Partida Rol por web

El rostro de massimiliano permanecio neutro ante la pregunta de ella, aunque por su respuesta adivinabas que cualquier otro italiano habia tenido una sonrisa confiada y tono mas burlon. “Estaba tan unido a ambas cosas como cualquier otro Fraile que cuida sus pertenencias mas importantes.” Comentaba tal vez sintiendo que habia preguntado una obviedad.

Tomando ambos los acerco a Leonor, como si preguntaba si sentia algo asi como si fuera un perro aunque sin duda no era su intencion. Por su parte Leonor no sentia conquilleo alguno por esos dos objetos que se le presentaban. Por eso que siguiera buscando en la diminuta habitacion por otro objeto era una buena idea.

Tanto reviso que fue tras correr el escritorio del fraile que noto una baldosa mas suelta que otras, con un poco de precion de sus dedos pudo empujarla sin demasiado problema. Dentro encontro un papel chico doblado varias veces y con una parte escrita. Tuvo que levantarse de nuevo, mostrandoselo a Massimiliano y acercandolo a la ventana para distinguir lo que decia. Dentro se escribia con una letra diminuta un nuevo mensaje.

“La basilica esta nerviosa. Saben que como no tienen poder quedaran mal ante el cardenal. Pero les preocupa tambien algo mas, han escuchado rumores de algo que se esconde en esta ciudad y que se parece a lo que tu sospechas.”

Eso decia el mensaje que no explicaba nada mas, pero parecia tener la misma letra que el otro mensaje.  

La joven no mostró ninguna objeción cuando Massimiliano colocó los objetos cerca de su persona esperando que algo ocurriera. Ni siquiera ella misma era capaz de saber cuándo un espíritu se le mostraría, ni las circunstancias más favorables para que ocurriera, por lo que cualquier idea era bien recibida a pesar de que a simple vista resultara algo fuera de lugar.

No obstante, no parecía que ninguno de los dos objetos fuera a atraer al difunto, por lo que la jovencita comenzó a realizar una búsqueda exhaustiva de los aposentos, cuidando hasta el más mínimo detalle.

Quizá fue por eso mismo, que tras mover el escritorio, sus ojos se fijaron en una baldosa algo más suelta de lo normal, por lo que, tras deslizarla con sumo cuidado y extraer el diminuto papel doblado, fue abriéndolo poco a poco para mostrárselo a su compañero y que ambos pudieran leer su contenido.

-La letra es la misma – apuntó, a pesar de la obviedad de este hecho al poder comparar la nota original - ¿Crees que se refiere a esos Cainitas de los que hablaste antes? Y ¿Tienes idea de a quién pudo estar enviando este tipo de mensajes? – Preguntó, no estando segura de si aquella pista les llevaría a alguna parte.

Sin duda no era una pareja de investigación demasiado coordinada cada uno con sus ideas en su mente, pero por suerte ambos parecían meter la misma energía en la investigación y ninguno era desagradable con él otro. Por eso solo se transmitía como mala una pequeña incomodidad que se corregía bastante rapido.

Si embargo so no detenia la investigación y el hallar ese papel podria acercarlos aun mas a la meta que se impulsaron o tal vez a una distinta. “Eso es bueno.” Comento ante la comparación de la letra, antes de ponerse a leer con cuidado. “Supongo que puede tratarse de ellos.”dijo en una respuesta no demasiado convincente pero no parecía que ella conseguiría algo mejor o el fraile no terminaba de sentirse seguro. “Alguien de la basílica.” Dijo mientras señalo la primera parte de la nota.”Entre la basílica y nuestra orden no hay tanto trato como pudieras pensar...” Comento tratando de formar algo con lo que decia pero parecia quedarse en su pensamiento. "Aunque no se me ocurre de quien puede tratarse."

Leonor cada vez se sentía más cómoda hablando con ese sacerdote. No sabía si se trataba de que no era excesivamente mayor y por lo tanto más abierto de miras, o si era porque le recordaba en cierta medida al instinto protector de su hermano, sobre todo cuando decía que no quería que ella se pusiera en peligro. En cualquier caso, pensaba que hacían un buen equipo, y esperaba no defraudarle nunca.

Por todo ello, cuando Massimiliano le confirmó que la nota podía referirse a los vampiros, la joven se moría de ganas por saber qué era lo que estaban tramando en la ciudad tantos Cainitas de un tiempo a esta parte.

No obstante, cuando comentó que entre la basílica y su orden no habían tantas relaciones, la jovencita se extrañó un poco al principio, a pesar de que tampoco era tan descabellado lo que decía teniendo en cuenta el trato que el Obispo recibió por parte de Corradino.

-Es complicado, aunque si quieres, los dos juntos podemos intentar averiguar quién es ¿Hay alguien en la basílica con la confianza suficiente como para poder hablar con él? Por cierto, nunca lo he preguntado pero… ¿cómo se llamaba el difunto?

El fraile escuchaba lo que decia ella, pareciendo buscar una solucion que viniera de parte de ella.

“Me gustaria que vayamos juntos pero...” comenzo a a decir aunque dejo en el aire el recordatorio de que estaba obligado a quedarse en ese lugar. “Aunque si tienes un plan me gustaria escucharlo.” Comento el hombre curioso de lo que pensaba ella.

“Mmm yo no sabria decirte con quien se hablaba, en verdad no lo conocia lo suficiente.” Confeso con algo de verguenza. “Fredo. Asi es como se llamaba nuestro hermano.” Le respondio recuperandose un poco de su pena mientras pensaba. “Podria preguntar a mis demas hermanos por si saben algo. Se de un par que eran buenos amigos de él.” Sugirio.

La jovencita se llevó una mano a la cara al darse cuenta de que había olvidado totalmente que Massimiliano estaba “castigado” en la abadía. Esperaba que su comentario no le hubiera molestado al recordarle que no podía salir de allí, por lo que, totalmente colorada le respondió como mejor pudo.

- Si… perdona, no caí en que no puedes venir conmigo – Comenzó a decir sintiéndolo de corazón – Bueno, no tengo un plan muy definido, pero… ¿Crees que podría hacerme pasar por monaguillo? Supongo que si voy recomendado por ti, no tendrán problema en aceptarme, y así podría investigar desde dentro quién puede ser el hombre con quien se mandaba la correspondencia, ya que no creo que colarme en la basílica sin permiso sea muy bueno para mí si me pillan. Igualmente, preguntar a tus hermanos de forma disimulada puede ser muy buena idea, aunque mejor no les menciones lo de las notas porque puede ser peligroso. La persona que lo mató, puede que lo hiciera por lo que sabía. – Le advirtió, pidiéndole que no se pusiera en peligro innecesariamente.

El monje no parecía molesto con el comentario de ella, dejándolo pasar mas haya del recordatorio que le había dado a ella.

“No se, ¿que tan bueno eres disfrazándote?” pregunto al supuesto joven dandole algo de consideración al plan. “Podria escribir una letra de recomendación aunque no sabria bien si esta fuera a ayudar o no. No tengo influencia, quien podria tenerla es Corradino.” Le informo con algo de desilusión empezando a dudar del plan. “De cualquier forma es como dices. Es mejor que meterse sin permiso.”

Asintio a las palabras de ella. “Es probable que tengas razon, sere lo mas sutil que pueda. No quiero arriesgar mas a mis hermanos.” Dijo con tristeza ya la orden habia sufrido un par de muertes, aunque lo mas triste era que afuera no parecian demasiado alterados por ello. Eso era algo que vos sabias, aunque nno sabias si tambien Massimiliano lo sabia.

-Ummmmm, quizá le puedas pedir al Padre Corradino una carta de recomendación para mí ¿O tendría que hacerlo yo mismo? – preguntó, sin saber muy bien cuál era la mejor manera de actuar en estos casos – Y soy bastante bueno disfrazándome. Jajaja, posiblemente ni el Obispo Claude pueda reconocerme si me pongo a ello – Afirmó con un guiño de complicidad.

No fue hasta no mencionar al Obispo, que la jovencita no calló en el mensaje que tenía por parte del espíritu, por lo que, mirando a Massimiliano con determinación a los ojos, Leonor le mijo con seriedad.

-Hablando de él… Estuvo aquí para verte y no me gustó nada su actitud prepotente y condenatoria. Después de pensarlo mucho, he decidido darte el mensaje de Vico a ti. Aquella noche en la basílica me dijo… que le contara al Obispo que “Ella tiene…ojos rojos como las llamas del infierno, que nos maldice a todos… Ella sabe nuestros pecados y acabara con nosotros por ellos” ¿Sabes quién es ella y que puede significar lo que dijo?

Finalizó, mirándole a los ojos con intensidad tratando de ver la reacción que sus palabras causaban en su amigo.

El fraile se quedo pensando un momento, antes de llegar a una conclusión. “Tal vez lo mejor es que vayas tu mismo. Creo que sigue enojado conmigo por lo que mi presencia podría hacer que no estuviera muy complacido para ayudarnos.” Le respondió sugiriendo que se lo apartara para no molestar mucho en ese plan. Sonriendo alegre ante tu confirmación.“Eso es bueno.”

Escucho con calma las palabras de ella, esperando hasta el final antes de hablar. “Estas seguro que se refería a ese Obispo y no al de nuestra basílica aca en Venecia?” pregunto primero antes de nada ya que no queria un mal entendido en un tema tan delicado. “Respecto a lo que es ella, solo me la imagino como un demonio. Uno que parece haber espiado los pecados de nuestros hermanos de la Basílica, lo que es un problema.” Comento dejando no solo ver su preocupación sino nervios por lo que decia ella, aunque parecio tranquilizarse un poco al tomar su cruz.

-Iré a ver al Padre Corradino para pedirle esa recomendación, no te preocupes – Dijo la joven que entendía por qué Massimiliano no quisiera acudir a él en estos momentos.

Cuando escuchó la pregunta del sacerdote, Leonor se quedó un segundo pensando, justo antes de responder encogiéndose de hombros – Sinceramente no estoy seguro, aunque al ver al Obispo tan de cerca hace escasas horas quizá me centré solo en él y me confundí de Obispo. Ha sido una buena idea que te transmita el mensaje a ti. Estoy seguro de que tu sabes mejor que yo qué hacer con dicha advertencia – Le contestó justo antes de escuchar las explicaciones sobre la mujer a la que se refería el padre Vico.

-Intentaré averiguar qué mujer puede estar tan cerca de la basílica como para espiar los pecados de los sacerdotes, aunque no sé de quién puede tratarse – Afirmó, algo frustrada por no poder ser de más ayuda.

El fraile se quedo pensando y asintió. “Yo podría ir a avisarle si no estuviera como estoy ahora. Pero si al final te metes ahí como monaguillo podrías hacerlo personalmente. Eso si considero que esto tendrías que informárselo a al padre Corradino.” Le dijo tras un tiempo prudencial.

De nuevo asintió comprensivo. “Yo tampoco se de quien hablas, pero siento que es una persona con la que deberíamos tener mucho cuidado que se propone que pase algo como lo que hizo con Vico ha otra persona entonces estaremos en problemas. Toda la ciudad lo estara.” Comento con preocupación.

-¿Quieres que informe al padre Corradino de que el espíritu del padre Vico se me apareció? No… no creo que sea una buena idea. Yo… no quiero acabar asesinado por hereje o algo peor – Dijo la jovencita con miedo ante la recomendación que Massimiliano le daba.

-Tienes razón en que toda la ciudad estará en problemas… por eso tenemos que detener a esa persona para que no siga haciendo daño – Respondió al fin con determinación, sintiendo que posiblemente ellos dos fueran los únicos capaces de ayudar a Venecia y sus habitantes.

Negó con la cabeza. “No te pido eso, pero creo que debería saber de esa demonio con ojos de fuego. Pero si lo piensas sensato entonces no lo hagas. Solo te lo sugiero.” Comento el joven fraile que no insistía en ninguna manera con sus palabras.

El fraile sonrió y asintió “Eso es lo que deseo. Por lo que seria momento para que nos despidamos y que vayas en tu camino.”

Leonor asintió ante las palabras del fraile, aun sin saber si debía contarle al padre Corradino algo del asunto o no, ya que la confianza que tenía con Massimiliano era muy difícil de superar, y dudaba mucho que si el anciano pensara que iba a ponerse en peligro, le permitiera ser un monaguillo en la basílica.

-Iré a hablar con tu superior. Depende de la conversación, le hablaré de la mujer o no, aunque en el caso en el que muera te doy permiso para que le transmitas todo lo que te he dicho – Afirmó con decisión tras dedicarle un guiño de complicidad.

-Que el altísimo te proteja – Finalizó, despidiéndose de él, sin poder evitar darle un fuerte abrazo antes de irse.

El joven fraile también le saludo de la misma forma y luego hizo la cruz antes que ella lo dejara de ver. Encontrar al líder de esa orden no resulto ser algo demasiado complejo solo tuvo que volver entre sus pasos y preguntar a los demás frailes por si habían visto al hombre. Finalmente uno de ellos dijo que esperara que iría a preguntarle si podía hablar con él.

Tras unos minutos esperando y pensando en lo que diria, el hombre termino confirmando que se encontraría con ella en uno de los cuartos privados muy dentro de la iglesia. De nuevo la joven se interno por los pasillo del la iglesia, pasillos que extrañamente eran algo opresivos aunque se debia mas por una arquitectura de la iglesia que por una sensación que tuviera la pelirroja.

Cuando llegaron a un gran salon con una mesa te pudiste imaginar que ese era el lugar donde todos los miembros de la cofradía comían juntos. En la punta de la mesa se encontraba Corradino, como era esperado, el anciano la miro con un rostro neutro haciendo un gesto para que ella se acercara.

La jovencita, que tenía una memoria bastante buena para recordar cualquier dirección, decidió que lo más sencillo era desandar lo andado y preguntar a cualquier religioso que pudiera indicarle el paradero del líder de la orden. Tras unas cuantas preguntas, uno de los sacerdotes fue tan amable de indicarle el camino, e incluso de preguntar por ella si este era un buen momento para molestar al Franciscano.

Gracias a eso, la jovencita por fin tuvo la oportunidad de hablar con el fraile, tras haber esperado unos cuantos minutos y tras acompañar al hombre santo de nuevo por los corredores de la abadía hasta ser conducida hacia el interior, que iba a parar al comedor comunal donde aquellas personas de Dios se reunían y compartían alimentos y rezos.

Allí, sentado a la mesa se encontraba Corradino, el cual la miró con expresión serena mientras le hacía un gesto característico para que se acercara.

-Muchas gracias por recibirme, padre. – Comenzó a decir una vez a su lado y tras haberle hecho una inclinación bastante cortés – Siento molestaros en vuestros momentos de meditación, pero tras confesarme con el padre Massimiliano he decidido que deseo convertirme en monaguillo en la basílica ¿Podría obtener una recomendación de vuestra parte para poder ser admitido? – Le pidió, esperando que no le pusiera demasiadas pegas a sus deseos.

El jefe de la orden observo al supuesto chico y le ofrecio una silla para que para sentarse junto a él en la mesa. Tambien dio una mirada al fraile que habia guiado a Leonor a ese lugar, haciendo que se retire sin que tuviera que decir nada.

“No es nada que deba agradecer, se ha portado bien en nuestro hogar y me pareció justo darle esta pequeña reunion que pide.” Comento con un rasgo serio y parcial, sin parecer frio del todo. Su gesto cambio al escuchar el deseo del su puesto joven, sorprendiéndose. “Un pedio inesperado si me permite decirlo.”

“Bien. Supongo que sabra que mi recomendación no es algo que ofrezco a todo el mundo, por lo que antes de hacerlo quisiera darte unas preguntas.” Le informo Corradino que se cruzaba de brazos. “Primero quisiera saber que te motiva a hacerlo, que razon te dio tu confesión para convertirte en monaguillo. Lo segundo seria preguntarte porque prefieres serlo de la Basílica y no de este lugar.” Comento el hombre que sin pensarlo mucho la empezaba a poner a prueba con cada pregunta.

La jovencita se acercó hasta Corradino, hasta sentarse en el lugar que le había reservado a su lado, al tiempo que el fraile que la había conducido hasta allí se despedía de ella.

-No he hecho nada del otro mundo… Ojalá hubiera podido hacer más – Le confesó, reconociendo que no había sido de gran ayuda ya que Massimiliano llegó justo cuando ella estaba hablando con el abad.

Cuando por fin se quedaron a solas y comenzaron las preguntas, Leonor no se sorprendió en absoluto por la naturaleza de las mismas, ya que aquel anciano no solo era bastante inteligente, sino que también estaba en todo su derecho de hacerlas.

-Yo… El padre massimiliano me ha hecho ver que convertirme en monaguillo es la mejor forma de ayudar a Dios y a los demás – Respondió sin mentir en absoluto, ya que precisamente eso era lo que haría – Y me he decantado por la basílica porque en un futuro me encantaría fortalecer los lazos entre los miembros de la abadía y de la basílica si está en mi mano, ya que estoy seguro de que se pueden estrechar lazos de unión entre las dos congregaciones con la suficiente voluntad. – Finalizó, mirándole a los ojos con humildad, esperando que aceptara sus razones.

Nego con la cabeza con severidad. “Has hecho mas que otros. Te has comportado mejor que adultos que predican la palabra de dios para asustar a otra gente.” Comento molesto y dándote la clara impresión que hablaba de Claude.

Sus ojos se posaron en ella con una inquisidora mirada que no debia envidiar mucho a Claude, el hombre aunque no parecia un peligro ni lo irradiaba parecia solo con su mirada y palabras general un cauto respeto.

“Es algo que bien podria sugerir Massimiliano y sin duda seria una buena forma de ayudar a dios…” dijo el hombre repitiendo las palabras de ella mientras hacia unas pequeñas correcciones. Pero eso no se igualo a la otra respuesta de Leonor que género una corta risa de incredulidad.

“No es la voluntad de una persona que pueda hacer el cambio sino la de un grupo de personas.” Comento el anciano. “Lo que piensas hacer no es un trabajo para nada facil y creo que en parte no entiendes bien lo que te propones lograr. Nosotros estamos enlazados por la misma fe, aunque vemos muchas deficiencias en la  forma de actuar de la iglesia de Roma. Comprendes eso?” pregunto el hombre que de nuevo la ponia a prueba. “Si lo comprendes entonces dime como la voluntad de una persona podria cambiarlo.”

Leonor se puso algo colorada ante las alabanzas del superior de la orden Franciscana, sobre todo sabiendo que estaba poniéndola como ejemplo comparándola con alguien tan importante como un obispo.

Pero en seguida escuchó la respuesta algo divertida y los consejos que le dio ante sus razones para convertirse en monaguillo, lo que causó que no pudiera evitar contestar con humildad, pero a la vez con palabras salidas directamente del corazón.

-Es cierto que una piedrecita no puede formar una presa, pero siempre ha de ser una sola piedra la que se coloque primero para poder crear finalmente ese murto que logrará contener el agua y evitar que ésta se desborde – Comenzó con convicción, dándole las razones que había pedido

– Sé que soy muy joven para entender muchos asuntos vitales y que posiblemente no pueda ver el fruto de mis acciones debido a que requeriría demasiado tiempo, pero las palabras tienen el poder de llegar al corazón de los hombres, por lo que si consigo que personas enlazadas por la misma fe pero con deficiencias a la hora de actuar comiencen a interpretar el mundo de la misma forma, creyendo en el respeto y en la tolerancia más allá de las restricciones impuestas al nacer, creo que habrá merecido la pena intentarlo – Finalizó, dando la mejor respuesta que supo y esperando que esto fuera suficiente para el bueno de Corradino.