Partida Rol por web

Realicé de nuevo la genuflexión bien pronunciada hacia el hombre que había hablado.
Por vuestra mirada bien paréceme que estoy jugando con fuego, milord -comentó, sin un atisbo de burla en su rostro, sino con admiración y precaución- ¿conocéis acaso a alguna de estas dos familias? Si es así, reitero de nuevo mis palabras iniciales pues no debéis sentiros ofendido, la señorita me pidió alguna historia de nobles locales y no conozco casi ninguna... De hecho, ésta me la contaron en el extranjero. Mas es sólo eso, un cuento... Tened en cuenta, mi Lord, que soy juglar, no cronista...

Los ojos de la jovencita se abrieron expectantes mientras asentía esperando la historia que el juglar tuviera preparada para ella, sintiendo la animación de las personas que empezaban a arremolinarse en torno su pequeño grupo. De alguna forma predecía que aquel hombre le transmitiría un tipo de sentimiento, profundo y significativo, y la transportaría durante unos breves instantes a una vida que distaba mucho de ser la suya propia.

Cuando aquellas trémulas notas comenzaron a inundar la plaza, su respiración se detuvo, tan llena de emoción, que fue difícil de describir. La dulce y profunda voz de aquel hombre la cautivó como nunca creyó posible, y durante unos segundos, no existió nada más que su canción, y aquellos labios que se movían guiados por los diestros dedos que rasgaban el delicado instrumento entre sus brazos.

Pero entonces, lo que en un principio pensó que sería un simple cuento, quizá repleto de intrigas, quizá cargado de pasión, fue transformándose en algo mucho más oscuro a medida que avanzaba la historia. Aun así, sus oídos no dejaban de escuchar, atentos a cada detalle, mientras algo en su memoria trataba de abrirse paso, rasgando la tela de sus recuerdos sellados mucho tiempo atrás.

Ya no se encontraba en San Marcos rodeada de personas alegres y acompañada de un apuesto caballero. Una lujosa habitación decorada con enormes cortinajes y filigranas de oro se cernía majestuosa y terrible en su lugar. Pero en contra de parecerle una hermosa estancia, aquella sala resultaba tremendamente opresiva, como si toda la desesperanza y el horror estuvieran concentradas en un solo momento, en una sola zona, en un único punto de su recuerdo…

Los gritos y la angustia no tardaron en visualizarse en su subconsciente, mientras ella permanecía de pie entre la muchedumbre, totalmente quieta y perdida en el mutismo del pasado. Y, como si de un artista macabro se tratase, el ser que no hace mucho habían residido tan solo en sus pesadillas, realizaba crueles movimientos tiñendo los exquisitos muebles de pinceladas carmesí, hasta que tan solo quedó silencio envuelto en la tristeza de lo que ya nunca podría ser.

Entonces, unos pasos resonaron en los corredores, dispuestos a acallar hasta el último corazón que aun latiera en aquel rincón de pesadilla de su memoria, mientras, en un lugar muy lejano, un juglar tañía una intensa melodía cargada de sentimiento y de emoción.

Traición sobre traición, vendetta tras vendetta;

Las leyendas cuentan que fue aquí que sucedió;

Con sangre de su sangre, y por la muerte en vida,

Por siempre a la familia llegará la maldición.

Quizá la esencia misma de aquellas notas fueron el desencadenante, quizá la música traspasó las barreras de aquello que había estado oculto durante tanto tiempo, quizá tan solo se tratase del destino… Pero cuando la música cesó y fue sustituida por aplausos y llantos por igual, tan solo una frase se repetía una y otra vez en los ateridos recuerdos de la joven doncella, que ni siquiera fue capaz de reaccionar ante la discusión que había comenzado entre Dante y el juglar, ni ante las palabras directas que éste le regaló.

La familia siempre primero… La familia siempre primero…. La familia siempre primero….

Aquella premisa se gravó dolorosamente en su frente sin que fuera capaz de discernir su significado. Entonces, como si no fueran capaces de sostenerla, sus piernas le fallaron haciendo que se tambaleara mientras la bella rosa blanca que había guardado con mino, se resbalara entre sus dedos...

Ashriel, rápido de reflejos, vio la reacción que su historia había provocado en la joven y, rápido como la sombra, la sujetó con un brazo antes de que cayera mientras con la otra mano agarraba la rosa que se le resbalaba. 

-Disculpadme, signorina, si mi historia os ha perturbado -dijo en voz baja, entregándole de nuevo la hermosa flor-, no era mi intención en absoluto... quizá he narrado algo demasiado intenso, lo siento. Pero pensad, como he dicho, que tan sólo es una historia cualquiera, como todas las demás... ¿qué sería, al fin y al cabo, de un juglar que no fuera capaz de emocionar? -esto último lo terminó en voz más alta, con una sonrisa en los finos labios que se apreciaban bajo la máscara. 

Temiendo que aquel hombre pudiera tomar represalias con él, ayudó a la joven a tenerse en pie con todo el respeto del mundo y después la soltó con delicadeza, en cuanto ella pudo mantenerse por sí misma. Luego se retiró un poco, acercándose al resto del público, esperando a que alguien le pidiera alguna otra canción. 

No se esperaba o deseaba que lo tomara en cuenta, en especial por la contestacion que termino dando el juglar. “Claro que conozco a una. Es una de ellas es una familia muy conocidas en Venecia, una de las mas poderosas.” Era claro que hablaba de los Giovannis y te hacia sospechar con motivo que no solo los conocía por palabras de terceros. Alrededor de ambos pareció que varios se dieron cuenta de quien se trataba e hicieron una rápida despedida dejando una moneda antes de irse.

“No conoces historias de nobles venecianos?” pregunto ofendiéndose aun más. “Al parecer me equivoque y resultaste ser una mierda de ju-” Dante se disponía a insultar a Ashriel, pero noto como Leonor comenzaba a tambalear en el lugar, por lo que saco su atención del juglar para tomar con fuerza a la joven por el brazo que ya la tenía tomada.

Sin embargo para su amargura, no fue el único en detener la posible caída de la joven. Aquel juglar se habia posicionado de forma que tenían rodeada a la joven entre ellos, algo que por muchas razones no le agradaba pero la que primaba ahora parecia ser la misma que la de un perro se le tratara de robar su comida.

Por su parte la pobre huérfana sufria un recuerdo que hasta ahora nunca había presenciado en otro medio que no fuera una pesadilla, pero hoy era un día especial para ella donde sus pesadillas parecian que tendrían un peso más grande en ella. Mas entre toda la tristeza de sus recuerdos un hombre con un aspecto similar a su hermano, pero más avejentado, hizo presencia en la tetrica sala. Este le entrego algo que identifico rápidamente como el medallón que habia tomado de Sabino y cuando ella hizo contacto con este en su recuerdo sintió una enorme calidez que la desbordo hasta volverla a la realidad.

“La familia siempre primero….” Esa frase siguió sonando en su cabeza, junto a la sensacion metalica del medallon.

“Dejala tranquila, no piensas que ya has hecho suficiente daño.” Le advirtió Dante antes de mover su mirada a la joven. “¿Te encuentras bien Leonor? ¿Quieres que vayamos a un lugar mas tranquilo para que tomes aires y dejemos a este infeliz lejos?” pregunto marcando el insulto al Juglar y mirándolo de reojo.

Por su parte el publico se habia reducido un poco y algunos parecían preocupados por la joven como el Juglar y el duelista. Mas una voz se escucho en un tono divertido. “Otra de los Giovannis, otra de esos traidores.” Pidió alguien aunque ninguno de los tres parecia poder darse cuenta de donde venia la voz, ya que el interlocutor se aseguró de estar escondido.

La joven pelirroja sintió las manos de ambos hombres que trataron de sostenerla para impedir que se cayera, y a duras penas pudo notar la tensión que se respiraba en el ambiente. La visión que había sufrido era tan intensa, tan real, que continuó martilleando sus sienes durante un tiempo prolongado hasta que su corazón fue calmándose paulatinamente. ¿Quién era aquel hombre que le recordaba tanto a su hermano? ¿Su padre quizá? Pero nada de aquello tenía sentido, puesto que aquel medallón que obtuvo recientemente y que poseía un escudo difícil de identificar no podía pertenecerle.

Ella no era más que una pobre huérfana sin hogar, la cual estaba empezando a vislumbrar una pequeña luz de esperanza en su aciago destino. Seguramente su subconsciente había asociado imágenes recientes y las había entremezclado con sus pesadillas para atormentarla aún más de lo que lo hacía durante las oscuras noches en las que se despertaba gritando envuelta en sudores fríos. Puesto que, de no ser así, el destino tenía formas demasiado crueles para presentarse ante su puerta.

Aun así, esa hermosa calidez que había sentido fue algo que atesoró en un rincón de su mente, mientras trataba de centrarse en el presente que parecía estar caldeándose a casa segundo que pasaba. – Es… estoy bien, tan solo ha sido un mareo. La interpretación del juglar… me ha parecido hermosa… y está claro que se trata de una fábula, nada más. – Afirmó dedicándole una bonita sonrisa mientras avanzaba lentamente hacia él y extendía la mano para recuperar su rosa – Gracias por cuidarla.

Estaba a punto de decirle a su pareja que no debía enojarse con una voz tan bella, cuando de entre los presentes alguien pronunció un terrible insulto a la familia Giovanni, para aumentar aún más el malestar del duelista. Leonor no supo qué hacer, puesto que aquel agravio era lo bastante malo como para que el apuesto joven no tuviera más remedio que reclamar sangre por él.

El juglar soltó a la dama en cuanto notó que ésta se tenía en pie y se retiró haciendo una reverencia con la cabeza y la mano en dirección a la pareja. Se mantuvo con la cabeza baja ante las palabras del hombre, pero esbozó una sesgada sonrisa cuando escuchó las palabras de la joven. Los gustos eran muy relativos; él no era cronista, no era historiador, era juglar, cuentacuentos... y lo que sus palabras transmitían no eran verdades ni mentiras, eran ideas, pensamientos, sentimientos, emociones... y lo que una persona podía aborrecer, a otra podría hacerle pensar, preguntarse, soñar... 

-Siempre a vuestra disposición, mis señores -habló a los dos, pero sólo miraba a la joven a los ojos cuando levantó la cabeza-, si queréis más historias del mundo y de Venecia, sólo tenéis que buscarme por la plaza, cualquier día, a la caída del sol. 

Ashriel, entonces, se dio la vuelta e hizo una amplia reverencia al público, los ánimos estaban ya demasiado caldeados y no era menester calentarlos más aún. Agradeció la ovación, internándose entre los asistentes, desapareciendo de la vista de la dulce dama y su tan diferente pareja, y continuó hablando a la multitud, mientras su voz se perdía entre la muchedumbre.

-Hay historias dramáticas e historias románticas, alegres y divertidas, tristes y melancólicas... la de hoy ha sido dramática, ¿no debería venir ahora una alegre? ¿Qué preferís, pues? ¿Risas, amor, aventuras...?

El Giovanni como antes se encontraba rodeado por gente que no entendía el insulto que había sufrido, pero sabía que si continuaba por este lado terminaría pareciendo un amargo o algo peor. Por lo que con algo de esfuerzo sonrió tanto a Leonor como al Juglar. “Supongo que tienes razón…” dijo aceptando al menos de los labios de ella esa explicación.

Mas entre la multitud había alguien que seguía buscando su ira, pero era lo suficiente astuto para esconderse de su vista. Fue sensato del juglar ignorar aquella provocación y proseguir a cambiar rápidamente de tema. Incluso el Giovanni lo agradeció saludándolo con educación mientras se iba, pero dejando claro en su mirada que no olvidaría fácil esto.

“¿Quieres que lo sigamos escuchando? Lo lamento si te arruinado algo de tu diversión con mi conducta, es solo un reflejo malo que tengo.” Comento el espadachín a Leonor con un tono más ameno y calmado. Se acercó a ella empezando a acariciar su mano con delicadeza.

Leonor no pudo evitar que aquel juglar se convirtiera en alguien especial a partir de ese instante. Tanto su música como su buen hacer la habían impresionado a la vez que habían despertado algo en ella que no sabía que existiera. Tenía que saber más, tenía que encontrarse con él en otro momento para poder preguntarle todo cuanto anhelaba su corazón. ¿Quién sabe? Quizá el pudiera aliviar la pena que su alma soportaba desde hacía ya largos meses. Por esa razón, cuando les indicó donde poder encontrarle en un futuro, la dama se despidió de él con una inclinación de cabeza y una sonrisa aun más clara, deseando poder abordarle en otro momento sin que un noble quisiera clavar una espada en su corazón.

La joven había sido consciente del arrebato del Giovanni e inmediatamente había comprendido que aquel hombre podría resultar alguien muy violento si se daba el caso ¿Tendrían las mujeres que temerle en un día malo? No estaba segura, pero a pesar del agravio hacia su familia, el hombre había sabido salir del paso tragándose su orgullo tan solo por continuar su cita con ella. Por esa razón, unida a su creciente curiosidad sobre todo lo sucedido en la basílica, le regaló una sonrisa gentil, mientras contestaba.

-No te preocupes que nada ha sido arruinado. No obstante quizá mi mareo haya sido causado por mi apetito, por lo que agradecería que dejáramos atrás al imprudente juglar y al desconocido hostigador, a ser posible con todos los dientes en su sitio, y me deleitaras con tu compañía durante el almuerzo. – Finalizó con cierta picaresca mientras afianzaba los pies en el suelo para asegurarse de que no se volvería a marear.

Ashriel vio marchar a la extraña pareja. Sonrió para sus adentros; nunca le había temido al peligro pero aquel día no había buscado esa historia adrede. El juglar no tenía ni idea de que aquel hombre fuera de la familia Giovanni -porque, evidentemente, era más que conocida para él, a juzgar por su reacción- cuando había empezado a contarla. Pero había algo, no sabía muy bien el qué, una fuerza en el ambiente, una conjunción de los astros, una musa traviesa... algo había hecho que aquellas palabras brotaran de sus labios antes siquiera de que él mismo pudiese entenderlas... Y eso había hecho, contar la historia que el universo conspiraba para que contase. 

Ella, sin embargo, era diferente. Tan fuerte y a la vez tan frágil, tan hermosa, tan inocente... físicamente no se parecían, pero no podía evitar que le recordase a Velia, con esa apariencia de hermosura envuelta en un halo de duda, disfrazada de confianza. Tan regia y a la vez tan sencilla. Parecía una joven perdida en un mar de tribulaciones. Pero algo en ella había hecho que el cuentacuentos la viese de manera diferente. De manera especial. 

Los vio marchar, pues, alejándose en dirección a la avenida de los restaurantes lujosos, que encaminaba en dirección al puente Rialto. Y entonces, respondiendo a sus preguntas, una voz se alzó entre la multitud, una dulce chiquilla, cogida de la mano d sus padres, casi en volandas, le pedía una historias de aventuras. 

-¿Una de aventuras toca, signorina? -rió entonces, saliendo de sus ensoñaciones, el filosófico bardo, mirando a la pequeña a través de su oscura máscara- bien pues. La dama ha hablado, una de aventuras será...

Y entonces, para regocijo de la pequeña y desconcierto de algunos otros, el juglar rasgó las cuerdas y comenzó de nuevo a cantar.

Tu invitación a almorzar pareció poner más contento al espadachín que sin dudar un momento dejo pasar aquel incidente si era por el momento o por siempre era algo que no sabia la joven aunque podía imaginarse.

“Sera un placer dejar esto detrás nuestro e ir almorzar con tan bella compañía. En especial porque conozco un lugar cercano a la plaza que seguramente lograra curarte tu mareo con su deliciosa comida.” Dijo bastante cómodo con sus palabras, dejando ver una actitud relajada que en nada se parecía a la que antes había sido testigo ella. “Si aún te sientes mareada puedes apoyarte en mí, me asegurare que no te caigas preziosa.” Le ofreció con una sonrisa galante mientras se mantenía cerca de ella.

Pronto cruzaron el puente que los saco de la plaza alejándolos de la multitud de personas que habían elegido ir a la plaza ese dia. “Leonor puedo preguntarle algo. Ha podido dormir bien a la noche? Recuerdo que tuvo un mal sueño y me olvide de preguntarle si habia podido conciliar el sueño luego de nuestro encuentro.” Comenzó a charlar pareciendo que tendrían algo de tiempo antes de llegar al lugar que pretendía llevarte Dante. La razon por la cual eligio aquel tema te evadia, mas no pensabas que fuera porque descubriera que tu mareao fuera verdaderamente originado por tus pesadillas.

Algo le decía a la chica que el espadachín volvería para ajustar cuentas con la persona que le insultó utilizando al gentío como barrera, Alguien de su influencia simplemente no podía dejar algo así pasar y estaba segura de que con las amenazas o el dinero suficiente, podría conseguir saber quien le propició tan agradables palabras.

No obstante, la joven se alegró de que en estos momentos decidiera continuar con la velada, por lo que, cuando le ofreció su brazo, ella lo tomó con gentileza antes de añadir – Eres todo un caballero, Dante. Agradezco todas tus atenciones, aunque espero no volver a marearme, en especial tras probar la exquisita comida del lugar al que deseas llevarme.

La joven pelirroja no podía evitar continuar pensando en las imágenes que había rememorado gracias a la música del juglar. No obstante, de alguna manera, volvía a resultarle cada vez más lejanas, como si su mente intentara cerrarse de nuevo ante los recuerdos que acababa de descubrir.

La pregunta sobre sus pesadillas la sacó de sus elucubraciones. Casi hubiera jurado que él le había leído la mente al mencionar sus pesadillas, no obstante, tras meditarlo unos segundos, llegó a la conclusión de que tan solo era una mera muestra más de cortesía por su parte – Gracias a vos… si. Llegué sana y salva a mi hogar y pude dormir el resto de la noche. ¿Y vos? – Preguntó interesada – ¿Encontraste a quien buscabas? Tengo que reconocer que la curiosidad por saber qué hacías a altas horas de la noche cuando la providencia nos unió, me está corroyendo un poquito… y te advierto que no soy fácilmente impresionable. – Finalizó con una sonrisa felina, esperando que pudiera revelarle algo de sus actividades clandestinas.

Una sonrisa pícara se plantó en su rostro cuando escucho que la pequeña huérfana le atribuía la buena noche. Por lo que se acercó a ella para susurrarle al oído. “Me alegra saber que lo que te entregue anoche ayudo a que durmieras placida.” Susurro haciendo una referencia clara al beso, aunque ella no lo hubiera hecho en ningún momento.

Aunque su expresión cambio repentinamente cuando le preguntaste sobre lo que él hacia esa noche. “Como dije buscaba a alguien importante para mí, un miembro de mi familia. A mi hermanita.” confeso pareciendo no tan ofuscado en evitar el tema como ayer. “Esa noche estuvimos discutiendo y finalmente cuando pudo se marcho de nuestro hogar a la noche sin decirme a donde iba. Por suerte no se había ido sola, pero igual me preocupaba que le pasara algo por lo que salí a buscarla. Aunque cuando nos encontramos ya habían pasado horas y supuse que ya había vuelto a casa por lo que yo me propuse hacer lo mismo. Pero al final me encontré con vos.” Le fue explicando con calma aunque sentias en el tono de sus voz que había algo de tristeza y enojo.

Sin embargo pronto encogió los hombros para parecer no estar afectado por ello. “No te preocupes, son tonterías entre hermanos. Al final volvio con unas copas encima a la casa, pero nada grave le paso esa noche y termino volviendo temprano.” Dijo de nuevo sonriendo y mirando hacia delante buscando el lugar donde irían.

La respuesta de Dante la dejó petrificada durante unos segundos mientras sus mejillas se tornaban cada vez más y más rosadas. Estaba a punto de balbucir una respuesta que la hubiera dejado en una situación aun más embarazosa si cabe, cuando afortunadamente su acompañante cambió de tema para comunicarle la razón por la que había salido de la seguridad de su confortable hogar.

Automáticamente una expresión comprensiva se dibujó en su rostro, visualizando totalmente lo importante que era la familia para aquel hombre y haciéndose una idea de lo mucho que le importaba su hermana pequeña. No pudo evitar que los recuerdos de Theo afloraran de nuevo en su memoria, embargándola de una sensación de calidez y melancolía a partes iguales.

-Espero que aquella pelea no haya roto ningún lazo entre ambos y que tan solo haya quedado en un mal recuerdo – Dijo con sinceridad– A veces las personas a las que más queremos son las que más daño nos hacen – Finalizó volviendo a sentir el vacío de la pérdida, pero a la vez una extraña calidez, fruto de la visión que había tenido hace poco, que era incapaz de comprender.

Dante no hizo esfuerzo alguno para esconder su sonrisa predadora cuando la noto muy avergonzada de su declaración, más para la suerte de ella no siguió insistiendo…al menos por ahora.

La miro luego de escuchar sus palabras achicando su sonrisa pero aun conservándola. “Lamentablemente sigue presente y probablemente dure. Ya que ha decidido irse de aquí cuando se vaya el Cardenal, por lo que tal vez seguiremos peleados toda la vida.” Dijo con un claro enojo en sus palabras incluso su enojo no habia parecido disminuir cuando hablo del Cardenal. Por lo que era claro que no era algo que deseaba pero ante la falta de continuacion en su historia podias suponer que lo dejaria que ocurriera.

Agito su cabeza pareciendo querer sacarse el pensamiento de su cabeza para concentrarse en el ahora. “Ya ves porque no te lo conté anoche.” le confeso forzándolo a que suene con humor. Por unos momentos estuvieron en silencio hasta que finalmente se dejo ver una taberna cerca de ello. “Bien, ya llegamos.”

Efectivamente habían llegado a una taberna con una calle ancha enfrente, que era provechada por el dueño que habia colocado algunas mesas fuera para los clientes. Sin embargo parecia que Dante tenia la idea de comer dentro por lo que ingresaron al local para se abordados por un ambiente cálido y con mayor orden que lo acostumbrado en demás tabernas.

El lugar tenia un olor que era una mezcla del aroma de la comida que se iba preparando, junto con algunas aromáticas que se encargaban de dejar fuera cualquier olor desagradable del otro lado del portal. Las mesas se notaban en un orden más específico que otros establecimientos donde los clientes con intensión o no terminaban moviendo las mesas y a a pesar de que el sol brillaba afuera habia telas en las ventanas que restringían en cierta forma la luz de afuera mas era algo que no terminaba de dejar a oscuras a los que se encontraban dentro.  No mucho después de que ingresaran los recibió una chica que les indico la mesa y recibió sus pedidos* antes de irse hacia la cocina.

La mesa en donde habían quedado era una pequeña en forma de la letra “D” que encontraba apoyada contra la pared. Teniendo un par de sillas que no se encontraban del todo apartadas, para que pudieran hablar en privacidad y por lo que notabas por demás parejas presentes era un lugar pensado en especial para ellos. Ya habia platos listos, junto a una vela  “Como dije la comida aca es deliciosa, sin importar lo que pidas.” Dijo ofreciéndole la silla a la joven para que se siente. “Pronto te recuperaras de ese mareo.”

Leonor se apenó visiblemente ante la imagen de la inminente separación entre dos hermanos que se querían tanto. No obstante, ante la mención del cardenal la joven pelirroja podo vislumbrar un pequeño rallo de esperanza con respecto a la misiva que debía entregarle al hombre santo.

-¿Crees que se puede disuadir al cardenal para que cambie de parecer ante la idea de permitir que tu hermana le acompañe? Si así lo deseas y puedes presentármelo, podría interceder por ti y tratar de convencerle de que es una mala idea.

Cuando por fin llegaron al restaurante, la joven huérfana quedó encantada con el aroma que desprendía el local, así como con el ambiente agradable que se percibía. Ella nunca se había podido permitir comer en un sitio como aquel, por lo que le costó reprimir la emoción y el que su boca se hiciera agua con tan solo traspasar el umbral.

No obstante, fue acompañando al duelista con la delicadeza de una señorita mientras era conducida al lugar designado para ambos, regalándole una bonita sonrisa siempre que la miraba y, cuando por fin se sentaron en aquella mesa de forma peculiar y la chica que les atendió se marchó para encargarle sus pedidos al cocinero, Leonor respondió con alegría ante las atenciones del galante caballero.

-Ya me encuentro mucho mejor. Siento haberte preocupado antes.

No había duda que la propuesta de Leonor fue una sorpresa para el duelista, que la miro evaluando en un principio si le habla enserio. Cuando estuvo seguro que era así, se acercó a ella dándole un beso en la mejilla sin advertencia alguna.

“Que dulce sos.” Le dijo ni bien sus labios se apartaron de ella. “Podría disuadirse al Cardenal, aunque no sé si vos podrás aun con toda tu belleza convencer a ese viejo.” Dijo divertido antes de ponerse más serio. “De cualquier forma es mi hermana la que tiene su cabeza en la idea de irse, por lo si quieres ayudar deberías convencerla a ella antes que a nadie o sino seguramente encontrara otra forma de viajar a Roma.” Comento con seriedad señalando el problema del plan de Leonor, sin darse cuenta que el plan venia plan venia de esa forma por otra razón.

“Me alegra, no quisiera que nada te ocurriera en mi presencia.” Dijo con dulzura aunque no era lo único que le entregaba a Leonor, ya que su mano ante la cercanía pudo llegar sin problema a la pierna de la joven.

La comida no tardó en llegar ante ellos, era claro que este era otro ambiente distinto al que Leonor frecuentaba. El pedido de Dante  era una comida venia ordenada y adornada de una forma tan preciosa que daba pena deshacerlo todo para comer. Aunque por otro lado las raciones eran chicas si las comparaba con las de la taberna que dirigía Camila. Mientras el de Leonor era tal vez un poco más ordinario en su forma de preparado, a pesar de pequeños adornos hechos con plantas pero su tamaño era el adecuado para llenarla a ella y otro más.  

El olor fue algo que impacto a ambos con fuerza, incluso dante no pudo evitar verse como si le costara no saltarle encima. Sacando su mano de la pierna de Leonor para usarla para comer. “¿Puedo preguntarte porque te intereso escuchar algo de las casas nobles de aca?” pregunto no pudiendo contener mas su curiosidad en ese asunto. “Otra habría preferido una historia de leyendas o romántica.”

Cuando Dante se quedó mirándola fijamente, la joven pelirroja temió que desconfiara de ella. No obstante, tras dedicarle aquellas dulces palabras, volvió a sonrojarse ante el piropo que le regaló. Aunque esa no fue la única razón, puesto que el hecho de notar la mano de él posada en su pierna, hizo que no pudiera pensar con claridad.

-Pe…pero entonces ¿cuál es la causa real para que quiera viajar a Roma? Por un momento pensé que era el obispo quien la había impresionado y que deseaba convertirse en novicia. – Preguntó con curiosidad deseosa de comprender la situación para poder ayudarle – Por supuesto que hablaré con ella si me lo permite, aunque no sé si querrá mis consejos.

Cuando la comida llegó, la huérfana comenzó a sentir como su boca se hacía agua. Desde luego este era un manjar con el que nunca antes hubiera podido soñar. No obstante, y pese a que sus tripitas empezaron a protestar haciendo pequeños ruiditos que la avergonzaron un poco más de lo que ya estaba, esperó pacientemente a que su anfitrión le diera la señal para empezar a comer.

Afortunadamente la comida era tan tentadora, que la mano que la turbaba dejó de oprimir su corazón, por lo que Leonor pudo comenzar su plato, tratando en todo momento de comportarse como la educada señorita que se esperaba de ella

– Cuando era niña escuché una historia sobre una casa noble local que me impactó bastante - Comenzó a relatar tratando de parecer lo más creíble posible – Pero al ser tan joven por aquel entonces, apenas recuerdo nada... Lo cierto es que tenía la esperanza de que el juglar acertara con la historia, para que pudiera hacerla aflorar en mi memoria, aunque ni siquiera recuerdo si es un cuento Veneciano o de alguna otra parte de Italia…. De todas maneras seguramente ni siquiera sea tan importante. De niños las cosas tienden a exagerarse.

“Te confundes un poco. El Cardenal no hizo esfuerzo alguno para tentarla a seguir de vuelta a Roma, pero cierto Obispo parisino de mierda….” Dijo lleno de rabia mientras le explicaba mejor la situación. “Le metió algo en la mente y no sé de qué se trata ya que ella no quiere decirme sus razones. Pero sé de una buena fuente que fue hablar con este Obispo antes de venir con esa idea.” Concluyo golpeando con los de dedos de su mano la mesa en una muestra de nervios y enojo.

Aunque pronto detuvo sus golpes y la miro con cierta resolución en la mirada. “Sería bueno que lo hicieras incluso podrías averiguar qué le pasa y contármelo a mí.” comento entusiasmado entregándole un guiño cómplice y atractivo. “Solo habría que ver como encontrarte con ella.”

Con la fineza de alguien de clase alta comenzó a comer aquella elegante comida frente a él, desarmando con cuidado el adorno. Mientras escuchaba la razón por la cual Leonor había hecho ese pedido. “Historias de casas nobles hay millones, sería un verdadero milagro que aquel Juglar difamador diera con la que deseabas escuchar.” Comento cortando con cuidado un pedazo de su plato y ofreciéndola a la pelirroja. “Prueba un poco.”

Aquel plato estabas segura que era un tipo de pescado, pero de la forma que estaba preparada con la salsa y las especias lo convertían en un plato mucho más sabroso que los pescados que había podido pescar junto con su hermano en otros tiempos.

El giovanni mientras te ofrecia algo de su plato tomo un sorvo de del vino para ambos.“No es la casa Giovanni la que te interesa, cierto? Si fuera así podría contarte mejores historias de ellos o de nosotros, como seguramente te diste cuenta con mi actuación.” Comento finalmente siendo claro respecto a familia con la joven.

-Lo siento, desconocía que se trataba del Obispo… – afirmó la joven pensativamente sin dar muestras de asustarse ante el sonoro golpe que Dante le profirió a la mesa, y regalándole una mirada cálida y llena de comprensión.

-Será un placer conocer a tu hermana pequeña, aunque desconozco que ella desee hacer una amiga nueva si está tan decidida a marchar… Aunque quizá si piensa que no me llevo bien contigo, decida acercarse a mí tan solo para contrariarte – sugirió con una media sonrisa, sabiendo que las mujeres eran capaces de cosas así cuando se enfadaban - ¿Sabes por qué fue a ver al obispo en primer lugar? Quizá pueda entenderla un poco mejor si conozco las razones – Preguntó deseando poder ayudar a que la familia Guiovanni no se separara, de una forma totalmente sincera y altruista. ¿Quién sabe? Quizá así pudiera llegar hasta el Obispo al mismo tiempo para entregarle la misiva del padre Vico, pero en esta ocasión su corazón le decía que no podía permitir que dos hermanos se odiaran para el resto de sus vidas por culpa de una pelea.

-Con respecto a mi historia olvidada hace tiempo atrás, tienes razón, pero ante el ofrecimiento del juglar no me pude resistir a probar suerte – Afirmó sonriendo justo antes de abrir la boca obedientemente para probar el exquisito manjar que su pareja le ofrecía – ohhh, ¡está delicioso! – Exclamó con alegría mientras su rostro se iluminaba.

Ante la última frase de su anfitrión, la joven pelirroja no pudo evitar dedicarle una pequeña risita cantarina antes de responder a su pregunta – Jajaja, no. No se trata de los Giovanni, aunque confieso que cuando me enteré fue toda una sorpresa. Realmente no pensé que mi galante desconocido perteneciera a una familia tan influyente en la ciudad ¿Puedo preguntar por qué entonces decidiste invitar a almorzar a alguien como yo que no pertenece a la alta cuna? Estoy segura de que pudiste deducir ese pequeño dato por cómo iba vestida la noche que nos conocimos.

Escucho tu idea y asintió en aceptación a ella. “Es una buena idea para acercarse a ella, seguro como estamos sería una forma sencilla. Aunque...” dijo reteniendo en sus labios la palabra lo suficiente para que su mano diera un recorrido agradable por el brazo de la joven hasta terminar en el hombro de ella. “Espero no seas muy cruel conmigo para hacernos ver que no nos llevamos bien.” Dijo medio en broma y más para aprovechar el momento para acariciarte que porque temiera la crueldad de la joven.

“No lo sé, es algo que no comprendo. No hay razón para que se fuera con él.” Dijo con naturalidad pero fue el desvió de su mirada que le hizo a la joven darse cuenta que le escondía algo. Pero que podría esconder el duelista que tuviera como relación a su hermana y a un obispo, para dificultar aún más la tarea a Leonor.

Dante pareció contagiarse de tu alegría sonriendo grande y mirándola con algo más parecido a encanto que a lujuria a la joven. “Lo es cierto? Aunque lo tuyo seguramente no se queda detrás.”

Entonces vino la pregunta que el hombre habría esperado si conociera mejor a Leonor, que en vez de actuar como otras aceptando lo supuestamente bueno de la vida ella preguntaba. Esa misma pregunta que le dio a otro hombre que tanto había hecho por ella.

Dejando en la mesa sus cubiertos se acomodó en la silla para tenerla de frente a él. “Podría decirte que fue por tu belleza que es tan hipnótica, sin importar tu cuna. Incluso ahora que te di comida solo lo hice para ver tu encantadora sonrisa y como brilla tu rostro.” Confeso con una sonrisa traviesa en su rostro ante admisión de aquel pequeño truco. “Pero no fue solo eso, hubo algo en tu actitud que me parecio único y muy diferente a las nobles que conozco. Eso fue lo que más me atrajo a ti, tu diferencia con tantas otras mujeres que he conocido en mi vida.” Continúo para luego sostener el mentón de ella moviéndola con delicadeza para dejar su oído hacia él. “Vos eres más sincera.” Susurro con dulzura en el oido de la joven.

Sin mas volvió a acomodarse para comer su comida, sonriéndole contento de costado, pareciendo no tener interés de saber la razón de ella para venir a verlo.