Partida Rol por web

Siseé impaciente al tocar antes de tiempo la punzada de la lanza y sentir una gran molestia. Antes de llegar a este mundo habría sanado en un abrir y cerrar de ojos, sin embargo, ahora debía esperar a que sanara con toda la paciencia que podía reunir.

De lo contrario, podía parecer demasiado débil como para que nadie confiara en mí, o incluso desconfiara, pudiendo decidir atacarme e intentar eliminar a una criatura de los infiernos.

Maldita humana, tienes tu merecido.

¡Maldición! Esto tarda mucho en sanar... ¿tan débil estoy?

Las maldiciones y las dudas se perseguían una y otra vez. De todos modos, lo unico que permanecía constante era mi nerviosismo, pues saltaba cada vez que un ruido sonaba más cerca de lo debido.

El tiempo pasaba y la herida no sanaba. Necesitaba ayuda ¿pero de quién? Era imposible en esta ciudad gobernada por los fieles del dios solar, cada movimiento que hiciera sería como jugar a la ruleta apostando mi vida. Bueno, quizás exageraba un poco, pero la verdad no era mucho mejor. Debía arriesgarme y dejar mi escondite, o el día se me haría eterno.

Quizás en ese salón de las rarezas del que había oído hablar. Únicamente tendría que estar preparado por si el dueño quisiera atraparme para después venderme, o exponerme como un animal.

El mayor negocio de Tormentos Cristalinos es la pesca, siendo la comida típica local el marisco. Esta pujante industria se centra en la sección suroridental de la ciudad, concretamente en siete grandes almacenes donde los pescaderos venden sus capturas a los engargados de limpiar y preparar el pescado, para después enviarlo a los mercados o restaurantes de la villa.

Cada uno de los almacenes está dirigido por una de las siete familias de pescadores residentes, con al menos pudientes arreglándoselas en los edificios apiñados a su alrededor. Las barcas de pesca abarrotan los muelles, donde el tráfico es intenso al amanacer y al traer las capturas al anochecer.

Esta sección de la ciudad también alberga el rentable gremio de pescadores; cada uno de los almacenes hace las veces también de casa gremial.

Viendo esos grandes almacenes llenándose de pescados y comerciando en grandes cantidades me parece que no es lo que necesitamos, buscamos uno mas pequeño, uno donde vendan de persona a persona y no negocio a negocio, y además un negocio que venda, o al menos intente vender, todo lo que cae en sus redes, entonces lo veo un pequeño almacén que intenta crecer para competir con los otros y me dirijo directo hacia el, buenas tardes, mis compañeros y yo estamos interesados en comprar algunos pescados y preguntar sobre algunas algas.

Aaaah, el olor del mar. Esa maravillosa mezcla de salitre, tripas de pescado y lobos de mar con escasas nociones de higiene. Qué ganas de salir corriendo que le estaban entrando al bufón. Peeero tenían una tarea que cumplir. Y si además podían comprar pescado barato para comer algo, mejor.

Apolo fue el primero que se acercó a hablar con uno de los paisanos que deambulaban por los almacenes de pesca, haciendo las preguntas pertinentes que necesitaban ver respondidas.

 -Lo que ha dicho mi buen amigo. Porque no dudo que en este maravilloso lugar tendrán pescado fresco y a buen precio, así como el mayor conocimiento de la vida marina de todo Tormentos Cristalinos, ¿verdad?

Leonard miró a sus compañeros y les preguntó;

-¿Estáis seguros de que queréis pescado fresco? Sale mejor buscar algo listo, porque dudo que cualquiera de ustedes tenga que, o donde cocinar. -Dijo, y tras eso, busco algún puesto de pescadores y tomando la muestra de alga que tenía, pregunto - Disculpen, buenos hombres, por favor, ¿Me podrían ayudar a encontrar de donde proviene esta alga, o donde es que se venden el plato o el alimento que más la contenga? -Dije, mirándolos, buscando la ayuda de estos.

 -Yo tengo magia con la que puedo hacer una hoguera en la que podemos asar los pescados, si la necesidad aprieta. Y los peces crudos siempre serán más baratos que los cocinados.

Que él sólo tenía 5 piezas de cobre en su haber. Y ganar dinero en aquella ciudad estaba demostrando ser una tarea increíblemente complicada y amarga.

Apolo se acerca a su maquillado compañero, Tal vez no tenga un equipo para cocinar, pero apoyo a Enzo, una fogata es suficiente para cocinar unos pescados y ni siquiera sera necesario desperdiciar un hechizo en ello, para eso sirven los yesqueros, 

Apolo se acercó a un joven pescador que parecía algo menos ocupado que el resto. Pero cuando le hizo aquella pregunta, se puso colorado y parecía morirse de la vergüenza. ¡Oh! ¡Hola! ¡Claro, sí! Solemos vender pescado a los cocineros de la ciudad, no estamos acostumbrados a que vengan hasta aquí para pedírnoslo. Pero decidme, ¿qué queréis comprar?

Luego miró lo que Leonard le enseñaba. Eran unos escasos restos en un platillo, algo complicado de adivinar. Pues sí, parece algún tipo de alga. Dijo con cierta duda. Pero aquí no acostumbramos a vender algas, tan solo pescados. Respondió una vez más con mucha vergüenza y con la cara coloradísima.

Apolo observo al hombre de manera calmada, entiendo, pensé que podrían saber algo, uno creería que tienen algún tipo de experiencia con estas cosas, señala al plato seco, en cualquier caso ¿que tipos de pez tienen en existencia y cuales son sus costos por menudeo? unas mojarras o truchas podrían estar bien si es tan amable, discretamente el pícaro observa los alrededores detrás del pescador y al pescador mismo buscando algún indicio respecto a algas.

A Leonard le pareció un poco extraño que el pescador le diera tanta vergüenza hablar con ellos, pero no le prestó atención al detalle. Mientras dejaba a Apolo negociar por el tema de los pescados, le preguntó;

-Disculpa, si ustedes no las venden, ¿Sabes dónde podrían haberlas conseguido, o si hay alguien que las venda, o las entregue directamente a la capilla de Obad-Hai? Estamos investigando una desaparición, y la única pista que tenemos es esta alga. Nos ayudaría muchísimo si nos pudieras decir que sabes de esto, cualquier información o pista nos bastaría. –Dijo Leonard, intentando caerle bien y darle a entender la urgencia de la ayuda que necesitaban.

¡Fantástico, fantástico! Un pescador que les hacía caso y que además era amable, ¡qué majo el buen hombre!

 -Yo añadiría que si tenéis algo de pescado que esté comestible aunque su aspecto no sea el mejor, lo tomaremos. Ya sabéis, esas piezas a las que le falta una aleta o que son deformes, esas que los restaurantes no quieren.

Mientras se pudiera comer, lo demás al bufón le daba igual. Respecto al alga, sus compañeros ya habían preguntado todo lo que hacía falta preguntar, por lo que no añadió comentario alguno.

Lukas contestó a Apolo y Enzo y led habló de todos los pesados disponibles que en función de su calidad y su tamaño rondaban entre las 2 y las 4 piezas de plata. 

Cuando Leonard volvió a sacar el tema de la investigación, el tipo se quedó algo pensativo y volvió a ponerse colorado. Pues como ya le digo, aquí las algas no se comercializan. Así que es posible que las encontrara en algún otro sitio. ¿Habéis preguntado en los astilleros? Comentó el pescador.

Leonard no pudo evitar sorprenderse un poco por el precio del pescado. Con una moneda de plata comía un día y dormía en una buena posada, pero bueno, el no cuestionaría eso, porque no pensaba comprar pescado. Miró a sus compañeros tras las palabras del pescador y le dijo;

-Buen hombre, muchas gracias por su ayuda y recomendación. Iremos a los astilleros a averiguar si alguien sabe algo. –Dijo Leonard, tras lo cual se alejó un poco de sus compañeros y dijo- Cada vez no estamos acercando más al meollo del asunto. Quién sabe que encontraremos en los astilleros, pero sea lo que sea que encontremos, debemos estar preparados. El pescado está demasiado caro para su compra, por lo que a menos que quieran comprar, yo emprenderé camino hacia el astillero. –Dijo Leonard, tras lo cual los esperó a que tomaran su decisión y emprendió el camino.

Mierda, se le salía de presupuesto, otra vez.

 -Muchas gracias por todo, caballero. Cuando gane alguna moneda de plata, tened por seguro que la gastaré en vuestros maravillosos pescados.

Al menos habían conseguido una pista gratis. Algo era ello.

 -Bueno, prosigamos la investigación. ¡Es curioso que tan cerca del mar lo único que no estoy haciendo es "nada"! ¡Jajajajajajajajajajaja!

Y riéndose como un lerdo de su propio chiste malo, el bufón siguió a sus compañeros a los astilleros. A ver si averiguaban algo de esa dichosa alga.

Tras no lograr notar nada sospechoso tras aquel hombre y escuchar los precios decido seguir a mis compañeros, Gracias por sus finas atenciones caballero, que tenga buen día, me doy la vuelta y me retiro, parece ser que le dan mucha prioridad a los mayoristas, es una pena.