Partida Rol por web

Había muchas cosas divertidas de llegar a un lugar nuevo, y una de esas era conocerlo. A Nirvana le encantaba explorar, y tenía un montón de motivaciones para hacerlo. Por un lado, siempre era bueno saber dónde estabas, y dónde conseguir todo lo que necesitabas. También estaba muy bien conocer los callejones y atajos, por si tocaba huir tras alguna protesta (aunque dudaba que hubiese muchas en Old Truce), y qué caminos se podían andar en patines o no. Por último, siempre venía bien saber dónde no había cámaras de vigilancia, para poder fumar y pintarrajear en paz.

Además, aunque para esta última razón no había apuro, todavía tenía que descubrir cuál sería su lugar favorito del pueblo. Y no podía saberlo si no los recorría todos.

Se había pasado unas horas metiéndose por calles y callejones alternativos sin saber dónde iba, y ahora estaba un poco perdida. No le preocupaba. Sabía que tarde o temprano encontraría el camino de vuelta, y si no, siempre podía llamar a sus abuelos... aunque prefería dejarlos en paz para que disfrutaran su tiempo a solas.

Llevaba un rato dando vueltas por esa calle. Las casas eran bonitas, y tenían muchos árboles alrededor. El atardecer lo teñía todo de tonos preciosos, enmarcando un paisaje que ya resultaba hermoso a la vista aún sin ayuda de la hora dorada. A veces le gustaba imaginar lo que sería crecer en una casa de esas.

Me había despedido de los del equipo hacía dos calles. Muchos de ellos volvían en sus coches a casa, y de hecho Marcus se había ofrecido a acercarme a la mía, pero yo, recién salido de la ducha tras el entrenamiento y aprovechando que aún tenía el cuerpo caliente del ejercicio, prefería irme a casa dando un paseo a solas y con mi mochila de entrenar al hombro. Últimamente agradecía el tiempo a solas, la verdad. Me sentía un poco bicho raro desde lo que había pasado con Hellen y, sobretodo, desde que descubrí que tenía el poder de convertirme en perro. Así que esos momentos a solas los aprovechaba para darle vueltas a ese tipo de temas, aunque no me llevaban a ningún sitio realmente.

Mi paseo se ve interrumpido por alguien que pasa patinando cerca de mi, tan cerca que incluso me aparto ligeramente por miedo al choque y sintiendo el aire que mueve la persona sacudir un poco mi pelo aún húmedo de la ducha.

–¡Eh! ¡Mira por dónde vas! – exclamo antes de darme cuenta de quién es la persona – Oh...eres tú – no recuerdo su nombre, la verdad. La chica rara, nueva en el instituto, y la que es motivo de mofa de todo mi grupo de amigos. Tampoco es que les haga falta demasiado para meterse con alguien. 

El grito la hizo dar un pequeño salto, y enseguida se giró para ver quién le gritaba y disculparse por darle un susto. Si bien le encantaba patinar, debía reconocer que no era muy buena. Lo justo para andar en patines sin matarse mientras no hiciera ninguna pirueta ni fuera por un terreno difícil.

—¡Olie! —lo saludó con una enorme sonrisa.

No frenó, porque quizás si lo hacía ahora se iba de narices al suelo, pero empezó a dar vueltas alrededor de él para no distanciarse mucho al hablar. Lo que, en realidad, no sabía que tan buena idea había sido, porque un 360 de ese chico, con los músculos aún marcados y el pelo mojado por lo que suponía había sido una ducha post entreno...

—¿Vives por aquí? —preguntó. No era el mejor inicio de conversación, pero tenía que centrarse antes de que la atención se le desviara demasiado —Las casas son preciosas, y enormes —Quizás no eran más grandes que las que había visto en otras ciudades, pero jamás dejaría de sorprenderle lo grandes que eran —¿Cuánto te demoras en recorrer tu casa? Debes tardar un montón en quemar salvia por tooodos lados.

¿Oli? ¿Cómo qué "Oli"? ¿En qué momento tiene la suficiente confianza conmigo como para llamarme "Oli"? Aunque, bueno, no sé por qué me estoy preguntando esto si está claro que es una tía rara y de lo más peculiar. Agradezco que mis amigos ya no estén delante porque tendría que justificar que hablara conmigo como si me conociera de algo, cuando lo único que hicimos juntos fue básicamente que yo le indiqué cómo llegar a la Enfermería. 

– Vivo cerca, sí – respondo, aunque sin parar de caminar, mientras ella da vueltas a mi alrededor sobre los patines. Aún se cae, o me atropella en el proceso; no parece una patinadora muy experta. Luego miro alrededor – Mi casa no es tan grande. ¿Y por qué iba a quemar salvia? 

¿Y por qué coño estoy preguntando esto? Si no me importa en absoluto.

Nirvana sonrió conforme al ver que el chico le contestaba. Se había esperado una respuesta tipo «qué te importa» o algo similar, así que su buena fe la había tomado por sorpresa. Seguía manteniendo que su intuición no le mentía al decirle que el chico no era malo, pero también estaba preparada para que lanzara algunas cornadas antes de abrirse siquiera un poquito.

—Bueno, quizás es que soy un poco exagerada —reconoció —Yo vivo en una van con otras dos personas, así que cualquier casa me parece grande.

Se encogió de hombros con una sonrisa.

—Hay muchas razones para quemar salvia —contestó de buen ánimo por la pregunta —Sirve para purificar energías y alejar pensamientos negativos. Además ahuyenta malos espíritus, puede atraer buena fortuna y abundancia —Tomó una brevísima pausa —, pero si no crees en eso, está comprobado que ayuda a estimular la función cognitiva, la memoria y la concentración. Así que viene bien para estudiar.

»Eso sin contar si te la bebes en infusión, o si te la aplicas como tónico. Es muy buena para el sistema inmunológico, e incluso ayuda a disminuir un poco los síntomas del Alzheimer. ¡Y como antiinflamatorio! Y antimicrobiano y antioxidante. La salvia sirve para todo.

¿Veis? Sabía que no debería haber preguntado.

– Ya... No me van esos rollos...místicos –murmuro, cambiándome la mochila de hombro – Pero si a ti te ayuda, pues bien.

Sí, va a ser carne de bullying por parte de Valentina y sus secuaces. Ya sé que yo soy uno de ellos, pero trato de no pasarme con la gente porque es la parte que menos me gusta de ese grupito al que pertenezco.

Luego, mientras ella sigue dando tumbos sobre los patines, me fijo en las perforaciones de sus orejas. ¿Cómo se llamaban? Ah, sí, dilataciones. Nunca las había visto tan grandes. Dan algo de "cosa" pero tal y como ella se ve supongo que le pegan. Yo, por ejemplo, jamás me haría algo tan exagerado.

–¿No te arrepientes de eso? – señalo una de sus orejas – Son enormes. ¿Y si te arrepientes? ¿Se puede arreglar? 

Escucho su explicación sobre las dilataciones. No me convencen nada. Pero supongo que al final es como una operación estética más cuando decides que te has cansado de ellas, ¿no? 
Entonces, me pregunta sobre fútbol americano, y eso sí que no me lo esperaba. 

–Soy el quarterback. Básicamente me encargo de las jugadas ofensivas. Pero sí, a veces, muchas, también me toca correr. Soy casi el más rápido del equipo así que no suelen pillarme, no – explico – No duele porque vamos bien protegidos, aunque siempre te llevas algún golpe, sí – asiento – Lo que más sufre es la espalda, por los placajes. 

Creo que me pilla de buenas porque entrenar siempre me deja relajado, pero espero que no crea que mañana en el instituto confirmaré que este encuentro ha tenido lugar. Lo negaré hasta la saciedad. 

No tenía mucha idea de qué hacía el quarterback, y tampoco le quedó muy claro en qué consistía encargarse de las jugadas ofensivas, pero asintió memorizándolo por si algún día hacia falta. Nunca se sabía qué venía bien saber.

—Ah, sí, he visto las protecciones —No en persona, pero sí los había visto. En Golpe bajo: El juego final y en algunos capítulos de Friday Night Lights que había visto drogada. Tampoco se había visto la serie entera, así que no podría asegurar con mucha certeza nada de posiciones. Por suerte, sí que sabía quién era el quarterback ahí, porque llamaban así al jugador.

—Entonces tú eres como Saracen —Ni sabía si él había visto la serie, así que más que un comentario fue un pensamiento en voz alta —¿Y qué es lo entretenido del fútbol americano? ¿O es que te gustan los deportes en general?

–¿Saraquién? – pregunto, confuso. No entiendo nada. Da igual – Me gusta mucho el deporte, en general, pero sobretodo los deportes de equipo – respondo – El fútbol americano parece que sólo trata de testosterona, empujones, placajes...pero en realidad lo más importante son las jugadas, y saber leer defensivamente las jugadas del rival – explico brevemente – ¿Por qué me estás preguntando todo esto? No tienes pinta de que te importe una mierda. Como a mi los rollos místicos, ya sabes. ¿Es por ser amable? Porque te advierto de que yo no suelo ser amable y que es muy posible que niegue que hemos estado hablando si alguien me pregunta – le suelto porque hay que ser honesto en esta vida.

Que el chico se pusiera a la defensiva tan pronto le provocó una mezcla de ternura y tristeza. No debía tener mucha gente en su vida dispuesta a escucharla con verdadero interés si aquello le causaba suspicacia tan pronto. Pero tenía amigos, ¿no? Quizás no. Quizás por eso le preocupaba tanto con quién lo vieran, por si eso era suficiente para que lo rechazaran. Eso sonaba terrible.

—Nah, tranquilo, si ya sé que no eres amable —le contestó con una sonrisilla divertida. Un pique amistoso no le venía mal a nadie.

—No he hablado con muchos jugadores de fútbol americano en mi vida. Así que me da curiosidad, eso es todo —Se encogió de hombros —Si quieres hasta finjo que me caes mal si alguien pregunta. Me da igual —Después de todo, entendía que ella estaría ahí solo un año, mientras las relaciones de esos chicos con el resto de la gente del instituto perdurarían.

—¿Y que es lo importante de las jugadas? ¿Las improvisan? ¿O tienen señales secretas?

Suspiro. Esta chica me desconcierta.

–Hay dos tipos de jugadas: las ofensivas y las defensivas – le explico, aunque sin demasiado detalle porque el fútbol americano es complicado y si sólo tiene cierta curiosidad tampoco hace falta que entre demasiado en materia – Luego está el tema de los equipos especiales, pero eso va un poco aparte. Las ofensivas suelen ser de pateo o de carrera, pero dentro del play-book de cada equipo puede haber como cientos de jugadas estratégicas diferentes. En el fútbol americano profesional, el quarterback lleva un caso por el que el cuerpo técnico le indica la jugada a realizar, y él se lo indica a sus compañeros de equipo mediante algún gesto o alguna palabra claves. En mi caso, no llevo ningún pinganillo en el casco, así que el entrenador suele decirme al inicio de cada jugada la que hemos de realizar. Las jugadas defensivas ya son cosa del linebacker, ya que los quarterback sólo nos encargamos de la ofensiva – me callo y la miro. Dudo que se haya enterado de demasiado, pero es lo que hay – Obviamente a veces no salen bien y tenemos que improvisar, pero lo bueno del fútbol americano es que cada uno tiene un papel y sabe cómo desarrollarlo o qué hacer. Es importante y ordenado, pese al caos que parece que hay cuando empieza la jugada y todos comienzan a moverse, suceden los placajes, etcétera.

Ya se estaba mareando, así que dejó de dar vueltas. Redujo la velocidad para seguir deslizándose a su lado, impulsándose lo justo para no llegar a frenar.

Eso fue buena idea para conversar, pero al mismo tiempo mala. Porque claro, ella había parado para poder mirarlo más mientras hablaban, pero eso también significaba mirarlo más mientras hablaban. Tampoco ayudaba que el chico oliera tan bien recién duchado.

—¿Entonces todos tienen que aprenderse el libro de jugadas ese? Pensé que el juego era más intuitivo —confesó, sorprendida. Por eso había que preguntar, todos los días se aprendía algo nuevo. O muchas cosas nuevas, si ese día estaba lleno de maldiciones que convertían en sapo gigante.

Se quedó en silencio un momento, pensativa.

—¿Y qué es lo que más te gusta de ser quarterback? ¿Por qué esa posición y no otra? —Le parecía que, según lo que el chico describía, eso hablaba bastante de una persona. Sin embargo, antes de llegar a sus propias conclusiones prefería escuchar la perspectiva de él.

Menos mal que deja de dar vueltas a mi alrededor, porque yo también me estaba mareando de intentar seguirla con la mirada. De todas maneras, ya estamos llegando a mi casa. 

–Bueno, tampoco hay que saberse todas las jugadas. Normalmente el cuerpo técnico ha estudiado el equipo contra el que vamos a jugar y entonces durante esa semana, practicamos y memorizamos las jugadas que seguramente utilicemos contra ellos – respondo – En realidad es un juego bastante estratégico. El quarterback es el jugador más importante del equipo: es el responsable de lanzar el balón con precisión a sus compañeros, y también tiene que ser rápido y ágil para correr él mismo con el balón si es necesario, así que precisa ser un gran atleta. Suele ser el más preparado físicamente, y a mi me gusta mucho el entrenamiento físico. Me he pasado todo el verano con una dieta especial y yendo al gimnasio a veces hasta tres horas diarias, no fumo, intento no beber demasiado alcohol salvo en alguna fiesta... – me encojo de hombros – No todos los chavales de mi edad están dispuestos a eso. Además, mi ídolo es Tom Brady, obviamente quarterback. Por todo eso me gusta esa posición. 

Me detengo, ahora sí, frente a mi casa. Me sorprende ver tan temprano el coche de mi padre aparcado fuera ya que suele llegar tarde del taller. A veces, ni siquiera llega a cenar.

A ver, sí, con lo de «preparado físicamente» se le habían ido los ojos a sus músculos un poco, pero ¿cómo no iba a mirarlo cuando hablaba de eso? ¡Era una reacción natural!

—¿Entonces lo que te gusta de esa posición es sacrificarte para ser el jugador más importante del equipo? —preguntó, ladeando la cabeza. Su tono no era de prejuicio en absoluto, sino solo de una curiosidad sincera, buscando comprender las motivaciones del chico. Además, no tenía idea de quien era Tom Brady, así que sobre él no podía preguntar mucho —Debe ser difícil. El sacrificio y la responsabilidad, digo.

Ella también se detuvo cuando lo hizo él. No quería acabar la conversación tan pronto, pero suponía que era cosa de segundos antes de que el chico se escabullera dentro de su casa esperando que nadie lo viera con ella.

Llevó la mirada a la casa un momento.

—Quizás yo también podría aprender un par de cosas de fútbol americano —Pensó en voz alta, para luego regresar la mirada a él —Hay algunas cosas para las que es importante poder contar con un equipo y un libro de jugadas. No siempre puedes ganar un partido tú solo.

Me rasco un momento la nuca cuando noto que me mira de arriba a abajo, algo incómodo, o avergonzado. Me da bastante palo cuando eso ocurre, y si bien debería estar acostumbrado de hacerlo las chicas del instituto, lo cierto es que no es así.

–Bueno, a mi no me resulta difícil. Quiero ser jugador profesional así que merecerá la pena – le digo con seguridad, aunque a veces sí que me produce incertidumbre el pensar que si no lo consigo habrá sido un total fracaso. También es cierto que suelo ser optimista al respecto – No, desde luego, en los deportes de equipo lo importante es precisamente eso: el equipo. Aunque haya jugadores buenos individualmente, los partidos se ganan entre todos. Hay...un montón de información sobre fútbol americano, es un deporte muy popular así que no tendrás problema en encontrar todo lo que quieras aprender en Internet o incluso viendo partidos en televisión. Los Patriots, son los mejores. Mi favoritos – sonrío un poco, aunque luego me doy cuenta de ello y borro rápidamente la sonrisa – Bueno, ya hemos llegado a mi casa así que...he de entrar – digo, con intención de terminar la conversación ya e irnos cada uno a lo nuestro.

Que el chico la pillara hizo que Nirvana se pusiera roja y mirara al frente de inmediato. No tenía ninguna intención de hacerlo sentir incómodo, y no se había dado cuenta de lo que hacía hasta que había salido de su estupidez momentánea con el gesto de Oliver.

Por suerte, la conversación retomó con prontitud su cauce natural. Pronto ya se hubo olvidado del pequeño incidente anterior.

—Le echaré un ojo a los Patriots —confirmó con una sonrisa, a pesar de que el chico ya hubiese borrado la suya —Tú intenta lo de quemar salvia. Ayuda a estudiar... para exámenes, o para libros de jugadas.

No tenía nada claro que lo fuera a probar, pero ella no perdía nada dejándoselo de idea.

—Ya te dejo. Mañana tengo un día muy ocupado quejándome del insoportable del quarterback con el que jamás he hablado en mi vida —bromeó, guiñándole un ojo con una sonrisilla divertida —¿Te puedes creer que ni quiso acompañarme a enfermería?

Rió un poco.

—Si me necesitas para algo, háblame por insta. Purplerayne, con y griega y e al final —Se encogió de hombros —Nunca se sabe.

Además, con eso no tenía que guardar su número de teléfono ni nada comprometedor.

—Namasté —Se inclinó juntando las manos y, a menos que el chico tuviera algo más que decir, se fue de ahí con dirección desconocida.