Partida Rol por web

Esperaba que no vinieran más de tres a extorsionar al panadero y su hijo. Realmente dudaba mucho que fuera así, puesto que a todas luces hubiera sido innecesario viendo las capacidades defensivas de ambos, pero nunca se sabía.

Leonor estuvo a punto de replicar que le faltó poco para conseguir aquel maldito salto, pero realmente no tenía importancia dadas las circunstancias, y tendría que lidiar con el inconveniente de estar totalmente mojada… Afortunadamente aun faltaban bastantes horas para la noche, por lo que aun había tiempo de que sus ropas se secaran.

Por fin las dos mujeres se pusieron en marcha buscando a los matones en cuestión. A punto estuvo Leonor de desistir al no encontrarles a la primera. No obstante, su paciencia dio sus frutos y finalmente les localizó, suspirando de alivio al ver que tan solo eran dos, a pesar de que uno de ellos parecía que se hubiera comido un armario empotrado. Estaba claro que si la cogía, no saldría muy bien parada. Aun así, una vez informado a Naywa de sus identidades, la joven pelirroja se movió hábilmente entre la gente de la calle hasta situarse furtivamente en la espalda del que parecía más torpe de los dos, para disponerse a cortar con maestría el saquito de monedas que pendía de su cinto. ¿Quién sabe? Si llevaba aquella tarea con éxito, a lo mejor sí que se ganaba unos florines después de todo.

Si bien la idea era ir con maestría y lograr que no se dieran cuenta de su presencia hasta que ella lo eligiera, las cosas no salieron tan bien como estaba acostumbrada. La parte de sigilo logro realizarla con una facilidad que ninguno de los hombres se dieron cuenta que ahora formaban un grupo de tres.

Fue el siguiente paso que a pesar que su mano sujetaba con precisión su navaja, no pudo darle con la suficiente destreza en su primer intento cuando el grandote choco a otra persona en el camino. Sin embargo aún el poco acierto hacia logrado hacer un pequeño agujero donde de apoco las monedas se colaban, por lo que el proceso fue lento aunque para su sorpresa ambos hombres siguieron caminando como si nada. Incluso aunque uno de los hombres que empujo el grandote se dio cuenta que le robabas a este y produjo una pequeña risa mientras continuaba en silencio su camino. Mientras los otros tipos seguían sin darse cuenta de nada, para el alivio de la pequeña.

Supuso que estaba nerviosa o que el hecho de encontrarse empapada le había jugado una mala pasada, pero sus habilidades parea desplumar al sujeto dejaron mucho que desear. Se maldijo a sí misma pensando que la pillarían y que lo más bonito que se llevaría sería la cara morada y unas cuantas costillas rotas. No obstante, para su fortuna, nada pasó, por lo que pudo hacerse con la bolsa sin problemas después de todo. ¡Demonios! Incluso parecía que uno de los transeúntes se había percatado del hurto, y en lugar de avisar al tipo, se estaba riendo en su cara.

Bueno, parecía que la dama fortuna estaba de su parte esta mañana, por lo que, tras sacar las monedas de la bolsa y guardarlas a buen recaudo por si las moscas, la joven se situó a una distancia prudencial de la pareja antes de alzar un poco la voz.

-Jajaja, ¡Ey, grandullón! Gracias por el almuerzo – Se mofó alzando la mano para dejarles ver que tenía la bolsa en su poder, antes de echar a correr evitando que no la perdieran de vista hasta entrar en el callejón.

Ante aquel grito un gran cantidad de personas miraron a la pequeña, para luego una cantidad menor de ellos revisara si eran a ellos que les habías robado. Aunque al final quien debía darse cuenta lo hizo y te miro lleno de ira antes de salir corriendo tras Leonor.

“Pezzo di merda!” grito mientras te seguía al callejón, el otro sujeto siguiéndolo no demasiado lejos con una cara parecida. Entrando en el callejón aprovechaste de meterte lo más adentro posible, buscando con discretamente donde estaba Naywa aunque no la viste en aquel pasillo. Cuando llegaste a una intercepción que se dividía de derecha a izquierda, en ninguna de las dos se veía a la guerrera. Pero mientras en la de la derecha había una puerta entreabierta en la otra no había lugar para ocultarse.

¿Dónde se había metido la mujer? No la veía por ninguna parte y su lado paranoico estaba empezando a pensar que quizá ella le había jugado aquella mala pasada para evitar que ella la siguiera de alguna forma o para jugarle una mala pasada. No obstante aquello no tenía ningún sentido puesto que si la atrapaban, Naywa se arriesgaba a que ella la delatara, por lo cual continuó corriendo suponiendo que la dama de piel tostada se hubiera adentrado en el lateral del pasillo que disponía de una puerta entreabierta.

Tan rápidamente como fue capaz, Leonor echó a correr hacia el lugar más propicio para la emboscada, rezando para no equivocarse con aquella mujer... Lamentablemente sus mojadas ropas le jugaron una mala pasada en aquella ocasión.

Más exactamente eran sus botas las que le había jugaban una mala, una que podría ser muy costosa para ella. Fue cuando doblo para ir hacia el callejón donde esperaba encontrar a Naywa que termino perdiendo su fino equilibrio hasta tropezar y chocar con algo de fuerza contra un muro. Pero por suerte no fue nada grave y el golpe solo se concentró en su hombro que le dolería más cuando terminara esta persecución.

Mientras se acomodaba para salir corriendo de nuevo observo al grandulón que parecía intentar agarrarla y retenerla en el suelo con su mayor tamaño, para luego castigarla por el robo. En ese momento se sintió algo extraña sintiendo que si se esforzaba podría esquivarlo y salir corriendo mas rápido de lo que esperaba.

¡Maldita sea! No tenía que haberse metido en ese tipo de líos. Y mucho menos dejarse engatusar por una extraña que apenas conocía. ¡Además! De nuevo no contó con que tenía los zapatos encharcados y no se movía como siempre.

El golpe contra el muro fue un dolor bastante menor del que recibió en su orgullo, el cual había sufrido gravemente tanto ante su falta de habilidad como ante la traición recibida por la dama de ébano.

Cuando vio acercarse al matón, su única salvación era evitar que le atrapara. Ahora el hecho de conducirles hasta el callejón acordado, había quedado reducido a la nada, puesto que era bastante evidente que Naywa no estaba por ninguna parte.

Como pudo, la pequeña ladrona, trató de escurrirse cual anguila para impedir acabar muy mal.

Sin embargo la pequeña ladrona no pudo generar ni siquiera el suficiente apoyo en sus pies para un corto salto, quedando fija en la pared gracias a las fuertes manos del sujeto que la habia agarrado de sus brazos. “Te tengo pequeño.” Afirmo con una sonrisa macabra. “Asi que buscabas comer algo? No tienes que preocuparte que pronto te dare algo contúndete para que estés satisfecho.” Comento apretando tus brazos, generando dolor en el que habia chocado con el muro.

Pero antes que la joven siguiera maldiciendo su suerte y a la mujer que habia pensado desaparecida, escucho un silbido que no habia escuchado nunca. “Arghhh” grito el grandulón soltándole con el brazo izquierdo para tocar su costado.

Buscando la razón de esta Leonor bajo la mirada encontrando una daga incrustada en la carne del sujeto, que habia empezado sangrar y quejarse del dolor. Luego levantando la mirada y buscando de donde habia salido el ataque encontró a Naywa dirigiéndose hacia ellos por el pasillo que Leonor se disponía a seguir antes de tropezar. “Maldita!” Dijo adolorido el grandulón, no perdió tiempo desechando a la pequeña como si ya no tuviera importancia y se preparo para recibir a la mujer con su propia daga. Mientras el mas flaco llegaba para ver lo que habia pasado, no pareciendo tener la intensión de unírseles.

La había agarrado. Ese grandullón la había agarrado y estaba a punto de dejarle la cara irreconocible, cuando de repente, Naywa entró en la escena salvándola de lo que estaba segura que sería una paliza impresionante.

Leonor miró la escena sopesando sus posibilidades. Aquel grandullón acababa de darle la espalda para enfrentarse a la amenaza real que le había clavado una daga en el costado, y el otro se había detenido a observar la escena sin ninguna intención de actuar… Al menos hasta que no viera la necesidad de ello.

Por todo ello, la joven pelirroja decidió quedarse en un segundo plano, llevándose lentamente la mano a la daga que siempre llevaba escondida y vigilando a ambos sujetos, totalmente decidida a actuar en el momento más propicio para ayudar a su compañera o para evitar que el más delgado del grupo escapara.

“Asi que fue una zorra del desierto que mando al pequeño mierda…” dijo acusador el grandullón a la morena. “Acaso lo encantaste o simplemente lo sedujiste degenerada!” le grito comenzando el asalto contra la mujer.

Está moviéndose con una agilidad envídiame esquivo la apuñalada del grandulón, haciéndole un tajo en el brazo que el tipo había usado. Este gruño de dolor retrocediendo rápidamente teniendo cuidado de posible segundo golpe de Naywa. “Asi que te enseñaron a pelear, esto será entretenido al menos.” Comento el sujeto ganándose nada mas que una mirada fría de la mujer.

Un nuevo ataque producido por el hombre apunto alto buscando uno de sus hombros, pero la mujer pareció verlo venir inclinándose para delante para esquivarlo. Mientras realizaba uno de esos movimientos su mano libre fue hacia la daga clavada en el hombre, sacándosela en medio de su movimiento. Este grito de dolor notando como la sangre comenzaba a salir con mayor facilidad de su herida.

El flaco avanzo en dirrecion a Naywa pareciendo nervioso de como avanzaba la pelea, pero parecio recordar la presencia de Leonor quedándosele mirando. “Largate de aquí ahora mismo.” Le ordeno intentando patearla en el estomago a la pequeña para apurarla.

Leonor supo desde el primer momento que no podía vivir consigo misma si dejaba a esa mujer sola a merced de aquellos dos matones. Simplemente era algo impensable para ella, a pesar de que sabía que probablemente no tendría nada que hacer en la pelea.

Pero en contra de la lógica, algo en ella se incendió cuando el grandullón llamó a Naywa “zorra del desierto” y “degenerada”, por lo que, en el momento en que el delgaducho intentó patearle el estomago para alejarle y poder unirse a la pelea, la pelirroja supo que tenía que hacer algo por su amiga.

Sabía que se arrepentiría después de aquello, pero aprovechando que éste trataba de darle una patada, Leonor movió rápidamente el cuchillo que ya tenía preparado, para asestarle un tajo tan profundo, que no le quedaran más ganas de volver a caminar…

No obstante, por alguna razón que no supo comprender, su mano se movió más rápida de lo que jamás lo había visto hacer antes. Era casi como si no se tratara de ella misma, lo cual no supo si achacarlo al producto de la adrenalina o, por el contrario, si había algo más siniestro que se escapaba a su control, lo cual hizo que se asustara hasta el punto en que le temblaron las piernas. ¿Acaso el misterioso enmascarado de la noche anterior había puesto algo en la bebida que le dio?

Esa nueva velocidad de origen desconocido seria una gran ventaja si pudiera aprovecharlo. Si bien el primer corte le cortó la bota, no llego a tocarle la piel al flaco y el segundo golpe que era una posibilidad ideal para hacerle más daño, lastima que no pudo manejar bien la nueva velocidad que poseía. Finalmente no pudo hacerle el daño que quería y término recibiendo el doloroso puntapié que le dio el hombre en el estomago.

En ese momento habia quedo claro que si bien no habia podido que rodearan entre dos a Naywa por la ayuda de la joven pelirroja, habia terminado metiéndose en una pelea donde no poseía ninguna de sus habituales ventajas. Sin embargo no por eso la pequeña estaba indefensa ya que tenía una daga mientras el hombre flaco se le acercaba para tratar de desarmarla.

Leonor sintió aquella patada en la boca de su estómago y a punto estuvo de soltar el estofado tan rico que había comido para comenzar la mañana. Estaba claro que pelear no era su fuerte, pero no por eso iba a dejar sola a Naywa. Además, ella seguía teniendo un arma de filo y el tipo no parecía contar con esa ventaja… ventaja que no estaba dispuesta a permitir que tuviera, tan solo porque ella no era lo suficiente capaz como para evitar que ese malnacido se la quitara de las manos.

¡Bien! Si no podía vencerle, al menos le distraería el suficiente tiempo antes de caer inconsciente a golpes, por lo que con ese pensamiento en su cabecita, se preparó para continuar con esa danza que había comenzado aún en contra de su propia integridad física.

Leonor tenía toda su atención esto se notó cuando se acercó, reaccionando acertadamente al intento de ella de esquivarlo. Pero eso no fue lo único que hizo porque él se había propuesto sacarle la habilidad de utilizar esa peligrosa daga y lo había logrado sujetando con fuerza ambos brazos de la joven reteniéndola como había hecho antes su compañero contra la pared.

La chica intento en vano de liberarse del agarre del sujeto, pero este aunque no poseía la fuerza de su compañero logro retenerla. Incluso pareció querer ejercer presión en sus manos para hacerle soltar su daga, pero la voluntad de la pequeña logro aguantar el dolor que quería infringirle. Dejandolos en una posición que parecia inamovible a menos que la pequeña o el hombre usaran otras estrategias o tuvieran asistencia de sus respectivos compañeros.

Aquello no podía estar pasando. ¿Acaso se sentía más débil que de costumbre? ¿Qué era lo que tenía el vino que ingirió la noche anterior? Todos esos pensamientos afloraron en la joven, la cual sintió con impotencia como el hombre la agarraba de las muñecas, intentando que soltara la daga que tenía.

No obstante su terquedad era un hecho conocido, por lo que, pese a la desventaja clara que poseía, no estaba dispuesta a recular ni un ápice, para permitirle a la mujer más capacidad de acción. La joven pelirroja tenía ganas de ponerse a llorar de frustración, No obstante, hizo lo que pudo para que aquello no la amedrentara y, sin soltar la afilada hoja en ningún momento, se afianzó a la pared que sostenía su espalda y se apresuró a dar una patada con todas sus fuerzas en las partes nobles del matón.

En medio de la lucha de fuerzas entre la joven huérfana y el hombre flaco, la joven intento un movimiento desesperado pero conocido por su eficacia si era atinado. Algo que resulto fácil ante la corta distancia entre uno y otro, además que la mirada del hombre se encontraba enfocada en la daga.

De apoco empezó a sentir un afloje en el agarre del hombre mas una maldición baja causada por el profundo dolor que tenia y con un solo movimiento la joven volvió a estar libre mientras apartaba a aquel hombre a una distancia más cómoda.

Sin embargo antes que ambos hicieran algo notaron a Naywa acercándose rápidamente, aunque el hombre no pudo reaccionar a tiempo para esquivar el golpe que le dio con el pomo de la daga haciéndolo sangrar de la boca. “Esto ya termino, ríndete.” Le ordeno Naywa al hombre apartando un poco su cuerpo para dejarle ver como su compañero grandulón yacia en el suelo sin realizar movimiento alguno.

“Te encuentras bien?” pregunto a Leonor aunque no aparto la mirada del hombre.

Pareció como si el tiempo se hubiera detenido cuando tomó impulso para regalarle una patada en la entrepierna a su enemigo, al tiempo que volvía a forcejear intentando soltarse de una vez por todas. En esta ocasión la suerte estuvo de su lado, y con un suspiro de alivio pudo echarse a un lado aprovechando que su atacante se doblaba de dolor en el suelo.

El peligro no había pasado, por lo que Leonor volvió a ponerse en guardia para recibir lo que sabía sería una ofensiva segura por parte de aquel hombre. Pero en lugar de ello, escuchó un inconfundible “auch” cuando el pomo de la daga de Naywa golpeó la cara del tipo mientras le ordenaba que no hiciera nigún movimiento en falso.

-Si…si – Pudo responder ante la pregunta – ¿Y tú?

Llegado a este punto, Leonor decidió quedarse en un discreto segundo plano, para escuchar todo lo que pudiera sonsacarle la mujer a aquellos dos tipos. Desde luego que luchar no era su fuerte, aunque ella hubiera jurado que no se le daba tan mal.