Partida Rol por web

Las primeras en llegar a la entrada del museo fueron Renata, Sydney, Denver y Daphne, no mucho después llegó Danno por su cuenta, al que al poco le siguieron Nichole y Scott, la siguiente en llegar fue Drea y para acabar, la última en llegar fue Mindy.

Ni rastro de Thomas, Terrance, Martha, las hermanas Wong y para sorpresa de algunos, tampoco había rastro de Lara.

Todos se miraron entre ellos con ciertas dudas y en especial, con una gran tensión. Habían pasado muchas cosas juntos y casi ninguna buena... Mindy se acercó a Daphne y la abrazó, un acto muy memorable pues hacía solo unos días, eran casi enemigas. Probablemente le susurrara algo que los demás no pudieron oír, aunque después miró con sospecha tanto a Drea como a Nichole.

Finalmente las puertas se abrieron, las cuales se encontraban cerradas a cal y canto con una verja metálica, similar a la del Angelika, por lo que pudieron acceder al Lobby, aunque nada más entrar, las puertas se cerraron a cal y canto, estando la verja nuevamente en su camino, pero esta vez ellos al lado contrario.

En el lobby encontraron una nota y un mapa.

¡Sed bienvenidos al museo del terror donde vuestras peores pesadillas, son una realidad!

Para acceder al museo, recordad que debéis poneros las pulseras pertinentes ¡si no, las puertas no os reconocerán y no podréis acceder ni navegar por el museo!

Justo al lado de la nota, en una de las mesas de recepción, habían bastantes pulseras ajustables. Si probaban a acercarse a la puerta de entrada de la primera exposición, esta se quedaría completamente inmóvil. Mindy parecía tener más determinación que miedo, por lo que fue la primera en ponerse una de esas pulseras y al acercarse a la puerta, logró que esta se abriera.

Denver dio un paso al frente, intentando pasar de la pulsera y aprovechar así la puerta abierta por Mindy, sin embargo, parecía que había algún tipo de sensor que detectaba los metros posteriores a la puerta y lo que había en ella. Cada ser vivo debía llevar al menos una pulsera para poder acceder, algo muy conveniente para Ghostface y muy seguramente, uno de los motivos por los que eligió este museo en concreto.

Habían llegado muy lejos y habían tenido más de una oportunidad para escapar como para achantarse ahora, por lo que, con decisión, todos se pusieron una de esas pulseras y avanzaron hacia el interior del museo.

Una vez llegaron a la primera habitación, siendo esta la roja y la más cercana al lobby, como no podía ser de otra manera, la puerta tras ellos se cerró con aquellas verjas automatizadas. Dentro pudieron observar un barrio de lo más normal, aunque los más fanáticos de puñalada no tardaron en identificar aquél barrio como uno de Anderson Creek, el cual tenía varias casas que habían salido en las películas, como la de Jordan Hallwinter, Ryan Mui, la cabaña de Dana Scully y posteriormente la de Eleanor Rigby... Treinta años de historia concentrados en unos pocos y oscuros metros.

Justo en el centro de la habitación, pudieron encontrar atada a una silla a Elsie Mccarthy, bastante despeinada y con una mordaza en la boca. No tardó en dirigirles la mirada, intentando evocar algún tipo de auxilio en los jóvenes, pero por si la situación no fuera extraña, de una de las casas, concretamente la de Ryan Mui, salió, caminando lentamente y con un cuchillo en mano, Ghostface.

Durante el abrazo, Daphne pudo notar como Mindy le deslizaba algo en la parte trasera de su pantalón. - Eres la única en la que confío ahora mismo, demasiada gente ha tenido romances o tratos con Ghostface. Sé que mirarás por el bien de Lara, así que úsala bien. - tras palparse, Daphne pudo notar una pistola, concretamente un revólver de seis balas.

Seguramente era el arma que Mindy había comentado que tenía su padre, sin embargo, parecía que no se veía capaz de usarla y por ello la delegó en Daphne.

Al llegar al Museo, Nichole saludó a los que ya se encontraban allí y dirigió su mirada hacia las puertas. A pesar de todos sus miedos y dudas, finalmente había decidido acudir a la llamada de Ghostface. 

— ¿Al final sólo hemos venido nosotros? — Preguntó, sin dirigirse a nadie en concreto ni apartar la mirada de la entrada. Se volvió al escuchar unos pasos que se acercaban y vio que llegaba Drea, seguida poco después de Mindy. Al ver a ésta última, sus labios empezaron a curvarse en una sonrisa, que desapareció en cuanto se dio cuenta de cómo la miraba. Arqueó una ceja y suspiró. No tenía ni idea de qué demonios le pasaba ahora, si seguía empecinada en romper su amistad, que hiciera lo que le diera la gana... 

En cuanto vio que se abrían las puertas, miró a Scott, buscando la fuerza que necesitaba en su mirada y asintió suavemente. Habían llegado hasta allí y no iba a salir huyendo, aunque era lo que le gritaban todos sus nervios. Inspiró una bocanada de aire, reteniéndola durante unos segundos en los pulmones y empezó a caminar, cruzando las dobles puertas. En cuanto estas se cerraron a su espalda sintió un ligero vahído y se volvió, con los ojos muy abiertos. Ahora ya sí que no había vuelta atrás. 

Se acercó a la mesa y cogió la nota que había sobre ella. Leyó en voz alta el mensaje que les había dejado Ghostface y la dejó de nuevo en el mismo lugar donde la había encontrado. Mientras Mindy se ponía la pulsera y cruzaba la otra puerta, Nichole apoyó las manos sobre la mesa y se concentró en el mapa que les había dejado. 

Levantó la mirada y observó como el hermano de la sintecho intentaba cruzar sin ponerse la pulsera. Frunció el ceño. Estaba claro que tenían que aceptar las reglas de Ghostface si querían encontrar a la profe y participar en lo que fuera que ese psicópata les tuviera preparado. Cogió otra de las pulseras y se la colocó en la muñeca, cruzando la puerta detrás de Mindy.

Al llegar al barrio que estaba representado, observó las diferentes casas. Le sonaban de algo, pero no sabía exactamente por qué le eran familiares. Había visto la película de puñaladas, pero nunca había sido una gran fan como para recordar los detalles. Su mirada recorrió todo aquel lugar hasta detenerse en la figura de la señorita McCarthy. Se quedó quieta, con la mirada clavada en la mujer, sin saber exactamente qué hacer, hasta que vio aparecer a Ghostface. Sus ojos añil se dirigieron hacia el enmascarado y sintió en su interior una mezcla de rabia, dolor, miedo... Tragó saliva y dio un par de pasos hacia el frente. 

— Ya estamos aquí. ¿Qué es lo que quieres? — Le preguntó, armándose de un tremendo valor, aunque por dentro se sentía como un flan y su corazón había empezado a acelerarse.

El abrazo de Mindy pilló por sorpresa a Daphne, era verdad que poco a poco se había acercado más y más a ella, pero no habían llegado a ese punto. Pero cuando sintió el peso en su pantalón un sudor frío recorrió su cuerpo. No sé atrevió a decir nada, por miedo a delatarla. Sabía que Nichole, y quizás quien más, las miraba en ese momento. 

Trató de esbozar una sonrisa, nerviosa. Mientras le comentaba lo que habían planeado con los demás después que ella se hubiese ido. Lo mismo hizo con Drea luego de que está también se uniera al grupo. 

Habían llegado de a pequeños grupos. 

Las miradas se cruzaron y Daphne creyó leer el resentimiento y la duda en muchos de ellos. Y con razón, Ghostface había logrado que no pudieran confiar en nadie. Buscó con la mirada a Lara, y cruzó los dedos porque hubiera renunciado a sus ideas... Aunque hubiera preferido que les hubiese avisado antes.. antes de llegar ahí. 

Iba a preguntarle a Scott como seguía cuado Drea y Mindy hicieron su aparición. Avanzó había ellas para entregarle un par de paquetes. Fue entonces cuando Mindy la estrujó en un fuerte abrazo para el que no estaba preparado. Mientras está hundía la cabeza al lado de su oreja miró para todos lados, nerviosa. Podía ver cómo algunas mirada se clavaban en ellas y en la espalda de Mindy. 

Volvió con el grupo que había llegado y debatieron un momento, como si estuvieran poniéndose de acuerdo. Dejó una pregunta en el aire, que no pudo ser contestada porque entonces las puertas se abrieron.

El show acababa de comenzar. 

Siguió a Nichole y a los demás adentro y mientras esta leía la nota que es había dejado observó alrededor. Solo una entrada solo una... La puerta se cerró tras ellos. 

"Es un museo, debe haber una salida de emergencia" pensó y trato de encontrar alguna señalética que les indicara una posible vía de escape. 

Al parecer solo había una cosa que podían hacer. Se puso el brazalete sobre la manga y avanzó con los demás a la sala siguiente. 

 ¿Creeís que Ghostface se quedará quieto a esperarnos?

Las palabras de Sidney resonaron ahora en su cabeza que el mismo Ghostface hacia exactamente eso que habían descartado. Los planes de ir por acá, por allá, quedaban ahora todos anulados rápidamente. ¿Sería que de todas maneras el psicópata había encontrado la manera de enterarse de ellos? 

Se preguntó que pensaría Drea y Mindy después que, hace apenas unos instantes, —despues de aquel incómodo abrazo— les hubieran indicado las rutas y los planes que tenían. Ghostface se había planteado frente a ellos exponiéndose de inmediato. Miró alrededor buscando pistas o cualquier cosa que pudiera arrojar algo de luz acerca de lo que ese loco les había preparado. 

Antes de entrar le había preguntado al grupo si deberían hacer participes de sus planes a Nichole, Danno y Scott. Pero la apertura de puerta había evitado que tuvieran la oportunidad. Ahora ni siquiera sabía si decirles hubiese servido de algo.

De prontó el bulto en su bolsillo la hizo sentir incomoda, llevaba ahí también los guantes de goma que había sugerido Renata por si Ghostface volvía a repetir el truco de la electricidad en la puerta y que había  comprado mientras las chicas dormían, pero le había ido mal con las botas. Al menos había podido repartirlos antes de entrar. 

Ahí estaba el, o ella, pavoneandose presa de una confianza extrema, burlándose de ellos y de su precencia ahí. Nada más entrar, ver a la profesora ahí mismo y ver aparecer a Ghostface de un costado hizo que Daphne se voltease hacía Sidney. 

Dió un paso atrás cuando el psicópata hizo su aparición. ¿Quien estaba detrás de la máscara? ¿Sería alguno de sus compañeros que no había asistido? No dejo de notar que solo salía uno de los disfrazados. Habría más por ahí esperando para ayudarlo. Le parecía muy extraño que aquel loco se hubiera expuesto así a todos. Eran más que el, aunque hubiese herida uno los demás habrían podido abatirlo. Pero habría herido a uno, uno era mucho, en estos casos. 

Miró alrededor buscando pistas o cualquier cosa que pudiera arrojar algo de luz acerca de lo que ese loco les había preparado. ¿Estaría televisando también este secuestro?. Mientras lo hacía notó que Nichole daba un par de pasos al frente y le hacía aquella pregunto que todos querían saber. Al menos una de ellas.

Ghostface al recibir la pregunta por parte de Nichole, miró al grupo, después miró el cuchillo que tenía en mano. La reacción de Ghostface no fue la única y es que la pregunta de Nichole alertó también a su profesora, la cual miró hacia atrás como pudo, girando su cuello lo máximo posible y rápidamente volvió la mirada al grupo, con lágrimas en los ojos.

Por más que Daphne mirara por todas partes, no parecía que hubiera nada de interés, más allá de un cinco electrónico en cada puerta que había a los laterales de ellos, subiendo las escaleras. No parecía que aquello fuera útil ahora mismo, dada la situación actual.

Scott llegó allí junto con Nichole a aquél horrible lugar. La verdad es que no habían podido hacer todo lo que querían, pero el tiempo era limitado y aquella pequeña fantasía que habían vivido a lo largo del día había llegado a su fin, sin embargo allí estaba él, dispuesto a alargarla por siempre... O perecer en el intento.

Se intentó acercar a Renata, su amiga de toda la vida, la situación se había quedado algo tensa la noche anterior y se dijeron algunas palabras feas por en medio, pero dado que parecía que se acercaba el final, le ofreció un abrazo en símbolo de paz, aunque dependía de ella el aceptarlo o no.

Por otra parte, también dedicó una mirada de complicidad hacia Daphne y Mindy, las cuales a estas alturas, también consideraba sus amigas, aunque no tanto como Renata. Sin embargo, con quien se mantuvo algo alejado fue con Drea... Se pasaron la noche anterior buscándola por todas partes, de hecho a penas durmieron por ello, solo encontraron sangre y un gato muerto. Que estuviera allí tan tranquila y sin haber dicho nada antes, eran motivos más que suficientes para desconfiar algo de ella.

Una vez dentro, Scott cogió una pulsera de más, que se guardó en el bolsillo, con la intención de entregárselo a la profesora para que pudiera escapar. Para su sorpresa, parecía que iba a poder entregarle el brazalete mucho antes de lo esperado, pues ya directamente en la primera sala, se encontraba allí, mirándoles suplicante.

Ghostface no tardó en hacer aparición en escena y Scott, al igual que su pareja, decidió echarle una reprimenda. - Deja en paz a la profesora, ella no ha hecho nada malo. Osea ¿pero la has visto? Si lo peor que ha debido hacer es ponerle un negativo a algún alumno. Tú no eres quien ha preparado esto, eres el impostor ¡el auténtico Ghostface sabría que ella no ha hecho nada malo! - sin embargo, la respuesta que obtuvo por parte del enmascarado, fue la misma que la que recibió Nichole.

Era raro estar ahí de pie, simplemente esperando a que llegaran el resto antes de entrar. Aprovechó a recuperar su móvil de manos de Denver, a asegurarse de que los guantes estaban bien guardados en un bolsillo, y a repasar la conversación que habían tenido. Pero sus ojos no se apartaban de su hermano. Se le oprimía el corazón cuando se fijaba en que apenas tenía vello facial, en que la piel de sus músculos lucía fina y sin cicatrices, en que le parecía aquel niño pequeño que insistía en seguirla en cuanto aprendió a caminar, de repente metido en el cuerpo de un adulto.

Cuando vio a Mindy abrazar a Daphne, Sydney decidió hacer lo mismo con Drea. Un abrazo rápido y táctico, en el que claramente había aprovechado a susurrarle algo. Después le señaló el mapa y se alejó.

-Tenemos un plan. Ven conmigo y si en algún momento te atacan, escóndete en los baños que hay dentro de la sala de Destino Final. ¿Roger?-le indicó señalándole la sala azul clarito, abajo y a la derecha en el mapa.

Mientras el resto llegaban, y para alejar la mente de los nervios, Sydney sacó un rotulador de su mochila y empezó a escribir en el mapa, rellenando los espacios vacíos con nombres que podrían reconocer a la mínima que supieran un poco sobre películas de miedo.

-Encontramos el mapa en internet.-se limitó a decir como explicación. Buscó con la mirada a Daphne y a Renata, como si buscara su aprobación antes de seguir hablando. Independientemente de si se la dieran o no, decidió por cuenta propia continuar.-Tenemos un plan. Podéis uniros a nosotros, o investigar la zona por vuestra cuenta. Encontremos a la profesora y salgamos de aquí.

Pero como no, no iba a ser tan fácil como había pensado. Lo supo desde que las rejas se cerraron detrás de ellos, y lo terminó de confirmar cuando vio a Ghostface caminar como si nada hacía el centro de la sala, donde estaba la profesora maniatada.

-A la mierda el plan.-sentenció en voz alta, echando a andar hacía delante. Había echado un vistazo a la habitación, asegurándose de las posiciones de las escaleras, y de que no había nada más de interés en aquella zona. Pero la información más importante era lo que estaba diciendo el encapuchado sin quererlo.

-Scott tiene razón, es un impostor. El verdadero Ghostface no mataría a la profesora, pues no mata a inocentes. Pero sí le parecería bien que detuviéramos este asesinato.-se empezó a remangar, en lo que parecía una promesa de pegarse con Ghostface.-Somos muchos, no puedes contra todos. 

Y a pesar de avanzar con seguridad y rapidez hacía Ghostface, aprovechó su nueva posición para seguir escaneando el terreno. No le extrañaría nada que algún Ghostface más saliera de otra de las casas, o que hubiera alguno más escondido por la zona.

Su fachada externa era de chica dura y fría, pero estaba muy nerviosa. Todo era incertidumbre, incluso otras cosas ajenas a Gosthface.

Cuando Scott se acercó su cuerpo se tensó y sus ojos transmitieron el dolor que había sentido la noche anterior. Bueno, ese dolor habia comenzado mucho antes solo que no se había dado cuenta. 

Dejó que la envolviera en un abrazo pensando que podría seguir pareciendo indiferente pero... No pudo. Le devolvió el abrazo aunque no dijo nada. De hecho no hablo en ningún momento. Se puso los guantes y también la pulsera. 

El bote de laca lo llevaba metido por dentro del pantalón, oculto bajo una camiseta oversize. Sus ojos miraban a los posibles escondites sin mirar a la profesora ni al Gosthface expuesto. Ahora vendrían las instrucciones... O eso imaginába. Siempre había instrucciones o reglas absurdas cuando había asesino en serie de por medio...

Sydney se adelantó a todos, con la mirada fija en Ghostface. Denver no dudó ni un segundo y decidió seguirla, por desgracia, parecía que avanzar hacia delante no parecía la mejor de las ideas, ya que en cuanto Sydney puso un pie en la zona más amplia de la exposición, es decir, justo al terminar las escaleras, una nueva verja cayó, bloqueando el paso a Denver, el cual empezó a forcejear salvajemente contra la dichosa verja.

Intentó subir por las escaleras un poco para saltar hacia abajo, pero la seguridad de aquél museo estaba tan bien hecha que dichas verjas llegaban también hasta las barandillas de dichas escaleras. Este hecho no impidió que Sydney avanzara con paso firme contra aquél Ghostface tan silencioso. Revisaba de lado a lado, esperando que de alguna casa saliera algún otro enmascarado que le tendiera alguna trampa, de hecho estaba tan centrada en aquello que no se dio cuenta que el otro Ghostface levantó las palmas de sus manos hacia ella, mostrando así que no tenía intenciones de luchar y no solo eso, si no que aún sin sujetarlo con los dedos, el cuchillo seguía pegado en su palma.

Cuando Sydney finalmente llegó hasta aquél tipo, con la adrenalina por las nubes y su mirada perdida en los recovecos de aquél lugar, con una ágil llave de Judo, lo lanzó con mucha violencia contra el suelo, logrando así que del impacto, la máscara se quebrara casi totalmente y revelara quien estaba tras ella. Lo primero que observaron todos, fueron los mechones rubios de aquella chica que rápidamente reconocieron como a Lara, algo que también les llamó la atención fue que llevaba una mordaza en la boca, lo cual explicaba el porque no estaba hablando ni contestando a sus preguntas. Además, también llevaba un brazalete, exactamente igual que el del resto de personas.

Todos andaban tan centrados en Lara, incluida la propia Sydney, que no se percató cuando detrás de ella se colocó Elsie McCarthy y le rebanó el cuello, provocando su muerte además de manchar entera a la rubia que andaba semiinconsciente en el suelo. Se llevó una mano a la boca, como si se hubiera sorprendido de haber hecho algo tan horripilante, para entonces reírse en la cara de absolutamente todos, mientras las luces poco a poco se tornaban rojas.

Y yo que pensaba que era evidente que era yo... ¡Qué estúpidos sois!

Con un rápido movimiento, cogió a Lara y la puso entre ella y los bastante alejados supervivientes. - ¡Qué ganas tenía Dios! Después de lo que pasó en el cine, me dio mucho asco que evitara que nos cargáramos a alguien más. - sonrió entonces. - Pero no pudo evitar que apuñalara al gilipollas de Kristian, aún recuerdo su cara de pánico mientras intentaba huir de mí.

También tengo muy buenos recuerdos de cuando ayudé a Erick a acabar con el puto pedófilo que se había metido en mi clase, pedófilo que escondimos en el congelador de Erick y por el cuál se estuvo haciendo pasar todo este tiempo. - frunció el ceño y señaló a Drea, con el cuchillo lleno de sangre. - Y tú hija de puta, ya podrías haber ido a casa de Erick, que me hiciste cargar con un cadáver por media ciudad hasta llegar hasta tu mierda de casa.

Suspiró ante el recuerdo, pero entonces retornó su sonrisa. - Pero no es momento para malos recuerdos ¡que esta aventura ha tenido muchos buenos! Como el de cambiar las flores de Lara mientras dabais vuestros discursitos en el ayuntamiento, drogarla, escribiendo una nota en su nombre y traerla aquí, engañar a Dorcus para que fuera al parking de caravanas, usar el virus que crearon entre Kristian y Erick para espiaros a todos, matar a José en directo. - se mordió el labio, como si le excitara el recuerdo. - Joder, pero que puto mal me caía y que bien me vino el baño de masas de su stream.

He matado a mucha más gente, eso ya lo sabéis, así que saltándome eso, diría que otras fuentes de diversión han sido hacerme pasar por Erick y hacer el anuncio en el ayuntamiento con la cabezita del alcalde, pintarrajearos las caras de vuestro listado. - soltó una leve carcajada. - En plan, tíos, que esa lista la veo yo también, soy vuestra puta profe ¿no creéis que habría dicho algo a dirección si fuera inocente?

Hizo un leve mohín con los labios. - Aunque me ha dejado un poco de mal sabor de boca no conseguir que le pegaráis un tiro a Lara. - la empezó a menear un poco y le estrujó la cara. - ¿A que a ti también te da penita que alguna de tus mejores amigas no te haya pegado un tiro? ¿A que sí? - con aquello, dejó caer el hecho de que sabía que o Mindy o Daphne, llevaban un arma de fuego. - ¡Habría sido tan ugh! Creo que incluso me habría corrido en la silla en la que fingía estar atada.

¡Ah sí! Y antes de que os preguntéis cuales son mis motivos, ya que vuestros diminutos cerebros no dan para saberlo ¡joder, el póster que os dejé debería ser indicativo suficiente! - señaló entonces la sala donde estaban. - Una nueva puta película, una buena de verdad ¡en la que yo sea la última superviviente! - le dio un golpe bastante fuerte en la sien a Lara, para dejarla aún más atontada de lo que ya estaba. - Porque tal y como dijo el malvado Ghostface, los asesinos son Erick Hallwinter y su hermanita, Lara Mui. ¡La única superviviente del acto final de estos hermanos maníacos es, la pobre profesora que tenían secuestrada! - dijo en un fingido tono dramático, para empezar a reír.

Pero como sería muy fácil mataros a todos aquí y ahora con algún mecanismo chulo que pudiera haber instalado y eso no le daría ningún tipo de emoción ni trama a la película, pues digamos que... - puso una voz bastante grave. - Quiero jugar a un juego. - para acto seguido, retornar a su voz original. - ¡Llegad hasta a mí y quizá me piense dejar a los supervivientes con vida, después de que revelemos que el malvado Erick y la malvada Lara, son los que han cometido todo esto. - su tono cambió a uno muy neutro ,aburrido y monótono. - Ah sí, aunque no esté muy de acuerdo y me parezca aburrido, para evitar que os quedéis por aquí y yo me muera del asco, pues vuestras pulseras tienen un contador que solo se resetea al atravesar alguna puerta, si llega a cero, os inyectará cianuro.

¡Bueno, me piro, elegid muy bien con quién vais, que ya sabéis que tengo muchos colaboradores! - con eso dicho, mientras arrastraba a Lara se dirigió escaleras arriba, desapareciendo de la vista de todos y dejándoles con una desesperación terrible, en especial a Denver, quien se había quedado con la mirada fija en el cadáver de su hermana, sin pronunciar palabra.

Por si alguno intentaba escribir, grabar o tomar alguna foto, debía tener en cuenta que gracias al virus que tenían en su teléfono, solo servía de pisapapeles... Aun así Elsie no se cortó un pelo en mostrar pasados unos pocos minutos desde que se fue, en una de las pantallas de esa habitación, el nuevo y actualizado listado de alumnos, que si sobrevivía, editaría a voluntad para quedar bien ante la policía.

—¿Lara?, Pero... ¡Sidney cuidado!

La sorpresa de haber visto aparecer a Lara tras la máscara la había distraído el tiempo suficiente para no ver cómo la profesora se levantaba de su lugar y atacaba a Sidney por detrás. Rápidamente sacó el revolver de su bolsillo trasero y apuntó buscando darle a la profesora mientras está daba su discurso por entremedio de los barrotes de la verja. 

—No... No puedo... ¡DENVER, TOMA!

Corrió hacía el muchacho, sabía que era mejor que ellas, pero algo le decía que si alguien tendría la habilidad para manejarla sin dañar a Lara era Él, además era el único que no habría querido matar a su propia hermana. Subió corriendo las escaleras para pasarle el arma y, mientras lo hacía, observó la pulsera que se había puesto sobre la manga de la chaqueta,  ¿sería lo suficientemenge firme la tela para bloquear el veneno?

Denver estaba con la mirada completamente ida, esa mirada que Lilliana había incrustado en sus teléfonos y que ella misma había tenido antes de su suicidio.

En cuanto recibió el revólver, disparó cinco veces, de forma descuidada y sin apuntar precisamente a la profesora, ya que esperaba que el arma tuviera la suficiente potencia para atravesar y matar a las dos.

A pesar de que disparó con rapidez y las balas pasaron cerca de las dos chicas, ninguna logró impactar debido a la distancia. Era imposible acertar solo a la profesora a tanta distancia, menos aún si estaba en rápida huida.

No disparó cinco veces por casualidad y es que reservó la sexta bala. Se acercó la pistola a la sien y su mano empezó a temblar, para finalmente, retirarse la pistola de su cabeza y apuntar a Drea. - Tu novio es el que ha empezado todo esto, seguro que lo puede acabar, haz que lo pare todo. - hablaba con una tranquilidad muy perturbadora, propiciada por el shock de haber visto morir a su hermana.

Parecía que darle un arma de fuego a alguien que acababa de perder a su último hermano delante de él y de forma violenta, no había sido la mejor de las decisiones, además, como Lara acabó en peligro y casi fue herida o asesinada, Daphne perdió toda la confianza y amistad que había entablado con Mindy. Le había dado la pistola para proteger a Lara y la había usado para ponerla en peligro.

—Denver, no... Guárdala para la asesina de Sidney... —miró a Drea—, ¿Crees que puedas comunicarte con él? ¿Crees que pueda abrir las puertas desde afuera?

Volvió a mirar el lugar por dónde La profesora había salido con Lara tratando de recordar adónde daba esa puerta. No sabía cuántas balas había usado ya el chico ni si el revolver estaba lleno. Se dió la vuelta mientras sacaba los guantes de goma de su bolsillo. Iba a decirle algo algo al grupo cuando vio la mirada que Mindy le dedicaba.

—Esto aún no termina... —le dijo, aunque sabía que probablemente no iba a confiar en ella nunca más. No le iba a discutir que era imposible que ella, sin ningún tipo de experiencia de tiro pudiera darle a la profesora sin dañar a Lara. Se había jugado la carta de confiar en el chico.

Sacó los guantes de goma y tomando uno lo doblo y lo metió como pudo entre su ropa y la piel, por debajo de la ropa, dejando así una separación extra además de la tela entre ella y el mortal accesorio. Extendió el guante que le sobró a los demás, pero si alguno quería imitarla.

—Rápido, pónganse algo entre la piel y el artilugio este. 

Aunque la idea de Daphne pudiera parecer buena, al empezar a manipular aquél brazalete ajustable, empezó la luz de dicho dispositivo a ponerse de un color rojizo, lo cual hizo que parara en su manipulación. No eran ajustables por casualidad y es que si notaban que se agrandaban o se intentaban quitar, se activarían automáticamente.

Ghostface había estado todo el día preparando aquello, por lo que era complicado encontrar algún fallo en su juego.

El gatillazo de salida se habia dado. Todo iba a precipitarse y había que actuar con inteligencia. 

- No funcionan los teléfonos Denver, así que no podemos avisar a nadie. Hay que intentar acabar el juego para salir de aquí. No hay otra. El mapa - si nadie se había fijado Renata lo volvió a señalar. 

- Todo esto estará lleno de trampas. E irán acordé a la temática de cada sala. En la de destino final, la peli comienza con una explosión en el avión y acaba con un cartel descolgándose y espachurrando a uno de los protas. No votaría por ir ahí. En la de Samara... ¿Un agujero en el suelo camuflado que haga de "pozo"? - Suspiró - ¿Quién viene conmigo? -

Al notar las luces Daphne dejó de tratar de meter el guante de goma bajo el dispositivo, menos mal aun estaba puesto sobre la manga de su chaqueta, solo le quedaba confiar que fuese suficiente.

—Voy contigo, Ren. ¿Mindy, vienes? —imaginaba qué le iba a contestar, pero tenía que intentarlo.