Partida Rol por web

Al dia siguiente Gianna no se encontraba del todo contenta como habian acabado las cosas con Bastien, ella se había quedando con muchas palabras en la boca que no pudo terminar de expresarle y su única esperanza de arreglar eso era que finalmente el hombre cumpliera con su palabras de volver a encontrarse con ella en una próxima fiesta que realice.

Pero lamentablemente no podía ahogar sus pensamientos en Bastien teniendo que preocuparse la noche por un invitado muy distinto a los amantes de ella, ya que a diferencia de lo que ella temía de los anteriores Leonzio venía con una propuesta importante junto a él. Un matrimonio que ella no buscaba pero se sentía muy culpable para poder rechazarlo.

Ademas por lo que sabia del hombre, no era alguien malo, no le faltaba dinero y la aceptaba a pesar de la fama que le daba esas fiestas de mascaras que habia empezado a realizar un tiempo después del fallecimiento de su padre. Incluso entre sus razones para casarse con ella no estaban solo el acuerdo entre los padres de ambos, sino un sentimiento de protección de posibles hombres yendo a ella con el único objetivo de casarse con ella solo por verla sola con esa fortuna.

Tenia mucho que preparar y pensar, la hora de la cena ya se acercaba.

Gianna tenía doscientas cosas en la cabeza aquella tarde pero una ya había estado ahí desde la noche y ese era Bastien, por un momento pensó en buscarlo ella misma pero era inutil porque seguía sin saber nada de él, no sabía dónde se alojaba, ni si realmente había llegado con el cardenal, además, el modo en que la había tratado la noche anterior la volvía loca. Por suerte so sirvió para que tomará una decisión: no volver a verlo, si él no era capaz de entender que ella no le estaba hablando de matrimonio y si de otras cosas como amor y sexo juntos, entonces ella tenía que superarlo y dejarlo a un lado.

Lo que tocaba en ese momento era recibir a Leonzio como se merecía, sería buena con él porque no le había hecho ningún mal pero tendría que ser sincera y tajante a la hora de rechazar su propuesta puesto que ella no podía aceptar casarse así como así y mucho menos sabiendo que él mismo le había dicho que tenía una cierta fama, por lo cual, debía ser importante para él aunque no lo dijera así.

Dispuso que se cocinara sólo lo mejor, fresca carne traída de fuera, además de varios quesos de distintos tipos; Leonzio eea un hombre que viajaba, así que debía estar acostumbrado a lo mejor. No sólo ordenó el vino, también algunas bebidas dulces y no quería cenar en el gran comedor, sino en el salón que era mucho más acogedor e íntimo. Lo que iban a tratar sólo les incumbía a ellos dos por lo tanto, sólo dispondrían de un mozo qje les llevaría todo. Ella misma se cercioró de que el fuego estuviera encendido y de que los lugares estuviera cómodos, se dispusieron almohadones de fina seda, ya que ahí la mesa estaba casi en el suelo y allí era donde ellos se sentarían.

Teniendo todo listo, Gianna se fue a dar un baño caliente al cual agregaron aceite de rosas y pétalos de estas, aunque Bastien no le hubiera comprado un perfume, ella tenía suficientes para estar perfecta para cuando llegase su invitado. Una vez salió la ayudaron a vestirse, sobre toda la ropa interior sus doncellas le pusieron un vestido dorado que resaltaba sus ojos, le hicieron un peinado alto y volvieron a oerfumarla para reforzar el aroma de la ducha. Estaba lista justo a tiempo, odiaba las impuntualidades así que sólo aguardó a que le avisaran que el joven había llegado.

Leonzio también parecía puntual ya que un poco antes de ser la hora de esa reunión un sirviente le informaba que habia llegado y se dirigía sin desvió al salón. No mucho tiempo luego del aviso de su arribo, se presento frente a ella Leonzio.

El hombre se encontraba vestido un par de capas, siendo el traje superior color rojo brillante que lo hacía tan vistoso como era acostumbrado en los nobles, dejajo llevaba un jubón marón oscuro lleno de detalles dorados que también resaltaba su presencia y le daba una sensación de hombre con dinero. Por lo demás su cabello rubio se encontraba divido y arreglado con una atención ejemplar. Llevaba en él un perfume dulce  aunque sutil en comparación al de ella.

Al verla no solo quedo sin palabras sino que tampoco pareció saber cómo reaccionar ante tanto brillo que generaba tanto el vestido de ella y la belleza preparada de ella. Solo hasta que el aroma de su baño y perfume pareció atraerlo termino haciéndolo acercarse a ella para besarle la mano con educación. “Estas muy hermosa Gianna, aunque eso es poco halago para la forma en que te presientas antes mi. Me dejas sin palabras y totalmente cautivado…eso que aun no has dicho nada.” Comento medio en broma pero mostrándose sincero en su atracción por ella.

Pareciendo haber recobrado sus palabras la acompaño a la mesa, que le dio cierta diversión. “Que curioso forma que has elegido para que comamos. Me recuerda a algunos de mis viajes.” Comento ayudándola a sentar antes de hacerlo él. “Deseas que comamos un poco antes de empezar a hablar de la razón por la que vine?” le pregunto dejando a ella decidir como iria la velada.

Se le veía realmente atractivo pero ella seguía con la misma idea, sin embargo, no era momento para esas cosas porque primero quería agasajarlo bien y que se sintiera como en casa. Claro, primero tenía que darle las gracias por sus palabras y por ser tan puntual.

-Gracias por vuestras palabras, Leonzio... Aunque sé que son un halago, sé también que son sinceras y eso es importante para mí.

Ella rodeó aquel lugarcillo una vez que él la invitó con él a sentarse y sonrió.

-Quería sorprenderte y que te sintieras a gusto, aunque creo que no puedo sorprender a un hombre que ha viajado por el mundo como si fuera su propia casa-ella se sentó y le indicó a él que se sentara a su lado, no muy lejos de ella.-Primero bebamos algo, luego si a ambos nos apetece, podemos cenar.

El mozo que aguardaba en las sombras se acercó de inmediato y llenó las copas de ambos, Gianna sonreía y miraba a Leonzio a los ojos sin apartarlos ni un momento, no era una descortesía, solía mirar así a las personas que consideraba interesantes para ella.

-Primero un brindis por habernos encontrado nuevamente y porque pase lo que pase, siempre podréis contar conmigo, en las buenas y en las malas.

Se inclinó un poco hacia él, sabía que lo importante era lo que él venía a decirle.

-Habladme de vuestra proposición, aunque ya la sé, quiero saber cuáles son los términos de esta.

Los ojos de Gianna estaban brillantes, olía exquisito, estaba bella pero había algo que le decía a Leonzio que no todo estaba bien.

“Me siento muy a gusto con este intento de sorpresa y te agradezco el gesto Gianna” se apuró a decir sin duda no queriendo que la mujer se sintiera mal por no conseguir la respuesta que buscaba. “Me parece buena idea.”

Se dejo servir la copa y olio un poco el vino antes que fuera a llevárselo a la boca en un gesto que parecía de quien conocía de vinos o lo quería fingir. “Brindo por ello y también prometo que podras contar conmigo desde siempre.” Compartio el hombre levantando la copa y chocándola con ella.

Luego de darle un sorbo a su copa asintió a su pedido. “Mi propuesta como bien sabes en una de un compromiso, una que pretendo se realice antes que termine el año o en algunos meses como máximo. Mi razón es que la situación en el imperio y las Ciudades estados no es buena y preferiría festejar cuando las cosas aun se encuentren en orden.” Le explico dándole una razón que ella o podía culpar por su prisa ya que cualquiera habia escuchado de una posible guerra que podría llegar a sus ciudades.

“Deseo que nos cacemos y unamos nuestras familias, para eso estoy dispuesto a ofrecer el dinero que generalmente es dado por el padre de la novia para no deba ser una preocupación para vos Gianna” contino esta vez moviéndose a lo económico que bien era un tema fundamental en muchas de las bodas de la nobleza. “Cada uno conservara sus bienes en el matrimonio y no intervendrá en los negocios del otro a menos que ambas partes estén de acuerdo.”

Las propuestas estaban bien, pero faltaba un punto que hasta ahora parecía evadir. “Lamento decirte que tendremos que realizar algunas modificaciones en las fiestas que se realizan en tu fiesta, para tenerlas un poco mas…controladas.” Comento no pareciendo muy seguro en este punto. “Tus actos mas activos en la cama, deberán ser también algo mas sutiles, que aun si bien podría aguantarlos me gustaría pensar que casado conmigo podría dejar esos hábitos con los demás para centrarnos en el uno y el otro.” Concluyo mirándola por unos segundo antes de ir al vino de su copa y beber un sorbo mas.

Gianna escuchó todo pacientemente, dejando que Leonzio se expresara cuanto quisiera porque evidentemente lo necesitaba y mucho. La joven veneciana estaba segura que mucho del ofrecimiento del joven tenía un fin altruista pero claro que no todo en la vida era tan sencillo. Algunas cosas estaban de más para Gianna, el hecho de que pareciera que le hacía un favor le crispaba los nervios hasta límites insospechados. Bebió de su copa lentamente sin dejar de mirarlo, haciendo un gesto casi imperceptible cuando habló de sus fiestas.

-Sobre la dote no estoy pensando en no darla, si mi padre pensó en ceder mi mano sin preguntarme, es evidente que debió haber dejado cubierto eso.

Dejó la Copa a un lado porque se dio cuenta que aquello era más una reunión e negocios que una velada romántica. Sabía que venía una guerra pero no había nada seguro en la vida de nadie y ella no sentía miedo al respecto, sin embargo no dijo nada acerca de eso, no tenía caso meterse en esos entreveros.

-Sin embargo, el resto de los puntos este contrato matrimonial no me gusta en absoluto. No sólo pretendéis cambiar mis hábitos y los de mis invitados sino que pretendéis cambiar mi vida por completo sin ofrecerme más que... Según tú estabilidad y protección. Para que yo cambie todo eso, tiene que haber más que amistad y la promesa mi padre de casarme contigo.

Se levantó decepcionada.

-Pero si exiges que se cumpla la palabra de mi padre, lo haré pero no esperes que lo haga feliz y como si esto no fuera un negocio.

Estaba hablando en serio pero si era lo que él quería, ella se lo daría.

“No suponía que no estuvieras dispuesta a darla, solo te ofrecia una opción para que vieras que no era la dote de tu familia el interés de mi parte.” Le aclaro con calma y de nuevo mostrando un rasgo alturista que continua haciendo sentir algo mal a Gianna. “Respecto a tu dote supongo que eso es algo que deberás hablar con tu tio.”

Observo como deja la copa en medio de sus palabras pero no lo hizo terminar de hablar aunque demostraba que no se empezaba a sentir tan confiado. Aunque todo fue peor cuando ella se levantó de su almohadón. “Espera…me disculpo si he hablado mucho. Estoy algo nervioso con todo esto y o pretendía que sonara como si te estuviera imponiendo todo esto.” Comento sin levantarse pero pidiéndole con un gesto de la mano que se detuviera y volviera a sentarse.

“Por favor vos que esperas de nuestro matrimonio. Yo te escuchare atentamente cambiando mis propuestas de antes lo mejor posible para que se adapten a lo que pides.” Le propuso con una sonrisa esperando que no se escapara.

Aunque sus ultimas palabras causaron un suspiro de desgano en él. “Un matrimonio de nobles siempre es un negocio. Pero que yo me presentara aca solo y hablara todo esto con vos, es para que al menos sea un negocio provechoso para ambos. Que ambos quedemos contentos con este.” Admitió pero no por eso acepto completamente el significado que le daba ella a esta reunión.

Gianna sabía que él tenía buenas intenciones y no podía culparlo por lo que su padre había hecho sin pensar en ella o pensando pero de muy mala manera. Tomó la mano que Leonzio le ofrecía pero no se sentó enseguida, sopesó las palabras del joven noble. Se sentó a su lado, aprovechando para hacerlo más cerca de lo que había estado antes.

-Lo siento, no ha sido mi intención enojarme con vos por esto. Pero soy una mujer y por muy liberal que sea, sigo siéndolo.

No había soltado su mano y se dio cuenta que no tendría más opción si quería honrar la palabra de su padre y su tío se ocuparía de todos los otros detalles al respecto de aquella unión.

-Lo que pedís es lo justo, Leonzio.

Soltó su mano sonriendo, si había otro sentimiento que no fuera agradable en ella, no se notaba pero por dentro sabía que su vida como la conocía, se terminaba en ese momento, cuando pronunciara las palabras que estaba a punto de decir.

-Me casaré con vos...

El noble acepto contento que se sentara aun cuando lo hizo mas cerca, para él o para cualquier hombre eso nunca seria un problema. Se quedo finalmente callado escuchando lo que quisiera expresarse la joven.

La aceptación de la joven fue recibida por una gran sonrisa, que seguramente correspondía al gran peso que se había sacado de los hombros tras las palabras de ella. No pudo contener acercarse mas a ella tomándola en un abrazo que sacaba cualquier formalidad a la reunión. “Me haces muy feliz Gianna…” declaro antes de terminar de acercarse a ella para entregarle un beso que seguramente por la pasión que mostraba, era algo que hace tiempo esperaba hacer.

Tardo en apartase de ella su futura esposa, poco le importaba el mozo en las sombras. Pero finalmente se apartó para mirarla detenidamente. “Sera mejor que terminemos con la cena que seguro has hecho un gran trabajo eligiendo todo.” Comento con algo de gracia porque tanto él como ella no se sentían muy ansioso de volver a comer ahora, ambos teniendo sus razones distintas.

Ella recibió el beso y le correspondió, había besado muchas bocas y esa era la de su futuro esposo que parecía muy contento con su decisión.

-Si, es mejor que comamos algo.

La veneciana sonrió satisfecha, volviendo el mozo a llenar sus copas, estaba dispuesta a disfrutar de la compañía de Leonzio aquella noche y las que hicieran falta.

-Tendréis que hablar con mi tío pero descuida que yo le explicaré todo con calma, vosotros dos pueden tratar la parte económica de todo esto.

Ella comenzó a comer, un poco de fruta, de queso. No quería quedar como troglodita frente a él.

Luego de ello hablaron un poco mas de la boda al menos los detalles pequeños y superficiales mientras cenaban. Recordaron también los años que eran dos niños que ni se imaginaban como seria el futuro y de la unión que seria concretada más pronto que tarde aunque la fecha seguía no siendo tan específica. Tras la cena privada que tuvieron ambos se sentían algo más contentos, aunque Gianna se encontraba solo fingiéndolo. Pronto fue hora para que Leonzio se marchara a su hogar mirándola con cierto deseo pero no permitiéndose por alguna razón que ella no entendía del todo.

Al volver a la sala ya los sirvientes se encontraban limpiándolo todo de la mesa y dejando que su señora se fuera a su cuarto sin preocupación alguna. Ella se encontraba cansada por toda la reunión y algo ebria por el excelente vino que había compartido con Leonzio pero no por ello no evito darle un vistazo por el balcón a la ciudad que tanto le dio, incluyendo ahora un esposo.

Sintiéndose melancólica se quedo observando por un buen raro hasta que noto en la calle frente a su mansión a un individuo que caminaba en dirección a su mansión. Tras un esfuerzo de su parte pudo distinguir que se trataba de Bastien, quien sintiendo tu mirada alzo la vista para encontrarse contigo. Lo que siguió fueron unos gestos que parecían casi pedidos del hombre para que le diera un momento para hablar con ella.

Gianna estaba ligeramente borracha, ya parecía que lo disfrutaba mucho últimamente. Pensó que lo mejor sería ir a descansar y al otro día ver las cosas con más calma pero no podía hacerlo sin asomarse. Fue entonces cuando vio una figura conocida, más que conocida pero pensó que no lo vería nunca más y si lo hacía, ella no querría hablar con él pero estaba más contenta de lo normal, así que se asomó al pasillo y ordenó a una de las sirvientas que hiciera pasar al caballero a su alcoba, tenían que hablar y ya estaba cansada como para ir al despacho.

Aguardó por él con la misma ropa y sentada en la cama mientras bebía un poco más de vino que ya había solicitado a la servidumbre. No pasó mucho tiempo antes que llamaran a la puerta y ella desde dentro le gritara que podía entrar. La sierva dejó allí a Bastien y cerró la puerta tras ella dejándolos solos.

-Ha pasado algo de tiempo, pensé que ya te habrías marchado a tu país.

Era obvio que a pesar de sus ganas de verlo, ella era capaz de parecer fría ante él cuando lo que en realidad quería era comerse su boca a besos.

Sin demora la sirvienta había traído al caballero frente ella para luego dejarlo encerrado junto a ella. El caballero por su lado parecía algo triste aunque su mirada subia para verla en aquel vestido que tan bien llevaba ella y que lo atraia de una forma clara.

“No, sigo aquí.” Devolvió con cierta simpleza diciendo lo obvio. “No podría abandonarte Gianna, no de la forma que lo hice ayer de forma estúpida…” dijo bajando la cabeza acercándose a ella. “Estoy cometiendo más errores de lo que seguramente puedas aguantar y habría comprendido que no me habrías elegido recibirme. Pero que este aquí me da algo de esperanza.” Aunque no sonreía sino que la miraba la mirada para verla a los ojos. “O es que acaso llegue tarde para verte y ahora solo querías despedirme de frente?” termino preguntando mostrándose algo inseguro ante la actitud fría de ella.

Ella le señaló un cómodo sillón situado cerca de su cama, casi frente a ella para que se sentara y le tendió su copa.

-Parecías muy decidido a irte, no era lo que yo buscaba. Pensé que volveríamos aquí, que lo hablaríamos pero no fue así porque me entendiste mal o tal vez fue mi culpa.

Ella se desanudó el cabello y le sonrió por fin pero aún negó con la cabeza.

-Estás aquí porque quiero aclarar algo con vos. No soy una mujer que busque atrapar a un hombre a la fuerza... Si te hablé de comprometernos era en el sentido más romántico y no con un papel de por medio.

La joven clavó sus ojos en él y cogió otra copa que llenó, posiblemente esa era la razón por la cual le hablaba con tanta claridad.

-Pero sé o ahora sé que no quieres eso y lo entiendo, mi error fue, no quererte como una simple diversión.

Se levantó y llenó la copa de él sin dejar de mirarlo por momentos.

-Me casaré... Él dice que soportará mis andadas y yo sé que no es verdad. Me acabo de cortar las alas yo misma, poco me queda de libertad ya...

Sonreía pero se le notaba triste, si alguien podía darse cuenta de ello, era precisamente él.

Se sento sin mas palabras donde ella deseaba y tomo la copa ofrecida. Callado como estaba se quedo escuchando aunque su mirada se encontraba en la copa que le había dado como avergonzado de su actuación esa noche. Solo cuando sintió su mirada fija en él fue que levanto su preciosa mirada azul.

“Te he entendido terriblemente, como afirme antes no quiero el compromiso que implica un papel. Sin embargo el compromiso romántico que sugieres es algo que puedo aceptar e incluso deseo…” afirmo estirando una mano para tocarla mientras ella le llenaba la copa, el frances deseaba ese contacto que tambien ella queria. “Yo volvi varias veces aquí porque deseo que tengamos ese tipo de relación, no una que necesariamente se quede en la cama. Pero que vaya a disfrutar de esta linda ciudad tuya” comento con un tono mas soñador que hasta él sabia que en estos momento podria no ser posible.

Entonces ante la noticia del casamiento su rostro se volvio muy serio, para luego tomar un largo trago de su copa. Cuando termino su largo sorbo se levanto forzando una media sonrisa algo más sincera que la de ella. “Tus alas pueden seguir estando en tu espalda Gianna, solo que ahora deberas aceptar que no podrás ser tan evidente al mostrarlas...” comento acariciando su rostro. “Tal vez sea lo mejor. Ya que solo mostraras tus alas para quien creas digno de verlas y si ese no es tu marido entonces es problema de él, no tuyo.” Continuo mejorando una poco la sonrisa y terminando lo poco que le quedaba de vino.

“Sino siempre esta la opción que te dije de ahuyentarlo, que aun nada oficial esta hecho. Cierto?” pregunto ante una sugerencia tentadora.

Gianna ya no estaba segura de que realmente él quisiera tener ese tipo de relación pero ya tampoco importaba nada o casi nada.

-Tengo que decir que me alegra verte,p porque no quería te fueras sin saber esto.

Pero Bastien acarició su rostro y ella sintió un calor que recorrió su cuerpo, estaban parados el uno frente al otro y era muy difícil mantener su frialdad así, siempre falla con él y se preguntó si siempre le iba a pasar eso con el extranjero.

-Bastien...

Tomó la mano que la acariciaba y la detuvo, parecía que en ese momento, Gianna iba a terminar con todo.

-No sabes bien lo que me pasa por la cabeza pero lo que sí debes saber es que me es imposible tenerte tan cerca y seguir negándome a tus palabras.

Liberó su mano pero no se apartó, por el contrario, se acercó más a él clavando sus ojos en los del soldado.

-Tener que esconder mis alas es casi lo mismo que cortarlas pero voy a honrar la palabra de mi padre, ya no he honrado nada más lo haré con eso.

Su aliento estaba directamente en su rostro, se notaba que con Leonzio había estado bebiendo pero el hombre se habia ido muy pronto como para decir que entre ellos había sucedido algo.

-Dime la verdad, demonio, ¿a que has venido además de aceptar mi ridículo ofrecimiento de una relación utópica?

La veneciana puso su copa a un lado y volvió a tomar su mano libre.

“Gianna…” le devolvió el extranjero luego que detuviera su mano. “A mí me pasa algo muy similar no solo no puedo resistirme a tus palabras sino que tampoco puedo hacerlo a tu rostro y al resto de tu cuerpo.” Comento de forma melosa pareciendo contenerse en no usar su otra mano para continuar tocándola.

Entonces ella se acercó a este, que dejo escapar una sonrisa sincera a pesar de las palabras que escuchaba de su persona. Tal vez porque olía el aliento que en otros olería mal pero en ella era solo una tentación más. “Es una elección extraña pero no la discutiré si es lo que quieres.”

Cuando llego la pregunta el francés no pudo no sonreír con algo de malicia ante el sobrenombre que le había puesto ella. “He venido a estar contigo, toda la noche y la mañana también para que veas lo mucho que significas para mí. Me quedare en tu mansión tanto como quieras.” Le respondió colocando su propia copa a un costado junto a la de la mujer. “¿Me aceptaras diosa mia o me rechazaras ahora que sabes mi plan de demonio?” pregunto provocativamente dejándole la elección nada difícil a aquella hermosa mujer que de a poco iba sintiendo como parte de su vestido se elevaba sin esperar su respuesta.

Ella estaba distraída, pensando en lo que le decía y lo que le decía era algo que de habérselo dicho en otro momento las cosas serían diferentes pero ahora era lo que era.

-Bastien, Bastien, Bastien...

Ella sonrió, ciertamente era un demonio pero era SU demonio y nadie la iba a apartar de él, ni siquiera Leonzio.

-Me gustaría que a veces me discutas y a veces te enojes y grites, para que luego vuelvas a mí y me demuestres lo mucho que me dejas y quieres.

Sintió como él levantaba cierta parte de su ropa, miró hacia abajo y sonrió, sí, era un demonio y a ella le encantaba eso.

-¿Tengo cara de querer que te vayas lejos de mí ?

Le sonrió con coquetería y se acercó más a él.

Esa noche la bella mujer la pasaría con un hombre que tanto la atraía y tanto amor le causaba, un hombre que no parecía querer apresado a pesar que siempre volvia con ella por voluntad propia y se dejaba atrapar por el placer que ella le daba. Aquello bien podía sonar como el final de un cuento de hadas de épocas futuras, pero era nada mas que el comienzo.

Pronto ella debería casarse con un amigo de la infancia de ella que la obligaba a cambiar como ni su tio se animó hacer, mientras los unía a ambos por un contrato que solo la muerte podría cancelar. Encerrándola a ella en esa jaula hermosa a todas luces pero opresiva sin lugar a dudas.

Mas ese solo era el comienzo de su historia, ya que pronto descubriría un mundo aun mas complejo esperándola fuera de su mansión.