Partida Rol por web

Massimiliano se había quedo esperando tu respuesta, tus pruebas que el hombre que el conoció de una forma que solo él conocía era culpable de algunos problemas que azotaban a la ciudad de Venecia.

Se lo veía que su atención aumentaba cuando escuchaba lo que podías realizar con tu don y la historia de la chica quemada lo llenaba de una pena que lo hacia dar corto rezo por ella. Cuando ella termino el fraile se acerco a la ventana suspirando con pesadez. “Yo creo que podría convencerlos que no hagan mal. En verdad es lo que he tratado de hacer porque notaba que algo malo hicieron aunque no se atrevían a decírmelo.” Comento el hombre que se veía muy preocupado.

“De cualquier modo no puedo salir y no sé qué sugerirte para que pudieras ayudar con el problema que hacen estos dos hombres.” Confeso el hombre que parecio pensativo tras decir esas palabras.

Leonor rezó junto al padre Massimiliano por el alma de la niña quemada. Era lo menos que podía hacer ya que no la había podido conocer en vida. Cuando ambos terminaron y el monje le dijo que conocía a ambos y que podía intentar convencerles, los ojos de la joven huérfana brillaron de esperanza, justo antes de que él le dijera que de momento no podía hacer nada.

-¿Crees que si les llevara un mensaje de tu parte entrarían en razones? Puedo intentar hablar con ellos, si me dices qué es lo que están haciendo exactamente y como evitar que hagan daño a nadie más. Soy bueno con las palabras. – Afirmó, queriendo ayudar sinceramente y deseando que su intervención no acabara empeorando las cosas.

El monje se sorprendió por un momento, aunque luego sonrió negando lentamente con la cabeza.

“No creo que te escuchen aunque sean mis palabras. Ambos hombres parecían algo paranoicos y el guerrero no tuvo una buena primera impresión de ti.” Comento haciendo referencia al primer encuentro que habían tenido los tres, aunque también parecia explicar porque el español no la escucharían a la joven.

El monje suspiro con cansancio y cierta tristeza. Ambos debían ver que no quedaban muchas acciones para realizar en ese momento. “De cualquier forma si te digo lo que hacen o donde verlos, terminare traicionándolos. No se como responderán a ello, seguro se ocultaran si saben d mi traición y nunca mas volverán aquí.” Agrego el fraile.

La jovencita le miró expectante hasta que finalmente su confidente le negó con la cabeza. Realmente le gustaría saber dónde se hallaban aquellos hombres, aunque entendía que el sacerdote no quisiera revelar su posición, así que no insistió más en el tema.

- Lo entiendo. Si alguien hubiera confiado en mi de esa manera, no le revelaría el lugar de su escondite a nadie, ni siquiera si ese alguien tuviera buenas intenciones. Es una pena que no pueda ayudar y me encantaría que no hagan algo que tengamos que lamentar, pero es así. Si hay algo que pueda hacer para ayudar mientras tanto, estaré encantado de hacerlo aunque algo me dice que me dirás que no - afirmó encogiéndose de hombros.

-Hay una cosa que me intriga ¿Por que el hombre calvo te atacó cuando te conocí? Dices que estaba confundido pero no me quito de la cabeza que pueda hacerte daño - expresó, temiendo que el guerrero pudiera volver a intentar herirle cuando le visitara.

Suspiro. “Veo que eres un chico de bien y por eso aunque no lo creas no me gustaría negarte esto. Pero la verdad no comprendo bien que desearías hacer o como podrias convencerlos.” Comento el fraile que la miraba con curiosidad. “No se en que puedas ayudarme, por lo que no habra una negativa de mi parte solo un pedido de paciencia.”

“Ah si…nos encontrábamos hablando de lo que debíamos hacer. Como te dije ese hombre es un guerrero que ha peleado mucho y sus métodos como me los comentaba eran violentos aunque en ningún momento nombro haber quemado casas en la ciudad. Yo por mi lado le sugerí un método mas calmado y reflexivo recordándole que la violencia solo despierta violencia...” le empezó a explicar mientras hacia memoria. “Aunque en un momento mientras los argumentos de uno no convencían al otro, fue que su paciencia llego al fin y me hizo lo que viste. Pero dudo que me hubiera atacado…solo estaba mostrando su frustración.”

- Lo cierto es que no sé cómo podría convencerles porque aún no sé cómo son. Tan solo quiero ayudar y a veces es muy frustrante saber que una sola persona es incapaz de cambiar las mentes dispuestas a dañar al prójimo - Le confesó alicaída siendo consciente de lo minúscula que era en el gran plan de la vida.

- Tengo otra pregunta. Cuando nos conocimos me preguntaste quién era en realidad y si mi jefe me había enviado para provocarte como a tu compañero. Te referías a Vico ¿verdad? Estoy seguro de que sabes que le pudo pasar en realidad y aún no puedo quitarme de la cabeza que su alma no descanse en paz... ¿quien.... quien le hizo algo tan horrible al sacerdote y por qué pensaste que yo podía ser el responsable? - preguntó con el corazón en un puño esperando que su situación con las criaturas de la noche no tuviera algo we ver.

- yo... quisiera confesarme, padre. Afirmó de repente con absoluta devoción ¿podrías hacer eso por mí? Creo que soy culpable de algunos pecados... de haber causado mal sin quererlo a algunas personas y... y....no sé que hacer para enmendarme.

“Demasiado frustrante.”  Dijo de acuerdo con lo que ella expresaba. “Podria contarte como son ellos, pero creo que tampoco los conozco del todo como me gustaría o te serviría. Yo los pensé como hombres devotos que deseaban solamente confrontar con monstros que habitan en las noches de nuestra ciudad. Por eso no puedo entender como podrían atacar a gente inocente como si fueran esos monstros que desean detener.” Comento con algo de tristeza el fraile, sin importarle lo que acababa de confesar.

Nego con la cabeza. “No me referia a Vico, sino al hombre que viste conmigo en ese callejón. Me gustaría darte la tranquilidad que su alma esta en paz, pero no te estaría diciendo la verdad. Lamentablemente el responsable de lo que le paso a Vico y mi otro hermano que falleció en ese lugar que nos encontramos, podría tener en su poder la habilidad de que las almas nunca descansen en paz.” Declaro viéndose no demasiado reservado en decir lo que pensaba aunque bien podría aterrar a muchos que lo escucharan.

Entonces cuando ella pidió que la ayudara a confesarse, el fraile dejo la ventana para acercarse a ella con calma. “Si confesarte puede traerte algo de paz, entonces permíteme ayudarte. Aunque como te dije no soy ningún padre, de cualquier manera lo que digas se mantendrá en el mayor de los secretos.” Comento mirándola con devoción y apoyando su mano en el hombro de ella.

-El espíritu de Sir Alfons se refirió a los musulmanes en esos términos. Les llamó demonios herejes y monstruos e incluso me pidió que encontrara a Rodrigo de Navarra para que le convenciera de que hablara con el Cardenal y que enviara sus fuerzas para exterminarlos a todos de una vez y para siempre ¿Estás seguro de que hablaban de criaturas de la noche? El espíritu parecía bastante ido, por lo que no se si lo que decía tenía algún sentido o era producto de los delirios de su reciente defunción, pero realmente me preocupó bastante. – Le explicó, intentando mostrarse imparcial, analizando todas las alternativas posibles.

Cuando Massimiliano le comunicó que la persona que había matado a los dos sacerdotes posiblemente también estaba condenando sus almas, la jovencita se entristeció visiblemente a la vez que apretaba los puños de frustración – ¡Pero eso es terrible! ¿No hay alguna forma de que podamos ayudarles? ¿Sabes quién o qué es ese desalmado o como detenerle? Tiene que haber algo que podamos hacer para que no vaguen eternamente por este mundo sin encontrar la paz – Preguntó sin poder contener la desazón que sentía.

No obstante, cuando el sacerdote se acercó a ella posando la mano en su hombro para aliviar un poco su alma atormentada, prometiéndole que no revelaría nada de lo que contase, la huerfanita sintió que necesitaba aliviar su corazón, por lo que comenzó a hablar, esperando que aquello pudiera ayudarla.

-Yo… intenté que un amigo dejara un grupo de gente bastante mala. Conseguí sacarle de allí y que se quedara conmigo, pero no pude estar con él todo el tiempo y se escapó. Ahora temo por su vida y no tengo ni idea de cómo encontrarle. Tenía que haberle ayudado más y no dejarle solo. Me siento muy culpable. – Explicó algo nerviosa mientras continuaba hablando sin detenerse.

-También… cuando conocí al padre Vico encontré su dedo en el suelo de la sacristía. Pensé que llevándomelo y enterrándolo donde se encontrara su tumba, podría descansar en paz, por lo que lo escondí en el hueco de una pared y lo tapé con una piedra. Pero… una rata lo encontró y se lo comió y luego un pobre muchacho de la calle cazó a la rata y… y… cuando llegué al lugar estaba muerto con la rata en la boca como si una enfermedad horrible se lo hubiera llevado. Yo… no he podido quitarme de la cabeza que está muerto por mi culpa. No sabía que podía causar una plaga hasta que no hablé contigo, pero ya era tarde para ese pobre chico…. Quemé al muchacho en lugar de darle sepultura para que no se propagara la enfermedad, que Dios me perdone. – Confesó con lágrimas en los ojos, totalmente desolada. Necesitaba contarle todo aquello a alguien. Ya no podía guardar ese dolor dentro de ella, y algo le decía que aquel hombre santo era merecedor de su confianza.

El fraile negó enérgicamente su cabeza ante las primeras palabras de Leonor. “No creo que se hayan referido a los musulmanes cuando hablaban conmigo. Mejor dicho estoy seguro que no hablaban de humanos comunes cuando me aleccionaban de los peligros de estas criaturas.” Respondio con bastante seguridad el joven que se habia dado vuelta y la miraba con uno ojos que parecían que en parte buscaban su reacción.

Aunque su seguridad se esfumo un poco cuando la joven le pregunto sobre las almas perdidas, él se encontraba igual de dolido que ella por las almas de los demás. “No conozco ningún forma para ayudarles. Se supone que el exorcismo puede poner a estas almas en paz, pero eso no s algo posible de realizar para cualquier persona.” Comento con bastante tristeza al dar esa noticia y sin decir lo que ya se podia intuir de las posibilidades de que esas almas encontraran paz. “Son muchos los monstros de la noche que pudieron hacerlo, aunque lamentablemente no sabemos mucho de ellos.”

Ella sintio su hombro siendo mas apretado pero no con fuerza para lastimarla sino para llamar su atension. “Estas siendo muy injusta contigo misma. Estoy seguro que vos has tratado de hacer lo mejor posible con tu acciones y a diferencia de dios no tenias la habilidad para saber lo que podría llegar a pasar. El futuro no es algo que nadie pueda saber. Por eso aunque los vez como errores de tu parte yo lo veo como aciertos. Tal vez o lo sepas o no lo hayas visto pero dudo que tu ayuda a tu amigo no le haya afectado en una buena manera…respecto al dedo, lo que hiciste fue para que un hombre inocente encontrara la paz y eso es deseo que poca gente pensaría como un objetivo y eso dice mucho de ti.”

Leonor escuchó cómo el fraile hablaba de las criaturas sobrenaturales que habitaban en la ciudad como si Rodrigo de Navarra y él mismo supieran muchas cosas sobre ellos. Al prestar atención, se dio cuenta de que realmente, y a pesar de lo que ya sabía varias cosas sobre los vampiros gracias al libro de Nod y a los encuentros que había tenido con ellos, la joven tuvo que reconocer que no comprendía las verdaderas intenciones de estos seres que se movían entre las sombras.

-No eres el primero que me habla de vampiros y otro tipo de criaturas. Yo mismo tuve que huir de unos monstruos que quisieron devorarme ¿Qué está pasando en esta ciudad? – Preguntó bastante afligida - ¿Siempre ha sido así y yo no me había enterado hasta ahora? ¿O es que acaso estamos siendo invadidos por seres que no podemos comprender mientras vivimos en nuestra feliz ignorancia?

Cuando Massimiliano afirmó que no había ninguna forma para ayudarles, la joven huérfana no pudo aceptar aquello, por lo que no dudó en dar todas las ideas que pudo para cambiar el destino de aquellas pobres almas en pena – No sé como conoces tanto sobre esos monstruos, pero quizá yo pueda ser útil. Al poder hablar con los espíritus, puede que alguno sepa quién le mató, y si le encontramos, quizá podamos conseguir que revierta lo que hizo. Si eso no es posible, a lo mejor podría intentar ayudar a los asesinados a encontrar la paz para que puedan ir al cielo… No se… algo tenemos que hacer. – Le sugirió intentado que su confidente fuera un poco más optimista.

Pero no fue hasta que el sacerdote afirmó que estaba siendo injusta consigo misma, cuando los ojos de la joven le miraron sorprendidos y trataron de detener las lágrimas que no había podido contener. Si alguien devoto de Dios pensaba de aquella manera, quizá sus acciones podían ser perdonadas por el Altísimo ¿Acaso aun tenía salvación a pesar de todo?

-Yo… te agradezco tus palabras de consuelo, aunque aún me queda la pena de que ese pobre muchacho murió indirectamente por mi culpa ¿Hay alguna penitencia que pueda hacer o alguna cosa que precises de mí o de mis habilidades para hablar con los difuntos? – Preguntó, deseando poder ayudar al monje en cualquier tarea que le pidiera.

“Vampiros? Quien te dijo algo de vampiros?” preguntó el joven que en ningún momento se refirió a los seres de esa forma. “Hay muchas teorías sobre el origen de estas criaturas, a mi me han dicho que han sabido ocultarse y que también fuimos invadidos ya que no pertenecian a Europa antes. Aunque esto ultimo podría ser un comentario racista de parte dese quienes me contaron la verdad.” Comento suspirando y tal vez ordenando su conocimiento de otra forma.

El hombre era alguien de dio y por eso poseía en su persona una buena parte de fe, incluso aunque no la habia demostrado del todo antes. “No se tanto como seguro piensas. Pero es que me imagino que poseen en su poder algún hechizo para lograr lo que sugiero y no se si con simplemente encontrarlo podamos salvar al espíritu. Pero igual tendre Fe en ti pequeño y lo intentaremos, si de verdad piensas que es posible.” Le respondio forzando una sonrisa en su rostro aunque podias sentir un entusiasmo genuino ante la idea de ella.

El hombre parecio sentirse mejor tras ayudarte, dejándote que llores sin impedírtelo. “Deberias en principio meditar con seriedad en lo que paso e hiciste asi tal vez no termines repitiendo el mismo error.” Sugirió tras pensarlo un momento, aunque su tono parecería mas de sugerencia que de una orden. “Respecto a tu don. Tal vez si podrias hablar con mis hermanos desaparecidos podría servirnos, pero necesitas estar cerca de donde fallecieron cierto?” pregunto desconociendo del todo como funcionaba tu poder. “Si es que están muertos.” Añadió con algo de esperanza, aunque demasiado.

-Fue una persona que conocí en un callejón cuando investigaba a unos pirómanos que querían quemar más casas en el barrio musulmán – Respondió ante la pregunta sobre dónde había escuchado hablar de Vampiros – Igualmente, eso de que no pertenecían a Europa antes, suena poco creíble y muy conveniente para alguien que desea expulsar a los extranjeros de estas tierras. Tal y como afirmas, seguramente sea un comentario racista y sin fundamento. – Razonó, pensando que Massimiliano era bastante inteligente. Odiaba no poder contarle nada de las criaturas de la noche, pero algo muy profundo le impedía hablar de ellas. Era como si haciéndolo traicionaría no solo a Konrad, sino también a Piero, Rea y todos aquellos seres que a pesar de su naturaleza, pretendían hacer lo correcto.

-Yo tampoco sé si podremos salvarles, pero merece la pena intentarlo. Es más de lo que esas pobres almas pueden esperar ahora, así que mantendremos la fe por ellas – Le animó, esperando que hubiera alguna oportunidad de darles paz.

Ante la sugerencia que Massimiliano le dio, Leonor asintió secando sus lágrimas e interiorizó su penitencia, rogando a Dios para no cometer los mismos errores. Asimismo, cuando el sacerdote le hizo aquella pregunta sobre su don, la jovencita disfrazada de muchacho no dudó un segundo en responderle.

-No sé muy bien aun como funciona mi don, pero siempre los he visto en el lugar en el que fallecieron, o cerca de algo que les pertenecía ¿Tienes algún objeto querido por tu difunto hermano del callejón? Yo encontré una nota el día en que nos conocimos, pero entonces no sabía si podía fiarme de ti… Lo siento. Aquí está... Aunque no encontré nada en el lugar de la cita – Dijo con algo de vergüenza, tendiéndole la carta que ponía con letras claras.

“Te espero en la esquina de las cuatro estatuas. Aquellas que creo Dios."
"Debemos detenerlos."

Asintio de acuerdo con lo que decia relajándose mas cuando hablo del origen de donde habia aprendido como llamarlos. “Si, esa es una forma de llamarlos aunque el español conocía otra forma que me preocupa mucho y a él también. Cainitas, porque supuestamente son hijos de Cain. El hijo de Adan y Eva.” Afirmo con algo de pesadez mirándote a ti buscando alguna reacción a esas palabras que eran una herejía para los suyos sin importar que fueras un fraile.

El fraile recibió el mensaje leyéndolo viéndose algo confundido. “No es un problema pequeño. La confianza se gana diría Corradino.” Expreso dejando pasar sin darle importancia la falta de ella. “Parece un acertijo, crees que servirá averiguar a que se referia?” pregunto mirando a la joven antes de mirar a los costados por si habia alguien. “No tengo ninguno pero su habitación tal vez lo tenga.” Sugirió en voz baja lo que claramente era robar algo de la pertenencia de un hermano fallecido.

Leonor le miró con sorpresa al escuchar esa palabra de boca del fraile, y no dudó en santiguarse para que no quedara ninguna duda de que aquello era antinatura, ya que no deseaba que Massimiliano pensara que ella sabía todo aquello. Estaba claro que Rodrigo de Navarra conocía muchas cosas sobre las criaturas de la noche y no dudaba en hablar abiertamente sobre ellas pero… ¿Cuáles serían sus verdaderas intenciones y por qué estaba involucrando a alguien tan bueno como Massimiliano en todo esto? Ojalá hubiera podido sincerarse con su confesor, pero le era totalmente imposible.

-¡Que Dios nos asista! ¿Y sabes qué es lo que buscan esos seres? ¿Acaso las almas de la gente de bien? – Preguntó con genuina curiosidad, intentando escuchar otro punto de vista para comprender un poco más las motivaciones de las criaturas de la noche.

Cuando Massimiliano le perdonó también el que no le hubiera hablado de la nota antes y le preguntó si conocía a qué se refería, Leonor no dudó en responder de nuevo con sinceridad – En un principio pensé que podía tratarse de los tetrarcas de Venecia colocados en la esquina del Tesoro de la Basílica, pero más tarde caí en la cuenta de que se trataba de las estatuas de campo Dei Mori… Lamentablemente no había nadie allí – Explicó con pesadumbre por no haber pensado antes en esa segunda opción.

-Con respecto a su habitación… podemos investigar, pero no quiero que estés en problemas por mi culpa ¿Estás seguro de que no te meteré en ningún lío? – Finalizó ante la sugerencia de entrar en los aposentos del difunto para intentar encontrar un objeto que fuera muy querido por el espíritu.

Massimiliano acompaño la santificación haciéndose una cruz también. Para luego negar ante la pregunta de ella. “Según me conto Rodrigo lo que buscan en dominarnos y utilizarnos como piezas de ajedrez para sus guerras oscuras.” Le respondio cerrando los ojos con mucha pena mostrándose en el rostro. “No creo que vayan solo por los mas buenos, sino que es otra su manera de juzgarnos.”

El fraile pareció verse asombrado pero a la vez de acuerdo con cada lugar que mencionaba ella, tomándose la cabeza como si no se consintiera no haberlo pensado aunque su gesto continuo cuando ella le informo que no habia encontrado a nadie. “Es muy probable que ante la falta a la reunión de mi hermano, quien mando este mensaje no volvió a ese lugar y con las noticias de su muerte menos.” Sugirió especulando sobre la falta de presencia.

“Solo si nos descubren estaré en problema. Pero eso no importa porque esto es por una buena causa y si finalmente podemos ayudar a mi hermano a encontrar la paz entonces estoy dispuesto a tomar cualquier castigo.” Concluyo el joven fraile con una seguridad bastante envidiable.

La joven pelirroja no pudo sino estar de acuerdo para sus adentros con las palabras que Rodrigo de Navarra había pronunciado. Para las criaturas de la noche, los humanos no eran más que peones en un tablero dispuesto a su conveniencia, cuya función variaba desde mero entretenimiento, hasta pasar a convertirse en comida de usar y tirar.

Pero aquellos pensamientos tristes tuvieron que quedar relegados a un segundo plano, en el momento en que Massimiliano volvió a hablar de la muerte del pobre monje en aquel callejón, junto con la misteriosa nota – Es muy posible, aunque yo dejé una nota en las estatuas de campo Dei Mori, pidiendo una reunión y preguntando por un lugar para encontrarnos. Hasta ahora no he hallado ningún nuevo mensaje las veces que he vuelto al lugar, aunque no pierdo la esperanza. – Afirmó la jovencita disfrazada, mirando a su interlocutor con sus ojos claros.

Finalmente, y ante la complicidad con la que afirmaba que solo estaría en problemas si le descubría, Leo le devolvió una sonrisa pícara al tiempo que afirmaba – Bueno… no tienes por qué asumir un castigo. Podrías decirme donde están sus aposentos para que tan solo sea yo quien irrumpa en ellos. Supongo que en mi caso, lo único que pasaría sería que me prohibirían la entrada a este lugar sagrado en el futuro por mi transgresión. – Sugirió encogiéndose de hombros, pero suponiendo que su compañero no permitiría que ella cargara con todas las culpas.

“Entonces sigue sin perderla, yo rezare porque el responsable de la nota vuelva a aparecer.” Dijo Massimiliano observando también a los ojos del supuesto joven, antes de cerrarlos como si pusiera a pensar en algo profundo.

El monje sonrió un poco aunque rápidamente volvió a ponerse serio. “Seria prohibida tu entrada a este lugar para siempre, ya que habrías fallado a nuestros reglamentos. Ni siquiera si te disculparas cambiaria ese castigo, ya Corradino no lo perdonaría.” Le informo para que supiera bien la consecuencia que caería en ella. “Mientras yo recibiré un castigo parecido al que ya viste, pero no habra intensión de exiliarme de este templo. Por lo que es mejor que vaya contigo y termine aceptando toda la culpa si nos descubren.” Le sugirió aunque parecía muy decidido en su tono.

“¿Quieres que vayamos ahora?” pregunto pareciendo listo en ese momento.

-No la perderé. Espero que quien sea que quería detener a los culpables, siga queriendo hacerlo y acepte un encuentro – Afirmó animada.

Entonces, como ya había supuesto, Massimiliano se negó en redondo a que ella asumiera las culpas de irrumpir en los aposentos del difunto. No pudo evitar sonreír para sus adentros de forma cariñosa, al darse cuenta de que aun había personas buenas en el mundo. Aquello la llenaba de alegría, así que decidió no insistir más, puesto que estaba segura de que su compañero no consentiría en dejarla sola.

-Está bien. Ahora es un buen momento. Espero que encontremos algo que consiga que podamos comunicarnos con él. – Respondió, poniéndose en pie lista para el momento en que Massimiliano quisiera.

Massimiliano afirmo y con un gesto de la mano le pidió que lo siguiera. Si bien lo que se proponían hacer no era algo permitido el fraile se movía por el templo con tranquilidad, posiblemente para no llamar demasiado la atención.

Los pasillos por los que iba Leonor no eran para nada demasiado llamativos siendo en gran parte dominados por ladrillos con alguna pequeña ventana aunque de vez en cuando aparecía una obra de arte que terminaba llamándole la atención a la joven a pesar que tuviera mayores preocupaciones en su mente.

Fue cuando se encontraban en la parte de atrás, la parte privada de la basílica que Massimiliano te señalo que se encontraban cerca de las habitaciones, haciéndote esperar un momento para que revisara que nadie se encontrara en el lugar. Al terminar la revisión volvió a guiarla hasta llegar a la habitación del fallecido.

La habitación era bastante pequeña y humilde como era de esperarse de un fraile, siendo un lugar donde dos personas podrían maniobrar con algo de problemas. La cama era de paja y habia un escritorio pequeño con una pocas cosas encima con un rosario y una biblia, cosas esperadas. Habia un armario donde se guardaban sotanas y jaras con agua.

Leonor siguió al sacerdote por los corredores, imitando los movimientos tranquilos que mostraba al andar, mientras iba gravando en su memoria el recorrido y cada detalle de los pasillos como siempre hacía, por si algún día tenía que necesitar dicha información.

Aquel santuario le parecía tan apacible y tan hermoso en su quietud, que casi se sentía tentada a permanecer allí para huir de todos aquellos que la perseguían y deseaban algo de ella que ella misma desconocía. Las escasas obras de arte que mostraba también eran un regalo para los ojos, y la jovencita no pudo evitar demorarse un poco más cuando contemplaba alguna de aquellas bellezas.

Finalmente, y tras atravesar la parte trasera de la Basílica con sumo cuidado para no ser descubiertos, los dos furtivos finalmente entraron en los aposentos del difunto. No parecía haber nada fuera de lo normal en aquellas cuatro paredes tan austeras, pero Leonor había aprendido dónde buscar, por lo que comenzó a mirar posibles losas sueltas en paredes y suelos, o incluso entre los huecos de la madera del diminuto escritorio, del armario o de la estructura de la cama, tras revisar los lugares más obvios primero.

-Intentaré no estropear nada, aunque si hay algo aquí que pueda estar ligado a tu difunto hermano, lo encontraré ¿Sabes si estaba muy unido a su rosario o a su biblia? Esos objetos pueden ser lo que andemos buscando – Dijo sin tener demasiadas ideas y sin sentir aun aquel cosquilleo justo antes de ver un fantasma. Esperaba no tener que rebuscar dentro de la paja de la cama, puesto que sería algo más trabajoso de recoger.