NORTEAMÉRICA: TIERRAS SALVAJES BORDEANDO EL ESTADO DE LA ESTRELLA SOLITARIA:
Día: 01.
Mes: Enero.
Año: 105 PA.
POR LA MAÑANA.
Seco las lágrimas de mi rostro mientras escucho a Callahan, quien pronuncia una plegaria para darle un buen descanso. Luego habla de darle una buena sepultura, a lo que asiento de signo de afirmación. Pienso que quizás en el hovercoche habrá una pala o algo que usar como tal:
- "Veré si tenemos con qué hacer un buen agujero."
Voy a ver si es que tenemos algo metálico con lo que se pueda cumplir la función, pues necesitamos algo ya que no vale la pena dispararle al suelo para hacer un agujero fúnebre. Aunque tampoco sé si realmente quedaría un buen agujero porque no sé si la munición tiene la misma talla de zapatos que Cuchillo Rojo.
Si no encuentro nada, usaré mi hachuela para leña o mi hacha de batalla para cavar, pues igual servirán para conseguir el objetivo de enterrar dignamente al Crazy. También demuestro estar de acuerdo con quitarle primero los enseres que lleve encima pues no los necesitará ahora y, conociendo el mundo donde vivimos, nosotros si los necesitaremos.
- Con cierto esfuerzo, los tres aventureros entierran a Cuchillo Rojo.
- No están muy seguros de qué decir, pues los rumores parecen sustentar la posibilidad de que el finado practicara el infernalismo como religión.
// Sale de escena: Cuchillo Rojo. - Sigue en: Escena de Cementerio.
Una última palada de tierra acabó cubriendo el lugar donde Cuchillo Rojo se descompondría para regresar a la naturaleza de la que había surgido. El viento y la lluvia acabarían por igualar el terreno y en un corto plazo, cualquiera que pisara aquella tumba, no sabría que bajo ella descansaba un ser que murió a manos de aquel que trataba de matar. Ironías del destino.
-No tenemos reservas de carne. No sé cuánto podremos aprovechar de ese animal. Ni siquiera si es comestible. Lo cierto es que no tiene muy buena pinta con agujeros por todas partes -dijo en referencia a sus ráfagas-. Quizá para unas hamburguesas -dijo en un intento de bromear que ni siquiera provocó en él una sonrisa-. Y está el resto de cosas de nuestro amigo. No estaría de más hacer inventario y decidir su destino inmediato. Qué vender y qué se queda quien. Evidentemente, de forma equitativa. Podríamos esperar a tomar una decisión en el siguiente pueblo que encontremos, una vez nos hayan tasado todo.
NORTEAMÉRICA: TIERRAS SALVAJES BORDEANDO EL ESTADO DE LA ESTRELLA SOLITARIA:
Día: 01.
Mes: Enero.
Año: 105 PA.
POR LA MAÑANA.
Después de mucho trabajo, conseguimos sepultar a Cuchillo Rojo. Hago un repaso mental de todo lo que podría decir en este momento pero termino decantándome por no decir nada. Simplemente, creo que esta vez las palabras sobran.
Miro el suelo bajo el que ahora descansa y pienso que, aunque probablemente lo merecía, no es algo en lo que me haya dado gusto participar. No me arrepiento de haberlo hecho pues Raxus podría haber muerto, pero sigue sin hacerme sentir mejor.
Luego hablar Callahan de la carne y las provisiones, a lo que le contesto:
- "Creo que solo tenemos una forma de saber si es comestible y tiene mucha, mucha carne que obtener, a pesar del plomo."
Le contesto también acerca de las cosas de Cuchillo Rojo:
- "Hagamos un inventario y quedémonos con lo que necesitemos. El resto se tasa y se vende como dices. Ahí repartimos para equiparar."
Miro lo que andaba trayendo el difunto y parece que había juntado buena cantidad de enseres que creo nos serán útiles para atravesar este desierto. No pensaba que fuese tan hostil el mundo, pero veo que es mucho más fácil morir que sobrevivir en la carretera.
Sábado, trece de enero de 105 PA.
POR LA MAÑANA.
Conseguisteis cavar una tumba apropiada para Cuchillo Rojo y darle así una suerte de funeral.
La carne del Rhino-Buffalo, al menos la que no se había echado a perder con el combate, resultó ser sorprendentemente jugosa y sabrosa. Más dura y fuerte que el chuletón de buey, a fin de cuentas es caza salvaje, pero en cierto modo similar en cuanto a su sabor y textura. Recogisteis los mejores pedazos que pudisteis y con eso tuvisteis provisiones para buena parte de los siguientes días de viaje. Complementasteis vuestra dieta con algo más de caza, aunque esta más bien menor en la forma de ratones de campo y palomas torcaces, junto con alguna ardilla descuidada, y numerosas bayas comestibles.
Viajasteis por muchos y variados territorios, en su mayor parte áridos y desolados, esquivando patrullas de la Coalición, infinidad de mutantes (es lo que más parece abundar cerca de la Estrella Solitaria), diversos monstruos, lunáticos y bandidos de poca monta. En general evitasteis el conflicto mediante la intimidación, o mediante una retirada expeditiva justo a tiempo (como cuando fuerzas mecanizadas de la Coalición parecían a punto de aproximarse hacia vosotros para empezar una ardua persecución).
Eventualmente, muchos días después, y tras atravesar la mitad del viejo estado de Nuevo México, dejando lejos atrás ya el tortuoso estado de Texas, llegáis ante lo que os han indicado que es la ciudad de DarkGate, cuna de los Rifts Warriors.
De lejos no parece muy impresionante. Una ciudad pequeña no demasiado bien defendida, algo de infantería mercenaria y tal vez unos cuantos aprendices de mago. Las murallas no están del todo mal, aunque sin duda no aguantarían por sí solas (sin magia) una buena andanada de misiles de alto explosivo.
Sábado, trece de enero de 105 PA.
POR LA MAÑANA.
Habían transcurrido una docena de días desde que enterraran a Cuchillo Rojo y su ausencia, vívida en un principio, se había ido diluyendo con el paso del tiempo hasta ser como el leve escozor de una herida a punto de sanar definitivamente. Ventajas de que su relación hubiera sido breve en el tiempo y que la amistad y la confianza no hubieran fraguado. Y aun así, un poso de fracaso y pérdida se mantenía en Xavier. Cuchillo Rojo hubiera podido facilitar su acceso a los Rifts Warrior y nadie podía negar que con el tiempo, tal vez, se hubiera convertido en alguien valioso.
Pero la realidad era la que era y no tenía sentido lamentarse por lo que había sido y lo que le hubiera gustado que fuera. La realidad imponía sus hipotecas. Sus dos antebrazos biónicos eran un claro ejemplo de ello.
Y en el presente, tras aquel periplo marcado por las escasas conversaciones, las guardias nocturnas, la constante vigilancia del entorno a la búsqueda de potenciales amenazas de las que huir y la comida cada vez más escasa y magra, sus figuras se alzaban ante los muros de su destino. Posiblemente alguien los habría ya localizado y dado una voz de alerta que no de alarma. Sonrió para sí desde el interior de su armadura.
-Y miré y vi un caballo blanco, y quien en él cabalgaba era la muerte -murmuró quedamente y para sí.
Tras aquellos muros sustentados por la magia no había gran cosa que ver ni que defender. Aparentemente. Ni parecía que se lo tomaran en serio. Defensas mediocres, mercenarios, magos de escasa enjundia. Y sin embargo, era la cuna y casa de los Rifts Warriors. ¿Era decepción lo que debía sentir ante lo que se mostraba o desconfianza? Los disfraces siempre podían constituir una buena defensa, ofreciendo a los ojos lo necesario para engañarlos.
Xavier entrecerró los ojos desde la lejanía, cauto. Por un instante, se sintió tentado de hacer un barrido de sus sensores, pero decidió aguardar. Quería conocer las impresiones de sus compañeros.
-Bien, parece que hemos llegado a la tierra prometida tras nuestros cuarenta años de desierto, pero, ¿es lo que buscábamos o es simplemente un mal espejismo? No mentiré. Esperaba más que lo que veo. Pero tampoco sé si lo que veo es lo que hay. Tiendo a ser algo desconfiado, lo reconozco, pero hablábamos de los Rifts Warriors y esto parece poco más que un campamento no muy bien acondicionado. Y no me cuadra. ¿Y a vosotros?
Sábado, trece de enero de 105 PA.
POR LA MAÑANA.
El viaje por fin termina. Conduje el hovercoche desde que dejamos a Cuchillo Rojo en el desierto, enterrado en la sepultura que le fabricamos. El vehículo es interesante pero algo aprendí de manejarlo cuando veía al M.O.M hacerlo y yo descansaba en el asiento del copiloto. No parecía tan difícil y aprendí rápido, por lo que ahora lo manejo.
Varios días pasaron, varios ciclos antes de poder decir que realmente llegamos a DarkGate. Detengo el hovercoche al lado de la power armor de Xavier para mirar aquellos muros y las defensas que tienen. No parecen realmente ser gran cosa pero alguna protección deben brindar.
Me bajo del hovercoche mientras para mirar mejor la ciudad. Le examino mientras pongo mi mano sobre mis ojos para ver mejor sin la molestia del sol. Escucho las palabras del Merc y opino también:
- "Creo que estos implantes me están haciendo daño. Solo sentí que pasaron unos días en vez de cuarenta años. Creo que hay días que no recuerdo."
Me miro al espejo del coche y silbo antes de seguir:
- "Bueno, igual me veo bien para tener casi setenta."
Me sobo el rostro e inclino mi sombrero para tener algo más de estilo anticuado, ya que ahora debo conquistar a las abuelas para codearme con las de mi edad. Vuelvo a concentrarme en la ciudad y respondo:
- "No lo sé, quizás la famosa DarkGate si es un cuchitril y parte del mérito de los Rifts Warriors es salir de un basural. Por otro lado, puede ser que por eso son tan importantes los aventureros, porque DarkGate no se puede defender sola. No lo sé, quizás como es magia, la realidad es que esta ciudad es una fortaleza inexpugnable. Bueno, creo que deberíamos entrar. ¿No? Así sabremos si en verdad son quienes parecen ser."
Pienso en el cuchillo de color rojo que tenemos y como puede servirnos para hablar con los Rifts Warriors, quienes lo reconocerán de inmediato. Bueno, quizás no les siente del todo bien el hecho de que lo matamos, pero la verdad es esa y no fue con mala intención. Solo queríamos que dejará de atacarnos, aunque para eso tuviese que dejar de respirar.
Sábado, trece de enero de 105 PA.
POR LA MAÑANA.
Los acontecimientos se precipitaron de una manera que nadie hubiera querido. Que el primer día del año, se cave una tumba no es algo de muy buen agüero, al parecer de Raxus. Tras juntar los restos de su destrozada armadura en un hatillo, se pregunta si acaso tendrán alguna solución de recomponerse, o serán mera chatarra para fundir. Raxus dejó la búsqueda y catalogación de los bienes que Cuchillo Rojo tuviera en su vehículo a sus compañeros de viaje, excepto en una cosa. El cuchillo de Cuchillo. Le había echado un trozo de piel por encima, y lo había guardado, aún manchado de su propia sangre.
- Creo que presentarlo ante los Rift Warriors, será buena cosa. Me parece que había algún Mago entre ellos, quizás puedan confirmar que no mentimos, y no somos meros forajidos y asesinos, portando las pertenencias de Cuchillo Rojo al cinto. A pesar de que el loco bastardo mereciera su final. – La mano de Raxus rasca el rosado tejido casi cicatrizado en apenas una hora de la herida que Cuchillo le infringió en el pecho. Otra cicatriz que añadir a la colección.
A pesar de sentirse evidentemente incómodo con ella puesta, y retirarla por la noche, Raxus se enfunda una armadura de placas que portaba en su petate durante el resto del viaje. Los días se suceden y parece que Raxus usa algunas habilidades de supervivencia para ahumar la carne del Rhinobuffalo, de tal manera que no se pudra en pocos días, y encuentra algunas cosas que llevarse a la boca o al menos de mejorar el sabor de la carne de caza.
A pesar de que el “Equilibrium” conduce habitualmente, Raxus le hace algún relevo de vez en cuando para que pueda descansar. Parece evidente que el Enano tiene algún tipo de experiencia en el manejo de esta clase de vehículos. Al llegar a la vista de las murallas de DarkGate, Raxus escucha a sus compañeros, sino camaradas ya después de tantos días y noches de viajes y fuegos compartidos. En respuesta a sus palabras, se encoge de hombros.
- Es un muro, con gente y casas dentro. No todo es lo que parece, y si fuera un lugar sin posibles, sería una ruina hace mucho. No todo se muestra a primera vista, a menudo hay algo duro y pulsante oculto en el interior de las cosas, algo que puede ser oscuro y peligroso… ¿Acaso no lo hemos comprobado? – señala el coche fúnebre que recientemente ha pasado a la propiedad de los compañeros, al menos temporalmente, en una clara alusión a su dueño.
Sábado, trece de enero de 105 PA.
POR LA MAÑANA.
Mis ojos son ciertamente más poderosos de lo que eran antes pues soy capaz de ver incluso los detalles más pequeños y mínimos de la estructura. Fijo bien mi vista y le digo luego a mis amigos:
- "Las apariencias engañan, ciertamente. Dentro de esos muros de piedra hay materiales de gran resistencia. Esas torres de ahí tienen ametralladora pesada, láser y rail guns. También hay baterías de misiles antiaéreas en esos lugares."
Indico con mi mano los sitios donde alcanzo a ver las defensas que tienen ocultas para tomar desprevenidos a los atacantes, confiados por las apariencias.
- "Bueno, los tipos que están vigilando no son de lo mejor, pero supongo que la élite no hace aburridas guardias."
Luego recuerdo lo que oí en la radio antes de bajar del vehículo:
- "Bueno, a juzgar por lo que la radio dice, creo que ya vieron con ojos desconfiados la armadura de Xavier, así que ya nos deben estar apuntando. Creo que deberíamos anunciarnos antes de acercarnos. Digo yo."
Me acerco a la radio para llamar, pero entonces pienso que a veces la gente está tan chiflada que no son capaces de seguir mis coherentes pensamientos. La gente está muy loca y no me extrañaría que se tomasen a mal lo que les digo, así que mejor dejo que sea Xavier quien hable.
Sábado, trece de enero de 105 PA.
POR LA MAÑANA.
-¿Anunciarnos? No sé. Habrá una puerta de entrada donde ya responderemos al puesto de guardia. No pueden pretender que alguien que se acerque a esta ciudad lo haga vestido con ropa de calle y sin estar armado. Precisamente sería a ese a quien no permitiría yo el acceso -dijo sonriente-. Pero como queráis. ¿Cuál es el canal de radio que emplean, Equilibrium?
Apenas un minuto después, con los datos proporcionados por su colega, Xavier estaba hablando con quien fuera que le escuchara en la ciudad.
-Buenos días, DarkGate. Soy Xavier Callahan. Me acompañan Raxus y Equlibrium y nos encontramos a las puertas de su ciudad. Solicitamos permiso para entrar.
Tras las formalidades de rigor, que incluyen dejar los vehículos y el armamento pesado en el "Grand Garage" de Mek el Mecánico, el grupo recibe una bienvenida sorprendentemente cálida a la ciudad.
Al principio miran con bastante desconfianza a Xavier, por ser un mercenario humano portando una Power Armor Triax (Triax es la principal industria militar de la Nueva República Alemana, conocidos aliados de la Coalición). Sin embargo el hecho de que vaya acompañado de un enano, Juicer por añadiduría, les termina de abrir las puertas. También la presencia de Equilibrium una vez se quita el sombrero y muestra sus implantes Crazy, pues esa tecnología, al igual que la Conversión Juicer, está estrictamente prohibida por la Coalición.
// Salen de escena: Equilibrium, Raxus, Xavier. - Siguen en: Saloon de DarkGate.