Partida Rol por web

-Yo siempre volveré, Alessio -respondió Ashriel, sonriendo con cierto aire de nostalgia-, no importa cuántos años me vaya ni cuán lejos llegue. Venecia es el lugar al que sé que siempre puedo regresar. Por eso volveré, a Venecia, aquí, a tu trattoria -rió-, siempre volveré. 

Entonces escuchó su siguiente afirmación y le sorprendió un poco.

-Pensaba que eras hombre de costumbres, que te gustaba la apacible calma de tu local y tu querida ciudad... -comentó, sin un ápice de ironía- pero ¡hombre! cuando vuelva a irme, ¡ven conmigo! ¡Ven con nosotros! Quiero  que sepas que en nuestros viajes siempre habrá un sitio reservado para ti, Alessio, eso dalo por hecho.

En ese momento llegó la joven que los había sentado, con los tres platos que le pidieron. 

-Gracias -sonrió el juglar, amablemente-; bueno muchachos, vais a probar la mejor comida de vuestras vidas... Comed, comed, que se os enfría... Hoy invita Axel -bromeó, guiñándole un ojo al dueño del local. 

-Como dice todo buen italiano -comenzó él entonces, para después terminar a dúo y casi a voz en grito con el dueño del local, perfectamente sincronizados-: ¡buen provecho! 

Largo una corta carcajada ante tu sorpresa. “Tienes razón soy apacible y tal vez el sitio seguirá vacio la próxima vez. Pero tengo cierto deseo de ver uno de esos lugares que son tan distintos a este, aunque ninguno al sur que esos son peligrosos.” Comento cambiando rápido su entusiasmo ante la rapida aceptacion del Juglar, aunque eso no era de extrañarse ya que no era algo solo de Alessio, habia pocas personas aventureras en esta epoca aun en una ciudad como Venecia. El miedo terminaba acostumbrándolos a la comodidad de la ciudad.

Luego que se sirviera, Axel te miro con enojo ante tu broma aunque fue algo que se le paso rápido ya que sabia que era uno de tus chistes. Por otra parte Alessio comprendió en seguida tu gesto y señal, coordinado sin mayor problema con tus palabras.

Tus compañeros por su parte sonrieron ante tu sincronía con el dueño y empezaron a comer en dúo. Al parecer opinaban como vos ante el buen sabor de la comida o simplemente estaban más hambrientos de lo que admitían. “Coman, coman que solo es el principio. Un buen postre no viene mal a nadie.” Dijo sonriendo al verlos comer, juntando sus manos complicado de cómo podría terminar esto.

Sin embargo no se quedo con ellos, pasando su mirada a Ashriel. “Se te ve muy contento Amigo. Algo bueno te ha pasado, vamos que las buenas noticias hay compartirlas para que todos festejemos.”

Ashriel dejó de comer un momento. Tragó, se limpió los labios con la servilleta y bebió lentamente un sorbo de vino casero, degustándolo. Sus ojos color de ala de cuervo se quedaron fijos en algún punto de la pared de nuevo. 

-Creo que lo que ves es a alguien que ha logrado alejar sus fantasmas al fin, amigo mío -respondió, como cada vez que le pasaban aquellos pensamientos por la cabeza, poniéndose algo filosófico-; he viajado mucho, he conocido mucho mundo, he visto muchas culturas y he encontrado grandes amigos -continuó, señalando a sus  dos amigos-; creo que al fin he logrado dejar atrás las tristezas del pasado y rescatar los buenos momentos de mi memoria. Y haber dado caza al asesino de Velia no ayudó en absoluto, si vas a preguntarlo... lo conseguí enseguida y después... después no me sentí mejor. No sentí nada en absoluto... Fueron necesarios muchos años de trotamundos para limpiarme aquella niebla que cubría mis ojos y mi corazón...

Entonces sacudió la cabeza, se rió de sí mismo y miró a Alessio a los ojos.

-Simplemente estoy en un momento de mi vida en el que, por fin, me encuentro a gusto conmigo mismo, me siento bien. Peeero... ¡me sentiré mucho mejor cuando tome ese tiramisú del que tengo tan gratos recuerdos! -terminó, acabándose su último pedazo de comida de un solo bocado. 

El dueño de la taberna te conocía bien y sabia que tenias muy incorporada esa costumbre de ponerte poético, en su interior era algo que pensaba común en todos los juglares, por eso no hizo gesto alguno y escucho tu respuesta.

“Hombre, parece como si te hubieras vuelto mas sabio. Digo conoces como somos todos aca algo melancólicos y violentos, otros en tu caso se habrían vuelto asesinos con otro nombre.” Comento y en ti no habia duda que era verdad lo que decía. Habia demasiada vendetta suelta, demasiados locos con espadas en sus manos y sobre todo un orgullo que no permitia muchos detenerse a pensar. “Me alegro que hayas podido superarlo.”

“Oh, claro ya lo esta haciendo mi cocinero. Pensabas que olvidaría lo mucho que gustaba.” Dijo sonriendo amablemente. “Pero bueno ahora que acabaste de comer, puedo preguntarte que piensas hacer ahora que estas de vuelta?” pregunto con clara curiosidad. Aquella era una pregunta que parecia repetirse en el dia, talvez porque algunos eran mas sedentarios en sus pensamientos que el trotamundos.

Ashriel sonrió mientras escuchaba las palabras de su amigo. Pero no dijo nada, sólo se quedó pensativo. Apuró el final de su plato al escuchar del cocinero yo esbozó una sesgada sonrisa. 

La pregunta no le pilló desprevenido, la esperaba. Sin embargo, por mucho que la esperase, seguía teniendo la misma idea que aquel día por la mañana: ni la más remota. Se encogió de hombros.

-Ni idea -respondió; luego se quedó pensativo unos momentos, entonces sonrió abiertamente-: ¿sabes? no lo sé y no me importa. He vuelto tras diez años, para volver a empezar. Ya veré lo que el destino depara...

Dicho lo cual quedó pensativo de nuevo. Miró al cielo, a lo lejos, a los altos picachos que sobresalían por encima de los tejados, de la Catedral de San Marcos, que se podía ver desde ahí. Sonrieron sus labios y sonrieron sus ojos, nostálgicos. Aquella noche subiría y si Andêl quería subir con él, le enseñaría su refugio. 

"¿Veras lo que el destino depara?" pregunto Alessio con algo de ansiedad ante tu falta de planes. Habian muchas cosas, intereses e ideas que compartian el dueño de la taberna y el juglar, pero esta forma incierta de pensar no era una de ellas. "Ya lo habras escuchado muchas veces, pero ningun barco duradero se deja llevar por la corriente." comento usando una metafora bastante usada en esta ciudad, posiblemente por tratarse de una ciudad portuaria y comercial a base del mar.

"La vida al final es como un barco que navegas en un gran mar. Si dejas que el mar te lleve posiblemente termines perdido y muriendo de hambre o encallando contra la tierra por no pensar bien lo que haces. Ahora si te ocupas de dirigir tu barco a una dirreccion concreta y ordenar todos los componentes de este como corresponde terminaras seguramente terminaras siendo rico u otra cosa buena." dijo sonriendo grande sutilmente señalandose a si mismo mientras decia la segunda parte de su discurso que tenia como fin volverlo menos descuidado al juglar. "Ese es mi consejo amigo." agrego aunque en parte te parecia una orden de su parte.

Axel habia estado prestando atension a la conversacion que se encontraban teniendo entre ustedes, aunque fue solo hasta ahora que parecio listo para intervenir. "Estoy de acuerdo con este buen hombre. Deberiamos pensar en algo concreto para hacer y ahora se me acaba de ocurrir una idea que puede llevarnos a esa riqueza de la que habla." comento tu rubio amigo mientras sus ojos brillaban con emosion.

"Escuche de la boca de uno de los comerciantes que habra otra fiesta a la noche... que en realidad terminaran siendo dos. Una en la plaza para la gente comun y algunos comerciantes sin mucha influencia, pero tambien habra una fiesta frente a la plaza dentro del palacio del Dogo. A esta ultima asistiran gente de la nobleza de aca y ciudades cercanas, incluso alguno que otro mercader con dinero." fue explicando a los tres hombres, aunque era claro que trataba de vender la idea a sus dos amigos pero por educacion incluia al dueño en la conversacion. "Ashriel deberiamos buscar una forma que nos inviten a los tres, ustedes se quedarian entreteniendolos mientras yo cerraria algunos negocios que no pude esta tarde. Que te parece?"

-Lo sé -respondió Ashriel rápidamente al comentario del posadero- pero primero tengo que encontrar un nuevo barco en el que zarpar... ¿no crees?

Entonces escuchó con atención la propuesta de Axel. Por fin un reto en el que ocupar la mente. Los finos labios del juglar se extendieron de inmediato en una peligrosa sonrisa y un brillo extraño refulgió en sus ojos. 

-Muy buena idea, amigo mío -respondió con entusiasmo el cuentacuentos-, bueno, siempre podemos adscribirnos a la compañía invitada o buscar a algún rico comerciante al que agrade nuestro espectáculo y que quiera avalarnos para entrar. Tú puedes intentar hacerte amigo de ese rico comerciante y demostrarle que sabes hacer tu trabajo, si quieres, y luego dedicarte a cerrar negocios. Ésa sería la opción más legal... Otra opción es colarnos o conseguir una entrada falsa, de alguna manera... jejeje

Esto último lo dijo a modo de broma. Sin embargo, sus tres amigos se dieron cuenta por su mirada de que la idea se le había pasado realmente por la cabeza a Ashriel.

El posadero lo miro confundido, le parecía haber pensado que había dejado lo suficiente claro que el barco era su vida y Ashriel ya le había confirmado que tenía una nueva. Sin embargo antes que respondiera se quedó escuchando la propuesta de Axel, con una media sonrisa que paracia mostrar cierto gusto por el plan del joven alemán.

Axel sonrió en gran medida ante la entusiasmada respuesta de su amigo y luego se quedó escuchando mientras llevaba algo de vino a su boca. Fue ante una de las propuestas del Juglar que negó la cabeza. “Ya me oíste antes estos comerciantes no están interesante en hacer negocio conmigo…” con cierto fastidio, pero rápidamente hizo un gesto con la mano para sacarle importancia. “Aunque con alcohol dentro de ellos, en una fiesta y una sonrisa en su rostro podría ser distinto.”

“Respecto a las otras ideas, no veo problema.” Concluyo sonriendo con la misma peligrosa sonrisa que su amigo.

El posadero amigo y todo parecio distraerse con una mancha en la pared cuando se hablo del tema ilegal. Mientras Andêl habia quedado callado con un rostro serio, tal vez algo desacuerdo con la opción ilegal pero por los años que llevabas junto al hombre sabias que se dejaría llevar por sus dos amigos en cualquier plan.

Ashriel sonrió al ver los gestos de los tres. Sabía que Axel estaba encantado con la idea y que el titiritero los seguiría, aunque no estuviera del todo conforme. Lo que no sabía era cómo se lo había tomado Alessio. 

-¿Qué me dices, Alessio? -le preguntó entonces, mirándolo directamente- tú llevas todo este tiempo aquí, sabrás a quién nos tenemos que acercar o cómo nos podríamos colar... ¿un guardia amigo tuyo, quizás? ¿algún cocinero, miembro del servicio, que nos abra una puerta trasera? ¿o quizás algún noble de tu confianza que nos cuele como su séquito? ¿Y tú? ¿Te apuntas a una pequeña aventura, amigo mío?

En los ojos del cuentacuentos brillaban la alegría de la leyenda y la astucia de los años. Pero también se veían reflejadas en ellos la excitación de un niño ante lo desconocido y la curiosidad de un aventurero ante un nuevo reto. 

Alessio volvió a mirar hacia sus mesas. “Es buena idea, aunque sabes que no yo tolero ningún acto ilegal hecho en mi taberna.” Dijo con una sonrisa maliciosa al final y un tono que dejaba ver el sarcasmo de sus palabras final.

“Pero por suerte me distraje en ese momento.” Lo conocías lo suficiente para saber que en público nunca aceptaría la idea ilegal aunque en privado y con alguna ganancia s u persona aceptaría ciertos tratos no demasiado riesgosos o demasiado reprochables moralmente. Por lo que ahora actuaba como si no le importara o no le gustara, pero tal vez por los años que pasaron entre ustedes quería dejar claro con esta mala actuación que seguía actuando de la misma forma que hace años.

Ante tus preguntas no pudo evitar reír con ganas. “Que la pintura nueva y las nuevas mesas no te engañe amigo. No ha crecido tanto mi influencia.” Le respondió mientras se rascaba la parte trasera de su cabeza. “Lamentablemente pocos nobles vienen aquí, pero no hablamos mucho porque generalmente están ocupados en reuniones secretas y esas cosas de nobles. Lo más que conozco es alguna que otra dama de la noche que suelen frecuentar pero no creo que te de información gratis o barato.” Comento dando una posible ayuda de su parte.

Sonrió grande y se acercó a su compañero. “Lo siento no puedo estaré ocupado, atendiendo al gran número de invitados que recibiré a la noche.”

Ashriel sonrió a su amigo Alessio, sesgando los labios, al escuchar sus palabras. Después, tras atender a la respuesta del hombre, sopesó las posibles opciones que tenían para lograr entrar en dicha fiesta. 

Finalmente, la razón se impuso a las ansias de aventura. 

-¿Quién es el organizador de la fiesta en el Palacio del Dux, amigo? -preguntó entonces al posadero- creo que es hora de hacerle una visita y ofrecerle nuestros servicios, Andêl, al fin y al cabo, no sería la primera vez que nuestra compañía actúa en fiestas de nobles de alta alcurnia. Y tú, Axel, podrías entrar con nosotros, como gerente de la compañía, y luego dedicarte a tus negocios con los beodos comerciantes -sonrió de nuevo, con una expresión pícara reflejada en el rostro- creo que lo mejor será intentarlo por esta vía, demostrando nuestras aptitudes, antes que tratar de colarnos de otra manera. 

Levanto una ceja extrañado con la primera pregunta de su amigo. “Pues el Dux claro esta, es su palacio. Luego tiene sirvientes internos que se arreglan de la decoración. Pero sin el permiso del Dux, ningún noble puede organizar nada en el palacio.” Le explico aunque se encontraba algo sorprendido que preguntara algo asi, pero lo termino atribuyendo a los años que estuvo fuera.

Luego espero paciente mientras escuchaba la idea. “Me parece una idea sensata. Pero lamento decirte que el Dux se encuentra ocupado para entrevistas personales y a menos que poseas un mecenas con dinero detrás de ti no conseguirás pasar de las puertas.” Le aclaro con calma y respeto, sin la idea de reprocharlo ya que sabia como podia ser su amigo. “Han pasado diez años Ashriel, mucho cambia y por eso muchos esperan adquirir juglares conocido en la actualidad.” Agrego como adelantandose a que sugiriera usar su fama para entrar a esa fortaleza.

Ashriel se mantuvo un rato pensativo. Realmente, tras diez años, todo el mundo allí había cambiado. Claro que aún había gente a la que conocía, Alessio era la prueba de ello, pero diez años son muchos años y, a no ser que aún quedara por allí algún viejo noble de aquellos con los que más relación tenía la familia de Velia, que eran los que lo conocían a él, no podría contar con el apoyo de nadie*. 

Suspiró y le dio un bocado al postre de café y chocolate que ya les había traído amablemente la joven. Delicioso, como siempre. No se le ocurrían más opciones para entrar en el palacio. Desde luego, podían intentar colarse, pero no no le hacía demasiada gracia terminar encerrado en los calabozos del Dogo justo a su vuelta y tampoco quería arrastrar a sus dos amigos con él, ya que aquí no gozaban aún de buena fama ninguno de los dos y una mala fama era mucho más difícil de quitar. Se devanó los sesos, tratando de recordar a alguien que le pudiera ayudar a conseguir un pase para actuar en esa fiesta...

Tenía toda la razón en pensar a diez años como mucho tiempo, había humanos en esa época que veían a eso como el tercio de su vida. Además conocía la cultura Italiana de esta época y como muchas cosas cambiaban en cada ciudad edad estado, siendo Roma la única que quedo casi estática en su propio mundo.

Por lo que la búsqueda de algun mecenas que lo reconozca aun pasado el tiempo era muy complicado, Su mente sin duda se movilizo primero hacia la familia de su amada perdida aunque esta no estaba segura como serían sus reacciones ahora o tal vez como seria la suya. Por lo que siguió buscando en su mente hasta dar con una familia que creía podrían tener la suficiente memoria para recordarlo. Los Perin conocidos en Venecia por ser personas ilustradas y que el juglar conocía a partir de su relación con la familia de Velia.

Tal vez esa podria ser una buena donde empezar...

-Los Perin... -musitó el juglar, casi más para sí que para sus compañeros- sí, podría ser...

Se mesó la incipiente barba y entonces decidió que ir a ver a esa noble casta sería su primera opción. Se tragó de un golpe el resto de su postre y miró a sus amigos, con un nuevo brillo en la mirada.

-Sé a quién podríamos acudir... no es seguro, pero quizás ellos, si se acuerdan de mí, puedan ayudarnos. ¡Vamos! ¡Termináos eso ya, que no hay tiempo! -los apremió entre risas. 

Tus amigos te observaron primero sorprendidos, luego sonriendo contagiados por tu buen humor. Aunque gracias a la intervención de Alessio, que no le agradaba cuando sus clientes comían rápido y no disfrutaban de su comida. De cualquier forma cuando partieron aun habia luz de dia y las calles parecia seguir con poca actividad.

La ruta hacia la casa de esa familia estaba marcada en la memoria del Juglar, mas por las distintas casas llamativas alrededor que habia sobrevivido estos diez años, que por lo prodigio de su mente.

Al llegar se encontró frente a la mansión por un corto camino que pasaba frente a ella, dejando ver una entrada que si bien era hermosa en comparación con la de los vecinos, no dejaba de ser una entrada secundaria a esa mansion. Algo nada raro en esta ciudad donde muchas veces los nobles ingresaban por góndola a sus propios hogares. Como la mayoría de las mansiones en Venecia poseía varios pisos de alto y una anchura que sus demás vecinos seguramente envidiaban. El decorado de esta con sus grandes columnas te recordaba aun estilo griego y sus grandes ventanas con muchos detalles. Pero lo que te la marcaba como tu objetivo eran los múltiples banderines de la familia.

Un leon rojo con una corona y con una luna de igual color siendo tomada con su pata. Era sin duda un peculiar simbolo por la casa y con los años no te acordabas el completo significado de cada simbolo, pero sabias bien que como cualquier otro con un animal tan agerrido no debias esperar una familia humilde o tranquila.

Ashriel sonrió imperceptiblemente al ver la enseña de la familia. Le traía buenos recuerdos. Llegaron a la puerta trasera, que estaba bien adornada y limpia, tras una ligera caminata que les sirvió para bajar la comida de aquel día. Cuando aalcanzaron la puerta, atravesando el jardín, el juglar se detuvo finalmente frente al portón. A pesar de que aquel lugar era una entrada secundaria -ellos, evidentemente, no habían ido en barca-, realmente la entrada del canal sólo la utilizaba la gente adinerada, la propia familia o invitados especiales; el resto del mundo -el mundo normal- utilizaba aquélla, por lo que en realidad era normal que estuviese tan cuidada. 

-Bueno, vamos allá. A ver si queda alguien que me reconozca...

El juglar, tras echar un vistazo fugaz a ambos amigos que lo habían acompañado para comprobar que los dos estuviesen de acuerdo, llamó al timbre, que consistía básicamente en una fina cadena dorada que hacía sonar una campanita dentro de la casa. El bardo la hizo sonar un par de veces y después esperó. 

Tus compañeros se veían tranquilos, era claro que había una confianza en tu decisión por lo que no era extraño que se vieran calmados y expectantes por lo que fuera a pasar.

El sirviente que se ocupaba de abrir la puerta trasera tomo su tiempo para contestarla, por lo que dejo un tiempo al Juglar para darle una segunda vista a la casa. Entonces noto una mirada que venía desde el segundo piso, se trabaja de un joven con enrulado que parecía verlos con aburrimiento hasta que notar algo en Ashriel que le provoco una sonrisa. Sin embargo no se quedó mucho tiempo mirando antes de marcharse y dejar al juglar con una sensación de haberlo visto antes pero sin estar completamente seguro.

Quien abrió la puesta fue un hombre anciano que vestía con la elegancia de un sirviente de familia acomodada, que antes de decir alguna palabra los examino a los tres cuidadosamente. “¿Que desean?” pregunto con calma formal sin apurar su tono, fijando su mirada en Ashriel. El trotamundos reconoció al viejo, que en diez años había cambiado menos de lo esperado. Se llamaba Rufino era uno de los mayordomos relativamente importante de la casa y haciendo mas memoria recordo que le gustaban los poemas cortos y simples, encantado con las rimas que producías.

Por su lado aunque tardo también pareció reconocerte. “Maese Ashriel, es usted?” pregunto con sorpresa y algo de alegría. “Me habían dicho que había muerto…ahogado.” Confeso para luego sentirse algo incómodo con sus palabras. “¿Que le trae por aquí?” volvió a preguntar con menos de frialdad y casi en confianza con tu presencia.