Partida Rol por web

Asintió indignado además de avergonzado con lo que había pasado. “Temo decirle que no tengo una idea clara como se hizo una acto asi de horrendo.” Le respondió finalmente poniéndose firme en su sillón para seguir contestando sus preguntas. “La encontró una chica que se ocupaba de limpiar los manteles que se ensuciaron anoche, fue a la mañana un poco antes de que yo viniera a avisarle. La chica parece ser una hija de un comerciante, nadie demasiado importante por suerte.” Comento volviéndose mas frio al final, pasando a un tono que conocias que usaba cuando se hablaba solo de números.

El llamar a la guardia no parecio caerle muy bien, pero termino asintiendo. “Es su decisión mi señora, aunque no me gustaría que la casa de su padre tuviera una mala fama. Ademas hay algo que no aun no le he dicho del hecho y es que se encontró un símbolo extraño que pertenece a un culto satanico y eso me preocupa.” aclaro preocupado y viéndose algo nervioso al final de su relato.

“Reunire al personal, pero debe saber que he evitado que la información del crimen se filtrara a los demás sirvientes para guardar algo de discreción.” Le comento para tenerla informada de sus movimientos. “¿Desea que lo haga igual?” pregunto para confirmar este ultimo pedido y los demás.

Ella lo miró pensativa y negó con la cabeza.

-No, por eso vamos a dejar a la Guardia fuera de esto pero necesitamos ayuda... Yo no podré hacer una fiesta tranquila sabiendo que hay un asesino en ellas.

Gianna se levantó y comenzó a buscar ropa para luego vestirse. Tenía que averiguar algunas cosas pero obviamente necesitaría a Vincenzo con ella.

-¿Quiero ver el símbolo ese para poder ir con alguien que nos ayude a entender. Un padre quizás o menor aún, un cardenal, tengo entendido que llegó uno de Roma.

La joven hizo un gesto de fastidio.

-Tío..., que la difunta tenga una buena sepultura, hazlo discretamente... Pero hay que sacarla de la casa y dejarla en otro sitio, que alguien más la encuentre, ¿entiendes?

Abrió una mampara que los separaba a ambosny que la ocultaba a ella y se fue cambiando sin dejar de hablar.

-Y de los sirvientes que sepan lo que ocurrió, ocuparé vos. Vamos a necesitar una góndola con alguien discreto y algo de dinero, bueno, eso tú lo sabes mejor que yo...

Salió perfectamente vestida aunque con el cabello algo desordenado, igual se veía radiante.

-¿Tú estás listo?

Asintió varias veces. “Si, no deberíamos pensar en una fiesta en un buen tiempo.” Comento el hombre que por una razón macabra había terminado con su deseo cumplido. “Si pero estoy seguro que la ayuda de agentes mas discretos podría servir. Despues de todo su padre la dejo con mucho dinero y sirvientes leales.”

“Por supuesto mi signora.Le guiare donde fue encontrada.” Afirmo sin ponerle trabas ahí, aunque Gianna sabía que no le habría gustado que ella se expusiera a estas cosas. “Si, algún padre podría ayudarnos y si un Cardenal llego hace poco, pero ¿ha escuchado las noticias que llegaron con su llegada?” Comento haciendo una referencia a los asesinatos que empezaban a verse en Venecia, muchos de ellos de ámbito religioso tanto contra los cristianos como con los musulmanes, por lo que ese asesinato podría relacionarse.

El supuesto tio se veía muy serio y asintió como si fuera un soldado. “Me parece lo mas adecuado, ya hablare con alguno de los guardias para que dispongan de ella. Luego ayudaremos al padre con la sepultura.” Comento esperando dejar zanjado ese problema. Cuando ella empezó a cambiarse el hombre se paró y se puso a mirar director a la pared dándole la espalda a ella para que se cambiara sin verla en lo absoluto. “Tambien me encargare de ello.”

“Estoy listo.” Respondio aun sin darse vuelta para verla. “Si usted lo esta partiremos sin demora.”

Gianna no estaba nerviosa, de alguna manera u otra, encontrarìa el modo de arreglar el problema pero lo que si la puso de mal humor fue el hecho de tener que parar con las fiestas.

-Tìo, puedo hacer fiestas en la otra casa... Pero por ser tù quien me lo pide, dejarè pasar un par de semanas, con una condiciòn.

Ya estaba totalmente vestida y lista para irse con èl.

-Primera, finiquitemos este asunto lo mejor que se pueda y en el mayor silencio. Involucrando a la menor gente posible, sè que tù puedes hacer eso por mì y segundo, necesito que encuentres a alguien, un hombre llamado Bastien que creo vino con el cardenal, es parte de su guardia o algo asì. Sobre esos otros asesinatos... ¿Crees que estè ligado al de anoche?

Lo mirò mientras se colgaba de su brazo para salir con èl.

El tio de nuevo pareció alegrarse por unos segundos con lo que le decia ella sobre las fiestas. Pero como era un hombre serio no hizo ningún comentario asintiendo un par de veces. “Son condiciones razonables y que si me das un tiempo tratare de realizar aunque creo que me tardare algo con el asunto de…Bastien.” Dijo pareciendo algo incómodo de decir el nombre del hombre con la que estuvo ella. “Podría mandar a alguien para llamarlo, aunque tardara lo suyo.” Concluyo para dejarle claro que su segunda petición necesitara su paciencia.

Finalmente tomando su brazo acepto que lo siguiera donde estaba la rubia. Saliendo del cuarto de la dama comenzó el andar hasta el pequeño sotano de la familia Scarpati, no era mucho un sotano pero eso no era raro en Venecia donde los nobles y demás habitantes preferían aumentar su espacio hacia arriba. De cualquier forma el lugar tenia su función almacenando alimento salado y vino de la familia.

Aunque ahora ese lugar que apenas las velas podían iluminar completamente, pero mostraban el cadáver de una mujer joven que a pesar de que se notaba que la habían acomodado luego de encontrarla, seguía mostrando los signos de su ataque en el cuello con la marcar oscura del cinturón que la ahorco. Cerca de ahí también estaba un signo diabólico que parecía hacer sido dibujado con prisa en un rojo inconfundible, era sangre.

“Puedo ahora pedirle a los guardias presentes que la envuelvan y la lleven a nuestro puerto privado para sacarla de aquí.” Comento señalando a un par de los guardias que ya tenían una manta en las manos. “Lo demás es fácil.”  

“¿Que es lo que hara usted mientras me encargo de ello? ¿Interrogara a los siervos?” pregunto para saber bien que haría la joven.

La joven mujer vio a la muchacha rubia, no es que no sintiera nada pero al fin y al cabo la vida y la muerte eran una misma cosa. Lamentaba no conocerla pero no conocìa a casi nadie de los que iban a sus fiestas y algunos iban invitados por otros.

-Bueno, tìo... Hablarè con los sirvientes pero sòlo envìa a los que sepan algo... Ni uno màs. La verdad no me da la cabeza para tanto, prefiero esperar a que hagas lo que te encomendè.

Ella tomò las manos del viejo y sonriò.

-Nada corre prisa, sè que lo que sea que hagas, estarà bien hecho y tendrè toda la paciencia del mundo.

Le dio dos besos, uno en cada mejilla y se retirò rumbo al pequeño despacho que màs bien siempre ocupaba èl.

“Bien, los enviare al despacho mio. Primero iran las sirvientas y luego que terminen de ayudarme iran los guardias.” Le explico pareciendo sentirse algo orgulloso de ella aunque a la vez medio conflictivo con ciertas palabras. “Su padre seguro se sentirá orgullo que lleve esta investigación por su parte signora.” Le comento tal vez tratando de que ella hiciera el esfuerzo que después de todo según las palabras que practicaba el hombre no todo era fiestas.

Se dejo tomar de la mano y devolvió la sonrisa. “Le agradezco que confié tanto en mi persona, no se preocupe que no le fallare.” Juro aceptando ambos besos y empezando a comandar a los guardias para hacer el trabajo.

La joven mientras tanto fu abandonando el sotano y se dirigió al despacho de su supuesto tio. El lugar sin dada era de un contador muy meticuloso por lo ordenado de todo el lugar, con cada papel, cajón y bibliotca teniendo su espacio ordenado. Fueron unos minutos hasta que finalmente las primeras jóvenes comenzaron a llegar.

Era dos chicas Gianna podía calcular que eran solo un poco mayor a ella. Ambas usaban ropa de servicio que la propia casa les otorgo para que hubiera cierta elegancia entre ella, aunque se trataran de simples sirvas encargadas de lavar la ropas. Ambas te miraron con seriedad aunque notabas algo de relajamiento otorgado por tu presencia a diferencia de la de tu tio.

Gianna miró a las dos jóvenes, se daba cuenta que su suerte era muy distinta de la suya.

-Bien, señoritas, seré breve así que vayamos al grano y diganme lo que sepan sobre lo acontecido aquí. Cualquier cosa que hayan visto u oído. Especialmente si vieron a la joven mujer con alguien.

No estaba nerviosa, estaba muy tranquila y esperaba que las cosas se arreglaran pronto pues no se veía con ánimos de aguantar un desfile de guardias por su casa.

-Tal vez no conozcan los nombres de las personas, aunque no me sorprendería puesto que el servicio sabe mucho más de lo que los señores sabemos.

“Mi señora.” Dijo una inclinándose con educación. “Ambas la encontramos cuando fuimos a lavar un mantel, pero yo creo recordar que la vi cuando aún estaba viva. Al menos mejor que mi amiga que estaba algo ocupada…” comento poniendo colorada a la mujer con vergüenza ante las últimas palabras. “Por favor no la castiga, es que en sus fiestas hay nobles demasiado buenos con la lengua. En todo sentido.” Agrego aclarando un poco mejor a que se refería mientras le dejaba en claro porque la otra joven n había podido ver mucho.

Dicho eso la joven miro a su amiga unos segundo susurrando un perdón y tocándole la mano amistosamente. Aunque no fue algo que duro demasiado ya que ninguna de las dos podía olvidar la presencia de su señora que aun esperaba su respuesta.

“Mi señora, yo vi a esa mujer rubia. Aunque lejos de estar con un solo tipo parecía moverse por la fiesta buscando hombres, yo me acuerdo de ello porque incomodo a una pareja y la mujer de la pareja parecía que estuvo a punto de golpearle.”  Empezó a relatarle con calma mientras comenzaba a recordar. “Pareció quedarse con algunos hombres por un tiempo pero luego la echaban. A mí me dio algo de lastima la mujer…pero finalmente termino yendo con un hombre a una de las habitaciones de invitados.”

“No conozco su nombre, lo siento. Pero puedo describírselo. Usaba un antifaz azul simple, tenía un pelo corto rubio recortado en un estilo algo raro con los costados rapados, unos ojos celestes y era alto. Parecía por como vestía de un estatus parecido al de ella.” Le describió.

Gianna sentía un poco de fastidio por el hecjo de no conocer a todos sus invitados. Si lo hiciera, ahora sabría de quién estaban hablando o bueno, no la coscolina que se había quedado callada.

-Bueno, bueno, hay detalles que no quiero saber... Si la chica estaba buscando compañía masculina, alguno más tal vez la conozca o quizá... Alguna de vosotras conozca a ese hombre misterioso.

Se quedó pensando un rato.

-En algunos días, no sé cuántos..
Haré una nueva fiesta y espero que ambas, dejen las lenguas de los invitados y me digáis si ven a ese hombre rubio... No aceptaré distracciones.

Sonrió, quería suavizar lo que había dicho.

-Si dais con él, tendréis una recompensa de mi parte.

“El hombre…” dijo tratando de hacer memoria, la facilona también parecía hacer el mismo esfuerzo o tal vez simplemente recordaba el beso que había ligado. “No conozco al hombre, pero si no fuera por el cadáver de la mujer lo habría pensado como un simple ladrón.” Comento la mujer mientras se ponía el dedo en la pera mientras pensaba. “Tenía una pinta de ladron, además me pareció que siempre estaba mirando a los cuatros y demás cosas de valor.” Entonces se sorprendió a si misma como si se diera cuenta de algo. “Tal vez le robo y mato.” Concluyo la sirvienta sintiéndose algo orgulloso con su idea mientras la otra asentia apoyando a su compañera.

Ambas chicas se quedaron atentas a lo que decia su señora, mirando si bien algo extrañadas no expresaron que les venia a la cabeza. “Lo haremos mi señora” aceptaron ambas, la callada poniéndose mas colorada.  Mientras a la que hablo que hablo se le notaba un brillo de interés al escuchar de la recompensa. “No es necesario ninguna recompensa lo hacemos por lealtad a usted.” Afirmo esta.

Mientras tras tocar a la puerta llegaron los guardias. La entrevista con ellos no fue mucho mejor a pesar que mostraban mejor modales que las chicas ninguno había visto nada mas allá del cadáver a la mañana. Estos habían estado ocupados con otros posibles inconvenientes según ellos.

Gianna se sintió fastidiosa porque esas se las sólo le servían para pensar que podría ser cualquiera y eso ya lo sabía mucho antes de hablar con ellas. Entrevistó a los guardias con las mujeres presentes pero no obtuvo nada más.

-Ya pueden marcharse. Una de vosotros lleve mi desayuno a mi alcoba y los demás vayan a hacer sus cosas.

Esperó a que se marcharan y una vez que lo hicieron ella volvió a su alcoba. Lo que más le molestaba de aquel asesinato era que tendría que parar las fiestas por un tiempo como se lo dijo a su tío. Se metió en la cama, realmente había dormido poco y si a todo lo acontecido, le sumaba que Bastien se había ido sin despedirse, la cosa se ponía peor. Cerró los ojos pero dudaba que pudiera dormir realmente.

Los sirvientes se marcharon eficientemente rápido, al menos dandole aquel alivio a Gianna que no había tenido el mejor despertar ese dia. Frustrada con lo que pasaba se metio de nuevo en la cama su mente divagando por Bastien, al menos hasta que noto en su escritorio una nota. Una nota que había pasado desapercibida por todo lo que había pasado.

Te pido mil disculpas, pero he tenido que irme antes que despertaras no queriendo verte metida en problemas. Ademas al estar con vos me había olvidado totalmente de mi amigo que suele meterse en muchos problemas por su humor, asi que debo encontrarlo para que nada le pase.

De nuevo te pido disculpas, pero te confesare que esa noche fue una de las mas hermosas y ardientes que he tenido en mi vida. Sintiéndome obligado a volver uno de estos días, aunque sea por la ventana escalando tu hogar hasta llegar por el balcón.

Te mando mi amor y mejores deseo. Bastien.

Mientras leia volvió la sirvienta que mas había hablado con una bandeja de comida recién hecha, nada demasiado contundente sino un liviano desayuno. La miro y le sonrio antes de marcharse, deseándole un buen desayuno a pesar de todo.

Gianna finalmente pudo dormir luego de leer el mensaje de Bastien pero al darse cuenta que había ido a buscar a su amigo, le surgió una duda.

-¿Y si es el mismo que estuvo con la muerta?

Sintió un escalofrío, eso no sería culpa de Bastien y ahora más que nunca tendría que encontrarlo. Aunque sintió le pidió paciencia, lo cierto es que no podía tenerla. Se levantó, se aseó y se vistió para ir a buscarlo. Encontrar al cardenal no podía ser tan difícil.

-Que me espere un carro listo, iremos a la Catedral.

Por algún lado debía empezar.

La sirvienta se sorprendio ante el salto de su señora de la cama hacia afuera, pero no comento nada mientras la ayudaba a vestirse y luego le aseguraba que la góndola* estaría lista para su salida.

Sin mas la dejo sola por fin para que terminara de ponerse linda, aunque no era que tuviera que realizar algún trabajo para serlo. Pero ayudaría a que la sirvienta realizara su pedido. Cuando sintió que fue suficiente tiempo bajo donde estaba la salida privada de la casa de góndolas y vio encantada como la sirvienta había hecho su trabajo.

Frente a ella estaba una góndola con algunos de los colores de su familia y un claro escudo tallado en la punta de este. Dentro había un remero y un guardia que le ofrecia la mano para que subiera y empezaran el viaje. Un viaje que no fue demasiado largo ya que el remero se adaptó a la prisa de su señora  y con una habilidad solo de la experiencia recorrio las lagunas con prisa esquivando a cualquiera de las demas góndolas.

Al llegar se encontraba en uno de los mini puertos para góndolas de la gran plaza de San Marcos.

Junto al Palacio de gobierno se encontraba la Basilica, donde se suponía que debía estar el cardenal y sino era muy probable que estaría en el Palacio como huésped del Dogo. En la entrada estaban unos guardias que la dejaron pasar sin demora dentro.

La prisa de ella genero cierta atención de algunos de los presentes en el recinto religioso, algunos que les parecía haberlos vistos en sus fiestas. Aunque solo un sacerdote joven se acerco a recibirla con una sonrisa encantadora.  

“Buenos días, mi signora. Me alegra ver que tiene entusiasmo por la misa que aun no comenzó.” Dijo el sacerdote haciendo una leve inclinación ante ella. "Puedo ayudarla en algo mientras espera?" le consulto en un tono tranquilo que era de esperarse de ellos.

Gianna no tenía la menor intención de ir a misa, claro que con esos sacerdotes, siempre podía suceder, aunque fuera para curiosear pero no lo desilusionó, sonrió tranquila.

-Quizá si podáis ayudarme, mucho me haría feliz ver al cardenal y si eso es imposible porque sabemos que es una persona demasiado ocupada, me bastaría con entrevistarme con el jefe de su guardia.

Lo dejó sopesar lo que había dicho y acto seguido, encantadora y suave como era, se acercó un poco como confiando un secreto al sacerdote.

-Me temo que uno de sus hombres ha estado en mi casa anoche y creo que dejó algo que por respeto a vuestra investidura me callaré...

Lo miró a los ojos, a la iglesia no le gustaba el escándalo bajo ningún punto de vista.

El joven sacerdote escucho con cuidado, poniéndose un poco tenso ante la mención del jefe de guardia. “Como dices el Cardenal se encuentra algo ocupado para un entrevista lamentablemente y el jefe de guardia, no seria un hombre que seria bueno molestar…” comento el sacerdote quedándose trabado mientras parecía tratando de hacerle una excusa al guardia. “Digamos que sus enfrentamientos con los musulmanes han afectado su animo y lo han hecho menos paciente.” Gianna conocía esa frase o al menos una parecida que su papa le había advertido que era usada como excusa para los hombres violentos e impresentables.

Cuando la joven se fue acercando el joven tambien lo hizo con una sonrisa casi picara. Se sabia también que si algo le gustaba a las iglesias eran los secretos. Mas las palabras de Gianna sorprendieron al joven e hicieron que mirar al estomago de ella, dejando en claro el primer pensamiento de este.

“La iglesia le agradece su silencio Signiora. Le prometo que si puede señalar quien lo hizo y que este confiese, nos pondremos a ayudarla con ello que le dejo.” Le susurro mientras con delicadeza la movia mas cerca del rincón para volver mas privada la conversación que tenian.

Gianna casi deja escapar una carcajada pero dado que el sacerdote parecía tomarla tan en serio que la llevó a un lugar más apartado, lo siguió y lo miró a los ojos con cierto descaro.

-El gran problema es que no sé su nombre pero si me permitís verlos, quizá pueda señalarlo y simplemente hablar con él. Como entenderéis...

Puso una mano en su pecho de la manera más inocente que una mujer como ella era capaz.

-Como entenderéis, no quiero que nadie más se entere de mi secreto. Además, siempre puedo considerar una donación para nuestra querida basílica.

Su voz era suave, como un canto, sus palabras no eran forzadas, si había que arrodillarse y rezar, también sabía hacerlo.

La mirada del sacerdote se volvia aun más preocupada ante la que podría sonar como una confesión de Gianna. “Mi signora, ni siquiera pregunto su nombre?” pregunto aunque rápidamente negó con la cabeza y se hizo una cruz, arrepintiéndose de su pregunta. “Mejor no me responda. De todas formas me doy cuenta que no me presente, me llamo Gino. ¿Cuál es su nombre?”

“Puedo llevarla donde se encuentra el grupo del Cardenal.” le ofreció como una posible propuesta tal vez para asegurarse que fuera una simple charla o simplemente por curioso queriendo ver el chisme. Aunque su mirada cambio a una comprensiva tras el gesto de ella y el tono de su voz que parecio derrumbar la poca barrera que tenia el joven.

“No tiene que donarnos nada...” Dijo aunque no muy motivado. “Y no se preocupe que la iglesia sabe lo importante que es para una dama conservar estos secretos. Le prometo que no dire nada.” Le juro con una sonrisa reconfortarle mientras le tomaba ambos hombros en señal de apoyo.