Todo pasó tan rápido que la joven huérfana no tuvo tiempo de actuar. Aquellos hombres simplemente se movieron a una velocidad tal, que ni siquiera ella con sus habilidades recién adquiridas pudo hacer nada para evitar que asesinaran al pobre borracho. Estaba claro que poseían poderes sobrenaturales y que eran extremadamente letales, y a pesar de que lo hubiera dado todo por saltar hacia los atacantes y vengar la muerte de aquel desconocido, su instinto de supervivencia le advirtió que tan solo encontraría la muerte si hacía algo tan estúpido.
Por todo ello, cuando aquellos monstruos recogieron la cabeza del cadáver y comenzaron a arrastrar el cuerpo por las calles del barrio musulmán, Leonor se armó de valor guardándose sus sentimientos, y comenzó a seguir a los asesinos en el mayor de los sigilos, para tratar de descubrir a donde se lo llevaban y de qué iba todo esto.
Mientras los seguía notaba algo extraño en la cabeza del borracho, no era algo facil de distinguir en la poca luz que habia en esas calles pero parecia como si una tela se estuviera desatando de ella.
El camino hecho por ellos fue uno recto a una velocidad que era fácil de seguir en comparación con la que usaron a hace cortos minutos. Examinar su rutina no te daba una buena idea donde iban a llevarlo, ya solo los veías observar hacia las ventanas de las casas que se encontraban cerradas aunque de vez en cuando miraban hacia atrás dándole la sensación a la joven que casi la atrapaban todas las veces que lo hicieron.
Pensando un poco o mejor dicho recordando Leonor se daba cuenta donde iban. Al mar. Entonces podia imaginarse ella que se disponían a desechar el cadáver sin mayores ceremonias. Aunque cuando llegaran a la orilla del barrio ella se dio cuenta que estaba medio en lo cierto, el cadáver iba a ser desechado pero unas palabras y gestos musulmanes fueron antes de ello. Al terminar el cadáver golpeo el agua oscura.
Los encapuchados emprendieron de nuevo la marcha por otros lados, pero esta vez con una mayor prisa. Corriendo en esas calles pero sin hacer ruido alguno con sus botas.
Leonor casi sintió que el corazón se saldría de su pecho en un par de ocasiones, cuando pensó que aquellos hombres la habían descubierto. Afortunadamente no fue así, y pudo seguirles hasta el canal donde pensaban deshacerse del cuerpo de aquel podre desdichado.
Durante el trayecto, la joven pudo percibir que el difunto tenía alguna especie de tela en la cabeza, aunque no fue capaz de ver nada más allá de eso desde la posición en la que se encontraba. Entonces, la muchachita escuchó con atención las palabras que recitaron antes de tirar el cadáver al agua y procuró conservarlas en la mente gracias a su gran memoria hasta descubrir qué era lo que significaban.
Cuando finalmente aquellos asesinos, se separaron y se alejaron por sendas diferentes, Leonor supo que si seguía a uno de ellos, posiblemente hiciera algo de ruido al tener que ir más rápido. Por dicha razón, decidió aprovechar que el cadáver aun no se había hundido, para asomarse al borde del canal y tratar de recoger la cabeza para intentar descubrir qué era la tela que tenía, antes de que se la llevara el mar.
Tanto la cabeza como el cuerpo seguían flotando, aunque la joven pelirroja solo podría tomar la cabeza si no quería caerse al agua por el peso. Sin duda no era la mejor experiencia para la joven pero se sumaba a otras experiencias muy cercanas a la muerte.
Al levantar la cabeza y ponerla mas a la luz, noto que la tela que había visto antes eran vendas que cubrian gran parte de su rostro tapando quemaduras que al parecer había sufrido hace poco. De pronto como pasaba siempre su mente prodigiosa le recordó que ya había visto a aquel hombre.
Habia sido en la reunión donde entraron a la casa de un comerciante llamado Reis con Esmail para buscar a Naywa. Él hombre había parecido estar hablando con ella y también había parecido estar bebiendo como ahora. No era que conociera mucho al hombre o su razon para estar asi pero recordaba que no era uno de los que la miraran a ella con buenos ojos.
La joven huérfana hizo de tripas corazón para recoger la cabeza que había sido lanzada al canal antes de que el agua se la llevara. Para ella, tocar un cadáver era algo bastante malo que incluso podía considerarse un pecado, aunque hacía tiempo que había decidido dejar a un lado sus prejuicios para intentar ayudar un poco más a la gente a su alrededor. Por todo ello, agarró al difunto de los cabellos y tiró hacia arriba, para poder apreciar qué tenía de especial aquel hombre.
Cuál fue su sorpresa al descubrir que ya le conocía, puesto que se trataba del mismo hombre quemado que la había mirado con despecho en la casa de Reis y que había hablado con Naywa no hacía demasiado tiempo.
Entonces supuso que posiblemente Naywa conociera la verdadera razón del asesinato, puesto que lo que sí estaba seguro era que esos hombres se habían acercado hasta él expresamente para silenciarle para siempre.
Igualmente, no había nada que pudiera hacer en esos momentos salvo rezar unas plegarias y volver a tirar la cabeza al canal. Acto seguido, decidió acudir a la casa de Naywa ocultándose entre las sombras para que ningún asesino silencioso la encontrara. Sabía que no estaba a salvo, y no existía un mejor lugar que la casa de alguien que la había apartado de su vida, para que nadie la buscara allí. Ni Tommaso, ni Konrad sabrían donde buscar, y con suerte su amiga no se encontraría en la casa, por lo que podría pasar la noche sin problemas, dándose algo de tiempo para los últimos preparativos antes de marcharse de la ciudad.
Encontrarse en la casa de su amiga en la orilla de un puerto le debía parecer algo extraño, se encontraba invadiendo la propiedad de una amiga que la había tratado de alejar pero por suerte ahora no se encontraba.
No sabia en que momento el sueño tomo control de ella pero a pesar de lo humilde de la casa la cama tenia una comodidad rara en los gustos del occidente y pronto sus ojos se cerraron dejándose llevar por una seguridad que ella misma se convencía que había.
Fue a la mañana siguiente cuando el sol aparecia por una de las ventanas, que ella pudo obligarse a levantarse ya que aunque como tantas veces las pesadillas no habian permitido el mejor de los sueños. Cerca de ella vio algo envuelto en papeles que resulto ser comida, un regalo de alguien que no habia podido ver pasar.
Fin de escena