Partida Rol por web

Tras escuchar las respuestas del hombre que la sujetaba sin ningún tipo de medida, Leonor supo al instante que no conseguiría nada, puesto que no obtendría ni un ápice de compasión de aquellos ojos fríos y calculadores.

Desconocía cuál sería su suerte, aunque sospechaba que no tendría un agradable final. Estaba claro que en el mejor de los casos, terminaría perteneciendo a Konrad o a cualquier otro vampiro que decidiera jugar con su vida, como si su destino no importara nada.

-No pensé que se lo estaba robando a nadie. Creí que este sitio estaba abandonado – Fue lo único que respondió antes de permanecer en silencio ante la amenaza del guardián sobre que sería tratada como a un hombre.

Una vez que se sintió libre, la huérfana le dio el cuchillo que le pedía y luego permaneció allí, esperando que la dejara sola, para intentar buscar una forma de usar sus ganzúas para escapar de allí antes de la noche. Si no lo conseguía no tendría más remedio que encontrarse con el señor de aquella criatura, el cual imaginaba tan terrorífico como él… o incluso peor.

Tu ultimo comentario de nuevo genero un gesto en su rostro frio y aunque no termino diciendo nada era claro que te estaba insultando de mil maneras en su cabeza.

Tomo el cuchillo y le hizo un gesto para que se metiera en la habitación de las camas. Cuando ella estuvo dentro cerro la puerta con delicadeza, cerrando con una llave para terminar de ponerla como su prisionera.

Aun con la oscuridad en la que ahora se encontraba, ya que el hombre no le habia dejado ningún medio de iluminación a ella, habia memorizado bastante de su ambiente para no perderse aunque ahora no pudiera depender de su vista.

Mientras esperaba a que la dejara sola se puso a escuchar por la puerta para averiguar si el hombre se iba, aunque en un principio escucho ruidos del otro lado que empezó a suponer que se trataba del hombre arreglando lo que se habia caído en medio de su enfrentamiento. Unos minutos después sus pasos se escucharon alejándose de la habitación dejándola en la oscuridad con sus pensamientos de escape.

Aunque no podia evitar que sus pensamientos flotaran hacia Konrad y su seguridad. Como su escapatoria lo dejaría para defenderse solo contra seres que ella no conocía y temia que le pudieran hacer algo malo. Por eso con la ganzúa en mano le empezaban a crecer sus dudas en el plan de escape, pero puede que no lo suficiente para detenerla.

No había mucho que pudiera hacer, por lo que la jovencita permaneció allí escuchando tras la puerta una vez que aquel hombre se llevó su cuchillo. Parecía que su carcelero estaba muy seguro de que ella no se escaparía una vez encerrada, aunque su espíritu indomable la obligó a buscar alternativas a su situación.

Se negaba a permanecer cautiva durante todo el día, aunque el hecho de haber inmiscuido a Konrad, quizá la salvó de una tortura horrible pero, por alguna razón consiguió producirle un cosquilleo desagradable en la boca del estómago. Como si hubiera puesto en aprietos a una persona extremadamente querida para ella, pero ¿Desde cuándo tenía tantos sentimientos positivos hacia el hombre que la había tomado por la fuerza y la había obligado a beber su sangre? Y sin embargo no podía evitar pensar en él con cierto anhelo, al igual que con un extraño deseo.

No obstante tenía que advertirle de lo que había ocurrido, por lo que, sacando sus pequeñas ganzúas se dispuso a intentar salir de allí, pasado un tiempo prudencial, a pesar de no estar demasiado segura de si podría hacerlo.

No podía creerse que la suerte estuviera de su parte y que hubiera podido abrir la puerta. La joven pelirroja casi habría preferido no decir nada sobre Konrad sabiendo que más tarde podía escaparse, aunque tampoco estaba segura de que su carcelero la hubiese dejado allí sola sin torturarla, por lo que lo hecho, hecho estaba, y tenía que asumir las consecuencias de sus actos como “el hombre que era”, tal y como le había recriminado aquel monstruo cruel.

Con todo el sigilo del que fue capaz, la jovencita atravesó el umbral y se dispuso a activar el mecanismo de la puerta de la biblioteca para escapar por la ventana como solía. Tenía que hacer demasiadas cosas en muy poco tiempo, por lo que salió de allí antes de ser vista y, una vez en la calle, se encaminó rápidamente hacia su trabajo de mensajera como si no pasara nada. Al fin y al cabo nada podría hacer el señor de aquel anciano guardián hasta entonces, y tampoco podría ponerse en contacto con Konrad... por lo que sería una pérdida de tiempo que faltase a sus labores por esperar a la noche sin hacer nada.

Una vez en el cuartel, pensaba tomar un poco de papel en uno de sus descansos, para escribir una nota que le haría llegar a Konrad antes de que despertara. Entonces, cuando su turno de trabajo terminara, y después de haberlo preparado todo, volvería a aquel lugar oscuro para asumir el castigo que se mereciera.

En contra de lo que nadie pensara, ella no era una cobarde, y no estaba dispuesta a dejar en la estacada a Konrad y permitir que asumiera ningún tipo de castigo por sus acciones, independientemente de lo que sintiera o no por él… O al menos eso es lo que se dijo a sí misma para justificar que estuviera sacrificándose por el Vampiro.

Leonor pensó en dejar una nota para Camila, pero lo desestimó rápidamente puesto que prefería que la tabernera pensara que estaba bien, antes de que supiera que se encontraba en peligro y que posiblemente moriría esa misma noche.

El dia fue bastante extraño para la joven que aunque realizo el trabajo como debia no podia quitarse las ansias dentro de ella por lo que le esperaria a la noche. Su mente incluso divago pensando en el famoso puente de los aullidos el ultimo que caminaban los culpables antes de se ejecutados, aunque la diferencia entre estos y ella era que ella caminaba de forma volunaria aquel camino.

La carta que escribio no fue escrita de forma tan desapercibida como ella habia deseado siendo el mas viejo de los mensajeros, el cual le habian presentado, testigo de esa accion. Aunque a pesar de ello solo le sonrio y le dijo que continuara escribiendo que le gustaba el sonido de la pluma contra el papel. Luego no dijo mas guiñandole el ojo de forma complice para que no se creyera que fuera a delatarla.

Pronto la oscuridad callo sobre la ciudad de Venecia, la joven por su lado se encontraba en su prision esperando a que el guardian llegara. Ya se habia comido un pastel dulce que habia sido comprado con las pocas monedas del trabajo. Habia sido una eleccion de ella enfrentar lo que fuera con el estomago lleno e incluso se penso en compartirlo con el hombre pero se lo penso mejor antes que este abriera la puesta.

El rostro que la saludo era el mismo frio y con falta de emociones excepto por sus ojos que le juzgaban con dureza. Con unas pocas palabras le pidio que lo siguiera hasta la biblioteca. Sin pronunciarse mas palabras ambos fueron hasta el primer cuarto que ella habia explorado y se encontraron con quien era el señor del Guardian. Alguien que la joven conocia.

El hombre con la mascara de hirro ornamentada se encontraba con un libro abierto en la mano y con el perro abierto en la mesa. El olor a podredumbre se sentia en el cadáver aunque no con una intensidad que la joven habria esperado o experimentado antes. No sabias como lo hacia aquel sujeto pero parecia haber controlado el olor junto con la sangre que deberia estar mas dispersa por el cuarto pero que tampoco pasaba.

"Buenas noches, ladronzuelo. Espero no te moleste que tengamos una charla previa a lo que sera un juicio por tus actos ilícitos en mi dominio." le informo con una voz apagada casi desinteresada aunque la acusación llevaba una gran gravedad. "Empecemos por el principio. ¿Sabes que clase de libro has robado?" pregunto de nuevo marcándole la importancia de este como habia hecho el guardian.

"Lo segundo que quisiera saber es ¿si sabes quien soy yo?... o tal vez si te es mas facil saber que soy yo." comento esta vez dedicándole la mirada que al igual que el guardian ella podia notar que eran oscuros sus ojos por los agujeros de la mascara.

Leonor pasó el día que le quedaba tratando de disfrutar de la vida, puesto que realmente pensaba que estos serían sus últimos momentos. Para ella, trabajar en el cuartel había sido más satisfactorio de lo que pensó en un principio, puesto que no solo podía descubrir asuntos de la ciudad, aunque fuera poca cosa por el momento, sino que también tenía acceso a pluma, tinta y papel y podía deleitarse con el placer de la escritura, siempre y cuando no la pillaran.

Fue gracias a eso que también descubrió la camaradería, puesto que el más anciano de los mensajeros no solo no mencionó nada sobre el pequeño momento que pasó escribiendo la misiva para Konrad, sino que además también aprobó su conducta, indicando lo mucho que le gustaba escuchar el sonido de la pluma contra el papel.

Pero aquel día no fue tan agradable como le hubiera gustado, puesto que pese a todo, no podía quitarse la horrible sensación de la cabeza de que pronto su existencia terminaría, y que podía haberse escapado de allí para nunca volver ¿Estaría siendo una estúpida?... No, realmente pensaba que aquello era lo correcto y, como cualquier condenado, se permitió el lujo de disfrutar de su dulce favorito con las pocas monedas que había ganado durante la jornada.

Cuando la oscuridad, se cernió sobre su amada ciudad, ella hacía tiempo que había vuelto a su prisión evitando ser descubierta. Como supuso, el anciano cruel no le había traído nada de agua ni comida durante todo el día, por lo que no descubrió su ausencia, cosa que quizá era incluso más recomendable para ella.

Pero, por muy concienciada que estuviera, la jovencita no pudo evitar mirar con la boca abierta a un hombre al que ya conocía y que, por alguna razón, le había gustado desde el primer momento en que le escuchó hablar… ¿Por qué tenía que ser él precisamente quien estudiara la muerte de una forma tan despiadada? Lo cierto es que dicho descubrimiento la llenó de cierta tristeza al darse cuenta de lo inocente que era ante determinados temas.

-Buenas noches señor – Respondió con una educación impecable, a pesar del adjetivo tan peyorativo que había recibido por parte de él – No solo no me importuna, sino que es un honor que os toméis las molestias de hablar con alguien tan insignificante como yo. – Continuó, ordenando sus ideas y desenado que la cultura que su hermano Theo le procuró, la ayudaran en estos momentos tan aciagos.

-Cuando adquirí vuestra propiedad ignoraba por completo de qué se trataba, e incluso desconocía que perteneciera a alguien. Ahora lo sé, y lamento muchísimo las contrariedades que os he ocasionado. Desconozco vuestra identidad, pero estoy al tanto de vuestra naturaleza… Espero no haberos causado un agravio irreparable. – Finalizó de forma calmada, esperando la reacción del Vampiro ante sus palabras y aguardando ante las preguntas que quisiera realizarle.

Si el hombre realizo un gesto detrás de su mascara ante las palabras de ella, Leonor no pudo saberlo. Lo único que parecio recibir fue distanciamiento de su parte aunque no muy lejos del que le habia dado a la mujer palida con quien vio reunido.

“Tus orígenes italianos se dejan ver con tus palabras, aunque hay algo mas en ellos. Educación.” Afirmo moviendo su mirada al perro muerto que ahora podias notar lo bien que habia sido cortado y conservado. Tus siguientes palabras llevo ambas manos a su cabeza, dejando el libro en la mesa. Tras unos minutos donde parecio acomodar el casco, empezó a destrabar mecanismos que lo sujetaban a su cabeza y asi se librero de este.

Su rostro descubierto instintivamente te hizo retroceder, algo que sabias que habia sido muy educado pero que no podias terminar de sentirte mal por hacerlo. Su rostro sin duda alguna era el de un cadáver viviente, no se encontraba arrugado como el de su siervo o extremadamente palido como la dama que habia estado con èl. La poca carne en su rostro estaba completamente marchita o faltante en varias partes donde sus huesos podridos salían a la luz generándole un mal estar enorme al estómago de la damita.

“Mi nombre es Vinay, soy uno de los consejeros del príncipe de Venecia.” Comento mirándote con curiosidad entera haciéndote sentir como si te analizara entera. “No hay agravios irreparables, sino dos bandos demasiados orgullosos para perdonar al otro o disculparse.” Le alecciono mientras dejaba el casco en la mesa. “Aunque el orgullo de esta y otras ciudades en estas tierras es difícil de apaciguar.”

“Dime has leído el contenido del libro…has podido comprendido lo que esta escrito en sus paginas. Yo supongo que si, sino no darias rodeos ante mi anterior pregunta.” Continuo volviendo a mirarla de frente dejando su cadavérico rostro bien expuesto para que ella lo mirara. “Aunque eso me genera una pregunta que espero respondas con la verdad para que el agravio se empiece a reparar. ¿Qué haz hecho con el libro de Nod?” pregunto con el tono apagado que la pequeña ya debería estar acostumbrándose.

La jovencita recordaba haber escuchado durante la reunión que mantuvieron con los dos príncipes en la biblioteca, que al hombre que tenía delante suya le gustaba la gente que era estudiosa. No obstante no detectó nada de ello a medida que hablaba, tan solo un alejamiento que la llenó de desesperanza.

Estaba a punto de intentar decir algo ingenioso, cuando el Vampiro comenzó a deshacerse del casco, para mostrarle su rostro real. La curiosidad que había sentido en un principio por conocer su verdadero aspecto, se desvaneció en el mismo momento en que contempló aquella piel reseca y cadavérica que la observaba con intensos ojos que decoraban un rostro marchito que carecía de varios trozos de piel. Ante aquella horrible visión, Leonor tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para no llevarse una mano a la boca o para no vomitar el delicioso pastelito que había ingerido hacía escasas horas.

Aun así, dar un paso hacia atrás fue lo único que se permitió mientras continuaba escuchando atentamente para responder a las preguntas que el que acababa de presentarse como Vinay, le formulaba.

-Señor yo… yo había estado entrando de forma clandestina en la biblioteca para dormir en ella, e incluso me hice un pequeño camastro en un rinconcito. – Comenzó con voz temblorosa tras haberse recobrado ligeramente de la impresión - La noche que entré en este lugar fue tan solo por mi incorregible curiosidad. Pero ese libro… me llamó de alguna forma que no soy capaz de explicar. – Continuó agachando la cabeza con cierta vergüenza ante la confesión del hurto - Mi… mi intención era llevármelo para leerlo con tranquilidad y devolverlo después, pero entonces, vuestro sirviente me encontró y… me asusté tanto, que escapé apresuradamente de la sala para no regresar. – Hizo una pausa para volver a mirarle a los ojos, suponiendo que lo que revelaría a partir de ahora sentenciaría su final – Yo… escogí un callejón solitario donde refugiarme, encendí una vela y lo leí hasta la última página. Supe al instante que si la iglesia o cualquier otro lo descubría, me matarían por hereje o algo peor, pero era incapaz de separarme de él por mucho que lo intentara, por miedo a que alguien lo encontrara o… por alguna razón que se escapa de mi mente… Lo… lo siento mucho, no supe qué hacer, e…era demasiado importante para caer en malas manos y…y…. tras leerlo una y otra vez yo…. lo quemé hasta que no quedó nada, con… con la misma vela que sostenía entre las manos.Os… os juro que no fue mi intención iniciar ningún conflicto y haré todo lo que esté en mi mano para resarciros. Siento de corazón el mal que os he causado y os suplico que no castiguéis a mi señor, sino tan solo a mi persona, puesto que no existe otro responsable. - Finalizó, afrontando su final con entereza, a pesar de estar aterrada, sabiendo que este llegaría muy pronto.

Si tenía que morir actuaría con valentía por una vez y afrontaría sus decisiones, tal y como Theo le había enseñado a hacer.

El vampiro o cadáver caminante escucho con atención lo que decía ella, pocas fueron las palabras que devolvía mientras ella hablaba la mayoría siendo que continuara cuando parecía trabarse en su vergüenza.

Finalmente cuando la joven llego al final de su explicación miro por pura curiosidad al Guardian que no se habia pronunciado ni dicho nada desde que llegaron junto a su señor y asi siguió a pesar de la fuerte revelación de ella. Lo único que intuía fue una pregunta en sus ojos oscuros que miraban a Vinay…¿Qué hacemos mi señor?

Por su lado el señor dirigió su mirada a otro lado, al perro, dándole su espalda dejando ver su nuca que estaba en el mismo nivel de deterioro que su rostro. Por unos segundos dejo que un silencio incomodo reinara en la sala antes de volver a hablar.

“Ese libro que quemaste es algo así como la Biblia, la Torah o el Corán. Es un libro escrito por nuestro señor y creador, un texto muy preciado por muchos de los vampiros más creyentes. Es un objeto invaluable.” Le informo de nuevo como estuviera dándole una lección y no reprochándola de alguna manera.

“Tanto tu atracción por este como tu temor es en cierto modo justificado porque la sangre que te ha dado tu señor te compela a sentirte algo especial por este libro sagrado. Aunque algo singular esta copia es que se encontraba maldito, por las mania de un antiguo sabio de esta ciudad.” Continúo explicando aun sin darle una mirada y dejando aun su sentencia en el mayor de los misterios.

Entonces se dio vuelta para mirarla pareciendo haber llegado a una conclusión en su cabeza. “Odio a la gente que quema libros haciendo perder conocimiento que en estos tiempos con fanáticos se pierde tan fácil como vos describes. Pero veo cierto arrepentimiento en tu parte y tu interés por los libros es algo que tambien seria una lastima desperdiciar.” Termino concluyendo antes de tomar la máscara y marcharse de aquella sala.

El guardia se acercó saliendo de su escondite imaginario para señalarte que los siguieras. Fue asi como los tres avanzaron por el pasillo y luego por las escaleras hasta dar con el salón de la biblioteca. El salón no estaba completamente vacio con dos individuos que ella conocía sentada en una de las mesas grandes. Uno era Konrad sentado a la izquierda en una postura rígida, el otro era el que ella habia escuchado ser llamado príncipe y que sin duda era el líder ya que se sentaba en la cabecera de la mesa.

Fue luego que el príncipe se parara que Konrad hizo lo mismo, junto a un saludo educado a todos los presentes. “Buenas noches Leonor, espero que tu charla con el sabio Vinay haya dado buenos resultados.” La saludo con una pequeña pero encantadora sonrisa, que casi le hizo olvidar el pequeño detalle que le habia saludado por su nombre completo. “Me llamo Guilelmo Aliprondo, soy el príncipe de Venecia.” Terminada su presentación te señalo con calma un asinto junto a Konrad.

“Por favor tomad asiento junto a tu Domitor….” Le pidió esperando a que esta lo hiciera y Vinay tomara su lugar frente a Konrad a la derecha del príncipe. “Arreglemos esto de forma civilizada Hermanos.” Dijo mirando a ambos con paciencia antes de señalar que podían sentarse y hacerlo èl tambien.

A medida que hablaba, su estómago iba comprimiéndose más y más, como si una garra invisible lo atenazara. No obstante de nada le hubiera servido mentir, por lo que prefirió decir toda la verdad pasara lo que pasara, intentando no faltar al respeto al Vampiro ni por un segundo.

Ella había intuido que el libro de Nod era como la biblia para los vampiros. Las palabras de Vinay no hicieron sino confirmar sus sospechas, consiguiendo que un escalofrío recorriera su columna vertebral cuando este mencionó que odiaba a gente que quemaba libros.

Quiso decirle que ella no era así, que jamás había quemado un libro antes y que el conocimiento no estaba perdido, pero la contundencia de las palabras del cadáver andante, junto con la confesión de que el libro estaba maldito, la hicieron enmudecer, y lo único que la reconfortó fueron las palabras “esta copia” viniendo de sus labios, al ser consciente de que no había destruido el libro original.

Por todo ello, suponiendo que sería conducida hacia el lugar donde la mataría, la joven damita siguió en silencio los pasos del vampiro, en compañía de su sirviente. No sabía qué quería decir al afirmar que sería una lástima desperdiciar su interés por los libros, pero prefirió no hacerse ilusiones para evitar que la desesperanza la consumiera cuando llegara su hora.

Pero tras cruzar el umbral, no pudo remediar pararse unos instantes en seco, totalmente confundida ante la presencia del que conocía como él príncipe de Venecia, sentado junto a un Konrad, el cual se encontraba tan serio y rígido como un témpano de hielo.

Desconocía por completo si la sonrisa y las palabras amables del príncipe que se había presentado a sí mismo como Guilelmo Aliprondo, eran el preludio de un castigo ejemplar, pero no pudo evitar enmudecer cuando él la nombró por su verdadero nombre y la reconoció como una mujer, al darse cuenta de que había sido tan maleducada que no había destapado su cabeza en su presencia.

Tras reponerse de la sorpresa inicial, sus delicadas manos retiraron apresuradamente el gorro que cubría sus cabellos, retirando ganzúas que eran a la vez un medio de sujeción para su cabello, y una herramienta en los momentos de necesidad. Sus bonitos rizos color de fuego, cayeron entonces en cascada sobre sus hombros, confiriéndole una belleza inocente y frágil a partes iguales.

-Bu…buenas noches mi señor príncipe. La…mento las molestias que os he ocasionado y espero no haberos alejado de vuestras obligaciones. Ruego al sabio Vinay que perdone mi delito y prometo enmendar mi error de la mejor forma posible. – Respondió de inmediato, para acto seguido obedecer sin rechistar y sentarse sumisamente junto a su “domitor”, a pesar de no saber con certeza la totalidad del significado de aquellas palabras, o más bien las repercusiones de las mismas.

Cuando la joven revelo su verdadera presencia recibió un par de gestos, solo un par. De Vinay y su Guardian no recibió más que una mirada atenta, si ya sabian que eras mujer o si se enteraron ahora mismo no se dejaba ver en su rostro. Mientras el Principe sonrio asintiendo una vez pareciendo contento con el gesto, mientras Konrad parecio algo tristes y molesto aunque su gesto no duro demasiado.

El Principe espero a que ella se sentara antes de responder. "Entre mis obligaciones esta la de mantener la paz en esta ciudad. Algo que espero se conserve mas facil con mi presencia en esta reunion, por lo que no se preocupe que me encuentro haciendo mi deber." contesto educadamente dandole una mirada calmada y paciente que le daba un aire mediador al vampiro. Algo que ya habia sentido en la anterior reunion que habia visto con él.

Tras unos segundos de silencio Konrad parecio ver un momento para interceder, pero fue detenido en seco con un gesto de la mano del Principe. "Tienes una buena actitud, algo que Vinay me corregira si me equivoco..." empezó a decir dandole una mirada a Vinay que no dijo nada, ni corrigió su suposición. "Por lo que me gustaría escuchar como podrías enmendar tu error que ha agravado a nuestro sabio hermano." concluyo haciendo un gesto con la mano para incitarte a hablar, dejándote este momento a vos sola a pesar que de costado veas a Konrad haciendo un esfuerzo para obligarse a callar.

No supo qué pensar sobre los gestos de los presentes. Por un lado, parecía que al príncipe le había agradado su actitud y así lo demostró regalándole una sonrisa. Nada obtuvo de parte de Vinay, aunque posiblemente su máscara ocultara cualquier sorpresa que pudiera sentir. Pero… Por otro lado, la tristeza de Konrad la sorprendió e intrigó a partes iguales, no sabiendo qué era lo que podría estar pensando en estos momentos.

La jovencita se mantuvo en silencio, escuchando el resto de las palabras amables que Guilelmo le dedicaba, y casi suspiró aliviada al ver como el cadáver andante no la difamaba ni corregía las disertaciones del príncipe. Aun así, no pudo evitar sentirse bastante mal al ver cómo Konrad intentaba hablar, seguramente para interceder por ella, y era silenciado por el gobernante de la ciudad. Era culpa suya que el vampiro estuviera metido en este enorme lío, y no podía evitar sentir como si le hubiera traicionado de alguna manera, aunque la mera idea fuera absurda pensándola fríamente.

-Veréis yo… - Comenzó a hablar en el momento en que recibió aquella pregunta tan directa – Hace unos momentos he confesado que, tras leerlo, quemé el libro de Nod, pero si me lo permitís me gustaría añadir que, al leerlo, me aseguré de que el conocimiento no se perdiera. Cuando el hombre de confianza del sabio Vinay me preguntó qué había hecho con él, yo respondí que se lo había entregado a mi señor Konrad, puesto que, aunque él no supiera nada de mi delito ni de lo que había ocurrido aquí antes de que yo le perteneciera, al haberme convertido en parte de su posesión recientemente, dicho libro también pasó a formar parte de sus bienes. Yo… lo memoricé palabra por palabra y punto por punto, por lo que si…. si mi señor lo desea, podría reescribirlo para el sabio Vinay… con la ventaja de que dicha nueva copia no estaría maldita. – Respondió, intentando darle a Konrad la autoridad que se merecía al ser su señor por derecho ante los vampiros y, al mismo tiempo, intentando que vieran esta oferta como una ocasión favorable para evitar la maldición que pendía sobre el libro.

La joven tal vez no había comenzado con el mejor detalle en su relato al Principe puesto que tras mencionar la quema del libro el hombre cerro los ojos como si pareciera esconder algo o tal vez no queriéndola ver por un momento. Aunque a la chica le bastaba con sentir el ambiente que rápidamente se tenso, con todos los presentes mirandola con severidad aun cuando el relato continuo. Aunque pronto Guilelmo abrió los ojos para mirarla con la misma paciencia de antes mientras ella continua, dejando algunos datos interesantes que volvían mas rígido a Konrad pareciéndolo preparado a esperar algún ataque de los otros.

Finalmente cuando la joven termino de aclarar como deseaba enmendar su error, el príncipe le entrego una fina sonrisa y miro a Konrad. “Tu señor no tendrá problema en permitirte que produzcas unas copias del Libro de Nod para nosotros, si esta en tus capacidades lograrlo. Además como dices nos beneficiaria si no viene con un obsequio no deseado como el que poseía Vinay.” Intercedió el Principe sacándole la autoridad que la joven tan dulcemente intentaba otorgarle.

En ese momento Vinay llamo a su siervo junto a él pidiéndole que trajera hojas y plumas para que ella pudiera realizar el trabajo que prometía. Parecía mostrarse interesado en la propuesta de ella, incluso curioso por verlo. Aunque su rostro seguía tan indescifrable como antes a pesar de la falta de su casco.

Cuando noto su mirada, dio un rápido vistazo al Principe antes de empezar a hablar. “Haz sido sincera con todos nosotros, por lo que lo sere contigo pequeña Leonor. Copiar el libro de Nod no es tarea fácil. No es un libro cualquiera y sus palabras no están escritas solo con tinta sino que llevan el alma de nuestro creador. Un alma atormentada con muchas penas y que llevan un conocimiento abrumador que puede que no estés lista.” le comenzó a decir en un tono de advertencia previniéndola por si pensaba que se había salido con la suya. “No es lo mismo leer que escribir, no es lo mismo oir que escuchar. Eso es algo que tienes que tener en cuenta en nuestro mundo sino simplemente terminaras perdida hasta llegar a tu muerte final.” Termino diciendo haciendo un silencio que los otros dos presentes acompañaron como correspondía a alguien que había dicho una gran verdad que debía ser recordada.

“Yo no presentare ningún castigo para la joven si es que puede realizar lo que promete, aunque esperare que su Domitor se encargue de enseñarle, además de los buenos modales que ha mostrado en esta charla, modales acerca de sus actividades ilícitas.” Comento el hombre trayéndole una mayor con estas palabras que las que le habían producido sus anteriores. “Pero le recordare que nunca es adecuado quemar un libro.” Concluyo con severidad mostrando una clara molestia a ella que lo hacia ver mas feo de lo que ella podía imaginar. En ese momento volvió el Guardian con todo lo pedido y se lo entrego a la joven para que comenzara.

Pareció como si la temperatura de la sala descendiera unos grados ante su revelación. No obstante, ella se había propuesto relatar hasta el final de la historia pasara lo que pasara, por lo que prosiguió a pesar de que sentía como las miradas la taladraban.

La sonrisa que el príncipe le dedicó tras continuar minimizando la autoridad de Konrad fue una prueba más que suficiente para saber que algo malo estaba ocurriendo ¿Por qué si el noble era oficialmente su señor, no le habían dejado hablar ni una sola vez en todo el tiempo? Parecía como si deseara castigarle de aquella manera, y la jovencita intuyó que no saldría muy bien parada cuando se encontrara a solas con él, una vez que todo esto terminada.

Entonces, el sabio Vinay intentó prevenirla sobre los riesgos que podría tener al escribir el libro de Nod, mientras su sirviente se ausentaba para buscar papel, pluma y tinta. La jovencita supuso que el vampiro no conocía las capacidades de su don, puesto que su memoria perfecta no solo había leído aquel libro maldito, sino que seguía leyéndolo y reescribiéndolo en su mente una y otra vez, sin poder olvidar ni un solo trazado del gastado papel y había tenido tiempo de sobra para intentar comprenderlo, e incluso recitarlo entre susurros, a causa de la obsesión que la embargó. Aun así, no dijo nada en absoluto sobre aquello, y asintió agradeciéndole el consejo sincero y el hecho de que le perdonara la vida.

Leonor buscó con la mirada a Konrad esperando que le diera su permiso para comenzar. No le quitaría ese privilegio por mucho que así lo deseara el príncipe, por lo que rezó para que le hiciera un asentimiento de cabeza, puesto que en caso contrario, no lo haría -Mis señores… hay algo que he de deciros con antelación. Alguien había arrancado unas páginas antes de que lo sustrajera y esta fue la razón para que regresara a la biblioteca. Tenía que encontrarlas para conocer el final, aunque no pude saber su paradero ¿Estabais al tanto de ese detalle? – Preguntó, mientras esperaba el permiso de Konrad.

Quien respondio su pregunta fue Vinay quien como quedaba claro, por los permisos que recibía para hablar y la falta de correcciones de los demás, era el mas sabio de los presentes. Aunque aquello lo sabia ella por el titulo que le dio el Principe.

"Es de esperarse...es muy dificil encontrar un libro de Nod completo, incluso hay quienes dicen que eso es imposible. Ya sea por la dificultad de explorar todo el mundo por una copia completa o porque simplemente no existe." le contesto pareciendo verse algo de lamentación en sus palabras. "Comprendo tus ansias, incluso estoy seguro que las siento tanto como vos. Pero la búsqueda del libro de Nod es algo que no ha tenido éxitos en los cientos de años que lleva transcurriendo esta búsqueda. Solo hay múltiples fragmentos que se mueven de un lugar a otro, por designios de cainitas con un interés en el ocultismo." le explico sin duda decepcionándola a la joven que en su obsesión sentía aquellas palabras como una derrota muy temprana. 

Cuando termino de hablar el hombre Konrad noto la pregunta en tu mirada y tras unos segundos decidio asentir para dejarla tranquila a Leonor. Pronto la joven comenzó a escribir el primer capítulo del libro, no pensando mucho de las advertencias del Sabio imaginando que seria lo mismo escribir aquella palabras que repetirlas varias veces en su mesa.

En un principio no hubo consecuencia alguna mientras escribía la vida de Cain y los sacrificios que pronto tuvieron que realizar a Dios. Aunque fue cuando escribía del dolor que sintió Cain luego que su sacrificio fuera menospreciado que sintio como lagrimas se le escapan de los ojos, pero eso no impedía que siguiera escribiendo luego que se las limpiara y no le diera importancia. Sin embargo fue cuando termino de escribir que noto que su pluma se habia convertido una pala filosa manchado por una tinta roja y enfrente de ella tirado en el piso vio a su hermano muerto con varias puñaladas en el cuerpo. Puñaladas que sabia habia hecho ella o al menos asi lo sentia con una gran pena. Esa imagen duro por lo que sintio como un minuto interminable hasta que pestaño y todo desapareció volviendo a la normalidad.

Navegando con tu vista el lugar notaste como Vinay te pedia la hoja para leerla, los otros dos parecían mirarte con curiosidad y preocupación. Ella no lo sabía pero estaba mas palida que cuando comenzó la reunion.

Pareció que ninguno dudaba de que el libro de Nod no estuviera completo y, tras las explicaciones de Vinay, la pobre jovencita se sitió aun más estúpida si cabe, por haber vuelto a aquel lugar para que la atraparan, por unas páginas que ni siquiera estaban allí. No obstante el hecho de que el Sabio Vampiro hubiera pasado de llamarla “ladronzuelo” a sentir algo parecido a la empatía con ella, la desconcertó tanto que por un momento se quedó mirándole fijamente sin saber cómo reaccionar.

-¿Me permitiríais leer las páginas que encontréis? – Preguntó, para acto seguido taparse la boca con las dos manos y abrir mucho los ojos, al darse cuenta de que había hablado en voz alta hasta conseguir que sus mejillas se tornaran de un intenso color rosado a causa de la vergüenza.

Pero aquellos momentos pasaron, y una vez que Konrad le dio permiso para escribir, se centró en el papel que tenía ante ella, sintiendo de inmediato el placer que siempre la reconfortaba en el hecho de trazar hermosas palabras de su puño y letra con una cuidada caligrafía.

No obstante, a medida que la pluma comenzaba a recorrer el papel con elegancia, y las palabras que habían estado en su cabeza salieron a flote, Leonor comenzó a sentirse cada vez más triste, como si el vacío de la perdida la consumiera. Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas al comparar de alguna manera el sacrificio de Caín con la desaparición de su hermano, hasta que se encontró frente a él, completamente manchado de sangre, a causa de las heridas mortales que ella misma le había provocado.

La pena casi la consumió al ver aquella imagen desoladora frente a ella, mientras sus ojos trataban de comprender por qué había hecho algo tan terrible y su mente la empujaba a quitarse la vida por aquel acto atroz… Pero entonces, la figura ensangrentada desapareció como si nunca hubiera existido, y se encontró contemplando como los presentes que acababan de reaparecer en la sala ante sus ojos, la observaban con una sincera preocupación en el rostro, mientras ella entregaba la hoja a Vinay, tal y como le estaba pidiendo, aun algo desorientada por aquella visión que no comprendía, ya que no era la primera vez que le ocurría algo parecido.