La noche habia llegado unas pocas horas despues que el juglar y sus compañeros se habian marchado de la mansión de la familia Perin. Ahora se encontraban de nuevo enfrente de la puerta trasera de aquel lugar solo que esta vez venían con un objetivo diferente y mucho mas arreglados. Esto ultimo con lo que le habian permitido los recursos limitados que poseian, ya que al menos dos de ellos no podrían competir nunca con las trabajadas costuras de la nobleza.
Sin demora fueron recibidos Rufino y guiados al interior de la mansion hasta llegar al puerto privado de esta. Ahi se encontraba una gondola muy especial pintada de un color rojo casi brillante y en los bordes con un azul que recordaba al mar, ambos colores iguales a los del escudo de la familia. Aunque los colores no eran lo que mas la representaba, sino la cabeza de leon en la parte delantera y la luna que se encontraba en una de las dos garras que parecían salir del agua aunque era claro que salían de una parte sumergida de la góndola.
Sentado dentro se encontraba Ottaviano, que se encontraba vestido con un elegante atuendo azul claro y peinado para verse algo mas respetable, los saludo y ayudo a abordar la gondola para finalmente partir al palacio. Sin bien el juglar ya tenia su experiencias en las gondolas sus compañeros originarios de otras tierras lo tenian como una experiencia nueva, que los emocionaba y fascinaba a pesar de los nervios que tenia Andêl. La gondola era grande ya que sumado a los tres compañeros se encontraba el noble, el conductor de esta y un par de guardias de la familia. Sin duda llegarian pronto aunque ahora tenian un espacio para relajarse un poco antes del gran evento.
El juglar caminaba alegre. Eufórico, se podría decir. Había llegado la noche y estaba encantado con las perspectivas que se les presentaban. El joven Perin iba a llevarlos a la fiesta del Dux, donde podrían ganar unas cuantas monedas más que las que ganarían entre el populacho. Pero, lo mejor de todo, era que su fama se extendería entre la gente noble, lo que lo ayudaría a que su nombre fuera grabado para la posteridad. Al fin y al cabo ¿no es eso a lo que aspiran todos los artistas?
Ashriel brincaba y saltaba, visiblemente más animado que sus compañeros, quienes, a pesar de que eran más calmados, no estaban descontentos tampoco en absoluto.
Todos se habían engalanado. El juglar, en concreto, llevaba un traje negro y dorado, con mangas abullonadas y una calza de cada uno de esos dos colores, el más elegante que tenía. La máscara que llevaba aquel día era una máscara completa, dorada, envuelta en un pañuelo de base rojo oscuro con adornos dorados:
Remataba el conjunto con un sombrero de ala media, tipo corsario, en terciopelo negro con el borde ribeteado en dorado, rematado con una gran pluma de ganso, oscura como ala de cuervo. Y, por su puesto, su laúd, envuelto en su estuche más elegante, de color rojo a juego con el pañuelo -que para eso se había puesto éste-, descansaba sobre su espalda, colgado de un hombro.
Entró en la góndola de la familia Perin y saludó con educación al joven anfitrión, agradeciéndole sobremanera aquel gesto para con ellos, de nuevo.
-No os defraudaremos, Ottaviano -dijo, extasiado y embelesado con las ondas del agua en su primer viaje en góndola desde hacía diez años-, os lo aseguro.
El joven Perin sonrio contento con las palabras del juglar, aunque un gesto de la mano le decía que se calme. “No es necesario que me digas eso Ashriel, estoy seguro que harás un gran papel en la fiesta y es por eso que los traje siguiendo la tradición familiar.” Dijo con algo de modestia como si la invitación a ellos no fuera mas que su trabajo como noble de aquella familia que ha dado de comer a distintos artistas por los siglos.
La góndola se movía con elegancia por el agua, conducida con maestría que la hacía moverse rápido pero de forma controla sin hacerla chocar con nada. En el mismo rio que navegaban se encontraban otras góndolas tanto de nobles como de comerciantes, todos viéndose contento y relajados como el propio Ottaviano.
Él cual cuando lo volviste a mirar se encontraba saludando hacia jóvenes que se encontraban a los costados del rio, algo no tan raro porque el Juglar se podía imaginar el espectáculo que les daban a ellos esas majestuosas góndolas que nunca podría abordar. Pronto notaste que otros nobles hacían lo mismo que el joven Perin, dejando a un costado su conducta asquerosa que podias imaginar en la mayoría de ellos.
Por lo demás el viaje fue bastante tranquilo, sin conflictos o incidentes. Pronto el puerto de del palacio se encontró frente a ellos y luego que la verja se subiera para que pudiera ingresar la góndola.
Lo primero en verse fue una larga y ancha escalera roja que parecía llevarlos directamente al primer piso de aquel magnífico edificio. Con las guías de varios mayordomos junto con guardias con el escudo de la familia Tiepolo en sus hombros y pecho. Luego de cruzar varios pacillos decorados con cuadros de varios autores de toda Venecia, llegaron a un enorme salón con la capacidad de albergar mil personas y decorada en el techo con "El Paraíso", el mayor lienzo del mundo obra de Tintoretto. Generalmente usada para cuando se reunían las familias nobles nombradas en el cuaderno dorado para crear leyes o para votar los miembros políticos de la Serenísima.
Ya dentro del salon se encontraban un buen numero de nobles, hablando y tomando con una musica de fondo tranquila que dejaba en claro que habian llegado temprano. Lamentablemente a primera vista Ashriel no conocia a nadie de los que veia. Por su lado el joven Perin tambien se habia puesto a buscar con resultados parecidos. "Es raro no encuentro al Dogo" expreso.
Ashriel entró junto a sus compañeros a aquel gran salón, maravillado con lo que estaba viendo, pero a la vez algo incómodo, aunque lo disimulaba bien. En verdad, los nobles venecianos hacían gala de una opulencia tal que rivalizaba con las mismísimas cortes de Francia o Inglaterra donde había tocado en alguna ocasión en sus viajes.
Al juglar no le gustaba tanta pomposidad. Él prefería los entornos humildes, antes que los grandes palacios, y a las gentes sencillas, por encima de los nobles de alta alcurnia. Siempre había excepciones, por supuesto, pero la forma de las gentes no tan ricas de disfrutar de la vida y de cada instante llenaba el corazón del bardo como no podía hacerlo nada más.
Tras un largo vistazo a todo el lugar, Ashriel se volvió hacia su amigo noble, para responderle.
-Es cierto, no se lo ve por ningún lado. ¿Hay algún conocido vuestro a quien podáis preguntar? ¿Habrá sucedido algo?
Unos pocos instantes luego que Ashriel pronunciara sus palabras sintió como la música cambiaba para facilitar la danza a varios nobles que hace tiempo parecían prepararse para aquel momento. Tanto los hombres que parecían dirigirse a invitar a sus parejas como las mujeres que sonreían coquetamente hacia los hombres a espera de la invitación. Casi como si fuera algo coordinado empezaron a bailar algunas parejas que con elegancia se dirigían al centro y bailaban sin salirse de la norma establecida por esa cultura.
Ashriel algo incomodo por el espectaculo no pudo evitar mirar por alguna de las ventanas que daban a la plaza y mostraban un escenario distinto de Venecia. Él sabia bien que afuera se realizaba una fiesta para el pueblo llano, probablemente auspiciada por el Dogo. Algo que no era para nada raro ya que muchas veces se realizaba esta especie de doble fiesta para contentar a los ciudanos y mostrar para afuera lo festiva que era la ciudad.
El joven noble te sonrió con simpleza y encogió sus hombros, respondiéndote antes de usar las palabras. “La verdad no sé, aunque imagino que si le hubiera pasado algo malo nos enteraríamos rápido. Ya sabes ciudad pequeña.” Comento sin mostrar preocupación alguna, no porque fingiera como Ashriel sino genuinamente con un optimismo solo suyo.
De nuevo hecho un vistazo. “Como dije antes no me meto en las intrigas de los nobles.” dijo en un tono divertido, dejando un silencio antes de darse cuenta que necesitaba aclarar. “A lo que iba era que no tengo tanta relación con los nobles. Ya sabes son algo…” no termino su frase aunque por su mal gesto podías adivinar a donde iria.
Echando un nuevo vistazo el juglar notaba como algunos grupos y parejas se formaban pareciéndole algo preocupante que Ottaviano se encontrara solo con él, apoyado contra la pared. En especial cuando Axel, haciendo gala de su facilidad para interactuar en las fiestas importantes, se metio entre algunos nobles a conversar siendo recibido de buena gana gracias a su forma de actuar.
El joven trotamundos sonrió a su guía.
-Creedme, Ottaviano, os entiendo perfectamente -rió.
No le pasó desapercibida la forma en que algunos los miraban, pero no le importó lo más mínimo. De hecho, nunca le había importado lo que los desconocidos pensasen de él, sólo lo que pensasen de sus caniciones y cuentos. Se alegró de que Axel comenzara a dedicarse a aquello para lo que realmente habían acudido a aquella fiesta. Su amigo siempre hacía muy bien su trabajo. Sólo esperaba que consiguiera buenos tratos o, al menos, que consiguiera dejar buenas referencias sobre sí mismo. Aquellos podría granjearle clientes en los tiempo venideros.
-Decidme, señor -le preguntó entonces al joven noble-, ¿creéis que, cuando los músicos se tomaran un descanso, podríamos realizar una pequeña actuación Andêl y yo? ¿o estaría demasiado fuera de lugar en una fiesta de alta alcurnia como ésta si antes no nos hemos presentado a nuestro anfitrión?
El joven noble rio junto al juglar, la verdad se lo veía bastante cómodo en su presencia a pesar que había pasado poco del reencuentro entre ellos. Asintió un par de veces echando una mirada a las parejas danzantes.
Solo la pregunta de Ashriel logro devolver la atención del joven. “No sé, pero creo que los músicos no tomaran pronto un descanso y no me gustaría verte aburrido. Tal vez podrías actuar mientras la música se encuentra en el fondo.” Sugirió buscando con la mirada otro espectáculo como el pronto realizaría Ashriel para comprobar si era mal visto.
Entonces justo como bien tambien podía espiar el juglar encontró a algunos malabaristas y acróbatas haciendo su espectáculo para los nobles. Al parecer no estaba mal visto aunque les parecia que realizaban su labor con mayor moderación a la habitual en la calle. Lo que no quedaba claro era si eran traidos por otros nobles o los habia puesto el Dogo. “Ahí tenes, no es malo hacerlo. Respecto a la presentación no te preocupes siempre podemos decir que ya lo hicimos y luego hablar con el Dogo.” dijo y realizo un gsto vago para que comenzaran mientras les dedicaba toda su atension.
El juglar suspiró. Levantó una ceja, indeciso, pero nadie lo vio tras la máscara. Finalmente llamó a su amigo Andêl y le dijo:
-Podemos ir empezando a contar alguna historia -señaló el maletín de los títeres que el otro llevaba siempre encima, mientras se descolgaba el laúd de la espalda y buscaba un hueco en alguna pared para poder ponerse a ello-, ¿yo narro y tú actúas? -sonrió.
Entonces se situó en un lugar adecuado y dejó la funda de su instrumento en un lado, junto con la maleta de su compañero. Éste preparó sus marionetas* y ambos empezaron a actuar. Primero tantearon el terreno, contando una historia corta en verso acerca de un romance entre dos jóvenes amantes nobles. La mayoría de las historias que Ashriel conocía llevaban implícitas críticas mordaces, moralejas o curiosidades. Sin embargo, cuando se encontraba entre nobles probaba siempre con los más clásicos, antes de atreverse a contar algo más radical. Al terminar, se mantuvo expectante, a la espera de la reacción que pudiese tener el pequeño círculo que se había hecho alrededor de ambos tras su primera historia. Miró también al joven Perin de reojo, para ver si él quería hacerle algún gesto.
*a no ser que tú digas lo contrario, máster XD
A pesar del suspiro el noble continuaba avivando al juglar a empezar con su espectáculo, no dándose cuenta de la indecisión de Ashriel. Aunque por su comportamiento parecía que tampoco le daba mucho pensamiento a ello.
Por su lado Andêl viéndose algo más incómodo que el juglar, en especial porque no tenía una máscara donde esconder su rostro. Sin embargo siguió las instrucciones que le fueron dadas sacando las marionetas y empezando a probarlas, antes de que empezara la historia. Cuando empezó a escucharla le sonrio agradecido a Ashriel, agradeciendo que empezara con una historia sin temas controversiales.
Mientras ellos relataban la historia cada una en su formato, Ottaviano los miraba contento sin prestar demasiada atención a los nobles que comenzaban a ser atraídos por el espectáculo. Todos ellos vestidos de una forma casi payaseada por la atracción que generaban sus ropajes con colores vivos y terminados extravagantes, pero era claro que habia un diseño en mente y una moda que bien podría salir de París o de las demás ciudades estados o de la misma Venecia.
Algo que se notaba mas al haber más mujeres que hombres en esa convocatoria. Por otro lado no eran solo jóvenes sino que había unas cuantas tal vez muy jóvenes para estar tan de noche y otras de edad avanzada que no eran muy comunes en esta época. Los pocos hombros que habían parecían en mayor parte acompañar a las mujeres que los habían traído con ella.
Una de las mujeres que aplaudía se acercó, era una joven sonriente y bella. “Ha sido un bonito espectáculo Juglar. Espero no haber llegado tarde para su presentación pero me gustaría escuchar sus nombre y tal vez una historia mas, que sea igual de bonita.” Comento la joven antes de dar una mirada a las demás que asentían a la idea con el mismo animo que la joven que hablo.