Partida Rol por web

De a poco el Sacerdote fue levantandose sacando su mano de su bolsillo para acercarsela a ala cabeza para comprobar el daño. Le sangraba y si bien el hombre no se ponia muy palido por ello te parecia notar algo de mareo.

“Un monaguillo no deberia atacar a un superior por la espalda…” le devolvio increpándola tambien sin dar importancia a lo que estaba haciendo antes. “Eso es blasfemar. No lo es murmurar en una lengua que vos no conoces.” Comento el hombre pareciendo tener la suficiente sensatez para empezar para enfocarse en lo que podria dejar mal parada a la joven.

Entonces en vez de parecer asustado ante la muestra de un cuchillo de parte de Leonor él sonrio. “Que haras con eso? Apuñalarme o me quieres matar aquí en suelo santo?” pregunto con una sonrisa maliciosa mientras se acercaba caminando. “No se que locura tienes en la cabeza, pero no escaparas impune si matas a un sacerdote en una iglesia.” Afirmaba pareciendo confiado que no lo harias o aun peor dispuesto a recibir el ataque para que se viera aun peor la conducta de ella.

Leonor había esperado que el hombre permaneciera inconsciente el tiempo suficiente como para no saber quien le golpeó. La situación ahora se había vuelto terriblemente peligrosa y ese hombre realmente parecía todo menos un sacerdote, tanto por sus gestos como por su forma de actuar.

Ella no era una persona a la que le gustase la violencia, pero estaba claro qué pasaría si aquel hombre ganaba. Ella acabaría muerta o siendo juzgada por las autoridades, los cuales terminarían matándola o algo peor.

-Tú no eres un sacerdote. Seguro que has estado engañando a todo el mundo, por eso aun no has pedido auxilio. ¡Atrás o quien pediré auxilio seré yo! – Le devolvió como respuesta para ver su reacción, mientras se enfocaba aun más en usar el cuchillo si era necesario. Ojalá pudiera dejarle inconsciente, esta vez por un largo rato, y luego hacerle olvidar todo, tal y como eran capaces los vampiros. No obstante, aquello no era posible, por lo que no le quedaba más remedio que defenderse hasta la muerte su hacía falta y no vacilar en atacar en el momento en que tuviera ocasión.

“Yo engaño a la gente? Que hay de ti pequeño, que monaguillo recién aceptado a la casa del señor por propia voluntad se esconde un cuchillo en la bota? Además dudo que hayas estado limpiando cuando te encontré.” Comento el hombre que si bien no mostraba una seguridad total en sus palabras no se equivocaba del todo en sus hipótesis.

De cualquier modo se detiene en el lugar y se pone buscar en el piso hasta dar con el famoso candelabro que casi le sacaba la cabeza. “Quiero divertirme un poco contigo antes de pedir ayuda pequeño.” Le respondio sosteniendo de forma amenazante su arma contundente.

Si era un sacerdote o no eso ya no importaba porque ahora mismo parecia dispuesto a golpear a la joven en un comportamiento que nada parecia piadoso.

-Esa expresión que tienes no es la de alguien caritativo, y tus palabras de odio no son las de un fraile, así que deja de fingir de una vez, stronzo. – Le respondió ignorando las acusaciones del supuesto sacerdote, y cada vez más convencida de que era una mala persona, que posiblemente estaba detrás del asesinato de Vico.

Aun así, a Leonor no le gustaba matar a pesar de que no era la primera vez. Lamentablemente cuando Thomas recogió el candelabro del suelo dispuesto a usarlo contra ella, cada vez vio más reducidas sus posibilidades de que esto terminara bien con ella dejándole fuera de combate, por lo que decidió emplearse a fondo y atacarle con todos los recursos que tenía, usando los poderes vampíricos recién adquiridos si hacía falta.

Leonor estaba harta de que se divirtieran con ella, por lo que no le permitiría algo así a ese malhechor cruel y desgraciado… No esta vez.

El hombre no respondio a las palabras de la joven, ya el tiempo de conversar se habia acabado entre ellos solo quedaba pelear entre ellos. Si bien la joven prefería dejarlo inconsciente recordaba que aun con el golpe que recibió seguía moviéndose por lo que seria difícil y muy arriesgarlo intentarlo. Sin embargo lo intentaría.

El combate empezo con mucho cuidado de ambas parte, el hombre se movia medio raro posiblemente por el golpe mientras la joven estaba cautelosa esperando no recibir un golpe peor del que habia recibido en el pecho. Por un momento parecio que competirían con sus miradas por un largo tiempo pero finalmente la joven se movio primera, no fue un ataque sino un movimiento para tentar un movimiento de parte del falso sacerdote.

Thomas ataco con fuerza pareciendo querer romperle la cabeza con un ataque descendiente, pero la joven era rapida incluso mas rápida que cualquier otra joven agil ya que tenia la sangre de vampiros recorriendo su sangre. Esquivarlo fue sencillo sin mucho esfuerzo, mientras devolverle el golpe con un corte de parte de ella no fallo su blanco.

Ya el supuesto sacerdote tenia dos heridas encima la cabeza que le tambaleaba y que aunque no se diera cuenta se encontraba agarrándola, mientras una ahora corte en el costado liberaba sangre en su tela. Tal vez fue ahí donde le parecio que se encontraba en desventaja o tal vez fue tras los varios ataques que siguieron tras el primero. Finalmente tras varios errores y nuevas heridas dejo caer el candelabro para luego cambiar rapidamente su rostro por uno de miedo. Entonces empezo a correr hacia el lado contrario de ella, no de la mejor manera sino algo mareado.

Cuando el silencio se hizo entre los dos contrincantes, la joven se centró únicamente en su adversario, tratando de encontrar los puntos débiles que éste pudiera tener para obtener una ventaja sobre él. Sabía que ella no era muy fuerte, por lo que si Thomas conseguía alcanzarla posiblemente la hiriera de gravedad, y no parecía querer dejarla muy bien parada después de eso.

Por todo ello, sus pasos se volvieron más ágiles y sus movimientos más felinos mientras ambos se miraban. Tardó un poco en encontrar un hueco para asestarle un buen golpe, pero finalmente se lanzó al ataque, esperando salir victoriosa de aquel encuentro.

El ataque de Thomas no la pilló desprevenida, puesto que el sacerdote había demostrado ser bastante fuerte. Si aquel puño la hubiera alcanzado, de seguro la habría tirado al suelo, lo cual seguramente habría sido fatal. No obstante la jovencita consiguió esquivarle lo suficientemente rápido como para asestarle un golpe que le hizo sangrar. Entonces, aquella danza se prolongó durante un tiempo hasta que, por fin, viéndose bastante herido, su adversario decidió salir corriendo pasillo adelante para evitar seguir recibiendo daño.

Leonor no perdió aquellos valiosos segundos y corrió tras él retomando el candelabro por el camino, aprovechando el hecho de que su enemigo le dio la espalda para golpearle de nuevo en la nuca con él, pero con la esperanza de no tener que matarle. No sabía gran cosa sobre ese hombre y tampoco quería acabar con la vida de una persona sin descubrir de qué iba todo esto. No obstante, tampoco lloraría su muerte si ésta era inevitable, ya que no le había dejado demasiadas opciones.

Aun con la diferencia de alturas que tenían la joven solo tuvo que dar un pequeño salto como antes para darle un golpe de nuevo en la cabeza. Lo que siguió fue el hombre pareciendo tropezarse con sus propias piernas tras el golpe haciéndolo caer hacia el suelo deslizándose por este gracias a la velocidad con la que corría.

Esta vez su mirada había terminado hacia arriba, al menos por unos segundos hasta que la observo a ella con una pequeña sonrisa. “Eres un infeliz pequeño. Una lastima que moriré aquí, pero al menos sabré que mi señor me estará esperando en su dominio para que pueda aprender todo lo que no pude en vida.” Comento sorpresivamente con mayor facilidad en sus palabras de alguien que había recibido un par de golpes en su cabeza.

“Pero…” empezó a decir quedándose quieto en su mirada a ella. “Tu no lo sabrás, como las demás cosas que haz olvidado mentiroso.” Afirmo con una sonrisa antes de cerrar sus ojos. Aun respiraba cuando lo volvió a revisar, aunque bastante sangre habia quedo en el candelabro tras el segundo golpe.

Leonor volvió a golpear a aquel hombre que con tanta malicia le había hablado momentos antes. Pensó que sería lo suficiente como para tumbarlo en el suelo finalmente, pero de nuevo no esperó que tuviera fuerza para continuar consciente e incluso hablar.

Las palabras que le dijo consiguieron intrigarla y preocuparla al mismo tiempo, puesto que desconocía como podía saber que había olvidado cosas y quien sería ese maestro del que hablaba… ¿y si Thomas era uno más de esos sectarios? ¿Y si no era del todo humano y por eso tenía aquella fuerza tan increíble? ¿Y si….?

Eran demasiadas preguntas sin resolver con el poco tiempo del que disponía, por lo que se apresuró primeramente a comprobar el estado de salud de Thomas y asegurarse de que no corría ningún peligro. Después rebuscó entre los pliegues de su túnica por aquello a lo que supuestamente echó mano cuando intentó hacerle daño a Marco, o por alguna cosa que pudiera tener, ya fuera una carta o cualquier documento u objeto que la ayudara a esclarecer todo esto. Tras ello, se apresuró a arrastrar con cuidado al supuesto sacerdote a algún lugar oculto cercano que no resultara evidente para nadie que deambulara por ahí, y por ultimo le ató concienzudamente y le amordazó, para ir a buscar a Vinay con presteza, no sin antes limpiar la sangre del suelo que había quedado.

Leonor tenía la esperanza de que el sirviente de Vinay la ayudara a transportar a aquel hombre, ya que el Vampiro y Rea eran los únicos que conocían su secreto con respecto a los espíritus.

El estado de salud de Thomas no era terrible, pero tampoco estaba en su mejor momento. Su cabeza le sangraba y tenia algunas heridas hechas por Leonor. La huérfana tuvo que tratar la cabeza lo mejor que pudo esperando que eso le ayudara a resistir hasta que ella pudiera realizar el plan que tenia con él.

Examinando dentro de su tunica saco una cruz, algo nada raro en un sacerdote. Pero lo siguiente fue una figura ovalada de piedra que parecia un huevo petrificado que le cabia en la mano a Leonor. No había marca alguna en esa piedra pero igual por el peso parecía hueco. Examinando encontró un pequeño cuaderno del hombre, el lenguaje que usaba era latin que le tomaría su tiempo leer pero empezo a notar que no era el unico que escribia ahí y que una de las letras parecia demasiado a otra que ella habia visto. Tardo unos segundos en darse cuenta que aquella era la letra que tenia el mensaje que ella habia tomado donde se habia muerto el franciscano y donde habia conocido a Maximiliano. Tras ello encontró monedas y una tela con un olor extraño que le invocaba rechazo en su nariz.

No habia muchos ligares ideales, uno eran un par de habitación que habia pasado aunque no sabia ella si los dueños o alguien mas pasaria por ahí. Los dimas parecian lugares muy complicados o muy apartados para llevar un hombre arrastrando. De cualquier modo ya lo tenia atado y amordazado, limpiar la sangre costo pero pudo hacerlo tambien.

Corriendo como podia ya que la pequeña no quería llamar la atención fue directo a la biblioteca sintiéndose muy nerviosa y ansiosa, ya que a pesar de su astucia un lugar para esconder un cuerpo no era facil de hallar y lo que había hecho era un trabajo lejos de ser perfecto.

Los guardias de la biblioteca la dejaron pasar, aunque los escribas de ahí la miraron con suspicacia y con cierta irritación notando lo apurada que estaba. Sin embargo quien buscaba no era tan facil de hallar a pesar de ella hecho un vistazo completo por la gran sala.

Ver al hombre inconsciente y totalmente indefenso a su merced hizo que su naturaleza la traicionara un poco y se encontró a sí misma haciendo que aquel hombre se sintiera lo mejor posible a pesar de las circunstancias. Por ello, trató lo mejor que pudo su herida y depositó el cuerpo inconsciente del falso sacerdote en la mejor postura que pudo para que no sintiera dolor.

No obstante eso no le impidió quedarse con todos los objetos que guardaba aquel hombre, guardándose muy mucho de tocar directamente la tela que tan mal olía, por si portaba algún tipo de enfermedad.

La libreta fue un gran descubrimiento, por lo que, aunque no tenía tiempo para leerla, tomó un pedacito de papel vacío de ella y escribió exactamente el mismo mensaje que había encontrado en el lugar donde murió el franciscano, con las palabras “Siempre he querido ayudar” al final. Si el falso sacerdote lograba escapar antes de que ella encontrara al sabio Vinay, al menos sabría que ella no era el enemigo y quizá dejara un mensaje con un lugar y una hora donde pudiera verse con ese maestro que había mencionado antes de caer inconsciente…. En el peor de los casos la matarían, pero si escapaba antes de llevarlo ante el Vampiro, posiblemente estaría muerta de todos modos.

Finalmente y tras prepararlo todo, la huerfanita llegó hasta la biblioteca donde los guardias la dejaron pasar. No obstante, la damita no encontró por ninguna parte ni a Vinay ni a su ayudante, y los escribas que allí había no le facilitaron el trabajo para acercarse fácilmente hasta las catacumbas. Por todo ello, se acercó al que pareciera más competente de los presentes y, mostrando sus mejores maneras, se dirigió a él con respeto:

-Perdonad la interrupción, pero tengo un mensaje personal urgente para el sabio Vinay. ¿Sabéis donde puedo encontrarle a él o a su ayudante?

El escriba saco los ojos de su trabajo para mirar al supuesto joven con soberbia y aburrimiento, sin duda queria terminar la conversación rapido. Aunque cuando ella menciono a Vinay parecio prestar mas atención.

“El maestro Vanay esta ocupado ahora mismo, su ayudante se encuentra en la biblioteca ahora mismo pero deberé llamarlo. Ve hacia arriba y ponte a leer si puedes hacer sino no ensucies nada.” Comento el hombre que cerro el libro y guardo el pergamino que escribía. Tras ello se fue de la gran sala, dejándote solo con otros escribas que te miraban con curiosidad respecto a lo que habia trascurrido.

No te parecio raro que el siervo de Vinay se presentara no mucho después sus pasos arrastrándose aun en la alfombra elegante de esa biblioteca. Su cara aun con la luz del dia no mejoraba sino que ahora observándola mas con detalles notabas mas arrugas de lo que habias visto en toda tu vida y sentías que si tocabas su piel seria todo lo contrario a la suavidad natural de la piel humana.

“¿Para que necesitas a mi maestro?” pregunto yendo al punto enseguida.

Mientras lo esperabas habias podido echar una ojeada al cuaderno de este, en principio encontrando una agenda algo monotona que relataba los deberes de un sacerdote de la basílica nada saliendose lo usual. Aunque mientras progresabas y de vez encunado otra letra se mostraba en el cuadernito y con ello promesas de satisfacer su curiosidad. La curiosidad del hombre que no era la usual pareciendo interesarse en lo sobrenatural e incluso a los seres nocturnos que conocían la verdad.

A Leonor no le sorprendió lo más mínimo que el escriba la tratara de aquella manera. ¿Por qué debería ser amable si ella tan solo era un muchacho con ropas humildes que estaba demorando su trabajo? Por eso razón, cuando le dijo que el sirviente el sabio Vinay acudiría a recibirla, ella se dedicó a leer con detenimiento el contenido de la libreta, tratando de llegar a algo importante que pudiera darle algunas pistas de lo que estaba ocurriendo.

Finalmente el hombre que tanto miedo le había causado antes, acudió a verla, siento tan directo como le recordaba en un principio – Gracias por recibirme. He sufrido un altercado un hombre llamado Thomas y tengo razones para creer que se ha estado haciendo pasar por sacerdote todo este tiempo y que puede ser responsable de los asesinatos sobrenaturales que han ocurrido en la basílica. Le he dejado inconsciente, pero yo no puedo cargar con él, y supuse que tu señor querría interrogarle. ¿Podrías ayudarme a traerle hasta tu maestro? – Respondió con la misma forma directa, asegurándose antes de nada, que nadie pudiera oírles.

Con un gesto severo de su mano hizo como si apartara el agradecimiento de ella como si no quisiera aceptarlo ni escucharlo.

“Mi señor podria estar curioso por interrogarlo como tu dices…” le respondio afirmativamente a la hipótesis de la jovencita que no era demasiado difícil de acertar. “El problema seria que supongo que ha quedado en la basílica. Cierto?” pregunto mirándola molesta como si ella hubiera elegido ese lugar para dejarlo.

“Todos los vampiros y sus sirvientes tienen prohibida la entrada a la Basílica por parte del Principe. Cruzados fanáticos han empezado a tomar espacios en ese lugar y un posible encuentro con ellos podría ser muy riesgoso.” Le informo con una neutralidad que no dejaba ver facil que opinaba de esa restricción puesta por el principe. “Tu no deberias meterte ahí. Pero supongo que no es lo mejor dejarlo…” no dijo mas dejando la oracion sin terminar esperando una respuesta de ella.

La jovencita le miró con curiosidad mientras escuchaba con atención todo cuanto decía. Esta era la primera vez que aquel hombre le daba información o que le hablaba de forma casi educada, por lo que asintió mientras le explicaba, hasta el momento en que su rostro se arrugó ligeramente por la sorpresa sobre la prohibición del príncipe.

-Si…. Él me atacó en la basílica por lo que no tuve más remedio que dejarle inconsciente. Yo no sabía que teníamos prohibida la entrada a dicho lugar pero…. Supongo que si ahora mismo me voy sin avisar podría incluso ser peor. No obstante… ese hombre que me atacó tenía bastante fuerza y resistencia. No me extrañaría nada que fuera un Ghoul, aunque yo no tengo una forma segura de saberlo. ¿No estaría incumpliendo entonces las órdenes del príncipe? Su nombre es Thomas, a lo mejor has oido hablar de él. – Preguntó algo confundida, aun dolorida por el golpe que recibió en el estómago.

-Yo… he visto a los templarios e incluso les he servido comida y han hablado conmigo, pero aparte de que son rudos y soberbios, no sé por qué tendría que ser un riesgo encontrarme con ellos. Uno de ellos quiso asustarme diciendo que en una habitación habían espíritus y que no volviera a pisarla, pero no he tenido más problemas que ese – Se sinceró, realmente confundida por el posible riesgo que corría.

“Si es un ghoul como dices, entonces como dices incumple las ordenes del Príncipe y debería recibir un castigo.”  Respondió a la pregunta sin agregar datos de mas sino aclarando lo que ella podria pensar. “No he escudo de un ghoul Thomas, aunque yo no tengo interes de relacionarme con muchos individuos.” Declaro no con orgullo pero tampoco vergüenza de su actitud antisocial.

“Tu no eres un vampiro, por lo que no ganarias su agresión con solo verte pero si llegan a sospechar que los conoces entonces tu vida como la conoces terminara. Si te atrapan te torturaran de dia y noche hasta que reveles todo lo que sabes o hasta que mueras.” Le aclaro tomando un tono de mayor advertencia. “No te confies, que hay tanto hombres ruidosos como callados en sus filas. Todos ellos fanáticos en su misión.” Le agrego poniendo más énfasis en sus palabras finales.

“¿Que haras?” pregunto tras un leve silencio.

Leonor no pudo evitar que la palabra castigo también la asustase, puesto que sabía que Lord Aliprondo no era en absoluto comprensivo, y menos con ella. No obstante, ya no había nada que pudiera hacer, por lo que se limitó a asentir ante las palabras del anciano guardián.

-Gracias por la advertencia. Intentaré que jamás sospechen de mí. – Dijo con humildad antes de responder a su pregunta, bastante dubitativa – Pues… no sabía sobre la prohibición, por lo que había acudido a la biblioteca a pediros que me ayudarais a cargar con el hombre inconsciente, puesto que es bastante pesado para mí. No obstante, si es algo que tengo que hacer sola… Supongo que me esperaré hasta la noche cuando los monjes duerman ¿Sería posible que me esperarais a la salida de la basílica para ayudarme una vez que esté fuera?

De nuevo parecio ignorar el agradecimiento de ella no dandole importancia. “Tal vez los sacerdotes duerman a la noche, pero los guardias seguiran estando atentos. Yo puedo y te voy a esperar aquí dentro de la biblioteca seras vos la que tengas que hacer el trayecto hasta aquí.” Comento el hombre que tal vez valorizaba o no la importancia de la mision de Leonor pero no parecia dispuesta a ayudarle.

“Tu haz hecho ello, como haz robado y quemado un libro antes. Espero que puedas resolver esto igual de facil.” Le agrego al final mirando con esos ojos oscuros que se veian mas viejos de lo que seria natural para estos.

Leonor escuchó como aquel hombre no esperaba ayudarla de ninguna manera, por lo que si semblante se tornó serio y enfadado.

-Resolverlo igual de fácil…. Lo dices como si todo lo que me ha pasado hubiera sido fácil. Igualmente muchas gracias por tu ayuda. Cuando el príncipe me pida explicaciones, se las daré encantada. Incluyendo tu contribución en este asunto... Con suerte, ese hombre no es ningún ghoul.

Dicho esto, finalizó la conversación y se dispuso a salir de allí para regresar a la abadía y tratar de arreglar este asunto sola.