Partida Rol por web

La diosa tomo la copa mas no ingirió su contenido pareciendo dispuesta a quedarse sobria mientras escuchaba la petición de la mas joven de las mujeres presentes. Escucho las palabras de la anfitriona volviéndose algo mas seria pero sin perder la majestuosidad que se mostraba aun cuando tomaba una copa o cuando beso las manos de Gianna antes de responder.

“Por supuesto que las ayudare. Es mi placer poder hacer algo por ustedes y dear algo de felicidad a los demás.” Respondió con una simple sonrisa antes de pasar su atención a Leonor.

Con paciencia escucho la descripción entera del hermano de Leonor, su promesa con ella, su desaparición y la posible pista que tenían. Cuando la pelirroja termino cerró sus ojos como si estuviera meditando la respuesta. “Las mujeres extranjeras se vuelven locas por nuestros hombres…” expreso con cierta gracia en el pensamiento antes de abrir sus ojos. “Conozco a un comerciante que hace muchos negocios con extranjeros. Feliciano se llama. Un hombre con algunos defectos entre ellos su desinterés por el arte,  pero tiene compañías que no son como él en ese ambito.” Describio con tranquilidad para que ella no perdieran los detalles que daba.

“Se que él sabrá de esa mujer de eso estoy segura. El problema es que es un hombre enamorado del dinero, por lo que lamentablemente no puedo ofrecerles una solución gratis.” Dijo negandose con la cabeza en decepcion.

Gianna escuchó con paciencia de Santa Santa a ambas mujeres. Aunque como lo de Leonor ya lo sabía pues se centró mucho más en Mónica.

-Espero, Leonor, que no te rehuses a que me haga cargo de esto. Dije que te iba a ayudar y lo haré cueste lo que cueste.

No aceptaría tampoco un no como respuesta y ambas lo sabían seguramente.

-Pagaré lo que sea necesario lo obtener información que nos lleve a Theo. Ahora, ¿podemos ir en este momento? Claro que no iremos solas, Bastien y otros guardias irían con nosotras.

Gianna no estaba loca pero quería dejar zanjado cualquier asunto antes de irse.

La diosa sonrio y no dijo nada ella no le iria a negar que ayude, en todo caso eso terminaria siendo responsabilidad de su amiga.

“Esta noche? No creo, pero hoy podría invitarlo para que pudieran hablar mañana. Asi ira mas tranquilo que si lo convocamos esta noche.” Comento pensándolo de una forma más diplomática para la comodidad del hombre en ese momento. “Ir con guardias será lo mas seguro, pero tambien me gustaría darles un lugar seguro para charlar el favor. Seria en las habitaciones detrás del escenario, ahí me parece que correrían menos riesgos y seria un buen terreno neutral o al menos asi lo pensaría él.” Le sugirio sonriendo con picardía y guiñando el ojo a Gianna.

Gianna no estaba muy segura de eso, asentía que tal vez eso dar la ventajas al hombre y ellas podían quedar mal paradas o ella pero se lo había prometido a Leonor.

-Bien, entonces será mañana. Después avísame la hora para poder ir juntas a verte.

Ella sirvió un poco más de vino para ella y su amiga ya que Mónica se habia negado en principio.

-Entonces disfrutemos de esta velada si es que a ambas les parece bien.

Quería animar a Leonor así que fue hasta el armario y sacó cuatro vestidos más, todos de diferentes colores.

-Mónica, tú también deberías elegir algunos.

Se sentó en un enorme, cómodo y elegante sillón a ver que hacían sus hermosas amigas.

Leonor no podía creerse que finalmente pudiera perseguir la pista más real sobre su hermano que había tenido hasta la fecha. Sus ojos iban de una a otra mujer sin atreverse a interrumpirlas cuando ambas comenzaron a organizar la cita con el comerciante. Cuando Gianna le dijo que ella se ocuparía del dinero, la damita sintió que sus ojos se tornaban algo vidriosos a causa de la gratitud al tiempo que asentía un par de veces, puesto que ella no poseía nada más que la hermosa daga que su amiga le había regalado, y no hubiera podido entregarla a cambio de un posible callejón sin salida.

Entonces, Gianna volvió a llenarle la copa justo antes de dirigirse hacia el armario en busca de los vestidos más bonitos que había visto en toda su vida y les pidió a ambas mujeres que eligieran los que más les gustaban.

-¡Gianna! Ya me has ofrecido dos. ¿No crees que me estás mimando demasiado? – Le reprochó, mientras sus ojos se perdían entre aquellas delicadas telas y los preciosos bordados que poseían.

“Te puedo avisar ahora. A la anochecer habrá una obra presentándose en el teatro que nos conocimos, ahí se encontraran con él.” Le respondió dejando el lugar y el horario lo suficiente claro para que ambas comprendieran.

Esta vez si tomo un sorbo de del vino que le dio Gianna pareciendo entender que el tema del hermano de Leonor habia quedado saldado. Sonrió a ambas amistosa y  observo los vestidos pareciendo darle un momento a cada uno.

“No me digas asi, llamame diosa.” Le protesto con buen humor dirigiendo su mirada a Gianna en su sillon. “El que llevas puesto, tambien podrías dárnoslo?” pregunto con picardía observando de reojo a su compañera por su reacción. Queria ver si era como ella o tal vez algo mas inocente por las palabras finales de ella.

Nego con la cabeza y la tomo del hombro a Leonor. “Dejate mimar querida, ya tienes el mundo de afuera para la desdicha.” Le aconsejo dandole un nuevo beso en la mejilla.

Gianna sonrió, la diosa debía conocerla bien porque no la demoraba.

-Entonces mañana allí estaremos Leonor y yo, ¿no es así, querida?

La noche pintaba para ser una noche de chicas disfrutando de la soledad y la privacidad que se percibía entre amigas.

-Será mejor que te acostumbres, Leonor, mientras estés conmigo recibirás todo lo que yo pueda darte.

Entonces miró a la Diosa con falso enojo.

-¿Te saco un montón de vestidos lindos y tú quieres el que llevo encima?

Parecía realmente enojada hasta que comenzó a deshacer los lazos rápidamente hasta dejarlos caer y quedar en su ropa interior.

-Lo quieres, es tuyo.

Leonor supo al instante que Mónica estaba dándole la hora exacta y el lugar para que tuvieran tiempo de sobra de preparar el terreno o una posible emboscada si hacía falta. NO conocían nada de esa comerciante, por lo que no sabían la reacción del supuesto informante cuando le dijeran qué era lo que querían. Posiblemente Gianna deseara acudir con guardaespaldas, ya fueran ocultos o visibles para el hombre con el que tenían que reunirse, por lo que era bueno idear un plan ante cualquier contingencia.

-Allí estaremos – Repitió la joven huérfana ante la pregunta de su amiga, que no pudo dejar de sonreír cuando le dijo que siempre recibiría todo lo que ella pudiera darle. Lo cierto es que era muy afortunada de haber conocido a esa increíble y encantadora mujer, y esperaba que nadie nunca le hiciera daño.

Pero entonces, la Diosa pidió justo el vestido que llevaba Gianna, lo cual hizo que la huerfanita abriera mucho los ojos a pesar de no decir nada. Pero cuando su amiga se lo quitó sin más al tiempo que Mónica la tomaba de los hombros besándola en la cara, sus mejillas se pincelaron de un intenso carmesí, sintiéndose totalmente abrumada por lo que estaba sucediendo en la habitación.

La diosa a pesar del falso enojo siguió sonriendo de forma gatuna asintiendo sin pensarlo mucho a la pregunta de Gianna. Cuando finalmente esta se fue desnudando hasta quedar en ropa interior, no le perdió la vista disfrutando la forma en que cumplía con su pedido.

“Muchas gracias.” Agradeció dándole una mirada a Leonor notando lo colorada que estaba ella, logrando que riera divertida ante ello.

Sin embargo fue clemente dejando espacio para que pudiera calmarse y se acerco a la anfitriona de esa pequeña reunión. Miro el vestido en el piso pero lo ignoro para ir con Gianna y darle acariciarle la mejilla. “No te enojes, que te arruga tu precioso rostro.” Le dijo guiñando el ojo y pasando al costado de ella hasta acomodársele por detrás para acariciar con cariño su espalda como si buscara relajarla.

“Tienes una muy inocente amiga, Gianna. Me pregunto si es porque es muy chica.” Comento con media sonrisa a Leonor. “No te preocupes no haremos cosas raras si eso te asusta.” Aclaro rápidamente pero dejando sutil a lo que se refería antes.   

Gianna se divertía con lo diferentes que eran sus amigas entre sí y no se le escapó que Leonor está incómoda así que tras recibir el masaje de la diosa y dejando su vestido allí, se volvió y le dio un beso en la mejilla a la diosa.

-No haremos nada raro pero no haré sentir incómoda a ninguna de las dos.

Fue hasta su armario y se echó una bata encima, muy ligera, de seda gris. Luego se sentó y bebió de su copa.

-Sigo esperando que elijan... Y está vez espero que no quieras mi salto de cama, Mónica querida.

Era una broma y la noble sonrió.

Leonor veía como las dos mujeres sonreían de forma disentida mientras ella se sentía un poco como pez fuera del agua. En realidad no le molestaba que parecieran divertidas ante el rubor de sus mejillas, sino más bien se reprendía a sí misma por no considerar esta situación como algo meramente inocente y no darle demasiadas vueltas.

-Soy joven, pero creo que la principal razón es que soy pobre y siempre estuve muy protegida por mi hermano...tan solo necesito algo de tiempo para acostumbrarme. - Se defendió, cuando Mónica habló y le prometió que no harían cosas raras, justo antes de que Gianna también prometiera que no la haría sentir incómoda.

Cuando su querida amiga volvió a insistir en que eligiera un vestido, la damita de cabellos de fuego se acercó hacia los dos vestidos que le había mostrado al principio. El verde era muy bello, con pequeños bordados que realzaban el escote y de exquisitos diseños que le recordaban a un bosque joven a primera hora de la mañana, pero el azul, era de un añil intenso a juego con sus ojos que tenía la fuerza de un mar embravecido. Un vestido a la vez sensual y elegante que la cautivó.

-¿Podría probarme este? ¿Tienes un cambiador? – Dijo al fin acariciando las suaves telas mientras miraba a Gianna con un brillo en su aun sonrosado rostro.

La diosa dejo que se marchara tras el beso en la mejilla, observando a la otra invitada que le daba una respuesta que no parecía haber esperado y que provoco que se pusiera seria por unos momentos.

“No me habia imaginado que fueras pobre querida. De cualquier forma no le des importancia ya crecerás y comprenderás mejor las cosas.” Comento la diosa con cierta empatia antes de pasarse a los vestidos.

Aunque de repente se agrieto un poco su rostro y cerro los ojos por un largo rato. “Me parece que fue un error darles mi nombre queridas. Estaba siendo educada, pero como les dije antes prefiero que me digan diosa o algo parecido ya que odio mi nombre. Por lo que les pediría que no me digieran asi de nuevo.” Sentencio pareciendo otra clase de diosa, menos comprensiva para pasar a mostrar su enojo en ese momento aun con sus ojos cerrados.

Volvio a abrirlos tras respirar profundamente y se acerco a un vestido rojo que habia dejado Gianna en la cama y lo tomo en sus manos. Le habia atraido porque era uno de los mas llamativos, atrayendo la mirada fácilmente no solo por la altura del cuello si no por los adornos que si bien no tenian un significado especial eran puestos para resaltar mas la figura de la mujer que lo usaba. “No te preocupes no te robare tu salto de cama, tal vez si tomare prestado este hermoso vestido.” Comento de nuevo con una sonrisa posandolo en su cuerpo y mostrándoselos como si esperara algun comentario.

La noble señaló un cubículo en la esquina de la enorme alcoba a Leonor.

-Allí mismo, querida Leonor. Prueba los que quieras.

Gianna miró a la diosa con una ceja levantada, la había visto muchas veces y en todas había creído que era una mujer hecha y derecha y no una niña malcriada buscando atención. La noble sonrió, si quería llamarse diosa estaba bien por ella que más o menos le daba lo mismo acceder a una niñería de tal tamaño.

-No tenía idea de que te ofendiera tanto tu nombre, jamás lo volveré a usar, diosa pero no puedo hablar por mi amiga... Somos un par de personas muy distintas.

Le acarició la mejilla y recorrió con esa mano su cuello e incluso rozó su pecho sin mucho disimulo y mucho de intencionalidad.

-Querida, querida... A ti te dejaría robarme lo que fuera.

Se acercó y le dio un beso suave en las mejillas.

-Toma el que quieras que te verás más hermosa que yo.

Pero la noble allí era Gianna y la diosa era una actriz, sin embargo, la apreciaba y por eso le concedía ciertos privilegios. Se acercó de nuevo y la ayudó a retirar su vestido como hacían con ella sus doncellas, cuando la liberó del vestido besó su hombro izquierdo.

-Si alguna requiere de mi ayuda, estoy a vuestras órdenes.

Leonor no supo si la repentina seriedad de la Diosa tenía que ver con el hecho de que ella fuera pobre. No conocía nada de la artista, pero posiblemente no le habría agradado en absoluto la idea, ya fuera por no querer que Gianna se juntara con chusma como ella, o bien porque quizá pensaba que podría sacar algo de beneficio económico de ella y ahora se daba cuenta de que no… No estaba muy segura, pero prefería no pensar demasiado en ello sin tener más evidencias por si estaba equivocada.

-Lamentablemente la razón de que mi hermano esté perdido es porque deseaba darme una vida mejor… Los ricos no tienen que aceptar trabajos como el que esa noble le ha ofrecido al joven que puede ser mi Theo – Razonó con algo de tristeza antes de sorprenderse al escuchar que a Mónica no le gustaba su nombre.

-No… no os preocupéis Diosa, que no os llamaré por un nombre que no os guste – le respondió cuando Gianna dijo que no podía hablar por ella, cosa que le agradó bastante al sentir como su amiga le confería un grado de individualidad importante.

Entonces, la damita sonrió a ambas mujeres y tomó el hermoso vestido azul, dispuesta a cambiarse en el probador – Seguramente te necesite para atar los cordones, aunque yo no diría que estas a nuestras órdenes, sino más bien que estamos extremadamente felices de estar en tu compañía, Gianna mía.

“Es solo una cosa que me dio mi madre, con la que no me lleve bien. No crean que me enojo con ustedes aunque prefería que ustedes lo sepan, ya que no todos lo saben cuanto me molesta o que sepan mi nombre.” Le dijo con un pequeño guiño ambas pareciendo querer relajar el ambiente que había tensado ella.

La artista asintio un par de veces a las palabras de Leonor. “Cierto es que los nobles se salvan de algunos trabajos, mientras se ven atraídos a ellos por sus razones.” Le comento con una leve sonrisa. “No te preocupes pequeña, que lo encontraremos y entonces vos podrás mostrarle que haz podido encontrar a una amiga que no le hará tal cosa y los ayudara a ambos.” Decia refiriéndose a Gianna y hablando un poco por ella, aunque parecía intuir que asi serian la cosas.

Se dejo tocar con gusto por la noble e incluso dejo que ella desatara los nudos de su vestido aunque fue rapida en atajar su vestido antes que cayera. “Cuidado Gianna, que algunas no usamos ropa por debajo.” Le comento con picardia mirando por donde andaba la joven si estaba lo suficiente oculta para dejar caer el vestido sin demasiada vergüenza.

“Ayuda a la pequeña, que tiene toda la razon y quiero ver lo lindo que le queda el vestido.” Le pidio en parte para que ella no se distrajera con el hermoso cuerpo suyo y de paso pudiera ponerse con rapidez su rojo vestido.

Gianna sonrio, ella a veces iba desnuda por debajo de la ropa de dormir pero nunca debajo del vestido, le parecía una osadía innecesaria.

-No se hable más, siempre serás para nosotras la diosa.

Se dio media vuelta dejando que ella a probara el vestido y fue a ayudar a Leonor co los lazos de su vestido, la realidad era que ya estaba casi vestida del todo así que poco tuvo que hacer pero le sonrió conciliadora.

-Todo estará bien, te lo prometo.

Finalmente estaba preciosa con aquel vestido, como ninguna. Y la diosa no se quedaba atrás, estaban perfectas y de una suerte que los veatidoa de Gianna le dieran tan bien ambas.

Leonor se habías apresurado a propósito para evitar que nadie pudiera percatarse de los morados que tenía en los brazos. Por esa razón había pedido un probador, y por eso mismo el vestido que escogió era de manga larga.

Afortunadamente, cuando su querida amiga Gianna fue a ayudarla con los lazos, ya se había ajustado lo suficiente aquella preciosidad de traje, por lo que no tuvo que preocuparse ni asustar a nadie con sus problemas… Fue todo un alivio puesto que Gianna seguramente se habría inquietado muchísimo por su bienestar.

-Gracias Gianna. ¡Por Dios! Estáis bellísimas – Exclamó tras salir del probador y ver a las dos mujeres con sus respectivos vestidos. Tan solo había visto damas tan hermosas en cuadros y en algunas páginas de los libros de la biblioteca.

La diosa volvió a sonreír fácilmente dándole un beso en la mejilla antes de dejarla ir con la pequeña. Sin mucha dificultad termino metiéndose en el vestido y luciéndolo como si siempre lo hubiera usado. Como una diosa de Rojo quedaba, bien llamativo como ella había deseado.

“Gracias Leonor, tu tambien estas preciosa. Si duda te queda natural ese vestido.” Comento haciendo un medio circulo alrededor de la pelirroja.

Al parecer, Gianna tampoco había visto nada pero aún si lo hubiera hecho, no habría dicho nada en ese momento.

-Ambas están hermosas, más que hermosas. Debería improvisar un baile en honor a mis dos bellas amigas...

Pero hacia algunos días que Gianna no estaba de humor para fiestas.

-¿Alguna quiere comer algo?

Se quedó pensando en algo y respiró profundo, nunca le había dado su regalo a Cirino, se la llevaría en ese maldito viaje pero claro, primero lo primero.

-Lo que mis amigas quieran. Sus deseos serán órdenes.

Leonor sonrió de forma genuina ante el cumplido de Mónica. Le gustaba estar con aquellas dos hermosas mujeres que tan bien la habían tratado hasta ahora. Por alguna razón, sentía que quizá no tenía por qué desconfiar de ellas y tenía el extraño deseo de alejarse de la Venecia que tanto amaba, al menos por un tiempo, para dejar atrás todas las penurias que la habían rodeado desde hace muy poco tiempo. ¿Quién sabe? Quizá Tommaso se olvidara de ella a su regreso o, con suerte, se habría ido a otra ciudad donde no tuviera que verle nunca más.

-¡Un baile sería perfecto! Pero no necesitamos a nadie para ello – Exclamó la jovencita tomando a Gianna de la mano y haciéndola girar y girar para que el precioso vestido de su amiga desplegara las hermosas telas por la habitación. – Tan solo quiero que seas feliz, Gianna…. Me alegro mucho de haberte conocido, Diosa.