Los sirvientes de la señora de Oasis Salino no tardaron en preparar todo aquello que le habían dicho. Un par de renos tiraban del trineo que le habían ofrecido y éste iba cargado con todo lo que habían acordado. Apenas unos minutos más, Socar se reunió junto al resto de sus compañeros.
Tal y como había prometido, el forjado no tardo en regresar, de hecho, sus compañeros, pronto pudieron comprobar que no había hecho solo. Un trineo tirado por dos renos y cargado de ropa de abrigo iba con él, cortesía de la señora Hielo Sagrado, cuando llegó hasta la altura del resto de miembros de la compañía, Socar se dirigió a ellos.
-Ahora ya podréis abrigaros, la señora Hielosagrado confío en nosotros para realizar el rescate de su hermana y como muestra de gratitud ha accedido a facilitarnos parte del equipo que podríamos llegar a necesitar para ello, a parte me comunicó el lugar en el que podremos encontrar a la hechicera.- "Espero que vuestra compañía sea amplia" Aquellas palabras resonaron en su mente justo después. Socar era demasiado orgulloso para admitirlo, pero una parte de él sabía que tal vez necesitasen contar con un mayor número de mercenarios, anteriormente su fracaso se había cometido por ese mismo motivo. -Accederá a pagarnos doscientas piezas de oro más todas las recompensas que logremos rescatar de la guarida de la hechicera. Podemos partir ya mismo.-
Dagmar se puso en pie, se sacudió la nieve del trasero y se acercó al trineo para rebuscar entre las prendas.
¿No le dijo qué podemos esperar de la hechicera? preguntó, con los brazos metidos hasta el codo entre las extrañas texturas de aquellos tejidos. Aparte de más frío. O el motivo de que haya decidido maldecir ese lugar en concreto y secuestrar a esa mujer.
Socar volvió la cabeza hacia Dagmar. -Habita en un palacio de hielo, está claro que sus poderes arcanos están relacionado de algún modo con ese elemento. En cuanto a el porqué de su forma de actuar, no me interesa lo más mínimo, es una hechicera, no responde a una autoridad superior como lo haría un clérigo o un druida, a diferencia de estos su poder es innato por lo que lo más seguro es que se deba por una deuda o afrenta y en ambos casos dudo que me hubiese dicho la verdad de haberla preguntado. En cualquier caso, esos motivos son nimios mientras Hielosagrado cumpla con lo prometido.- El paladín golpeo con la punta de su bota metálica el trineo. -Avituallaos con las prendas y preparémonos para marchar a no ser que tengáis algo útil de verdad que queráis discutir antes de salir.-
Si nadie dice lo contrario y todos nos equipamos usaré el mapa para guiar al grupo hasta el palacio de hielo de la hechicera.
El karuth comprobó la eficiencia con la que el paladín de Hextor había obrado y, sería digno de elogio, pero no apreciaba los cumplidos, sólo las acciones. De manera que se puso en pie y comenzó a vestirse de inmediato.
Una vez protegido por la ropa abrigada se permitió un escalofrío desde la punta de los pies hasta la coronilla, ciertamente era obra mágica lo que allí ocurría.
- Estoy listo cuando deseeís, el destino aguarda y la fortuna también -se permitió una sonrisa hacia los demás antes de cerrar los ojos y elevar un rezo hacia la Dama Carmesí.
Los dioses les permitirían volver a tener otra pausa para narrar sus aventuras, había tanto que se había quedado con ganas de saber de los demás.
Thorgüs vio llegar a Socar con un trineo cargado, tras las explicaciones pertinentes se acercó y rebuscó algo que no le quedará ni muy grade ni muy pequeño.
Mientras se vestía se dirigió al paladín. ¿Doscientas monedas de oro y todo lo que podamos saquear será para nosotros? No parece un rescate fácil viendo la recompensa. Así que mientras viajamos puedes contarnos lo que has pensado para poder llevar a cabo el rescate. el enano terminó de vestirse y le dejo otra.pregunta en el aire a Socar. ¿Algo importante que te haya contado y se te pasara mencionar? ¿Algún punto débil o entrada secreta al castillo?
Listo para partir.
Dagmar dejó pasar el dardo, concentrándose en los excesivos ropajes. Cuánto abrigo, se preguntaba al vestirse con los abrigos, era suficiente, y cuánto demasiado.
Señala el camino hacia el palacio y te seguiremos, dijo al acorazado, una vez estuvo lista.
Por mi parte, /hacia el palacio de hielo.