Partida Rol por web

La joven huérfana había vivido mucho desde la última vez que había estado en ese lugar, todo eso la había cambiado para bien o para mal. Ella se había puesto a pensar en la gente que la odiaba y si bien podía pensar en unos ejemplos de tales personas, recordaba una pareja singular que tenía malas intenciones con ella y con su hermano.

Luca y Selena eran dos personas que había creído que nunca más vería en su vida, que se cansarían de buscarlos pero al observar por lo menos a uno de ellos se dio cuenta que había vivido en una ilusión. Que eso significaba que ella y su hermano tenían enemigos que iban más allá de los nuevos que encontraban en el camino.

Además ahora ella aunque no quisiera pensarlo mucho se encontraba en una competencia contra ellos, tratando ser la primera en hallar su hermano. Pero una parte más precavida y algo más oscura le sugería que tal vez era mejor encargarse de alguna forma de ellos para que no fueran un problema en el futuro. Incluso no debía ser difícil siendo ella algo más que una humana ahora mismo.

Por esos pensamientos era que ahora se encontraba frente a aquel edificio que sirvió en el pasado como una mansión antes de volverse una posada para mercaderes. Se había convencido que al menos deba averiguar que hacían. En el dia la puerta principal y la de carga se encontraban abiertas, aunque vigiladas en la noche seria lo mismo pero cerrado.

Leonor no sabía quién podía desearle tanto mal que quisiera verla muerta. No recordaba haberse ganado ningún enemigo de aquellas características, salvo quizá el alemán, aunque tampoco pensaba que ese joven deseara su muerte. Más bien darle una lección que nunca olvidaría.

Asimismo, si creía las promesas del príncipe, ningún miembro de la secta la atacaría. Al menos hasta que no terminara de escribir las páginas del libro de Nod que faltaban y, aunque le doliera admitirlo, estaba segura que esos sectarios estaban conectados de alguna manera con el gobernante de las criaturas de la noche en la ciudad, y no creía que le desobedecerían así como así.

Por todo ello, lo único que se le ocurrió fue pensar en Luca Vestini y en Selena, aunque aquello tampoco cuadraba demasiado porque, por lo que ella sabía, ambos deseaban capturarla y no matarla, y ninguno de los dos sabía que andaba por ahí disfrazada de muchacho.

Igualmente, no perdía nada por averiguar un poco más sobre las intenciones de esos dos, por lo que decidió cambiar su estrategia y, vistiendo con ropas de muchacho algo más limpias y arregladas, decidió probar suerte y entrar por la puerta principal durante el día, simulando estar ahí para buscar trabajo.

Con una nueva estrategia en mente pensó en ingresar a esa posada por la puerta de delante con una ropa más limpia esperando no ser reconocida por su última entrada ilegal al lugar.

En un principio parecio un momento algo tenso. Algunos jóvenes de la calle que habias visto la anterior vez te miraron con distintos gestos pero igual no interrumpieron tu movimiento, cada uno volviendo rápido a su trabajo. Fueron los guardias que se mostraron como la primera barrera. Los guardias no eran los de la ciudad sino unos propios de la posada algo que se notaba en sus trajes estéticamente diferentes a los generalmente veía la joven.

“Alto. ¿Que deseas chico? Hazte a un costado para no tapar la entrada.” Dijo mientras te hacia un gesto para que te acercaras mas a su persona. Podia ser que enserio prefirieras que no le estorbes el camino a los mercaderes o simplemente te queria lo mas cerca posible. Este guardia tenia una espada y una daga ensima, aunque su rostro parecía mas tranquilo que el de los típicos guardias.

La jovencita quedó algo extrañada ante las miradas que los jóvenes de la calle le dedicaron. Era como si la vieran como a un rival o alguien que quisiera quitarles el trabajo. No obstante, no podía permitirse el lujo de dudar, por lo que continuó andando como si supiera exactamente qué era lo que estaba haciendo allí.

Cuando los guardias la detuvieron, la pelirroja disfrazada de muchacho, se acercó tal como le pedían. Lo último que deseaba era ganarse la suspicacia de ninguno, por lo que, con aire despreocupado aunque algo desorientado, le respondió con educación.

-Buenas tardes señor. Mi mentor me pidió que acudiera a la posada y que presentara mis servicios al posadero para escribir mensajes y entregarlos a quien me lo solicitara, o incluso leer algunas notas para él o para sus clientes. Me dijo que andaban escasos de jóvenes que supieran leer y escribir, por lo que pensó que podría ganar algunas monedas, teniendo en cuenta que la clientela principal está compuesta de comerciantes. Aunque si no me necesitan, no les molestaré – Finalizó con una pequeña reverencia.

El guardia ya se veía extrañado de la mentira de la joven cuando nombro a un mentor, pero le permito que continuara hasta terminar.

“¿No eres muy joven para saber leer?” preguntó el guardia que le había hablado para luego mirando al otro que se encogió de hombros no pareciendo seguro de cual era la respuesta correcta. “Bueno, pero como se llama tu mentor y que tiene que ver con nuestro señor?” pregunto poniéndose mas serio como si estuviera más seguro de esta pregunta.

Por su parte el otro guardia presto atención por un rato pero luego se fue a recibir a otros invitados que llegaban y eran molestados por los jóvenes. Entonces veias como empujaba y pateaba sin reserva a algunos haciéndote ahora si recordar a los tipicos guardias.

-Jajaja, mi mentor me dijo justo lo contrario – Respondió con una sonrisa acordándose de las palabras de Esmail cuando habló de su edad – Su nombre es Fabio, aunque no creo que él y el posadero se conozcan. Simplemente me dio su nombre y dirección porque conocía este lugar, para que consiguiera algo de dinero extra en mi tiempo libre y para que me sirviera de práctica para hacerme un hombre – Respondió encogiéndose de hombros.

-No quiero molestar. Si consideran que no soy útil, me iré, aunque les aseguro que también soy bueno con la poesía, por si hay alguna dama que deseen impresionar con algún soneto donde el nombre de la ragazza aparezca en los versos. – Les tentó, suponiendo que aquello podría interesarles tanto a los clientes como a los mismos soldados.

El guardia no respondió a su comentario sobre la edad permaneciendo neutro mientras escuchaba el resto de sus palabras. Como tantos otros guardias tardo en contestar quedándose pensativo. “Ya veo, aunque no deberías referirte a él como un simple posadero. Espero que tu maestro te haya contado bien quien es Ser Jeroen. No quiero que causes problemas.” Le contesto pareciendo aceptar su relato pero aleccionándolo en el trato con su jefe.

Ante tu comentario de la poseía el hombre miro a su compañero antes de volver con Leonor. “Eso es muy útil, en especial con algunos nobles no muy buenos con las palabras o más bien vagos.” Comento con una sonrisa grande. “Aunque a mí también me serviría, vuelve más tarde con unos versos lindos. Hazme ese favor.” Le comento aunque ya le había dejado entrar antes que ella lo tentara con una poesía. “Ah y es por una esposa, no por una puta cualquiera.” Le especifico.

Lo cierto es que no había ensayado qué decir para que la dejaran entrar. Aquello tan solo le pareció tan natural, que supuso que no tendrían inconveniente en dejarla pasar. Lo que no esperaba es que el posadero fuera alguien importante, por lo que permaneció muy atenta ante la reprimenda del guardia y la aceptó asintiendo con la cabeza de forma servicial

– No causaré problemas, os lo aseguro, señor – Respondió con seguridad, preguntándose quién sería ese tal Ser Jeroen, y esperando no meter la pata.

Después, y al escuchar la petición del hombre de la puerta, Leonor no pudo evitar sonreír, mientras le respondía con amabilidad – Necesito el nombre de la afortunada dama. Así podrá impresionarse aún más cuando su bonito nombre aparezca entre los versos.

Tras ello, se aventuró en la posada, acercándose primeramente a la barra para ofrecer sus servicios al famoso posadero que parecía tener un título nobiliario.

“Tomare tu palabra.” Concluyo el hombre dándole la vía libre para avanzar, aunque claro respondió su siguiente pregunta que le interesaba mucho al hombre. “Belinda. Ahora ve que esto no es algo que debe enterarse nadie.” Le apuro al joven para continuar mientras se iba con otro visitante seguramente a escuchar otro posible relato inventado.

La entrada llevaba un salón bien arreglado con el claro motivo de impresionar a quien llevaba a ese lugar.  Toda la decoración elegante de ese lugar era de manufactura italiana junto con una cantidad grande de vidrios de colores que se estaban volviendo una especialización veneciana y eso sin hablar de los varios jarrones con flores de varios colores puesta. El tapete que cubría gran parte del suelo tenía el famoso león de Venecia, recibiendo a los visitantes con su magnificencia. El salón no estaba vacio ni lleno pero habia una cantidad de gente contabas unas diez personas mas y unos seis guardias.

En ese salón sin duda la joven podría quedarse mucho tiempo admirando todo y aun le faltarían cosas para ver, pero en ese corto momento vio algo que esperaba no ver. Selena se encontraba en el salón hablando con un hombre armado con una espada, no era un guardia por su traje pero no te decidías si era un mercenario o un duelista.  

El salón tenia cuatro salidas, una a cada lado y dos frente a la principal. Cerca de la salida de la izquierda se encontraba Selena que parecía aun no darse cuenta de la presencia de la joven.

Leonor sonrió al escuchar al guardia mientras decía – Un bonito nombre – Acto seguido realizó una inclinación de cabeza a modo de despedida antes de disponerse a acercarse a la barra.

La impresionante decoración del lugar la detuvo durante unos segundos. Si no fuera porque había estado en la mansión del Dogo, aquello la hubiera sorprendido aun más tiempo, puesto que las coloridas vidrieras, la increíble alfombra y los tapices y muebles que componían la estancia, eran simplemente magníficos. No obstante, no había venido a admirar las figuras y jarrones plagados de flores que la posada ofrecía, sino a intentar averiguar algo más sobre el origen de sus problemas.

Y cuál fue su asombro al descubrir que, en una de las entradas del salón, Selena se encontraba de pie hablando con lo que parecía un guardaespaldas o un duelista de algún tipo. El hecho de que ella estuviera allí en pleno día, significaba que no era un vampiro, cosa que la alivió en cierta medida, aunque aquello no era una razón para tenerle miedo a la poderosa mujer.

Afortunadamente ella no la había visto. A pesar de que su disfraz de chico la protegía de ser reconocida, algo le decía que aquella mujer bien pudo observarla por la ventana mientras huía la noche en que se aventuró en la posada, por lo que era mucho mejor no ser vista. No obstante, seguramente la dama se alojaba bastante cerca de los aposentos de Luca, por lo que sería importante poder saber dónde estaba su dormitorio.

En cualquier caso, la joven pelirroja se movió hacia la derecha, cuidándose mucho de ser interceptada, y dispuesta a pasar lo más desapercibida posible al menos hasta que la peligrosa mujer saliera de escena.

Por suerte para ella había una cantidad importante de gente en ese salón y también algunos muebles que le facilitaban ocultarse sin demasiado problema en ese hall. Aunque por si acaso la jovencita empezó a moverse lejos de ella, ligándose solo la mirada de unos pocos guardias aunque ninguno parecía con deseo de acercársele para preguntarle lo que hacía.

La mujer seguía charlando con ese hombre aunque no sabías bien lo que le decís podías intuir por los gestos de ella que no era una charla amistosa, sino tal vez algo mucho mas formal y distante. De cualquier forma algo la detuvo en sus palabras. Luego la hizo echar un vistazo entero al lugar examinando cada rincón, aunque no con la suficiente perspicacia para notar a la joven.

Tras un rato en silencio el hombre pareció querer llamar su atención y esta volvió a él molesta, luego hubo un intercambio donde ella le entrego una bolsa de dinero antes que el hombre se retirara hacia afuera. No mucho después la mujer se fue por la puerta más cercana saliendo de la habitación.

Desconocía de qué estaban hablando, aunque Selena no parecía muy contenta. No quería arriesgarse a ser vista a pesar de su disfraz de muchacho, aunque pronto se arrepintió de no haberse situado más cerca para poder oír la conversación.

Cuando Leonor vio como la noble se detuvo y comenzó a otear el interior del salón, se agachó un poco más, preocupada de que pudiera descubrirla de alguna forma. Afortunadamente para ella, no fue así, y pudo contemplar como ambos terminaban la conversación y cada uno se iba por su lado.

Ahora tan solo le quedaba la opción de seguir a uno de ellos o de acercarse al posadero. No obstante, si les seguía podía no descubrir nada y no tener una nueva oportunidad de que la dejaran entrar tan fácilmente como ahora, por lo que continuó con el plan establecido, para poder contar con la ventaja de volver en otra ocasión a este lujoso lugar.

El plan era buscar al posadero, un Ser según el guardia. Pensando en eso bien podría ser sencillo buscando a alguien con apariencia que corresponda pero ella ya sabía que en este mundo los caballeros venían en toda la formas y algunos incluso eran peor en el interior que cualquier ladrón de la calle. Por lo que su búsqueda podría tardar mucho tiempo si fuera por su cuenta, asi que no le quedaba mas que interactuar de nuevo con los guardias del Hall.

Uno de ellos la miro con una mirada que parecía preguntar si la joven era estúpida o se hacia, claro que la razón para la mirada quedo mas en claro cuando rápidamente señalo a uno de los hombres como Ser Jeroen. Seguramente lo sentía tan obvio que no entendía tu pregunta pero igual agradeciste que te haya contestado.

Acercándote al caballero te hizo dar cuenta que el hombre debía generar mas respeto por su edad que por su fuerza, ya que el hombre de cabellera rubia tenía en su rostro una gran cantidad de años algo extraño en un caballero. Pero sin duda por su porte y forma de caminar suponías algo de disciplina marcial, aunque no había espada alguna en su cintura.

Estando mas cerca podía escuchar que la charla que tenia con otro hombre no era nada del otro mundo. El hombre le agradecia la buena atension mientras el caballero mostrando humildad decia que no eran necesarias sus palabras. Esa charla no duro demasiado siendo que el mercader quien saludara primero antes de partir en busca de un buen negocio según sus palabras.

Leonor no perdió los Buenos modales mientras aquel guardia la miraba con desdén ante una pregunta tan obvia a sus ojos. Cuando la jovencita cuyos rizos carmesí estaban ocultos tras su gorro veneciano logró identificar a Ser Jeroen, le sonrió agradecida y se retiró haciendo una pequeña reverencia.

Con el mismo respeto, esperó pacientemente que el posadero terminara de tratar los asuntos que le mantenían ocupado hablando con el comerciante. Y cuando por fin se cercioró de que no interrumpiría nada importante, se acercó lentamente hacia el anciano que en sus tiempos mozos seguramente habría sido un soldado.

-Buenas tardes Ser Jeroen, ¿Podría robarle un poco de su tiempo? Espero no importunarle – Dijo con educación, suponiendo que el caballero la trataría igual de mal que todos los nobles con los que se había cruzado en el pasado.

“Buenas tardes…pequeño.” Saludo el Ser examinándolo aunque no con demasiada profundidad, pero pareciendo notar en medio del saludo que no la reconocia. “Robar es una palabra fea, no la usaría mucho si fuera usted joven. Da una mala impresion.” Fue su primer comentario en un tono algo cansado, pero no por ello sin meter algo de esfuerzo en su correccion del modo de hablar de Leo.

El Ser se puso a mirar a los alrededores mientras se peinaba con la mano el frondoso bigote rubio que tenía. “Pero es igual. ¿En que desea el joven que lo ayude? eso sí por una habitación le tendré que advertir que tienen un gran coste en Grossos.” Comento el hombre antes de dirigir toda su atención en la pequeña.

La joven no pudo evitar sonreír ante la corrección del noble. Había que reconocer que tenía razón en que sus palabras habían sido poco acertadas en este caso, por lo que no dudó en responderle con el mismo respeto.

-Os pido perdón puesto que estáis en lo cierto. No volveré a utilizarla – Le prometió haciendo una leve inclinación de cabeza justo antes de continuar.

-He acudido a vos para solicitaros trabajo. Mi mentor me sugirió que sería una buena idea incrementar mi experiencia durante mi tiempo libre ofreciendo mis servicios a una respetable posada, ya que los comerciantes suelen precisar de mensajeros que puedan transcribir mensajes para ellos, o escribir poemas para las damas. Aunque si mis servicios no son requeridos, me iré sin causaros molestia alguna. Espero no molestaros con mi atrevimiento – Finalizó, esperando que el noble no la echara de allí inmediatamente.

El anciano la miro de arriba abajo cuando dijo lo del trabajo, aunque en su rostro no se mostró ninguna expresión mala al verla. “Sin duda podría ser una buena experiencia para un joven trabajador, en especial a uno que sepa escribir aunque en verdad los comerciantes no necesitan mensajeros con ese conocimiento. Por obvias razones.” Comento volviendo a llevar a su mano a su barba para peinársela y parecer mas pensativo.

“Dime pequeño ¿quien ese mentor que te ha adiestrado? Supongo que es alguien conocido o que al menos te ha dado una carta de presentación.” Comento el viejo caballero que si no lo supieras por el rango que le dio el guardia pensarías que había vivido por otro oficio.

Nego con la cabeza. “No me causas problemas, la verdad es que busco nueva gente pero siempre he sido precavido cuando tengo que reclutar más personas en mi grupo…” comento sonriendo con nostalgia. “O mejor dicho cuando contrato a nuevo trabajador.” Dijo corrigiéndose a si mismo.

-Yo lo pensé, señor, pero mi mentor me comentó que a pesar de que los comerciantes saben leer y escribir, muchas de las personas con las que hacen tratos, desconocen el arte de la pluma, por lo que podría servir para leerles los mensajes si así lo precisan – Respondió de nuevo con educación.

Cuando Ser Jeroen le preguntó sobre su mentor, una sonrisa melancólica se dibujó en el rostro de la pelirroja, justo antes de que agachara la cabeza ligeramente – El mentor que me adiestró murió hace algún tiempo. Ahora comparto tareas con Fabio, una persona encomiable que me ha enseñado muchas en el tiempo que hemos pasado juntos. Fue él quien sugirió que podía ganar experiencia en este tipo de menesteres, pero me temo que acudir aquí no fue idea suya, sino más bien el producto de mi iniciativa fruto de su consejo. Actualmente ambos desempeñamos un papel importante para la ciudad, pero estoy seguro de que comprendéis que no desee mencionarlo en voz alta, puesto que hay personas que no son muy amigables con los defensores de la ley y el orden. – Afirmó, sabiendo que por sus palabras Ser Jeroen sabría que trabajaba como mensajero para la guardia.

El caballero pareció quedarse pensando en tu propuesta antes de afirmar un par de veces. “Tiene mucha razón. Al parecer tu mentor pensó bien que decirte para que te acepte en este trabajo.” Dijo con algo de admiración aunque pronto volvió a un gesto neutro tal vez para que la joven no se confiara que la entrevista había terminado con ella dentro.

El caballero pareció conmovido por el fallecimiento de tu mentor, aunque mientras escuchaba el relato de ella e iba conectando algunos pensamientos en su cabeza su mirada se volvía de sospecha. “El nombre Fabio me suena en especial entre los que llamas los defensores de la ley y el orden. Dime que cargo ocupa este hombre.” Comento cruzándose de brazos pareciendo indicar que el Fabio que el viejo conocía no era un buen conocido.

Leonor se extrañó al ver la expresión de sospecha de Ser Jeroen, puesto que en todo el tiempo que llevaba al servicio de la guardia, no se le ocurría nada malo que pudiera haber hecho el anciano Fabio como para despertar el resquemor en su interlocutor, ya que siempre había sido alguien justo y bueno.

Por todo ello, la joven pelirroja, inclinó de nuevo la cabeza en señal de respeto, al tiempo que respondía de la mejor forma posible – Señor, mi nuevo mentor Fabio pertenece al grupo de los mensajeros dentro de la guardia de la ciudad. Es él quien más me está enseñando ese noble oficio, al igual que a saber mantener bien guardados los secretos que puedan comprometer la seguridad de nuestra amada ciudad. – Finalizó, esperando que el Fabio que conociera no se tratase de la misma persona.