Partida Rol por web

No escuchò màs ruidos por lo que supuso que Bastien habìa cumplido con la tarea que le habìa encomendado. Por si acaso no se quedò en su habitaciòn, la cruzò y saliò al balcòn donde habìa una reposera y se estaba a cubierto, desde ahì podìa ver la ciudad que tanto amaba y que quizàs la que màs daño le hacìa o estaba por hacerle. Le habìan arrebatado a Cirino, a Leonzio, quizàs iba a casarse con alguien con quièn lo pasaba muy bien en la cama pero a quien no amaba y luego estaba el mèdico pero entre otras cosas, se descubrìa pensando en el pequeño hermano de su amiga. ¿La Iglesia? Le daba màs o menos lo mismo porque sabìa que su tìo era muy bueno para encargarse de las cosas que ponìan en entredicho el apellido, ya lo habìa demostrado bien llevàndose a Cirino lejos. Y entonces volvìa a pensar en Elio, tal vez porque pensaba que era el hermano de su mejor amiga era que aùn se contenìa un poco de llevàrselo a la cama o tal vez sòlo era que no querìa otra relaciòn vacìa por decirlo de algùn modo.

-Necesito un poco de aire...-pensò.

Se levantò y buscò un abrigo con capucha, un pequeño bolso con monedas que escondiò muy bien entre sus ropas por debajo de la cintura y saliò pero no por la entrada principal, por la cocina, como una sombra. La cocinera la vio, estaba segura que era ella porue la habìa visto cientos de veces y ademàs, la conocìa desde niña pero no dijo nada. La señorita tenìa la fama de hacer lo que le venìa en gana, algo le habrìan hecho sus invitados para no querer estar con ellos. Estaba claro que no era una buena idea que fuera sola a ningùn lado pero tambièn estaba claro que Gianna conocìa a la perfecciòn aquella ciudad, no caminò mucho, al poco de salir de casa volviò y fue a la zona donde estaban sus propias gondolas para que en una de ellas la llevaran al teatro.

-Pronto, no debemos demorarnos.

Ordenò y fue al ùnico sitio donde gracias a su primo, era una màs.

El viaje no fue demorado por nadie, ya muchos de los sirvientes de ella estaban acostumbrados a los pedidos de silencio y cooperación de ella, tanto fue asi que el gondolero no se lo penso dos veces. Surcando por los canales de su amada ciudad, llego a ese teatro callejero que ella habia conocido gracias a su amado primo.

En el teatro se estaba realizando una obra con un juglar que parecia tener como mision en su vida burlarse de la ley y jueces venecianos, aunque no era tan facil como lo pensaba fallando un par de veces en realizar ese objetivo. Aunque como la obra era mas bien una comedia los castigos que recibia eran unas patadas en su trasero, mas para risas que para hacerle daño.

Distraida con la obra y en medio de una tribuna bastante llena la noble tardo en sentir una mano apoyandose en su hombro. Al darse vuelta se encontro con un par de jovenes que no habia pensado encontrar en ese lugar. Se trataban de los hermanos menores de Leonzio que le sonreian amistosamente, Alfio particularmente al notar que estabas sola.

Estaba divertida mirando la obra cuando sintió una mano en su hombro, cuando se dio vuelta comprendió que su disfraz no era tan bueno pues la habían descubierto de nada. En otra ocasión se habría sentido contenta de ver a los hermanos, ahora sabía que sólo se buscaba problemas al encontrarse con ellos, tal vez también tendría que irse de allí.

-Los jóvenes Ruzzini. Es toda una sorpresa encontrarnos aquí.

Y no era mentira, nunca se imaginó encontrarse en aquel sitio a nadie que ella conociera. Volvió a mirar la obra como si estuviera realmente interesada en ella pero sus palabras fueron para ellos.

-Quizás a vuestra madre no le guste que se encuentren conmigo.

Claramente aquellos hombres, los Ruzzini, se dejaban gobernar por su madre y ninguno podía ponerla en su lugar o tranquilizarla. No quería más problemas con ese demonio.

-Yo me iré pronto, no se preocupen, no le diré que los vi en este sitio.

El disfras si bien no era malo, no terminaba de ocultarla completamente en especial su precioso rostro que destacaba en comparación a los demas espectadores de aquella obra. A pesar de ello ella habia podido disfrutar un buen rato de la obra sin que nadie pareciera reconocerla. “Tambien fue una sorpresa para nosotros, en un momento me parecio verte en la tribuna pero dude si acercarme para no molestar a una desconocida.” comento tranquilo sentandose aun lado tuyo.

Fueron las palabras sobre su madre que les sentaron con algo de molestia a ambos. “A nuestra madre le molestan muchas cosas estos dias, a nuestro padre le molesta mas las cosas que hace ella. Por lo que no te preocupes seguro se encuentran peleando entre ellos. Cierto?” pregunto a su hermano que aprovechando un vacio se sento en el otro lado de Gianna mientras afirmaba.

“Si quiere puede irse Lady Gianna, aunque no nos gustaria dejar que se fuera sin compañía por la ciudad. De noche los canales son peligrosos.” dijo Agazio que parecia algo ansioso de meterse en a conversacion que tenian, de paso cambiando el tema lejos de su madre.

Los hermanos tenian su parecido no solo por sus cabellos rubios sino por su cuerpo en forma que la joven noble podia sentir mientras sin imponerse del todo la rodeaban con su presencia. “De cualquier forma no hay necesidad que se vaya de aquí por nosotros, la verdad fui yo quien le insitio que fueramos a saludarle y a comprobar si era usted en verdad.” comento queriendo parecer apenado pero una sonrisa picara lo delataba a pesar de los modales que usaba en sus palabras.

“Diganos y nos iremos, pero sepa que no pretendemos agobiarla con malos recuerdos solo queremos reirnos junto a usted viendo esta obra.” concluyo dejando en ella las acciones de como seguir aquella velada.

Gianna pasó por alto lo concerniente a la madre de los muchachos y negó suavemente con la cabeza.

-No habéis hecho nada malo, me alegra encontrarlos disfrutando de esta obra.

La italiana sonrió mirando al frente por unos segundos y luego a cada uno de ellos.

-Me gustaría mucho gozar de vuestra compañía al volver a casa, se que no es correcto andar sola de noche pero no me quedó más remedio.

Se fijó en el hermano más grande primero.

-Pensé que irías a casa alguna vez...
Ustedes son siempre bienvenidos.

Volvió a mirar al frente, estaba pensando en Cirino pero también en Elio, tal vez lo encontraría aún en su casa si se apresuraba a volver.

La obra seguía su curso con el juglar finalmente pidiendo consejos a varios personajes para conseguir una forma de burlar a la justicia. Cada uno representaba de forma divertida a varios de los grupos de Venecia. Primero yendo con un mercader que sobornaba jueces, luego con un sacerdote que se imponía con chantaje de algun secreto que tuvieran y por ultimo el noble caballero veneciano que amenazaba con su fuerza. Lamentablemente ninguna de esas posibilidades estaban para el picaro juglar.

Las palabras de la mujer parecieron animar a los jóvenes, que sin dejar de mirarla parecían cruzar un mensaje entre ellos con una sonrisa en cada uno de sus labios. “No hay problema mi Lady, la podemos acompañar de regreso a su casa cuando desee volver.” Comento alfio acercando hasta cruzarlo por detrás de su cadera.

“Estaba pensando en ir estos días, hacerte una visita sorpresa para poder disfrutar una linda noche.” Le respondio ahora si cambiando su mirada a su hermano para darle el turno de hablar.

 “Es algo que charlo conmigo, con la apropiada discreción para no ofenderla…” empezó el menor de los hermanos, que en si no parecía estar muy detrás en edad del ahora mas grande. “Por eso nos pusimos a pensar que bien podría agregarme a esa visita sorpresa y ver como reaccionaria mi lady a ello.” Comento aprovechando que ella miraba al frente para susurrar al oído, corriendo un poco al costado la capucha de ella.

“¿Aceptaria que vaya a visitarla ahora con mi hermano? Lo que menos queremos es ponerla incomoda aunque suponemos que en cierta forma esto podría ser muy excitante para ti también. Me equivoco?” pregunto con un tono que extrañamente lo hacia sentir mas grande y decidido que Alfio.

Tal vez en otro momento se habría visto sorprendida, lo cierto es que siempre le había parecido que en los hermanos había cierto interés sexual por ella y era eso nada más. De todas maneras no reaccionó mal al avance de los Ruzzini, era una oportunidad más para molestar a su ex suegra.

-¿Por qué habría de ofenderme tan placentera invitación? Eso si, querré algo de ambos... Un regalo para mí de cada uno, lo que les apetezca.

Aguardó a ver qué respondían los hermanos y luego se levantó con elegancia, miró a uno y a otro y los tomó a cada uno de la mano.

-Creo, a menos que me digan lo contrario, que está obra ha terminado para nosotros tres.

Tiró de sus manos suavemente y sonrió, aprovechando que estaba de pie se acercó a los labios de Alfio y lo besó en los labios, luego hizo lo mismo con su hermano.

-Vayamos por algo de vino de camino a casa...

“Un regalo? No tenemos muchas cosas encima Gianna, pero creo que podremos compensarte por ello…” dijo sonriendo el menor de los hermanos. “Sino mañana también podremos darte un buen regalo, que seguro te pondrá contenta.” Comento el mas joven viéndola levantarse frente a ellos.

Pronto ambos se elevaron también y recibieron su primera recompensar por acercarse con intensiones claras a la noble. Ninguno rechazo el beso de la noble, bastante colaborativos con ella y algo ansiosos disfrutaron del contacto hasta que ella le dio fin.

“Vayamos a tu casa, ya vimos esta obra antes.” Dicho eso los tres abandonaron el lugar. La obra termino como siempre bien para el protagonista de la comedia, aprendiendo una lección importante que la única forma segura de romper la ley es siendo un informante amigo del dogo.