Partida Rol por web

-De acuerdo señorita Aydi, buscaremos a ese hombre y limpiaremos su nombre para que el teatro vuelva a ser el mejor teatro que haya existido! diría entusiasmado y lleno de confianza intentando contagiar a la actriz y así poder conseguir algún tipo de incentivo o recompensa por lo que intentamos hacer.

-Que te parece Yaotl, una pequeña visita a ese tal Daryn no estaría mal! diría mientras apretaba mis puños intentando convencer a la señorita que todo lo hacíamos por ella.

Al notar que el lagarto se habia ido, Ban se percato que el cielo habia oscurecido y que tal ves Yaotl se habia largado a dormir sin avisarle antes.

"Por que demonios no me habra avisado" pensaba molesto mientras se despedia de la señorita Aydi.

Tras aquella pequeña accion se dirigiria de vuelta a la driada bailarina a pedir posada, el sueño ya entraba en su ser.

Este gradioso teatro tiene casi tres pisos de alto. Su fachada muestra intrincadas tallas de famosos personajes de casi una docena de obras y óperas bien conocidas (la mayoría de los cuales serían difíciles de reconocer para el obrero medio de Tormentos Cristalinos), así como arios personajes de producciones facilonas más populares (sobre las cuales los ciudadanos de clase alta de la villa fingirán un total de desconocimiento).

Un gran auditorio de tres plantas llena la mayor parte del teatro. La planta baja cuenta con bancos bajos de piedra, abiertos a cualquiera que pague 1 pieza de plata de entrada. Por desgracia, no todo el elevado escenario es visible desde este nivel. El piso intermedio tiene asientos más cómodos y permite una buena vista del escenario, aunque cada localidad cuesta 5 piezas de plata. Los mejores asientos del lugar solo los palcos privados que bordean el piso alto. Cada uno puede acomodar a seis personas y cuesta 10 piezas de oro por cabeza.

El edificio del teatro era maravilloso. Ciertamente, una digna institución para los artistas. El problema era que había que pagar y Enzo no tenía dinero suficiente para permitirse una entrada. Qué remedio, tendría que recurrir a su encanto. Acercándose a la entrada, el bufón buscó al primer miembro del personal del teatro que estuviera a la vista.

 -Disculpe, ¿podría ayudarme? ¿Dónde está la entrada de artistas?

Cualquiera vería que Enzo estaba vestido como un bufón, se movía como un bufón y llevaba maquillaje suficiente en la cara como para arreglar a tres muchachas para una fiesta, ¡justo como los bufones! Si no le identificaba como el artista que era, es que necesitaba unos ojos nuevos.

Esta es la entrada de artistas. Pero, ¿tú quién eres? Preguntó la persona que se hallaba en la puerta sin reconocer al bufón que tenía frente a él.

Enzo se hizo el ofendidísimo.

 -¿Qué cómo? ¿Qué quién soy yo? ¡Por favor, ¿es que nunca ha oído hablar de Vincenzo Biancarella?

Se irguió muy digno mientras dejaba que le vieran bien. Porque a pesar del agua que caía, los colores de la ropa de artista de Enzo aún dejaban claro quién era él.

 -Enzo el Multicolor, Rey de Bufones y Bufón de reyes. ¡El artista de la comedia más grande que haya visto el mundo! Sólo las piedras y los que odian el arte no me conocen. Ahora, ¿me dejarás pasar? Tengo asuntos personales que atender dentro del teatro.

Ajam... dijo sin prestar demasiada atención a Vincenzo. Pues no, nadie me ha dicho que alguien como tú tuviera que llegar hoy, así que no, no tienes acceso por lo que no te dejo pasar, lo lamento.

¿Pero qué demonios? ¿Qué clase de obtuso patán tenían allí de empleado que no era capaz de reconocer a un artista cuando le tenía delante? Enzo suspiró ruidosamente, dejando clara su frustración antes de decir:

 -Bien. Muy bien. Requetebién. ¿Con quién tengo que hablar para que me autoricen el paso? ¿Es con tu jefe o con el jefe de tu jefe? Quiero, no, ¡exijo una cita para hablar con el que se encarga de contratar a los artistas del teatro! Tengo algo más que importante que ofrecer a esta ciudad y nadie me va a impedir que lo consiga.

Casi se le había olvidado el motivo por el que estaba allí, que era averiguar toda la información que pudiera sobre Mires. Que sí, que esa misión era importante, pero hacerse valer como artista lo era aún más. Así que no pensaba irse de allí sin haber hablado con el director del teatro o quien fuera el que cortaba el bacalao por allí. Por su orgullo de comediante.

Ahora mismo no se encuentra, si quieres puedes dejarme tus datos o venir esta tarde cuando estemos abiertos y disfrutar del espectáculo. Una vez dentro ya sería más fácil que accedieras para hablar con la directora. Dijo zanjando el asunto.

Asintió al escuchar eso.

 -De acuerdo, le dejaré mis datos y me pasaré a última hora de la tarde. Apuntad bien: Vincenzo Biancarella, Rey de bufones y Bufón de Reyes, también conocido como Enzo el Multicolor.

El bufón se irguió orgulloso después de presentarse.

 -No olvidéis avisar al director del teatro. Soy lo mejor que le habrá pasado a este establecimiento en tres generaciones.

Juntó los talones en un rápido movimiento e hizo una reverencia a modo de despedida.

 -Os veré más tarde. ¡Disfrutad del día!

Y con la misma, se marchó de allí, pensando cuál podría ser su siguiente movimiento a realizar. Ya había agotado las fuentes de información que le parecían más accesibles por su profesión, así que habría que intentarlo con otras diferentes. Con paso vivo, a pesar del frío que hacía, Enzo se encaminó hacia el ayuntamiento. Porque si no podía averiguar nada sobre Mires de manera indirecta, tendría que ir a indagar al objetivo de sus bollos encantados directamente. Sólo esperaba que alguien dekl consejo de la ciudad se encontrara en el ayuntamiento.

Este gradioso teatro tiene casi tres pisos de alto. Su fachada muestra intrincadas tallas de famosos personajes de casi una docena de obras y óperas bien conocidas (la mayoría de los cuales serían difíciles de reconocer para el obrero medio de Tormentos Cristalinos), así como arios personajes de producciones facilonas más populares (sobre las cuales los ciudadanos de clase alta de la villa fingirán un total de desconocimiento).

Un gran auditorio de tres plantas llena la mayor parte del teatro. La planta baja cuenta con bancos bajos de piedra, abiertos a cualquiera que pague 1 pieza de plata de entrada. Por desgracia, no todo el elevado escenario es visible desde este nivel. El piso intermedio tiene asientos más cómodos y permite una buena vista del escenario, aunque cada localidad cuesta 5 piezas de plata. Los mejores asientos del lugar solo los palcos privados que bordean el piso alto. Cada uno puede acomodar a seis personas y cuesta 10 piezas de oro por cabeza.

Televad no tenía oro para pagar la entrada. Eso lo sabía. Igualmente se acercó a la taquilla a hablar con el empleado.

-Hola, buenos días. Disculpe, me gustaría conocer a los artistas cuando acaben de ensayar. Podría indicarme por donde salen? No pretendo más que charlar con ellos y quizás otorgarles la bendición de mi dios -dijo, enseñando su símbolo sagrado.

- Pues tienden a salir a descansar por las tabernas de los alrededores, normalmente sobre el mediodía o el ocaso. Comentó la persona encargada de la taquilla.

-Oh no! No soy una persona dada a la vida nocturna! Me refería a la PUERTA por la que salen a la calle. Ya sabe, donde los aficionados les esperan para pedirle autógrafos.

Televad se lamentó por el malentendido. Odiaba perder tiempo en explicaciones.

Dame un segundo que llamo a alguno de ellos. Dijo un poco molesto pues empezaba a resultar un poco pesado aquel tipo.

Al rato, el recepcionista llegó con alguien, buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarle? preguntó una mujer de belleza exótica.

Televad se mostró humilde y solícito.

-Oh, vaya! No pretendía molestar a nadie, le ruego me disculpe! En mi ciudad natal es costumbre esperar a los artistas en la salida trasera del teatro para compartir con ellos una breve conversacion y pedirles autógrafos. Tan sólo me gustaría saber donde puedo esperarlos para eso. Soy un gran aficionado al teatro y me gusta conocer a los artistas.

La función es esta tarde, y termina cuando llegue el ocaso, normalmente suelen salir de aquí sobre ese momento del día y se suelen dirigir a la taberna más cercana, la Destilería de la Rana Azul. Allí suelen celebrar lo bien que ha ido la función y se toman algo. Supongo que si estás sobre esa hora, podrás hablar con ellos. Curiosamente aquella mujer hablaba en segunda persona, dando a entender que o bien ella no era miembro de los artistas o ella no salía a celebrar nada.