Dejando su toalla a un costado se empezó a meter en el agua cerca de la joven, aunque sin tocarla de ninguna manera. Pareciendo satisfecha por lo que sentía sonrio por un momento cerrando sus ojos.
Pero su sonrisa no duro mucho tras escuchar la respuesta de Leonor. “Tu no me aburres Leonor, si te soy sincera eres la mas interesante persona que he conocido esta noche.” Dijo aun con los ojos cerrados pareciendo mas relajada. “Seria una lastima que decidieras callarte luego de una mala experiencia que tuviste, en especial por lo inteligente que eres Leonor.” Dijo mirándola ahora mientras se ponía de costado para admirarla con otra vista algo menos severa.
“¿De quieres hablar ahora que estamos solas?” pregunto finalmente dejándole la decisión a ella del nuevo tema que hablarían dejando un poco relegado el tema de sus moretones.
Algo corto, pero ya ira cambiando.
La damita miró a la griega sorprendida al escucharla decir que era la persona más interesante que había conocido esa noche. Hypatia estaba confundida si creía eso, ya que Gianna era una mujer espectacular que lamentablemente no había tenido ninguna oportunidad de brillar aquella noche ni de mostrar lo maravillosa que era, y Konrad… Konrad era un noble vampiro con una presencia y un poder indiscutibles. Ella tan solo era una muchachita pobre que no tenía donde caerse muerta y que hasta ahora no había tenido nada de suerte en su vida. No valía gran cosa y tampoco es que fuera a durar mucho, teniendo en cuenta las circunstancias.
No obstante, tan solo sonrió ante el cumplido recibido al tiempo que le replicaba – Si fuera tan inteligente no acabaría lastimada. Yo creo que es ese orgullo veneciano que tan poco os gusta lo que me hace ser así de impulsiva. Hay nobles que no se toman muy bien que los desafíe una mujer… y mucho menos una huérfana pobre como yo. – Respondió con humor revelándole su naturaleza humilde, sin estar segura de si Elio se lo habría contado ya o no. - Además del hecho de que, por querer ayudar a los demás, termino metiéndome en problemas que suelen venirme muy grandes. – Le explicó con renovado humor, siendo totalmente sincera con ella.
Cuando Hypatia le preguntó de que deseaba hablar, Leonor no se lo pensó dos veces antes de decir - ¿Realmente? Me muero de ganas de conoceros y de saber las razones que os han hecho venir a Venecia. También me encantaría que me relataríais hermosas historias sobre Grecia, puesto que sería un sueño poder verla, aunque sea a través de vuestros ojos… pero eso parecería más bien un interrogatorio que una conversación, por lo que si lo deseáis podéis empezar vos con alguna pregunta que deseéis hacerme. – Le sugirió, sintiéndose cada vez más cómoda en aquel lugar especial con el agua caliente acariciando su piel desnuda mientras en las calles un juglar comenzaba a raspear con su lira una delicada tonada.
“Me gustaría pensar que no es solo tu orgullo veneciano lo que te hace actuar de esa manera. Sino algo mas puro.” Comento rápido la griega tratando de corregir la suposición de la pequeña. “Estoy seguro que conozco el tipo de hombres de los que hablas y tal vez es lo mejor que no hables mucho con ellos, después de todos son ellos quienes se pierden tu inteligencia.” Dijo empezando a acariciarla en sus moretones con delicadeza. “Habla conmigo libremente que te prometo que no recibiras golpe alguno.”
Pasando el tema de los orígenes de ella siguió acompañándola como si fueran iguales escuchándola. “A mi también me pasa, es parte de nuestra naturaleza no lo veas como algo malo.” Dijo terminando de compararlas sin el asco que mostrarían otros nobles.
Una risa melodiosa se dejo escuchar en la griega ante el pedido de Leonor, como si supira perfectamente que ella iria a ese lado. “No me importa responder a algunas de esas preguntas, sin pedirte nada a cambio. Aunque confieso que mi razon para venir no es demasiado interesante.” Comento tras su risa mirándola fija y ojos antes de ponerse a buscar algo en ese balneario.
“Ves eso…” dice señalando una de las columnas del lugar. “Ese estilo es griego, es muy usado en nuestros edificios pero ustedes al parecer quedaron encantados con el estilo también. Sin embargo no termina de combinar bien con la arquitectura de sus tierras, incluso por alguna razon han tomado un método que termina achicando eso que tan grandiosamente se muestra en las calles de nuestra capital.” Empezó a decir guiando a la joven por un terreno que en un principio ambas conocían. “Nuestros templos no se pueden comparar en su grandeza con los de ustedes. Además de que cada uno tiene un legado importante tras ellos como resultado de los años de existencia que tienen. Pero no solo los templos tienen ese atributo también las mansiones, villas, edificios gubernamentales poseen una historia lejana. Las personas también lo tienen, después de todo siempre hemos sido intelectuales que han mostrado el camino a el resto de europa en especial cuando el imperio romano se derrumbó aquí en el oeste.” Seguía describiendo mostrándose un claro orgullo por sus tierras. “Podria mostrarte miles de lugares en mi hogar, pero necesitaríamos semanas para verlos todos si en algun momento vienes a mis tierras.” Decía como si quisiera que fueras mas especifica en lo que querias escuchar.
“¿Una pregunta para ti? Tal vez mas tarde cuando estemos totalmente comodas las dos.” Expreso dejando de acariciarla a ella para mojarse delicadamente su cara y cabello dejándolo aun mas brillante a pesar de lo oscuro que era.
-Bueno, intentar ayudar a todo el que esté en peligro también consigue hacer que me meta en demasiados líos – Confesó poniéndose algo colorada – Aunque también ha hecho que conozca a buenos amigos. Gianna, por ejemplo. Si no fuera porque defendí a unas nobles en un callejón cuando todo el mundo miraba, no me habrían invitado a una de las fiestas de la mansión Scarpati… Aunque yo a eso lo llamo impulsividad en lugar de inteligencia. – Recapacitó, llevándose la mano al mentón algo pensativa, para acto seguido asentir agradecida ante la proposición de que podía hablar libremente sin problemas frente a ella.
Escucharla reír fue bastante reconfortante, sobre todo al oír emocionada como la deleitaba con las historias sobre las construcciones griegas y toda la cultura y el arte que las envolvía. – Bien es sabido que Grecia es extremadamente hermosa, y todo el imperio romano se ha caracterizado por adquirir la belleza de otras culturas, adaptando algunas y modificando otras. He de decir que, si no fuera por los grandes filósofos griegos, el imperio romano tal y como lo conocemos no existiría. Incluso los dioses clásicos y su concepto fueron una adaptación en parte… No puedo negar que todo ello me fascina y no sabría por dónde empezar si decidierais mostraros vuestra amada tierra. Creo que Creta… no no, Athena… o ¡Delfos! Ahh, ojalá pudiera viajar un día para quedarme no solo una semana, sino todo un mes… aunque eso sería abusar de vuestra confianza – Afirmó entre suspiros soñadores.
Tan absorta estaba en la conversación que hasta que Hypatia no dejó de acariciarla, la joven no se dio cuenta de que lo había estado haciendo desde un principio. Cuando por fin la vio emerger de las aguas con pequeñas gotas pincelando su hermoso rostro, Leonor se acercó a una cesta situada en el borde de mármol para recoger un bonito cepillo decorado en plata.
-¿Queréis que os alise el pelo? Sería todo un placer. – Preguntó algo extraña, sintiéndose cada vez más cómoda junto a la dama de cabellos de ébano.
La encogio sus hombros relajada ante la corrección de Leonor. “Si quieres llamarlo asi, hazlo con el tiempo te daras cuenta que han sido inteligentes decisiones de tu parte.” Comento dejándolo asi ese tema.
Ya que en si se veía que le agradaba mucho mas hablar de su querida grecia y escuchar otras personas alagando su nación. “Algunos dicen adaptar, otros robar pero no es necesario entrar a esa discusión.” Dijo no pudiendo evitar dar un punto negativo a la conversación. Aunque no po eso dejo de sonreir escuchando las buenas palabras de ella. “Nunca he servido bien como guía, pero conozco sabios con suficiente tiempo libre para darte el recorrido de su vida. Incluso no tienes que preocuparte por abuzar de mi confianza que me sentiré complacida que alguien como vos conozca mi nación.” Le devolvio sonriendo complacida.
Cuando vino la pregunta se encontraba alisando su cabello con sus manos pero no rechazo la oferta. “Si lo deseas puedes hacerlo.” Dicho eso se tiro el pelo para atrás y le dio su espalda a Leonor con total confianza. “Tal vez yo podría hacerlo mismo por ti después o darte un masaje querida si quieres.”
Leonor volvió a sonreír ante las respuestas de Hypatia, la cual aprobaba el que no actuara como una mujer sumisa corriente y se dejara llevar por lo que ella consideraba justo a pesar de su status social y de su condición de mujer. Se notaba que lady Soiledis era una dama fuerte y decidida, aunque suponía que siendo un vampiro aquello era algo bastante más fácil en realidad.
-Será un placer visitar vuestras tierras de manos de los sabios que conocéis, aunque confieso que seguramente me gustará más vuestra compañía – Respondió, empezando a considerarla como alguien bastante querido a pesar del poco tiempo que hacía que se conocían.
Cuando la dama le permitió alisar su cabello, Leonor lo hizo con gusto y con un cuidado extremo para evitar darle tirones y para que resultara lo más placentero posible. Una vez que quedó satisfecha con el resultado, miró algo perpleja a su interlocutora ya que suponía que aquellas tareas no eran algo que un noble se ofreciera a hacer. No obstante ¿Cómo podía negarse?
-Será todo un honor, pero no os sintáis obligada – Respondió de forma totalmente inocente, situándose de forma que le facilitara el trabajo si decidía empezar, sin pensar en que la situación podía tornarse algo más íntima de lo que esperaba.
Leonor notaba que la griega parecía querer continuar siendo seria y fría con ella, pero las palabras junto a los gestos de la pequeña la iban ganando a su favor. Eso la hacia ver mas amistosa pero también la hacia mover con menor rigidez y desencanto como habia hecho al principio de la reunión.
“Ahora estoy entendiendo porque me dices que eres impulsiva con tus palabras, lo que me agrada mucho. Sin duda si consigues visitarme, me aseguraría que paseáramos solo nosotras dos.” Comento suspirando con gusto cuando empezó a sentir el cepillo.
En silencio dejo que la cepillara mientras de paso esperaba su respuesta, la mujer solo se elevó un poco para dejar las puntas de su larga cabellera lejos del agua y que Leonor terminara de ponerla hermosa.
“No sera una obligación, porque en ese caso no lo haría.” Comento la noble que espero a que la joven le diera la espalda, tomando el cepillo de su mano comenzó a peinarla con cuidado complementándolo con sus finos dedos que desataban fácilmente cualquier nudo en ella. El proceso no fue largo en parte porque ambas mujeres sabían que el masaje terminaría siendo mas memorable en la relación entre ellas aun cuando nada intimo ocurriera.
Con sus manos corrió el largo pelo pelirrojo por ensima del hombro de la joven dejando su espalda completamente al descubierto, junto a su suave cuello. No tomo mucho tiempo en que ella sintiera sus manos recorriendo la mitad de su espalda, con lentitud se empezó a mover en unos movimientos que parecían olas yendo de arriba a bajo, oprimiendo un poco en la parte entre sus placas. “Como se siente?” pregunto la mujer en un susurro dulce acercándose al oído de ella.
“Sabes en un principio desconfiaba mucho de ti y eso te lo deje claro, pero me doy cuenta con el tiempo que no es una relación hostil lo que quieres conmigo sino lo contrario….” Siguió hablando decidiendo describir un poco sus pensamientos en voz alta. “Por eso de tanta privacidad entre nosotras y tus miradas, cierto?” pregunto acercándose mas a su oído mientras sus manos se separaron para ir sus hombros masajeando cualquier contractura que tuviera ahora mismo.
A la joven huérfana se le iluminaron los ojos al escuchar que para Hypatia sería un placer enseñarle sus tierras personalmente. Lo cierto es que hasta esta noche jamás hubiera creído posible que la dama pudiera llegar a gustarle tanto, teniendo en cuenta que se había llevado a su hermano. Pero… algo debía estar pasando que ella desconocía, puesto que esa encantadora y sincera mujer no podía ser la clase de criatura insensible que habría permitido que la hermana de su protegido se quedara sola en la calle a merced de cualquier desalmando que deseara hacerle daño.
-Ojalá pudiera, aunque lamentablemente no depende de mí, y Lord Konrad me ha dicho que parece que no os agrada demasiado a causa de su lugar de procedencia, aunque intentaré convencerle para que vayamos a veros. – Le prometió con algo de tristeza, esperando que no se molestara demasiado por la sinceridad con la que hablaba con respecto al noble.
Al terminar de cepillar sus cabellos con mimo, Leonor se situó justo detrás de Hypatia para facilitarle la tarea. En un principio estaba algo tensa por el contacto físico de la noble, pensando que si movía algún músculo quizá irritaría a la dama. No obstante, poco a poco se dejó llevar por ese cosquilleo en la cabecita, que fue extendiéndose por el cuello hasta recorrer su columna vertebral, sin darse cuenta de que poco a poco se sentía algo excitada a pesar de que estaba siendo acariciada por una mujer.
Cuando las estilizadas y delicadas manos de Lady Soiledis se posaron en sus hombros y comenzaron a deslizarse con habilidad por su espalda, un gemidito de placer se escapó de sus labios sin que pudiera evitarlo. No obstante, la pregunta de Hypatia tan cerca de su oído hizo que sus mejillas volvieran a teñirse de un rojo intenso, al no saber muy bien qué era lo que su cuerpo estaba experimentando ante el contacto de aquella mujer, ni lo que implicaban las palabras que decía.
-Yo… si he de ser sincera, os confieso que no sabía qué clase de mujer erais. Pensaba que seríais como la mayoría de nobles que conozco: Altivos y distantes a la vez que crueles y manipuladores. Pero… Elio me dijo que erais alguien especial y quise daros una oportunidad… Quise conocer a la mujer que hay tras esa capa de frialdad que os envuelve y descubrí con asombro algo tan hermoso que ahora ya… ya no sé que pensar. Tan solo deseo conoceros aún más y ganarme vuestra amistad sincera si eso fuera posible en un futuro… - Afirmó de corazón, mientras las caricias de la dama ablandaban aún más su apaleado corazón.
-La razón por la que deseaba privacidad entre nosotras era para conocer a la mujer maravillosa que estoy viendo ahora mismo junto a mí porque… si… si Elio resulta ser mi hermano Theo en realidad… si perdió la memoria y vos le acogisteis en vuestra casa y en vuestro corazón yo… me sentiré feliz de que esté junto a vos en lugar de haber acabado alimentando a los peces en los canales, a pesar de que no pueda volver estar conmigo. – Le confesó finalmente mientras pequeñas lágrimas se escapaban de sus mejillas al tiempo que inclinaba la cabeza hacia atrás para sentir el cuerpo de la dama reconfortando el suyo propio.
No sabía si el parecido de Elio con su hermano era mera coincidencia, pero quería tanto a Theo, que estaba dispuesta a sacrificar su propia felicidad y dejarle partir, con tal de que él fuera feliz junto a Hypatia.
“Seguro que a èl tampoco le agradó mucho por mi lugar de procedencia. De cualquier forma eso no tiene por qué arruinar tu posibilidad de venir a mi hogar.” Comento dejando de costado esa posible mala relación con el dormitor de ella. Después de todo se encontraba más concentrada en los masajes que le daba a Leonor.
Por un momento parecio detenerse al escuchar el gemidito, pero término continuando con mayor dedicación buscando volver a hacerla sentirla tan bien como hace unos segundos. Sus manos volviendo a bajar a su espalda mientras se acercaba a ella para escuchar lo que decía con total atención.
Tal vez por eso le tomo algo por sorpresa cuando la joven retrocedió a su cuerpo, aunque también las palabras de ella habían sido verdaderamente sinceras y emotivas para la mujer que solo por un momento dudo antes de abrazarla por detrás dejando sentir su cuerpo calido en su espalda. “Leonor…no sé como responder a ello. Lo que me dices es muy dulce pero a la vez triste.” Decía mientras la soltaba y la movia hasta darle la vuelta, con sus dedos delicadamente saco sus lágrimas de su rostro.
“Eres muy pura para este mundo pequeña, no deberías llorar aquí no frente a mi. No es algo que quiera o desee, solo quiero que estes bien. No hablemos más de Elio o Theo, ya abro otro momento para recordarnos. Seamos egoístas y pensemos en nosotras.” Dijo con una pequeña sonrisa al tiempo que apoyaba su frente contra ella, acercando también su cuerpo contra ella hasta que ni el agua pudiera separarlas. “Sé lo que quieres ahora…lo que quiere tu gran corazón.” Dicho eso la miro a sus brillantes ojos azules y sello sus lágrimas con un dulce beso decorando con su sangre.
-Lo cierto es que desconocía las diferencias entre ambos países, pero espero que no sea un problema para ir a veros. – Respondió la joven sin atreverse a decirle aun que las decisiones de Konrad influían más en ella de lo que la griega pensaba.
No obstante, las palabras quedaron relegadas a un segundo plano cuando Hypatia comenzó a acariciar su piel y a destensar sus músculos. No se había dado cuenta hasta ahora de la rigidez que había acumulado durante los días que habían acontecido recientemente, y aquel masaje no solo estaba paliando el dolor, sino que también estaba mitigando poco a poco todos aquellos malos momentos que había vivido, tanto físicos como emocionales.
Quizá fue por ello que bajó la guardia, dejándose abrazar por la gentil dama que había cambiado su carácter tan drásticamente frente a ella en tan poco tiempo. Cuando la mujer la giró, secando sus lágrimas y dedicándole aquellas tiernas palabras, Leonor permaneció inmóvil sin saber cómo reaccionar y sin poder negarse a su abrazo.
Estaba tan cansada de luchar y se sentía tan desvalida, que la ternura de la cainita fue suficiente para desgarrar los frágiles muros de entereza que había estado esforzándose por mantener a pesar de las torturas infligidas por los Lasombras, la incertidumbre sobre su hermano, los perseguidores que la buscaban, sus pesadillas y la triste muerte de su amigo.
Fue demasiado tarde cuando sintió aquel dulce beso en sus labios… un beso que fue incapaz de resistir al estar adornado con la irresistible sangre vampírica que tanto aceleraba su corazón y nublaba su juicio, por lo que se encontró a sí misma correspondiendo a la cainita, y saboreando la dulce sangre que encendía su alma y le impedía pensar con claridad.
Allí, entre las delicadas notas del habilidoso juglar que amenizaba la plaza y las hermosas luces que engalanaban los canales de su amada Venecia, la temblorosa Leonor se entregó por primera vez al amor que le ofrecía una mujer, bajo la luna y las estrellas que las observaban, cómplices silenciosas de lo que allí sucedería.