Partida Rol por web

La pareja que había llegado primera a la reunión parecía proponerse ser los últimos en irse también. Saludando cordialmente a cada uno de los que se iba hasta quedar ellos solos. Tan solo unos segundos luego que el quemado se fuera la joven le hablo al académico enfermo  

“¿Entonces que pasara ahora? ¿Sirvió de algo esta reunión?” pregunto la joven parecía haber cierta inquietud o nerviosismo en su tono de hablar.

El enfermo levanto su mirada del libro que había parado de leer cuando comenzó la reunión. “Pasara lo que tenía que pasar si la reunión se realizaba o no. Aunque no por ello hace a esta reunión una pérdida de tiempo. Hubo un mensaje en esta reunión, uno que posiblemente tenga que ver con nuestro pequeño número aunque el príncipe es muy discreto para saberlo.” Comento con frialdad posiblemente no terminando de aclarar las dudas de la pequeña.

Esta joven se levantó de su asiento dirigiéndose con lentitud junto a él. “Dime…imaginas ¿Que te haga algo o a mi si se da cuenta de nuestra relación?” pregunto tocándole el hombro para volver a llamar su atención y dejando un deje de preocupación en su voz.

El enfermo negó. “A mí no me hará nada, no le importó y a ti tal vez te trate de ganar. Así que no te preocupes si deseas irte, yo me quedare aquí toda la noche.” Respondió cerrando el libro y volviéndolo a su estante. “Vete quiero estar solo.” Le ordeno justo cuando ella se disponía a tocarlo de nuevo.

La joven suspiro y se fue, la tonada que empezó cantar según recordaba Leonor era de una canción de extranjeros alemanes. El enfermo no pareció dar importancia a lo que hizo ella recogiendo una gran cantidad de libros para luego colocarlos en la mesa, pareciendo haber sido sincero en que leería toda la noche.

Leonor vio como uno a uno los integrantes de la reunión iban dejando la sala. Estuvo a punto de cantar victoria cuando finalmente quedaron la chica de hermosa voz y aquel que parecía enfermo. La conversación que escuchó la llenó de curiosidad y de desasosiego a la vez, aunque continuó sin moverse para no ser descubierta.

El hecho de que hubieran venido pocos miembros de entre las criaturas sobrenaturales, no podía darle demasiadas pistas en su situación. Tal vez no le tuvieran tanto respeto al príncipe como cabía esperar, o tal vez quisieran evitar que la mujer que había vendo invitada tuviera una idea algo más clara sobre sus opiniones. En cualquier caso, ese estudioso tenía razón y el futuro de la inminente guerra no iba a cambiar nada con este encuentro.

El hecho de que una dama tan bonita tuviera una relación amorosa con alguien enfermo, si que la sorprendió, pero era lo suficientemente lista como para intuir que aquellas criaturas tenían diferentes conceptos tanto del paso del tiempo como del estado físico, por lo que cuando la mujer pálida dejó la estancia, Leonor permaneció quieta en el lugar, esperando a que él se fuera de allí, aunque tratando de abrir despacito su libro para no ser escuchada.

Si tenía que permanecer toda la noche oculta lo haría. Suponía que sería menos peligroso huir de la guardia que de una criatura de la noche.

El enfermo no se movió de su sitio y su mirada no se alejó de su libro. Por lo que con confianza en su habilidad para no hacer ruido, la pequeña intento descifrara el contenido del manuscrito que tenía en la mano.

El apellido que interesaba más a la joven aparecía en varias de sus hojas, utilizadas para tener la constancia de matrimonios entre esta casa y otras de varias ciudades importantes de Italia. Aunque extrañamente no había mucha mención de Venecia, hasta que unas cuantas hojas dentro la familia Tiepolo, la del actual Dogo, asistió a una de las bodas que se realizó en la ciudad de Florencia.  Algo que en si no fueran por dos cuestiones no llamaría su atención, la primera que se le atribuía como el lugar natal de casa y segundo que el ante pasado del Dogo fue testigo de cómo la familia Amore quemo viva luego de unos meses de convivencia a la mujer con la que se había casado uno de los hombres de la familia Amore.  

Lamentablemente el Tiepolo nunca consiguió una respuesta ante ese comportamiento, pero según unas palabras que dejo escritas en el manuscrito realizo una investigación de los anteriores matrimonios logrando encontrar o copiar algunas invitaciones de boda de esta particular familia. El hombre no pareció llegar a ninguna conclusión muriendo a una edad temprana y antes de anotar más pensamientos de esta familia excepto la hipótesis de la obsesión era un mal en muchos de sus miembros. Esta investigacion se realizo hace mucho tiempo, seguramente los inviduos nombrados se encontraban muertos.

La pequeña decidió arriesgarse sabiendo que aquel ser sobrenatural no se iría de allí. Para ella era bastante más peligroso tratar de deslizarse por los inmensos pasillos de la biblioteca bajo riesgo de que sus pisadas retumbaran en la estancia, que permanecer allí agazapada en la oscuridad.

Con estos pensamientos comenzó a tratar de discernir por qué aquel medallón la atraía de aquella manera, aunque lo que fue descubriendo a medida que leía aquel polvoriento tomo viejo, la dejó aun más perpleja que cuando empezó. ¿Por qué el lema de la casa era “La familia siempre primero” cuando sus integrantes habían quemado a uno de sus miembros por bruja? No entendía nada, y parecía ser que el investigador de la familia Tiepolo tampoco pudo llegar a una conclusión plausible.

Asimismo, el hecho de que un medallón perteneciente a una casa en Florencia hubiera acabado en poder de un raterillo Veneciano, tampoco le facilitaba su investigación, puesto que su curiosidad no era tan grande como para dejar de acudir semanalmente a la plaza de San Pedro por si su hermano aparecía, para tratar de averiguar algo más sobre aquel asunto. Pero… ¿A qué tipo de obsesión se refería el Tiepolo? Suponía que no podría llegar a averiguarlo nunca, aunque la curiosidad la carcomiera por dentro.

Mientras se acomodaba para que no se le durmiera una pierna en aquella postura, Leonor se encontró pensando que quizá en un futuro, cuando lograra averiguar el paradero de su hermano, pudiera viajar hasta la hermosa Florencia en busca de respuestas.

Con aquel pensamiento en su cabeza y en una posición mas cómoda para ella, se imaginó a ella misma en esa ciudad que tanto habia escuchado hablar. Poco a poco sin que ella lo notara sus ojos se fueron cerrando, aquel habia sido un largo dia para ella.

Sus siguientes imágenes fueron de su hermano empujándola para que se despierte, se lo veía muy alegre frente a ella y con un entusiasmo por mostrarte algo que según comentaba sería algo que le gustaría ver. No sabia como pero ella sabia que lo que le queria mostrar era algo que deseaba ver.

Examinando su alrededor se encontraba en la casa comunal donde días atras había vivido junto a su hermano y unos cuantos menores que compartían la misma pobreza que ellos. Aunque había un elemento extraño en aquel sueño el medallón que hace poco examinaba se encontraba colgado de su cuello. Su hermano notándolo también, lo oculto mejor en las ropas de la joven y le dijo que tuviera cuidado para que no vean que lo tenia.

Una vez levantada, Theo la tomo de la mano con fuerza y empezó a correr hacia el espectáculo que deseaba mostrarle. Como siempre el joven cuidaba de no hacerla caer con las prisas y que atravesaran la masa de personas sin soltarse el uno del otro. Sin separarse. En algún momento Theo decidió ir por el camino que formaban algunos puertos en el Gran canal, ya que ahí no se encontraba tan infestado de personas. Cuando llegaron decidió soltar la mano antes comenzar a correr por los muelles, algo atrasada la joven comenzó a correr tras él.

Pero para su mala suerte piso en algo que la detuvo, un agujero en la madera que pareció masticar su pierna. Algo que Theo rapidamente noto la ausencia de ella y se detuvo a verla preocupado, ignorando una sombra que empezaba a formarse tras él. Sin embargo ella si lo noto y se dispuso a advertirle a pesar que la madera se rompiera bajo ella...

Entonces sintió como golpeaba el agua, el agua de verdad. No entendía como pero habia terminado en el agua helada que rodeaba a Venecia, que en otro momento no habría sido difícil surcar pero ahora recién despierta tenia problemas para mantenerse a flote. Por lo que el terror la invadió haciéndola consumir más agua del saludable y mojarse completamente antes de recobrar la suficiente cordura para nadar al borde de uno de los muelles. Ninguno de los muelles de la plaza San Marco, sino uno lejos de este en medio del gran canal. Lo sabía porque estaba rodeada de casa y además era el lugar igual al que había visto en su sueño.

No supo cuando se había dormido, pero esto tenía que ser un sueño… Uno hermoso y terriblemente real, tan nítido y diáfano como si aun permaneciera despierta.

Se encontraba de nuevo en el orfanato donde ambos habían vivido unos cuantos años. Los niños que allí pululaban habían sido sus compañeros o amigos, unos habían tenido suerte y encontrado un hogar, mientras que otros habían pasado a formar parte del personal del centro o habían desaparecido simplemente sin una explicación… ante la impotencia causada por su corta edad prefería no pensar en qué les había podido pasar, puesto que ¿Qué podía hacer una niña tan pequeña para ayudarles? No obstante ahora no era el momento de pensar en cosas tan tristes, puesto que aquella mañana su hermano había ido a buscarla con una sonrisa cristalina y con el brillo de la ilusión en sus ojos.

Leonor corrió y corrió junto a Theo antes de que éste soltara su mano. No deseaba que pensara que no era capaz de valerse por sí misma, por lo que aceleró el paso para alcanzarle y demostrarle cuán rápido podía correr. La mala fortuna hizo que su pie quedara enganchado en un madero astillado, inmovilizándola totalmente y haciendo que su hermano se volviera para socorrerla. Estaba a punto de maldecir su mala suerte por tener que necesitar de su ayuda una vez más, cuando pudo contemplar con los ojos muy abiertos como el peligro que se cernía sobre él.

-¡Cuidado, detrás de…! – gritó justo antes de despertar de golpe al sentir como el agua helada calaba sus huesos y se introducía en su garganta al tener aun la boca abierta por prevenirle del albur. La desesperación se apoderó de ella durante unos segundos en medio de la oscuridad de la noche, mientras se debatía por no ahogarse y trataba de nadar hasta el muelle más cercano.

Cuando por fin lo consiguió, fue consciente de que se encontraba en el gran canal, bastante lejos de la plaza y de la biblioteca, pero ¿Cómo había llegado hasta allí? ¿La habría visto el hombre de la máscara que había permanecido leyendo cuando todas las otras criaturas sobrenaturales se fueron? No lo tenía claro pero prefería pensar que no, porque si ese había sido el caso, en estos momentos estaría muerta.

Salió del agua aun afectada con la horrible sensación de que Theo se encontraba en peligro, mientras miraba con mucho cuidado en todas direcciones por si alguien la esperaba agazapado al acecho. Sus pesadillas estaban siendo cada vez más y más incontrolables haciendo que el miedo la consumiera. A veces le costaba diferenciar qué era real y qué era producto de aquellos sueños que la atormentaban día a día. No obstante, el riesgo que corría en un lugar tan poco transitado como este era algo demasiado tangible como para que pudiera ignorarlo, a pesar de estar amparada aun por su disfraz de muchacho.

Tenía que salir de allí y tenía que hacerlo rápida y silenciosamente...

Salir del agua fue sencillo luego que la calma volviera a la mente de la pequeña, incluso pudo vigilar a su alrededor y distinguir a los que la miraban. Un par de gatos en un tejado la miraban desde arriba, un joven la miraba desde una de las casa hasta que la parecía su madre lo metiera dentro y desde el suelo unas ratas la miraron mientras corrieron frente a ella por los tablones.

Sin embargo ninguno parecía ser el responsable de lo que le había pasado, pero tampoco un posible atacante. Por lo que pudo pararse unos segundos recuperando el aire. La quietud si bien calmo su corazón, la hizo sentir como cuchillos el viento frio de la ciudad. Ella sabia que era hora salir de allí y volver a un lugar seguro.