que estaba pilladísima y él no sentía lo mismo —Bueno, que piense que no estamos en la misma página.

»Así que creo que eso será lo mejor. Un mensaje cortito, para que sepa que es de mi parte, y ya.

Respiró profundo y exhaló suavemente.

—Espero que le guste. Son los colores de su equipo favorito, así que quizás...

Se encogió de hombros.

—No sé. Con que no la tire ya estaré contenta.

He aceptado la pulsera para examinar sus nudos con interés puramente científico, y me he arrepentido igual de deprisa al punto de dejarla caer de entre mis dedos, como si me hubiera quemado. Nada más saber que es un regalo para Myers un cruel pensamiento se ha infiltrado en mi cabeza: “¿Y si se lo rompiera?”. Enseguida me he corregido porque eso haría más daño a Nirvana que a él. Y ella parece tan ilusionada…

Me siento mal al no ser capaz de apoyarla en esto, queriendo decirle que es una locura suicida y que Myers no tiene ningún aprecio por los símbolos de los demás. Es una lástima porque la pulsera le ha quedado perfecta, los colores bien entretejidos. No puedo decirle que seguro que no la tirará.

Disgustada por mí misma me cruzo de brazos sobre la mesa y tumbo mi cabeza en ellos, mirándola. Ahora estoy triste por ella.

— ¿Qué haces cuando alguien te hace daño emocional? —curioseo. — Siempre hablas con todo el mundo y nunca te afecta nada; no lo entiendo pero me gustaría.

Le sorprendió un poco ver la reacción de Felix a la pulsera, pero enseguida se recordó que Oli era un tema sensible para ella. Además, sinceramente, prefería un poco que la chica se concentrara en eso y no en la fuerza de la delatora llama de fuego en el centro de la habitación.

Si bien le extrañó un poquito que no buscara recogerla, no se hizo problema en hacerlo ella misma. En realidad, estaba más pendiente de Feli, que de pronto parecía un poco enfadada y triste. Aun así, cuando escuchó su intervención, no pudo sino sonreír un poquito.

—Hay muchas cosas que me afectan. Creo que el matiz está en que no me afecte lo que cualquier persona piense de mí.

Se encogió de hombros.

—Mi estilo de vida no es el mejor visto, así que estoy acostumbrada a recibir prejuicios e insultos de extraños. Creo que es importante saber que la gran mayoría nacen de la mera ignorancia, para no darles un peso del que carecen. Y en el caso de la minoría que nace de simple malicia, ¿por qué les daría el privilegio de entrar en mi corazón?

Negó con la cabeza.

—Ese tipo de comentarios habla más de quien los dice que de quién los recibe.

Tomó una breve pausa, respirando profundo.

—De niña, hacía el ejercicio consciente de imaginarme vivir en el mundo de la otra persona, para conseguir comprender sus miedos y motivaciones. Muchas veces, comprender ambas cosas es suficiente para entender que lo que dicen y hacen tiene poco que ver contigo. De hecho, la mayoría del tiempo acabo sintiéndolo por la otra persona. Supongo que ahora hago lo mismo de forma más instintiva, y ni siquiera necesito tomarme el tiempo para pensarlo.

Eso, sin embargo, no la hacía inmune. Bajó la mirada a la pulsera otra vez, jugueteando con ella entre los dedos mientras hablaba. Daño emocional.

—Me importa mucho lo que piensa de mí la gente que quiero. Muchísimo. Puedo aceptar que estemos en desacuerdo, y el enfado me parece natural mientras luego puedas hablar al respecto, pero me duele muchísimo decepcionar a alguien, o causarles algún tipo de tristeza o malestar. Así que intento ser una fuerza positiva en la vida de quienes me permiten estar cerca.

Apretó los labios y luego se los humedeció.

—Y eso también me afecta de otras formas. Soy pésima poniendo límites, y a veces entrego tanto que me quedo sin nada. A veces paso días o semanas enteras tan drenada de emociones y energías que ni siquiera puedo dibujar, porque me siento vacía. Entumecida.

Pero, claro, eso aún guardaba cierta distancia de cómo le podían afectar las acciones del resto, así que creyó que sería más sincero añadir algo más.

—Cuando alguien que quiero me dice o hace algo que me duele, intento hacer lo mismo que con un extraño. Ponerme en su lugar. A veces, eso es suficiente para poder manejar mejor la situación, sea cuál sea, porque los conozco mucho mejor. Pero eso no evita que me duela, o que me entristezca, o que me afecte de distintas maneras. Solo quiere decir que debo tomarme un tiempo para gestionar mis sentimientos, cuestionarme su origen, y liberarlos en espacios seguros, o con métodos constructivos para mí misma. Eso es lo que me enseñaron mis abuelos. A vivir mis sentimientos, pero usándolos para construir, no para destruir.

Es una auténtica lástima que no sea capaz de entenderlo aunque ella lo explique tan bien. Además tengo el calor de su llama dando lametones al aire, calentándolo a distancia pero sintiendo sus efectos en mi coronilla por mi nueva postura; la representación visual de sus inquietudes y lo que le apasiona debería ayudarme a buscar algo parecido en mí. En cambio, en comparación, me siento vacía. Va a ser cierto eso de que me falta parte de mi alma humana.

Puedo eso sí tomar apuntes mentales sobre tratar de ver las cosas desde el punto de vista de los demás, qué les lleva a actuar como lo hacen pero es una habilidad que perdí el momento en que decidí dejar de intentar relacionarme con el resto de humanos. ¿O tendrá que ver mi edad real? Bufo por la nariz y me hundo un poco entre mis brazos, meditativa. ¿Cómo me arreglo si no puedo hacer algo que suena tan simple?

— Mi terapeuta dice que he pasado tantos años aislada de mis compañeros que las emociones ajenas me son todavía un misterio, pero no lo sé, no consigo comprender a la gente que es mala o desagradable con quienes no conocen —no hablo del todo claro porque tengo la boca pegada a una de mis mangas, pero más porque me cuesta hablar de estas cosas en alto. Es muy delicado. — Por eso no puedo entender que te pongas así por Myers, lo siento muchísimo, pero si es lo que quieres hacer no soy nadie para pararte. Eres fuerte y muy lista, eres demasiado buena para él y sobrevivirás. Pero por favor no te enfades conmigo si termino odiándole de verdad cuando inevitablemente os haga daño a ti o a Travis. No tengo esa capacidad compasiva.

Tuvo que prestarle muchísima atención para entender lo que decía a través de las mangas del kigurumi, pero lo consiguió. Menos mal que aún no ponían música, ni películas, ni nada así. Habría que ver que querría hacer Feli luego de las pulseras, cuando llegara el momento.

Iba a contestarle a lo primero, pero entonces la chica empezó a hablar sobre Oli y, a pesar de su negatividad, Nirvana acabó sonriendo con todo el amor del mundo. Le enternecía muchísimo que buscara protegerla, y más aún que estuviera dispuesta a vivir sus emociones a pesar de la desconfianza que sentía.

Quizás también era que prefería centrarse en Feli, y no en ese «que te pongas así», para no tener que admitir que sentía un poquito más de lo que era capaz de admitir en ese momento.

—No me enfadaría contigo por eso, Felix. Tienes todo el derecho a sentir tus emociones —Le sonrió con dulzura —Aunque espero que no pase. De hecho, tengo fe en que no lo hará.

No tan solo porque no creía que Oli fuera a hacerle daño a ella o a Trav, sino porque esperaba que las cosas entre él y Feli llegaran a buen puerto eventualmente. Además, estaba segura de que Felicia sería capaz de desarrollar la capacidad compasiva y empática que deseaba.

—Muchas gracias por preocuparte tanto por mí. Me hace sentir muy querida.

No siempre lo diría, pero luego de hablar de tantos problemas de comunicación, creía que sería mejor hacérselo saber que solo esperar que lo intuyera. Era importante para ella que lo supiera.

Sonrío un poquito, todavía escondida, en respuesta a su aceptación. Queda por ver si de verdad no se enfadará pero no lo hizo el otro día en mi casa y eso ya me hace sentir algo más de confianza. Sobre esa fe ciega universal, bueno, me guardaré el cinismo por el desarrollo pacífico y alegre de mi primera pijamada.

Me incorporo un poquito, aunque todavía bastante apoyada en la mesa, y recupero la pulsera de Travis. Me la pongo para dejar de manosearla pero me queda un poquito ancha. Al rebuscar en mi memoria y asegurarme de que tengo la medida a ojo bien tomada empiezo a preguntarme en qué momento me he fijado tanto en sus muñecas.

— Nini… —me llevo las manos a las mejillas como si así pudiera frenar el violento sonrojo que me provocan sus palabras, tanta emoción. Después estiro bien los brazos y me dejo caer para abrazarla. — ¡Es que te quiero mucho!

Ya listas las pulseras, hizo desaparecer todas las cuentas, hilos y accesorios que no habían usado, así como la mesita donde estaban organizadas. Entonces escuchó su nombre y volvió a mirar a Feli con una pregunta silenciosa en la mirada, divertida al verla tan sonrojada.

Sin pensárselo ni un segundo, extendió los brazos y la recibió para apretujarla bien. No podía ser más suave que eso luego de que Felix fuera asi de adorable, era físicamente imposible.

—¡Yo también te quiero! —La apretó un poquito más, dándole un efusivo besito en la mejilla, antes de relajar un poco los brazos sin llegar a soltarla para que se apartara o quedara tanto como quisiera —Me alegro de haber elegido venir a Old Truce.

Exhaló, sin perder la sonrisa.

—¿Qué te apetece hacer ahora?

El apretón de Nirvana me saca el aire, pero está bien. Se siente tan bien como los abrazos apretados de mis papás y eso calma cualquier agitación emocional, incluso de la explosión de afecto que acabo de sentir por ella. Mucho más tranquila la miro, también sonriendo.

— ¿Cuál crees que sería una buena peli para ayudarnos con todos estos sentimientos? No creas que no me he dado cuenta —alzo las cejas con un rápido movimiento de ojos en dirección a su fuego. — Así a lo mejor me aclaro yo también… Pero debería quitarme las lentillas antes de ponernos demasiado vagas y sentimentales.

Nirvana entrecerró los ojos, pensativa. Al menos, lo hizo durante un segundo antes de abrirlos de par en par y reír por el comentario de Felicia. En venganza, le picó las costillas con un dedo.

—¡Heeeey! —Se quejó, riendo aún.

A ver, razón no le faltaba. Nada ni nadie podía negar que, desde que había empezado a pensar en Oli, el fuego se había mantenido un poco más ardiente. Iba reduciéndose de a poquito cuando se distraía, pero no había tenido mucha oportunidad de ignorarlo mientras le hacía una pulsera.

—Va, sácate las lentillas —Le señaló con un movimiento de cabeza.

Imitando la buena idea de Feli, se puso la pulsera de Oli de la muñeca. Así podía asegurarse de llevársela cuando salieran de la lámpara.

—Hay miles de películas románticas —dijo finalmente, pensando aún en cual elegir —¿Te apetece algo en particular? —No de película, claro, que sabía que no las conocía, sino de temática, ambientación o... quien sabe.

Mientras tanto, hizo desaparecer casi todas las cosas que había hecho aparecer antes, dejando solo la pantalla de proyector gigante, los comodísimos sofás, la mesa de chuches, los refrescos y las pizzas. También hizo aparecer un espejo de mano con aumento y luces sobre la mesa, para que Feli pudiera quitarse las lentillas sin problema.

Me había levantado para ir a hacerlo donde mi mochila, donde llevo el líquido, el porta y el estuche con mis gafas, pero como Nini hace aparecer un espejo donde estamos acabo regresando ahí con todo.

— No sabría decirte… Apenas entiendo las telenovelas que ven mis padres, son muy complicadas, así que algo sencillo de gente joven a lo mejor… —dudo al decirlo, sí. No está del todo claro si puedo considerarme una niña o una anciana.

Me quito las lentillas con rapidez y habilidad de hábito, y al fin más cómoda con las gafas me hago con un refresco de naranja para subirme al sofá.

— ¿Algo escolar? Sería perfecto si pudiera identificarme de algún modo con los protagonistas pero a lo mejor es pedir demasiado para lo rara que soy…

Tuvo que apretar los labios para no reírse con aquel «de gente joven». Mientras la chica se quitaba las lentillas, Nirvana aprovechó de moverse hacia los sofás y echarse sobre uno. Si no fuera por lo mucho que le gustaba dormir viendo las estrellas, se plantearía seriamente dormir dentro de la lámpara a partir de ahora.

—A ver, escolares hay un montón... —Pensó un momento, mientras se prendía un porro. Dio una calada y aguantó la respiración unos momentos —Y no te creas que la mayoría de las chicas de esas pelis no se parecen a ti —añadió con un hilillo de voz, antes de mirar hacia el lado y botar el humo.

—Partamos por Cinderella Story —decidió. La película era mayor que ellas, sí, pero era un buen punto medio antes de mostrarle otras más viejas. Total, las más nuevas seguro las vería por su cuenta si acababa gustándole ese género —Tiene un baile, y aprovechando que se acerca el Homecoming... Me sirve para estudiar también —bromeó mientras empezaba a reproducirse la película.

Tendré que verlo, si es que encuentro catársis en alguna chica de película. Esas chicas son despampanantes y perfectas, con al menos uno o dos amigos y vidas sociales emocionantes. Espera, a lo mejor sí es el momento de ponerme a buscar ejemplos en películas adolescentes. Lo de las revistas ha estado funcionando regular…

La contemplo encenderse el porro, con mis piernas recogidas contra el pecho y la pulsera entre los labios. A veces lo he pensado, pedirle probarlo, pero no acaba de llamarme lo suficiente aunque no huela tan mal como el tabaco. Como con el alcohol, considero que no necesito más razones para que la gente me mire mal.

— ¿Cinderella Story, como el cuento? —no creo que sea una pregunta absurda. La mención del jodido homecoming hace que automáticamente me ajuste la capucha sobre la cabeza, escondida. No es el momento de abrir ese melón.

Resulta que sí, la película es como el cuento pero situado en el siglo… ¿actual? Sí, eso parece, tienen móviles. Quizás sea porque me he comprometido a tener una mente abierta, por la conversación que hemos tenido o a saber, pero consigo desconectar mi mente y tratar de introducirla en la historia con más implicación que con la que observo los pasillos del instituto. No cuesta tanto; aunque los populares sí conocen la existencia de Sam, la protagonista, puedo imaginarme que Valentina y compañía también hacen ‘ew’ en la distancia cuando me ven. Algunos otros marginados ahora conocen mi existencia también, aunque sólo es por ese rumor de que salgo con Travis. Puedo creérmelo.

Claro que hacia el final tengo la enorme sospecha de que es así como Nirvana ve a Myers, como Sam a Austin. Esa es la parte que más inverosímil se me hace. No puedo decir que tenga las cosas mucho más claras al terminar pero no es un mal comienzo. La música tampoco ha sido terrible.

— ¿Podemos ver otra? —acabo pidiendo tímidamente a Nirvana durante los créditos. Durante toda la película no he podido sacarme la pulsera de la boca.

END