Partida Rol por web

Claude asintió y dibujó una pequeña sonrisa. Quería "asustar" a Nazari lo justo, y no más. Solo como debía estar de asustado cualquier buen cristiano ante el peligro del Maligno. Bebió mientras se guardaba en su mente las acciones de la esposa: sin duda la mujer tenía relevancia en Emilio, podría servirle futuramente...

Todo cuanto decía el comerciante era interesante... fuese cierto o no. Sin duda, algo de verídico debía tener, pues de lo contrario no se atrevería a realizar tamañas acusaciones. Y menos ante un representante de la Iglesia y la Santa Inquisición. Alzando levemente el mentón, Claude meditó unos instantes lo que acababa de escuchar. Posiblemente tuviera que hablar con el Giovanni, o los Giovanni... no podía olvidar a la joven que lloraba desconsoladamente en la basílica y que, según había entendido, era de la familia.

-Entiendo... Lo que me decís es grave, sin duda, en la medida en que lo exponéis. Y estoy convencido que así decís porque tenéis pruebas y completa certeza de las actividades oscuras de Giovanni... -dijo, dejando en el aire la suposición para ver si Emilio la llegaba a confirmar-. Habría que hacer algo contra tales viles actos. Decidme, Maese Nazari, ¿conocéis los motivos por los que dicha familia haya podido crecer de esa manera? ¿Qué contactos tiene? Y decidme, ¿qué negocios mantienen los Giovanni, interfieren en los vuestros? -eso le aclararía varias cosas-. ¿Y qué me decís de esa "mala sensación"? ¿Os referís a una especie de "aura maligna"?

La batería de preguntas la lanzó así, sin más. Era una técnica de interrogatorio medida y probada. Una autoridad, en este caso el obispo, sacudía con numerosas preguntas la mente de su interlocutor. Éste, ante la necesidad de responderlas todas con presteza, no terminaba de pensar adecuadamente y era más difícil que elaborar una mentira... O eso le habían enseñado a Claude los años de experiencia en tribunales eclesiásticos...

Con una certeza indudable asintió una vez. “Mi familia no está formada por hombres que acusan a otra familia sin pruebas señor.” Dijo en un tono serio sin parecer en nada ofendido por las palabras del Obispo.

“Lamentablemente no tengo idea como lo lograron, en parte porque no he podido conseguir que las autoridades los investigue…al menos por el momento.” respondió mirándolo con expectativa como si esperara que el obispo saltara a ayudarlo en ello. “Los usuales con las especias y el comercio con las colonia, incluso en la colonización que llevan acabo muchas otras familias de Venecia.” Respondio pareciendo algo extrañado con la pregunta como si no la esperara en ese momento.

“Seguramente se trata de eso. Es como si algo estuviera mal estando cerca de ellos, pero no es como si estuvieran enfermos.” Le trato de explicar realizando un gesto de desagrado en su rostro, algo que su mujer emulo a la perfección. “Seguramente usted se ha encontrado con gente que lo hace sentir de esa manera o me equivoco?” pregunto pareciendo cambiar el foco del interrogatorio.

Claude asentía ante las palabras de Maese Emilio. Sin duda había resquemor. Resquemor por la interferencia que los Giovanni causaban en sus negocios. Pero, de igual manera, se adivinaba cierto temor en sus palabras. Si solo quisiera desprestigiarlos les insultaría usando otro tipo de palabras. Pero sí que debía haber "algo" detrás de la fachada de esa familia. Le vino a la mente la preocupación que la joven Giovanni parecía tener por el sacerdote fallecido. ¿Tendría algo que ver aquella fama con su muerte?

-Entiendo, Maese Nazari. No dudéis que me interesaré por el tema pues parece en efecto obra de fuerzas superiores a las humanas -los inquisidores siempre viendo demonios y fuerzas malignas por todas partes-. Sin embargo, facilitaría mucho mi empeño que me indicáseis esas pruebas que dice que su familia tiene. Si pudiéseis enseñármelas, o incluso facilitármelas, podría vislumbrar el momento en que intentaran mentirme... y eso desmontaría toda excusa que pretendieran darme...

Y es que el obispo en realidad dudaba igual de Dante que de Emilio, de Giovannis que de Nazaris. Con el tiempo, Claude había aprendido que nadie, o muy pocos, es realmente inocente. Cuando Jesús dijo: "Quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra", sabía de lo que hablaba. Conocía el corazón y el alma de las personas y quería redimirlas. Ese era Jesús "el Nazareno". Claude Frollo, en cambio, no podía compararse con Jesucristo y no pretendía redimir almas... sino juzgarlas y purificarlas...

Se notó lo contento que se pusieron ambos, con tus primeras palabras tal vez porque veían su objetivo cercano a cumplirse. “Si, por supuesto. Pero sabra que no va con la etiqueta traer pruebas incriminadoras a un festejo.” Bromeo comenzando a reir de su propio chiste mientras su mujer sonreía tímidamente.

Cuando finalmente paro su risa. “Me disculpo puede que las copas me han comenzado a afectar. De cualquier forma supongo que podríamos arreglar una reunión para charlar en la mansión de mi familia. Permítame que le diga donde se encuentra.” Prosiguió a darte la dirección y como llegar desde la plaza de San Marcos.

“Igual si se encuentra con alguno de esa familia, debería desconfiar sus palabras que solo buscan manipularlo con halagos fáciles.” Le recordó con una mirada cómplice antes de dirigirla fuera de ellos buscando a alguno de los miembros de la familia que difamaba.

Claude siguió con una sonrisa dibujada en su rostro las palabras del rico comerciante. Claro que tendría pruebas, y claro que no las habría llevado a la fiesta. No obstante, el obispo de París le creía. De hecho, por defecto, creía a todos los que acusaban a otros de algo. Era costumbre en la Santa Inquisición. Si alguien era inocente de algo, Dios se encargaba de hacerlo saber. Y por mucho que el Ziani tuviera resentimiento con el Giovanni por interferir en sus intereses, seguramente algo hubiese de fondo...

-Claro, entiendo Maese Ziani. No os preocupéis. Confío en un piadoso hombre cristiano como vos, y en que a diferencia de vuestros vecinos, vos no tenéis ningún pecado que ocultar. No dudéis que la familia Giovanni será investigada por mí mismo.

Claude atendió a la explicación sobre la localización de la mansión Ziani. Creía saber dónde le decía. De hecho, quizá hubiese pasado un par de veces por delante sin saber a quién pertenecía.

-Entiendo, no os preocupéis. Dios sabrá darme entendimiento. Y... -dijo cambiando repentina y completamente de tercio-. Decidme, Maese Ziani, ¿vos o vuestra esposa conocíais al tristemente fallecido sacerdote Vico?

El comerciante asintió con cierto aire de presunción ante la afirmación del obispo, eso sin ignorar a la mujer que parecio pegarse un poco mas a su esposo inclinando su cabeza muy levemente su cabeza en señal de agradecimiento a Claude.

“Me complace oir estas palabras, ya va siendo hora de limpiar esta ciudad de ciertos indeseables.” Comento y sin sutileza alguna parecio dirigir una mirada de pocos amigos en dirección del único Giovanni que Claude habia visto.

La mansión era conocida y como se encontraba en una calle importante del barrio rico de Venecia era claro que la habia pasado por lo que solo le faltaba pasar por ahí para reconocerla enseguida.

El comerciante se quedo por un largo rato callado y termino negando lentamente con su cabeza. “Lo siento, no lo conozco al pobre joven.” Respondio escuetamente.

En ese caso, el Ziani no sería de mucha ayuda en esa investigación. Claude no tenía por qué pensar que el maestro comerciante le estuviera mintiendo. En cualquier caso, si con el devenir de la investigación descubría que así era, se convertiría en un sospechoso más que principal. Al fin y al cabo, todos sabían que las mentiras eran un pecado particularmente grave si se contaban a un representante de la Iglesia. Era, casi, como mentir en una confesión. 

El obispo asintió con gesto de lástima porque no pudiera ayudarle con el tema. En una investigación más que nunca, la información era poder. Sin mucho más, procedió a despedirse de Emilio:

-Bueno, Maese Ziani, me parece que mi tiempo comienza a reducirse en esta noche. Ya no tengo la edad de antes, y con ella se fue mi aguante y resistencia -hizo como el que bromeaba-. Aún tengo que saludar a varias personalidades más e investigar tanto vuestras preocupaciones como las relaciones de nuestro hermano fallecido. Si recordáis u os enteráis de algo al respecto, recordad que me alojo en el Monasterio di San Giorgio Maggiore. Seréis recompensado en la otra vida por vuestra piedad... -aseguró.

Claude alzó su brazo derecho y dibujó la señal de la cruz ante los rostros del matrimonio a modo de bendición: -Que el Señor esté con vosotros.

Si no le decían más, se marcharía a dar una vuelta por la sala para simular que no tenía un objetivo claro al que abordar. Pero, de hecho, lo tenía: el Giovanni. Tras invertir unos minutos en buscar el mejor ángulo desde el que aproximarse, se acercaría finalmente como quien acababa de decidir hacerlo y no como el que llevaba un rato largo pensando hacerlo...

El comerciante sonrio divertido ante la broma del Obispo. “No diga eso señor Obispo, se le nota en muy buen estado para aguantar toda la noche aunque comprendo sus acciones.” Dijo con una sonrisa amistosa no parecia haber ofensa alguna en el aire. “Mucha suerte en la investigación, rezare para que Dios lo ayude y proteja. Nos vemos.” Dijo haciendo junto a su esposa una leve reverencia para despedirlo.

La pareja luego que te fueras comenzó una conversación entre ellos. Entre los nobles parecían faltar algunos que posiblemente se hubieran retirado mientras charlabas con los Ziani. Aunque Dante Giovanni no se encontraba entre ellos, sino que hablaba con otro jóvenes de algo que los entretenida bastante para causar las carcajadas del grupo.

Sin embargo el obispo no se rindió fácil realizando una maniobra para que el encuentro se viera más casual de lo que en verdad era. Tras un largo esperar se lo encontró cerca de la mesa de la comida pidiendo a un sirviente que le sirviera más vino. Cuando lo noto lo saludo y fue a su encuentro, pareciendo desde lejos que el Giovanni comenzó la charla.

“Al fin te dejaron de molestar esos Ziani, espero no te hayan propuesto nada indecente.” Dijo riendo con ganas claramente se encontraba ebrio, aunque de cualquier forma siguió bebiendo mientras esperaba tu respuesta.

La sala se iba vaciando y eso dejaba ya poco tiempo a Claude para comprobar qué rumores corrían por la corte del Dogo. Agradeció cortésmente el detalle de los Ziani y rebuscó al Giovanni. Aprovechó el momento para acercarse sutilmente a él con una amigable sonrisa. Dante no parecía demasiado contrariado por dejar su hilarante charla y encontrarse con el obispo... ¿quizá había estado esperando el momento?

-Ah... -dejó salir una especia de suspiro-. Los Ziani... Tan solo les preocupa la piedad de esta ciudad, que al parecer se ha visto muy afectada en los últimos años... -comentó como algo normal-. Y solo hay que ver la "facilidad" con la que buenos hombres, pastores del rebaño del Señor, mueren en su casa de una manera tan atroz... -el obispo negó con la cabeza afectado por los acontecimientos-. Algo sin duda horrible. Aunque, qué os voy a decir a vos... vuestra hermana ya se veía suficientemente afectada... ¿Cómo se encuentra?

Tras la pregunta, Claude se le quedó mirando con interés. Había encontrado una manera de enfocar la conversación para tratar primero aquel tema de Vico, que era el que más le interesaba.

El espadachín encogió los hombros cuando le comentaste las preocupaciones de los Ziani. “Supongo que te dijeron que esto empezó cuando se volvió Dogo el hombre que ellos no votaron…” comento sacándole importancia.

Aunque fue la mención de lo que paso en la Basílica, que pareció ponerlo sobrio. Componiendo su postura mientras seguía escuchando sus palabras hasta mirar completamente serio al Obispo cuando menciono a su hermana. “Mi hermana sigue afectado por lo que vio hoy, incluyendo lo que paso en privado con usted y el monje. Por lo que hoy decidió quedarse en casa y no asistir a esta fiesta.” Respondió con rapidez y era probablemente para que no se notara la tristeza en su voz.

“Aquello fue un acto atroz. Uno que no debería volver a repetirse nunca.” Afirmo mientras tomaba con mas calma su vino. “Sin embargo no entiendo que tiene que ver con los Ziani.”

Claude sonrió y únicamente negó con la cabeza ante la primera afirmación de Dante. Pero tampoco respondió al comentario. Tampoco iba a alimentar la inquina entre las dos familias. No al menos aún, ni allí, ni en aquellas circunstancias. No dudaba que las demás familias acaudaladas también mantendrían disputas, pero seguramente ninguna como aquellas dos. Tenía que haber algo más que un simple conflicto de intereses detrás de aquella relación.

Notó la seriedad que se adueñó del espadachín al cambiar de tema. Quizá no tanto como a su hermana, pero le afectaba de algún modo la muerte de Vico. Hubo algo, además que le llamó la atención. ¿Acaso el Giovanni sabía algo de lo que había ocurrido en la intimidad de la sacristía, durante la ceremonia de la Extrema Unción? 

-Entiendo a vuestra hermana, Maese Giovanni, no se le puede reprochar la ausencia. No tuve ocasión de hablar con ella, aunque el joven monje que me acompañó sí. Supongo que él le contaría lo ocurrido durante el rito, ¿no? -preguntó quitándole importancia al asunto, aunque en realidad para él la tenía-. Y sí, estoy de acuerdo con vos en que fue un acto atroz, deleznable... Pero sabed que me he propuesto investigarlo -afirmó-. Por eso pregunté a los Ziani sobre el sacerdote. Sé que es una familia muy pía, y quería conocer si tenían alguna relación con él -hizo una pausa, sonriendo-. Algo que no he de preguntar sobre vuestra familia, ¿no es así? -siguió sonriendo-. Al menos sé que vuestra hermana le tenía aprecio a juzgar por su reacción. Decidme, ¿vos lo conocíais también?

“Eso es algo que habría que preguntarle a ellos dos.” Afirmo rápidamente empezando a moverse hasta quedar cerca de una pared. Lo necesitaba para no caerse en medio de la conversación que tendría con el obispo. “Mi hermana no me conto mucho y yo no le exigí con un interrogatorio de lo que paso. Aunque sé que vio lo que paso luego del ritual de ustedes dos…” dijo señalándolo sutilmente con la cabeza para que supiera que se refería a lo que hicieron en privado en la sacristía. “Eso la dejo muy aterrada.” Confeso viéndose claramente preocupado y molesto, incluso luego de darle otro trago a su vino.

No pareció darle mucho interés a que Claude realizaría una investigación a pesar de sus palabras. “Eso es bueno.” Aunque su interés volvió a mostrarse cuando nombro a la familia Ziani. “Ya le dije antes que mi hermana tenía una amistad con aquel Sacerdote, por lo que se era alguien bueno y muy dado a ayudar a la gente. Creo que se conocieron en la misma Basilica, aunque no se mucho mas.” Respondio a la pregunta de Claude. “Por lo que mucho no puedo ayudarle.”

“Ah y si bien los Ziani son son pios, esta seguro que lo son a nuestro dios?” pregunto con una sonrisa maliciosa, posiblemente refiriéndose a los comentarios del Dogo acerca de la raíz judía de ellos.

Vaya... Parecía que el joven Dante no aportaría demasiado avance a la investigación. Sin duda la información la tenía su hermana. Tendría que hablar con ella en algún momento. Aunque tampoco le gustó demasiado que la joven hubiese sabido de lo ocurrido. Ya vería cuánto sabía realmente y cómo se había enterado de los detalles. Desde luego no sería hablando con Dante...

Sin embargo, el comentario del espadachín sobre los Ziani sí le interesó al margen de sus pesquisas sobre la muerte de Vico. Abrió los ojos en señal de sorpresa y torció levemente la cabeza. ¿Sería aquel joven de los que exageraban con facilidad, o tendría una base de realidad aquello que decía?

-¿Acaso pensáis, Maese Giovanni, que la familia Ziani tiene algo que ocultar? ¿Algo que deba interesar a la Santa Madre Iglesia? ¿Algo que yo deba saber...? -inquirió con un tono algo oscuro, el de aquel guerrero que mediante la Fe luchaba contra las fuerzas del mal que se apoderaban de paganos y herejes...

El Giovanni claramente estaba con unas copas extras en su persona, por los detalles que notaba en su comportamiento. Aunque por otro lado se decía que los borrachos y niños eran los más sinceros.

El espadachín no dudo en asentir para las tres preguntas. “Su origen judío y como se ha mesclado varias veces con estos usureros solo para ganar plata. Algo que seguro deberías saber.” Dijo sin esconder el asco que le generaban, aunque si era solo la familia o tambien lo judíos no estabas seguro. “Tambien deberías saber que ellos, no apoyan al actual Dogo y recienten a quien osaron votarlo…” Dice señalándose con la copa a si mismo, representando a su familia, mientras hablaba de la gente que lo voto. “Asi que deberías tener cuidado con lo que te dicen. Además con estas dos cuestiones entenderás como se atrevieron a acusar injustamente a mi familia en la Basilica.” Termino diciendo cargado de ira antes de cerrar los ojos para calmarse un poco hasta parecer que se había dormido apoyado contra la pared.

El obispo adquirió un gesto de sorpresa y alarma, abriendo más la boca y los ojos por igual. Pero, en realidad, en su interior, estaba riendo. <<Ah... los hombres... Qué rápido caían en las tentaciones...>>, pensaba mientras seguía simulando sorpresa. No le cabía duda que los judíos eran culpables directos e indirectos de muchas tropelías que se cometían tanto en Oriente como en Occidente. ¡Por Dios Santo, que hasta fueron los culpables de la muerte de Jesucristo! O eso mantenía la Iglesia... Y el origen judío de los Ziani no les ayudaba, seguramente ellos hasta se esforzarían en negarlo. Pero si Claude atendía a las cosas que había aprendido a lo largo de su vida, algo le decía que el joven espadachín no hablaba desde la posición de "defensor de la Fe cristiana" que aparentaba...

Comenzó a negar con la cabeza, siguiendo con su actuación ya que, fuera cual fuese la verdadera intención del Giovanni, era función del obispo-inquisidor descubrir a herejes. Y si a su falta al Poder Espiritual de Dios, se le añadía una falta al poder temporal del Dogo, no se podían seguir permitiendo sus actividades...

-Es preocupante, Maese Giovanni, eso que me aseveráis... Decidme, ¿se les ha visto practicar sacramentos judíos? ¿Celebran su Sabbat en sábado? ¿Cuecen pan sin levadura? Cualquier cosa me serviría para comenzar a investigar... -inquirió con, de nuevo, un interés exagerado para obtener colaboración de Dante.

Tal vez si el espadachín no hubiera estado tan borracho, habría visto la actuación de Claude como lo que era y no como una genuina respuesta a las palabras que le daba. Sin embargo ahora el obispo se encontraba en una clara ventaja en este enfrentamiento de intrigas.

Ante las preguntas el Giovanni largo una risa más fuerte de lo apropiado aun estando en un salón de fiestas, por lo que rápidamente se censuró a sí mismo y busco una mesa para apoyar su copa. “No, claro que no los he visto. Que son estúpidos pero no tanto para ir haciendo esas cosas en público o privado.” Le explico al inquisidor como si fuera una obviedad. “Debería mirarlos detenidamente entonces encontrara los atributos judíos en su rostro.” Comento tratando de hacerle ver lo que él seguramente veía en ellos.

Empezó a dar una mirada alrededor, dando con sus amigos que ya se iban marchando y lo llamaban. “Creo que deberé dejar esta conversación para otro día. Es lamentable pero debo despedirme. Tiene otra pregunta más antes que me vaya.” Pregunto por educación aunque su interes ya habia abandonado al Obispo.

El obispo se quedó en silencio, mirando al joven cuando éste se carcajeó. Mientras Dante se divertía, él pensaba. Realmente el Giovanni no tenía nada de peso contra los Ziani. Eran varias las evidencias por las que se podía distinguir a un judío de un cristiano, pero "el aspecto" no era motivo suficiente para encausar a alguien por herejía. A Claude le parecía que ciertamente, de parte del Giovanni, tan solo había rencor y odio... sin ninguna base.

Tampoco podía ayudarle en nada con la investigación sobre la muerte de Vico. Sin embargo, al menos había podido hacerse una idea de la personalidad del espadachín: joven, algo imprudente, oscuro, incluso algo ladino... Lo debería tener en cuenta en el futuro.

Miró hacia donde los compañeros del Giovanni se alejaban cuando lo hizo él y sonrió.

-No os preocupéis, joven. Podéis marchar. Espero poder coincidir otro día para continuar con esta interesante charla...