Finalmente habia encontrado la mansión de los Scarpati, había tenido que pedir algunas direcciones y consultar a la gente sobre la familia. Aunque tampoco había sido difícil ya que la familia era conocida por su poder económico en Venecia y también por la tragedia que tuvo esta familia cuando se murió el Patriarca de está dejando casi todo el poder de la casa en manos de su hija. Gianna Scarpati, la mujer que él ya habia conocido.
Aunque en su cabeza habían quedado muchas dudas respecto a esa mujer y a lo que en verdad había venido a hacer cuando se encontró con él. Recordaba a los caballeros franceses que acompañaron también al Cardenal desde Roma, ambos parecían muy buenos amigos y a pesar que se ofrecieron para defender al Cardenal por su deber como caballeros suponías por la rápida separación del grupo que solo habían aprovechado el gran grupo que tenían para viajar seguros.
Pero igual podría ahora utilizar a aquellos hombres para visitar a la noble y tener otra conversación con ella, respecto a todo eso y mas. Al menos asi lo pensó frente al hogar de ella y antes de llamar a la puerta.
Unos minutos mas tarde del llamado del Obispo, Gianna era avisada de su visita junto con la del cruzado. Algo que la noble no podía mas que sentir molestia incluso desesperación ya que en parte podía saber por donde iria la conversación con un hombre asi. Sin embargo no podía echarlo o no recibirlo, asi que se arregló y fue a saludarlo al salón de entrada.
Cualquier cosa me preguntas Claude, por tu encuentro con ella lo tuve yo ;)
Cuando fue avisada que el obispo estaba en su casa, Gianna tuvo que cambiarse de ropa, no tenia ganas de más sermones. Se quitó aquel vestido escotado y de color azul fuerte y se puso uno de color rosa que no tenía escote alguno. La doncella la ayudó a peinarse como debía y luego de un rato bajó a recibir al obispo aunque no era algo que le hiciera ilusión en absoluto.
-Es esta una verdadera sorpresa, señor obispo.
Mala pero sorpresa al fin.
Aquella mansión veneciana no tenía nada que envidiar a la de la familia Ziani. Bien construida, bien situada y con embarcadero personal, sin duda el linaje de la joven Scarpati era más acaudalado de lo que podría haber imaginado el obispo en su primer encuentro. Quizá en este nuevo intento pudiera conseguir acercarse más a la joven huérfana.
Cuando le permitieron entrar al recibidor mientras avisaban a su anfitriona, aprovechó para ojear la rica decoración. Pidió a Jaçques que se relajara, al fin y al cabo aquello era una visita de cortesía, y disfrutara.
-Signorina Scarpati -la saludó con cierta animosidad y un pequeñísimo atisbo de sonrisa-, no sabéis cuánto me alegra veros bien y en pleno dominio de vuestro hogar -Dios sabía que era difícil que una mujer, y más una tan joven, supiera y pudiera tomar en solitario el control de un patrimonio como aquel-. Mis disculpas por venir sin avisar, espero no haber interrumpido nada...
El obispo se acercó y le tomó las manos en un gesto paternal. La joven había perdido a su padre, y quién mejor que un pastor de la Iglesia para acercarla al padre ulterior de todos y todas: Dios Todopoderoso.
No te pre', bro! =D
PD: No os enfadéis conmigo ni con Claude, su machismo es cosa de curas del s.XIII xDDD
El tacto de aquel hombre no sólo la tomó por sorpresa sino que le resultó tremendamente repulsivo, sin embargo, Gianna se lo permitió a pesar de que no estaba para nada de acuerdo.
-Bienvenido y no, no habéis interrumpido nada. Sentaros, por favor. ¿Deseais beber algo?
Uno de los sirvientes estaba en el salón, apartado de ellos pero listo para lo que se pudiera ofrecer.
-Debo reconocer que me sorprende mucho vuestra visita.
Y no le encantaba pero eso no podía decirlo.
-¿En qué puedo serviros?
Claude asintió con la cabeza contento de no haber interrumpido nada mientras que Jaçques se mantenía adusto e inexpresivo.
-Un poco de vino estaría bien. Gracias, hija mía -respondió a la invitación con agradecimiento mientras buscaba un asiento en el que sentar sus cansadas posaderas.
Sonrió algo más ante el comentario de la sorpresa por su visita, pero pronto volvió a su habitual gesto serio. Miró alrededor y se demoró aún un poco más en responder. El cruzado seguía serio, cruzado de brazos en aquel instante, atento (o no) a la conversación de su protegido y la atractiva joven.
-No os sorprendáis tanto, hija mía. Desde mi llegada a la Serenísima he estado desempeñando mi labor librando almas de sus máculas y pesares y persiguiendo al mal que intenta dañar a los buenos cristianos de esta ciudad. Y por lo que entendí tras nuestro primer encuentro, vuestra situación es cuanto menos difícil -hizo una pausa durante la cual sacó con total parsimonia un pañuelo de seda de color rojo vino con un escudo de armas bordado en plata, se lo pasó por la comisura de la boca y lo volvió a guardar antes de proseguir-. Así pues, mi querida joven Gianna, más que a pedir vuestro servicio vengo a ofreceros el mío. Decidme, ¿cómo os encontráis? ¿Cuál es vuestra situación actual?
Se refería, claro está, a su situación en solitario al frente de la casa de su padre. Aunque también pretendía conocer su estado civil, las cuentas de su familia, a los apoyos que poseía, sus planes de futuro... Claude estaba comenzando a adquirir información para meditar y decidir de qué manera podría ayudar mejor a aquella pobre huérfana... y de qué manera podría ésta ayudar mejor a los intereses del Dogo y la Iglesia...
Claude es amor <3 xD
A Gianna no le encantaba la idea de tenerlo allí pero ya que estaba; un sirviente le trajo vino de inmediato, a ambos y ella se relajó un poco.
-Las situaciones pueden ser difíciles o no, depende de como uno las encare pero es así, supongo que todo se resuelve gracias a la ayuda de Dios.
Pero la joven noble sabía mas o menos a qué venía la visita de aquel hombre de supuesta fe y se resignó a responder lo que él quería saber.
-Bueno, las novedades son que pronto me casaré y supongo que eso lo dejará as tranquilo respecto a mi situación . Ya he resuelto el problema que tenía y no sucederá más, lo que suceda desde momento de mi boda en adelante, lo resolverá mi esposo y confío en él.
Dejó la Copa al lado y miró a Claude.
-Yo creo que vos tenéis cosas mas importantes que hacer que ocuparos de una solterona noble a punto de casarse.
Con la copa en la mano, Claude dio una profunda inspiración para disfrutar de los vapores del caldo. Era bueno, no el mejor que podía encontrarse en Venecia pero era aceptable. Acto seguido le dio un pequeño sorbo, más ideado para saborear en la boca la calidad del vino que para tragarlo. Chasqueó la lengua, acto provocado por la sensación que la bebida dejaba en su paladar y miró a Gianna con una ligerísima sonrisa.
-Buen vino, signorina -dijo respetuosamente.
Voluntariamente calló durante algunos segundos antes de decidirse a decir más nada, dejando sin respuesta las palabras de Gianna. Eso sí, no le retiró la mirada de encima. Se veía que la mujer había tomado decididamente las riendas de su hogar, su patrimonio y su familia. Y parecía una mujer capaz, de las de recio carácter. Le agradó saber, eso sí, que al menos aparentaba guardar el respeto por Dios Santísimo que todos debían tener.
-Au contraire, Mademoiselle... -comenzó adquiriendo un gesto sin importancia-. Es competencia secular de los hombres de mi condición ocuparse de los asuntos y los problemas de los de la vuestra. Desde emperadores de la Antigua Roma a los de nuestros tiempos, reyes, condes, duques y demás hombres de bien, hemos velado porque sepan regir sobre los hombres por cuyas almas velamos. En vuestro caso, se trata de nobleza y patrimonio -hizo una pausa para beber un sorbo más de vino-. Título y fortuna. Sois parte importante de esta república, signorina Scarpati... sois "una cosa importante de la que ocuparme" -añadió con tono severo, mas con una sonrisa algo más amplia que la primera.
Calló de nuevo y bebió unos pequeños sorbos más de vino, todo con moderación y tranquilidad. Abandonarse al bebercio no era propio de hombres distinguidos, letrados, ni tampoco de hombres de Dios que fuesen dignos.
-Así que... ¿vais a casaros? No sabéis cuánto me alegra escuchar eso. Decidme, ¿sabéis ya cuando será el enlace? ¿Podría saber quién es el afortunado?
El tono, los gestos, parecería que el obispo estuviese interrogando a la joven. Pero nada más lejos de la realidad. En su interior Claude estaba relajado, charlando tranquilamente y con un firme deseo de que aquella joven huérfana encontrase estabilidad y la luz que le marcase el camino correcto. En tal caso, sería mejor no imaginarse al juez en un interrogatorio...
Para Gianna no era sencillo conducirse con aquel hombre, hubiera sido mucho mejor si su tío lo hubiera hecho pero era tarde para llamarlo y quedar como una mala anfitriona ante Frollo. La joven se removía en su asiento y realmente no estaba bebiendo porque no quería estar distraída por cualquier cosa que él le pudiera decir, ya había tenido una conversación poco conveniente con ese hombre así que lo mejor era tener cuidado con sus palabras porque evidentemente él era bueno con ellas.
-Bueno, en ese caso, aunque sea vuestro deber, yo os lo agradezco. Realmente ahora mi tío ha puesto este lugar en orden, hemos encontrado a las personas que estábamos buscando y finalmente, todo ha vuelto a su cauce pero yo os prometí una buena limosna para los menos afortunados y antes que se vaya haré que mi tío la entregue.
No era que eso le doliera precisamente pero sabía que se llevaría una reprimenda por parte de su tío al no habérselo comunicado antes.
-Leonzio es un amigo de la familia, su padre y mi padre solían hacer negocios... Ambos pactaron nuestro matrimonio y ahora va a llevarse al cabo. Aún no sé bien dónde y cuándo pero prometo comunicaroslo en cuanto todo esté determinado, cálculo que será en estos días que mi prometido me dará la fecha pues ha quedado en encargarse de todo. O si lo preferís, puedo presentaroslo.
Así mataba dos pájaros de un solo tiro.
Claude parecía complacido. La situación no apuntaba tan negra como creyera en un principio. El tío de la muchacha le estaba ayudando y cubriendo, y pronto estaría casada con un buen hombre amigo de la familia. El Señor fuese alabado por ello...
-Os lo agradezco muchísimo, hija mía. Ellos sabrán agradecéroslo tanto como yo mismo. Es un buen comienzo para el futuro de vuestra familia, os lo aseguro. Ya sabéis que dar es señorío y recibir servidumbre -dijo como cumplido a la generosidad de Gianna.
El obispo bebió otro poco de vino antes de dejar la copa apoyada en el reposa brazos del sillón donde estaba sentado. Cruzó los dedos de sus manos bajo su mentón antes de continuar hablando apaciblemente:
-Me alegra que no sea un extraño el llamado a tomar los votos con vos, signorina Scarpati. De seguro el joven Leonzio será un gran esposo, y me encantará conocerlo cuando ambos tengáis a bien para daros mi bendición -que no era poco atendiendo a la conexión sobrenatural que el obispo había parecido mantener siempre con el Altísimo-. En todo caso, signorina, perdonad que pueda parecer entrometido. Pero uno de mis cometidos en Venezia me exige conocer diversas informaciones sobre la ciudad y sus habitantes. ¿Es vuestro futuro esposo también de noble cuna? ¿Es acaso perteneciente a alguna familia de ricos comerciantes?
Esa pregunta era previa a otra que tenía pensado plantear. Aunque primero quería oír la respuesta de la joven y bella Gianna...
A Gianna poco le importaba si aquello ayudaba o no a quien fuera, la Iglesia no era precisamente su mayo anhelo y eso era evidente pero no podía ser tan mal educada por más que quisiera echar a ese hombre de su casa.
-Os pediría que mi donativo sea anónimo, no hace falta que nadie conozca lo que hacemos mi tío y yo.
Respiró profundo, siempre tenía que hacerlo cuando estaba con él porque le costaba aguantarlo, le parecía ligeramente exagerado en su trato pero capaz que los hombres de la Iglesia eran así pero luego pensó que no, que aquel sacerdote que ella conocía, no era así precisamente. Suerte que había sido uno joven y no uno como este amargado por la vida, parecía que no pero si lo estaba escuchando.
-Leonzio es de una de las mejores familias de Venecia. Mi padre no me habría emparentado con alguien que no lo fuera, así que por eso no hay nada de qué preocuparnos.
Gianna bebió un poco, lo necesitaba.
-Como comprenderéis no nos vemos demasiado, él está haciendo todo cuanto tiene que ver con la boda pero esta misma noche le enviaré un mensaje para que me conceda no sólo un momento a mí, sino su presencia para presentarnos ante vuestra eminencia y que nos deis esa bendición que será el mejor regalo que podamos tener.
Sabía ser diplomática aunque no le gustara.