Partida Rol por web

Leonor caminaba como en una nube mecida por el viento, mientras era conducida lejos de aquella plaza que en estos momentos le resultaba extremadamente irreal. A pesar de que los labios del desconocido ya no rozaban su piel, aun los sentía, como si su impronta perdurara independientemente de la carencia de contacto.

Le escuchó hablar sobre Florencia, emitiendo teorías sobre su procedencia, aunque no lograba saber a qué se refería. Su corazón bombeaba demasiado rápido como para que pudiera procesar lo que trataba de decirle, totalmente ajena al hecho de que no hubiera podido afirmar si estaba en lo cierto o no, al no recordar absolutamente nada sobre su infancia.

“No pienses nunca en decir esto que viste esta noche a nadie” Le oyó decir “Puede ser muy peligroso para vos y tus seres queridos si lo haces.”… pero… ¿Qué era lo que había visto? ¿Monstruos? ¿Criaturas del maligno? Realmente lo desconocía, pero sus aterrados ojos azules, aun demasiado abiertos por la impresión, le miraban con temor al tiempo que le respondía – Yo… yo no he visto nada. No… no sé a qué os referís…

Entonces, al contemplar como el desconocido vaciaba la jarra intacta en el suelo de tierra derramando la totalidad de su contenido, lo supo. Él también era una de aquellas criaturas, un monstruo que había estado acechándola, esperando a que se encontraran a solas para asesinarla en la oscuridad.

Su cuerpo tembló en el mismo instante en que él acarició sus rojizos cabellos con aquellos pálidos dedos de mármol blanco, y su corazón se detuvo al escucharle formular esa pregunta repleta de promesas de miel que la llevaría a su perdición. Cuando Rurik sostuvo delicadamente su barbilla obligándola a mirarle, la dama de cabellos de fuego cerró sus intensos ojos color mar, dejando escapar dos cristalinas gotas que forjaron brillantes surcos y que recorrieron sus rosadas mejillas.

-Por…favor…No… no me matéis… yo… tan solo quiero... irme a casa. - Se atrevió a articular, mientras todo su cuerpo le imploraba a gritos que saliera de allí lo más rápidamente posible.

Sonrió por debajo de la máscara y asintió con la cabeza sintiéndose conforme con su respuesta. “Es lo mejor, créeme.” Le dijo con una seguridad en la que no parecían caber dudas.

El temblor no pasó desapercibido para el hombre aunque su reacción como otra fue tapada por la máscara que llevaba puesta. Sin embargo su mano no se movió sosteniendo su delicada barbilla hasta que termino de escuchar la respuesta de la joven. Soltándola uso esa misma mano fría para limpiar sus rosadas mejillas de aquellas lágrimas de terror, que sin que la huérfana lo supiera le afectaban. “Yo no pienso matarte mi doncella, no pienso en acerté ningún daño e incluso te acabo de decir que te llevaría a casa…” comento colocándose junto a ella y colocando su brazo por detrás del cuello de ella para situarla en su hombro para contenerla o tenerla atrapada según otro punto de vista. “Solo quiero que te estemos esta noche juntos porque lo que menos deseo es que te pase algo. Quiero protegerte debes creerme.” Comento con lo que parecía un genuino tono de preocupación.

Su falta de movimientos para irse o rechazo contundente de ello, le hizo sentirse más abierto en imponerse a ella. Sin embargo la trataba con bastante cuidado en la calle donde se encontraban, sin notarse una acción clara de morderle el cuello como habían visto a la pareja hacer. Entonces a la joven se le ocurrió que aunque la calle se encontraba vacia, no pensaba hacerlo aquí aunque tal vez si en un lugar más privado y es ahí donde se encontraba dirigiéndola con calma.

Se sintió como una presa a punto de ser devorada por un depredador, que no solo era más hábil que ella, sino que encima sonreía ante la situación en la que se encontraba, como si de un juego se tratase.

Cuando él limpió sus lágrimas argumentando que deseaba protegerla de cualquier peligro, Leonor supo que debía salir de allí si no deseaba perecer aquella noche. Tenía que ser fuerte, por ella misma y por su hermano Theo, al que aun debía encontrar. Por lo que, cuando el enmascarado la atrajo hacia sí sujetándola del cuello, la joven pelirroja se dejó hacer de forma sumisa, mientras en su cabecita se forjaba un plan de huída.

La determinación fue abriéndose camino por encima del pavor que sentía, puesto que, si en algo era buena, era saliendo de situaciones peligrosas como esa. No había escapado de aquel alemán esa misma tarde, para acabar sus días a merced de una criatura sobrenatural que le sorbiera la sangre de las venas y se comiera sus entrañas, por lo que, mientras era conducida despacio por los callejones, la damita analizó el terreno que se presentaba ante ella, para encontrar el momento justo que le permitiera desaparecer cual gacela tras una esquina oscura.

¡Dicho y hecho! En el instante en que su captor enmascarado aflojó el agarre de su cuello confiando en que ya no escaparía, la intrépida huerfanita aprovechó para zafarse con rapidez y echar a correr hacia el callejón que había seleccionado previamente. Tan solo tenía que perderle de vista durante unos minutos, y estaría a salvo para dirigirse por fin a la seguridad de la Taberna de Facciolo.

Partió con la velocidad una libre siendo cazada por un lobo en el bosque. No hubo duda que le escape sorprendió al sujeto que incluso pareció dudar un poco antes de perseguirla por las calles de Venecia.

La joven contaba con una buena ventaja al sujeto, parcia en un principio mas veloz y conocía las calles, pero este no se quedaba detrás pareciendo con cada paso acercarse mucho más a ella y llenándola de temor al notar los ojos oscuros que parecían más que antes mirarla hambrienta. Tal vez por eso y por la usual suciedad de las calles que casi tropezó en una esquina mientras traba de perder al enmascarado pensando en lo peligroso que sería llevarlo directamente a la taberna de Facciolo, algo que Rudik aprovecho para cortar bastante de la ventaja que había tenido  hasta ese momento la jovencita.

Estuvo bastante segura que sintió su mano rozarle el hombro derecho, que bajo rápidamente para que no pudiera sujetarte como él quería. Aunque ya con eso no había duda que se encontraba demasiado cerca para ser confortable. Pero no todo estuvo perdido, en su mente se habia planteado el plan de llevarlo hacia una calle mas concurrida, donde ella tuviera mas ventaja al ser pequeña y tener una habilidad para colarse fácilmente por las masas. Finalmente llego a un callejón donde cuatro sujetos que charlaban entre ellos, posicionados de una forma perfecta para interferir en la carrera. Tomando mucho aire siguió corriendo para adelante con su idea en la cabeza, usando su agilidad para tratar de pasar por en medio de ellos y tal vez con algo de suerte haria que el enmascarado colisione con ellos.

Los sujetos parecieron ver con precisión su plan e hicieron un lugar para que pasara la joven, aunque gracias a tu mirada te diste cuenta que uno hizo un amague para tomarte, fallando en su acción. Pero eso no importo porque pronto escuchaste el inconfundible ruido de un choque de personas, aunque también un grito de dolor que estabas segura no provenía del encapuchado. Maldiciones fueron tiradas al aire y una pelea comenzó, pero eso no le importaba Leonor que habia logrado escaparse de ello.

En un principio no supo si el enmascarado había emprendido alguna persecución contra ella, pero mirar hacia atrás hubiera sido un grave error, por lo que continuó corriendo y corriendo lo más rápido que sus piernas le permitieron, para tratar de huir del destino que le esperaba. La estúpida falda azul que portaba se trababa entre sus muslos, por lo que finalmente decidió levantarla todo lo que pudo para evitar caerse.

Afortunadamente ella conocía el terreno por el que se movía, y se notaba a todas luces que era bastante más ágil que su perseguidor. No obstante, los dos metros del sujeto y sus largas piernas, le conferían una ventaja con la que no contó en un principio. Si la atrapaba, de seguro estaría muerta, y fue aquella realidad la que le dio fuerzas renovadas a pesar de que los pulmones le ardían a causa del esfuerzo.

Un giro aquí, una vuelta allá, sus rizos color de fuego se agitaban en el aire dejando una estela de esquirlas de sudor a su paso. Cuando sintió el roce de unos dedos en su hombro, casi quiso que se la tragara la tierra. No obstante, consiguió reponerse ycontinuó hacia delante apretando el paso y rezando a Dios todopoderoso para que la sacara de allí con vida.

Tenía que perderle de vista. No podía ir al lugar donde pasaría la noche si aquella criatura le seguía tan de cerca, por lo que, arriesgando el todo por el todo, se dirigió al lugar que sabía más repleto de gente y pasó entre los parroquianos como una exhalación para, con un poco de suerte, hacerle tropezar con alguno.

¡Bien! Pese al susto inicial de estar a punto de ser agarrada por uno de los integrantes de la plaza, su plan salió a la perfección, y en seguida reconoció el ruido de pelea justo detrás de ella. No obstante, Leonor no se detuvo para comprobarlo, y aceleró la marcha para perderse en los callejones. Debía tomar un camino menos directo hacia la taberna si no quería que Rurik dedujera su destino, por lo que, cuando se sintió a salvo de cualquier depredador nocturno, cuidó mucho el hecho de ser precavida y esperó un tiempo prudencial escondida en un callejón cerca de uno de los canales antes de volver a salir a descubierto, maldiciendo el día en que había decidido ponerse aquel vestido de mujer.

El callejón donde habia decidio ocultarse era un buen lugar, aunque podía observar no muy lejos de donde estaba a un par de ratas comiendo desperdicios de comida. Por otro lado no escuchaba ruido alguno de alguien corriendo o de una pelea haciendo lo suponer que por fin habia dejado lo suficiente detrás al enmascarar.

En ese momento por precaución pensó en llegar hasta la taberna recorriendo callejones pero a la cabeza se le vino la posibilidad de encontrarse con alguien peligroso en uno de ello aunque también pensó que con su vestido terminaría atrayendo a otro hombre loco o seres oscuro si paseaba por las calles.

Pero debía tomar una opción antes de volver a su nuevo hogar.

Leonor sabía que debía ser rápida y no dejarse ver por nadie. Por lo que los callejones eran su mejor opción. Caminaría despacio, ocultándose en las sombras, y procurando no hacer el mínimo ruido. Además de aquello, sacó su daga como precaución, para tenerla más a mano en el caso en que lo necesitara.

Estaba asustada, pero su miedo no le impediría salir a bien de esta... Al menos era lo que se repetía a sí misma para seguir adelante.

Por los callejones siguio Leonor, que aun era bastante positiva en sus pensamiento no podria tener la completa seguridad de que en estos no pasaria nada malo. Adentrandose y con unos simples gestos con el pie pudo alejar a las ratas, evitandose una mordida de estos animales llenos de plagas.

Bien podia estar prevenida con la daga en mano, pero no tardo en darse cuenta que seria mejor contar con una antorcha para los callejones completamente oscuros que recoria. No fue solo una o dos veces que choco la punta de los pies con algo duro como un cajon y un barril. Pero gracias a su decision pudo aguantar largar un chillido de dolos ante los dolores pulsantes que se ganaba con cada error. Finalmente le parecio darse cuenta del camino, estando a un callejon de llegar a la taberna, uno que por suerte contaba con mejor iluminacion. 

Al parecer su eleccion habia sido la adecuada no encontrandose peligro alguno, excepto un gato malhumorado que le fataba una oreja y que parecia mirar con bastante enojo a Leonor, gruñiendole cuando tuvo que pasar cerca de este. Pero olvidando ese pequeño encuentro llego sana a la taberna, con el vestido algo sucio y roto abajo pero eso era lo menos importante.

Aunque la huerfana habia preferido entrar con otro vestuario a la taberna, no pudo evitar correr rapidamente a esta con el vestido. En parte porque ya sentia a este lugar como uno seguro donde podria tener un techo y una cama donde dormir. Aunque mas importante tendria gente que se preocupaba por ella.

Dentro de la taberna no habia mucha gente y de la que habia no podias reconocer a muchos excepto a uno de los constructor que habias visto a la mañana. Al parecer el hombre le gustaba mucho este lugar o no tenia donde ir. De cualquier forma tu mirada no se concentro mucho en él, encontrando a quien verdaderamente buscabas corriendote a abrazar.

Con bastante fuerza y cariño te tomo entre sus brazos pegandote completamente a ella. "Donde habias estado pequeña? me preocupe bastante por vos y me parecio raro que huyeras sin llevarte tu otra ropa." Se referia claramente a la ropa de hombre, pero como aun seguian en medio del salon trato de simular que se trataba de otra cosa. 

Dandose cuenta que no era el mejor lugar para hablar, se separo y la empezo a guiar a la parte de atras. A la que era su habitacion, que ya no tenia la bañera y seguia con la ropa de hombre tendida en la cama.

La aterrada joven trató de deslizarse en silencio por los oscuros callejones colindantes a la plaza, tratando de orientarse como podía e intentando no tropezar con los invisibles objetos que interponían en su camino. Más de una vez tuvo que morderse la lengua para no maldecir ante un golpe o magulladura regalada por la negrura en la que estaba sumida, pero era totalmente consciente de que si alguien la descubría, de seguro sería menos piadoso que las cajas o los barriles que la castigaban sin piedad.

Tras lo que le pareció una eternidad, por fin vislumbró aquel lugar donde, por primera vez desde que su hermano Theo desapareció, había sentido el abrazo sincero de alguien que se preocupaba por ella.

Tardó unos segundos en que sus ojos se ajustaran a la iluminación del gran salón, mientras trataba de localizar con la mirada a Camila. Pero no fue necesario, puesto que la tabernera la interceptó antes, abrazándola con ternura y preocupación y preguntándole qué había sido de ella.

Casi como en un ensueño al sentirse a salvo, Leonor se dejó conducir lánguidamente hasta su habitación, mientras el estrés que había sufrido empezaba a dejarse ver, primeramente a través de un intenso temblor en sus manos, y luego en la totalidad de su cuerpo.

-Fu…fui a la fiesta con Donna y las otras chicas – Comenzó a decir algo preocupada por aquellas mujeres a las que no había visto desde entonces – Y… en… el baile… alguien… intentó… yo…. no dejaba que me fuera….yo….tuve que salir corriendo….yo… – No fue capaz de continuar y se echó a llorar desconsolada. Sabía que no podía contarle lo que había visto aquella noche, tanto por su propio bien, como por el bien de la hermosa mujer que tan amablemente se había portado con ella, por lo que lo camufló como pudo, dando a entender que aquel hombre había intentado propasarse de alguna manera.

Se maldijo en silencio. Jamás tenía que haberse vestido como una dama. Ahora no le quedaría más remedio que irse de allí para evitar que el misterioso comerciante, o los otros monstruos de la plaza, tomaran represalias contra Camila o contra las personas que le importaban.

Al llegar a la habitación la joven recibió otro cariñoso abraza, Camila no parecía sentirse bien viéndola temblar de esa forma y solo la soltó una vez la vio un poco mas tranquila, aunque por la mirada de ella parecía saber adivinar lo mal que estaba la pequeña.

“Con Donna y las chicas? A mi no me dijeron nada.” Se apuro a decir mientras acariciaba sus brazos, aunque por la forma en que la tocaba se encontraba revisándola. Hasta que siguió escuchándola y quedo detenida el tiempo mirando a la joven, imaginándose tal vez mas de lo que creía la joven.

“Leonor…no me digas…” se quedo callada un buen rato, acariciando su rostro mientras la miraba con lastima. “Leonor, aquel hombre te obligo a hacer algo que no querías?...Algo íntimo.” Pregunto decidiendo usar un tono serio para este tema delicado. “No tengas miedo en contarme lo que paso. Permite que te ayude como pueda…” le pidió relajando su tono a uno más materno dejándola de acariciar para tomar sus manos.

-Pe…pero…Donna me dijo que tenía tu permiso y que no me preocupara. – Balbuceó confundida aun sin comprender, dejándose revisar por la experta tabernera.

Leonor estaba tan desconcertada que en un principio no alcanzó a ver a dónde quería llegar Camila con aquella pregunta tan íntima, por lo que obligándose a hacer memoria, le contestó con un hilo de voz – Él… él… me beso en los labios para que no gritara y trató de agarrarme para que no me fuera… pe…pero yo le empujé y me fui corriendo tan rápidamente como pude. Me… me persiguió, pero le hice tropezar con un grupo de personas en la plaza. Luego fui por los callejones para que no me encontrara, evitando la calle principal… Espero que no me haya seguido, pero… pero…no quiero causarte problemas…

-Él…se ha llevado mi primer beso. Me lo robó sin más y a traición, pese a que lo guardaba para alguien especial ¡Y ni siquiera sé cómo es su rostro detrás de esa estúpida máscara! ¡Soy una idiota! ¡Nunca tendría que haber ido a esa fiesta o a ninguna otra! ¡Nunca tenía que haberme puesto ropa de chica! ¡Hay cosas que no son para la gente como yo! – Maldijo en voz alta, volviendo a llorar, aunque claramente más tranquila tras contar lo sucedido. Se notaba que necesitaba hablar de ello, pero era evidente que posiblemente al día siguiente se repondría de aquella mala experiencia.

“Te repito que a mi nadie me dijo eso, sino habría ido con ustedes.” Le confeso acariciándole la cabeza, tal vez diciéndolo sin palabras que ira mas por ella que por el resto.

Cuando llego el momento que ella le explicara lo que le hizo el hombre, Camila se calló y la miro fija con un rostro completamente serio. Suspirando con alivio cuando supo que solo se había llevado un beso y nada más.

Ante el descontrol que causado porque el sujeto había robado su primer beso, Camila sonrio de forma pequeña y acaricio su mano. “El primer beso no es tan importante como te crees, yo misma lo he olvidado hace mucho tiempo y no soy ninguna vieja. Pronto haras lo mismo, en especial si usaba mascara lo olvidaras mas rápido.” Le dijo con la intensión de reconfortarla un poco, aunque desconocía que Leonor poseía una mejor memoria que los demás. “Ademas tienes que pensar que a lo largo de tu vida recibiras otros, seguro mucho mejores que la de ese tipo.” Agrego sonriendo con calma volviéndola a abrazar al verla llorar de nuevo.

“No digas eso por favor, me haces sentir mal porque yo fui quien te dio estas ropas y no lo hice con la intensión que te pasara nada malo. Pero después de esto no te hare vestir asi de nuevo…si es lo que quieres.” Le dijo al oido estando tan cerca de ella, retrocediendo solo para besarla con cariño en la frente.

“Si quieres puedes cambiarte, dejándome el vestido para que lo limpie y si lo deseas puedes dormir conmigo esta noche para estar mas tranquila. Aunque esa es tu elección.” Comento alejándose un paso acariciando con cariño su brazo, viéndose triste por lo que habia pasado. Seguramente culpándose un poco por lo que habia pasado.

Leonor supo al instante que Donna y las otras mujeres habían actuado por cuenta propia, incluso quizá intuyó que no tenían tan buenas intenciones como pensaba en un principio. El hecho de que desaparecieran al principio de la noche lo corroboraba… eso, o habían sido presa de aquellos monstruos, cosa que esperaba que no fuera el caso.

Cuando Camila le quitó importancia al robo de su primer beso, la joven pelirroja asintió, siendo consciente de que tenía razón. No estaba demasiado segura de si le había dado tanta importancia para evitar pensar en la verdadera razón por la que Rurik la silenció con sus labios, aunque de alguna manera su subconsciente había decidido priorizar aquello, para evitar que el miedo la paralizara.

-Tú no has hecho nada por lo que sentirte responsable… todo esto es solo culpa mía – Articuló al fin, sabiendo cómo tendría que sentirse la amable tabernera y quitándose con cuidado el vestido para no estropearlo – Es un vestido precioso y me lo volveré a poner cuando se me pase el miedo – Sonrió por fin, mientras se lo tendía –Agradezco tu ofrecimiento pero no es necesario que me hagas compañía. Soy una chica fuerte y he sobrevivido sola durante mucho tiempo. Es solo… que nadie nunca me había tratado así, pero tan solo ha sido un susto. ¡Verás cómo mañana estoy perfectamente! – Finalizó con un guiño tratando de animarse a sí misma, mientras se colocaba la ropa de chico situada sobre la cama.

Lamentablemente para Leonor no seria algo que se enteraría esta noche a menos que fuera echar un nuevo vistazo a la plaza. Pero posiblemente el enmascarado la esperaría ahí paciente como un predador.

Nego con la cabeza lentamente. “Tú tampoco tienes la culpa, hay hombres con la que una debería tener cuidado por distintas razones. Es algo que debemos tener presente.” Comento dejando que la culpa callera en el verdadero responsable de aquella desventura. Mientras fue ayudándole de apoco con su vestido para que le fuera más fácil, a Leonor le parecía que la seguía revisando posiblemente para seguir revisando que no tuviera ninguna lastimadura en el resto de su cuerpo.

“Que tonta soy..." se dijo a si misma con un tono burlon. "Es cierto eres una chica fuerte y seguro que aguantaras mejor la noche en esta habitación.” Dijo componiendo una sonrisa tranquila en parte por su afirmación de que estaría bien mañana, al tiempo que doblaba el vestido en sus mano. “Nadie? Supongo que es porque has estado todo el tiempo vestida de chico” pregunto con genuino interés.

Leonor asintió, comprendiendo las palabras de Camila que recordaría a partir de ahora sobre la naturaleza de los hombres, mientras se dejaba revisar sin problema por la hermosa tabernera.

-Antes estaba con mi hermano. Él me enseñó a actuar como un chico y me dijo que era por propia seguridad… Cuando desapareció seguí sus consejos mientras le buscaba y lo único malo que me he llevado desde entonces ha sido algún empujón o insulto por parte de la guardia o de algún tipo mal encarado… Bueno, y Donna intentó ligar conmigo – Explicó, recuperando cada vez más el ánimo.

– No soy tonta y, si te soy sincera, sabía que era por cosas como estas que mi hermano se preocupó en que actuara como un chico, pero no es lo mismo saberlo que vivirlo en primera persona… Supongo que una nunca puede estar preparada para estas cosas… - confesó con rubor en las mejillas.

-Pero... ya estoy bien. De verdad. No te preocupes por mí, que se que tienes clientes que atender.

La miro negando con la cabeza y dándole una sonrisa triste mientras le comentaba los tratos de los guardias, aunque su sonrisa cambio a una divertida cuando le dijo lo de Donna. “No sé qué decirte cada día me sorprende más esa mujer. Incluso la vi cuando te trataba de seducir…” Comento divertida. “Sabes aun no le conté que vos eras el chico.” Te informo y miro interrogante para ver si preferías que le contara o no.

“No una nunca puede estar prepara, pero parece que actuaste como era debido alejándote enseguida de este…” dijo acercándose a ella una vez estuviera vestida y señalándole la cama para que ambas tomaran asiento.

“Los clientes tienen una prioridad mucho mas baja que mis chicas…en especial ahora que me va tan bien que no me alcanzan las mesas.” Le comento con una sonrisa segura. “Prefiero quedarme todo lo que pueda con vos asegurándome que realmente estas tan bien como decís. Tal vez eso es ser cargosa pero así soy yo Leonor.” Le aseguro mientras volvía a atenderle su pelo peinándola por arriba.

“Leonor....Tu hermano te hablo de lo que hacen los hombres y las mujeres o los hombres y las mujeres con su mismo género en la intimidad. A lo que voy es si tu hermano te ha educado sobre el sexo?” pregunto tal vez algo impulsiva pero la mujer quería saber bien que le habia comentado su hermano.

Ante la pregunta sobre Donna y su identidad, Leonor meditó durante unos instantes antes de responder -Prefiero que no lo sepa si ella misma no se ha dado cuenta. – Añadió convencida con una sonrisa – Cuantas menos personas conozcan a Leo, mejor que mejor para mi seguridad. A saber a quién se lo podría contar.

Y era cierto. Un secreto dejaba de ser secreto en el momento en que mucha gente estaba al tanto de él. Lamentablemente Venecia no era tan grande como para que aquello no pasara a formar parte de la comidilla de varias personas aburridas que no tenían nada mejor en lo que gastar su tiempo, por lo que si aún quería pasearse por ahí como un chico, tendría que cuidarse muy bien de quién descubría su identidad… Y más aun sabiendo que el misterioso enmascarado podría ser cualquiera de los sujetos con los que se cruzara de ahora en adelante. Afortunadamente no había demasiadas personas que midieran dos metros de alto, pero aun así, este era un riesgo que no deseaba correr.

Ante a la afirmación de que ella era más importante que los clientes, y ante la pregunta sobre qué conversaciones había mantenido su hermano con ella, la huerfanita asintió agradecida y miró con seriedad a Camila. Sabía exactamente a dónde quería llegar, y apreciaba el hecho de que alguien quisiera prevenirla contra los peligros que podía encontrarse ahí fuera. – No te preocupes. Mi hermano me dijo que tuviera cuidado y que no permitiera que ningún hombre me pusiera la mano encima, pero fueron los otros huérfanos los que me pusieron al día… Ya sabes, conversaciones de chicos – Dijo guiñándole un ojo, bastante más calmada, olvidando poco a poco lo sucedido en la plaza.

“De acuerdo, pensaba en algo parecido cuando no le conté. Asi que será como dices.” Le confirmo acompañando la sonrisa de ella.

Si bien la idea de Leonor era mantenerla mas tranquila a Camila sobre su conocimiento del Sexo, ella la vio en principio preocupada y luego decidida en una idea que parecía haberle surgido en la cabeza. “Me imagino que fue lo que enseñaron los chicos huérfanos y si bien estoy de acuerdo en parte con la decisión de tu hermano por lo que espero no te ofendas con lo que te diré ahora. Ese es un método que se parece a la idea de la abstinencia que ordenan los sacerdotes a todas las mujeres y eso nos termina perjudicando a nosotras.” Comento con calma mientras la acariciaba en el costado.

Se quedo en silencio un buen rato mientras la dejaba que pensara en lo que le habia dicho antes de continuar con un tema que pensaba podía sonar algo escabroso para la joven en especial en este momento. “Puede que no sea el mejor momento lo admito, aunque si lo piensas no veo momento adecuado para enseñarte esto. No quiero que estés indefensa por tu desconocimiento si llega a pasar algo parecido a lo de hoy de nuevo…Si me permites y me das algo de tu paciencia te enseñare lo básico respecto a las relaciones íntimas, solo para que sepas que esperar y que podrías hacer para atraer su atención a otro lugar mientras piensas como salir de esa situacion.” Le explico con paciencia y lentitud en sus palabras, lo menos que queriera que la viera sus palabras como alo mas que un ofresimiento para ayudarla.