Partida Rol por web

El hombre aun en su discurso contra los judíos, no dijo mucho más que los nobles en generar tenían escudos de Venecia excepto por uno que vestía como hacían los típicos nobles militares, seguramente pensando que se trataba de un caballero. Pero al parecer se había concentrado más en los religiosos que entraron en esa casa, los franceses y los que parecían proceder de la Basilica.

Pero antes que te fueras pronuncio un apellido conocido por todos, aunque mas por la pequeña en cierto sentido. Giovanni. Hablaba de lo diferente que era de los Giovannis y como preferiria que estos los exterminaran de una vez.

Giovanni… ¿Así que la familia Giovanni estaba intentando que los Ziani fueran ajusticiados? Algo le decía que muy pronto tendría que reunirse de nuevo con cierto duelista si quería conseguir la información que andaba buscando.

Tras meditarlo un poco y desearle un buen día al hombre, la joven pelirroja, se encaminó hacia la posada en la que supuestamente se alojaba Luca Vestini, no sin antes llenarse la cara un poco más de hollín para evitar que la reconociera.

Su intención era merodear en los alrededores, pero aun no sabía si tendría el valor suficiente para meterse en la boca del lobo por propia voluntad.

Al encontrarse frente a esta observo como se trataba de un clásico edificio de tres pisos aunque parecía tener un fondo de mayor tamaño que otras posadas.  Su entrada era una de gran tamaño siendo una puerta doble de roble que por lo visto parecía algo pesada, tal vez por eso habia un portero junto a una de las ventanas que saludaba a quienes quisieran entrar por delante e hacia señal a alguien dentro para que se abriera el portal. El nombre de la posada se encontraba en un par de carteles en varios idiomas.

Aunque los carteles no eran los únicos que hablaban de esa forma, sentados en un banco o parados se encontraban unos jóvenes que trataban de increpar a varias personas con aspecto de comerciantes, la joven podía imaginarse por como gesticulaban que intentaban ganarse el pan como guías para extranjeros. Examinando a los jóvenes no parecían tan muertos de hambre o sucios como los típicos chicos de la calle.

Por otro lado no había señal de Luca en la cercanía. Algo que era igual de reconfortarle como preocupante.

Leonor observó el lugar y quedó ligeramente impresionada del tamaño de aquella posada. Lo cierto es que no se había fijado en ella antes, quizá por no frecuentar demasiado a menudo los lugares más destinados a nobles o a comerciantes con bastante dinero, pero el hecho de que fuera necesario que abrieran la puerta para ella a la hora de entrar, le causó cierta mala espina, y la idea de preguntar a los chicos que intentaban ganar algunos grossos de los transeúntes que pasaban, tampoco era una opción muy factible, puesto que, dependiendo de las preguntas que hiciera, quizá ellos podrían acudir a Luca para comentarle que alguien había estado indagando sobre él.

Por todo ello, decidió rodear la posada y ver si había alguna ventaba abierta por la cual pudiera trepar, para que nadie reconociera haberle dejado pasar y pudiera moverse libremente por el local.

Con su plan habitual en mente la joven empezó a rodear la gran posada. La posada era sorpresivamente amurallada con un muro bastante lizo volviendo complicado la escalada, algo no muy común y que le hacia sospechar que aquella posada habia sido otra cosa en tiempos pasados.

De cualquier momento a pesar de la amurallada que estaba, habían carruajes que se pasaban por el costado de está yendo a una entrada particular para las mercaderías. Una entrada que si bien era menos severa que la liza pared, se encontraba vigilada con unos guardias propios de la posada. Los guardias no eran de la misma calidad de la fortaleza, eso se notaba en las armas y protección que usaban pero no por ello suponía que debían ser ignorados.

Siguiendo su camino encontró otra entrada más, está siendo la típica de la mayoría de las casas, un portón donde se introducía el agua y cualquier embarcación pequeña que viniera por los canales. Sellada en este momento con un portón de hierro que iba debajo del agua aunque no creías que con una gran profundidad.

Continuando su vuelta no encontraría otra entrada más que las tres clara y la posibilidad de escalar aquel muro lizo. Aquel maldito muro que no le dejaba espiar demasiado de lo que pasaba dentro.

Pero… ¿qué había dentro de aquella posada para que estuviera tan bien protegida? Leonor no lo comprendía, aunque sospechaba que con tanta seguridad, seguro que no podría pasar desapercibida en el interior, en el hipotético caso en que llegara a colarse de alguna forma, puesto que seguramente la vestimenta del personal de servicio sería de calidad.

No obstante el hecho de que los carruajes tuvieran una entrada especial le hizo pensar que quizá podría esconderse en alguno de ellos para cruzar el umbral. Asimismo, quizá deslizarse por el portón buceando un poco para traspasar la puerta de hierro pudiera ser una solución, aunque prefería evitar tener que mojarse de nuevo, dejando esta opción como último recurso.

¡Bien! No había mucho que hacer. Primero intentaría escalar el muro por una pared en la que no pudieran verla, a pesar de que parecía algo bastante difícil. Si aquello no funcionaba, estaba decidida a espiar durante algún tiempo la entrada por si conseguía avistar a Luca o a alguno de los hombres que trabajaban para él y que ella conociera. Si ambas cosas eran infructuosas, estudiaría la forma de colarse en un carromato antes de que atravesara la puerta trasera del local.

El mundo pareció conspirar contra de ella ya que no importando cuanto tiempo estuvo esperando por un nuevo carromato este nunca llego. Al parecer ya el último de ellos había pasado frente a ella y ahora se encontraba protegido dentro de las murallas.

Por lo que tuvo que esperar hasta la noche para cumplir con un de sus planes de contingencia. Mientras tanto realizo una vigilancia a la puerta principal del establecimiento. Poco había que ver más allá de los entusiasmados jóvenes que pretendían ganar dinero, de su insistencia de acercarse a los que salían y entraban cada uno vendiéndose como buenos guías de Venecia. De vez en cuando lograban su objetivo con alguno de los visitantes de la taberna, que sin duda eran en su mayoría comerciantes con cierto con cierta fortuna por la forma en que se vestían y algunas comitivas de guardias que les seguían. De su origen era algo más complicado saber pero algunos destacaban mas que otros con un claro vestir francés o musulmán.

Aunque con toda la vigilancia que realizo en ningún momento encontró un rastro del hombre que buscaba, ni una parte de su comitiva lo que bien podría significar que se encontraban adentro todos o que el hombre ya se encontraba afuera y aun no había vuelto, parte de su mente le sugería que la segunda opción era la más probable.

Llegada la noche parecía el momento perfecto para escalar aquella pared liza, a pesar que sus ojos y manos deberían esforzarse más de la cuenta.

Parece ser que la suerte no estaba de su parte, puesto que por mucho que lo intentó, no consiguió entrar en la posada durante el día, y la vigilancia del lugar resultó totalmente infructuosa, al no ver ni rastro de Luca o de cualquiera de los hombres que ella había visto en alguna ocasión junto a él.

Por unos segundos pensó en preguntarle a los muchachos que se afanaban por conseguir que los nobles les contrataran como guías, pero sabía que aquello era peligroso, por lo que prefería hacerlo tan solo si no encontraba evidencias del noble, una vez que consiguiera traspasar las puertas del establecimiento.

Por todo ello, la jovencita esperó hasta que anocheciera para evitar que pudieran verla y se dispuso a trepar aquella lisa y empinada pared, procurando hacer el menor ruido posible.

A pesar de lo oscuro de la noche la jovencita se movía con una muy envidiable facilidad en esa lisa pared, que seguramente mantuvo fuera a muchos invasores aunque no pasaría lo mismo con ella. Algo que fue probado cuando luego de unos minutos de asenso logro atravesar la pared que no tenía cornisa alguna donde caminar. Por lo que no tuvo lugar para descanso antes de saltar la muralla y descender con cuidado al otro lado.

La falta de alarma parecía dejar en claro que ninguno de los guardias en las torres altas de la posada. Dentro de las murallas Leonor empezaba a tener una mejor idea sobre que era esa posada. Pensando en otros lugares que ya habia visitado en la Ciudad se daba cuenta que esta tenia un diseño demasiado parecido al de las mansiones con patio interior de los nobles Venecianas.

En el en centro la esperaba un patio con una fuente y una estatua de una dama desnuda, donde un par de parejas se encontraban sentadas en la orilla de la fuente. Mientras las habitaciones parecían divididas en cuatro edificios de dos pisos cada uno con torres de guardias. Habia otro edificio apartado cercano a la pared de enfrente donde suponías que se encontraba el salón de ingreso y luego estaba el gran establo cercano a una bodega donde imaginabas se encontraba parte de las mercancías de los se hospedaban.

No estaba demasiado segura de que esto fuera una buena idea. De hecho, a medida que trepaba con increíble agilidad, comenzaban a generarse más y más dudas en su cabeza ¿Qué haría una vez abajo? ¿Qué diría si la descubrían? Además de que no tenía ni idea de por dónde empezar a buscar, ni cómo sacar información útil, si es que llegaba a encontrar la habitación donde se hospedaba Luca.

Una vez arriba, pudo vislumbrar la hermosa fuente decorada y la pareja de amantes besándose al amparo de la noche. Fue entonces cuando se dijo que tan solo trataría de localizar su habitación o algún otro lugar con sus cosas, e intentaría rebuscar entre sus pertenencias, para lograr dar con alguna pista que le indicara la razón de su visita a la ciudad… tan solo eso y, desde luego, nada de dejarse ver por él o por ninguno de sus hombres.

Lo que parecía más fácil por el momento, era revisar las mercancías. Ella sabía cuál era el escudo que solía lucir el señor Vestini en todos sus bienes, inclusive en las correas de sus corceles, por lo que si no hallaba nada parecido en el establo, lo más seguro es que no se encontrara entre los huéspedes y pudiera volverse por donde había venido… A decir verdad, estaba deseándolo, porque esta situación cada vez le daba más miedo, haciendo que su corazón latiera con extremada rapidez, a medida que se movía con sigilo para dirigirse al temible establo.

El “temible” establo como ella lo llamaba no tenía nada de especial a lo que ya habías visto antes, tal vez un mayor espacio sin utilizar ya que no era común traer caballos a Venecia donde su movilidad más bien escasa. Aunque igual había nobles que preferían por seguridad traerlos a la isla a pesar de la incomodidad del caballo, pero ese no parecía ser el caso de Luca.

Sin embargo antes de que pudiera alegrarse se decidió en meterse por una de las puertas que conectaba el establo con el almacén y buscar entre las mercancías algún signo de ese noble. Tras pasar sigilosamente a cuidador de caballos fácil de percibir por su olor, se encontró entrando a una habitación donde la luz no era la mayor en parte porque se encontraba mejor cerrada que el establo.

Entre muchas carretas con distintos emblemas, encontró justamente el que habría deseado no ver nunca en esta ciudad. Pero ahí se encontraba y bajo las sabanas se encontraban artículos varios pero en general era frutas y una gran cantidad de barriles con lo que podias suponer por el olor que era vino.

Aunque algo sintió cuando se encontraba encima del carro revisando las mercancías, unas pisadas que no podían corresponder al cuidador por el ruido sino a un animal mas chico, seguramente un perro. Al parecer estaba haciendo vigilancia en los carros o simplemente era de alguno de los nobles, la joven no sabia pero su reacción a ella podría no ser la mejor si la descubria.

Leonor esquivó con habilidad a los vigilantes que custodiaban las pertenencias de aquel almacén donde los nobles guardaban sus mercancías. Su intención, pese a lo que pudiera parecer desde el exterior, no era robar, sino simplemente cerciorarse de que Luca jamás hubiera pisado aquella posada y que, con un poco de suerte, fuera otro Luca que compartiera el mismo desafortunado apellido que aquel que la había perseguido sin descanso durante años.

Pero la suerte no le sonrió en aquella ocasión, puesto que, sin mucha dificultad pudo encontrar las pertenencias del hombre que había convertido su vida y la de su querido hermano en una continua huída, a pesar de sus plegarias porque no estuvieran ahí.

Cuando pensó que nada podía salir peor, la joven sintió el peligroso acercamiento de un perro que posiblemente custodiara aquel lugar. Ella era bastante hábil pasando desapercibida, pero los animales poseían un olfato bastante superior al de las personas, por lo que, tras meditarlo, decidió permanecer muy quieta cerca de los barriles de vino, para evitar que la detectara o que percibiera su olor entre las cosas que allí había.

Tras ello, su siguiente movimiento sería comprobar si el carromato estaba situado en algún lugar numerado, que pudiera darle alguna indicación sobre el número de habitación donde se hospedaba Luca… Esperaba no tener que acercarse tanto, y que algún documento que allí hubiera le diera un indicativo de la razón por la que aquel hombre se encontraba en la ciudad.

El perro continuo avanzando por ese almacén oscuro con andar calmado que le indicaba a la pelirroja que aun no se habia dado cuenta de ella. Aunque el problema llego cuando se dio cuenta por donde andaba. No por su cercanía que no era próxima a ella, sino por el gran tamaño de este siendo uno de esos perros que se les atribuía a muchos nobles que les gustaba cazar por su enormidad y fuerza de mandíbula.

Por otro lado su búsqueda de un símbolo o alguna marca para identificar el lugar del carro no dio resultado haciéndola pensar que no habia otra forma de encontrar el carro que por los escudos nada sutiles a su costado.  Por lo que si quería saber más posiblemente debería ir a algún otro lugar de aquella gran posada, pero siempre estaba el riesgo que Luca o alguno de los suyos la encontraran.

Todo eso era algo que debía meditar cuidadosamente la huerfana, pero no en ese lugar donde el perro hacia su ronda. Incluso un ruido hecho por el perro la alerto, ya que no fue un ladrido sino un par de resoplos con la boca.

Leonor se sitió aliviada al comprobar que el cánido no se había percatado de su presencia. No obstante debía salir de allí cuanto antes si no deseaba tentar la suerte, puesto que aquel animal era enorme y si la atrapaba, era muy posible que acabara terriblemente herida o incluso muerta, sin contar con que seguramente diera la alarma con sus ladridos.

Lamentablemente no pudo hallar nada en el carromato que le indicara la habitación de Luca o algún documento o pista que pudiera decirle qué hacía en Venecia, por lo de seguro caminaría a ciegas en aquella gran posada sin poder estar segura de quién era un secuaz contratado por Vestini y quién no.

A su favor tenía su disfraz de chico que evitaría que la reconocieran, aunque la posada era muy grande y tenía muchos dormitorios, y estaba claro que no podía revisarlos todos uno a uno. Finalmente optó por asomarse discretamente por alguna ventana del comedor principal, para poder otear a los presentes. Si no reconocía a nadie, se iría de allí al ser absurdo que siguiera exponiéndose tan abiertamente bajo riesgo de que diera con ella.

Por todo ello y armándose de valor, se dispuso a salir de allí lo más sigilosamente posible, antes de que el perro alcanzara la entrada o pudiera verla. Si la descubría, desandaría sus pasos lo más rápidamente posible para salir como alma que lleva el diablo de aquel lugar y no volver jamás.

Sigilosamente comenzó a moverse la joven hacia la salida antes que el perro guardian le tapara la salida, aunque un ruido la hizo detenerse en su lugar por unos segundos. Un gruñido grave que venia desde el perro que aunque la joven no podía ver lo sentía mas atento incluso posiblemente viéndola a ella. La confirmación pareció haber llegado junto a un fuerte ladrido que retumbo por el almacén que hasta el momento se había encontrado en silencio.

Sin dudar en su plan B la joven comenzó a correr como si el propio cerberos la persiguiera con cada ladrido que parecía volverse mucho mas cercano a ella. La puerta continúa abierta y sin barrera en medio por lo que cruzarla fue sencillo en especial si lo compararía lo que seria salir de esa posada.

En medio de los ladridos la joven escucho al hombre del establo gritar desde afuera. “Deja de ladrar o voy a patearte estúpido!” en medio de otro grito es que noto esa figura varonil y sucia que era Leonor escapando del almacén. “Ey!” exclamo tan sorprendido que ni tuvo tiempo de intentar agarrarla. “Un ladron!” grito yendose por otro lado sin darle persecusion a la joven, posiblemente dejando al perro hacerlo por èl.

La joven pelirroja trató de escapar de allí lo más rápidamente que pudo sin que el perro la percibiera. No obstante, el cánido contaba con un oído y un olfato más agudos que los de ella, por lo que, pese a todos sus esfuerzos, un gruñido seguido de un estruendoso ladrido salió de sus fauces, obligándola a precipitarse a la carrera para que no la atrapara.

Mientras corría, no pudo evitar que el hombre del establo casi se topara con ella, aunque la joven no se detuvo a tratar de explicarle que no era ningún ladrón, al ser perseguida muy de cerca por aquel inmenso y peligroso perro.

Como alma que llevaba el diablo, Leonor corrió y corrió hasta alcanzar el mismo lugar por donde había bajado, deseando llegar antes que el chucho y rezando a Dios para que nadie la atrapara por el camino, y poder salir de allí para no volver jamás.

La velocidad de Leonor en ese momento fue algo sorprendente que dejaba poco tiempo a los testigos de ver algo más que una fogosa figura, incluso ella se encontraba impresionada por la velocidad que había alcanzado en tampoco tiempo y como su cuerpo se había adaptado más rápido que su mente. Su cuerpo parecía moverse con una habilidad que no habia sido testigo antes ella y si bien en una parte de ella se sentía inquieta por alguna razón, su instinto de su pervivencia le hacia evitar pensar demasiado en ello.

El gran can quedo muy atrasado a ella, pareciendo quedar algo impotente y ladrándole con rabia por la distancia que le habia ganado en tan pocos segundos. No necesitaba dar un vistazo alrededor para saber que no solo el hombre del establo estaba en alerta en ese momento. Pero aun no esperaba una respuesta a su presencia.

Pronto estuvo frente a la pared que habia utilizado y empezó a escalar recordando lo que habia hecho antes mientras a su alrededor la alerta se dispersaba. Aunque no fue hasta que estuvo encima de la pared que noto a uno de los guardias con una ballesta apuntada a ella, disparando sin la mayor advertencia pero sin dar en ninguna parte de su cuerpo haciendo al guardia maldecir a todo dios.

Pero no solo sintio los insultos del guardia, en alguna parte sentia una mirada intensa en ella. Que sin entenderlo le hizo buscarla hasta hallar a una mujer mayor que le sonreia con confianza. Aunque la razon de esa sonrisa se perdia en ella pero no la identidad de la mujer. Selena Mondavi.

Corrió todo lo que le permitieron sus piernecitas para poder librarse de la mordedura del feroz animal, mientras que iba dejándolo atrás para poder tener el tiempo suficiente para trepar por el muro antes de que las fauces del cánido se clavaran en su carne. Un cosquilleo extraño recorrió su cuerpo a medida que se alejaba, pero el miedo y la urgencia eran demasiado altos como para que pudiera pararse a pensar demasiado en lo que estaba sucediendo.

Por todo ello, alcanzó la pared y subió por ella con rapidez, sabiendo que el tiempo estaba en su contra y que muchos más hombres acudirían ante el revuelo e intentarían abatirla. Y, como si sus pensamientos se hubieran convertido en una realidad, pronto sintió el zumbido de una saeta silbando muy cerca de su oreja, y pudo percatarse de que el guardia apostado casi la alcanza con aquella arma mortal.

Pero aquello no fue lo más espeluznante, puesto que, por alguna razón, sintió como unos intensos ojos se clavaban en ella de forma insistente. Inconscientemente, se giró el tiempo suficiente como para distinguir el rostro de la mujer que tan solo había visto una vez en el orfanato de Padua donde había pasado la mayor parte de su infancia. Pero… ¿Qué hacía aquí en la misma posada en la que Luca se alojaba? Un miedo primigenio se apoderó de ella ante la posibilidad de que fuera capaz de descubrirla bajo su disfraz de chico en medio de la noche, a pesar de saber que aquello era prácticamente imposible. Por todo ello, la joven Leonor saltó con agilidad hacia la calle y se dispuso a alejarse lo más rápidamente de allí para no volver.

Aun con toda su agilidad aquel salto la hizo demorar mientras sufría el contacto con el suelo y el desequilibro causado por lo apresurado de su movimiento. De cualquier forma la suerte estaba con ella y no hubo torcedura que lamentarse en esa ocasión, por lo que sus siguientes pasos para salir del lugar fueron como los imaginaba hasta perderse en la sombra de los callejones.

Cuando su mente tuvo tiempo reflexiono un poco en lo que habia logrado con su investigación de aquellos sujetos sintiendo que se habia desviado por una buena razón. Ya que no podía investigar a uno que se encontraba en una casa vigilada de la nobleza, ni podría encontrar al otro que simplemente habia anotado que se guardaba en un iglesia sin dar nombre o dirección, por lo que parecía que los métodos habituales de la joven habían llegado a su limite. Algo que explicaba el pequeño desvió que habia hecho investigando a un hombre de su pasado que por el momento mostraba su presencia por su nombre y posiciones aunque la joven no pudo dar con este.

El tiempo paso mientras un huia y pensaba pronto debería esconderse. No habia duda que se sentía tentada a ir a uno de lugares comodos que ya conocía pero ella los pensaba demasiado riesgosos por lo que terminaria meditando un poco buscando una respuesta que pensara correcta aunque posiblemente no la seria.