La Basílica de Santa María dei Frari, era Basilica famosa en Venecia ya que habia sido construida por los Franciscanos y algunos voluntarios entre la población. Pertenecía a la orden Francisca y aceptaba la visita de cualquier persona mientras que venga a la Basilica con buenas intenciones. Su diseño era uno algo inusual en el momento que se creo pero pronto fue tomada por muchos de los nobles de la ciudad para rediseñar sus mansiones. Es comúnmente conocida para el pueblo como la Iglesia de los Frailes.
Dentro ahora mismo no solo se encontraban los Franciscanos que siempre estaban sino que hace poco habían ingresado dos ínviduos, tres si se contaba al cruzado, que se encontraban buscando a la misma persona aunque no lo supieran en ese momento. Uno de ellos era un obispo parisino que no terminaba de acostumbras a las rarezas italianas aunque esperaba no encontrar nada de eso en este santo lugar, mientras la joven ahora vestida de chico entraba entre otras razones para ayudar a su ciudad que se encontraba en peligro por un mal mas grande que ella.
Al entrar no pudieron sino mirar al otro con curiosidad. Era muy temprano a la mañana y aunque sabían que todos los franciscanos estarían ahí con seguridad, no podían hallar a quien buscaban.
Ignoren que el edificio se construyo años despues :P
La noticia de la muerte de un joven monje franciscano había preocupado a Claude lo suficiente como para dedicar una tarde a ir a ver a la congregación en Santa María dei Frari. Massimiliano había demostrado tener una sensibilidad especial, una intuición que solo los mejores jueces de la Iglesia poseían. El obispo había pensado proponerle planes para el futuro, por ello debía descubrir si efectivamente había muerto o no.
Tras entrar en la nave principal, Claude se persignó mirando hacia el altar del fondo y rezó una corta oración a la Asunción de la Virgen. Jaçques, en cambio, se quedó junto a la puerta de la basílica, mirando hacia el interior. Convenientemente prefería no entrar con armas en el lugar santo.
El obispo miró alrededor. Allá a lo lejos había algunos monjes, pero nadie en sus proximidades. Nadie... hasta que vio a un jovenzuelo entrar. Y vaya si le extrañó verle allí: o era un devoto extraordinariamente joven, o había venido a robar... Acercándose lentamente para interponerse en la trayectoria del joven, se detuvo inhiesto cuando estuvo frente a él.
-Buenos días, jovencito... -saludó con neutralidad y su peculiar voz grave y profunda-. Dime, ¿qué te ha traído por aquí?
Obviamente no esperaba ninguna respuesta concreta, pero era la mejor manera de entablar contacto con él antes de dar el siguiente paso.
¡Esa basílica es to' chula! Y me llamó la atención las tumbas colgadas por fuera xD
Leonor había estado dándole muchas vueltas a la forma en la que debía hablar con el Franciscano una vez que llegara a la Basílica de Santa María dei Frai. Ahora que se encontraba en ese lugar santo, le asaltaron incluso bastantes más dudas que antes, sobre todo teniendo en cuenta las preguntas que tenía que hacerle al amable monje.
No obstante allí estaba, contemplando la magnífica obra arquitectónica que se alzaba ante ella abrumando sus sentidos, mientras algunos curiosos la miraban con desconfianza a causa de su aspecto desaliñado y recubierto del polvo y de la suciedad que utilizaba para ocultar aun más sus rasgos femeninos ante cualquier espectador que le prestara un mínimo de atención.
Y fue en ese preciso instante, cuando dos extranjeros entraron en la basílica a la par que ella, lo que hizo que la huerfanita se mostrara algo intranquila. Ella conocía la fama de aquel hombre santo, puesto que las ropas que vestía rebelaban de una forma inconfundible tanto su estatus como su cargo. Nada más verle, junto con el caballero que claramente parecía su escolta, un cosquilleo comenzó a recorrer el estomago de la joven. Ella debía entregarle un mensaje muy especial al obispo pero… ¿Cómo lo haría sin que la condenara por bruja ante la santa inquisición?
Aun estaba dándole vueltas a su dilema interior, cuando el mismísimo obispo se dirigió a ella, en lugar de ignorarla mientras esperaba a que le atendieran como habría sido lo normal en aquel lugar santo que solía admitir a todo aquel que no viniera con malas intenciones.
-Buenos días su excelencia reverendísima – Respondió la joven disfrazada de muchacho usando su título oficial, haciendo una reverencia por la cintura, tal y como era el saludo de rigor, pero sin atreverse a besar su anillo por miedo a que pensara que se lo querría robar – He venido a ver a uno de los monjes que habitan en la basílica. El padre Massimiliano… Estoy esperando que me lleven ante él. – Finalizó con formalidad, esperando que se diera por satisfecho y volviera a sus asuntos.
Si que es preciosa. Yo la he visto en persona jijijiji. tenemos que ir un dia juntos ^_^
Aquel ¿joven? le sorprendió. Tenía buenos modales para ser un raterillo común, y una voz dulce para ser un muchacho. Sin duda debía ser lo suficientemente joven como para no haber cambiado la voz aún. Se le quedó mirando unos instantes con gesto altivo y escéptico. Finalmente se decidió a inclinar levemente la cabeza para devolverle el saludo tan cordial.
A pesar de todo, lo que inevitablemente llamó su atención fue la referencia al monje franciscano. ¿Así que Massimiliano estaba vivo? O, al menos, ese chico lo había llegado a conocer. Miró alrededor por si por alguna providencia divina lo viese deambular por las naves de la abadía. No siendo así, volvió a centrar su interés en el muchacho.
-Curiosos son los caminos de Nuestro Señor, hijo mío. Y su sabiduría infinita como para cruzar nuestros intereses -Dios sabía que tras el primer saludo hubiese sido intención del obispo mandar al joven a hacerle el trabajo de buscar a Massimiliano para avisarle de su presencia. Tras lo escuchado parecía que ya no haría falta, ambos esperarían juntos al monje-. Dime, joven, ¿cómo te llamas? ¿Tienes familia?
Claude pareció acomodarse. No le importaba esperar un poco mientras fuese descubriendo cosas de aquel joven. ¿Sería un huérfano como tantos otros que había en Venecia? ¿Estaría siquiera bautizado? Se imaginaba que sí, pero... Y, lo más importante, ¿de qué conocía a Massimiliano y qué asuntos querría tratar con él?
Y yooo, esa foto es mía de hecho xP Aunque yo volvería otra vez, ¡así que cuando quieras! :D
PD: No me dejaba postear T_T
Leonor supo en el momento que estaba siendo juzgada de alguna manera por aquel hombre, el cual tenía todo el peso de la iglesia de su lado. La actitud del obispo era totalmente distinta a la de Maximiliano, el cual siempre se había mostrado abierto y humilde ante ella. Por todo ello, aquellos momentos fueron intensos e incómodos, mientras si interlocutor decidía hacer uso de su poder y echarla a patadas de allí, o no.
El saludo amable que le devolvió hizo que la jovencita no pudiera evitar soltar el aire que había estado reteniendo en sus pulmones, aunque cuando el hombre santo afirmó que ambos tenían los mismos intereses y comenzó a hacerle preguntas incómodas, la damita de cabellos de fuego fue totalmente consciente de que le resultaría muy difícil librarse de él tan fácilmente.
-Me llamo Leo, su excelencia, y no tengo familia. He acudido a la abadía porque Massimiliano es mi confesor – Respondió con una inclinación de cabeza, mostrando la misma educación que hacía unos segundos y esperando que permitiera que recibiera su “sacramento” a solas. De hecho, había empezado a forjar un plan que quizá podría hacer que le transmitiera el mensaje de Vico sin que se diera cuenta.
No te preocupes cielo, que todos sabemos que es una excusa para no escribir :P
Jijiji, ¿se nota que Leo quiere librarse de ti?
"Leo". O sus padres eran eruditos versados en la lengua latina y querían que su retoño desarrollara las virtudes de un "león", o aquel nombre era más bien una abreviatura de otro. ¿Leopoldo? ¿Leocadio? ¿Leoncio? ¿Leonardo? No iba a llamarlo "Leo", así que simplemente utilizaría los genéricos "muchacho" o "hijo mío".
Al margen de su nombre, lo siguiente que dijo fue lo que más llamó la atención del obispo. Así que el franciscano actuaba de confesor de aquel chico... Un joven buen cristiano era lo que tenía ante sí.
-Me alegra saber que el hermano Massimiliano se encarga de guiar por el camino de la rectitud a un muchacho tan bien educado como tú, hijo mío -dijo mostrando, ya que no tenía motivos para lo contrario, su lado más amable y cercano. Girándose un momento hacia Jaçques, que seguía junto a las puertas, le hizo un gesto para que se acercara-. Y ya que parece que ambos tendremos que esperar a que nuestro común amigo se presente, cuéntame joven: ¿cómo llegó a serlo? Tu confesor, me refiero -aclaró-. ¿Vives cerca de la abadía y fue mera coincidencia? ¿Acaso tus padres conocían al hermano Massimiliano y se lo pidieron expresamente?
Claude parecía tranquilo, paciente, esperando a que el muchacho le respondiera o a que Jaçques llegara hasta ellos... lo que ocurriese antes. Era un momento tan bueno como cualquier otro para conocer más sobre el monje franciscano... aunque fuera a través de ese chico.
O:-) xD
Leo jamás podrá librarse enteramente de Claude :-[ Su nombre se está escribiendo a fuego en su joven corazón y ya pronto hasta soñará con él ^^ (xDDDDD)
Parecía que el obispo no deseaba dejarla en paz. Pero ¿Por qué perdía el tiempo con alguien de clase humilde como ella, si estaba claro que jamás había pasado hambre o penurias en toda su larga vida? Aquello no le gustaba nada, puesto que de todos era sabido que si contrariabas a algún miembro poderoso de la iglesia, no solo te cerrabas las puertas del cielo, sino que tampoco te quedaba mucho en este mundo a lo que aferrarte una vez que la iglesia hubiera acabado contigo.
Por todo ello, continuó con su amabilidad para evitar hacer enfadar al obispo, a pesar de que las preguntas que le realizaba le resultaban más incómodas por momentos, y el acercamiento del caballero con su arma y su armadura no le infundía mucha confianza.
-Le conocí en un barrio pobre y comenzamos a hablar. Es un hombre excepcional de los que ayudan a los necesitados, escuchan de verdad y se interesan por los problemas de la gente, sin importar la procedencia de la persona con la que se encuentre. – Afirmó sin mentir en nada de lo que decía – Si que fue casualidad puesto que no tengo familia, aunque estoy muy feliz de haberle conocido – Finalizó sin puntualizarle el hecho de que ya le había mencionado que no tenía padres, para no irritarle por no haberle prestado atención la primera vez.
Claude asentía mientras "Leo" hablaba. Aunque con lo que más se estaba quedando era con lo concerniente al monje franciscano. Al parecer, como Vico, visitaba los barrios más humildes y trataba con los más necesitados. Tampoco se podía esperar menos de un franciscano.
-Vaya, encomiable la actuación del hermano Massimiliano, de eso no hay duda. ¿Sabes, joven...?
La frase del obispo fue brevemente interrumpida por la llegada del hombre de armas. Sin mediar palabra se detuvo ante Claude y le dedicó una inclinación de cabeza.
-Jaçques, id y anunciad a los hermanos que estoy esperando a ver a Massimiliano. Estaré aquí esperándole -dijo en un tono de voz más bajo del que había mantenido con la joven disfrazada.
El cruzado asintió, serio, y se marchó en dirección al altar para buscar a los pocos monjes que se veían por allí y, de ser necesario, sumergirse en el laberinto de pasillos que llevaban al resto de estancias de la basílica. Al dejar arreglado ese tema, se volvió de nuevo a su joven interlocutora.
-Bien, entonces me dijiste en tu barrio, ¿no, hijo mío? -continuó con un hilo que no era el que había dejado en el aire, seguramente de forma consciente-. Y dime, ¿acompañaste a nuestro amigo común en sus actuaciones en aquel lugar? ¿Viste algo excepcional? Hay veces que con la ayuda de Dios pueden lograrse grandes prodigios. Yo mismo he sido testigo de varios. ¿Recuerdas algo en especial?
No le gustaba nada como están transcurriendo los acontecimientos, puesto que aquel obispo no hacía sino mostrarse más inquisitivo por momentos, pareciendo tener un repertorio ilimitado de preguntas para ella, que cada vez le costaría más trabajo contestar.
No obstante, el hermano Massimiliano la había conocido en extrañas circunstancias, ocultando su rostro para no ser descubierto, y le había hecho prometer que no revelaría nada de aquel encuentro que habían tenido en el callejón, por lo que no pensaba traicionar su confianza pasara lo que pasara. Una cosa era contar que le había conocido en un barrio pobre, lo cual era algo bastante común, y otra muy distinta era hablar sobre los detalles que les habían situado a ambos allí y que habían ligado sus vidas de una forma u otra.
Por todo ello, una vez que el caballero conocido como Jaçques, se fue a anunciar la presencia del hombre santo en la abadía, Leonor negó con la cabeza justo antes de responder – Lo lamento su excelencia, pero no acompaño al padre Massimiliano cuando se dedica a impartir la palabra de nuestro señor todopoderoso. Tan solo le conocí y me infundió tanto respeto que desde entonces prefiero que me confiese él. – Explicó, sin entrar en el detalle de que aquel barrio pobre ni siquiera era el suyo.
Acto seguido, la damita se puso en pie quitándose el polvo de los pantalones, evitando no manchar a su interlocutor en ningún momento, mientras le hacía una reverencia educada antes de decir – Ha sido un verdadero honor conoceros, lamentablemente parece que el padre se demorará más de lo esperado y mi trabajo me reclama, por lo que os cedo el honor de que os atienda primero. Que Dios os guarde de todo mal y que sus designios os sean propicios. – Finalizó la conversación, sabiendo que aquel religioso jamás habría tenido que esperar turno y seguramente ha habría saltado sin problemas, pero sin poder evitar recalcar aquello con una sonrisa aparentemente ingenua.
Jejeje, Leo se te escapa, a no ser que Massi entre en escena o se te ocurra algo muy ingenioso :P
Nada.
Aquel chico o no sabía o no quería decir nada. O le unía una gran lealtad hacia el monje franciscano o no era tan profunda la relación que los unía. En cualquier caso, ya le había dado algo de información con la que hacerse una idea de las actividades de Massimiliano. Con ésto, simplemente asintió ante las explicaciones que le daba la "muchacha travestida".
Lo vio prepararse para marcharse y miró rápidamente alrededor. Aún no había rastro del monje. En fin, parecía que iba a perderse su confesión diaria. Sin embargo, aún había algo que le gustaría saber a Claude...
-Vaya, lamento que tengas que marcharte ya, hijo mío. Aunque me alivia saber que es por motivo de labores y no por mi presencia -dijo en un tono que no dejaba claro que fuese brutal sinceridad o la mayor de las ironías-. En cualquier caso, dada tu procedencia quisiera inquirirte por un tema más antes de que te marches -dijo poniéndose de pie también y cruzando sus manos ante sí-. Mi estancia aquí me está permitiendo comprobar que ocurren muchos sucesos oscuros en Venezia sin que nadie les ponga freno, ni den justo castigo a sus precursores. Y la mayoría de estos sucesos me están llevando a los barrios más humildes de la ciudad -hizo una pausa en la que miró de arriba a abajo al "chico"-. Sé que un joven piadoso, educado y responsable como tú no estaría involucrado en nada maligno pero... ¿conoces de algún hecho de esa índole que se haya producido? Mi intención no es otra que la de limpiar el oscuro mal que campa por la ciudad y que se ha llevado ya la vida de tantos hombres buenos.
Desde luego, se fiaba más de aquel joven que tenía ante él que de la niña africana que había conocido. Y si aún así a la otra la había llegado a seguir casi sin protección por las zonas más sucias, apestosas y deprimidas de Venecia, de éste quizá podría sacar algo más en claro.
Buuuuh, es una waterparties cobardicaaa T_T Mi' que no contarle nada de sus amigüitos fantasmitas... }:-/ (xDDD) Bue', al menos ya se han conocido... O:-)
PD: "Muchacha travestida" ¡Uyuyuyuy, qué feo! xDDD Es de cariñito :P <3
La bella muchacha pudo notar la indirecta que el hombre santo le regaló con respecto a lo incómoda que le resultaba su presencia, y al menos se permitió el lujo de sonreír para sus adentros al saber que aquel hombre al menos era lo bastante avispado como para percibir ese tipo de cosas. No obstante, cuando el obispo se puso en pie y cruzó los brazos frente a ella, Leonor suspiró con fastidio al darse cuenta de que no la dejaría marchar tan fácilmente. Por supuesto que sería sencillo dejarle con la palabra en la boca y salir de allí, pero aquello sería una descortesía que el religioso posiblemente no perdonaría para la próxima vez que se encontraran.
Lamentablemente, la petición que le hacía iba cargada de tanto doble sentido, que su corazoncito no pudo evitar sentir nauseas al escucharla. Estaba claro que ese obispo extranjero estaba buscando herejes que castigar, a pesar de que se encontraba bastante lejos de sus tierras como para que nada de lo que ocurriera en Venecia perteneciera a su jurisdicción. Entonces ¿Qué era lo que le movía? Posiblemente emprender una cruzada personal contra el emperador, alegando que los gobernantes de la republica de Venecia no eran capaces de llevar sus propios asuntos, e intentar iniciar una guerra que perjudicaría a las almas más pobres, tal y como siempre había ocurrido a lo largo de la historia. Realmente ignoraba si esto era verdad o no, pero si el obispo quería información verídica sobre lo que estaba sucediendo, ella se la daría, sin ni siquiera tener que mentir lo más mínimo.
-Lamentablemente sí que hay varios hechos terribles que se han producido en los barrios pobres de Venecia, su excelencia. Pero la mayoría de ellos han sido ocasionados por extranjeros cristianos y sus seguidores que no aprueban el hecho de que Venecia sea neutral en asuntos tanto comerciales como religiosos. Hace escasos días un grupo de fanáticos entraron en el barrio musulmán y le prendieron fuego a bastantes casas repletas de familias, sin importar que hubiera mujeres y niños pequeños en su interior. Hace no muy poco tuve que escarbar entre los escombros para buscar una muñeca calcinada y dársela a un niño como único recuerdo de su amiguita de ocho años que había sido quemada viva. Asimismo, hay muchos casos de personas sin hogar y gente de color desaparecidos, que después han aparecido asesinados sin órganos internos en los canales o en algún callejón olvidado, porque algún ricachón considera muy rentable vender partes del cuerpo de humanos a los que nadie echará de menos… Aunque supongo que ya estaréis informado de todo eso gracias a la guardia de la ciudad y lo que deseabais es que os relatara otro tipo de historias, donde los musulmanes fueran los malos. Si queréis mi opinión de “joven piadoso, educado y responsable” sobre aquellos que no creen en nuestro Dios Todopoderoso, os diré que yo tan solo veo hombres y mujeres asustados que actúan ante la opresión y la barbarie, a veces de forma errónea, pero que no portan al maligno en su interior. – Le respondió de corazón, olvidando un poco el castigo que podría recibir si hacía enfadar al hombre que tenía frente a ella.
-Decidme su excelencia. Por vuestro acento puedo deducir que sois Francés. Entonces… ¿No estáis muy lejos de vuestras tierras como para poder limpiar el oscuro mal que campa por la ciudad, tal y como decís? Disculpad mi ignorancia, puesto que ni siquiera sé vuestro nombre, y mucho menos vuestro cometido en Venecia – Finalizó, aprovechando que el guardaespaldas no se encontraba allí y sabiendo que podría echar a correr en cualquier momento si lo precisaba.
Jajajaja, será una party pooper como dices pero de cobardica nada, que le acaba de decir con buenas palabras "¿Pero tu quien eres para limpiar nah de nah, eh? ¡Pisha!¿Tu tienes estudios piltrafilla? Anda y vuélvete a París con el jorobado ese" ^_^
PD: Jejeje, habló el que se pone faldita :P
Seguramente Claude nunca hubiese estado preparado para la catarata de palabras que se le vino encima. O seguramente sí, pero simplemente no se las esperaba. Y menos de un jovenzuelo de origen tan humilde. Se veía que era inteligente pero, obviamente, le faltaba la instrucción del que acudía a las escuelas y estudiaba la Sagrada Biblia. De hecho, no sabía si tan siquiera sabría leer...
Sin embargo, en aquel momento debía abandonar todos aquellos pensamientos para responder al jovenzuelo. Ya conocía la mitad de los hechos que "Leo" le contaba. Él mismo había estado en uno de aquellos barrios de gente de color con esa insufrible aunque eficaz niña africana. Así pues, y decidiendo apiadarse del joven cercano a Massimiliano procedió a responderle.
-Estoy al corriente de esos desgraciados altercados, hijo mío... -comenzó a decir con un deje de tristeza-. También conozco la aprensión que en ciertos barrios sienten por la guardia del Dogo. Yo mismo he tenido que verme privado de su protección por querer descubrir más sobre aquellos que están vaciando los cuerpos de esas pobres almas en desgracia -hizo una pausa, dispuesto a regalar a ese joven un poco de sabiduría dejando a un lado las formas que éste había demostrado-. Y sin entrar en discursos maniqueos sobre "la bondad" y "la maldad", hijo mío, debo advertirte del peligro que entraña para un alma pura y cristiana verse contaminada por el discurso del infiel. Dios Todopoderoso dijo: "El que ofrezca sacrificios a otros dioses, fuera del Señor, será condenado a muerte". Además, no es necesario que me relates ninguna historia sobre los viles actos del enemigo -dijo refiriéndose claramente a los musulmanes-, pues yo mismo he sido testigo de su perfidia y su inquina. Son herejes, ladinos, demonios cuyas creencias insultan al Altísimo y por eso mismo hemos de darles la oportunidad de reencontrar el camino de la rectitud o extirpar su pecaminosa presencia de este mundo. Así ocurrió en la gloriosa Cruzada de Su Santidad el Papa Urbano II, o en aquella proclamada por Su Santidad Inocencio III, que en paz descanse, y que terminó unos años antes de que tú nacieras -dijo presuponiendo la edad del chico-. Y es que, ¿no dicen acaso las Sagradas Escrituras, en el Capítulo 15 del Génesis, que el Señor Todopoderoso dijo a Abraham: "A tu descendencia doy esta tierra, desde el torrente de Egipto hasta el gran río Éufrates"? Lo veas por donde lo veas, hijo mío, no hay sitio para tales criaturas, ni aquí, ni en Ultramar.
Hizo una pausa algo más larga con gesto de satisfacción por creer haber podido enseñar algo nuevo al joven. Respiró un poco, pues la siguiente pregunta que quería contestar le había alterado y molestado un poco más que la primera. Él no tenía que responder ante nadie más que Dios y su representante en la Tierra, el descendiente de San Pedro, Su Santidad el Papa. Todo lo demás que hiciera era pura cortesía.
-En cuanto a tu curiosidad, veo a bien satisfacerla... por esta vez... -dijo con una mirada seria-. Puedes llamarme Obispo Frollo, y en efecto, mi origen es occitano, joven. Muy sagaz. Pero me encuentro aquí acompañando a una delegación de los Estados Pontificios, que es donde llevo viviendo unos años. Y nunca se está demasiado lejos para luchar contra el mal, todo reino de la Cristiandad es lugar apropiado para extirpar la mancha del Maligno. En cualquier caso, dado mi renombre, el Dogo en persona me ofreció la posibilidad de investigar y acabar con este problema.
Nada... cobardica y sabiondilla |-) Se la va a llevar Claude a Estrasburgo para que espere allí los siglos que faltan para que construyan el Tribunal xDDD :P
PD: Claude no se pone faldita :-o Es una sotana o/
Se escuchó un carraspeo tras las palabras del Obispo, ese gesto venia de un monje anciano que ya Claude conocía. Era el líder de la orden franciscana de Venecia. El hombre miraba de mal humor al Obispo sin importarle que el cruzado se encontrara detrás de él tras traerlo.
“La forma en que lees los pasajes de la biblia, no solo está equivocada sino que muestran tu conducta de una forma clara.” Le reprendió el hombre que se acomodaba en la charla del lado del supuesto joven.
Negando con la cabeza lentamente, lo detuvo con su gesto antes que le respondiera. “No puedo impedirte que hagas lo que sientes correcto, ya ese es el camino que has decidido usar para servir a nuestro señor. Pero no te voy a permitir que realices esta clase de abuso y cuestionamientos en nuestra iglesia.” Comento con severidad cruzándose de brazos. “Esta iglesia es un lugar donde quienes vengan lo vendrán saben que serán bien recibidos y que sus miembros no les maltrataran. Incluso saben que solo gente con buenas intenciones son permitidas. Por lo que le pregunto obispo… ¿Se comportara o deberé pedirle que se marche?” pregunto dejando ver aquella formas de los franciscanos que no parecían temer a reprender ni siquiera a alguien importante como Claude.
Me meto :P
Leonor permaneció allí sin alejarse aun por educación, aunque sabía que muy posiblemente recibiría una respuesta desagradable por parte de aquel siervo de Dios. Cuando éste comenzó a hablar, la jovencita escuchó con atención lo que afirmaba sobre la aversión de la gente humilde hacia la guardia del Dogo, aunque lamentablemente no le resultó extraño en absoluto. Lo que si le sorprendió fue el hecho de que ese hombre se hubiera librado de la protección de los soldados para adentrarse solo en un territorio que ya se había cobrado la vida de algún que otro religioso.
No obstante, cuando el obispo comenzó a recitar los pasajes de la biblia, la joven no pudo sino suspirar con tedio, puesto que en el pasado le había bastado leer tan solo una vez el libro santo, para memorizar por completo las sagradas escrituras que lo contenían. Ella conocía aquellos fascículos muy bien, y sabía la cantidad de contradicciones y dobles interpretaciones que podían generar. Por todo ello, sin poder evitarlo, respondió de la forma más humilde que pudo, dadas las circunstancias, ante dichas frases tan bien escogidas.
-De nuevo me disculpo por mi ignorancia, pero ¿no aparece justo tras vuestra frase en el éxodo “No explotarás ni oprimirás al extranjero, porque también vosotros fuisteis extranjeros en Egipto”. Asimismo, ¿No dice también “No explotarás al emigrante, porque vosotros conocéis la vida del emigrante, pues lo fuisteis en Egipto”? ¿Acaso no promulga No vayas a la multitud para hacer el mal ni declares en un pleito inclinándote a la mayoría, violando la justicia” o “No intervengas en causas injustas y no hagas morir al inocente y al justo, porque yo no absolveré al malvado”?... Yo tan solo soy un huérfano que no entiende de muchas cosas, pero os imploro que no condenéis directamente la vida de aquellos que han crecido bajo las enseñanzas de otra religión, puesto que os puedo asegurar que hay muchas almas buenas entre aquellos a los que llamáis demonios, cuando el verdadero mal es algo bastante más terrible, que puede incluso crecer en los corazones de aquellos que, en apariencia, son gente de bien. – Afirmó con visible miedo y un escalofrío que recorrió su columna vertebral al recordar a las terribles criaturas de la noche que habían mostrado lo fácilmente que podían desgarrar su carne con sus afilados dientes.
No obstante, y tras darse cuenta de que si seguía replicando de aquella manera, de seguro se fraguaría la enemistad de aquel importante miembro de la iglesia, la damita agachó la cabeza mientras le decía con voz temblorosa - Pe…pero os ruego me perdonéis, no era mi intención ofenderos o de cuestionaros, yo… - Estuvo a punto de decir algo más, cuando las palabras del anciano franciscano la hicieron enmudecer, y permaneció en silencio intentando parecer invisible, mientras aquellos dos hombres santos se desafiaban de forma incomprensible por alguien tan insignificante como un huérfano de la calle.