Partida Rol por web

La sirvienta tampoco se alteró ante la revelación ella era una sirviente de esta casa y pocas cosas podían escapársele una sirviente pero lo que si le altero un poco fue la presencia de Leonor en esa revelación y por ello le pego una mirada seria para que no contara nada.  

Tras darle la advertencia a la pelirroja se marcho de la presencia de ambas para ir a realizar la orden de su ama, que seria terminar esta fiesta para los que estaban en el salon. Osea una tarea mas que importante.

Mientras la pareja avanzo por la mansión sin un objetivo claro mas que la esquina del gran salón, vieron como  la gente seguía en lo suyo sin sospechar nada. Pero no se quedaron solas por mucho tiempo ya que un guardia llego a ellas.

“Mi señora, espero la hayan informado lo que pasa. Se hablado con el hijo de su tio que se ha puesto a buscar al culpable, aunque lo único bueno fue que capturamos a uno de los jóvenes ladrones.” Dijo contento de la proeza de capturar un joven. “¿Desea interrogarlo?”

Gianna agradeció a su nueva amiga con un abrazo fuerte, era además de hermosa, una persona digna de tener cerca pero no sólo porque se hubiera ofrecido a cuidarla, sino por lo que hacía sin conocer de ella más que lo que había acontecido aquella noche.

-Leonor, de verdad, cuando me necesitéis y para lo que sea, venid a buscarme...

Pero la verdad es que fueron interrumpidas por uno de los guardias y casi que a Gianna le pareció muy bueno pero no porque le evitaran estar con ella, sino porque entonces ellas no tendrían que buscar a nadie. Respiró profundo y le ordenó al guardia que la llevara donde aquel truhán.

-Necesito que enviéis a otro de los guardias a buscar a las señoritas que acompañaban a mi invitada y también al joven hombre que está con ellas. Para el interrogatorio quiero a mi primo conmigo, si es que no se ha ido aún.

Mientras daba las órdenes caminaba sin soltar a Leonor y veía al guardia, trataba de no mirar a los pocos invitados que quedaban.

Sentir como la dama le devolvía los abrazos, reconfortó a la jovencita de cabellos de fuego. No entendía por qué, pero aquella hermosa mujer era como un rallo de luz en un día nublado, por lo que decidió estar con ella esa noche hasta que se sintiera lo suficientemente segura como para que no la necesitara más.

Por todo ello, cuando fueron interrumpidas por el guardia, Leonor se mantuvo en silencio dejándola decidir, hasta que finalmente se pusieron en marcha hacia la sala donde tenían a los ladrones. No sabía si Gianna preferiría interrogarlos sin su presencia, por lo que la dejó hacer, dispuesta a acatar cualquier decisión suya.

El soldado luego de recibir una descripción de las chicas y el hombre, empezó a avanzar hacia mas adentro de la mansión alejándose de la fiesta guiándolas hasta un cuarto pequeño de la mansión. No era mas que una de las muchas habitaciones de invitados aunque en ese momento el invitado que estaba no había sido invitado.

El joven era uno de color con ropas rasgadas y casi sucias, que te hacia preguntar como se había colado en la fiesta pero recordaban con mala gana ese supuesto guardia muerto en una de las entradas y todo tenia sentido. El chico las miraba con odio a ambas por alguna razón. Aunque estaba fuertemente atado a una silla.

El guardia se retiro a buscar a los invitados que ella le dijo y de paso a su primo, que según el guardia se encontraba aun en la mansión pero buscando a los demás truhanes. Si podía lograría traerlo pero si no parecía que las damas deberían interrogarlo solas.

Aunque no estaban solas con dos guardias con el escudo de los Scarpati teniendo rodeado al chico atado.

Gianna dejó que el guardia se fuera y miró a Leonor.

-No te vayas, quedáte.

La noble caminó hasta el joven y lo miró fijamente.

-No te he hecho nada. Por qué miras con odio? Seré buena contigo si me dices quién te trajo y qué iban a hacer a aquí ??

Gianna lo rodeó.

-Si no lo haces pronto te entregaré a mis guardias y sólo Dios sabe qué te harán ellos.

Leonor asintió ante la petición de Gianna y observó como ésta hablaba con el chico de color que habían atrapado. Mientras escuchaba, la jovencita de cabellos de fuego intentó hacer memoria para recordar si había visto a este joven entre los chicos de la calle que fueron reclutados por los sectarios.

Ella había estado allí disfrazada de muchacho, por lo que contaba con la ventaja de que no la reconocerían… ni siquiera el alemán. Aunque desconocía por qué la mansión Scarpati se había convertido en el objetivo de aquellos indeseables rufianes.

El chico las siguio mirando con ira y no se pudo aguantar más ante las palabras de Gianna. "Por tu culpa y la de los tuyos es que mi familia se muere de hambre en Venecia!" le reclamo en un grito que no se gastó en contener a pesar de la compañía que tenían. Aunque eso no quedo así comiéndose un fuerte guantazo de uno de los guardias en el rostro.

Ante esas palabras Leonor no supo de quien se trataba, pero si entendió mejor su objetivo al recordar las palabras del supuesto jefe que les habia dicho varios discurso de como los recursos que los ricos de Venecia tenian debían ser puesto en las manos de los pobres. Por lo que es si pensabas que venían a robarle, aunque tampoco podías olvidar que se trataba de una secta por lo que tal vez abría otro plan detrás de este.

"Que se joda tu dios cristiano. Solo hay un verdadero dios, que es mas antiguo y benevolente que el tuyo."  de nuevo ante lo dicho el guardia se preparo a pegarle pero esta vez espero la orden de Gianna.

Gianna levantó una mano como señal para que el guardia no volviera a golpear a aquella pequeña bestia. Los golpes no iban a servir de mucho o al menos ella no lo quería ver. Se arrodilló frente al pequeño delincuente y negó con la cabeza.

-¿Así que no tenés a Dios? Bueno, no me importa. Yo tampoco si te soy honesta pero en lo que no estamos de acuerdo es en la razón por la cual me odias.

La noble acarició el rostro joven aunque evidentemente cansado y agobiado, seguramente ni siquiera comía bien. Sabia que las cosas no eran justas pero esa culpa de ella.

-Pobre diablo. Eso es lo que eres, un pobre diablo e incluso me das pena pero no soy la culpable de vuestras desventuras o de vuestra familia... Podríais venir a mí y solicitar trabajo pero son demasiado vagos...-le dio una bofetada despectiva.-Quiero conocer a tu amo, te daré oro.

Gianna estaba curiosa y miró a Leonor para ver si ella lo estaba también.

La jovencita presenció la escena del muchacho atrapado y por un momento pensó que bien podría ser su amigo Imanu. Cuando el chico increpó a la noble y recibió una bofetada por ello, Leonor no pudo evitar cerrar los ojos con malestar y pensar que realmente el prisionero tenía razón, puesto que con la opulencia de una noche de fiesta ofrecida por cualquier noble de Venecia en general, podrían comer más de cien familias pobres durante un año entero.

Asimismo, tampoco podía culparle, puesto que ella misma había estado allí y había visto el tremendo poder de convicción que tenía el jefe de los sectarios, el cual prácticamente había conseguido lavarle el cerebro a todos los presentes salvo a unos pocos.

Igualmente, aquello no podía ser tan solo un intento de robar a los ricos para dárselo a los pobres, puesto que ella sabía perfectamente que a ninguno de los jefes de aquella secta les interesaban realmente las vidas de aquellos a los que utilizaban para sus malvados fines.

Pero no fue hasta las duras palabras de Gianna, que Leonor no se sintió realmente mal. La dama noble no podía saber cuan terrible era la vida en las calles y el verdadero significado de pasar hambre, sed y padecer enfermedades por no tener un solo lugar en el que guarecerse del frío. Ella conocía todo eso, y también sabía que ningún noble le daría trabajo a un vagabundo, y menos de color, por mucho que suplicara en la puerta de una casa para ganarse el pan.

-¡Gianna no le peguéis por favor! – Se oyó decir sin poder evitar acudir en ayuda de aquel pobre diablo. – Él es tan solo una víctima en todo esto. Estoy segura de que no sabe que le están utilizando para echarle el muerto de los asesinatos y que tenga que pagar por todos los crímenes que otros han cometido ¿No es cierto? – Le preguntó mirándole directamente, e intentando averiguar si se sorprendía al saber que posiblemente le matarían si realmente le consideraban culpable de asesinar a alguien.

“No temo a tu dios, pero respeto al mio” le aclaro rápidamente mostrando una mirada que Gianna empezaba a reconocer con fastidio.

Efectivamente el joven no solo se veía algo cansado y flaco en comparación con ella, sino que su suciedad también se dejaba olor un poco mejor a ella que se encontraba cerca. “Bruja, no sabes quien es mi amo sino no pedirías conocerlo. Pero tarde o temprano vos y los demás nobles lo conocerán…lo conocerán y lloraran de terror ante su presencia.” Dijo con una sonrisa maliciosa dejando claro no solo que el cachetazo no le afecto, sino que sus ojos brillaban con algo que ella había visto. Fanatismo.

Ante la pregunta de la damita pelirroja, el joven de color negó rotundamente. “No me importa de lo que me culpen, ya solo por vivir donde vivo me van a culpar de miles de cosas…” dijo con ira y tal vez molestia por su intento de defensa. “A mi nadie me utiliza, si pudiera habría asesinado al guardia ese y si pudiera ira a matarlas a ustedes dos.” Comento con un claro odio que le nublaba de cualquier peligro que corria ahora.

“Pero esto no se trata de matar sino de sacarse todo lo que tienes, lo que mas les duele perder. El dinero y joyas.” Revelo no escondiendo una sonrisa de satisfacción.

Leonor ya se temía una respuesta como esta, puesto que había visto cómo esos pobres chicos estaban dispuestos a hacer cualquier cosa por los líderes de la secta, sin importar si moría en el intento. El ataque al cardenal demostraba que todos habían dado sus vidas de una forma totalmente fanática para acercarse hasta él e intentar acabar con su vida.

Pero el prisionera parecía no saber nada del verdadero plan de los hombres a los que servía, y estaba segura de que si no daban con el alemán, posiblemente no lo averiguaran... incluso dudaba que el extranjero hablara si conseguían atraparle. Lo mejor que podían hacer en este caso era encontrarle y seguir sus pasos sin que supiera que le vigilaban, hasta saber qué estaban tramando en la mansión Scarpati.

-Gianna, no sacarás nada de él, ni por dinero ni amenazándole con quitarle la vida. Ya te dije que son una secta y están dispuestos a morir por su causa sin importar lo que le ofrezcas – Respondió con tristeza justo antes de añadir – Si quieren robaros ¿Existe algo de increíble valor en vuestra casa que justifique sus acciones? Lo único que se me ocurre es tratar de encontrar al alemán y espiar sus movimientos para saber qué es lo que quieren en realidad. Yo puedo hacer eso, pero no con este vestido - Afirmó contemplando la preciosa prenda burdeos que llevaba.

Gianna se sintió fastidiosa cuando Leonor defendió a aquella escoria pero trataba de entender qué pasaba por la cabeza de uno y de otro sin realmente aclararse. De pronto no se sentía bien y quizás era mejor dejar que su tío se ocupara de ello pero como no estaba, tendría que ser su primo o Bastien si estuviera.

-Parece que este quiere morir. Hagan lo que tengan que hacer con él, vamos pequeña.

La tomó de la mano y lo guardias ya sabían que hacer pero ella no. Llevo a Leonor consigo al despacho y la miró de pies a cabeza.

-No hay nada en mi casa de gran valor excepto yo... No voy a ir tras ese hombre, no es lo que debo hacer pero no va a hacer que cambie mi vida. Ahora, si tienes datos sobre él, por favor dáselos a mi primo, creo que él sabrá qué hacer.

Los ojos de la noble miraban los dos luceros azules que tenía enfrente.

-Sois una criatura tan hermosa como misteriosa..., espero que no me tengáis una sorpresa.

Leonor no supo muy bien cómo reaccionar cuando la noble dejó al muchacho al cuidado de los guardias. Realmente no había mucho que pudiera hacer por él, puesto que le había lavado el cerebro tanto, que seguramente sería un peligro para sí mismo y para el resto.

No obstante no tuvo demasiado tiempo para pensar en ello, al sentir como Gianna la cogía de la mano y se la llevaba de allí para pedirle que le diera toda la información posible a su primo sobre el alemán que aun seguía en su mansión haciendo vete a saber qué cosa.

Cuando la bella mujer de encantadora mirada le dijo aquellas palabras tan enigmáticas, la huerfanita la miró algo confundida sin saber a qué se refería con ello. No obstante no era de extrañar que pensara que quizá ella estaba detrás de todo esto, puesto que, a decir verdad, cualquier otra podría haberse hecho amiga de las Giovanni para entrar a robar en su mansión.

-No hay nada de misterio en mí. Tan solo he estado en el lugar incorrecto y en el momento inadecuado en más ocasiones de las que me gustaría. – Respondió con la pura verdad, tras un suave suspiro de resignación.

-No. No me lo toméis a mal, no quise decir eso. No dudo de vos o de vuestras intenciones pero sois misteriosa porque realmente no sé más de vos.

Gianna respiró profundo.

-Haré que traigan a vuestras amigas.

Se levantó y llamó a un guardia al cual le dio instrucciones de traer a tres personas, las Giovanni y Dante.

-Siempre estaré aquí para vos, Leonor.

Ese era un ofrecimiento real.

Solo uno de los dos guardias se quedo con el joven, ya que no era necesario gastar hombres al tenerlo atado. En el pasillo mientras las jovenes hablban los guardias hicieron su trabajo finalmente trayendo hacia ellos a las primas Giovanni, una de las cuales (Anna) miraba con mucha molestia al guadia que los trajo y este tapaba su rostro como queriendo hacerse invisible.

"Lo lamento señora pero aun no hemos podido encontrar a Dante, pero hemos conseguido atrapar a otros de los jovenes." le comento y paso a describir al joven como uno diferente al anterior pero igual de sucio y con mala actitud.

Mientras notaba como la musica se habia detenido y la mansion empezaba a quedar mas tranquila mientras muchos de los invitados empezaban a irse de la mansion. "Mi señora, su primo al parecer sigue buscando al hombre aunque se ha asegurado que nada le falte a la mansion."

Leonor volvió a escuchar las palabras de Gianna y todo su mundo se desmoronó ¿Por qué decía que siempre estaría aquí para ella? No la conocía y no había hecho nada que Dante o cualquier otro guardia no hubieran podido hacer mejor. No obstante parecía sincera… entonces ¿Por qué la trataba así?

Pero no había mucho tiempo para reflexionar sobre todo aquello, cuando los sectarios estaban en la mansión de su nueva amiga tramando cualquier cosa horrible, por lo que, cuando los guardián volvieron con las dos Giovanni sanas y salvas, Leonor no pudo evitar preguntarse por qué Dante no estaba con ellas y qué era lo que estaría tramando el duelista.

-Anna, Celia, me alegro de que estéis bien. Será mejor que estos caballeros os protejan aquí mientras damos con el paradero de Dante. – Afirmó acercándose hasta abrazarlas – Me gustaría salir a intentar localizar a ese asesino peligroso ya que soy la única que le ha visto la cara, pero vos sois la dueña de la casa, por lo que me acojo a vuestras decisiones.

A Gianna le complació ver allí a las dos mujeres sanas y salvas, después de todo eran invitadas a su casa, miró a Leonor recibirlas con cariño casi y sintió un poco de celos pero claro, no dijo nada.

-Señoritas, aquí estaréis bien mientras Leonor y yo vamos a buscar ese bastardo .

Pensó que Bastien le sería de mucha ayuda en ese momento pero no estaba y nada podía hacer porque ella no sabía dónde encontrarlo. Pidió que tuvieran a las hermanas lo mas cómodas que se pudiera, tomó la mano de Leonor y salieron de allí, no sin antes enviar a buscar a su primo, era mejor que no estuvieran solas.

-¿Crees que aún esté por aquí?

-No lo sé, pero me da en la nariz que así será. No os separéis de mí. Os protegeré con mi vida si es necesario - Afirmó, tras dejar la sala y a las dos primas bien protegidas en la habitación.

-Vuestro primo es diestro con la espada? Si está buscando a ese asesino puede que esté en peligro - Afirmó, con decisión en el semblante, esperando que el hombre no hubiera ido sin escolta.

Gianna se sintió mal en ese momento.

-No, no quiero que pierdas tu vida por mí y...

La detuvo en el medio del pasillo y detuvo a su nueva amiga o protectora, ya no sabía qué era.

-Cirino no sabe usar una espada,s un contador. ¡Tengo que encontrarlo a él!

De pronto tenía prisa por encontrar a su primo y tenía miedo por él. Además ella era la culpable de que estuviera en peligro, ella lo convenció de aquella fiesta y era su culpa. Su corazón latía aorisa.

-¡Vamos, Leonor, hay que encontrarlo!

El acercamiento de la pelirroja fue una sorpresa para ambas Giovannis aunque ninguna de ellas la rechazo, aunque las notaba con cierto calor y aroma a ambas e incluso Gianna que las veía con celos sabia por como estaba colorada Celia que habían sido encontradas en un momento privado.

“Si, vos lo pensas asi entonces nos quedaremos con ellos. Por favor descubrí donde esta mi hermano.” Le pidió Celia que recién ahora dejaba salir unas pocas palabras, aunque era claro que era por la preocupación que tenia. “Puede que haya ido tras el peligro.” Agrego después en susurro para la pelirroja. Asintió a lo dicho por Gianna mientras se apartaba con algo de vergüenza y siguiendo a los guardias junto a su prima.