Partida Rol por web

“Camila no es ninguna noble o líder comercial, no puede arroparlas a todas a pesar que asi quisiera.” Le explico con una sonrisa medio triste. “Sin embargo ha podido encontrarse contigo y decidio no perder la oportunidad de traerte para hacerte algo de bien, sin saber aun los males por los que pasaste en la vida. No hay mucho que entender, ella desea ayudarlas me lo ha dicho muchas veces.” Comento con dulzura sacándolo de la tristeza para retomar aquella sonrisa tan agradable que sacaba la joven de cualquier preocupación sobre el estado emocional de este.

Rio una pequeña risa cuando escucho su defensa, no contestándole en un principio mientras continuaba concentrado en dejar mas a la vista el hermoso e inocente rostro de ella que se empezaba a acalorar contagiado por sus caricias. “Me alegraría que lo hicieras, tal vez incluso para volver a vernos.”

Dicho eso se acercó a ella como una parte de ella quería, una parte que termino ganando a la moral de ella que la combatía para se alejara mas de él. El momento del contacto fue mas dulce de lo que la imaginación inexperta de ella creyó posible, pero hubo algo que la sorprendió aun mas. En un instante casi tan rápido como el beso, la lengua de este se metió en ella junto con cierto liquido que la termina de enloquecer.

Leonor escuchó en silencio las explicaciones de Piero sobre la buena voluntad de Camila, mientras se dejaba transportar por sus palabras dulces y aquel perfume que no dejaba de embriagarla.

La risa cantarina del veneciano la dejó tan atolondrada que no pudo hacer nada mientras él apartaba los cabellos de su ensimismado rostro, el cual no dejaba de mirarle sonrojado, desenado poder continuar junto a él todo el tiempo que el decoro le permitiera.

Pero fue precisamente el decoro el que dio señales de alarma en su cabecita, mientras sus incrédulos ojos contemplaban como aquellos carnosos labios se acercaban inexorablemente a los suyos hasta fundirse en un profundo beso, tan hermoso como prohibido.

La pequeña damita de cabellos de fuego estuvo a punto de apartarse, cuando la dulce lengua de seda de aquel apuesto caballero, se coló de forma clandestina abriéndose paso en el interior de su boca, para depositar un cálido líquido tan exquisito y placentero como el mismo néctar de los Dioses.

No supo cuento tiempo permaneció sin reaccionar a aquel delicioso beso robado, pero cuando tubo la entereza suficiente para resistir, se apartó bruscamente de su embrujo a pesar de no desear hacerlo, mientras le atizaba un sonoro bofetón, que resonó por toda la silenciosa estancia.

-Pero… ¿Qué hacéis? ¿Cómo podéis hacerle algo así a Camila, y más aun cuando no habéis dejado de hablar de ella? Yo… ¡Por Dios! No debí permitir que esto pasara. – Exclamó, poniéndose en pie de un salto, mientras trataba de salir acaloradamente de la habitación, para alejarse de aquella tentación hecha carne, esforzándose por evitar que él viera que estaba a punto de ponerse a llorar a causa de la traición que acababa de cometer.

Mientras la pequeña recibiría el beso en un principio con los ojos abiertos y luego mas rejada cuando se dejó llevar por la pasión que compartía ese hombre, noto que los ojos de él parecían fijos en ella. Cuando logro separarse del hombre, la joven seguía viendo la misma mirada que no desapareció en ningún momento aun cuando la mano de ella se encontraba unos pocos centímetros de este.

Ante las acusaciones de la joven no hubo respuesta alguna con el hombre dejándose caer en la cama como si aquel golpe lo hubiera dejado inconsciente. Mas con la prisa de ella para irse no le termino dándole importancia a eso hasta que se encontró bajando las escaleras.

Entonces un sentimiento de culpa y curiosidad empezó a formarse en ella, obligándola a volver en contra de cualquier razón que le daba su mente. Con silencio y luego de limpiarse los ojos volvió de nuevo a la habitación echando un pequeño vistazo en ella encontrándola vacía. Sin señal de que alguien estuviera allí o habría estado. Sorprendida, entro a la habitación examinando todos los rincones aun sin encontrar a nadie.  

En su mente habían varias preguntas entre ella donde había ido el hombre, lo que haría ahora luego de que había pasado y si finalmente ese encuentro había pasado. Por otro lado su mente no era la unica que estaba confundido, su corazon se encontraba lleno de sentimientos contradictorios entre ellos como el amor y odio, entre otros.

El corazón de Leonor bombeaba a toda velocidad mientras se alejaba de aquella habitación totalmente acalorada. Él no le había dicho nada ¿Por qué no le había dicho nada? ¿Acaso mostraba vergüenza por el beso que le había dado? ¿O es que se había sentido dolido ante su bofetada? No estaba segura, pero su pecho subía y bajaba frenético al tiempo que descendía las escaleras de la planta superior.

Entonces, cuando estaba a punto de poner el pie en el último peldaño, se encontró a sí misma mordiéndose el labio inferior con desazón y sintiendo el impulso irrefrenable de preguntarle por qué la había besado y si deseaba que ella se lo contara a Camila, asumiendo toda la culpa por sus acciones y excusándole de alguna manera para no causarle problemas… Pero, cuando se decidió a entrar de nuevo en la habitación de Camila, no había nadie en el piso superior por más que le buscó por todas partes. Era como si se hubiera esfumado, o como si hubiera decidido ocultarse de lo que había hecho en algún rincón de la casa para que nadie le viera.

Ella tenía la culpa. ¡Todo esto era culpa suya! Si no estuviera aquí, si nunca hubiera aparecido en su vida, aquel hombre increíble y maravilloso no se habría visto tentado por su presencia y Camila no tendría que sufrir por ello…. Y lo peor de todo era que Piero le gustaba, le gustaba mucho más de lo que estaba dispuesta a admitir en voz alta y, desde luego, mucho más de lo que podía permitirse. Lo mejor de todo era marcharse de aquel lugar para nunca volver y así dejar de causar dolor a las personas que había empezado a amar…

Por todo ello, la jovencita de cabellos de fuego, terminó de bajar las escaleras, para recoger todas sus pertenencias, y para desaparecer de la vida de las buenas personas que conformaban aquella entrañable y acogedora taberna. Sabía que Camila sufriría ligeramente por su partida, pero era mucho mejor unas pocas lágrimas ahora, que un río de dolor en el futuro. Tenía que averiguar que había en la esquina de las cuatro estatuas, aquellas que creó Dios, y este era un momento tan bueno como cualquier otro para hacerlo.

Esa noche había decidido irse, algo que más allá de sus complicados planteos logro hacerlo sin demasiado problema. Ahora volvía a estar sin hogar alguno y sola. Sin embargo se negó a pesar lo que había perdido o no podría irse de aquel lugar.

En cambio pensó en realizar una investigación final recordando las leyendas que había leído en el libro. Llego en poco tiempo al lugar donde se encontraban las estatuas, su memoria le facilito encontrar las calles que mencionaba el libro.

En ese lugar noto entre otras cosas el silencio en aquella pequeña esquina y también la falta de guardias, indicándole que posiblemente se trataba de un mejor lugar para una reunión clandestina. Luego de media hora buscando por todas partes por algún mensaje del contacto del monje no dio ningún resultando, dejándola decepcionada y con la idea de que había llegado demasiado tarde.

Sin embargo su tiempo esa noche no fue uno sin actividad, ni lo habría sido si no habría pasado aquel beso ya que hoy era un día especial. El tercer día de su prueba para la secta. Pero esa era un relato para otro momento…

Ya habían pasado dos noches de aquel incidente y si bien ella no había dado mucho pensamiento a ello con todo lo le que le paso la anterior noche ahora no podía dejar de sentir que su huida había sido suficiente. Aunque bien esto no era una elección hecha por ella sino por la sangre corrupta que ahora formaba parte de ella, una sangre que anhelaba por su dueño.

Por lo que ahí se encontraba ella en un callejón frente a la taberna mirando con melancolía el lugar que la había recibido sin contestarle demasiado. Al parecer habia una reunión importante en la taberna, por lo que había escuchado de algunos guardias que paso era una reunión especial por la promoción de Amadeo por su dedicación y por su fuerte golpe con lo que ellos calificaban como fanáticos locos. Por lo que la taberna se llenaría de guardias, bebida y diversión.

¿Aunque eso era importante para ella?  

No podía mirar atrás o se hubiera muerto de pena. Por lo que, disfrazada de muchacho y con el corazón en un puño, recorrió las calles de la ciudad que hacía tiempo que despertó a la noche, para tratar de averiguar qué escondían las estatuas de los comerciantes.

Nada pudo sacar en claro de ellas por más que las investigó y revisó en los alrededores, mientras sus pasos resonaban a causa del silencio sepulcral que reinaba en la zona. Pero aquello no la desanimó, puesto que su corazón ya estaba partido en mil pedazos, sabiendo que Camila sufriría, y que ella era la única culpable de esta situación. No obstante, y a pesar de no contar con ningún papel que pudiera utilizar para dejarle un mensaje a la persona, la joven pelirroja sacó el documento que había encontrado en ese callejón y se las ingenió para dibujar con el dedo y un poco del hollín que tenía en el rostro, un signo de interrogación. Tras ello, lo introdujo en el hueco de una de las figuras con la esperanza de que la persona que había dejado aquel mensaje, comprendiera la pregunta implícita del mismo y le dejara alguna nueva instrucción en el futuro.

No había nada más que pudiera hacer, por lo que decidió salir de allí, para encaminarse a la casa donde el jefe les esperaba para indicarles qué debían hacer para pertenecer a su banda…

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Leonor había vivido demasiadas cosas desde la última vez que estuvo tan cerca de la taberna de Facciolo. Tanto, que le parecía toda una eternidad. No obstante, por alguna fuerza invisible que era incapaz de comprender, allí estaba en un callejón, tan cerca de la puerta, que casi visualizaba como era capaz de girar el pomo y como se adentraba en el umbral, donde Camila probablemente la esperaría con los brazos abiertos y los ojos llenos de lágrimas. Pero no era solo por Camila por quien suspiraba la pequeña. Los profundos ojos de Piero, que no dejaron de mirarla mientras la besó aquel día, aún estaban clavados en su memoria con una intensidad tal, que casi le dolía el pecho de la pena.

Hoy era un día muy especial para Amadeo, el cual había logrado una promoción gracias al papel que ella misma le había introducido en el pantalón sin que se diera cuenta. Estaba feliz por él, el joven era lo suficientemente honesto y buena persona como para merecerlo, pero ella, simplemente no podía permanecer por más tiempo en aquel lugar, o el dolor la desgarraría demasiado.

Por todo ello, tras un prolongado suspiro, la joven miró por última vez aquel caluroso lugar, antes de dar media vuelta y caminar en dirección contraria. Hoy necesitaba evadirse de todos sus opresivos pensamientos y permanecer ahí de pie no le hacía nada bien, por lo que decidió encaminar sus pasos hacia la biblioteca, donde sabía que podría colarse con relativa facilidad para leer historias maravillosas hasta que su imaginación se adentrara en esas extraordinarias vidas que no le pertenecían.

La resolución de Leonor para irse a otro lugar en vez de esa taberna era impresionante ya que aunque ella no lo supiera se encontraba rechazando una adicción que había sido impuesta en ella con artes oscuras. Aunque este no sería el final de aquella tentación y probablemente en las semanas siguientes volvería a espiar desde aquel callejón a la taberna que tanto le había dado.

Sin embargo ese era un pensamiento que no se planteaba Leonor, que como la primera vez que había decidido irse no miro detrás de ella. Avanzando por las pequeñas callejuela de la ciudad y los callejones que se encontraran libres para que pudiera caminar.

Al llegar a la plaza observo como ocurría una pequeña actividad con una careta que parecía vacía pero protegida por la guardia de la Ciudad estado. Al parecer el contenido de este había sido llevado dentro de la biblioteca por lo que debería esperar a estar dentro para ver qué pasaba.

Como la otra vez eligió un callejón poco vigilado para meterse, en parte no era muy vigilado porque la entrada por ese lado a la biblioteca se encontraba muy alta y si bien Leonor era buena escalando otros habrían muerto cayendo antes de llegar a la ventana. Le extraño que esta vez fue un poco mas complicado que antes llegar a esta, sin embargo luego de espantar a unas cuantas palomas ya podía tomar los bordes de la ventana.

Por precaución se fijo antes de meterse que nadie se encontrara en el piso por el cual entraría y al estar segura de ello se metio con sigilo. Una vez dentro se fijo lo que pasaba abajo donde se escuchaba gente hablando.

La planta baja se encontraba un poco poblada, aunque esta vez no era por seres oscuros sino por guardias y hombres con un uniforme que pertenecia a la Biblioteca de San Marcos, con el famoso león de Venecia mostrándose en su pecho. Los guardias como era de esperarse se encontraban haciendo guardia, aunque se los veía mas relajado que los de afuera hablando entre ellos. Por otro lado los bibliotecarios se encontraban ordenando libros en las estanterías, comentando con cierta alegría sobre las buenas acciones de algunos nobles que habían donado una gran cantidad de libros nuevos a la Biblioteca.

Irse de aquel lugar fue más complicado de lo que le pareció en un principio, ya que su mente deseaba encontrar una infinidad de excusas diferentes para volver a la taberna que tantas cosas buenas le había regalado. No obstante, ella simplemente no podía hacer tal cosa. El respeto que sentía por Camila era demasiado grande y la culpa por haber permitido que Piero la besara, demasiado intensa como para querer desaparecer de sus vidas para siempre y jamás regresar. Así era mucho mejor. Si ella no existía, el amor que sentían el uno por el otro podría perdurar sin importar las adversidades, y sin un elemento discordante que pudiera romper la felicidad que ambos tenían con su mera presencia. Pero todo ello era mucho más fácil de pensar que de llevar a cabo, y el camino hacia la taberna seguiría siendo una tentación aquella noche, y todas las noches venideras

Al llegar a la biblioteca se sorprendió enormemente ante la gran cantidad de personas que pululaban por la plaza a esas horas en las que se suponía que las personas decentes ya deberían de estar pensando en irse a la cama. Quizá la carreta junto a la biblioteca era un encargo de libros que habían llegado en ese mismo momento, y los trabajadores no tenían más remedio que colocar en sus correspondientes lugares, antes de que las puertas del edificio abrieran a la mañana siguiente. Pero aquello no la detendría, puesto que si no leía algo aquella noche, de seguro se encontraría deambulando por las calles hasta dar con un lugar caliente donde poder dormir, o acabaría mendigándole a ese vampiro engreído de Konrad un plato y una cama caliente, teniendo que tragarse el orgullo.

Por todo ello, y maldiciendo que el acceso a la biblioteca fuera tan complicado para ella esta vez, Leonor se coló por el ventanal y comenzó a revisar con cuidado el número de personas que se encontraban en el edificio, para evitar que pudieran descubrirla de alguna manera.

Al parecer unos nobles habían hecho una importante donación y sintió curiosidad por saber de qué ejemplares se trataba. No obstante, descubrirlo ese día era demasiado arriesgado como para ni tan siquiera intentarlo, por lo que decidió buscar un libro más accesible, preferiblemente que narrara bellas historias o leyendas de sucesos pasados, y localizar un lugar donde poder leerlo con tranquilidad, mientras los guardias y los bibliotecarios hacían su trabajo.

El número de personas no era muy elevado, incluso algunos de los guardias iban abandonando la biblioteca por la puerta principal dejando que en poco tiempo los bibliotecarios como la mayoría en el recinto. Aunque por las quejas de uno de los bibliotecarios, la joven averiguo que ellos continuarían estando unas horas más para terminar su trabajo. Fijándose en los números al menos diez bibliotecarios se veían distribuidos por la planta baja.

Sin embargo la pelirroja no deseaba irse, ni quedándose esperando hasta que s fueran antes de tomar algún libro para entretenerse. Por lo que con pasos silenciosos y manteniéndose gran parte de tiempo en las sombras busco un libro de su interés.

En uno de los estantes encontró un libro que le llamo la atención y luego de encontrar un rincón más o menos luminosos, pero que le permitía mirada a las entradas del piso donde se encontraba se puso a leer. Como todos los libros exceptuando algunos de los más nuevos, se encontraba en italiano para que cualquier habitante con un mínimo de educación pudiera leerlo.

El libro parecía contener muchas leyendas y mitos en su interior, incluso parecían haber hechos históricos mezclados en su interior que le daba cierta veracidad a cada una. El primero de ellos se titulaba. “Nuestra dulce y querida esposa.” Como muchas de las historias antiguas se encontraban escritas en poemas, ya como le había dicho su hermano eran mas fáciles de recordar para quienes a diferencia de ella no tenían muy buena memoria.

En ella se habla de una bella mujer acompañante de cualquier hombre en la ciudad, habla tanto en sus caricias como en sus palabras que podían cautivar tanto a hombres ancianos como a niños. Una bella mujer que a pesar de su tranquilidad y muestras de amor, también tenía otro lado más hostil con quien dañara a su hombre. Apartando con sus acciones y sacrificios a cualquiera con una intención nada buena en la ciudad.

Pero aquella mujer no solo protegía y mimaba a los hombre, también los guía e inspiraba como la más magnifica de las musas. Ningún hombre podía ignorar la ayuda que recibieron de ella en cada momento de su oficio que ayudo no solo a que progresaran mas a haya de sus sueños sino que hizo que la ciudad floreciera como ningún otra. Y la vez tampoco se le podía rechazar su influencia que marcaba a todos ellos, sería un error rechazarla y cualquier que le diera la espalda lo entendía rápidamente.

Como agradecimiento realizamos un gesto nada menor, donde le declaramos todo nuestra amor y devoción, incluso hasta quedarnos como humildes siervos de ella. En un solo día del año aquel ritual se realiza con todos presentes, jurarle matrimonio al mar. Nuestra dulce y querida esposa.

Al parecer aquel seria el tema del libro y donde se encontraría el enfoque de muchos de sus relatos.

Afortunadamente la oscuridad del lugar junto con su increíble habilidad para pasar desapercibida, hizo que nadie se percatase de su presencia. Tanto los guardias como los azarosos bibliotecarios continuaron con sus quehaceres, concentrados en terminar cuanto antes para poder retirarse a sus respectivos hogares donde posiblemente les esperaba una mujer y una cama caliente.

Desde su posición elevada en comparación con los trabajadores situados en la primera planta, Leonor no tuvo demasiados problemas en recorrer con la punta de sus dedos aquellos seductores tomos de tapas viejas y pulcramente conservadas, hasta dar con un título que llamó su atención por lo romántico de su significado: “Nuestra dulce y querida esposa” se le antojaba bastante adecuado para comenzar aquella noche donde su corazón no dejaba de latir, anhelando algo que desconocía por completo.

Una vez sostuvo aquel ejemplar entre sus manos, la huerfanita se movió con cuidado por aquellos pasillos hasta situarse cerca de una cristalera que pudiera ofrecer la suficiente luz como para que sus ojos se acomodaran a leer sin encender una sola vela en el lugar. Gracias a Dios, la luna fue generosa, otorgándole la claridad necesaria para que el hecho de perder la noción del tiempo en la lectura no fuera un completo infierno, por lo que la joven de cabellos de fuego se acomodó en un cálido rincón de la sala, escondida entre un mueble de recia madera que le proporcionó la cobertura necesaria para no tuviera que preocuparse demasiado.

Tras leer la hermosa historia, los ojos de Leonor se llenaron de vida, deseando empaparse de toda la sabiduría que le otorgaba aquel lugar sagrado para ella. La poesía pasó a formar parte de sus labios, haciendo que repitiera en voz muy bajita las frases que le habían parecido más hermosas. Desconocía cuanto tiempo podría soportar sin que el sueño la venciera, pero tampoco tenía a donde ir, por lo que estaba más que dispuesta a encontrar un confortable lugar dentro de aquel centenario edificio, donde pudiera pasar las noches de ahora en adelante, y donde pudiera escabullirse antes de que el primer trabajador llegara al alba.

Luego de leer el primer cuento volvió un poco a la situación fuera de su libro. Los bibliotecarios continuaban su trabajo en un silencio profundo que solo era interrumpido por sus pasos y el sonido de bostezo de alguno de ellos. La joven también parecía contagiarse de aquel cansancio que parecía dominar el ambiente intelectual por lo que en algun momento debía encontrar un buen lugar donde dormir, aunque fuera en la misma biblioteca.

Pero eso podría dejarlo para más tarde o al menos así pensaba mientras su vista bajaba de nuevo al libro aprovechando que la luna le proporcionaba luz. “Estrella” así se titula el pequeño cuento que leería ahora.

El relato no tardo mucho tiempo en aclararle que la estrella a la que hacia referencia el titulo se traba de la hija de un antiguo Dogo Angelo Partecipazio. Su hija se llamaba estrella, aunque tambien era conocida como la Rosa de Venecia, por su belleza y seductora que cautivaba a muchos de los hombres y que era descripta en el cuento con detalle haciendo ver casi como un angel caído del cielo. Si bien su belleza era un rasgo importante, no era el único que el cuento destacaba también su amor entrañable por la ciudad de Venecia era descripto.

Tanto era su amor por la ciudad que en medio de una invasión tomo una góndola con el objetivo de hablar con el rey Pipito que habia acosado a los pueblos de la costa porque se proponía a tomar la ciudad como parte de su reinado. Cuando llego trato de disuadirlo usando su belleza y encanto, pero el rey probo ser insensible a todas las acciones de la mujer hasta el punto de ignorarla y atacar mas inmediatamente la ciudad.

Lo que probo ser un error, ya que el dique que habia construido para que sus tropas tomaran por asalto la ciudad fue embestido por el ascenso de la marea. Esto permitió que los Venecianos pudieran producir una defensa tan impresionante que puso fin con la ambición del Rey para aumentar su territorio.  

Lamentablemente el cuento no poseía un final completamente feliz, ya que la joven al volver a la ciudad que tanto ama fue golpeada por accidente por una piedra arrojada por una catapulta. En conmemoración a ese trágico hecho, su padre realizo la construcción del puente de Rialto el cual fue el puente mas bello e importante en esa epoca.

Tras el final agridulce de aquel relato la joven pensó en que el puente seguía siendo el mas bello, majestuoso e importante puente de la ciudad. Transitados por millones, incluso ella pero lamentablemente solo unos pocos sabrían cual era la verdadera historia de este.

De nuevo volviendo a la realidad escucho como algunos sugerían dejar el trabajo faltante para mañana, lo que ninguno parecía poseer la energía para cuestionar. Incluso los guardias que no debían tener voto en ello agregaban su apoyo a la sugerencia dada. Pronto comenzó un trabajo diferente donde la biblioteca comenzó a oscurecerse mas de lo que ya estaba y por lo que parecia nadie iria a revisar arriba.

Amparada bajo la luz de la luna, la joven de cabellos de fuego levantó la vista de su hermoso libro para contemplar momentáneamente a su alrededor. Por un segundo imaginó qué harían con ella si la encontraban, aunque intuía la sentencia a pesar de no estar robando nada. Después, tembló ligeramente ante la idea de que alguno de los vampiros de la primera noche la pillara allí. Estaba segura que los hermosos nobles la matarían sin pestañear con esos ojos duros y crueles, especialmente aquellos a los que llamaron príncipes, pero entre ellos también estaba el estudioso que permaneció allí cuando todo el mundo se fue, o la hermosa joven que le amaba en secreto… Desde luego aquellas historias se le antojaron extremadamente románticas, tanto o más que las que leía en estos momentos, a pesar de provenir de “malvados demonios de la noche”. Aunque… ella misma había visto uno de esos demonios de cerca, y ahora no estaba segura de si carecían por completo de humanidad.

Tras meditar aquello y después de leer aquel inspirador relato sobre la dama que se sacrificó por su amada Venecia, Leonor se enzarzó de nuevo en la lectura, prometiéndose a sí misma que sería el último cuento de esta noche y que, cuando todos se fueran de allí dejando el lugar a oscuras, se acurrucaría en un confortable escondite para dormir hasta el alba.

Esta biblioteca era un santuario para ella y se prometió a si misma que mañana buscaría un libro diferente. Alguno que le permitiera ampliar sus modales, su cultura y sus conocimientos de historia o medicina en general. Leonor tenía un duro trabajo por delante: Quería cambiar su destino, y estas pareces eran el mejor lugar donde comenzar a hacerlo.

Tras una pequeña reflexión de sus futuras acciones volvió a la lectura. Podria ser visto como algo egoísta o infantil de su parte querer seguir leyendo aunque en verdad cada relato aumentaba un poco su espíritu, ya iba sintiéndose más tranquila y relajada con cada lectura. Además de paso le hacía olvidar aunque sea un poco las malas pasadas que había tenido esos días.

La siguiente y ultima historia de la noche se llamaba “¿Quiénes somos?”, un título raro en especial por lo que sería el contenido de este. Una parte de esta que sentiría familiar la joven.

La historia era de un noble anónimo, lo que no era extraño ya que parecía ser conocido por su timidez entre los demás nobles incluso algunos lo veían como un cobarde. Aquello era algo que el propio noble crea siendo convencido por los demás nobles.

Aunque un dia el noble recibió un regalo que le cambiaria, una mascara de carnaval. La mascara no tenia un distintivo especial o alguna magia, tratándose de una mascara común y corriente que cubria todo su rostro exceptuando su boca. Aquella mascara sin embargo le dio suficiente valor para salir una noche a una fiesta del pueblo, esperando no ser reconocido en lo absoluto y pasando como uno mas de ellos.

En la fiesta se cumplio su deseo viendo como nadie lo trataba de manera diferente sino como alguien mas del conjunto de ciudadanos de la ciudad. Luego de la primer noche exitosa hubo unas cuantas mas donde el noble empezó a comportarse de una forma distinta a la habital. Se volvia mas activo, divertido y valiente con ella, algo que incluso a él mismo sorprendía e excitaba por partes iguales.

Sin embargo aquel cambio de personalidad que sentía no fue lo más importante en esas noches, sino el encuentro con quien seria su pareja. Noche tras noche asistía a las fiestas para encontrarse con aquella mascara que tanto le habia fascinado no solo por su hermosura sino por la personalidad que pasado los días terminaba atrayéndolo aun mas. Finalmente se animo a besar al objeto de su afecto, consiguiendo una respuesta igual del otro lado.

Aunque si bien su vida como enmascarado parecia llegar a su pico, su vida de noble se oscurecía con un matrimonio no buscado por su parte. En ese momento el cuento parecio tomar su tiempo con la decisión del noble que parecia debatirse consigo mismo que hacer, que camino elegir. Al final decidió volver a las fiestas de máscaras luego de haberse ausentado por mucho tiempo, buscando a su amante que sonrio alegre al verlo de vuelta.

Fue en ese momento que lo invito a un costado para revelarse su identidad, siendo igual de correspondido por su pareja. Sin embargo fue su propuesta de olvidar toda su anterior vida por la que deseaba como su verdadera vida que el relato llego a su final con su pareja aceptando y llevando a ambos hacia una de las colonias de Venecia donde vivieron felices.  

Terminando su ultimo cuanto la joven noto que ya la presencia de otras personas se esfumaba hasta dejarla sola, no parecia que hoy la biblioteca seria abordada con una reunión de seres oscuros como la ultima vez por lo que debía ser un lugar seguro para dormir.

La noche era cada vez más oscura y pronto no podría continuar leyendo. Ojalá hubiera podido encender una vela, pero aquello hubiera sido demasiado arriesgado. No obstante, aquellas historias la reconfortaban más que cualquier otra cosa en el mundo, por lo que, a pesar del riesgo que estar allí le podría producir, nada de eso le importó.

La última historia parecía estar sacada de la primera noche en que conoció a Konrad. Salvo por el pequeño detalle de que la máscara ocultaba a una criatura de la oscuridad en lugar de a un noble veneciano, y que el vampiro ya había partido a otras tierras que no eran las suyas para encontrarse hoy en su adorada Venecia. Ella, por su parte, no se identificaba nada con la mujer que describía el cuento, puesto que en su cabecita supuso que la dama sería de alta alcurnia y bien educada, y Leonor nunca había llevado máscara. Además, aun no sabía qué sentía por aquel hombre que la había retenido la noche anterior y la había forzado en contra de su voluntad.

Con todos esos pensamientos en la mente, la joven huérfana se deslizó suavemente por los pasillos hasta colocar con mimo el libro de nuevo en su lugar, no sin antes implantar un delicado ósculo en las tapas, totalmente agradecida por las maravillas que le había mostrado. Luego, la damita de cabellos de fuego, buscó un escondrijo entre las maderas lo suficientemente amplio como para que fuera confortable y lo suficientemente secreto como para que nadie pudiera encontrarla.

Al terminar la lectura y agradecer como muy pocos aquel libro que le habia alegrado un poco la noche, mientras también la habia dejado pensando. Empezó a buscar un lugar para esconderse, aunque claro no encontraba ninguno que compartiera la cualidad de ser confortable mientras le servía como un buen escondite, por lo que finalmente decidió que lo segundo era algo más importante. Fue luego de unos cortos segundos de meditación que los ojos de la joven se cerraron derrotada por el sueño.

Sus sueños como siempre probo ser difícil, aunque este tenía una diferencia a otros siendo uno donde ella era testigo de varios eventos alguno de los cuales ella misma habia sido testigo cuando estuvo despierta.

El primero fue uno sobre Camila y Piero, uno que a pesar de sus integrantes no mostraba amor alguno. Al contrario en este Camila se encontraba azotando al pobre hombre con un látigo que tenía en una mano mientras con la otra se rasguñaba su bello rostro, el hombre por su lado se encontraba en el piso cubriendo su cabeza con miedo mientras era golpeado.

Pero antes de que ella pudiera siquiera acomodarse a aquel bizarro escenario, otro apareció frente a ella. En este esta Imaru y ella corriendo de los monstruos de la secta, todo parecia como lo recordaba pero el lugar se encontraba algo más iluminado para ella. Con ello fue testigo de una cantidad de ojos hambrientos que habían visto el accionar de ella, pero no habían actuado como aquellos dos que los persiguieron. Lo que se volvió más terrorífico cuando la figura del supuesto jefe pasaba entre ellos sin sufrir daño alguno.

Aunque el final llego con la figura de Konrad mostrándose vistiendo su armadura completa excepto por su casco. A diferencia de los otros participantes de su sueño este parecía poder verla e incluso le extendió la mano. Pero como un sueño que tuvo con su hermano antes, una sombra fue tras él. Aunque esta por alguna razón se vio más salvaje más parecido a un enorme animal que lo embistió al costado para luego devorar su rostro volviéndolo nieve.