Partida Rol por web

“Vos y todo el mundo, pero lamentablemente hay gente como ese hombre que han llegado al poder solo por su muestra de crueldad. Recuerda que algunos liderazgos se otorgan.” Le aconsejo aunque finalmente encogió los hombros pareciendo algo cansada por el tema y prefiriendo cambiar a otro.

La mujer pareció no esperar aquella puja, pero lejos de enojarse sonrió divertida. “A la casa de un amigo…”le corrigió. “Así que no te emociones.” Le advirtió reteniendo su risa mientras comenzaban a avanzar. “Igual si quieres que sea una cita, entonces lo será. Aunque te advierto que soy una novia muy exigente.” Le comento con cierta seducción en su voz y guiñándole al final, para luego reir un poco.

Cuando le mostraste la muñeca se la quedó mirando con interés. “Como era el joven? Porque me parece que lo conozco, pero no me imagine que fuera lo suficiente listo para pedir ayuda a otra persona en vez de ir solo a buscar la muñeca y conseguir el enojo de su madre.” Comento pidiéndote la muñeca para verla. “Es una tristeza lo que paso a esa familia, al este barrio.” Dijo dejando escapar su enojo. “Si, creo que podemos pasar.” Afirmo luego de escuchar la descripción de ella.

Cuando la mujer de azabache zanjó el tema del capitán de la guardia, la joven huérfana se sintió aliviada, asintiendo ligeramente a la afirmación de la mujer cuando habló de la forma en que funcionaba el mundo de los poderosos.

No obstante, ante la respuesta ingeniosa de la dama de azabache, Leonor no pudo sino levantar ambas manos a modo de rendición, mientras le dedicaba una sonrisa repleta de picardía - ¡Ey ey ey! No gracias. Ya me advirtió mi hermano que nunca salga con mujeres exigentes, así que estás a salvo conmigo. - Dijo guiñándole un ojo.

-Bueno, no fue muy listo, así que supongo que hablamos del mismo jovencito. De hecho se hizo una herida un poco fea en la mano mientras hurgaba en los escombros y tuve que curarle. Después de eso accedió a que yo le buscara cualquier cosa que le recordara a su amiguita. - Tras mostrar la muñeca y escuchar las palabras de la mujer, la tristeza invadió momentáneamente su rostro al recordar el espíritu de la desdichada niñita. – Si, aunque más que tristeza yo siento rabia e impotencia – Le confesó mientras la acompañaba a la casa su amigo.

Negó varias veces con la cabeza. “Siempre lo mismo. Supongo que debería pensar en otra línea para empezar mis citas, que no eres el primero que pierdo asi.” Dijo encogiendo sus hombros antes reír con ganas por la respuesta del supuesto joven y ella. “Aunque no es que estuviera buscando parejas en estos momento. Como andas vos alguna persona que busques como pareja?” pregunto para pasar un poco de tiempo mientras continuaban el camino hasta la casa del amigo de ella.

Te miraba complacida mientras escuchaba como habias tratado la herida del joven. “Asi que lo curaste y accediste a ayudarlo. Sabes el tampoco podrá darte dinero por tu buena acción.” Le comento tal vez para informarle que se tendrá que conformar con la gratitud del joven. “Además tendremos que ir por una ventana a dársela, que de otra forma seguro nos hechan a escobazos.” Dijo luego de observar la muñeca.

“Eso es bueno Leo, significa que sos más humano que otros que ni tristeza sienten.” Comento y parecia disponerse a decir mas hasta que se paro cerca de una casa humilde pero colorida para compensar lo primero. Con un gesto de la mano la invito cerca de una ventana alta y observo a los costados por si alguien las veía. Entonces cogió una piedrecilla.

“Bien, si sale bien todo abrira la ventana y vos le tiraras la muñeca, luego continuaremos el camino hacia donde esta mi amigo. Sino tal vez se alerte alguno de sus familiares lo que nos obligara a correr como si nos persiguiera el demonio.” Le advirtió divertida señalando la puerta de entrada donde se supondría que podría salir algun familiar del chico.

-Para nada. Si tu hombre no es capaz de luchar por el amor de una dama exigente, es que no te merece, así que cuando desees encontrar pareja no se te ocurra bajar el listón – La animó guiñándole un ojo - ¿Yo? Ahora mismo lo único que me preocupa es encontrar a mi hermano, realmente no tengo tiempo para buscar amoríos – Se sinceró con su nueva compañera dejando las bromas a un lado.

-Jajaja, Buscar dinero de un pobre niño sería algo terriblemente rastrero. Mis objetivos suelen ser los ladrones, o a aquellos que nadan en la abundancia ¡Ah! Y no te preocupes, que las ventanas no suelen resistírseme - Respondió orgullosa de sus convicciones y de sus habilidades.

Ante las palabras de Naywa, la huerfanita no pudo sino guardar silencio. Sabía que aquellos pirómanos pagarían por lo que habían hecho, aunque en su cabeza intentaba ver el puzle completo sobre lo ocurrido, pero aun era incapaz de descifrarlo.

-Abrir ventana, tirar muñeca, correr como si no hubiese mañana. ¡Entendido! – Dijo cuando llegaron finalmente a la casa del niño, con una sonrisa de complicidad en los labios.

Ante el discurso la morena se le quedo mirando, para finalmente mirar a un costado dejando una pequeña sonrisa en su rostro. “Pareces un poeta o una mujer romántica…” dijo con un tono que sonaba medio en broma, aunque habia escondido cierto agradecimiento en sus palabras. “Me alegra que pienses de esa manera. Aunque como dije no me interesa tener pareja ahora y como vos yo no lo veo como una prioridad ahora mismo.” Comento contenta pareciendo mucha más cómoda con ella.

“Me lo esperaba mi pequeño caballero.” Acompaño mientras terminaban de acercarse a la casa de ella. “Algun dia si te portas bien podríamos hacer alguna de esas cosas.” le sugirió regalándole un guiño.

Asintió a las palabras de ella y sin mas palabras la arrojo. Logrando nada, aunque ambas se quedaron esperando hasta que la paciencia de Naywa alcanzo un limite y cogio varias piedras. Luego de tirar un par notaron alguien acercándose a la venta, era el chico que ahora portaba un moretón significativo el cachete junto unos ojos que hace poco habían estado llorando. Este al notar a la pelirroja y lo que tenia en las manos, abrió enseguida la venta esperando el lanzamiento.

“Ey que están haciendo?” grito una mujer grande con una escoba en la mano y un gato algo gordito junto a ella. Por el aspecto podría ser la madre del chico. “Ustedes le hicieron eso a mi pequeño, rufianes!” grito levantando en el aire la escoba antes de ir corriendo a ellas no solo de un lugar distinto al esperado sino que mas cerca.

“Esta loca...” Fue lo unico que pudo alcanzar decir Naywa mientras bloquea con su brazo el ataque de ella y te apuraba con la mirada.

"Leo" se hizo el ofendido ante las bromas de la mujer, para evitar llamar mucho la atención sobre su verdadera identidad – Como sigas así mi puntapié le podría enseñar algo de poesía a tu culo. Ya sabes que será un placer permitir que me acompañes, aunque quizá la que se tenga que portar bien seas tú, puesto que en esos menesteres soy bastante más habilidoso que la señorita de azabache. – Replicó haciendo una exagerada reverencia de bardo, con el mismo buen humor de ella hasta que llegaron a la altura de la ventana.

Posteriormente, ambas esperaron pacientemente a que la ventana se abriera y la joven huérfana pudo ver la alegría en los ojos del muchachito al haberse percatado de la presencia de la muñeca. No obstante, cuando estaba a punto de lanzar el juguete, una furiosa mujer apareció junto a ellas y, como si hubiese sido poseída por el mismísimo demonio, se abalanzó sobre Naywa con su escoba con la intención de golpearla sin piedad.

Aquello, y la mirada que su amiga le dedicó tras el bloqueo de la señora, fue más que suficiente para que Leonor tomara impulso para lanzar la muñeca hacia arriba, esperando que el pequeño la atrapara al vuelo. Acto seguido, se dispuso a escapar de allí, una vez Naywa pudiera zafarse de la enfadada madre, para seguirla.

Rio de nuevo con ganas. “Vamos ¿que nunca oiste la frase la verdad no ofende?” pregunto aun con buen humor. “Aunque aun tengo que encontrar una persona que de verdad lo sienta asi.” Dijo encogiendo los hombros sin nombrar en ningún momento la dificultad que tendría el supuesto joven en patearla. “jaja Tal vez lo mejor sea que ambos nos portemos bien.” Concluyo frente a la ventana.

Aquello fue la única paz que tendrían en tiempo y eso se probó cuando la mujer rabiosa como estaba comenzó a golpear a Naywa en el brazo.  Mientras el lanzamiento de Leonor llego a su objetivo sin problema ganándose una sonrisa de agradecimiento del lastimado chico antes que cerrara la ventana y se metiera mas adentro de la habitación.

Con algo de dificultad Naywa noto que el trabajo estaba hecho y que Leonor la esperaba, por lo que se apuro a empujar para atrás a la mujer antes de empezar a correr sin darle señal alguna a la joven. En medio de la corrida ambas notaron como la escoba de la mujer casi les impacta, esta si bien no podía correr como ella al parecer si podía lanzar su herramienta de limpieza lejos y con una precisión casi efectiva.

Tardaron un tiempo antes de detenerse y ponerse a recuperar su aliento. En ese tiempo la mujer examino su brazo retorciéndose un poco por el dolor del golpe. “Que maldita.” Maldijo sosteniendo su brazo antes de suspira. “Uno hace buenas obra y luego termina asi.”

-Jajaja, tienes razón. Creo que hacemos una buena pareja… profesionalmente hablando, claro – Concluyó la pelirroja con una risa clara, zanjando el tema de quien era mejor que quien.

Cuando la rabiosa madre del pequeño salió a darles una calurosa bienvenida, Leonor procuró darse toda la prisa del mundo para entregar la muñeca que había conseguido para él, antes de que ambas quedaran magulladas a porrazos.

Finalmente, cumplió su promesa y, tras ver la sonrisa en la cara del chico, las dos mujeres emprendieron la huida tratando de no hacerle daño a la agresiva y furiosa madre que las persiguió hasta que no pudo más, incluso lanzándoles todos los objetos que pudo en el proceso.

-Es solo una madre preocupada y quizá demasiado sobreprotectora. – Respondió Leonor entre risas – Ojalá yo hubiera tenido una ¡A ver! Deja que mire si es grave, quejica – Le dijo, exigiendo que le dejara el brazo para que lo examinara.

“No te pierdes nada bueno…” dijo la Naywa revisando detrás de ellas por si acaso. “Viste el golpe en la cara del chico, a mi pareció mas un cachetazo que un golpe con puño cerrado.” le indico haciendo una clara referencia a que habia sido golpeado por un mujer y no un hombre.

“Quejica?” pregunto riendo ante la confianza de la joven mientras le enseñaba el brazo. Este no mostraba lesión, incluso al tocarlo no sentía nada, pero por su lado Naywa se mostraba adolorida con los toques de la joven. “Sabes no es fácil defenderse de un oponente que no puedes dañar, en especial cuando lo tienes que distraer para que no dañe a tu compañero…” le explico aunque una sonrisa divertida pareció mostrar que recordaba algo. “Aunque ahora que lo pienso seguro lo sabes…por nuestro anterior encuentro.” Dijo seguramente en revancha su comentario anterior.

Negando con la cabeza y corriendo las manos de Leonor. “Vamos…no es nada para preocuparse. Como tú estomago...sanara con el tiempo. Mi amigo no está muy lejos.” Le invito para continuar el camino.

-Sí, pero le pega porque se preocupa por él. Si no, no hubiera salido corriendo como una exhalación para perseguirnos y no nos hubiera acusado de hacerle daño a su pequeño – Respondió, usando la lógica de las madres – Cuando a mí me golpeaban, lo hacía un extraño que lo único que quería de mí era que aprendiera a palos las tareas que me imponía. Menos mal que Theo siempre estaba allí para mí. – Recordó con algo de nostalgia mientras examinaba que el brazo de Naywa tan solo estuviera magullado.

-Tienes razón, no eres demasiado quejica… para ser una mujer ¡Anda vamos! – Le picó, guiñándole un ojo sabiendo que la pulla expresada claramente en tono de broma, la haría reír. Acto seguido ambas continuaron hasta la casa del amigo de la dama azabache.

Naywa la mirada con incredulidad ante la defensa que hacía de la madre que golpeaba a su hijo. “Golpeando a alguien no se le enseña, ni protege. Créeme yo tuve un padre pescador que como es de esperarse tenía un brazo fuerte y sin importar las veces que me golpeaba nunca comprendí que deseaba enseñarme.” Le confeso con total seriedad mirando fija a los ojos posiblemente porque la joven había dado de nuevo en un punto sensible de la daba.

Luego de su respuesta se quedó en silencio un buen rato antes de sus pirar y apartar su brazo. “Es que soy una mujer fuerte, no como otras.” Respondio sonriendo antes de empezar la caminata. No mucho tiempo luego habían llegado a una casa pequeña donde se leía un pequeño cartel con dos palabras, una en italiano que decía Escribano y otra en árabe que suponías decía lo mismo.

“Ah si, antes de entrar. No te comportes como un tonto, ya se no lo eres pero te lo repito por si acaso. De paso ignora ciertos chistes de él, en especial los que se relacionan conmigo. Ya te daras cuenta porque.” Finalizo y dio un par de golpes a la puerta.

Del otro lado de la puerta no tardo en oírse una voz que pedia paciencia hasta que llegara, poco después de sus palabras un hombre abrió la puerta de la casa.

Él hombre como era de esperarse en ese barrio compartía el tono de piel de sus habitantes, aunque a diferencia de los que había visto hasta ahora se le notaba cierto cuidado en su persona empezando con su cabello peinado y la barba recortada con precisión. Tal vez era por su trabajo o sus costumbres pero aquella fineza tambien se lucia en sus ropas que si bien no iban con la vestimenta noble Veneciana pero seguían mostrando un rasgo más pudiente entre los árabes con lo lindo de sus telas.

“Naywa?...Me tuviste que contar que venias y podría haber preparado algo para merendar. Te ves muy linda como siempre, ¿como has estado?” pregunto pareciendo casi brillar al hablar con ella, al menos asi fue hasta que noto a su acompañante.

Se quedo un rato observando detenidamente a Leonor. “Hola…joven.” saludo escuetamente”¿Nuevo compañero?” pregunto volviendo su mirada a Naywa.

“Estoy bien…Gracias” dijo mientras se abría pasado dentro de la casa del hombre “Es un amigo que me está ayudando en una de mis aventuras, como dirías vos.” Le dijo sonriendo tomándolo de la mano para sacarlo de enfrente de la puerta mientras que con su otra mano llamaba a Leonor para que entre.

“Necesitamos una hoja y una pluma para un dibujo. Serias tan bueno para traerlo.” Le informo rápidamente para darle oportunidad para contestar a sus anteriores palabras.

El lugar no era uno muy extenso, ya sea por el espacio o la forma que estaban acomodados los muebles pero se veia como un lugar chico. Lo primero que resaltaba eran una gran cantidad de ojas desparamadas por todo el lugar y que parecia que muchas de ellas tenian una version arabe o italiana cerca de ella, como si el hombre se ganara la vida como traductor. Por lo demas era el mismo hogar que habia visto muchas veces la pequeña, desde el lado de afuera de la ventana.

-Siento lo de tu padre. A lo mejor hablo sin saber porque nunca sabré lo que es tener unos padres o un hogar, pero créeme que mi vida sin ellos no ha sido más fácil – Le rebatió, dispuesta a zanjar el tema.

Cuando la chica de color volvió a meterse con ella de forma sutil, Leonor no pudo evitar sonreir junto a ella mientras cambiaban. No fue hasta que no llegaron a su destino, que ambas volvieron a retomar la conversación – O sea, que está coladito por ti pero no se atreve a pedirte una cita abiertamente – Dijo con un guiño, suponiendo que podía tratarse de algo parecido.

Finalmente la puerta del escribano se abrió, para dar paso a alguien más joven de lo que la huérfana hubiera imaginado para tratarse de alguien de letras. No obstante, su aspecto aseado y pulcro y su indumentaria distinguida agradaron a la jovencita, la cual decidió pasar por alto la mirada de resquemor que él le dedicó al intuir que quizá estaba saliendo con la dama de azabache.

-Más bien la señorita Naywa me ha arrastrado a una de sus locuras, pero supongo que no hace falta que entre en detalles porque seguro que ya la conoces. Me llamo Leo, un placer conocerte. – Afirmó mientras pasaba al interior y le tendía la mano con educación, esperando a que el Escribano accediera a la petición de su compañera.

El tema de los padres quedo zanjado luego de las palabras de Leonor, no era un tema para hablar entre amigos que a pesar de lo bien que se llevaban no tenían aun la gran confianza necesaria para esos temas. Eso era algo que ambas debían saber.

Aunque con lo rápido que ambas habian vuelto a su actitud alegre el tema quedo detrás y la cuestión del amigo tomo mayor importancia. Cuando Leonor le dijo aquella teoría que tenia la joven solo negó con la cabeza mientras sonreia divertida. Dejando a la pelirroja con la intriga de lo que verdaderamente pasaba.

Pero si lo observaba ahora que terminaba de hablar notaria algunas cosas. “¿Locuras?” pregunto divertido aunque algo en su vista mostraba seriedad mientras miraba al supuesto joven fijamente. “Esmail.” Se presento y tomo la mano luego de una sutil mirada a Naywa. “¿De que se trata esta locura?” le pregunto pareciendo fingir una actitud mas amistosa seguramente por el interes en la respuesta era mas que evidente para Leonor.

Por detrás de él, Naywa negaba con la cabeza lanzándole una mala mirada a  la nuca de su amigo. “Vamos, apurate que no tenemos todo el tiempo y necesitamos lo que te pedi.” Le apuro antes de alejarse un poco y empezando registrar sin pedir permiso el hogar del Escribano.

A su señal el hombre fue por el papel y un lápiz negro que entrego a Leonor, aunque en su mirada un continuaba la necesidad de una respuesta. Ignorando completamente a la otra mujer que seguia revolviendo algunas de sus cosas en busca de cierto objeto.

La pregunta del hombre que acababa de presentarse como Esmail y la mirada que le echó Naywa ante su comentario, hicieron ver que quizá era mejor que no dijera nada comprometido delante del hombre, el cual parecía más interesado de lo que cabía esperar. Por todo ello, cuando este le dio los instrumentos para poder realizar el dibujo, Leonor miró un segundo a la joven de azabache, sin saber si ella prefería que mantuvieran el retrato en secreto, lejos de los ojos del escriba

– ¿Te lo pinto aquí? – Preguntó, mientras sujetaba el lápiz entre sus manos de forma torpe, intentando que no se notara que realmente sabía escribir.

“Si...dejale libre la mesa Esmail. Por favor.” Te respondio Naywa no pareciendo importarle que el hombre viera aquel dibujo o tatuaje del hombre de color.

Esmail te libero de su mirada mientras se acercaba a su escritorio corriendo con cuidado los papeles y ordenándolos de una forma que solo él conocía. Pronto Leonor tuvo un espacio libre para apoyar su papel y ponerse a dibujar.

“No hay problema Naywa, yo soy generoso…solo me gustarían que fueran igual conmigo.” Comento volviendo con su mirada interesada al supuesto joven. “Dime Leo, que andan haciendo? De que es el dibujo? Acaso no me merezco unas pocas respuestas luego de invitarlos a mi casa?” pregunto tratando de sonar neutral, pero se notaba su interés junto con un algo de preocupacion en las primeras preguntas.

Ante la aparente indiferencia de Naywa, Leonor se relajó ligeramente, puesto que parecía que había la suficiente confianza entre ellos como para que no le importase mucho que él viera el tatuaje del jefe de los sectarios. No obstante, tampoco deseaba revelarle demasiada información que pudiera ponerle en peligro, o que él pudiera divulgar haciendo que tanto ella como su compañera de piel oscura, tuvieran que andarse con mil ojos.

Por todo ello, mientras sujetaba el lápiz que le habían proporcionado, comenzó a trazar los símbolos que recordaba al pie de la letra para confeccionar el tatuaje, al tiempo que decía – Estábamos huyendo de los palos de una madre enfadada, que pensó que queríamos hacerle daño a su hijo pequeño en lugar de ayudarle, y este dibujo es un tatuaje raro que he visto por ahí. Quizá puedas saber qué significa, puesto que veo que eres un estudioso… y bastante meticuloso al parecer. – Le aduló, sabiendo que seguramente con ello dejaría de verla con la desconfianza que había presentado nada más entró en sus aposentos.

Tu relato pareció, ya por su rostro, no terminar de saciar su sed de conocimiento ante las supuestas locuras que hacían ambas. “Haciendo enfadar a una madre sí parece una locura. ¿Cómo es que esta creyó que se encontraban lastimando a su hijo?” pregunto mirando de costado lo que hacía Naywa que se convertía en un misterio para él y para Leonor. “Digo algo le hicieron. Cierto?” pregunto su actitud pareciendo mucho más serio y casi pareciéndola acusar a la huérfana con su mirada ahora fija en ella.

Sus ojos pasearon por el dibujo que hacía. ”Esas son símbolos, letras.” Empezó a decir mientras se rascaba la barba recortada. Sus palabras no parecían haber hecho efecto en el hombre. “Es parte del trabajo y mi educación, si no fuera meticuloso perdería mi forma de vida pequeño.” Le explico como si lo considerara un pequeño. “¿De que vivis pequeño?” pregunto en un tono bajo casi un susurro que parecia hacer que la pregunta quedara entre ellos dos.