Partida Rol por web

-Depende de cómo te comportes conmigo hasta entonces – Respondió con picardía tratando en vano que no le afectara la caricia de aquel hombre sobre su piel. Para ella la situación resultaba de lo más extraña, puesto que nunca antes le había permitido tantas licencias a ningún hombre, salvo aquella vez que quedó paralizada del miedo ante el beso que le robó el misterioso enmascarado para ocultarla de los ojos del resto de criaturas de la noche que acechaban entre el gentío.

Afortunadamente no tuvo que pensar demasiado en aquel aterrador suceso, puesto que su acompañante volvió a retomar el asunto de su hermana y su relación con el obispo, ocultándole esta vez algún dato que quizá tuviera que ver con lo sucedido el día anterior en la basílica cuando fue la presentación oficial del hombre santo ante las familias nobles locales y el resto de los feligreses.

– Dicen que ese obispo es alguien con un don de palabra fuera de lo común – Comentó sabiendo que estaba en lo cierto al haber sido enviado directamente desde Paris para tratar los asuntos eclesiásticos con el Cardenal. - Puede que le causara muy buena impresión a tu hermana durante el tiempo en que estuvieron charlando, o que dijera las palabras correctas en el momento adecuado – Afirmó sin saber realmente de qué podía tratarse. - ¿Ocurrió algo malo o fuera de lo normal en la vida de tu hermana que le haya hecho tomar una decisión tan drástica? – Presionó un poco, sin saber si el incidente de la basílica pudo afectar de alguna manera a la familia Giovanni, y si aquella era la razón por la que le vio entrando clandestinamente la noche en que le vio por primera vez cuando estaba oculta bajo los bancos de madera.

-Prueba un poco. Realmente delicioso. – le ofreció primorosamente tras cortar un trocito de su plato, de tal forma que aquella porción tuviera un poco de cada uno de os ingredientes exquisitamente servidos. Acto seguido, y cuando volvió a escuchar las alabanzas que le dedicaba y aquellos dulces susurros a su oído, sus mejillas volvieron a sonrojarse de nuevo sin que pudiera hacer nada para evitarlo, y tuvo que esperar unos cuantos segundos para que su respiración entrecortada se relajara antes de responder.

-Sincera quiere decir ingenua, porque cualquiera pensaría que ese tipo de respuestas es la que toda mujer recibe cuando está a tu lado. No obstante, en esta ocasión la tomaré como verdadera, puesto que admito que me gusta tu compañía… y ese aire de complicidad que parece envolverte. Pero… ¿estás seguro de que tu hermana aceptaría una confidente o amiga que no pertenezca a la nobleza? – Preguntó inclinándose ligeramente con sonrisa felina mientras maquinaba - ¿Acaso estas pensando en la posibilidad de convertirme en una noble a sus ojos? ¿O acaso piensas contratarme para que sea su dama de compañía? Te advierto que decidas lo que decidas, tan solo intentaré ayudarte a que cambie de parecer, pero jamás traicionaré su confianza o le daré consejos en los que no creo, simplemente porque tú me lo pidas.

“Puede ser, aunque si soy sincero con vos parece uno de esos hombres con un palo atorado en su culo e incluso su forma de hablar lo confirma.” Comento riendo de su propia gracia, aunque seguía viéndose algo de enojo en su mirada al hablar de tal sujeto que por sus palabras lo ponía como el máximo causante de esta separación. Pero fueron las preguntas de ella que lo sacaron de esos dos humores para dejarlo descolocado y pensando por unos largos segundos antes de responder. “No, supongo que no.” respondio de nuevo desviando su mirada, de nuevo se notaba que escondía algo que no sacaría con solo unas simples preguntas.

Como ella abrió la boca para dejar que llevara aquel delicioso bocado. “Mmm Sabroso.” Dijo sonriendo contento, volviendo de nuevo a su actitud despreocupada de antes comiendo su bocado lentamente mientras escuchaba su respuesta a los halagos.

“En serio piensas eso? Tan poca confianza tienes en ti misma para no pensar que todas mis palabras tienes una sinceridad verdadera” Dijo con una sonrisa predadora pareciendo dejar a la comida que tanto disfrutaba en un segundo plano. “De cualquier forma en tu interior sabes que lo que digo es verdad y no hay una doble intencionalidad.” Dijo defendiéndose aunque sin adoptar un tono que pareciera imponer su opinión en ella. “Mi hermana aceptaría una amiga como vos, incluso aunque no te vistas como ahora.”

La miro por un segundo perdido, antes de darse cuenta de que hablaba. “Como dije estamos peleados asi que no creo que vayas agradarle si yo te presento a ella. Aunque tu idea de hacerte pasarte por noble es interesante.” Dijo con una sonrisa divertida que te hacia sospechar que el espadachín parecia tener una idea especial ante tu plan de ir como una noble.

Pero fue el ultimo comentario de la chica que pareció hacerle levantar una ceja. “No te pido nada especial, solo que no deseo que se vaya por una razón estúpida. Yo creo en dios y rezo antes de dormir todos las noches, pero no deseo la vida de un monje. No creo que mi hermana quiera eso para ella tampoco.” Se acercó junto a la silla hasta quedar casi pegado a ella. “¿Qué opinas vos de esa vida? Lo crees un buen camino para vivir?” pregunto curioso.

No lo pudo evitar. Una risa desenfrenada se escapó de sus labios al escuchar al Giovanni haciendo ese tipo de comentarios tan gráficos, especialmente sobre alguien perteneciente a la iglesia católica. Leonor sabía que algo ocultaba sobre su hermana, pero ya tendría tiempo de averiguar de qué se trataba.

Cuando Dante le preguntó si no tenía confianza en sí misma, su sonrisa menguó un poco al darse cuenta de que el duelista tenía razón. Ella nunca había tenido nada y jamás se había considerando nadie en absoluto. Quizá era hora de comenzar a cambiar eso, pero la verdad es que había vivido tanto tiempo siendo una huérfana sin importancia, que le costaría bastante acostumbrarse a lo contrario.

-Tu hermana tiene pinta de ser una muchacha encantadora, y estoy deseando conocerla. – Respondió finalmente justo antes de enarcar una ceja inquisitivamente ante la mirada de él – Por supuesto que es mejor que crea que no te soporto pero… ¿Qué es lo que tiene en mente mi astuto adulador? – Preguntó con curiosidad, antes de estudiar la última pregunta de Dante con respecto a si ella se uniría a la iglesia.

-Lo es, pero no creo que sea para mí. Soy demasiado rebelde como para seguir preceptos, penitencias y normas estrictas. Yo más bien amo el viento en mi cara y disfrutar del brillo de las estrellas tras escapar de mi dormitorio para contemplarlas mejor - afirmó soñando despierta, justo antes de parpadear un par de veces hasta volver a sentir que sus mejillas se tornaban de un intenso carmesí al darse cuenta de que aquello más bien eran las fantasías de una niña, antes que los anhelos de una mujer de buena cuna a la que seguramente él estaba acostumbrado.

Tal vez fue la espontanea risa de ella o cuando vio menguar su sonrisa, lo que provoco al espadachín a acercarse junto a ella aún más y pasar su mano por detrás de ella hasta tener sus dedos a un costado de ella. “No te pongas así Leonor, no me gusta verte triste.” Dijo con dulzura mientras con delicadeza acariciaba el costado de ella. “Si me lo permites te podría ayudar a que tengas más confianza en ti misma, porque de verdad te digo que una joven como vos debería estar llena de confianza en ella.” Dijo volviéndose a acercar para transmitir su mensaje muy cerca del rostro de ella, era claro que a pesar de que ella no se sentia muy linda el espadachin pensaba diferente y se lo mostraba. “Como buena veneciana.” Termino diciendo con algo de humor.

“Me alegra escuchar eso.” comento sonriendo con facilidad sin retirarse del espacio que había conseguido. “Oh, no muchas cosas…” respondió de nuevo evadiendo la pregunta, tomando otro sorvo de su vino oscuro. “Aunque siempre hay ocasiones donde una dama cumple la mayoría de edad y en esos momentos los padres las muestran a la ciudad en fiestas de gala. Puede que ella sea invitada a una de estas y vos también con mi ayuda.” Dijo pareciendo que iba formaba el plan mientras hablaba.

Tu respuesta no pareció agradarle de todo en un principio, no obstante antes que digiera algo se calmó escuchando la fantasía algo infantil que tenía para ella. Si se encontraba decepcionado por ello, no lo mostro en cambio pareció verla con más interés. “Eso suena maravilloso querida. Incluso podría conseguirte un lugar alto donde puedas ver las estrellas con algo más de cercanía.” Te ofreció de nuevo volviéndola a acariciar suavemente en el costado. “Yo también adoro la noche, es muy romántica y mirar las estrellas es una de las mejores formas de pasar la noche.”

Leonor sintió aquellas manos en su costado y de nuevo se encontró debatiéndose entre permitirle aquel acercamiento o guardar un poco las distancias. No obstante, la voz de él estaba tan cargada de cariño que le resultó imposible apartarle, e incluso sonrió tímidamente al escuchar cómo le recordaba sus orígenes.

Si él supiera la clase de vida que había llevado, entendería por qué la huérfana actuaba como lo hacía. Desde que se escaparon de las garras de Luca, siempre habían estado huyendo. Y el hecho de que su hermano no estuviera junto a ella para protegerla, hacía aun más difícil la tarea de confiar en los extraños o en ella misma según en qué determinadas circunstancias se encontrara.

No obstante, cuando Dante mencionó una fiesta de gala, los ojos de la pelirroja brillaron de entusiasmo. Se moría de ganas de asistir a un evento tan sofisticado y elegante, aunque sabía de sobra que jamás podría hacerse pasar por una noble con el escueto vestuario y las escasas pertenencias de las que disponía. – Se necesita algo más que una invitación para asistir a una fiesta como la que mencionas… lamentablemente yo no poseo los requisitos, aunque reconozco que la idea es muy tentadora. - Afirmó con ojos soñadores.

Ante la sugerencia de su acompañante sobre enseñarle las estrellas, Leonor le miró fijamente con una mirada divertida. Realmente la propuesta sonaba muy atractiva, aunque ella suponía como terminaría una situación como aquella y no estaba muy segura de sentirse preparada para ello.

-Jajaja, lo que quería decir es que no. No me gustaría una vida enclaustrada en un convento. No creo que sea la mejor forma de pasar la juventud cuando hay tantas cosas que explorar en el mundo. Personalmente opino que tan solo cuando alguien ha descubierto todas las maravillas que nos depara el exterior, debería plantearse pasar la vejez en un sitio así, ayudando al prójimo. – Respondió tratando de cambiar de tema.

El no sentir nada frenando sus avanzases fue algo que le genero una clara felicidad al espadachín, que empezaba a dejar detrás de él cualquier forma de enfado por lo ocurrido con el juglar y en parte lo que pasaba con el obispo. Por lo que con delicadeza continua masajeando el costado de la joven manteniéndola quieta solo cuando usaba la otra para acercarse un bocado o vino. Mientras le entregaba una sonrisa bastante atractiva a la joven al tiempo que su mirada no se separaban de los lindos ojos azules de ella.

“No sabía que conocías tanto de nuestras fiestas para saber los requisitos mejor que alguien que ya estado en unas cuantas.” Comento con un tono divertido, burlándose un poco de ella pero no necesariamente con el deseo de ofenderla. “Tendrías que al menos intentarlo, que mucha de las cosas tentadoras suelen ser bastante gratas. A pesar de lo que digan algunos” Dijo de nuevo mostrando una sonrisa predadora mientras trataba de tentarla bajando su mano de su costado hacia su pierna sin despegar en ningún momento su mano de la piel de ella.

“La otra opción sería que poseas una suerte casi milagrosa para encontrarte con ella cuando salga a noche a tomar en una taberna, como seguro hará de nuevo.” Dijo notándose fastidiado por aquel evento que por sus comentarios anteriores parecía no poder controlar aunque quisiera.

El espadachín le devolvió la mirada mientras esperaba su respuesta ante la propuesta de alargar esta cita, más al escuchar sus palabras se dio cuenta que habia sobrepasado la confianza que tenía en él con esa invitación. “Estoy totalmente de acuerdo con tus palabras y es en parte porque no me parece adecuado que mi hermana realice este viaje, teniendo mucho cosas que explorar en este gran mundo.” Dijo de buen humor aceptando el cambio de tema seguramente porque por compartir opiniones parecidas. “Además no es como si no pudiera ayudar permaneciendo aquí o sin convertirse en un miembro del clero. Siempre podría donar de alguna manera a los más necesitados. Es algo que podrías sugerirle.” Comento añadiendo una posible idea en el plan para ayudarla a convencer a su hermana.

La jovencita se dio cuenta de que cuantas más confianzas le permitía a su anfitrión, más confianzas se tomaba éste. De nuevo un rubor coloreó sus mejillas mientras debatía si apartarse ligeramente de su lado o si permanecer tal y como estaba, mientras su cuerpo se volvía más y más rígido de forma inconsciente.

-¿Y cómo son esas fiestas? – Preguntó, tratando de despejar su mente de la sugerencia velada que Dante le acababa de hacer al mencionar las gratas tentaciones que podían estar a su alcance – Me refería a que no creo que me permitieran asistir con el vestido con el que viste la primera vez que nos conocimos – Le aclaró con una sonrisa, dejándole bastante más claro que no disponía del vestuario adecuado para asistir a un evento tan glamuroso como el que mencionaba.

-Lo cierto es que no suelo salir a beber, por lo que sí que sería casi un milagro que nos encontráramos... aunque si desea abrazar la fe, no creo que tomar alcohol esté muy bien visto en la nueva vida que quiere para ella. – Afirmó con una media sonrisa, corroborando con ello los pensamientos de su hermano de que la vida eclesiástica no era la mejor para una dama como la que describía.

-Se lo sugeriré, y haré todo lo que esté en mi mano para que cambie de parecer… te lo prometo. – Afirmó mientras su pierna se movía de tal forma que el duelista se viera obligado a retirar la mano de su piel, pero no lo suficientemente brusco como para que se sintiera ofendido por ello.

“Son únicas en muchos sentidos, ya se dice que ningún Veneciano tiene el mismo gusto y por eso pueden variar mucho en lo estético. Diferente decorado, música y comida. Todos de una calidad muy impresionante ya que en general esa es la idea con estas fiestas, mostrar la grandeza de cada uno. Aunque es también un lugar bueno para encontrarse con la parte más peculiar de Venecia…” dijo con una sonrisa divertida deteniéndose un momento para que ella en su cabeza tratara de adivinar a que se refería. “Tal vez no lo sabes pero hay nobles que desean mucho diferenciarse de otros, otros con demasiado tiempo libre y otros que simplemente buscan atención.” Dijo sonriendo grande recordando alguna de las locuras.

Parecio tardar un segundo para recordar lo que vestías esa noche. “No, no creo que te permitan pero como estas ahora….” Dijo mientras te examinaba de arriba abajo. “Podría ser, es un lindo vestido y te queda bien. Te informo que no todos los nobles de Venecia se pueden costear telas importantes, aunque ahora que lo pienso eso les cuesta algunas invitaciones.” Comento  negando con la cabeza al darse cuenta de un posible inconveniente en su plan aunque tampoco daba un plan nuevo.

Encogió los hombros. “Supongo. Igual no es algo que piense, mi hermana tampoco es de visitar tabernas es muy tranquila, pero una prima nuestra parece que la convenció para seguirla en estas noches. Esta prima es una manipuladora y mala persona, aunque mi hermana parece no darse cuenta.” Se expresó bastante rápido y sin dudar un segundo en tirar peste a esa otra familiar.

Ante su promesa la miro y dejo que corriera su mano de la piel de ella. “Te estaría agradecido Leonor.”  Luego miro a los costados pareciendo examinar a los demás clientes que andaban en lo suyo. “Incluso haría lo que me pidieras.” Agrego lanzándole una mirada de complicidad mientras su rostro se acercaba al de ella.

Leonor permaneció maravillada escuchando las historias que su compañero le relataba sobre las fiestas Venecianas. Por un momento se imaginó allí relacionándose con todas aquellas personas de alta alcurnia mientras los manjares que allí ser servían y la exquisita música la envolvían, al tiempo que trataba de imaginar a que se refería Dante con “encontrarse a la parte más peculiar de Venecia”.

Tras suponer que seguramente cada noble tendría una excentricidad diferente, la joven pelirroja volvió a prestar atención al hecho de que podrían denegarle una invitación a causa de su indumentaria y, aunque una parte de ella le recordó que lo que estaba a punto de sugerir no era educado, su lado más impulsivo habló antes de que pudiera detenerlo.

-Supongo que si eres capaz de conseguirme una invitación y una coartada, conseguirme un vestido acorde con la situación no será un impedimento para que pueda ayudar a tu hermana ¿Me equivoco? – Dijo guiñando un ojo justo antes de arrepentirse de parecer tan descarada de haberle pedido que le regalara un traje.

No obstante, cuando mencionó a la prima que impulsaba a la joven Giovanni por el mal camino, Leonor no pido evitar compararla con cierta tabernera que la había dejado sola en aquella plaza en mitad de la noche. -Es fácil dejarse llevar por otros cuando uno está confundido. No te preocupes que también la ayudaré con las manipulaciones de su prima si está en mi mano.

Finalmente, cuando él le insinuó que haría lo que ella le pidiera si conseguía obtener su ayuda y acercó su rostro tan íntimamente a ella, un nuevo rubor se apoderó de sus rosadas mejillas antes de que pudiera darle una respuesta – Yo… No hago esto para obtener ningún beneficio. Tan solo quiero que una familia tan unida no se vea separada por algo que podría solucionarse de otra manera.

Largo una pequeña carcajada ante la petición bastante descara de la joven, lo que hacía pensar que no se molestaría con ello. “No te equivocas, podría conseguirte un vestido.” Fue lo que expreso aunque sin dar una respuesta clara por si haría aquello o no. Tal vez se lo pensaría mientras seguía charlando con ella, aun sin perder la sonrisa.

Tomando su mano cruzando sus dedos con los de ella, luego de escuchar que lo ayudaria con su prima. “Eres un angel protector para mi familia, Leonor.” La halago con un tono dulce y verdaderamente agradecido.

Entonces fueron ante sus últimas palabras que no mostro su acuerdo, negando lentamente sin separarse de ella. “Me dices eso y me pides un vestido. Creo que alguien no está siendo tan sincera como pensaba.” Comento en un tono burlón, mientras sus ojos se enfocaban en los de ella. “Pero siento que sos sincera en lo respecta a ayudar a mi familia y eso lo tengo muy agradecido. Además eres muy preciosa…” comento con calma aunque dejando una pausa clara que ese momento no deseaba completar con palabras.

Por lo que simplemente se terminó de acercar a ella tomando otro beso de los dulces e inocentes labios ella, separandolos habilmente para consentrarse en su inferior mientras le mostraba una pasión que parecía apoderarse del Giovanni tanto en su enojo como en su deseo. Era claro que no habia verguenza alguna en el hombre, que a pesar de no encontrarse solos en aquella taberna, avanzaba en ella de la misma forma que la noche pasada adelantando su cuerpo para que la joven lo sintiera lo mas cercano posible que pudiera con las ropas entremedio. 

Al pasar un buen rato juntos, que casi dejo sin poder respirar a la joven se separó solo para terminar su oración. “y creo que te amo.” Le confeso con una ligereza que mesclaba con una picara sonrisa. Aunque cuando verdadera era su confesión era difícil de determinar ahora para la joven pero su instinto la hacia dudar. "¿Un vestido azul entonces?" cambiando de tema mientras volvia a su comida como si el beso no hubiera sido nada.

Los halagos del espadachín volvieron a hacerla sonrojar puesto que realmente ella no se consideraba un ángel ni nada parecido. El hecho de que dos hermanos pudieran separarse por algo así, estando su propio hermano desaparecido, la llenaba de tristeza, por lo que, si no podía hacer nada para volver a ver a Theo, al menos lucharía para mantener una familia unida ante la adversidad.

No obstante, las palabras que le dedicó Dante poniendo en duda su honestidad, consiguieron sorprenderla tan devastadoramente, que en un principio no pudo articular una sola sílaba ni realizar un mínimo gesto cuando él volvió a besarla y le dedicó aquellas ultimas palabras afirmando que se había enamorado de ella. Simplemente no entendía qué era lo que acababa de pasar y por qué aquel hombre se había mostrado tan cruel, cuando ella había sido totalmente sincera desde un principio.

-En ningún momento te he pedido un vestido para quedármelo. Pensaba que podrías prestarme uno acorde a esas lujosas fiestas que mencionas, tan solo si los que yo poseo no eran lo suficientemente elegantes y luego te lo devolvería. – Dijo por fin mientras se ponía de pie, totalmente airada, apartándose de su contacto y evitando cualquier posible acercamiento entre ambos - ¿Cómo puedes decir que me amas si esta es la segunda vez que me ves? ¿Acaso estas jugando conmigo? Realmente he sido una ingenua al pensar que podría llegar a conocer al galante caballero que se cruzó en mi vida por casualidad, sin más pretensiones que disfrutar de un agradable almuerzo – Afirmó con las mejillas encendidas por el enfado – Esta cita ha concluido, aun así haré lo posible por ayudarte con tu problema familiar… aunque ya no tendré que fingir ante tu hermana cuando le diga que me has ofendido terriblemente.

Dicho esto, rebuscó en su bolsita las pocas monedas que tenía y las tiró encima de la mesa con desagrado justo antes de dar media vuelta y salir de allí sin mirar atrás.

El espadachín se le quedo mirando mientras ella le respondía de una forma que se notaba no había esperado a sus dulces palabras y a su beso. Entonces se dio cuenta que no se había encontrado con la mujer que estaba acostumbrado, por lo que tardo en contestarle.

“Espera Leonor…” dijo mientras se levantaba junto a ella. “El vestido de verdad no me importa, incluso te lo habría regalado.” Comento rápidamente mientras aun ella seguía dentro del restaurante.

Cuando ella se marchó que deposito las monedas que faltaban para pagar toda la comida, saliendo tras de ella. Apurando sus pasos detrás de ella para no perderla, tomando su brazo para que se detuviera. “Leonor. No soy un caballero sino un espadachín.” Le aclaro en principio mientras soltaba su brazo una vez que la tuviera quieta. “Lo del vestido fue una broma, una no muy buena al parecer. Pero no buscaba ofenderte con ello o insinuar algo que posiblemente entendiste.” Empezó a explicarle colocándose frente a ella y bajando su tono como si esperara que no se volviera un escándalo para el resto.

Entonces busco tomar sus manos. “Si te confieso que te amo, es que te creo lo suficiente especial a pesar que te conozco solo desde nuestros dos encuentros.” Una sonrisa bastante agradable se dibujó en su rostro. “¿Acaso nunca escuchaste del amor a primera vista?” pregunto con amabilidad sin parecer bromear en este momento.

El enfado de la pelirroja era tan patente que cuando él le pidió que se quedara, ni siquiera le escuchó. La jovencita se sentía tan dolida que pensaba que nada de lo que pudiera hacer o decir ahora, serviría para hacerla cambiar de opinión.

No obstante, cuando el la persiguió a la salida del restaurante tomándola del brazo y comenzó a explicarse, las dolidas facciones de la dama se suavizaron ligeramente mientras le miraba fijamente con sus ojos claros.

-Es muy fácil para un noble, reírse de la pobreza de aquellos que no tienen tanto como ellos. Te aseguro que tan solo deseaba conocerte, no que me regalases vestidos o joyas.

Ante su pregunta, la hermosa mujer de cabellos de fuego quedó momentáneamente desorientada antes de reflejarse en sus cálidos ojos castaños para añadir – Aun soy muy joven y, aunque deseo creer en ese tipo de amor, creo que no lo reconocería si lo tuviera delante… lamento si esperabas otra respuesta. – Se sinceró, no queriendo ofenderle, pero dejándole claro que aun no había sentido nada parecido al estar a su lado.

-Comprendería que te cansaras de mí, aunque si deseas que ambos podamos conocernos mejor, tendrás que esperar a que solucionemos el asunto de tu hermana. Mientras tanto, tan solo seré la mujer inaccesible que no ha caído aun a tus encantos. – Finalizó con una sonrisa felina, dejándole totalmente claro que le haría sufrir si deseaba conseguir su amor.

Se quedó respetuosamente callado ante las primeras palabras de ella, un leve asentimiento mostraba que daba cierta razón a la pequeña damita. “Nos reímos mas fácil, pero no siempre para burlarnos.” Trato de justificarse con calma.

Por un momento pareció que la desorientación de ella le dio algo de confianza acercándose a ella y dándole una sonrisa pícara, que termino guardándose ante la respuesta que le dio la pelirroja. “No, no pasa nada.” Comento comprensivo manteniendo la distancia. “Tal vez es la falta de experiencia que veo de vez en cuando en ti…” atino a sugerir siguiendo la línea de justificación de que era joven.

Entonces escucho lo último que tenía que decir ella, provocándole una sonrisa de nuevo predadora cuando vio la felina de ella. “Si es lo que deseas…” dijo con sumisión y una inclinación casi teatral. “Aunque no pienses que me rendiré fácilmente Leonor. Olvidare a cualquier otra mujer, excepto a mi hermana claro está, para concentrándome en vos mi brillante dama escarlata.” Fue una promesa y también juramento del espadachín con ella. “Ya verás que al final seré yo quien reciba un beso tuyo sin que pregunte.” Agrego guiñándole de forma cómplice hacia el juego que proponía ella.

Sin más palabras dejo que unos segundos pasaran durante los cuales pareció quedarse perdido mirándola a los ojos. “Entonces…¿Qué deseas que hagamos ahora?” pregunto curioso de lo que planeaba ella ahora.

-No todos los nobles son como tu – Consiguió decir con convicción – He sufrido la crueldad de muchos.

Cuando el excusó su respuesta atribuyéndola a su falta de experiencia, Leonor casi se sintió ofendida de nuevo. Odiaba que alguien insinuara que era demasiado joven como para no saber sobre el mundo, a pesar de que ese alguien pudiera o no tener razón, ya que los impulsivos adolescentes siempre pensaban que podían valerse por sí mismos sin necesidad de ayuda. No obstante, se lo pensó mejor y prefirió guardar silencio para centrarse en la siguiente frase que le dedicó.

-Veremos cuanto tiempo eres capaz de aguardar por mí. Estoy segura de que ese enamoramiento no durará tanto. – Respondió con una sonrisa mordaz tratando inconscientemente de provocarle.

Acto seguido meditó la pregunta que le realizó antes de contestarle – Bien, he de marchar ya, aunque si lo deseas puedes decidir donde y cuando nos reuniremos para ese encuentro con tu hermana… Realmente no se si quieres que nos veamos antes para ultimar una coartada, o si prefieres que nos encontremos el mismo día en que la conozca. – Finalizó dando por zanjada su extraña cita.

“Es un pasatiempo para algunos.” Confeso mostrándose algo incómodo de admitirlo, aunque por el conocimiento de Leonor bien podría estar diciendo una verdad innegable de los pasatiempos de estos nobles.

Al verse de nuevo desafiado por aquella respuesta mordaz se dispuso a responderle, aunque rápidamente mordió su labio tal vez por no pensar buena su respuesta inmediata o para pensar mejor. De cualquier en su mirada se veía la intensidad de un desafío aceptado. “Nunca subestimes el amor de un hombre.” Termino diciendo sin agregar mas.

Encogió los hombros. “Faltan unos cuantos días para la fiesta y el cardenal no se ira pronto, aún tenemos días para encontrarnos….Además no deseabas que te consiguiera un vestido?” pregunto con una sonrisa pícara. “Necesitaría tu presencia, para ya sabes la medición de tu cuerpo… para el vestido.” te recordo aunque por el tono sentias algo de desconfianza en la acentuacion de sus palabras, pero lo que la pequeña debia preguntarse era si habia otra forma de conseguirse uno.

Leonor ensombreció su rostro al recordar los días que pasó en aquel orfelinato y como el señor Vestini había intentado usarla como moneda de cambio para divertimento de la familia Mondavi. Si su hermano no la hubiera sacado de aquel lugar, lo más probable sería que hubiera acabado sus días siendo usada para el disfrute de Angelo y Selena Mondavi o de algún otro noble baboso, hasta que se cansaran de ella y la tiraran como una muñeca de trapo. No obstante aquí estaba, mirando directamente a los ojos de un miembro de la familia Giovanni, mientras él se disculpaba abiertamente y le confesaba su amor… Realmente aquella escena es lo último que hubiera podido esperar en toda su vida.

-Eres un bandido incorregible – Respondió por fin ante la sugerencia de tomar las medidas de su cuerpo para el vestido – Primero intentaré encontrar por mí misma una prenda digna de una fiesta como esa, y si no consigo dar con ella, entonces te pediré ayuda – Respondió con un tono divertido mientras se mordía el labio inferior de forma inconsciente.

-Ha sido una agradable velada. Acudiré a esta plaza de nuevo dentro de dos días a la misma hora para comunicarte si he tenido éxito en mi búsqueda. – Finalizó a modo de despedida mientras le tendía la mano para que este la besara – Tengo que reconocer que eres alguien interesante... Dante Giovanni.

Sonrió grande aceptando su respuesta ante la sugerencia para hacer las medidas como un halago. Aunque su sonrisa se calmó un poco cuando ella le comento su plan, pero no parecía molestarle en lo absoluto. Posiblemente porque pensara que terminarías volviendo pidiéndole ayuda. “Como desees…” dijo bajando unos centímetros su mirada para observar tus labios antes que volver a tus ojos con mayor intensidad.

El espadachín asintió una vez y luego se agacho caballerosamente mientras tomaba la mano de la joven y plantaba un cálido beso en ella. “Me agrada que le haya gustado esta pequeña cita, para mí fue todo un placer.” Dijo aun con la cabeza cerca de su mano y mirándola por abajo. “Llámame solo Dante, Leonor.” Le pidió dándole un guiño cómplice mientras se volvía aparar derecho.

Con esas últimas palabras la cita llego a su final, ganándole a la joven algo que tal vez no habia buscado pero una parte suya no podía rechazar. Aquella invitación a una fiesta noble parecia un sueño demasiado bueno para ser verdad pero tal vez la suerte de la pequeña comenzaba a cambiar.