Partida Rol por web

Leonor sintió algo de repulsa al contacto con la sangre del arma que acababa de cercenar la vida de alguno de los presentes. No obstante, parecía que Josef, a pesar de lo hábil que era en el combate, no lo estaba teniendo nada fácil luchando contra el encapuchado que daba la impresión de tantear a su oponente, cambiando la estrategia para que fuera más complicado derrotarle.

La jovencita sabía que no era muy diestra con las armas, pero sí que era rápida y bastante ágil esquivando, por lo que decidió colocarse entre las mujeres y los dos luchadores, tratando de realizar ataques alígeros que, si no eran capaces de alcanzar a su enemigo, al menos consiguieran despistar al encapuchado lo suficiente como para que Josef pudiera derrotarle de una vez por todas.

Aquel stronzo debía ser un hueso duro de roer, teniendo en cuenta que hasta se atrevía a hacer comentarios despectivos sobre ella y el norteño, que la dama de cabellos de fuego decidió ignorar. En su lugar, se concentró en la posibilidad de usar aquellos dones, que la sangre de Konrad le habían otorgado y que ya había experimentado con anterioridad, para tratar de esquivar al asesino que se abalanzó sobre ella con la intención de atravesarla, y contraatacar tan rápido como le fuera posible, para vencerle antes de que dañara a más personas.

Le parecio sentir en ella como algo pasaba, algo parecio a lo que paso en las escaleras pero diferente. Ella empezaba a tener un mejor control de su nueva velocidad y a la vez inconscientemente la limitaba un poco para no tropezarse como en las escaleras. Aun con su limitación sentía que el espadazo que iba hacia ella fallaría pero lamentablemente para ella no lo único que venia hacia ella.

Sin darle mayor atención tardo en darse cuenta que Josef la volvia a empujar para sacarle del camino cuidándola como había hecho antes pero sin necesidad según el pensamiento de la joven. Con ese movimiento el estilete del asesino termino clavandose entre las costillas del norteño, aunque sin una profundidad mortal a pesar de la sangre que salía al guerrero.

“Como lo pensé es igual que con el viejo.” diciendo eso agito un poco la espada manchando a la joven y al traje mientras sacaba una daga. De nuevo iba por la joven como si sintiera que ese era el punto débil de la pareja por lo que debía aprovecharlo, de nuevo atacándola a ella tras dar un rodeo al guerrero norteño. No habia duda que era un gran duelista, rapido no solo en sus movimiento sino en su astucia.

La alegría se apoderó de Leonor al darse cuenta de que, en mayor o menor medida, era capaz de controlar ese poder otorgado por la sangre que había ingerido. El acero del encapuchado no la alcanzaría, aunque Josef pareció no estar de acuerdo con su valentía y la empujó hacia atrás sin ningún tipo de miramientos, concediéndole una desafortunada ventaja al asesino, el cual no dudó ni por un segundo en aprovechar.

-¡Maldita sea Jof! Ocúpate de él en lugar de preocuparte por mí – Gritó de frustración, esperando que aquello no le costara caro al rubio extranjero.

La huérfana no podía permitir que el encapuchado hiriera a más inocentes, por lo que, tras reponerse del empujón del norteño y ver como aquel desalmado arremetía contra ella sin contemplaciones manchando su traje con la sangre de su amigo, la jovencita dejó de verse a sí misma como una damita con vestido, para pasar a ser el chico de la calle que se ocultaba tras un disfraz y que no tenía a nadie para protegerle.

-¡Cazzo di merda! ¡No volverás a matar y atemorizar a nadie más! – Exclamó mientras se preparaba para esquivar y darle una estocada mortal, al tiempo que se colocaba de tal forma que Josef no pudiera volver a apartarla de la contienda.

“Te dije que no te metas!” le devolvió el norteño con impetud que a otras personas habría hecho replantearse su próximo movimiento, pero la joven ya estaba demasiado metida en la batalla para retirarse sin al menos darle una estocada al encapuchado.

De nuevo sintió que esa extraña sensación la invadia y le hacia moverse rápidamente de forma de alejarse del norteño que hasta ella se había dado cuanta que le prestaba mas atension a ella que al sujeto encapuchado. La separación que trataba de ejecutar la joven parecio hacerlo dudar un poco al asesino que tiro un golpe pero sin apoyarse demasiado en ese retrocediendo hasta esquivar por los pelos el golpe fuerte del hacha del norteño pero no asi la estocada rápida de la joven que le hizo sufrir un corte largo por su brazo atacante.

De nuevo estuvieron detenidos por unos segundos en una pausa, donde los tres se miraban entre ellos tratando de averiguar qué haría el otro. El encapuchado aunque no lo admitía había sufrido ese corte y ahora los miraba nerviosos a ambos, cualquier palabra de confianza no volvia a salir de él. “Es muy fácil decirlo con un gigante al lado. Ven tu sola que de paso te enseño como deberia tratar un verdadero hombre a su mujer.” Comento con una media sonrisa fingida, que perdió cualquier efecto que tratara de lograr al verse como el tipo empezaba a retroceder posiblemente para escapar.  

Leonor decidió ignorar el grito de Josef mientras se recolocaba para atacar al encapuchado. En momentos como este se lamentaba de haberle dicho que era en realidad una mujer, puesto que antes no la habría tratado así, si simplemente fuese Leo.

Aquella sensación extraña volvió a apoderarse de ella mientras hundía el estoque en la carne de su enemigo, hiriéndolo lo suficiente como para que ya no estuviera tan confiado. Y la pausa que los tres se dedicaron, fue suficiente para que la huérfana supiera que pretendía huir en cuanto tuviera la oportunidad.

¡No! de ninguna manera dejaría que ese indeseable siguiera viviendo para poder asesinar a otra persona en el futuro, por lo que Leonor aprovechó su intento de huida para hacerle la zancadilla y que callera de bruces contra el suelo.

-¡Ahora Jof! – Gritó al tiempo, ignorando las provocaciones del asesino, indicándole al norteño que este era el mejor momento para atacar. Le daba igual como lo hicieran, pero se prometió a sí misma que vengaría la muerte del pobre anciano costara lo que costase.

Todos parecieron entender que esa batalla no continuaría mucho más, ya que el uno de los combatientes prefería huir tal vez para intentar a acabar lo que empezó otro día. Pero había algo que no le permitía terminar de huir en ese momento posiblemente su orgullo que lo detenía en ese lugar, un orgullo que la joven podía sentir que le decía que no debía huir de una mujer.

Pero fue ese orgullo lo que le costaría su vida. La joven apurando sus pasos y sin preocuparse mucho por su vestido nuevo, le metio su pie en medio de las piernas sin que pudiera esquivarlo cayendo casi como un bufon al suelo. Sin embargo aun en el suelo aprovecho a dar una estocada rápida a la joven en la pierna como venganza dándole un dolor que ayudo a hacer mas fuerte su grito a Josef.

Por su parte el norteño se acerco sin demora y dejo caer su hacha en el hombre cortando a la mitad la mano que había utilizado instintivamente el encapuchado para defenderse. Aunque no detuvo su ataque, tras darse cuenta de la herida de ella, volviendo a dejar caer el hacha justo en el centro del pecho del hombre que no tardo en escupir sangre con ira mientras sus ojos se concentraban en ambos. Tras unos segundos dejo de moverse dejándose caer para no levantarse nunca mas.

Josef volvió mirar a la joven suspirando y ofreciéndole una mano para ayudarla a levantar. Tras eso y luego de sacar el su hacha del encapuchado la miro con clara molestia. “Te dije que no te metieras, ahora estas herida y yo tendre que dar explicaciones a Konrad.” Le comento no con ira sino con cansancio.

Alrededor de ellos algunos aplaudían la acción, otros miraban a la expectativa delo que pasaría mientras otros se empezaban a marchar. Las jóvenes por su lado ya se levantaban, una arrodillándose ante el anciano acariciando su cabello mientras parecía casi llorar. Mientras la otra se acerco a la pareja dándoles un vistazo entero. “Les agradecemos que hayan venido a rescatarnos a mi prima y a mí...” dijo la joven de pelo enrulado y unos ojos que la joven pensaba que ya había visto.

“Dios sabe que si no aparecen ustedes esta chusma se quedaría mirando un asesinato sin hacer mierda.” Gruño a los que aún estaban presentes y que por vergüenza empezaban a marcharse. “Disculpen, no es algo que debería decir una dama. De nuevo muchas gracias.” Tras decir eso se acomodo su capucha que había quedado medio caída y oculto mejor su apariencia.

Los miedos de Leonor por ser herida de gravedad parecieron disolverse ante la idea de proteger a los inocentes y hacer pagar a los culpables por lo que habían hecho. Por todo ello, tras tantear al hombre que dudaba si huir de una mujer incluso en esa situación, aprovechó el momento justo para hacerle caer de bruces, dándole la oportunidad a su compañero de poder atacarle hasta poner fin a su vida. Lamentablemente aquel malnacido pudo alcanzarla antes de dar con sus huesos en el suelo, y la jovencita no pudo evitar soltar un gritito ante la punzada de dolor que el estilete le ocasionó.

Josef no dudó un segundo en quitarle la vida mientras la huérfana se preocupaba por el bienestar de las damas, incluso antes de prestar atención a la herida de su pierna. Cuando el norteño la ayudó a levantarse, Leonor vio la tristeza en sus ojos, y no pudo evitar sentirse mal ante aquella situación por la que estaba pasando su amigo. Quiso decirle algo, pero prefirió esperar a estar a solas para poder hablar con él, antes de la reunión que tenía con el príncipe.

Por todo ello, le dedicó una mirada comprensiva y, tratando de ignorar los aplausos y las miradas de los curiosos, se acercó hacia las dos mujeres que permanecía aun en el callejón llorando la muerte del valiente anciano.

-No hay por qué dar las gracias. Estamos muy contentos de haber podido evitar que algo malo os ocurriera, señorita.... – Permaneció unos segundos en silencio para que la dama le diera su nombre - Decidme ¿Quién era ese figlio di puttana y sus compinches y por qué querían haceros daño? – Finalizó, usando aquellas rudas palabras para hacerle entender que no le daba mayor importancia a que hubiera usado palabras no dignas de una dama en su presencia.

La señorita sonrio pareciendo divertida ante las palabras de la joven. “Me alegra tenerlos contentos a pesar de las heridas que han sufrido por nuestra culpa.” Comento dando un leve vistazo a la pierda de ella que se encontraba manchando la falda del vestido. “Mi nombre es Anna y mi prima se llama Celia, es algo timida.” Se presento junto a su hermana dándose cuenta que era lo que quería la joven.

Ante la pregunta de la joven negó con la cabeza. “No sabría decirle y duda que pueda saberlo aun si le sacamos las capuchas. Pero tengo mis sospechas…” comento alejándose de ella para ir con su prima acariciando con delicadeza su mano mientras la ayudaba que se pusiera de pie. “Pero no tenemos tiempo para charlar lamentablemente. Espero sepa entender. Lo menos que quiero es que nos atrape alguno de sus amigos ahora que estamos solas. Por lo que me despido y deseo que nos encontremos de nuevo.” Metiendo una de sus manos dentro de su capa saco un saco de monedas. “Una muestra de agradecimiento.” Dijo mientras se las daba a Leonor.

Se notaba que Anna preferia partir cuanto antes, pero Celia se había quedo en su lugar como petrificada. “¿Que pasa? Se que no quieres dejarlo pero no podemos cargarlo y ya va siendo hora que volvamos a nuestro hogar.” Le trato de convencer con dulzura aunque había una pizca de orden en sus palabras.

-Los únicos culpables son esos de ahí – respondió señalando a los cadáveres del suelo – Me llamo Leonor y este es Josef, un placer conoceros. – Afirmó saludando con una sonrisa a las dos damas, a pesar de lo triste de la situación, y esperando que no la reconocieran de la taberna.

Tras escuchar las respuestas de la joven y echar una rápida mirada a los encapuchados, Leonor le permitió algo de espacio a las dos mujeres, mientras una se acercaba hacia la otra. No obstante, cuando Anna sacó aquellas monedas de su bolsa, la joven huérfana negó con la cabeza rotundamente, antes de añadir con confianza – Lo siento señorita Anna, pero no puedo aceptar ese dinero, al igual que ni Josef ni yo podemos permitir que andeis solas por ahí si corréis el riesgo de ser asaltadas por los amigos de este Stronzo. Así mismo estoy segura de que mi compañero estará encantado de cargar con el cuerpo de vuestro compañero para que pueda recibir sagrada sepultura…. Y no os preocupéis que no es ninguna molestia para nosotros. ¿Dónde vivís? – Habló en nombre de los dos, echándole una mirada significativa al norteño, la cual le pedía colaboración en este asunto.

Antes de partir de allí, y mientras Josef cargaba el cuerpo del hombre mayor, la intención de Leonor era registrar a los malvados para conocer sus rostros y para buscar algún tipo de distintivo.

Anna no negó la culpa de estos hombres y termino afirmando sonriendo amable ante la presentación que hacia Leonor. Respecto a si la reconocía a no, parecía que no pero también podría estar escondiéndolo bien aunque la joven se podría preguntar si era algo que necesariamente malo.

Fue ante el rechazo de Leonor de las monedas que disminuyo su sonrisa y empezó a mirarla con algo de desconfianza. “Muy noble de parte de ambos.” Comento mientras se guardaba las monedas en su bolsillo oculto. “No saben cuándo agradecería que nos ayuden de esa forma, nuestro hogar no esta muy lejos asi que su…” se quedó medio trabada mientras lo miraba al norteño y volvia a la joven, pensando cómo podía ser la relación entre ellos. “Amigo? no tiene que cargarlo por mucho tiempo.”

Luego de eso se volvió a acercar a la otra joven que ahora Leonor podía ver también, notando que era preciosa también aunque se la notaba más triste y más delicada que la otra joven. Por lo demás sus rasgos eran parecidos algo nada extraño al pensar que eran primas. “Vamos Celia, ellos nos ayudaran a volver a casa mas seguras. No te pongas así.” Le comento con cariño sonriéndole con mayor entusiasmo que a ellos. Sin embargo antes de partir la mas timida, se le acerco a la otra chica para decirle algo.

Mientras las jóvenes empezaban a intercambiar susurros entre ellas, Josef miro con algo de impaciencia a la pelirroja pero sin decir nada se lo puso entre los hombros al viejo fallecido. Por su lado Leonor se puso a buscar alguna pista pero sus esfuerzos no le dieron frutos, ya que no había distintivo alguno en ellos y sus rostros parecían como los de cualquier veneciano en la ciudad.

“Ya podemos irnos.” Informo Anna tomada de la mano de su prima y esperando a la joven terminara lo suyo antes de avanzar.

Leonor tenía esa extraña sensación de haber visto a la joven en la taberna de Facciolo, aunque aun no podía recordar en qué momento o en qué circunstancia, cosa que le extrañaba realmente porque ella casi nunca olvidaba nada.

Sentir la desconfianza en los ojos de Anna hizo que la huérfana la mirara con extrañeza. No obstante tampoco podía culparla, puesto que muy pocas personas actuaban de forma tan desinteresada. Leonor podría haber aceptado las monedas, pero la muerte del anciano ya era pérdida suficiente para las damas y no quiso suponer un gasto adicional.

Tras no encontrar nada en ninguno de los encapuchados, ni reconocer un solo rostro, la jovencita recogió las pocas monedas u objetos de valor que pudieran tener y decidió quedarse con el estilete o cuchillo de mejor calidad, para poder sustituir al que había perdido en los dominios del sabio Vinay.

-No os preocupéis que estos rufianes ya se han encargado de pagarnos con creces por las molestias. Lo único que realmente lamento es las muertes y heridas que han causado… y que me han manchado el vestido. – Dijo al fin, justificando de alguna manera su altruismo, y mirando el destrozo irreparable en el traje con el que si iba a presentar ante el príncipe.

Aprovechando que Anna comenzó a hablar con su prima para tratar de convencerla de que continuaran, Leonor se situó junto a Josef, para examinar su herida y comprobar la gravedad de la misma. – ¿Estás bien? – Se atrevió a preguntarle antes de que se pusieran en marcha, aun afectada por el trato tan distante que recibía por parte de alguien que consideraba su amigo.

Los encapuchados encontró unas pocas monedas, aunque solo en los que habían muerto primeros el ultimo al parecia no llevar nada u ocultarlo muy bien. Cuchillos encontró en los otros que al parecer no habían tenido tiempo de sacarlo y se encontraban impecables, pero lamentablemente los estiletes había que limpiarlos primero porque no dudaban que estos llevaban la sangre del viejo.

Anna asintió a tu comentario, pero no respondio nada su atención estando ocupada con su prima que se mantenía junto a ella hablándole de algo que los oídos de Leonor no llegaban a captar. Pero aquello era algo entendible y además daba algo de tiempo a la joven para revisar la herida de Josef. Una herida que o se camuflaba bien en la noche o era mucho menor de lo que había imaginado en el combate, incluso empezaba a pensar que ella se había ligado lo peor de ellos dos.

“Estoy bien, no te preocupes. Vos como estas? Te duele caminar?” pregunto preocupado saliendo de esa actitud fría  y hosca en la que parecían refugiarse los norteños de vez en cuando.

Con la respuesta aun en la boca de la joven empezaron la marcha, una marcha que sorpresiva mente no fue demasiado larga y que dejo ver que las habían atacado cerca de su hogar a las jóvenes, lo que podía indicar un plan de su parte. Durante el viaje que fue por las calles principales sin que las jóvenes parecieran timidas al espectáculo que hacían, unas cuantas personas los vieron y algunos hicieron cruces cuando notaron al hombre fallecido.

Si la joven en algún momento pensó que las jóvenes eran nobles entonces al encontrarse frente a una mansion termino de confirmarlo. La mansión se imponía al resto de los lugares por el blanco inmaculado de esta y los arcos típicos en cada piso de las mansiones de esta nación. Otra cosa que le llamaba la atension y en gran medida era la bandera que sin mucho esfuerzo la identifico como la de una familia conocida en Venecia. Los Giovanni.

De pronto la entrada de esta parecio volar por la fuerza en la que se abrió frente a ellos, saliendo de ahí alguien que Leonor conocía bien. Dante. Quien no le dio su atension corriendo a darle un abrazo sentido a su hermana mientras casi apartaba a la prima de ambos.

Leonor se sintió algo más contenta al haber conseguido algo de oro de aquellos desgraciados. Así mismo se apropió un par de cuchillos y decidió quedarse con el estoque que había estado utilizando para el combate, al considerar que el camino hacia la casa de las damas podía estar lleno de peligros, donde se encontraran con más amigos del encapuchado dispuestos a darles muerte.

La jovencita también se sintió feliz al comprobar que la herida de su compañero no era nada de qué preocuparse. Aun así, la echó un último vistazo antes de fijarse en la suya propia, que escocía como mil demonios. – No es nada, y apenas me duele. Konrad no tiene por qué enterarse nunca – Mintió, dejándole bastante claro que no le comentaría este suceso al vampiro a no ser que la obligara – Me gustaría hablar contigo cuando dejemos a las damas a salvo – Le pidió, mirándole a los ojos amorosamente.

Finalmente, y tras una cortísima caminata donde tuvieron que aguantar las miradas curiosas y horrorizadas de los transeúntes, todos llegaron al hogar de las muchachas que sería el final de su trayecto. Aquella mansión era espectacular y sus habitantes tenían que ser extremadamente ricos. No obstante, aquello no fue lo que dejó sin palabras a la huerfanita, sino el inconfundible escudo de la familia Giovanni situada a la entrada, y el apuesto duelista que salió apresuradamente de la casa y se acercó hasta ellos para abrazar a su prima.

En ese momento, y aprovechando el momento emotivo de la familia, la damita de cabellos de fuego le hizo un gesto a Josef para que dejara al difunto en el suelo justo antes de decir – Bueno, nuestra labor ha concluido. Ha sido un placer. – Afirmó dispuesta a alejarse de allí, esperando que Dante no la reconociera.

“Bien, hablemos luego.” Fue la confirmación que le dio el hombre antes de quedarse completamente callado por lo que duro el recorrido.

Al llegar la peliroja seguía algo paralizada ante las varias revelaciones que se daban frente a ella. Mientras el resto de las personas seguían haciendo lo suyo. El abrazo continuo hasta que finalmente se separo de ella y miro con mala cara a Anna empezándole a preguntar si estaba loco o eras estúpida lo que Anna respondio insultándole primero y luego discutiéndole con la misma fiereza. Tal vez por esa discusión tan espontanea era que el duelista no se termino de dar cuenta de Leonor.

Mientras Josef empezó a bajarse al anciano del hombro cuando un par de guardias lo detuvo de apoyarlo en el suelo y lo tomaron ellos mismos para dentro de la mansion con celeridad que no les dio tiempo a Josef o Leonor de decir algo a estos.

Entonces fue en ese momento cuando Josef reacciono a las palabras de ella, asintiendo. “Si mejor nos vamos, antes que nos metan en esa discusión.” Algo que parecía inevitable si se quedaban ahí, ya la ira en la que se trataban no había bajado ni un poco desde el tiempo en que se vieron, ni siquiera parecía que la vergüenza se apoderara en algún momento de ellos al darse cuenta que peleaban en plena calle. Al menos entre Anna y Dante, Celia por su parte acariciaba el brazo de ambos para tranquilizarlos sin tener éxito aunque al final fue la única que saludo con verdadera atención a Leonor cuando esta se dispuso a marcharse.

Leonor asintió ante la confirmación de Josef justo antes de quedarse petrificada al ver al hombre que no hacía mucho le había declarado su amor. Durante un tiempo deseó que no la reconociera para poder partir cuanto antes a la reunión con el príncipe, aunque al ver como empezaba una discusión acalorada con su hermana sin prestarle la más mínima atención, una parte de ella se sintió bastante confusa y triste, como si en lo más profundo de su corazón se hubiera sentido herida en su orgullo por el hecho de que ni si quiera se hubiera dignado a mirarla. ¿Era absurdo? Si, aunque la jovencita no podía dejar de pensar en lo banales y volátiles que podían llegar a ser los hombres.

Por todo ello, se quedó contemplando la escena que mantenían los dos hermanos, como si el resto del mundo no existiera para ellos, y a pesar de que una persona había muerto aquel día. Cuando Josef lo puso en el suelo y aquellos dos guardias se lo llevaron, Leonor contempló por ultima vezla escena y el saludo de despedida que les dedicaba Celia. No obstante, la jovencita de cabellos de fuego se dijo a sí misma que le había hecho una promesa al duelista para ayudar a su hermana haciéndose su amiga y evitar así que se fuera de la ciudad y se uniera a la iglesia… Al menos eso es lo que se dijo a sí misma cuando, como un remolino de furia, se acercó a los tres, para situarse en medio de la discusión.

-¡No sé de qué va esto ni quién eres tú! – Mintió, recordando que Dante le había pedido que se enemistara con él delante de su hermana para ganarse su confianza – Pero eres un stronzo al tratar a una dama que acaba de pasar por un trauma como este, de esta manera en público ¡Acaba de morir un hombre, por Dios Bendito! Deberías tener un poco más de respeto. – Le increpó a la cara mientras le miraba con ojos fieros – Nosotros nos vamos, ya hemos tenido bastante. Tendrías que hacer lo mismo y atender a tu hermana como se merece.

Celia fue la única que noto como se acercaba aunque su mirada volviéndose algo mas nerviosa y haciéndole a Dante para que la mire. El hombre asi lo hizo sorprendiéndose bastante y quedándose callado cuando la joven comenzó a hablar.

“Como que quien..?” empezó a decir quedándose con la pregunta sin completar, no pudiendo terminar de hablar ante el la continuación de la joven. “Eh…bien, gracias por salvar a mi hermana...pelirroja. Haremos eso.” Comento confundido en gran parte pero tal vez dándose cuenta que como ella decia no era el momento. “Vamos hermana, hoy te quedas aquí para que hablemos.” Dicho eso tomo a Celia y no Anna, mostrándole enseguida su confusión a Leonor.

Mas eso no era lo único que no había salido como lo planeado, escuchando una risa cantarina de parte de Anna. “Stronzo le dijiste y te lo dejo pasar?” pregunto no a ella sino a la situación antes de volver a reir. “Tienes muchas agallas Leonor, tal vez en otro momento cuando no estes ocupada podrias venir a tomar con nosotras para seguir insultando a ese torrone di merda de mi querido primo mío.” La invito la chica con humor aunque rápidamente se puso mas seria. “Aunque seguro tomaremos dentro del hogar, pero igual tienes mi invitación siempre que seas tan agradable como hace unos segundos.” Dijo volviendo a ponerse humor antes de retirarse hacia dentro.

Pronto la pelirroja quedo a solas con el norteño que se había quedado callado en un segundo plano mientras todo pasaba en un claro plan de no meterse en la pelea como él había comentado.

No sabía por qué había actuado de aquella forma tan impulsiva, aunque cuando comenzó a soltar improperios, ya no había vuelta atrás, por lo que justificó sus acciones diciéndose a sí misma que tan solo había intervenido con la esperanza de ayudar a la hermana de Dante en un futuro, y no porque se hubiera sentido despechada de ninguna manera.

Pero cuando el duelista agarró la mano de Celia en lugar de la de Anna, la jovencita se mostró algo confundida durante unos segundos, lo cual aprovechó la prima de Dante para acercarse a él bastante divertida.

-Te lo agradezco enormemente aunque yo no soy nadie, Anna, por lo que no creo que la familia Giovanni permita a una plebeya como yo pasar a tomar algo. Tan solo me cansé de ver cómo te insultaba. Siento haber supuesto que erais hermanos, aunque creo que tienes suerte de que no sea así – Le contestó con una sonrisa pícara mientras le guiñaba un ojo – Descuida que me da igual quien sea. Un caballero no trata a una mujer de esa manera, así que la próxima vez sí que sería igual de amable con él si se comporta como ahora. Me marcho ya. Espero volver a veros a las dos. Cuida de Celia, que la he visto bastante afectada. – Finalizó a modo de despedida mientras la noble se retiraba.

Cuando finalmente Leonor se quedó a solas con Josef, la damita suspiró profundamente para dejar a un lado lo que acababa de pasar antes de dedicarle toda su atención – Perdona, a veces los Venecianos somos bastante temperamentales – Le explicó antes de comenzar a andar de nuevo en dirección a la biblioteca, para pasar al asunto que realmente quería tratar con él.

-Yo… quería preguntar qué te ocurre conmigo. ¿Te he ofendido de alguna manera? Si es así me disculpo de antemano y ruego me perdones – Comenzó, esperando que el hombre le diera las razones para los incómodos silencios a los que la había sometido.

“Sos quien salvaste nuestra vida, eso es mucho. Ademas seguro a Celia le gustaría volverte a ver para agradecerte como corresponde.” Le respondio con simpleza y pareciendo zanjando el tema de las razones para invitarla. “Si es mejor que no soy su hermana, que el asesinato entre hermanos esta mal visto.” Comento con una sonrisa fría y algo inquietante. “La cuidare de eso no se preocupe, como usted espero vernos muy pronto.” Dijo inclinándose un poco en señal de saludo antes de irse.

“Ya me había dado cuenta.” Fue la corta respuesta del norteño que volvia a avanzar junto a ella hasta la biblioteca. En el camino fue claro para el norteño que no podía quedarse tan callado como las otras veces. “No me ofendiste de ninguna manera.” Comento con su vista al frente como queriendo interceptar cualquier problema que apareciera.

Suspiro profundamente antes de continuar. “Has cambiado pequeña, no eres la misma que la primera vez que te vi. Aunque tal vez tengas la misma actitud, ahora te encuentras con mi jefe y eso cambia las cosas. Debo respetarte como te mereces, por lo que siento si parezco algo frio pero es que nunca me educaron como corresponde.” Respondio viéndose bastante sincero en sus palabras aunque había partes por ejemplo en el rol de ella con Konrad donde parecía algo incomodo.

“En la pelea…” continuo adivinando que ella le preguntaría por ello. “No quería que te arriesgaras de ninguna manera y que no murieras por algo que podría encargarme. No solo por el castigo que tendría mas tarde sino porque no quiero fallarte a ti.” Concluyo pareciando mas cansado.