Partida Rol por web

Podría preocuparme por mantenerle informado, claro, aunque ese tipo de tareas requieren su tiempo, mi querido señor, conllevan gastos... en fin.

No, no saben cómo se contagia. Como le dije, creían que la posada La Pezuña en la Boca había sido el foco, o uno de los focos, pero andan a ciegas... analizando cerveza, vaya. A estas alturas ya deben haber hecho bastante trabajo, e igual saben algo. Si lo desea, podemos ir a preguntar.

Uuuuh, esto va a oler mal. Morunom se retiró varios pasos de la tarea que estaba haciendo Ramase, con cara de asquito. Aprovechó para mirar en derredor, no fuera a acercarse el guardián.

Ramase hizo un leve gesto con la mano, con cierto aire de hastío, para hacer que Morunom se callase. Aún así había tomado buena nota de todo lo que salía por laboca del charlatán. Había tocado la madera que conformaba el ataúd así que requería máxima concentración. Intentó meter la punta de la lanza en la rendija de la tapa y hacer palanca.

- Veamos qué aspecto tiene.- Fuera por la extraña situación, o pro la tensión de ser descubiertos, Ramase comenzó a respirar agitadamente.

Seguramente huela a pescado podrido. No se puede decir que la moza no tenga, por cierto, pezones, jajajaja, lo siento, lo siento, un chiste horrendo, pero como usted, yo no quería ser menos, hacer cosas horrendas como andar desenterrando cadáveres enfermos y todo eso. A ver qué ha pescado, jejejejeje, espero que no sea un resfriado, en todo caso, pelillos a la mar, como dice el dicho, y ganancia de pescadores, juaaas juas, estoy sembrado, deberían hacer un hechizo de estupefacción a base de mis chistes. En todo caso, el que quiera coger peces, que se moje el culo. Y no es que no se diga eso de que al que quiera coger peces se le de la caña, hohohohoho, y no es menos cierto que el pez grande se come al chico, o eso otro de a pez muerto, pez puesto, ¿o era de otro modo? No, no, ¿porqué me mira usted así, con esa cara de asesino? Mire que es mujer, y con la mujer y el pescado, mucho cuidado y no es menos cierto que por la boca muere el... Morunom se alejó con una carrerita. La mirada asesina de Ramasé le obligó a guardar la distancia. Ya me doy cuenta, ya: el huesped, como la pesca, a los tres días apesta, ñaaaajajaja. Ya me callo, ya me callo, por los dioses, ¿qué va usted a hacer con esa piedra?

Oooops. En su intento por alejarse preventivamente del posiblemente irritado Ramasé, Morunom miró hacia la verja. En realidad lo que deseaba era no tropezar con una lápida en su retroceso, pero cuando miró lo que miró, cambió su cara. Me parece que Noshi viene con dos guardias, señor desenterrador. Me piro. Morunom hizo mutis por el foro, como en comedia se llama a desaparecer. Irse de najas. Tomar las de Villadiego.

A punto estuvo Ramase de esbozar una sonrisa ante los macabros chistes de Morunon cuando éste le alertó de que Noshi se acercaba con unos guardias. No le dejaban trabajar a gusto. Tan sólo había llegado a tocar la madera de la tapa de la caja que contenía el cuerpo de pescado humano. Aquella ciudad estaba llena de "metomentodos" por todas partes.

- Claro, claro.- Contestó a Morunom dándole permiso para irse. Se levantó con cierta dificultad apoyado en su lanza y partió en dirección contraria a su improvisado compañero de fatigas. Si iban por separado puede que lograran distraerlos con mayor facilidad.

Por muy inútil que le pareciera, Morunon le había salvado de una buena. Ramase se apresuró todo lo que le permitían sus articulaciones y caminó sin un rumbo claramente definido. Su plan no había salido como había deseado y tampoco había conseguido ver el cuerpo de esa infectada por una extraña enfermedad. Estaba rabioso. Cuando se dio cuenta de ello había caminado mucho. Algo perdido miró alrededor dando en frente de sus ojos con una extraña construcción.

Morunom, tras despistar a Noshi y a los otros tipos, se dirigió tranquilamente al Erizo Borracho.

Una verja de hierro colado, con una parte superior adornada con un estilizado diseño de hojas, rodea una gran parte de la ciudad. En su interior, hileras de lápidas bordean sinuosos caminos y serpentean entre tres colinas bajas, en cuyas cimas se alzan sustuosas criptas de piedra. El cementerio de Tormentos Cristalinos está bien cuidado, pero sólo recibe visitas de vez en cuando (excepto en días de funerales). La mayoría de personas enterradas aquí pertenecen a la clase media; los ciudadanos de las clases más bajas no suelen poder permitirse entierros y pagan por la cremación de sus seres queridos, o dejan que los barrenderos se hagan cargo de ellos. Las sencillas cámaras de piedra pertenecen a las familias menores de Tormentos Cristalinos, mientras que las más importantes cuentan con criptas familiares en sus propias haciendas.

Un anciano patrulla y cuida el cementerio. En su cara y cuerpo tiene una inusual cantidad de vello.  A pesar de su edad se le ve un hombre fuerte y robusto capaz de mantener el cementerio seguro. No te dice nada ni parece acercarse a ti cuando te ve llegar.

Cisk se acercó pausadamente al vigilante del cementerio y, con todo el respeto que era capaz de reunir, lo saludó. -Hola, buenos días. Tienen un cementerio muy cuidado, he visto varios créalo, de pequeño fui sepulturero ¿sabe?-. ​ Pero por si acaso el velludo anciano no era de conversación fácil enseguida se acercó a la pregunta que cabía esperarse. -¿Conoce si han enterrado hoy a un hombre fallecido en un accidente que tubo lugar en la Casa Licorambarino?-

Noshi, que estaba acompañado de un hombre de rubias melenas, negó con la cabeza. La verdad que sí, comentó, lo enterramos esta misma mañana. ¿Por?

-Me lo parecía – Cisk empezó a recorrer con la mirada todo el cementerio   –He escuchado que continuamente hay problemas cerca de esa casa y da la casualidad de que me alojo, a mi gusto, demasiado cerca. ¿Saben que ocurre ahí? Terminar de esta forma… ¿Les dijo alguien como paso? Su familia, algún amigo…-

Tras confirmar los rumores acerca de lo ocurrido en la Casa Licorambarino continuaría con su camino.

-¿Serian tan amables de indicarme donde ha sido enterrado? En mi hogar es costumbre orar por aquellas personas  que han fallecido trágicamente. Dormiré más tranquilo-.

Noshi y su rubio acompañante, que iba vestido con túnicas muy hermosas, como indicando que aquel individuo parecía tener una posición social mucho mayor a la del enterrador, acompañaron al visitante a la tumba del recién caído.

Que yo sepa no pasa nada. Dijo Noshi. Aunque es cierto que llevan unos días tratando de robarles. No sé si buscan algo en concreto o no, pero son unas de las familias más ricas de la ciudad y es normal que tengan tantos ataques. Cuando llegaron a la tumba, Noshi agachó su rostro en función de respeto, guardó un minuto de silencio, y continuó con su relato. Era Camell Pieligeros,en la Mansión de los Licorambarino, el mejor sirviente que Tobías y la familia Licorambarino pudiera haber tenido jamás. Nadie se esperaba que los ladrones fueran tan violentos, y se pide al Gremio de ladrones, en caso de que sea cierto que existe, que haga el favor de no llegar a tales extremos. La familia de Pieligeros y Licorambarino sienten mucho la pérdida y están realmente afectados. La familia y amigos ruega una oración por su alma.

Como clérigo, también rezó una oración aunque dirigida a su siniestra deidad, cuyos designios no siempre había terminado de comprender del todo. Sin embargo tampoco era un requisito, al fin y al cabo muchos son los que sirven al Segador sin siquiera proponérselo, tal es la maldad de los hombres y ni Cisk ni Tormentos Cristalinos podía ser una excepción. La prueba, pensó, yacía justo en frente. 

Entonces habló taciturno, y sin desviar la mirada de Camell Pieligeros. No le gustaba hablar de su Señora, pues le recordaba que no tenía idea de cómo encontrarla y lo inútil que había sido hasta ahora en su empeño - Señor Noshi... parece que su cementerio solo recibe visitas de vez en cuando. Tal vez pueda recordar si vio una persona que ando buscando. Es una mujer de mi tierra, y si la conozco bien, habrá pasado a rendir una oración a los difuntos en este camposanto, como he hecho yo al llegar a la ciudad. Es una costumbre nuestra. Alta, nos sacaría una cabeza a los dos, con los grisáceos y muy reservada- Cisk esperó la respuesta como si sus dados estuvieran girando sobre un tapete de juego. 

La única mujer que ha venido por aquí en los últimos días, es una mujer que andaba investigando sobre el saqueo de tumbas. Aquello fue hace dos días, pero el caso es que desde entonces no ha vuelto a pasar ni una sola mujer.

No se sorprendió al escuchar lo de los saqueos pero cabeceó en señal de aprobación. Es harto conocido por todo el mundo que los ricos se entierran con sus preciadas posesiones y no faltan condenados dispuestos a jugarse el cuello para desenterrarlas. -Saqueos, son lo peor. ¿Suceden a menudo? ¿Que castigo les impone aquí la ley?- Sin darse cuenta Cisk se empezó a frotar los repelados dedos de las manos al recordar los azotes que se había ganado por esconder joyas o prendas cuando se llevaban algún cuerpo. Para él era como un juego: primero, el misterio de no saber que encontraría, y luego, el reto de tener que ingeniárselas para esconder lo que había robado sin que sus compañeros lo notasen.  

-Podría ser ella- asintió el joven al tiempo que su pútrido corazón se aceleraba. Cisk no creía que fuese tan descabellado pensar que esa mujer que investigaba saqueos y su Señora fuera la misma persona. Cuando era pequeño decían miles de excusas para andar removiendo por un cementerio y esa era una tan válida como cualquier otra. Como solían decir, “una mentira no está limitada por su falta de verdad, sino por la imaginación de quien la formula”.  –Da el perfil, tendría que conocerla, ¿No sabrá donde puedo encontrarla?-

“Dos días” pensó. Según sus cálculos le sacaban semanas de ventaja y su rastro se desvanecía en Tormentos Cristalinos. Ahora al llegar, podría ser que hubiera pisado este mismo suelo tan solo dos días antes. Es más, con tan poco tiempo, bien podría ser que siguiera en la ciudad.  

Hasta ahora no hemos encontrado a nadie saqueando, por lo que no hemos sido capaces de saber el castigo que le impondremos. Pero no, a menudo no suceden, o si no la guardia patrullaría estas tierras sagradas.

Sobre la mujer que buscas, hace dos días que no se de ella, es imposible saber dónde podría estar, o dónde podrías empezar a buscarla.