La cuestión de Apolo trajo a la mente de Lucrecia a su hermano, que tenía media docena de amigos, y no conocía el nombre de la mitad de ellos.
Estaba con nosotros hasta hace un rato, querido, explicó. Pelo muy corto, rostro alargado, mandíbula cuadrada, símbolo de Pelor. Ha ido a la catedral a presentar sus respetos.
Leonard miró al resto de sus compañeros mientras movía sus manos para evitar que se le entumecieran. Miró al resto de sus compañeros y les dijo con sinceridad;
-Ya hemos esperado bastante tiempo en la posada, no hay problema que esperemos por el un poco más, pero si se empieza a demorar, tendremos que ir a buscarlo. -Dijo, mirando al resto, mientras ocultaba su impaciencia.
Lucrecia se encogió de hombros. Cástor era un hombretón, y seguro que podía cuidarse solito y alcanzarles.
Cuando quieras entonces, Huesos. Tú guías.
Los guardias de la ciudad abrieron la puerta del Norte para dejar paso a los aventureros que estaban dispuestos a salir. A lo lejos pudieron escuchar bastantes gritos. Como si algo estuviese sucediendo en la ciudad. Aunque ninguno tenía claro de dónde procedían...
Después vieron llegar a Cástor en cuyo cuello brillaba el símbolo de Pelor pues los rayos del alba incidían sobre el colgante.
Lucrecia reconoció la cabeza rapada del pelorita acercándose a las puertas de la ciudad.
¡Cástor! llamó al sacerdote, levantando la mano para captar su atención.
Aparece Cástor en destinatarios, así que supongo que ha llegado.
/Hacia el dragón (donde digan Cástor, Huesos y Cólera).
Cástor apareció con paso acelerado, y símbolo divino colgado del cuello que reflejaba los rayos del astro rey, algo bastante apropiado dada la divinidad a la que representaba. Lucrecia fue más rápida y reveló la posición del resto, permitiendo al clérigo acortar distancias.
-Ya estoy aquí. Será mejor que nos pongamos en marcha, es un rato de viaje.
Guio, junto con Huesos, a todos hacia el Acantilado Verde.
- Te estábamos esperando. -Dijo algo malhumorado el saco de huesos.
Leonard una vez llegó la persona a la que esperaban, se preparó y comenzó el camino hacia donde les habían indicado que tenían que ir, siguiendo al resto del grupo en la aventura, pensando en que le depararía el futuro.
Al acantilado verde
Apolo observó a Cástor llegando, y su símbolo reluciente al sol, un sacerdote vendrá genial al luchar contra los muertos, pero primero debían sobrevivir al dragón, y sin más demora el grupo partió a la guarida de la bestia y Apolo siguió al grupo, ¿será una batalla acorde a lo esperado?, ¿o estaremos por enfrentar nuestra muerte?, en cualquier caso el pícaro creía que era conveniente estar en buenos términos con Lucrecia.
Al Acantilado Verde
Zarus se despidió de sus acompañantes de viaje al cruzar las puertas de la ciudad. Les deseó suerte y emprendió su camino hacia Puente Brandon. -Te veré pronto.- dijo a Lucrencia, aunque en verdad lamentaba su decisión de ir primero por el dragón. Esperaba que no fuera muy tarde para cuando volvieran, sin embargo, necesitaba poner al corriente a los otros sobre lo que estaba pasando.
A Puente Brandon.
Por fin había llegado Cástor al que todos estábamos esperando. Al menos no nos habíamos ido finalmente sin él.
Bienvenido. Todos estábamos esperándote, aunque algunos hubiéramos preferido empezar a avanzar camino. Ahora que ya estamos todos, en marcha. Un dragón nos espera.
Y me preparé a seguir a Cástor, que parecía ser el que conocía el camino.
Antes de volver a separarse, Lucrecia le entregó a Zarus la bolsa de monedas que le había dado Elianne para que hiciera las compras en Tormentos Cristalinos.
Devuélvesela a Elianne, le dijo. Y discúlpate por mí con las demás. Si no venís, iremos hacia allí en cuanto tengamos ocasión.
Elianne me dio 70 mo para las compras que pidió (eran 20 virotes, una tienda de campaña y raciones para 5 días, así que sobrará), y que se fue a hacer Zarus cuando nos separamos al entrar a la ciudad. Creo que no se las di (yo las tengo en mi inventario todavía), así que se las doy ahora. Si ya las tenías apuntadas, ignora esto.
/hacia Acantilado Verde.
- ¡Zíiiii! Cólera cerá laúnica ditudo Turmentus, kij kij kij - rió la fierecilla asomando desde su bolsa, ansiosa ya de ser el dragón con vida más grande del vecindario.
Hacia El Acantilado Verde