Partida Rol por web

Como antes pareció escucharla con toda su atención mientras acariciaba su mano. Cuando termino describir a su hermano la bella blonda se quedó pensando, cerrando delicadamente los ojos como buscando esa imagen del chico en su cabeza. Pero finalmente negó. “El nombre Theo no es tan raro, conozco a unos pocos pero ninguno se acomoda bien la descripción que me das…” dijo volviendo a abrir los ojos. “Pero no desesperes puede que tu hermano nunca se presentara conmigo y si con alguna de las chicas que trabajan aquí. Igual les preguntare por si vieron a un joven como vos describís. Te lo prometo” Prosiguió a decir en un tono calmado, era claro que no deseaba verla descontrolada aun cuando parecía no haber conseguido una respuesta satisfactoria de su parte.

Pareció preocuparle la alarma que mostraste en un momento, pero al verte cambiar a una sonrisa se relajó de nuevo. “Perdón a veces sos algo…atrevida.” Comento mientras dejaba el gorro en las piernas de la chica y con un fino movimiento acaricio una vez sola el pelo de Leonor examinándolo. Era claro para cualquiera que el cabello aunque más llamativo, no tenía el mismo cuidado que el de la blonda que parecía llegar a un dorado claro.

“Las calles de esta ciudad son peligrosas para todos, mujeres u hombres, Guardias o gente sin hogar. Pero está bien no espero que por mis palabras cambies radicalmente tu forma de afrontar la vida, solo te ofrezco un lugar donde podrias alejarte de aquel miedo que posee y si es necesario podría buscarte o comprarte un prenda linda si es que quieres algun dia vestirte como mujer.” Le informo en un tono maternal dejando de lado ciertas palabras que habia usado la pequeña tan vulgarmente.

“Leonor es nombre mas bonito que Leo, si me preguntas.” Comento dandole un guiño. “Al igual que Camila es mejor que Camilo. Pero eso tal vez lo digo porque es mi nombre.” Bromeo a la vez que se presentaba, al darse cuenta que no lo habia hecho.

Leonor asintió ante sus palabras. Hubiera sido una tremenda suerte que a tabernera conociera a su hermano, por lo que tampoco tenía demasiadas esperanzas en que así fuera. Además, quizá estuviera presentándose con otro nombre… Realmente lo desconocía, pero encontrarle estaba empezando a ser como buscar una aguja en un pajar. Tras su presentación, la joven pelirroja le dedicó una sonrisa agradable mientras afirmaba con cierto toque de humor.

– Camila es un nombre precioso y estoy de acuerdo contigo en que es mucho más bonito que Camilo… Dime ¿Por qué me quieres ayudar? Estoy segura de que no te hace falta mano de obra extra y hay muchos más huérfanos como yo en las calles de Venecia. No niego que sería agradable poder dormir bajo techo, pero como empieces a acogernos a todos, de seguro tendrás demasiadas bocas que alimentar, así que por el momento me conformaré con algo de aguja e hilo para que pueda coserme el pantalón que se rompió en mi huída. – Afirmó sabiendo que tenía razón y que, por mucho que lo necesitara, no podía aceptar la caridad de la amable mujer – ¿Eres la dueña de este sitio?

Suspiro pesadamente ante tu pregunta. “No dudo que haya mucho de ustedes a pesar que dicen que Venecia es una de las ciudades más ricas de Europa. Pero primero que nada no tomo a todos los huérfanos, sola a las niñas y sobre tener demasiadas bocas para alimentar es algo que me recuerdo siempre, por lo que una pocas afortunas ganan este privilegio.” Te informa con una mirada perdida como queriendo distanciarse de esas palabras. “Mi razón es una egoísta como son todas las razones de la gente en esta ciudad o al menos eso dicen. Yo tenía una hermana pequeña, que lamentablemente no está con nosotros. Si bien las chicas que acojo no se parecen mucho a ella en lo físico o en sus personalidades me gusta pensar que siempre que salvo a una de ellas la salvo a mi hermana también.” Sentiste su mano temblar sobre la tuya y costo ver que se le iban humedeciendo los ojos, al menos por un instante antes que se limpiara con su mano. “Lo siento.” Dijo apenada por el gesto que te mostro.

“Puedo pedirle a alguna de las chicas que se encargue de tu pantalón, si me lo dejas.” Respondió rápidamente queriendo cambiar el tema. “No soy la dueña. Lo es un señor, que se cambió el apellido para ir con la taberna.” Rio un poco al comentar eso. “Pero hace casi año y medio que se encuentra lejos en Zara, una colonia de Venecia, por un negocio que tiene ahí. Aunque antes de irse me puso acargo de la taberna.”

La joven pelirroja escuchó la historia de Camila sintiendo cada vez más identificada. Sabía lo doloroso que es perder a un hermano puesto que, aunque aún no sabía si Theo estaba muerto, cada vez tenía menos esperanzas de encontrarle con vida. Por todo ello sus hermosos ojos se humedecieron ligeramente ante las palabras de pena de la tabernera, y entonces fue ella quien la abrazó con ternura. -La que debe disculparse soy yo. He vivido tanto tiempo esquivando malas personas, que es muy difícil no volverse desconfiada. – Confesó con una sonrisa triste - Te agradezco enormemente el favor, pero no deseo causarte molestias, así que trataré de compensarte por tu hospitalidad en cuanto pueda. Acto seguido Leonor so puso totalmente colorada al mirar hacia su raído y sucio pantalón y tener que reconocer en voz alta – Yo… no tengo otro. Si te lo llevas, no tendré nada con qué taparme. – A decir verdad, estaba bastante sucia y polvorienta, pero ya le estaba causando demasiadas molestias a la hermosa mujer, como para encima pedirle la posibilidad de tomar un baño.

Ella también sonreía triste, claramente se abierto una herida que tardaría en sanarle. “No es nada pequeña, es lo poco que puede hacer una.” Comento aceptando las palabras de la mas joven en la habitación.

Se extrañó al verla colorada y lanzo una risa alegre pero refinada al escuchar el dilema de la joven huérfana. “Si tan solo otras fueran tan pudorosas como vos….” Comento medio bajo dejando la oración sin acabar. “Yo puedo conseguirte algun vestido o tal vez algo mas varonil si deseas. Aunque ahora que lo pienso también te vendría bien un refrescante baño caliente.” Comento sonriendo mientras se levantaba.

“Te parece si hacemos eso?” pregunto antes de hacer cualquier movimiento a la puerta, para saber si la jovencita estaba de acuerdo.

-Lo que puedas estará bien – Afirmó sin ánimo de abusar de la tabernera. Ella sabía que la hermosa rubia prefería verla como una chica, y mientras que no tuviera que estar sola en medio de las calles de Venecia con un vestido, ser Leo o Leonor realmente le era indiferente. -El baño sería como un sueño hecho realidad, y aunque no deseo causarte más problemas de la cuenta, no voy a negarme en absoluto. – Respondió ante el ofrecimiento, siguiéndola gustosa hasta donde le indicara. Había decidido que se dejaría ayudar por Camila. No quería reconocer cuanto necesitaba una mano amiga, y realmente esperaba no equivocarse con ella y, por supuesto que le devolvería el favor.

Aceptando la generosidad de Camila, Leonor la siguió porque la habitación que estaban no sería la suya ya que ya la tenía otra chica. Sin embargo la que le termino tocando algo más lejos de la entrada que habían usado con Amedeo para llegar a esa parte de las taberna, pero por otro lado había una ventana de tamaño mediano que le permitía ver al canal que pasaba junto al lugar y también a un pedazo chico de la plaza, junto con la Basílica.

“Espera aquí tranquila, que pronto llegaran una chicas con el balde…” fueron las últimas palabras de Camila antes de marcharse. Mientras esperaba pudo examinar la habitación que no eran tan grande como la otro, pero tampoco era demasiado pequeña. Se notaba que nadie más dormía ahí, por lo vacía que estaba solo teniendo una cama pequeña bastante cómoda hecha de madera con un cómodo colchón de lana que nada tenia que envidiarle al sucio suelo donde dormía antes.

Pasado algunos minutos llegaron las chicas, que parecían ser un poco mayores que Leonor. Dándole la bienvenida amistosamente, mientras dejaban la bañera en el suelo, una canasta para la ropa sucia y en la cama un par de ropas*.

La joven no dudo en aprovechar el momento en que ella se marcharon y dejaron que se bañara con calma. Despues de todo bañarse con agua caliente era uno gusto que ningún huérfano podía darse a menudo o mas probablemente nunca, por lo que lo disfruto tanto como pudo antes de que su cuerpo le marcara que era suficiente. En la cama le esperaba un vestido y una camisa holgada con un pantalón, dos claras elecciones para la pequeña.

La jovencita siguió a Camila a través de las habitaciones de la posada, hasta que finalmente desembocaron en aquel cuarto, que claramente no pertenecía a nadie. Según Leonor era la mejor habitación en la que había estado en su vida, y además ¡Era para ella sola! No podía creérselo.

Incluso en el orfanato, siempre había tenido que compartir estancia con un montón de niños piojosos que no la dejaban dormir por las noches. Esto era un lujo que no hubiera imaginado ni en sus mejores sueños…. Casi podría asegurar que sus pesadillas la dejarían tranquila y no la molestarían en un lugar tan increíble como aquel para poder resguardarse.

Cuando las chicas llegaron con el baño, Leonor no supo que responder. Era la primera vez que sentía que alguien se alegraba de que estuviera en un lugar, y aquel sentimiento la pilló desprevenida haciendo que no fuera capaz de articular palabra ni siquiera cuando ya se fueron dejándola sola contemplando las tibias aguas del cubo. La pelirroja dedicó quizá demasiados minutos en explayarse dentro de la cubeta más estupenda en la que había estado nunca, y se preocupó muy bien de quitarse toda la mugre de su suave piel y de sus cabellos hasta que el agua quedó totalmente oscura.

Finalmente, y tras remolonear todo lo que pudo, se decidió a salir del agua para encararse con las dos prendas que habían dispuesto para ella. De seguro se sentiría mucho más cómoda con las ropas de chico, pero tras todo lo que había hecho Camila por ella, supo de inmediato que debía escoger ese vestido compuesto de una camisa holgada de mangas que dejaba sus hombros al descubierto, y un sencillo corpiño azul oscuro a juego con una larga falda….

Se lo debía. Aquella prenda, aunque simple, era realmente bonita y permitía que los rojizos tirabuzones de la jovencita, cayeran en cascada sobre sus níveos hombros…. Tan solo esperaba no llamar demasiado la atención vestida así.

Poco después de que la joven terminara de vestirse sintió un par de golpes en la puerta de su nueva adquirida habitación, poseer esa clase de privacidad no podía dejar de parecerle extraño y se notó cuando tardo en responder. Aunque quien esperaba del otro lado tampoco le dejo mucho tiempo a responder antes que abriera la puerta.

Se trataba de Donna que se encontraba vestida con un vestido de fiestas completamente rojo con unos ligeros decorados dorados en los brazos y cintura. “Hola…” saludo mientras entraba pasando junto a ella otras dos mujeres que se encontraban vestidas listas para salir a la fiesta de esa noche. “Disculpa que nos metamos, pero escuchamos que teníamos una nueva hermanita.” No te parecio difícil detectar un tono bromista cuando se refirió a vos como una hermana. “Por lo que se nos ocurrió invitarla con nosotras a festejar en la fiesta de esta noche.” Concluyo con una gran sonrisa.

Desde la ventana de tu habitación, aun con lo poco que podias ver de la plaza se notaba que volvia a estar concurrida de personas que parecían estar bailando y festejando. Después de todo hacer una gran fiesta con la llegada de un invitado importante era una de las costumbres respetadas y disfrutadas por todos, incluso no era nada extraño que los extranjeros que antes no estuvieron para recibir al cardenal estuvieran ahora en ese momento en la plaza.

Leonor no esperaba aquel recibimiento y no supo si aquella expresión bromista era una especie de burla o realmente se alegraban de tenerla allí.

No obstante prefirió no decir nada al respecto y aguantar estoicamente la prueba que las muchachas seguramente tenían preparada para ella. Estaba algo agotada, por todo lo que había sucedido a lo largo del día, pero la idea de poder acudir a una fiesta por primera vez en toda su vida, la atraía igual que la miel las moscas, por lo que se dijo así misma que con aquella música y risas fuera de seguro le sería imposible dormir, así que era mejor aprovechar el tiempo haciendo algo que la animara.

-Será un placer unirme a vosotras... Mu...muchas gracias. – Dijo con una sonrisa desorientada y cuidando sus modales y uniéndose a ellas. Ahora estaba vestida como una mujercita, por lo que tendría que olvidar a Leo por unas horas y actuar como tal.

Leonor no podía distinguir aquello, aunque lo que si estaba mas segura que la mujer no habia mencionada su intento de seducción a ella. Tal vez porque era un tema bastante vergonzoso al descubrir que habia tratado de seducir a una mujer o tal vez no tenia idea que se trataban de la misma persona.

Donna sonrio a sus amigas, antes de volver su mirada a la joven. “Perfecto, entonces vayamos rápido. No deberíamos llegar que pasan cosas muy interesantes en el principio de las fiestas.” Comento aunque no tenias mucha idea a que se referia.

Sin demora partieron en dirección a la plaza cada una de las bellas jóvenes con su bonito vestido y cada una con un genuino deseo de divertirse. Lamentablemente para la huérfana no se encontraron con Camila antes de irse, por lo que no pudo despedirse de ella aunque Donna rápidamente le informo que le habían avisado que irían por ella para invitarla asi que sabría dónde buscarla.

Al salir notaron a una cantidad de gente con ropajes brillosos y otros como las chicas que andaban solo con ropa cómoda para la danza de la cual se disponian a participar, Por lo poco que escuchaba de las conversaciones parecía que todos andaban con un animo alto, lejos de cualquier amargura que podría darles el dia a dia en la ciudad. Incluso no fue muy lejos de la plaza cuando noto una pareja de jóvenes pegados uno con el otro en un callejón no lo suficiente oscuro para dejar a la imaginación el apasionado beso que se daban. Risas fueron lo que se ganaron de Donna y sus dos compañeras que no parecían sonrojarse por lo que veian, incluso una animandose a tirar un consejo a la chica.

Cuando llegaron cruzando el gran puente a la plaza fue el momento que la festiva música del carnaval les llego. Leonor no tardo en notar la diferencia a la música con la habia escuchado antes con la llegada del Cardenal. Esta en principio parecía más tranquila pero también ordenada aunque mientras continuaba escuchando se volvía más alta y rápida obligando a las parejas que ya se encontraban ahí a seguir un ritmo más apresurado y emocionante.

La otra diferencia era la gran cantidad de gente con máscaras blancas y sombreros emplumados o turbantes complejos, junto a vestidos y trajes bastante elaborados. A Leonor seguramente le parecían bastante interesantes en sus múltiples diseños distintos los unos de los otros, a la vez que algo de ansiedad aparecía en ella preguntándose sobre la identidad de unos cuantos. Aunque los gestos exagerados y a veces payasescos la volvían a tranquilizar casi en seguida.

Donna y las demás chicas por su parte la volvieron a mover una vez vieron que se habia adaptado para seguir avanzando hacia el centro. Pasando guardias con sonrisas claramente falsas y demás sujetos de distintas edades que las saludaban al pasar. Fue cuando estuvieron entre la masa de gente que Donna la solto y sugirió que baile como nunca antes, mostrándole rápidamente como ella comenzaba hacerlo con una sonrisa de disfrute en su rostro.  

Leonor olvidó por unos instantes su vida anterior cargada de pobreza, dejándose envolver por todas aquellas hermosas luces de colores, por los maravillosos olores de las tiendas de comida y de perfume, por las sonoras risas que llenaban la plaza en la que estaban y, en especial, por la deliciosa música que hacía que todos los presentes bailaran sujetando sus elaboradas máscaras que lograban que fuera muy difícil el hecho de alguien pudiera reconocerles al día siguiente.

Aquella era la experiencia más maravillosa que había vivido en su corta existencia, y durante unos segundos se encontró a sí misma deseando que su querido hermano Theo estuviera allí con ella para danzar a su lado y abrazarle.

Tan absorta estaba en esos pensamientos, que no se percató de que Donna y las otras chicas la arrastraban entre risas hacia el centro de la fiesta, donde hasta los guardias habían perdido su habitual expresión malhumorada….

Cuando la tabernera desenlazó los dedos que la habían conducido hasta allí, ya fue demasiado tarde, puesto que una sonrisa radiante iluminó su níveo rostro y sus hermosos rizos rojizos, giraron y giraron cortando el viento con cada paso producido por la música del lugar, sin ser demasiado consciente de dónde estaba o de quién se encontraba a su lado.

Lo único que poseía para defenderse, era aquella pequeña daga escondida bajo su vestido, aunque se encontraba tan feliz que el peligro era algo demasiado vacuo, demasiado lejano, como para que pudiera molestarla en esos momentos de alegría.

En medio de la alegría del baile Leonor no se dio cuenta de un hombre que se acercaba a ella, aunque el señor era bastante alto (dos metros) se movía con una gran facilidad entre la gente. Ya que sabía que aquella joven hermosa pelirroja que había adquirido como objetivo, pronto obtendría otra pareja que no fuera él. Algo que no podía permitir.

Entre los giros por fin se encontraron, el hombre alto tomando con delicadeza y bastante estilo su mano, antes de darle un beso rapido a esta con la máscara aun puesta. “Me permite esta pieza?” pregunto aunque tan rapido como la beso y hablo prosiguio a seguir el ritmo de ella, acomodándose lo mejor posible a este. Mas no tardó mucho en acomodarse e introducir a la joven en una danza más refinada.

“Es un lindo vestido el que llevas combina con tus ojos. Aunque debo admitir que estos opacan con su belleza cualquier comparación.” Dijo en un tono claro de seducción comenzando un juego que tal vez la joven no quería jugar en ese momento o tal vez si. Habia sido un dia duro, su mente se preguntaba si algunos lindos halagos y una buena pareja de baile podría ser tan malo. Aunque dando vueltas con sus miradas le costaba encontrar a Donna y sus amigas, posiblemente porque ya habian encontrado pareja como ella.

No sabía cuánto tiempo llevaba bailando imbuida por la magia del momento, cuando de repente, una figura esbelta oculta tras una elaborada máscara, se situó junto a ella y le besó la mano con elegancia. Leonor no tuvo tiempo de replicar puesto que, inmediatamente, el baile continuó haciendo que fuera transportada entre ágiles giros por los hábiles pies del desconocido.

Hasta ahora nadie le había hablado aquella noche, limitándose tan solo a bailar y sonreír al compás de la música, pero de repente aquellos intensos ojos negros la miraron con profundidad, y los halagos más hermosos que había escuchado en su vida salieron de los labios del hombre misterioso que la sostenía con delicadeza. De repente, un resquemor irracional se apoderó de ella haciendo que se sintiera amenazada de alguna manera que desconocía.

La pelirroja siempre se había considerado un patito feo, no por su apariencia física, sino más bien por su condición, por lo que su septo sentido le advirtió de la certeza de que aquel galante caballero no quisiera otra cosa que engañarla o utilizarla de alguna manera.

Por todo ello, Leonor supo al instante que debía salir de aquella situación lo antes posible, por lo que, cuya única respuesta a aquellas bellas palabras, la huérfana se separó de su agradable toque y dio un paso hacia atrás, al tiempo que decía – Lo lamento, tengo que irme… Ha… ha sido un placer. Dicho esto se alejó de su lado esperando que no la siguiera, buscando con la mirada a sus compañeras o, en su defecto, una fuente donde pudiera saciar su sed antes de volver a la taberna… Tras toda aquella danza no se había dado cuenta de lo terriblemente sedienta que estaba, y de lo tarde que era en realidad.

Aquel hombre enmascarado parecía disfrutar el baile que lleva con su pareja pelirroja, aunque bien ella no podía ver la sonrisa en los labios del sujeto no veía una amenaza en sus oscuros ojos. Al contrario parecían interesada ella, aunque conservaba una calma en su mirada que no se aprovechaba de su altura para fijarse mejor en el cuerpo de la jovencita.

Sin alguna resistencia por parte del hombre, Leonor logro soltarse fácilmente haciendo que el hombre se detuviera mirándola. Parecia esperar a que continuara el baile, invitándola de nuevo con un gesto de la mano pero cuando recibió el rechazo de la joven bajo su mano sin realizar un esfuerzo de tomarla por la fuerza.

Cuando Leonor empezó alejarse pudo sentir que el hombre aun la seguía posiblemente no muy conforme con el final que tuvieron. Mientras Leonor continuaba su busqueda a un lado y otro sin suerte para encontrar a las meseras. Sin demasiado esfuerzo el hombre de nuevo se encontraba a su lado. “Acaso he dicho algo para ofenderla? O es que preferiría un paso diferente?” pregunto pareciendo preocupado por ella, buscando su mirada con sus profundos ojos oscuros. "Respondame." termino pareciendo ordenarle a la joven y esta por un extraño motivo se sintio atraida a complacer su pedido.

Leonor se sentía extraña a medida que avanzaba hacia la fuente más cercana buscando a Donna y a las otras chicas. Un cosquilleo recorría su columna vertebral al recordar aquellos hermosos cumplidos proferidos por el desconocido.

En su mente se lo imaginaba increíblemente apuesto a pesar de que no le había visto la cara, casi como un príncipe de cuento de hadas dispuesto a sacarla de su actual estado de pobreza, pero ¿Qué mal podía hacer soñar un poco? Al fin y al cabo había seguido a su instinto y había huido a tiempo de él, antes de que aquella bonita imagen se malograra.

Pero apenas tuvo un segundo para pensar más en ello, cuando sintió la presencia del misterioso bailarín justo tras ella, antes incluso de que tuviera tiempo de acercarse a ninguna fuente para saciar su sed. Primeramente se sintió extrañada ante su pregunta, puesto que, al rechazarle jamás pensó que él pudiera sentir que la había ofendido de ninguna manera.

Pero posteriormente su septo sentido volvió a alertarla de que era mejor no correr un riesgo tan obvio antes de que tuviera que arrepentirse. Por todo ello, sus mejillas se tornaron de un rojo intenso, y estaba a punto de contestarle con evasivas, cuando, por alguna razón que no logró comprender, se sintió impulsada a contestarle con la verdad, como si la presencia de aquel hombre le impusiera de tal modo, que sus actos se vieran subyugados a su voluntad.

-Yo… no...no me habéis ofendido en modo alguno, es solo que… no acostumbro a hablar con desconocidos. Además… se me ha hecho tarde y he de irme… Si me disculpáis… Leonor hizo ademán de volver a alejarse del hombre misterioso mientras sentía como sus negros ojos la escrutaban con curiosidad. Algo le decía que no podría escapar de él tan fácilmente, lo cual hizo que todo su cuerpo se tensara en un momento.

Su respuesta causo una risa en el hombre, aunque no fue una risa desenfrenada como otras que conocía Leonor si no que esta volvia marcar cierta nobleza y clase en el enmascarado con su moderacion. Pero también en parte la hacía sentir algo falsa aunque esa no fuera la intensión del hombre.

“Pocos tienen esa capacidad de sentirse completamente cómodos al hablar con alguien que no conocen…” afirmo caminando sin quedarse detrás de ella y siguiéndola a donde esta proponía irse. “Sin querer romper con esta divertida tradición de esta ciudad, te dire que me llamo Rurik.” Comento mientras caminaban él pareciendo hacer mas lentos sus pasos para que ella no quedara detrás, ya que parecía dar zancas mas largas de lo que hacia ahora.  

“Aún es temprano mi doncella escarlata y esperaba disfrutar danzando con su compañera toda la noche…” dijo ofreciendo su mano que se encontraba protegida por un guante de piel igual de elegante que su máscara en un color plateado.

Mientras el hombre hablaban llegaron a una de las fuentes, pero por ninguna parte se encontraban Donna y sus amigas. Aunque habían unos cuantos hombres enmascarados con el pecho totalmente descubierto que parecían jugar y hacer acrobacias en la fuente. Se notaba que eran una de las diversiones puestas en un punto de importancia (en este caso la fuente) para entretener a la gente, porque no solo demostraban su profesionalidad comunicándose con simples gestos de manos, sino que los saltos y piruetas realizados tenían una magnificencia que solo horas de trabajo podían otorgarles. “Que entretenido…deseas algo de beber?” pregunto educadamente, revisando como cerca parecían dar tarros de cerveza y vino.

Parecía que el extraño no estaba dispuesto a dejar que se fuera, puesto que en lugar de aceptar su retirada, continuó insistiendo e incluso la acompañó hasta la fuente sin que ella pudiera hacer nada para evitarlo.

Por todo ello, los modales que Leonor se había esforzado por mantener, comenzaron a flaquear poco a poco al tiempo que sus temores se hacían realidad. Aquel hombre no se daría por vencido y ella estaba convencida de que tanto interés por su persona, tan solo podía conllevar malas intenciones.

-Yo no llevo máscara que oculte mi rostro, por lo tanto es justo que al menos conserve mi nombre para no romper está divertida tradición que mencionáis, señor Rurik. – Parafraseó, evitando entregarle su identidad de la forma más elocuente que se le ocurrió, aunque aceptando su mano por el momento.

La joven pelirroja estaba cada vez más asustada ¿Acaso quería permanecer junto a ella toda la noche? Desde luego no era lo normal para alguien a quien no conocía y que tan solo había compartido una canción, por muy hermosos que le parecieran sus halagos… Debía pensar en algo y debía hacerlo ahora, antes de que fuera demasiado tarde. Cuando por fin llegaron a la fuente, volvió a mirar fugazmente por si encontraba a sus compañeras.

En su lugar, los artistas ofrecían sus diversos trucos a los presentes que se deleitaban con cada pirueta que realizaban. Fue entontes cuando el misterioso caballero le ofreció algo de beber, momento en el cual Leonor aprovechó para asentir con una encantadora sonrisa

– Sería muy cortés que fuerais a buscar un poco de vino. Os espero aquí mientras me refresco. Su plan era bien sencillo: Echar a correr en el mismo momento en que él picara en anzuelo y le diera la espalda para comprar las bebidas. Tan solo esperaba que diera el resultado que deseaba conseguir.