Partida Rol por web

De nuevo rio de esa manera aristócrata que había mostrado antes, ante tu repetición de sus palabras. “Es lo justo doncella mía, no tengo la intensión de interrogarte de cosas que desee mantener para ti. Dejándote a ti lo que quieras contarme.” Respondió de forma amable mientras avanzaban.

El hombre se había quedo viendo a los artistas, riendo levemente con algunas de sus piruetas más humorísticas. Por lo que cuando recibió la respuesta de la joven pareció en parte ponerse serio, al menos eso dejaban ver sus ojos oscuros que no se apartaron de ella por un momento como meditando que hacer contigo. “Mejor vayamos juntos, será mejor para que puedas elegir que vino es el que deseas.” Comento aunque no esperabas que hubiera una selección tan grande como quería hacer ver el sujeto.

Su brazo pareció en un movimiento elegante y extrañamente nada forzado enredarse en el tuyo, talvez adivinando las intenciones que tenia ella en su cabeza. “No huyas doncella…” le pidió de una forma parecida a la anterior que hacía difícil, sino casi imposible no obedecerle. “Sé que puedes estar nerviosa con un extraño, ya que uno nunca sabe qué clase de persona se encontrara tras el rostro que muestran o bajo la máscara que ahora utilizo. Pero a la vez debes admitir que es algo emocionante descubrirlo junto al posible beneficioso de conseguir una amistad o aliado de toda la vida.” Le intento calmar comparando este encuentro como uno normal que pudiera tener en cualquier momento Leonor.

Pero claro este no era un encuentro normal, aunque Leonor no supiera aun porque el enmascarado se lo dejaría un poco más claro en ciertos pedazos. “Aunque eso no es algo que deseo del todo ahora, sino que quiero una noche donde dos extraños tengan una velada encantadora y posiblemente nunca más se vean en toda la vida. Acaso eso es demasiado pedir?” pregunto observando esperando su respuesta, dejando ver una mirada tranquila sino algo fría en su falta de emociones que transmitía.

Leonor se sintió desfallecer cuando, por alguna extraña razón, le fue imposible irse corriendo del lugar en el que se encontraba. Aquel hombre mostraba ante ella una presencia y una fuerza que tan solo había sentido cuando era pequeña y Luca Vestini se dejaba ver en el orfanato para imponer su autoridad entre los niños. Pero ella era muy pequeña entonces, y todo había quedado relegado a un lugar del pasado muy recóndito en su mente, por lo que no entendía en absoluto qué le estaba sucediendo.

Contemplar impotente como el extraño enmascarado entrelazaba su brazo con el suyo, hizo que su corazón se acelerara, mientras la jovencita casi sentía ganas de llorar. La situación había pasado de ser incomoda a resultar inquietante y amenazadora, por lo que, armándose de valor y haciendo acopio de toda la fuerza de voluntad que aún le quedaba, se soltó de aquel agarre mientras decía.

-Lo lamento y no deseo ser descortés, pero no se trata solo de lo que vos queráis. Os he dicho que he de irme ya, por lo que os ruego que busquéis otra pareja de baile para esta noche de entre las numerosas damas que pueblan la plaza… No soy tan refinada como para que vuestra velada sea encantadora, y estoy segura de que podéis probar suerte con alguien que se deje engañar más que yo. Un placer conoceros. Dicho esto, le dio la espalda dispuesta a retirarse si podía, aprovechando la oscuridad para alcanzar su cuchillo por si la situación se descontrolaba.

Si aquello no funcionaba y el extraño desconocido atentaba contra ella, pensaba gritar a pleno pulmón para que quien estuviera cerca corriera a socorrerla, aunque esperaba no llegar a esos extremos.

Ni bien se soltó noto como sus ojos se volvieron aún más fríos y por un instante se marcaron llenos de ira, pero cuando el instante paso parecieron de nuevo fríos mientras escuchaba las palabras de ella.

“Sin embargo lo estás siendo, no vine con ninguna otra intención que bailar con usted. Ni siquiera deseaba llevarla a mi cama si eso es lo que la aterroriza…” comento conservando el tono frio de él, en un volumen bajo claramente no queriendo que demás gente se escuchara lo que decía. “Me importan poco las demás damas, yo deseaba bailar con usted y nadie mas, pero si usted me acusa de haberla engañado sin razón alguna entonces seré quien se ofenda.” continuo con un tono que no salía de la frialdad en ningún momento y que en parte lo hacía más aterrador que si habría sido dicho de una forma más pasional.

“Si quiere marchese, pero eso será un error grave de su parte.”  Finalizo cruzándose de brazos.

Leonor podía retirarse aunque no corriendo, si ella así lo deseaba. El sujeto no la seguiría, aunque clavaria miradas de odio en todo su cuerpo que la joven sentiría como puñales.

La joven huérfana se le quedó mirando intensamente, quizá con la misma fuerza que él lo hacía con ella. Durante todos los años de su vida había aprendido a plantar cara a las adversidades, y aquel desconocido, por muy elegante que fuera, no iba a hacerla sentir culpable de ninguna de las maneras.

Por ese motivo, un fuego helado se reflejó en sus intensos ojos azules al tiempo que le respondía sin pensar en las consecuencias como era habitual en ella – ¿Acaso es esto una amenaza? ¿Tratáis así a todas las mujeres con las que deseáis bailar cuando os rechazan como yo lo he hecho? ¡No os conozco de nada! Deberíais cuidar un poco vuestras formas, porque si lo único que pretendéis es bailar, de esta manera tan solo lograréis es espantar a todas las damas que se acerquen a vos. ¿Un error grave por mi parte si me marcho? Más bien parece lo contrario, puesto que con esta actitud me recordáis demasiado a un señorito mimado al que nunca le han negado nada. Su rostro se había encendido con el carácter que siempre la caracterizaba, hasta que se dio cuenta de que quizá sus palabras era más producto del temor que aquellos oscuros ojos le proferían, que de una amenaza justificada.

Tardó unos segundos en calmarse, antes de intentar enmendar lo que acababa de decirle, aunque sabía que seguramente no podría, por lo que, con una sonrisa de disculpa, afirmó – Disculpad mi descortesía. Tenéis razón en afirmar que he sido descortés, pero creedme cuando os digo que no deseáis conocer a alguien como yo.– Explicó algo triste y dubitativa sintiéndose flaquear ligeramente. - No os rechazo porque me considere mejor que vos, sino todo lo contrario. No creo que os merezca la pena pasar tiempo conmigo… además de pobre, soy demasiado sincera.

Mas el fuego helado que bramaba de los ojos de la joven no pudo equivalerse ante la mirada fría del sujeto y aún menos intimidarlo. Aunque pareció ocurrir un efecto contrario donde los ojos oscuros del hombre brillaron con un renovado interes hacia ella.

“Es una advertencia. Una que no he llegado a tener que dar a demás mujeres, solo a ti.” Aclaro con la frialdad que seguía adoptando, dejando claro a ella cuál era su verdadera faceta de él. “Es como dices no me conoces de nada…y no sabes lo que vivo en mi país natal para que venga alguien a compararme con un señorito mimado. Mas es mejor no hablar esas cosas en este momento.” Dijo cortando en seco una posible oportunidad para ella de saber mas sobre su origen y vida detrás de su anonimato.

Parecía que su discusión había atraído la atención de algunas personas. Algunas cuales se reían de ambos o solo del sujeto, al cual burlaban por ser rechazado por una joven y de su falta de coraje para hacerla obedecer. Otros solo miraban con gestos neutros y sin decir palabra alguna, curiosos por el desenlace de esto. De los que no habían era de gente que interviniera, pero tal vez la atención que habían recibido no era la suficiente para que estos últimos aparecieran.  

Entonces los ojos se desplazaron de ella como ignorando las disculpas y demás palabras para concentrarse en los hombre que lo burlaban. “Si merece la pena o no es algo que decidiré yo…De cualquier forma tu pobreza u honestidad no es algo que me desaliente.” dijo recobrando un poco de la calma y soltura de antes, pero aun sin mirarla como si se estuviera encargando de gravar las caras de los graciosos. Finalmente cuando volvió a ella, se agacho para quedar a la altura de su rostro. “Yo también he sido descortés y aunque bastante osada, has tenido razón en varias de las palabras que has dicho. Mi forma no era la correcta para con una doncella y por eso pido disculpas, junto a una oportunidad para enmendarme.” Se disculpó al momento que volvía a la actitud cortes con la que había empezado aquel encuentro, pero de cualquier forma quedaba en la huérfana si fuera suficiente para perdonar y hacer como si lo anterior no había ocurrido.

Leonor tenía que haber seguido su instinto y haberse alejado de allí lo más rápidamente posible. No obstante, la curiosidad le pudo por encima del sentido común desde el momento en que aquel hombre mencionó que era extranjero, a pesar de que aquel tono autoritario y aquella actitud suya, resultaban de lo más inquietantes.

-Sigo sin saber en qué consiste dicha advertencia, aunque he de decir que debéis haber estado con damas excesivamente complacientes e insulsas, si ninguna os ha dicho lo extremadamente irritante que sois. - Bromeó con una sonrisa y un brillo más relajado en sus azules ojos, mientras fingía cruzarse de brazos divertida para poder guardar a escondidas, la daga que había sacado en caso en que tuviera que defenderse.

La pelirroja fue consciente de que varias personas les miraban y, a pesar del bonito vestido que portaba, supo al instante que nadie se arriesgaría para ayudarla en caso de peligro, e incuso se atrevía a aventurar que alguno de los presentes hasta podría causarle más problemas. No obstante, no perdió detalle a la intensa mirada que el desconocido imprimía en todos y cada uno de los integrantes de la plaza, como si él solo fuera capaz de ajustar las cuentas con los agraviadores en un futuro no muy lejano.

Finalmente, aquellos pensamientos fueron relegados a un segundo plano, cuando Rurik se agachó hasta que sendos rostros quedaron a la misma altura, para pasar a disculparse con galantería, dejando atrás aquella mirada fría que había mostrado segundos antes. Sin que pudiera evitarlo, las mejillas de la huérfana volvieran a colorearse de un rojo intenso antes de que le diera tiempo a reaccionar. ¿Qué era lo que le pasaba? Ella jamás se había sentido tan abrumada en el pasado, y no estaba segura de la razón, pero aquel hombre hacía que sintiera un cosquilleo en la columna vertebral que era incapaz de explicar.

-No pensé que mi honestidad o mi falta de riquezas os desalentara, sino más bien supuse que perderíais el interés. – Comenzó tratando de sostener la mirada del caballero e intentando recobrar la compostura – Bien, si os gusta mi honestidad os diré que no he sido ni la mitad de osada que vos… y que aun sigo sedienta. – Demandó mientras le tendía la mano esperando no arrepentirse por aceptar su compañía y su invitación, por encima de lo que la racionalidad, le dictaba.

Rio educadamente  siguiendo la broma de la joven, ignorando la mencionada advertencia para poder dejarlo detrás de ellos en la conversación. Se notaba que había visto los distintos cambios en la actitud de ella cuando se disculpó, pareciendo que sus ojos oscuros sonreían complacidos.

“Parece haber demasiado en vos, para que termine perdiendo mi interés…doncella.” Respondió mientras se volvía a levantar adecuadamente, dejándolos de nuevo la diferencia de alturas entre ellos. “Ser osado me ayudado de vez en cuando y seguramente a ti también te ha ayudo cuando debía…” respondió seguro de sus palabras mientras tomaba su mano, como si el mal momento de antes no habría pasado. “Entonces vayamos a probar el vino que se nos ofrece.”

Se acercaron juntos ignorando las últimas palabras de ciertas personas decepcionadas con el desenlace de su conversación. En el puesto los esperaba un señor mayor con apariencia de posadero que se encargaba de repartir la cerveza y el vino hacia la gente. Como habías podido ver antes no había demasiadas posibilidades en las elecciones dejándoles simples elecciones en los vinos y cervezas. El enmascarado término pidiendo vino para ambos, aunque este fue servido en unas jarras metálicas de cervezas para ambos. Luego de recibir las monedas, les deseo una hermosa noche antes de pasar a otro cliente.

“Podría ser peor…” pareció murmurar para sí mismo. “Toma un poco…” dijo soltando tu mano y acomodando su máscara para tener los labios libres. A primera impresión se lo veía algo pálido al sujeto, aunque lo que más te llamo la atención fueron los lindos labios que tenía. Se tomó un trago de su jarra y volvió a acomodarse con cuidado la máscara. “Pruébalo, está bueno.” Le aseguro.

El vino era bueno con una calidad que no era la mejor pero era lo suficiente buena para contentar a todos los presentes en esta gran fiesta. Era muy dulce y lo bastante refrescante que pronto fuera acabado y los clientes dejarían rápido de estar sobrios.

La joven no entendía por qué el desconocido se había fijado en ella en primer lugar, y por qué insistía tanto en mantener su compañía. No obstante, pensó que, por mucha desconfianza que sintiera, siempre y cuando permaneciera rodeada de gente, estaría relativamente a salvo. ¡Además! Disponía de su daga para protegerse.

-Además de ser osado estáis algo ciego, puesto que os aseguro que no hay gran cosa en mí que merezca demasiado la pena – Afirmó sonriente mientras se encogía de hombros y le acompañaba – Aunque he de decir que hay una cosa en la que tenéis razón: Ser osada me ha ayudado en más de una ocasión… pero he de reconocer que me ha metido en problemas aun mayores en el resto de ellas. – Explicó con humor mientras que aceptaba la jarra metálica repleta del dulce vino que le tendía.

Mientras degustaba su bebida, Leonor no pudo dejar de mirar con interés aquellos hermosos labios que parecían pincelados en mármol blanco. No sabía si se trataba de la luz de las velas de la plaza, pero jamás había contemplado antes a una persona tan pálida, y supuso que sería aquella costumbre extranjera de la nobleza que consistía en evitar que la piel entrara en contacto con el sol para parecer aun más refinado.

A pesar de la sed que tenía, se dijo a sí misma que no debía apresurarse en tragar, puesto que sabía lo poco acostumbrada que estaba al alcohol y necesitaba sus cinco sentidos para lidiar con aquel misterioso acompañante.

- ¿Y bien? ¿Tenéis alguna sugerencia? - la huérfana supuso que, transcurrido algo de tiempo, quizá bailando volviera a ver a Donna y a las otras chicas, por lo cual tendría una excusa maravillosa para volver a la taberna sin que Rurik se sintiera ofendido.

Tal vez en un futuro la huérfana entendería mejor sus razones por tener tanta atención en ella o tal vez nunca lo haría y se convertiría en uno de los varios misterios que rodeaban la vida de la colorada. Pero tal vez su osadía le conseguiría su respuesta esa noche, donde estar rodeada de gente le generaba más seguridad que en otros momentos de su vida.

Dio una pequeña carcajada “Me parece raro que nunca te hayas visto en el reflejo de alguno de los canales que hacen famosos a esta ciudad. Cuando lo hagas te darás cuenta enseguida que hay cosas en ti que valen mucho la pena.” Comento en un tono bajo, acariciando delicadamente la mano que ahora sostenía.

Luego de tomar su trago y acomodar su máscara la miro y negó. “No te equivoques. Él problema no es tuyo si no de los demás.” Le dijo como si le estuviera aleccionando una realidad que ella había parecido no darse cuenta. “Hay gente que espera que temas o que te arrodilles, que seas osada les sorprende.” Agrego observándola fijo mientas bebías mesuradamente.

“Beber bastante hasta que estemos satisfechos y más relajados antes de bailar de nuevo. Luego repetir esto hasta que se acabe la noche.” Respondio con simpleza y pareciendo en ese momento de lo menos formal posible. “Podemos hablar mientras…de lo preciosa que eres con ese encantador vestido hasta que comprendas que mis ojos funcionan como deben o incluso mejor.” Comento con tono parecido al misterioso de nuevo tomándola de la mano y poniéndose frente a ella, casi pegada a ella.

Leonor no era una chica facil de adular, por lo que, tras reponerse de la intensa impresion que ese hombre le producia, se dijo a si misma que no se dejaria atrapar por sus hermosas palabras y que contraatacaria con elocuencia... siempre que le fuera posible.

-Quiero creer que lo que merece mas la pena de mi, no se ve reflejado en un canal, pero agradezco el cumplido - Afirmo con una sonrisa mientras le daba un suave sorbo a su bebida. - y con respecto a la osadia, es bastante mas facil decir eso si eres un hombre... Las mujeres tenemos bastante mas restricciones.

la joven pelirroja decidio ignorar el hecho de que el enmascarado pretendiera embriagarla tanto con sus palabras como con la bebida, para centrarse en las preguntas que le hacia.

-Tambien podemos hablar de vuestra procedencia y que es lo que os ha traido a Venecia - coontrataco a pesar de que su corazon latia increiblemente rapido al sentir la proximidad de su rostro.

Asintió a sus palabras tranquilo. “Yo también lo creo pero para estar seguro necesitaría que hablemos y vos me dejes la oportunidad de conocer más de tu personalidad.” Respondió comprendiéndola a donde quería llegar, por lo que deliamente le pedio que hablara más de ella. “Eso es verdad tenemos más posibilidades de ser osados, sin embargo siguen existiendo mujeres osadas como vos que no dejan que aquellas restricciones las detengan. O es que pensaste en ellas cuando me respondiste con tanta ferocidad antes?” pregunto con un tono divertido mostrándole que está siendo algo hipócrita en ese instante.

De nuevo se corrió la máscara y pareció tomar con algo de más moderación como se encontraba haciendo Leonor. Al parecer su idea sería que se emborracharan a un ritmo parecido, aunque con la diferencia de tamaños Leonor empezaría a sentir los efectos primero.

“Yo vengo del Reino de Hungría, si es que se lo puede llamar reino con lo poco unificado que se encuentra.” Comento con algo de desagrado al final, aun con sus labios descubiertos. “Comerciar. Como la mayoría de la gente que vine de afuera.” Contesto dejando ver su sonrisa tranquila que parecía volverlo un poco menos intimidante al dejarte ver ese gesto, especial porque parecia diriguida solo a ella la sonrisa. “Imaginabas algo diferente?” pregunto curioso ahora si tapándose la parte baja de su rostro.

Aun con la jarra en la mano empezo a rodear hasta que esta terminara en la espalda de ella y acomodando bien su mano con la cual tomaba la de la joven, comenzo a moverse de un lado a otro como el inicio de una danza que esperaba que hicieran mientras tomaban y hablan.

La joven pelirroja miraba hipnotizada el movimiento de aquella máscara que ocultaba el rostro de su acompañante, permitiéndole de vez en cuando contemplar unos perfectos y dibujados labios. Se encontró así misma imaginando como sería, aunque una parte de ella le dijera que era mejor de esta manera, puesto que así se olvidaría pronto de él cuando la fiesta concluyera. Realmente no quería contarle nada de su vida, puesto que para ella no había nada interesante que pudiera revelar o de lo que pudiera sentirse orgullosa. Por todo ello se limitó a contestar con honestidad, cuando él hizo alusión a su osadía.

-¿Sabéis? Las restricciones tienen a diluirse en el momento en que no se tiene mucho que perder, y es más fácil ser atrevido cuando uno se siente acorralado. ¿De verdad queréis recordarme lo terriblemente incisivo que fuisteis? Pensé que deseabais dejar ese asunto a un lado para disfrutar de la velada. – Alegó con un guiño divertido, que dejaba bastante claro que no se retractaría de sus palabras bajo ninguna circunstancia.

Cuando Rurik le reveló su procedencia y la razón de su visita, Leonor se sorprendió por unos instantes. Hungría estaba bastante lejos de allí, por lo que el viaje seguramente habría sido agotador. – Cuando afirmasteis que no sabía nada de vuestras circunstancias como para llamaros señorito mimado, no me imaginé que fuerais comerciante. Sino, más bien, alguien que ha acudido a Venecia, quizá obligado por motivos de la llegada del Papa… ¿Sois de Budapest? Tengo entendido que tanto Buda como Pest son un cuento de hadas atravesado por el Danubio.

Iba a añadir algo más, cuando sintió aquellos brazos rodeándola junto a la proximidad de su cuerpo. Un nuevo estremecimiento recorrió su columna vertebral, y se encontró a sí misma disfrutando de su perfume que se entremezclaba con la música a cada paso que daban. Sin saber muy bien si estaba haciendo una locura al permitirle aquello, Leonor se dejó conducir al ritmo de él, de nuevo hacia la pista de baile.

“Tienes razón en todo, parece que la calle te ha dado una gran sabiduría.” Le halago dejando el tema de la osadía para otro momento, si que ese se presentaba en esta gran ciudad. Aunque el hombre lo dudada tenía mucho que trabajar y esta noche posiblemente seria su única para disfrutar.

“La llegada del papa? Había escuchado que acá solo vendría un cardenal…” comento encogiendo los hombros como si realmente no importara. “Igual el Papa nunca dirigiría mis rutas, a menos claro que pase lo que todos rumorean.” comento con algo mas de seriedad, tal vez refiriéndose a la guerra con emperador. "Soy un hombre religioso como el resto, pero razon de venir en esta ocacion son negocios que debere atender estos dias. Por eso en parte no deseo separarme con usted, ya que esta bien podria ser mi unica noche con usted." le explico mirandola fijo en sus ultimas palabras pareciendo examinar que le parecia eso.

“Me mude hace unos años a Budapest, pero aun así no puedo decirte si es como un cuento de hadas. La verdad nunca había escuchado que lo describieran de esa manera…” comento divertido poniendo su concentración en el baile cuando vio que ella lo había seguido en su deseo de danzar. “Tal vez porque nuestros cuentos de hadas no sean como los de ustedes.” Comento siguiendo divertido en ese detalle, deteniéndose luego de unos cuantos cuantos movimientos una vez el cantante terminara.

“La ciudad es hermosa como seguro imaginas, incluso tal vez mucho más hermosa si miras alrededor de esta. Casi como si fuera un oasis en el desierto. Ademas sigue creciendo de una forma que ningún mortal puede detener y pronto podría convertirse en una segunda Venecia o tal vez algo mejor.” Dijo marcando cierto orgullo en su voz, aunque buscara provocar un poco el orgullo que tanto abundaba en cada estado italiano.

Sin una larga introducción se oyó desde un escenario como la próxima en cantar sería una mujer. Entonces comenzó una nueva música para seguirla, mientras su voz entrenada parecía llegar a todos los puntos de la plaza. La voz melosa de la mujer parecía responder al hombre enmascarado, hablando de su amor por esta bellísima ciudad.

El hombre se había corrido de nuevo la máscara para beber pero al último momento no lo hizo, decidiendo en cambio beber un poco más. “Desearías visitarla?” pregunto acercándose aún más hasta sentir el aliento de él llegar a tu oído.

La pelirroja intentó beber lo menos posible para evitar bajar la guardia ante los cada vez más numerosos halagos que recibía por parte del desconocido, por lo que decidió no darle demasiada importancia cuando él le dió la razón mientras hablaba, haciendo alusión a su sabiduría. Desde luego prefería no decirle que su hermano se había preocupado en hacer que estudiara durante años con todo libro que caían en sus manos, ganandose incluso algún castigo en el orfanato por llevarse algún libro de las habitaciones del cuidador.

No obstante, cuando mencionó al Papa en lugar de al Cardenal, fue cuando Leonor se dió cuenta de que quizá había tomado más vino del que pensó en un principio, lo cual hizo que sus mejillas volvieran a sonrojarse ante su error.-Si... me refería al Cardenal... siento la confusión. - se excusó esperando que ninguno de los adyacentes lo considerara una falta de respeto ni nada parecido - yo también espero que dichos rumores no ocurran jamás... por el bien de todos - confesó con una expresión algo triste - ¿Que tipo de negocio tenéis, Rurik? - Preguntó con un creciente interés.

Mientras esperaba su respuesta, la mente de la jovencita voló momentáneamente a aquella ciudad que una vez estudió cuando se topó con el libro adecuado - Según tengo entendido, los edificios son altos y puntiagudos, pincelados de hermosos y colores, y el río que atraviesa las dos mitades de la ciudad es donde van los amantes a jurarse amor eterno - Afirmó soñadora, antes de darse cuenta de que el vino la había hecho hablar demasiado y quizá el desconocido se tomara su comentario con un doble sentido. Por todo ello, ante la pregunta de si deseaba ir algún día, la dama se apresuró a contestar algo acalorada al sentirlo cada vez más cerca de ella - No... no... tan solo creo que haya una ciudad más hermosa que venecia, y está bastante más cerca que Budapest... Siento ser tan sincera - Afirmó con una sonrisa, refiriendose sin lugar a dudas a la hermosa Florencia, joya del norte de Italia.

Dicho eso, se separó ligeramente de el, para recuperar un poco de su espacio y poder centrarse en escuchar con detenimiento la hermosa voz de la cantante que deleitaba a los presentes en la plaza... Se sentía bastante mareada tras darse cuenta de que había bebido más de lo que deseaba al no disponer de agua para paliar la sed que el baile le ocasionó, pero ya no había nada que pudiera hacer.

Una pequeña salió por debajo de la máscara un poco después de que ella se corrigiera, aunque tal vez tenía más que ver con su coloración. “No te preocupes…” dijo mostrar la poca importancia que le daba a su error, que en si era la misma o un poco más que la de la gente a su alrededor. “Exporto bienes desde Hungría, ya sabes comida desde carne hasta vegetales y bebidas mayormente cerveza…” Le respondió no pareciendo demasiado entusiasmado de hablar de sus negocios. “Probablemente termines comiendo o bebiendo algún dia algo de que he traído, aunque probablemente no lo sepas. Por lo demás también tengo algunas inversiones en la creación de vidrios.”

El hombre pareció ser llevado por tus palabras a encerrarse un tiempo en su cabeza, como si soñara junto a ella mientras bailaba. “No sé dónde lo leíste o escuchaste pero eso como dices. Los colores son hermosos y llamativos en esta temporada, junto a las flores que suelen crecer junto al rio suele formarse un hermoso cuadro. Ademas de único porque las demás ciudades no fueron construidas de esa manera, ni siguen su tipo de construcciones.” Afirmo pareciendo ignorar el lado mas romántico de las palabras de la joven.

“No te disculpes, me gustas cuando hablas de esa manera. Tanto como cuando eres osada, me haces recordar a alguien en mi país. Una joven de la que estaba profundamente enamorado…” le confeso dejándole el espacio que ella deseaba, aunque con la mano de él cerca de la cadera de ella no era lo suficiente. “Disculpa no es buen momento de hablar de eso, son historias tristes.” Dijo rápidamente al parecer la bebida también hacia cierto efecto en el gran sujeto.

“Puedes decirme esa ciudad te parece mas bella? Y la razón que lo pienses asi? Me gustaría saberlo” pregunto claramente interesado, se habia sorprendido cuando ella no había concedido hermosura a otra ciudad que no fuera Venecia, pero podía tratarse que las observaciones de ambos para jugar lugares eran bastante distintas.

La mujer siguió cantando con su hermosa voz una vez más guiando a los bailarines, que no eran pocos, a danzar con una elegancia que algunos no se habían imaginado en sí mismos pero al parecer la demás gente, la bebida,  la música y la voz de la mujer lograban cautivar a todos los presentes para que siguieran su ritmo a pesar del posible cansancio de cada uno. Aunque no era lo primero que comenzaba a notar la joven huérfana cuando veía parejas besándose sin pudor cerca de ella, preguntandose a si misma cuanto faltaria para que el hombre intentara lo mismo ya que nunca arreglo su mascara para ocultar de nuevo sus labios.

La jovencita observó la sonrisa de su acompañante tratando de discernir qué significaba. No obstante, la máscara que él portaba, le impedía bastante realizar cualquier tipo de elucubración, por lo que se centró en las explicaciones sobre lo que comerciaba y se encontró pensando que seguramente aquel hombre sería extremadamente rico.

¡Qué injusta era la vida! Ella tenía que dormir con la incertidumbre de que posiblemente no tendría nada que comer al día siguiente, y otros, en cambio, se mostraban algo hastiados al mencionar los negocios que poseían. En cualquier caso, Leonor se dejó transportar por la hermosa visión de aquel lugar lejano y hermoso, totalmente separado de la miseria que la rodeaba.

Ahí estaba, dejando volar su imaginación, cuando Rurik le habló de la mujer que había amado y que se parecía tanto a ella. ¿Qué le habría sucedido? ¿Le habría engañado y se habría ido con otro? ¿Habrían tenido una pelea imposible de arreglar? ¿Habría sufrido algún tipo de accidente? Aquella historia despertó su curiosidad más que ninguna otra, a pesar de que sabía que sería terriblemente maleducado ahondar en los recuerdos del enmascarado. A fin de cuentas ¿Quién era ella para inmiscuirse en una vida que estaba bastante lejos de parecerse remotamente a la suya?

Por todo ello, la pelirroja se limitó a mirarle a los ojos y a contestar aquella pregunta que para ella era tan obvia – Puede que Venecia no tenga parangón en cuando a belleza, con sus hermosos canales, sus decoradas alcobas y sus impresionantes iglesias, pero desde que el Mágrave Hugo eligió Florencia como su residencia en lugar de Lucca, la ciudad se está transformando sin duda en una joya arquitectónica que las nuevas escuelas de artistas, músicos, filósofos y pensadores no pueden pasar por alto. ¡Aaaaah! Daría lo que fuera por poder sentarme en alguno de los grandes teatros de la ciudad para presenciar las novedosas obras que allí se exponen, con quizá alguna satírica entre Gibelinos y Güelfos, o deleitarme con la exquisita música que los famosos compositores ofrecen, o ver con mis propios ojos la maravillosa Basílica de San Miniato al Monte… Pero deberíais haber sabido que hablaba de Florencia, puesto que es tan poderosa, que incluso la moneda más utilizada por comerciantes como vos es el fiorino d’oro. – Afirmó con un suspiro de orgullo por aquella ciudad tan lejana para ella, pero que a la vez que le tocaba tanto el corazón.

De repente, Leonor miró a su alrededor. No sabía cuánto tiempo había transcurrido, pero parece que era ya bastante tarde a juzgar por las parejas acurrucadas al compás de la melodiosa voz de la joven cantante. Un estremecimiento repentino la embargó y le hizo preguntarse por qué había aceptado la compañía de aquel extranjero, que tan autoritario había sido en un principio con ella. ¿Se daría por vencido si no le robaba ningún beso al final de la noche? Se halló pensando con algo de temor, que el joven Leo jamás se había encontrado en una situación como aquella… Por eso le gustaba tanto ser un chico.

Sin embargo aun con las dudas en su cabeza, podía ver en la mirada del sujeto algo de genuina melancolía al hablar de esa mujer. Incluso podía imaginarse que por un instante habia dejado de verla a ella y se encontraba imaginando a la doncella con la que habia tenido un final triste al parecer.

Solo parecio salir de aquel hechizo cuando escucho de nuevo las palabras de Leonor, que al parecer habían llamado bastante su atención. Sorprendido también se encontraba con ella volviéndose a acercar a ella. “Uno no puede olvidar a Florencia, aunque he aprendido por varios diálogos con italianos que cada uno pone con orgullo a su ciudad de origen como la joya del mundo.” Respondió sonriendo con algo de diversión, dejando claro que parecía haber adivinado el lugar donde había nacido ella.

“Igual tienes toda la razón aquella ciudad ha alcanzado un apogeo artístico que ninguna otra ciudad estado puede conseguir aun o posiblemente nunca lo hagan. Con sus numerosos teatros y artistas que podría nombrar hasta que fuera de mañana pero se ve conoces bastante…” Entonces quedo callado mirándola como si se diera cuenta de algo que hasta ese momento no habia pensado. “Estoy empezando a dudar que seas tan pobre y poco interesante como te pintabas al principio. Me intrigas bastante doncella escarlata.” Un acercamiento más dejaba los labios de cada uno separado por unos centímetros.

Tal vez era por los nervios o por curiosidad pero la joven volvió a mirar alrededor de ella hacia las parejas. Algunas seguían besándose sin pudor y empezaban a acariciarse pareciendo olvidar que esta fiesta había sido ocasionada por la llegada de un personaje religioso que seguramente no aprobaría estas muestras de lujuria. Pero eso no captaba toda su atención, ya que había notado a un par de parejas que se comportaban muy extraño.

Un tiempo se tuvo que quedar viendo para entender lo que realmente pasaba con esas parejas y al descubrirlo temió aún más por lo que podría pasarle. Observaba como una mujer y un hombre parecían morder a su respectiva pareja en el cuello, aunque fue solo hasta que noto como una gota escapaba de líquido oscuro salía de la mordida estuvo más segura que los mordían con fuerza. Pero eso no era lo único raro porque las supuestas víctimas en vez de gritar o empujar a quienes les mordían los acercaban aún más y por sus rostros de satisfacción parecían disfrutarlo bastante.

Nerviosa movio su mirada por varios lugares buscando alguien más que notara ello, pero sus ojos solo notaron que su pareja había sido el único que además había notado aquel raro acto. “No los mires, vamos a movernos de acá.” Le ordeno mientras simulando pasos de bailes se empezaban a alejar de ellos. “Tampoco grites.” Dijo rápidamente antes de impactar un beso en los labios de ella, claramente aprovechándose de la distracción que habia generado en ella aquellas parejas. El beso como tal vez esperaba la joven fue frio en su toque con ese hombre que ahora mas que antes parecía ser demasiado ajeno a este territorio caluroso que era Italia, en cambio con su toque frio lo podía imaginar de un norte mas alejado e inhóspito. Sin embargo aunque la primera impresión fue mala, la forma en que se manejó acomodando sus labios de una forma que demostraba mayor experiencia que ella, la hizo temblar un poco y hasta olvidar su frio contacto, para concentrarse en la perfección que sus labios poseían.

Luego de un tiempo mas largo del que ella hubiera pensado fue cuando se separaron y el hombre parecio mirarla con un deje de tristeza que desapareció rápidamente. Acto seguido la soltó y coloco bien su máscara. “Debo marcharme. Sabras volver a tu casa sola?” pregunto frio observando hacia otro lado, ahora parecía él por sus gestos quien deseaba irse del lugar.

Deseaba preguntarle por aquella chica que había conseguido que su misterioso desconocido apartara la mirada de ella y se transportara a un tiempo pasado- No obstante se mantuvo firme en su decisión de no parecer entrometida, mientras la melodiosa voz de la cantante les hacía danzar despacio y agarrados al ritmo de la música.

Las palabras de Rurik consiguieron activar el sentido común en la muchachita, quien se había dado cuenta un poco tarde, del hecho de que se había mostrado quizá demasiado culta para los estándares del campesinado. Ella no podía permitir que descubriera que sabía leer o que había estudiado, puesto que ese tipo de lujos siempre despertaba resquemor entre las clases más favorecidas.

-Tan solo repito las palabras de un amigo que tuve. – Se excusó, tratando de sonar convincente - Estaba enamorado de Florencia y supongo que terminó transmitiéndome su amor por esa ciudad y, aunque nunca la haya visto con mis propios ojos, me encantaría poder visitarla algún día. – Afirmó algo temblorosa a causa de la proximidad de aquellos seductores labios.

Se encontraba a punto de decir algo más, cuando el miedo la paralizó momentáneamente. Algunas parejas, que antes había creído que actuaban enamoradas, se hayaban enzarzadas en un abrazo a todas luces antinatural. ¿Acaso era el vino que la hacía alucinar? Tuvo que pestañear varias veces y centrar la mirara en ellas, para ser realmente consciente de que en lugar de besarse, uno de los dos amantes de sendas parejas estaba mordiendo el cuello de sus víctimas, que parecían totalmente ajenas al peligro y deseosas de que extrajeran la vida de sus venas.

Su corazón se aceleró al observar como la sangre se deslizaba por el cuello de aquellos incautos. Aquello no podía estar pasando. Tenía que alertarles, tenía que salvarles de alguna manera antes de que fuera demasiado tarde para ellos… Pero fue entonces, justo cuando se encontraba preguntándose si tan solo sería ella la única horrorizada, que sus ojos se posaron en los de su pareja de baile. El también lo había visto, y en lugar de alarmarse o ponerse en guardia, parecía como si fuera totalmente consciente de lo que estaba ocurriendo… ¿Acaso él también formaba parte de aquellos monstruos? El miedo la paralizó de tal manera que la damita no puso ninguna resistencia cuando el enmascarado le dio aquellas órdenes y la alejó de la plaza.

Tan asustada estaba, que no fue consciente de que el desconocido le había arrebatado su primer beso. Aquel primer beso que había estado reservando para alguien especial, le fue robado sin que pudiera evitarlo, de una forma tan dulce y fría, que lo único que pudo hacer fue dejarse llevar, hasta que esos expertos labios pasaron a ocupar todo su universo…. Si iba a morir ¿por qué su cuerpo vibraba como si estuviera vivo por primera vez? Su cabecita la alertaba del peligro que corría, suplicándole que se centrara en la importancia de salir huyendo de allí, pero su cuerpo simplemente no quería obedecerla, rindiéndose lánguidamente ante la pericia de aquellos brazos que la sostenían y de aquellos labios que la manejaban con suavidad.

De repente, como si volviera de una ensoñación, las frías palabras de su acompañante sonaron lejanas en la distancia, mientras ella se esforzaba por entender lo que le decía. Un nuevo escalofrío recorrió su espina dorsal ante la repentina inclemencia del hombre que segundos antes había sido tan gentil. No obstante, la jovencita de hermosos rizos rojizos fue lo suficientemente fuerte como para asentir con rapidez dispuesta a irse corriendo de allí, sin comprender aun qué era lo que estaba sucediendo.

La voz de la mujer cantante fue desapareciendo ni bien se alejaban del centro de la plaza y de las parejas de peligrosos seres. Con la afirmación de la joven huérfana el sujeto tuvo que haber irdo pero volvió a verla deteniando su huida y pareciendolo obligar a dar vuelta para mirarla a ella.

“No pude responderte antes, pero me parece raro que te hayas dejado llevar de esa forma por las pasiones de otro. Por lo que aun creo que eres oriunda de Florencia” Le comento en un tono neutro volviendo como si nada raro hubiera pasado hace unos instantes, haciéndolo aun mas sospechoso que pasara por ese hecho como nada. “Pero ahora espero que me escuches con mucha atension y no pienses nunca en decirle esto que viste esta noche a nadie. Puede ser muy peligroso para vos y tus seres queridos si lo haces.” Le advirtió con la misma frialdad de antes, no dejando en claro si sería por él mismo un peligro o por alguien más que se encargaría de ella.

Con un movimiento dio vuelta su jarra tirando el líquido en un canal cercano, dejando claro que no había bebido nada de su vino, los varios tragos que parecio dar. Dejando caer su jarra una vez estuviera vacía, se acerco de nuevo a ella sacándose uno de sus guantes. “Tus ojos son distintos a los de ella.” Comento con algo más humanidad en sus palabras, poniéndose a acariciar su cabello escarlata con suavidad con la mano libre. La mano al igual que la parte que pudo apresiar de su cara era palida y dse encontrab igual de fria que sus labios.

Luego de un momento de incomodidad para la pequeña, donde no sabía que pretendia el hombre. Este se lo dejo claro... “Ven conmigo estarás segura toda la noche, nadie te tocara conmigo. Te contare hermosas historias de Hungria y demás países, incluso conseguiré una forma para que viajes hacia Florencia mañana.” Le ofrecio deslizando su mano desde sus cabellos al menton de ella para que lo mirara a los ojos cuando respondiera.