Partida Rol por web

Lictea se quitó sin pudor alguno parte de su ropa, al igual que Lomenar. Después de todo la armadura de cuero, aunque estuviera mojada, le cubría lo que en la ciudad decían que eran las "partes impúdicas". Todo eso para la mujer era una soberana tontería. Estaba contenta por tener allí a Andrey que se preocuparía de secarles la ropa y tenerles todo listo para cuando ellas regresaran.

- Vamos, no tardaremos.- Lictea era una exploradora excepcional. Entre ella y su lobo Lico no tendrían problema alguno.

Kranj pensó que todo había acabado para él. La corriente era fuerte y empujaba hacia el fondo, no parecía haber posibilidades de que nadie pudiera ayudarlo, cuando de repente, un delfín apareció para rescatarle en el momento justo antes de perder el conocimiento a causa de la falta de oxigeno y la cantidad de agua que había tragado.

El clérigo salió del lago, unos segundos después que Lictea, escupiendo toda el agua que por poco le quita la vida. Agradeció a la criatura marina que le había salvado y esta, un segundo después, desapareció. Pudo observar que la magia que lo había traído fue la de Lomenar, la cual le esperaba con una sonrisa. Kranj se incorporó y se puso en marcha, luego de un breve intercambio de palabras del que se concluyó, que Andrei se quedaría en el refugio, haciendo fuego para secar la ropa, mientras ellos buscaban las huellas del lagarto.

Al llegar al refugio, la sugerencia de Andrei sobre quitarse la ropa, hizo algo de desacuerdo en el clérigo. No le agradó el hecho de que Lomenar tuviera que desnudarse en presencia del guerrero, pero este entendió el gesto de desaprobación y en acto de respeto se giró completamente dandole la espalda a Lomenar, lo que Kranj imitó pues Lictea empezó a quitarse la ropa sin previa advertencia; no porque le produjera algún tipo de pudor aquel acto, sino porque quería lucir como un caballero y de esas cosas Andrei parecía saber mucho mas.

Una vez el clérigo se deshizo de la ropa mojada y se puso la armadura o lo que pudiera llevar de ella, revisó su mochila a ver si habían mas cosas mojadas que necesitara secar, y ya listo intercambió unas palabras mas antes de salir. Estas seguro de quedarte acá? Podríamos dejar todo secando e irnos. También hará falta algo de comida, aunque con tanta agua he perdido el apetito, pero ya llegará el hambre y me temo que no seremos ha los únicos que les pasará lo mismo. Los lobos volverán, es muy probable que suceda. dijo a Andrei en un primer momento, antes de pasar a hablarle a todos.

-No creo que se repita el encuentro, los lobos reconocerán el olor de quien les puso en fuga una vez. Prefiero terminar el refugio y que en el peor de los casos pasemos la noche de la manera más confortable posible, si encontráis raíces, fruta o algo de caza no estaría de más.-se le veía confiando en sus propias predicciones. No tenía por que haber más problemas.

- Sí, no creo que vengan.

Lomenar observó el sol... era media tarde, ¿cuánto podían tardar en copiar una huella del suelo?

- Ya no me quedan raciones, pero si quieres podemos cazar algo aunque si somos ligeros hasta podríamos dormir en la ciudad. - dudaba - Yo prefiero aquí afuera, pero en una cama hay más intimidad...

Recordó que aunque fuera de la vista de Andrey seguía medio desnuda. Lo mejor era dejar ciertos pensamientos para más adelante.

- Entonces ¿queréis que cacemos algo? Nos llevará más tiempo.

Las druidas consiguieron recolectar algo de comida para los cuatro y así poder apaciguar el hambre que empezaban a sentir. Tampoco tardaron mucho en hacer la impronta de la huella que buscaban, aunque aquello podía pasar por un dibujo mal hecho y tampoco significaba que fuera a ser garantía de nada.

Mientras tanto, y a lo lejos, pudieron ver a un grupo de humanoides que se acercaban a los cultivos de los Licorambarinos. Estaban demasiado lejos para verlos con claridad, pero sí que parecía un grupo más numeroso que ellos.

La huella no había salido ni de lejos como Lomenar quería, pero al menos era algo a escala real y la forma se veía más o menos. Con que se pudiera comparar con el pie de un hombre lagarto sería suficiente. Habían muchas huellas en los campos por lo que una segunda comprobación sobre el terreno podría aclarar cualquier malentendido.

Por el camino recolectaron algunas bayas y frutillas del bosque, no sería una gran cena pero aguantarían sin problema.

A lo lejos había un grupo de gente. Lomenar intentó aguzar la vista para determinar cuantos eran, pero estando medio desnuda tampoco tenía ganas de que la vieran.

- Creo que ya tenemos todo, volvamos al refugio a ver si la ropa está seca. Si aún no es muy tarde creo que podemos plantearnos regresar a la ciudad. Por cierto, ¿podéis ver quienes son esos? desde aquí no los veo muy bien.

Andrey se había sumido de lleno en sus tareas, no era un gran constructor pero con tiempo y esfuerzo si que consiguió pulir los cuatro apaños que necesitaba aquel lugar para ser un refugio seco y algo más confortable. Hizo un buen acopio de leña en el interior, ya se iría secando con el tiempo, y procuró que todos los enseres se secasen adecuadamente. Era muy meticuloso en cuanto hacia, mucho más ahora que tenía algo de tiempo.

Las mujeres acabaron el trabajo rápido y, al menos Lictea, esperaba encontrar el campamento adecentado al regresar. 

- Aquí tenéis algo de comida.- Dijo a los dos hombres ofreciéndoles su ración de comida que ella tenía a bien en otorgarles. Asintió a la propuesta de Lomenar de volver a la ciudad, si es que no cerraban las puertas antes con el ocaso. No es que le importara pasar la noche a la intemperie, pero tenían cosas que hacer.

- No sé, pero van a dos patas y son más que nosotros.- Los "dos patas" solían ser más problemáticos que los animales. La mujer se puso la mano a modo de visera y entrecerró los ojos para ver con más claridad.

Kranj ayudó a sus compañeras druidas a recolectar comida y sacar la huella del lagarto para mostrarla como evidencia ante el señor Licoambarino y el embajador de los hombres lagartos.

Ya cuando terminaron, la sorpresa de ver a un grupo que se acercaba a los cultivos, le dejo en sobre alerta. Será mejor que mantengamos la distancia y les observemos desde lejos. propuso el clérigo.

Aquel grupo era bastante numeroso, se trataban de diez hombres lagarto que pasaban por allí, pero sin hacer nada en contra del viñedo. No parecía que hubiera visto a los aventureros.

- Hombres lagarto...- Seguramente sólo salieran de la ciudad para ir a alguna parte. Lictea se quedó a la espera, no fuera a ser que los acontecimientos le dieran una desagradable sorpresa.

He escuchado que hay grupos salvajes de hombres lagartos. Parece que no nos han visto mejor que sea así. Vamos por nuestras cosas y observemos desde lejos. al clérigo no le daba buena espina que un grupo tan numeroso se dirigiera a los viñedos.

Lomenar estaba confusa. La huella que había obtenido, más bien una pobre impresión, era suficiente para demostrar que había algo por allí rondando que no era un hombre lagarto.

Pero ahora al observar el numeroso grupo de hombres lagarto, dudaba. ¿Y si era verdad que habían grupos de hombres lagarto que destrozaban los viñedos? Desde luego iban a dejar muchas huellas, por lo que la impresión que llevaba no iba a demostrar que los hombres lagarto no pasaban por allí, pero ya contaba que huellas de hombres lagarto habrían. Su idea era demostrar que había algo más.

Sumida en sus pensamientos se dejó llevar por Kanjstar y Lictea, era prudente que no los vieran ya que desconocían sus intenciones. Estaba tan absorta en sus pensamientos que cuando llegó al refugio no se cubrió de la mirada de Andrei, con total naturalidad tomó sus ropas que ya estaban secas y se las puso.

- ¿Qué hacemos? - Andrei había hecho su labor y el refugio estaba confortable para pasar la noche, pero aún era pronto y quizás llegarían a las puertas de la ciudad antes del cierre. Llevaban comida para cenar por el camino o allí mismo. - Creo que da tiempo a regresar a la ciudad, pero tenemos comida y podríamos quedarnos por aquí.

- Tampoco me hace mucha gracia quedarme con ese grupo de hombres lagarto rondando.

- Si nos vamos, tiene que ser ya.

Los colores de Andrei se subieron mucho más rápido de lo que Lomenar tardo en entrar en al refugio, dándosela la vuelta rápidamente totalmente ruborizado. La ropa y las pertenencias de su compañeros estaban secas, y lo que le hubieran confiado estaba en mejores condiciones que cuando regresaron, armas aceitadas, herrumbre rascada y cuerdas anudadas por poner algunos ejemplos. La humedad había desaparecido casi en su totalidad del interior del refugio y el agujero para el humo estaba en un costado con un codo de barro seco que giraba noventa grados, así el aire frío no entraba por la improvisada chimenea. En un esquina una única gotera no se había tapado dejando caer el agua sobre un agujero cubierto de piedras y madera similar a un improvisado cubo donde permitía que se acumulase cierta cantidad de agua por lo que pudiera ser. La leña acumulada dentro se había ido secando a lo largo de la jornada, pero dada la cantidad apilada era mejor coger de la parte de arriba, ciertamente no era el lugar más confortable del mundo y carecía de la mayoría de comodidades que podía dar un sitio civilizado, pero por el tiempo y el esfuerzo dedicado era un gran cambio tras la noche anterior.

-¿Hombres lagarto rondando por aquí?Ahora que tenemos el refugio algo más preparado a lo mejor sería interesante vigilarles para ver que es lo que hacen en esta zona exactamente.- propuso cuando sus compañeros ya estuvieron vestidos y una vez se hubo repuesto del rubor inicial.

Los cuatro aventureros se quedaron vigilando al grupo de hombres lagarto que no les vieron. Todos pasaron de largo y se marcharon sin más, atravesando los viñedos pero sin hacer ningún acto bandálico sobre ellos. Sin duda sería que aquel camino les pillaba de paso.

Kranj se quedó al pendiente de observar el recorrido de los hombres lagartos y con ello salir de la duda, de si tenían algo que ver con los destrozos en los campos. Ahora quedaba claro que el único responsable era el druida renegado.

Ya todos se había terminado de cambiar, aunque a Kranj le seguía importunado un poco el tema de la falta de privacidad -Lo mejor sería intentar volver a la ciudad y ver si logramos hablar con algunas de las partes interesadas en todo este asunto.- propuso el clérigo. Era la idea mas prudente y tal vez, sugerente ante la idea de buscar esa privacidad que le faltaba junto a Lomenar.

- Parece que van a alguna parte fuera de la ciudad.- Pero nada que ver con los destrozos de los campos de los Licorambarino, como ya sabían.- Por mí volvemos a la ciudad, también. A ver si podemos dar por concluido este asunto.

Lomenar se había sentado junto a Kranjstar. Se notaba el trabajo realizado por Andrey. Para la muchacha, acostumbrada a estar a la intemperie, aquello era un lugar muy cómodo. En cuanto su chico hizo la propuesta de volver a la ciudad, inclinó la cabeza sobre su hombro, asintiendo.

- Iré donde quieras que estés.

Ahora que podía relajarse un poco, Lomenar reflexionaba sobre los intensos sucesos del día. La probabilidad de que ese druida fuera su padre era remota, pero le había hecho recordar a su madre. Hoy especialmente la echaba de menos y sentía más sola que otros días. El contacto con Kanjstar era reconfortante y estar rodeada por sus amigos le hacía sentirse extrañamente protegida. Era una sensación agradable.

- Has trabajado mucho en este refugio, Andrey. Tanto si regresamos como si no, quedará como un buen sitio para cualquiera que necesite pasar la noche por aquí.

Se incorporó.

- Si nos vamos, ha de ser ya, no cierren las puertas de la ciudad y al final nos quedemos fuera.

Vista la unanimidad de sus compañeros no sería el quien pusiera pegas. Ya lo tenía todo recogido, seco, preparado y listo al llegar a destino solo tendría que preocuparse por limpiarse las botas del barro del camino, lo común con aquel clima.-De acuerdo, volvamos a la ciudad. Si el refugio algún día le sirve a un viajero en apuros ya me doy más que por satisfecho, o para los cazadores de la región. Si queréis dejar algunas marcas en los arboles para señalizar el sitio para que la gente del bosque la reconozca por mi no hay ninguna pega.-se colgó la mochila a la espalda y se dispuso a partir hacia la ciudad junto con el resto.